Conociendo el miedo
Con la llegada de mi madre estaba seguro que las
cosas irían mejor, ella me ayudaría a cuidar a mi nueva y más emocionante
responsabilidad. Bastaron solo un par de minutos para ver que la llegada de mi
madre generaba un cambio.
Lo primero que hizo al entrar en la casa fue ir
directamente a la habitación de Millie, la arropo y encendió la lamparita de
noche para salir con cuidado y quitarse el suéter mientras bajaba nuevamente por
las escaleras.
— ¿En verdad solo es un día el que has estado solo?
—asentí al notar que lo decía por el desorden
—Lo es.
—Creo que comenzaremos por la cocina que es la que
parece estar en peor estado
—Acabas de llegar mamá. ¿No quieres descansar?
—pregunte a la vez que ponía los utensilios sucios en el lavavajillas.
—Descanse todo el viaje, los asientos de primera
clase son muy cómodos
—Papá no te dejaría venir en uno comercial—le dije
sabiendo que mi padre la cuidaba demasiado, él la amaba de una manera intensa
que se percibía a simple vista.
—Lo conoces bien. —me encogí de hombros. Me obligo
a sentarme en uno de los bancos mientras sacaba un par de cosas del
refrigerador para cocinar la cena.
— ¿Y cómo esta papá? —le pregunte mientras veía que
abría los cajones y las puertas de la despensa.
—Ocupado, supongo que en un par de horas estará
llegando a Houston ya que debía de ir a realizar una cirugía a un senador— se
coloco delante de mí para comenzar a cortar algunos vegetales, lo hacía con
mucha maestría.
—Tengo tiempo que no hablo con él
—La última vez que lo hicieron fue cuando estuvimos
aquí para el nacimiento de Millie
—Lo recuerdo. —cubrí mi rostro con mis manos,
recordando todo de manera lenta.
—Todo estará bien cariño. Sé que te duele lo de la
separación, Victoria no era más que una mujer que solo sabia pensar en ella y
lo demostró al marcharse y dejar de lado al hermoso ángel que está durmiendo en
el piso superior
—Ella no la quería mamá
—Eso es más que obvio
—Nunca la quiso, ella quiso…—mi frase fue
interrumpida por un llanto agudo. Ambos nos dirigimos a la planta superior.
Antes de poder tomarla en mis brazos mi madre se me adelanto y fue ella quien
la abrazo y logro detener su llanto.
—Esta mojada, vamos a cambiarla—ella sonrió al ver
mi rostro. La dejo con cuidado en el cambiador haciéndole algunos gestos
logrando toda su atención. Le entregue lo que necesitaba y me hice a un lado
para no estorbarle.
—Edward acércate para que veas cómo se hace—me
acerque a ellas y me sonroje cuando mi madre soltó una risita ahogada al ver el
pañal que le había colocado
—Te dije que no era bueno en esto
—Tienes que aprender lo primero que debes de saber
es que lo colocaste al revés y solo lograras que se roce y eso la pondrá
molesta—le dio un beso en la nariz— Tu papi tiene mucho que aprender dulzura y
la abuelita Esme está aquí para salvarte. —Volvió su atención nuevamente a mi—
Aprovechemos para darle un baño y después le daremos de comer para que duerma
relajada.
Sostuve a mi pequeña mientras veía a mi madre
llenar la tina y comprobar la temperatura del agua, acerco todo lo que iba a
necesitar y dejo la toallita junto a ella.
Coloque con cuidado a mi hija en el cambiador para
desvestirla y entregársela a mi madre que parecía divertida pero a la vez
enternecida al ver mi manera inexperta de tratar a mi bebé. La introdujo con
cuidado en el agua tibia sosteniendo su cabecita con una mano mientras con la
otra comenzaba a mujer todo su cuerpecito. Me acomode junto a ella pero sin
obtener la atención de mi hija ya que ella en este momento solo tenía ojos para
su abuelita que frotaba su cuerpecito con una esponjita suave.
