Mi sol entre millones de estrellas: Capítulo 3



Las apariencias engañan


Ambos nos mantuvimos en un duelo de miradas, ella quería que me marchara y yo solo quería ver a mi hija así que no me iría hasta que lo consiguiera y no me importaba pasar sobre ella.

—Diana te dijo que no podías estar aquí y yo exijo que te vayas, esta es mi área y se hace lo que yo digo. Así que vete y no entorpezcas nuestro trabajo—la ignore e hice a un lado la cortina que cubría la cama donde estaba el grupo de enfermeras trabajando. Ahí en la cama estaba una niña de no más de 4 años, la cual estaba inconsciente y con bastante sangre en su cuerpo.


— ¿Qué pretendes Cullen? —me gire para verla al momento en que pasaban a la pequeña a una camilla.

—Busco a una bebé

— ¿La bebé del accidente?

—Si ella. ¿Dónde está? —pregunte con voz preocupada, note la mirada evaluadora.

—Dra. Swan la niña…

—Dr. Sommer puede encargarse de Daniela—le pregunto al hombre que acababa de llegar, acepto tomando los papeles que tenía en sus manos y se marcho junto a la pequeña para que le realizaran los estudios de inmediato— Sígueme —me condujo hasta una de las habitaciones del piso de pediatría ahí en una cunita estaba mi pequeña quien estaba despierta.

— ¿Ella está bien? —pregunte con miedo; camine hasta la cuna y me encontré con la mirada de mi pequeña, pero lo mejor fue la pequeña sonrisa que me dedico. Ella sabía quien era. De reojo la mire y note que pasaba su mirada de mí a la pequeña para después formar una sonrisa y negar moviendo la cabeza.

—Tranquilízate, ella esta perfecta. Parece que solo fue el susto del momento—deje escapar el aire de mis pulmones y me incline para tomarla en mis brazos logrando que se removiera pegando su rostro a mi pecho.

—Lamento lo de hace un momento—me disculpe mirándole y en sus ojos note una mirada que no había visto en ella, parecía tierna y no esa mirada fría que me había lanzado cada vez que nos encontrábamos.

—No importa, cualquier padre actuaria de la misma manera que tu lo hiciste

— ¿Sabias que es mi hija?

—No. Pero basta verla con detenimiento para darse cuenta de que su cabello, su boca y sus facciones son iguales a las tuyas, pero sus ojos son diferentes, los cuales deben de ser como los de su mamá

—Sí, son como los de su mamá—dije de manera cortante. Me regañe al darme cuenta de que había sido más brusco de lo que debería, el silencio nos invadió, uno demasiado incomodo.

—Aunque los estudios salieron bien, quiero tenerla al menos toda la mañana bajo vigilancia por si siente algún malestar.

— ¿Es necesario?

—Solo por seguridad, así yo me asegurare de que ella está en perfectas condiciones y tu puedes descansar tranquilo sabiendo que el accidente no la daño en lo absoluto.

—Está bien. —Dije con resignación dejando a mi pequeña en la cunita nuevamente logrando que hiciera un pucherito—Sigo aquí princesa, descansa.

—Tengo que seguir revisando a los demás pacientes, vendré mas tarde para ver como sigue—la vi caminar hacia la puerta

—Isabella—la llame haciendo que se detuviera y se girara—Gracias

—Es mi trabajo—me sonrió y salió dejándome con mi pequeña.

Solo me separe de mi hija para avisar que no me presentaría a trabajar debido al accidente y que debía de estar junto a mi hija. Había estado muy tranquila y constantemente me estaba sonriendo, después de alimentarla y de asegurarme de que no tuviera aire la acomode en la cuna, ella atrapo uno de mis dedos, era como si estuviera asegurando de que no la dejaría sola cosa que no haría, la tararee una canción de cuna y poco a poco fue cayendo dormida.

Después de las 2 Ángela fue la que la dio de alta ya que Isabella estaba atendiendo a la niña de esta mañana, que aun estaba delicada debido a que se había caído de un primer piso y había sufrido un par de contusiones.

En cuanto llegue a casa me tome el medicamento que me habían recetado para el dolor de cabeza y el par de contracturas debidas al accidente, debía de estar en perfectas condiciones para poder ocuparme completamente de mi pequeña, la cual agradecía que no le hubiera pasado nada y que solo hubiera sido un susto.