—Eres hermosa y no solo lo digo porque seas mi
nieta, mi única nieta
—No por mucho tiempo mamá, no olvides el bebé de
Alice
—Bueno para su llegada faltan unos 3 meses, así que
aun puedo decir que esta pequeñita es mi única nieta. —lavo su cabello cuidando
de que el agua no tocara su rostro—Aunque tiene los ojos de su mamá, su mirada
es igual que la tuya a esta edad. Curiosa, divertida y profunda.
— ¿Como puedes recordar algo así? —no pude evitar
sorprenderme
—Una madre jamás olvida algo como esto y sé que tú
siempre recordaras todo lo que vivas junto a ella
—Puedes tenerlo por seguro—acaricie la mejilla de
mi hija que cerró sus ojitos, era como si supiera que había sido yo. La saco
con cuidado y la envolvió en la toallita para después cambiarla sin dejar de
decirle palabras de amor que ella pareciera comprendía porque no apartaba la
mirada de la de mi madre, cuando estuvo lista me la entrego para ir a prepararle
su biberón.
No pasaron más de 2 minutos cuando ella comenzó a
llorar intente tranquilizarla moviéndola con cuidado en mis brazos y tarareando
una melodía pero solo lograba que su llanto se incrementara.
—Jamás se calmara si sigues así de rígido—me la quito
de los brazos y la alimentos sentándose en la mecedora que estaba en una de las
esquinas, cuando se durmió ambos salimos de la habitación y fuimos de regreso a
la cocina donde termino de preparar la cena.
Esa noche apenas pude dormir, aun había muchas
cosas en mi cabeza que seguían dando vueltas continuamente. Me había enamorado
de Victoria y había hecho todo para que ella aceptara salir conmigo. Cuando al
fin estuvo conmigo intentaba complacerá en todo sus caprichos así estos fueran
realmente exagerados, cuando nos casamos nuestra boda fue una bomba para los
medios dado que era una súper modelo en ese entonces y me sorprendió cuando se
alejo de las pasarelas, las portadas y todo para "disfrutar de nuestro
matrimonio". Uno que no duro mucho. Todo empezó a ir mal cuando se
entero de que ya no solo seriamos nosotros dos, sino que en un par de meses
llegaría alguien más.
Podía decir que no había sido un mal día, varios
resultados había llegado a mi consultorio dando que las muestras de las
biopsias realizadas habían dado negativas y solo eran un par de tumores
benignos, lo que implicaba que tres mujeres y dos hombres podían respirar
tranquilos al saber que no tenían cáncer y que solo era cuestión de una cirugía
para extraer el tumor y sus vidas serian igual o hasta mejor que ahora; pero
lamentablemente no todos tenían la misma suerte y me había tocado dar la mala
noticia a un chico de apenas 21 años y que debido a lo avanzado de su problema
sus expectativas eran reducidas y solo tuve que darle sus opciones de
tratamiento las cuales aun no aceptaba.
Pero debía de olvidarme del trabajo ya que había
llegado a casa, estaba en una de las zonas residenciales más conocidas y con
mayor prestigio, era una casa de dos pisos, con un patio trasero y piscina
techada debido al clima de la ciudad. A mí en lo personal creía que era una
casa demasiado ostentosa y más grande lo que necesitábamos, pero Victoria había
dicho que había sido amor a primera vista y como cada cosa que ella quería yo
la había comprado.
Entre directamente a la cocina donde estaba la
chica del servicio preparando la cena, tome un vaso con agua y fui a nuestro
dormitorio donde sabia que estaría mi hermosa esposa.
Me detuve pegando mi espalda a la puerta que acaba
de cerrar y la observe pasar el cepillo por su cabello en repetidas ocasiones
con más fuerza de la habitual, me acerque sigilosamente hasta posar mis manos
en sus hombros y lograr que se detuviera y me mirara.
—Hola—me incline para besar su cuello y ella
cerró los ojos dejando escapar un suspiro y se levanto manteniendo su postura
rígida— ¿Qué sucede?