Los siguientes dos días me quede en casa intentando aliviar por completo algunas molestias que me había dejado el accidente y además me permitía cuidar a mi hija que ya comenzaba a mantenerse un poco mas despierta pero seguía siendo una pequeña tranquila que solo lloraba cuando algo la molestaba.

El jueves me prepare para regresar al trabajo, debido a que mi auto estaba en la agencia tuve que utilizar una camioneta que solo había comprado por qué a Victoria le había gustado pero que rara vez utilizábamos. La deje en la guardería para hacer mi trabajo ya que tenía que revisar a un par de pacientes extras. Lo que agradecía es que Félix el otro oncólogo había regresado.

Un día bastante ocupado, paciente tras paciente y una cirugía a la que ya me había comprometido con bastante tiempo. Apenas me había dado tiempo de comer y ver a mi hija un par de veces; evitaba entrar y solo me detenía para verla por el cristal donde estaba la chica que se hacía cargo de mi hija. Desde que la había dejado había dado órdenes estrictas de que solo esa chica y la encargada podían hacerse cargo de ella, no quería que llegaran mujeres extrañas a intentar acercársele.

Con lo que no contaba era que tendría una paciente que se había puesto delicada lo que me impidió salir temprano. Tuve que llevarme a mi pequeña conmigo al consultorio para cuidar de ella en lo que terminaba de hacer las últimas anotaciones y esperaba que llegaran los estudios de una mujer que acababa de ingresar. Estaba concentrado en las indicaciones cuando un pequeño ángel decidió que era hora de comenzar a llorar.

—Millie solo dame unos minutos, te prometo que ya nos marchamos—pero ella en vez de dejar de llorar siguió llorando con más ímpetu, la tome de la sillita y la arrulle intentando calmarla pero nada sucedió, levante mi rostro cuando escuche que la puerta era abierta.

— ¿Problemas?—Vi una sonrisa en sus labios y una mirada dulce al ver a mi hija.

—Esta inquieta y aun no puedo marcharme

— ¿Puedo?—extendió sus brazos y sin pensarlo mucho se la entregue, la acuno con cuidado y acaricio su rostro con dulzura y eso parecía tranquilizarla—es muy hermosa

BPOV

—Es un cumplido Swan—rodee los ojos al escucharlo, tenía un gran ego. Mi dedo se vio atrapado en la boquita de la pequeña que comenzó a succionar.

—Solo tiene hambre, ¿tienes su biberón?—fue divertido ver como saco todo el contenido de una mochilita rosa pero ahí dentro no había ningún biberón

—No tengo su biberón—note la preocupación en su mirada.

—Iré con Nora y le conseguiré uno. No tardo—se la entregue saliendo rápidamente.

Fui hasta banco de leche donde preparaban los biberones de los pequeños que estaban en pediatría. Me acerque a Nora que se estaba preparando para marcharse, note su mirada interrogante pero no dijo nada y me entrego el biberón, lo envolví en una toallita para mantenerlo caliente. Decidí tomar un atajo hasta los consultorios pero mi camino se vio bloqueado por un interno uno que no era de mi total agrado.

—Dra. Swan. La niña se rehúsa a comer—me detuve a mitad del pasillo y espere a que mi interno llegara junto a mí, uno que no hacía otra cosa más que quejarse ya que no le gustaba pediatría.

— ¿No puedes solucionar eso? — le pregunte fingiendo sorpresa ya que esta chico siempre alardeaba de lo bueno que era, siempre se describía como el mejor casi un dios.

—Parece que no le simpatizo, ¡me lanzo un trozo de zanahoria!—dijo molesto

—Tu tienes la culpa, no has sido muy amable con la pequeña—le dije al recordar su trato frio, con los niños — se un poco creativo

—Soy médico. No un chico encargado de una guardería—enarque una ceja

—Le recuerdo Dr. Simmons que estará todo este mes en pediatría, así que comience a tratar bien a los niños o de los contrario no espere una buena nota de mi parte

—Me pide que me comporte como si fuera solo un encargado y no un medico

—Un medico debe de saber ganarse la confianza de sus pacientes y con los niños debe de ser cálido y mostrarse amigable. No como usted lo hace siendo frio y con cara de pocos amigos que los asusta

—Me quejare con el jefe de internos, me está haciendo hacer el trabajo de un encargado y no me da mi lugar de medico.