—No me he sentido bien últimamente—antes de que
protestara callo mi protesta con uno de sus dedos—fui al médico y me dijo que
estoy embarazada
— ¿Embarazada? —ella asintió y en ese momento no
le di importancia pero en su mirada no se reflejaba ni un atisbo de felicidad
pero lo deje pasar.
—Eso es lo que he dicho. Habíamos decidido
esperar un poco mas y yo…
—Se que habíamos decidido esperar pero parece
que las cosas van a cambiar, ¡Esto es fabuloso! —la envolvió en mis brazos y
gire con ella antes de comenzar a besarla y dejar que nuestros cuerpos se
entregaran a las delicias carnales que nuestros cuerpos exigían.
Las cosas después de eso habían sido tranquilas, se
notaba algo enferma y aposte que era por su estado. Pero la vida dio un giro a
las 3 semanas cuando accidentalmente descubrí lo que ella planeaba hacer.
Revise el contestador después de regresar del
trabajo mientras me desvestía para darme una ducha
"Sra. Victoria Adams le llamamos del
consultorio del Dr. Andrew para confirmas la cirugía del viernes, es urgente
llámenos apenas escuche el mensaje."
Apenas llego a casa intente entablar una
conversación normal; tenía mi espalda recargada en la cabecera de la cama en lo
que ella se desvestía lentamente, en otra ocasión esta escena me hubiera hecho
olvidar todo pero no esta vez, la incertidumbre y la ira se arremolinaban en mi
interior haciéndome recordar con claridad el mensaje.
—Sabes amor, sucedió algo curioso—le dije apenas
despegando mis labios
— ¿Estas molesto?
—Que tienes que decirme de esto—busque el
mensaje y deje que lo escuchara, su semblante cambio había desconcierto y
parecía que enojo en su mirada. Se puso tensa y un ligero estremecimiento se
apodero de su cuerpo. —Desde que lo escuche he intentado encontrar una
explicación y todas mis ideas llegan a un solo punto. ¿Pensabas abortar?
—Edward—su voz salió en un susurro.
—Como puedes pensar en algo como eso Victoria.
Planeabas hacerlo el viernes sabiendo que tenía que viajar a Toronto—me levante
dejando apenas una distancia prudente entre ambos.
—Esto no estaba en mis planes.
— ¿Qué estás diciendo? Así que no niegas lo que
ibas a hacer
—Si, tienes razón planeaba deshacerme de esta
cosa
—Te das cuenta de lo que estás diciendo—el tome
de los brazos totalmente incrédulo por sus palabras, en su mirada demostraba
arrogancia y seguridad ante sus palabras.
—Yo no planeo llegar al final de esto. ¿Es que
no has visto como las mujeres se inflan como una vaca? —Se soltó de mi agarre—
Y que quede claro que yo no estoy dispuesta a sufrir eso, ¡Soy Modelo! Y mi
cuerpo es lo más importante y yo decido sobre el.
—Te tengo una noticia cariño—arrates la última
palabra y la volví a tomar por los brazos—Puede que tu decidas sobre tu cuerpo,
pero yo también decido sobre la vida que crece dentro y olvídate de la
estupidez que ibas a hacer.
—No puedes impedírmelo—chillo molesta intentando
que la soltara
—Ya lo veras cariño—la solté dejando que se
encerrara en el baño.
Desde ese día no la dejaba sola en ningún momento,
cuando tenía que salir de la ciudad la llevaba conmigo. Me había asegurado de
que llegara al final de embarazo, la había tenido prácticamente que arrastrar a
los chequeos médicos y asegurarnos de que no había problemas en el embarazo, en
uno de los ultrasonidos habíamos descubierto que sería una niña yo no podía
quitar mi sonrisa tonta pero ella mantenía su rostro libre de expresión. Cuando
llego el día estuve con ella, había sido de manera natural ya que ella no
quería que en su cuerpo quedara alguna marca. El primer llanto de mi hija
removió una fibra en mi interior y cuando la tuve por primera vez en mis brazos
supe que este era mi lugar, tenía que cuidarla y protegerla como mi más grande
tesoro.