—Si eso es lo que lo hace feliz, adelante. No quiero una sola queja de usted lo que resta del mes o de los contrario lo sacare de mi servicio y eso implicaría reprobar y no creo que se vea bien en su expediente—gruño diciendo algunas palabras entre dientes de las cuales estaba segura no eran las palabras más amables; dio media vuelta y se marchó.

Cuando lo vi desaparecer en el pasillo fui hasta el consultorio de Edward donde seguían saliendo los sollozos de la pequeña, apenas entre note la cara de frustración en su rostro, pero además de la frustración que se dibujaba en su rostro también me di cuenta que se notaba cansado, las líneas debajo de sus ojos eran muy notorias.

—Llegaron los refuerzos. Déjame alimentarla en lo que tu terminas lo que sea que estés haciendo— apenas coloque la mamila en su boquita comenzó a comer con desesperación haciendo ruiditos muy graciosos pero me dio miedo de que ahogara—tranquila pequeña que no dejare que tu papi te lo quite.

—Millie—lo mire extrañada y el sonrió viendo con profundo amor a la pequeña que descansaba en mis brazos, beso su cabecita y dejo que nuestras miradas se conectaran—Millie es su nombre.

—Que bonito nombre—me senté en una de las sillas mientras ella comía, el ritmo paso a ser uno más lento hasta que fue dejando de succionar para ver como sus ojitos comenzaban a cerrarse e irse quedando dormida.

—Viéndote ahora no eres tan temible ni arrogante como pensé—rodee lo ojos dejando el biberón sobre el escritorio y golpee la espaldita de la pequeña hasta que expulso el aire que estaba en su estomaguito y así evitar futuras molestias, cuando lo hizo la volví a acunar en mis brazos.

—Creo que tienes un concepto equivocado de mi—suspire levantándome y tomando la mantita de la pequeña cubriéndola para evitar que le diera frio a este pequeño angelito. —No tuvimos el mejor comienzo y el que tú te empeñaras en quitarme a mi equipo de trabajo no ayudaba. Pero mantente lejos de las futuras cirugías en las que este y del equipo designado a trabajar con nosotras y te aseguro que no soy tan mala.

—No entiendo porque dejaste el hospital en el que estabas

—Necesitaba un cambio—dije nerviosa intentando no apretar más de la cuenta el pequeño cuerpecito que tenía en mis brazos.

— ¿Solo por eso? —note curiosidad en su mirada, así que utilice mi única escapatoria, me centre completamente en Millie ignorándolo a él

—Si

—No te costo trabajo alejarte. Digo es que eres de las mejores pediatras del país y apuesto que tenias un gran número de pacientes.

—No te equivocas. Quería algo nuevo— estaba mintiendo, no había tenido opción y lo había tenido que hacer, dejar a mis pacientes y comenzar de nuevo. Levante mi mirada cuando se quedo en silencio y lo vi escribir en uno de los expedientes, así pasaron cerca de 15 minutos hasta que de pronto levanto su mirada y me vio con detenimiento era como si hubiera descubierto algo y lo hizo.

—Tu estabas casada con Demetri Volturi—me levante de un salto y deje a la pequeña con cuidado en su sillita

—Si, eso fue hace tiempo—la cubrí y me aleje de ella—procura traer biberones extra, no siempre estaré para salvarte.

— ¿Dije algo malo? —negué moviendo rápidamente mi cabeza

—Solo recordé que tengo que revisar a una paciente, nos vemos—salí antes de que dijera algo mas, mi pasado me seguía y parecía que jamás se alejaría.

Los siguientes días intente no cruzarme con Edward aunque me moría de ganas por ver a la pequeña Millie. La descubrí en la guardería del hospital cuando pase por ahí después de dejar unos análisis en el laboratorio. Era una pequeña hermosa demasiado tranquila, mientras la veía escuche a las chicas hablar acerca que la mamá de la pequeña se había marchado dejando a Edward siendo completamente responsable de su hija y había más de una que moría por ocupar ese lugar, decían que no les importaba tener que cuidar a la pequeña si podían estar con un hombre como Edward. Escuchar esas conversaciones solo me hacía pensar que era mujeres muy patéticas, pero aun me preguntaba ¿Cómo una madre puede alejarse de su pequeña? Aun no lograba entender como hay mujeres que se pueden dar el lujo de desperdiciar la maternidad, cuando hay otras que jamás podremos disfrutar algo como eso.

El día transcurrió con normalidad, la consulta estuvo prácticamente llena había visto de todo, desde niños con un simple resfriado, con varicela y hasta casos de apendicitis y una amigdalitis. Salí bastante cansada y camine con calma por el pasillo me detuve al ver a Edward cubrir a su hija con la cobijita, se coloco la mochilita rosita al hombro y salió, lo vi hasta que desapareció por la puerta automática de cristal, fue en ese momento que me di cuenta de que había dejado su maletín en el suelo; lo tome y salí rumbo al estacionamiento para encontrar que ya se había marchado. Después de preguntar en la oficina principal conseguí su teléfono pero no contesto en ningún momento, me atreví a pedir su dirección y después de prácticamente rogarle a la secretaria me lo dio de muy mala gana.

Me detuve en una hermosa casa de dos pisos y me debatí en ir o entregárselo al día siguiente pero ya estaba ahí así que baje y llame a la puerta un par de veces sin obtener respuesta, deje escapar el aire que había guardado en mis pulmones y camine rumbo a mi auto con su maletín en mis manos

—Isabella. ¿Que haces aquí?—me gire notando su cara de completo asombro

—Olvidaste esto—le entregue su maletín—llame al celular que me dieron pero no contestaste así que decidí traértelo.

—Gracias. ¿Quieres pasar? estaba por bañar a Millie

— ¿Quieres ayuda? —me ofrecí sin saber porque, sabía que lo que debía de hacer era marcharme y no involucrarme en donde no debía.

—La ayuda siempre es buena—deje mi bolso en la mesita junto a la entrada y mi abrigo en el perchero a simple vista saltaba el desorden, bueno no era tan grave.

—La deje en la cuna—lo seguí hasta la habitación estaba pintada del mismo color que el resto de la casa, pero decorada de una manera que dejaba claro que era la habitación de una bebé, además era un lugar acogedor, me preguntaba si la mamá de la pequeña era la que había hecho esto o seria Edward.

—Hola Millie—me incline sobre la cuna para tomarla acariciando su barbilla logrando que me dedicara una pequeña sonrisa; la tome en brazos mientras que Edward buscaba su ropita yo prepare el agua y la desvestí para meterla en la tina, mientras la bañaba no me dirigió una sola mirada ya que estaba completamente atenta viendo a su papá que estaba frente a ella, se la entregue para que la secara y la cambiara, no pude evitar reírme al ver que la trataba con mucha delicadeza.

—No la vas a romper—me burle, el me dedico una sonrisa que me paralizo, una que no sabía porque pero me había gustado a pesar de que era un gesto común.

—Puede que tengas razón pero no me voy a arriesgar— deje que la terminara de arreglar mientras yo le preparaba la formula, fui hasta la cocina la cual estaba algo mas desordenada, prepare su biberón y me asome un poco en la despensa para verla casi vacía. ¿No iría al supermercado? Deje que la alimentara y me marche a mi casa cuando él estaba durmiendo a su bebé.

Conduje mientras escuchaba y cantaba la canción de I World Believe in de Celine Dion, se había convertido en una de mis favoritas. Llegue a mi edificio y subí directamente a mi departamento, apenas estuve dentro me quite las zapatillas, el abrigo y me solté el cabello, tome una botella del agua del refrigerador y revise los mensajes que tenia, solo eran de mis amigos y de mi madre. Una rápida cena y un baño relajante en la tina, me hizo caer en un profundo sueño, uno en el que un rostro familiar apareció en él. Aunque no entendía porque estaba ahí, sabía que era más agradable soñar con él que con el que soñaba constantemente.