La acerque para que Victoria la conociera y tal vez
en este momento las cosas cambiarían y podía demostrarle un poco de amor, uno
del que le había privado durante los nueve meses que había estado en su
interior, pero le dedico una mirada evaluadora y después giro su rostro. Los
días siguientes no fueron mejores, se neo rotundamente a amamantarla y apenas
la tocaba, salió con ella en brazos debido a que sabía que estaría la prensa
fuera esperando ver a la hija de la supermodelo.
La habitación de Millie apenas contaba con lo
necesario y podía decirse que era hasta sombría, era una parte de la casa que
debía de ser especial pero ella no la había decorado había dejado las paredes
del mismo color que el resto de la casa, había pocos juguetes o cositas que
representaran que ahí estaría una bebé. La pequeña lloraba por las noches y
ella no hacía otra cosa más que maldecir por no lograr que se callara.
Así había sido durante a los dos meses que ella se
había marchado dejando los papeles de divorcio sobre la cama con una nota
"Mi abogado pasara por ellos mañana. Es lo mejor, tu obtuviste a tu hija
sin importar yo, ahora yo quiero regresar a mi vida". Hable con ella
intentado que regresara con nuestra pequeña pero ella se negó ya que no quería
estar junto a ella ya que no la quería y jamás lo haría. Esas palabras me bastaron
para darme cuenta la clase de mujer que era y sacarla definitivamente de
nuestras vidas, la amaba y eso no lo olvidare pero no podía estar con una mujer
que no podía quería ni a su propia hija.
Me levante al escuchar unos sollozos provenientes
de la habitación de aun lado, me acerque con cuidado a la cuna y vi sus ojitos
rasgarse tomando aire para comenzar a gritar, antes de que lo hiciera la tome
en brazos, revise que estuviera seca y la envolví en una mantita para bajar con
ella en brazos y preparar la formula, cuando estuvo lista se la comencé a dar
mientras iba a mi habitación deje que se la terminara y en lugar de devolverla
a su cuna deje su cuerpecito sobre mi pecho sintiendo los latidos de su
corazoncito, tarareaba una canción mientas acariciaba su espaldita logrando que
callera nuevamente dormidita.
—Se que no soy muy bueno en esto, pero no hay
alguien que te enseñe a ser padre, pero te prometo que saldremos juntos de esto
mi pequeño ángel
El tener a mi madre conmigo me ayudo de una manera
enorme, todos los días me enseñaba algo nuevo para el cuidado de mi hija,
supervisaba el cambio de pañal y me corregía cuando hacia algo mal, lo más
difícil seguía siendo el baño. Ella parecía algo incomoda cuando yo lo hacía y
por las palabras de mi madre es que ella sentía mi rigidez y eso parecía que no
le agradaba mucho y es que aun sentía miedo de lastimarla. La tarde en el
supermercado fue otra historia, me sentí incomodo al sentir la mirada de varias
mujeres y mi madre no hacía más que reír ante tal comportamiento.
No obstante con todo lo que estaba haciendo, por
las mañana se había encargado de decorar la habitación de Millie dándole un
lugar acogedor y que en verdad parecía la habitación de una princesa.
Cada mañana me levantaba temprano y salía a trotar
para intentar relajarme, después me daba un baño y me encargaba de la primera
toma del día de mi pequeña princesa, para luego desayunar algo rápido y me
marcharme al hospital, no sin antes despedirme de mi hija y de mi madre que me
aseguraba que todo estaría bien.
En el hospital me centraba en mi trabajo y no
hablaba de mi vida privada por más que me lo preguntaran, algunas de las
enfermeras me lanzaban miraditas bastante obvias y algunas habían sido más
directas y me habían preguntado por mi separación. Yo sabía que solo era para
saber si tenían alguna oportunidad, cosa en la que yo no estaba interesado en
este momento.