Los siguientes dos días había estado bastante ocupada, había habido una intoxicación en una escuela lo que nos había traído a un grupo grande niños de entre 6 y 9 años de edad, no era nada demasiado grave pero tuvimos que dejarlos en observación hasta nos aseguráramos de que en todos era una simple intoxicación.

El sábado llego, me levante temprano y arregle un poco mi departamento. Me di una ducha y salí directamente al supermercado ya que mi despensa se estaba quedando vacía, cuando ya estaba colocando las cosas en mi carrito recordé la despensa de Edward y podía estar casi segura de que seguía igual o mas vacía ¿Se podría?, solté una risita ganándome un par de miradas. Sin pensarlo dos veces agregue un par de cosas extras arriesgándome a que no fueran de sus preferidas, pero al menos tendría algo que comer. Cuando pague hice que separaran mis cosas de las de él ya que no quería tener que hacerlo yo.

La historia se repitió llame un par de veces a su puerta sin conseguir respuesta, pero estaba segura que estaba en casa ya que su auto estaba fuera del garaje, volví a llamar obteniendo resultado, nuevamente su rostro era de sorpresa pero también había cansancio uno bastante fuerte.

—Isabella—sonreí al verlo, tenía su camisa enrollada hasta los codos y la toallita de Millie en el hombro lo que indicaba que era hora del baño, pero lo más divertido era su cara de susto.

— ¿Es mal momento?

—La hora del baño—le entregue el par de bolsas que traía en mis manos

—Espero que no te moleste, pero el otro día que estuve aquí note que tu despensa estaba algo vacía y ya que hoy fui al supermercado te traje un par de cosas

—Gracias.

—Voy por el resto—ignore la mirada que me lanzo y fui hasta mi auto por el par de bolsas restantes, entre con cuidado y las deje en la mesita central de la cocina.

—No tenías porque…—un llanto le prohibió continuar

—Que dices si yo acomodo la despensa en lo que tú bañas a tu princesa—asintió sonriendo pero sabía que aun le daba miedo el baño, lo podía ver en su mirada. Creo que muchos no creerían que él pudiera sentir miedo, por lo que había escuchado todos creían que era un hombre que no sabía el significado de la palabra miedo y que era demasiado seguro tanto que poseía un ego inmenso.

Comencé a acomodar las cosas mientras escuchaba el sonido de las notas de un piano pero fueron interrumpidas por un llanto, intente pasarlo por alto y continúe sacando las cosas de la despensa pero el llanto no cesaba así que subí a la planta superior más específicamente hasta el lugar y me encontré con Edward hincado junto a la tina las cosas a un lado, algunas de ellas derramándose y el bastante rígido, me quite el suéter, un gritito mas fuerte me hizo reaccionar acercándome a Edward acomodándome a un lado

—Déjame a mi—coloque mi mano sobre la suya para sostener la cabecita de la bebé, ignorando la sensación que había recorrido mi cuerpo con ese pequeño contacto.

—Gracias—no me gire a verlo pero sentía su mirada sobre mí.

—Creo que tu papi debe de aprender mucho sobre tu cuidado y para eso debes de ayudarlo cielo—su mirada azul se había posado en mi. La termine de bañar, la cambie y arrope al instante que recibía el biberón que ella devoro rápidamente

—Te notas cansado, ¿quieres dormir un rato?—me miro extrañado—puedo cuidar un rato a Millie mientras tu descansas creo que lo necesitas.

—Tu debes de tener cosas que hacer, es sábado y yo…

—Se que día es hoy y te aseguro que no tengo nada mejor que hacer, así que no pasa nada. Puedo cuidar a la pequeña mientras tú duermes, desde la semana pasada he notado que parece que no duermes lo suficiente.

—La verdad es que no lo hago mucho, esta pequeña ha estado muy inquieta y despierta varias veces por la noche, además de que esta algo irritable.

— ¿Cuando fue la última vez que la llevaste al pediatra? — Lo vi cerrar los ojos y apretar el puente de su nariz respondiéndome—Ella parece que se encuentra muy bien, pero no estaría nada mal que la revisaran, no olvides que es importante que lleves un control, por cierto ¿Cuántos meses tiene?