Debido a mi carga excesiva de trabajo a veces
olvidaba contactar a mis asistentes en las cirugías y los que las enfermeras
solicitaban no llenaban mis exigencias. Mis cirugías eran importantes y
delicadas, por lo tanto debía de tener al mejor equipo y los hombres y mujeres
más capacitados en caso de alguna emergencia; es la razón por la que no
permitía que residentes de primer o segundo año me asistieran. Sabía que decían
que era demasiado exigente pero mis pacientes lo valían, había tenido algunas
discusiones por el personal y en su mayoría habían sido con Swan, la primera
vez me había intentado disculpar pero ella se había portado bastante altanera.
Había intentado disminuir mi consulta por las
tardes pero me era imposible, lo que me dejaba llegar a casa a la hora de la
cena, me daba una ducha rápida y cenaba para después yo encargarme de dar la
última toma del día y dormirla. Estaba viviendo una vida agitada pero aunque me
sentía agotado nunca lo estaba para mi hija, las noches eran el mejor momento,
la recostaba sobre mi pecho donde a ella parecía agradarle y a mí me gustaba
tenerla ahí, sintiendo el latir de su corazoncito y la tranquilidad que
emanaba.
Apenas había pasado una semana y media cuando mi
madre había tenido que viajar a Chicago, para estar junto con Alice que había
tenido complicaciones en su embarazo, y es por eso que convencí para que se
fuera con ella, yo me las arreglaría con Millie.
—En verdad mamá, Alice te necesita más que yo—le
dije por séptima vez en menos de una hora mientras la veía bañar a mi hija.
—No estoy tan segura de dejarte, creo que
necesitas ayuda con esta hermosura—le dijo mientras la sacaba de si bañera y la
envolvía en una toalla para comenzar a cambiarla
—Estaremos bien mamá. Es mi hija y debo de
hacerme responsable de ella. Te aseguro cuidare bien de ella. Tú no estarás
siempre con nosotros—suspiro resignada terminando de vestirla.
—Necesito que me prometas que me llamaras si
necesitas algo.
—Lo hare mamá. En este momento Ali te necesita
más que yo
—Te llamare todos los días—asentí recibiendo a
mi hija en mis brazos, la alimente y me encargue de que durmiera.
Me levante una hora más temprano de lo que lo hacía
usualmente, acompañe a mi madre hasta que subió al taxi que la llevaría al
aeropuerto. Hoy era un día difícil ya que sería el primer día que mi hija y yo
estaríamos solos, como estaríamos de hoy en adelante.
La aliste y la abrigue ya que la tendría que dejar
en la guardería del hospital mientras yo trabajaba. Prácticamente hice
malabares cargar a mi pequeña, la mochilita donde estaban sus cosas, más mi
maletín y mi bata. La mirada de muchos me seguía y es que ya no era un secreto
que Victoria me había dejado y me había abandonado con la pequeña que
descansaba en mis brazos. Me costó trabajo dejarla pero tenía que hacerlo. Esa
mañana apenas me logre concentrar ya que mi mente estaba en la guardería donde
estaba mi tesoro más preciado, fui a verificar que mi hija estuviera bien cerca
de 10 veces hasta que una de las encargadas me dijo que ella estaba
perfectamente bien.
Ese día termine agotado después del trabajo y
atender las exigencias de mi hija, la peor parte llego cuando estuvimos en asa,
era el momento más temible del día, la hora del baño, aun me daba pánico que se
resbalara de mis manos o que la lastimara.
Jamás pensé que fuera tan difícil hacer todas estas
tareas. Ahora es cuando admiraba a cada una de las mujeres que no solo con ser
madres se entregaban al hogar y desempeñaban un trabajo admirable, ellas lo
hacían todos los días y en sus rostros no había ni un atisbo de cansancio, en
cambio yo ya estaba agotado y eso que era el primer día.
El segundo día no fue tan diferente, me levante dos
veces por la noche ya que había estado un poco inquieta, la había alimentado y
la había dejado dormir conmigo. Me levante temprano para alistarla y llevarla a
la guardería y poder trabajar, había estado un poco más tranquilo además de que
me había forzado a estarlo ya que tenía una cirugía importante y no me estaban
permitidas las distracciones un solo error y podría costarla la vida al hombre
que estaba sobre la plancha. El tercer, cuarto y quinto día no fueron muy
diferentes solo que estaba realmente agotado, necesitaba dormir un poco mas
pero Millie estaba demasiado inquieta por las noches, por más que la intentaba
calmar parecía que había algo que la molestaba y era una frustración muy grande
el no encontrar la razón de su llanto. El fin de semana intente descansar un
poco aprovechando que no tenia porque ir al hospital.
Había sido la peor noche de todas, ella había
estado realmente inquieta y apenas había dormido dos horas seguidas todo debido
a que había olvidado el hecho de que expulsara el aire que se había acumulado
en su estomaguito y eso le había provocado malestar toda la noche y a mí una
noche prácticamente en vela. De lo que estaba seguro es que jamás olvidaría ese
pequeño detalle.
Como todos los días mi madre me llamaba por la
mañana y el sábado no fue la excepción, deje que el teléfono timbrara hasta que
dejo de sonar pero un segundo después estaba soñando de nuevo, así que gruñendo
me levante
—Diga
—Edward ¿está todo bien? —Suspire y me relaje al
escuchar la voz preocupada de mi madre— ¿Por qué no contestabas?
—Todo está bien mamá, es solo que estaba durmiendo
—Edward son casi las 11 y tú no estás en la cama
tan tarde. ¿Seguro que todo está bien?
—Es solo que Millie paso una mala noche
— ¿La llevaste al médico?
—No es nada grave solo que olvide hacer que
expulsara el aire que había tomado. Sé que es estúpido pero se me paso—abrí las
cortinas de mi recamara permitiendo que la claridad entrara— ¿Cómo está Ali?
—Está bien, le recomendaron reposo y prácticamente
la he tenido que amarrar a la cama
—Sabes que es demasiado hiperactiva es una duenda
rebosante de energía—me reí al escuchar la voz de mi hermana que gritaba que
había escuchado de lo que había dicho. Un llanto me obligo a despedirme de mi
madre e ir por ella.
—Buenos días princesa. Lista para un gran día—bese
su nariz y ella coloco su manita en mi mejilla pero la retiro y supe que era
debido a que aun no me había afeitado.
La arrope muy bien y prepare su mochilita y cuando
supe que tenía todo salimos de casa para aventurarnos a disfrutar de un gran
día, fuimos al supermercado ya que en casa no había nada que pudiera comer,
opte por una gran cantidad de sopas fáciles de preparar y comida enlatada,
debido a mi trabajo y el tiempo que debía de dedicarle a mi hija y al cansancio
no prepararía algo muy elaborado.
Estuve en el centro comercial donde estuve en una
tienda para bebés ya que necesitaba ropita nueva en este tiempo había crecido
un poco y además estaba haciendo algo de frio. Las dependientas de la tienda
fueron muy amables y me ayudaron a elegir lo adecuado para mi hija, otras de
las cosas que debía de aprender, si ahora sufría con la ropa no quería verme en
unos años, pare eso serviría Alice, podía apostar que ella me ayudaría
aconsejándola.
El domingo lo utilice para reordenar la casa y
disfrutar de la tranquilidad y el silencio que en esta había. Me prepare para
la semana que me avecinaba, una que sin duda no sería mucho mejor que la que
había pasado.
El lunes parecía que no tendría ningún cambio,
comencé con la rutina, me levante me di una ducha antes de que Millie se
despertara, la cambie y la alimente antes de vestirla con algo calientito,
envolverla en una mantita y arreglar su mochilita para salir rumbo al trabajo.
—Hoy iremos a trabajar y espero que seas buena niña
como hasta ahora—le dije mientras la aseguraba en la sillita para auto.
Mientras conducía la iba viendo por el espejo
retrovisor la manera en que ella parecía jugar con sus manitas, parte de su
cuerpo que parecía acababa de descubrir y aun la mantenían intrigada, las movía
y se las llevaba a la boquita. Era muy hermosa y no comprendía como es que
Victoria había sido capaz de abandonarla.