—Va a cumplir tres

—Le colocaron las vacunas de los dos meses—el negó sonrojándose

—Llévala a que se las apliquen en el hospital no olvides que son importantes

—Soy un mal padre—negué sin dejar de mecer en mis brazos a la pequeña que estaba por caer dormida.

—Eres padre primerizo, así que se te perdonan un par de cosas, lo que sí es inaceptable es que no lleves a este angelito a revisión, eres medico y deberías de recordar que es importante.

—Lo hare Dra. Swan—rodee los ojos al notar el tono divertido en su voz.

— ¿Entones aceptas? —me miro enarcando una ceja, parecía que no comprendía lo que quería decir. —Aun es temprano, puedes dormir un par de horas mientras yo me hago cargo de esta hermosa bebé—acaricie su mejilla y ella pego su rostro en mi pecho acurrucándose.

—Gracias, prometo que solo será un par de horas.

—Anda yo me hago cargo—le dio un beso a la bebé que sonrió y se marcho. Estuve con ella hasta que se durmió, aproveche para acomodar su habitación, acomode la mecedora frente a la ventana que daba a un pequeño jardincito.

Puse un poco de orden en la casa sin dejar de revisar que la pequeña estuviera tranquila y dormida. Prepare la comida para después ir y recostarme en el silloncito que estaba en la habitación del bebé. Me quede inmóvil aun cuando escuche la puerta abrirse, los pasos eran lentos pero audibles, lo vi asomarse a la cunita y regalarle una sonrisa a la pequeña que aun seguía durmiendo.

—Ha estado demasiado tranquila—le dije levantándome interrumpiendo el momento padre e hija.

—Muchas gracias, este día has sido una ayuda maravillosa

—Ya es tarde y creo que será mejor que me vaya a casa—me acerque para ver a Millie moverse un indicio de que despertaría en cualquier momento.

—Te acompaño

—No creo que tarde en despertar y apuesto que le gustara verte con ella, además ya conozco la salida—asintió con una enorme sonrisa— Descansa y si necesitan algo puedes llamarme.

—No tengo tu número

—Eso tiene solución—saque una tarjeta de mi bolsillo y anote rápidamente el teléfono de mi casa y se lo entregue—no dudes en llamarme. Adiós Edward.

—Gracias Isabella.

—Solo Bella—ambos sonreímos, acaricie el rostro de la pequeña y salí de la casa. Subí a mi auto y conduje hasta mi casa, baje las compras y las acomode en su sitio, antes de darme un ducha escuche los mensajes que estaban en mi contestador, el primero era de mi madre que me avisaba que las cosas con Phil iban muy bien y que aunque aun extrañaba a Charlie había decidió cumplir su promesa de buscar a alguien más con quien ser feliz y llegar a vieja.

Mi padre había muerto cumpliendo su trabajo, había sido honrado pero eso no me quitaba de extrañarlo. Sabía que era momento de que mi madre siguiera con su vida y aunque me alegraba por ella no evitaba sentirme triste de lo que había sucedido con Charlie.

El domando paso sin ningún incidente, lo dedique a ver televisión y descansar. Bueno eso fue hasta que decidí continuar con una nueva investigación acerca de un síndrome que afectaba en su mayoría a niñas y que solo se hacía notorio hasta los 18 meses de edad, logrando que hubiera retrasos en el niño. La noche al igual que las anteriores habían pasado sin pesadillas logrando que me relajara y que me despertara sintiéndome libre y bien como no lo sentía desde hace mucho.

Al día siguiente después de la comida cuando iba de regreso a mi consultorio me encontré a Edward que parecía me había estado buscando.

—Bella—me detuve en seco al escuchar su voz, un segundo dispuesta estaba junto a mi—Gracias por lo del sábado, no solo me ayudaste con Millie, reorganizaste mi casa que estaba hecha un desastre y qué decir de la comida que estaba deliciosa. No sabía que poseías esos talentos escondidos.

—Con talentos escondidos te refieres a saber lo que son las labores del hogar—pregunte enarcando una ceja pero sin ocultar una sonrisa

—No te ofendas, es solo que… eres una excelente pediatra, además eres una investigadora muy buena y no te imaginaba realizando las labores del hogar—apreté el botón del ascensor mientras sonreía.