Aproveche el alto para girarme y acomodar su
gorrito que comenzaba a cubrirle sus ojitos, regrese la vista al frente y al
instante sentí un impacto en el coche logrando que mi cabeza chochara contra el
cristal dejándome aturdido, reaccione al escuchar el llanto de mi hija, me baje
del auto y abrí la puerta trasera para sacarla.
— ¡Esta bien! —vi a una mujer de cerca de unos 40
años que se acerco hasta donde estaba con mi hija, yo la ignore intentando
tranquilizar a Millie que aun seguía llorando pero me tranquile cuando escuche
el sonido de una ambulancia acercarse. Fue en ese momento que vi que había sido
una camioneta que se había impactado en el auto que estaba a un lado del mío
provocando que este golpeara el mío.
Tome mi teléfono y llame a mi seguro para se
encargara ya que yo debía de llevar a mi hija al hospital para que la
revisaran, el hombre del seguro no tardo en llegar, le deje mi auto y tome un
taxi para llevar a que revisaran a mi pequeña. Apenas entre al hospital una de
las enfermeras me quito a mi hija de mis manos y otra me condujo al área de
urgencias.
— ¿Está bien Dr. Cullen? —asentí buscando con la
mirada a mi hija que estaba recostada en una de las camillas junto a mí y aun
seguía sollozando
—Quiero que la revisen a ella— en vez de una
petición pareció una orden
—Llevaremos a su hija al área de urgencias
pediátricas para que la revisen mientras lo revisan a usted—antes de que protestara
vi a una de las enfermeras llevarse a mi hija, agradecí que uno de mis amigos
fuera el que me atendiera. Hablamos de lo sucedido mientras limpiaba y cerraba
el área afectada, un par de puntos en la ceja izquierda era lo que había
obtenido, y un dolor de cabeza punzante.
—No hagas eso Edward—me regaño mi amigo cuando
salte de la camilla y sentí la habitación girar
—Tengo que ver como esta mi hija
—Está en buenas manos, sabes que hay buenos
pediatras
—Pero no hay nada mejor que yo me asegure de ello
—No hagas esfuerzos y no movimientos bruscos, te
buscare para darte las indicaciones que debes de seguir—asentí saliendo de la
sala y dirigiéndome al ala de urgencias pediátricas donde sabia que tenían a mi
hija.
Abrí la puerta doble y entre quedándome quieto al
ver a un grupo de enfermeras alrededor de una de las camas y ahí estaba
Isabella con cara de preocupación dando indicaciones, parecía alterada y
bastante preocupada, estaba en un especie de trance donde todo sucedía
lentamente pero no lograba escuchar nada
—Doctor, podría moverse—regrese en si cuando una
enfermera paso junto a mí con una bolsa de suero en sus manos, los sonidos
regresaron y escuche la voz de Isabella "entúbenla y quiero que la
realicen una radiografía de inmediato". Mis pies parecían pesar una
tonelada y mi corazón latía de una manera desenfrenada ante la escena que
transcurría delante de mis ojos.
—No puede acercarse Dr. Cullen—lance una mirada
asesina a la mujer que me había cortado el paso y no me había permitido
acercarme a la cama donde estaban trabajando, aun me negaba que fuera mi
princesa la que estuviera en esa cama y tuviera a todos al borde de la
histeria, "no podía tratarse de mi bebé." Me repetí una vez más.
—Déjeme pasar—exigí dejando que mi voz saliera mas
ronca y amenazante pero eso no inmuto a la mujer que seguí cortándome el paso.
—No puede pasar—antes de que dijera algo mas la
hice a un lado para encontrarme de frente a Isabella que me estaba cortando el
paso y en su mirada se reflejaba su preocupación pero a la vez su enojo por
irrumpir en su área, pero eso es lo que menos me importaba lo primero era la
vida de mi hija una que podía estar en peligro.
Gracias
por seguir leyendo mis locuras y siento los horrores de ortografía, pero como
es evidente este capítulo no pasó por manos de mi beta.
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