—No olvides que las mujeres podemos hacer muchas cosas, el ser buena en el ámbito laboral no nos limita en los demás aspectos de nuestra vida.

—Créeme que ahora es cuando más admiro a las mujeres, ¿como es que tienen tanta energía?—se llevo la mano al cabello, un gesto que lo hizo verse aun más guapo "pero que estaba diciendo, Cullen no era guapo"—Yo estoy muerto y eso que apenas llevo dos semanas con Millie.

—Espero no entrometerme. ¿Porque estas solo con Millie?

—La mamá de Millie se marcho y dejo a la pequeña. Mi madre me había estado ayudando con ella pero mi hermana tuvo un par de complicaciones en su embarazo y se fue a Chicago para ayudarla y es por eso que estoy solo con mi hija.

—Es una enorme responsabilidad. ¿No has pensado en una niñera, o alguien que te ayude en tu casa?—pregunte entrando al ascensor que iba repleto, ninguno dijo nada y sabia que se había limitado a decir algo por la cantidad de gente que iba junto a nosotros, cuando llegamos a nuestro piso ambos caminamos uno al lado del otro sin decir una sola palabra. Pero antes de que dijéramos algo una de las enfermeras fue hasta nosotros informando a Edward que una de sus pacientes estaba delicada, se despidió y salió corriendo junto a la enfermera.

El resto de la tarde estuve bastante ocupada con mis pacientes un par de ellos eran pequeños que solo iban a su chequeo de rutina, una niña que no paraba de hablar y me conto todo lo que hacía en el jardín de niños y hasta me hablo de su nuevo novio lo que me causo mucha gracia pero la felicite, le regale una paleta por portarse bien durante la consulta. El último niño había ido por que tenía tos, pero eso no le impidió que hablara y hasta me pidiera ser su novia en secreto para que su mamá no lo escuchara. El escuchar de sus labios que era bonita me arranco una sonrisa, pero la suya se borro cuando le dije que no podía ser su novia porque era muy pequeño pero cuando creciera podíamos intentarlo.

Esperé más de 15 minutos a mi siguiente consulta pero este no llegó, así que decidí hacer mi última ronda del día viendo a los niños que estaban ingresados, y revisar que estuvieran controlados. Cuando regrese a mi consultorio no pude contener una sonrisa al ver que sentado en una de las sillas frente a mi escritorio estaba Edward sosteniendo a Millie que sonreía.

—Hola—salude cerrando la puerta detrás de mí.

—Lamento la demora—se disculpo poniéndose de pie, y fue ahí cuando me di cuenta de que él era mi consulta que no había llegado a tiempo, me acerque para ver a la pequeña removerse inquieta.

—Hola princesa—tome a la pequeña en mis brazos— ¿Así que tu serás mi nueva paciente?

—A ella le agradas, así que por eso pensé que sería bueno que tú fueras su pediatra.

—Veamos cuanto pesas y cuantos has crecido— hice todas las mediciones y todos los chequeos propios sin dejar de hacerle gestos y cosquillas logrando que en ningún momento se molestara o comenzara a llorar.

—Es una niña muy sana. Seguirá con la misma fórmula y las mismas tomas, pero puedes aumentar una o dos onzas mas—le decía mientras anotaba todo en la receta

—Me retracto de lo que dije al respecto de que eras demasiado fría, con los niños eres grandiosa, creo que era yo el que sacaba lo peor de ti.

—Si creo que eso es verdad—le sonreí guiñándole un ojo antes de volver a mis anotaciones—La veré en un mes. Y te reitero que cualquier cosa puedes llamarme a la hora que sea.

—Gracias. Aquí estaremos.

Me espero hasta que recogí mis cosas y me acompaño hasta mi auto para después marcharse el en el suyo.

Cuando estuve en mi departamento me serví una copa de vino tinto y me senté en el sillón que daba frente a la ventana. Sin querer podía darme cuenta de que algo estaba cambiando, Heidi tenía razón al decir que Edward era un gran hombre, y ahora podía comprender un poco su actitud, no debía de ser fácil tener una responsabilidad tan grande como la que tenia sobre sus hombros; era divertido interactuar con su hija a quien trataba como una fina figura de porcelana, pero también me imagina lo mal que debía de estarlo pasando, se había visto obligado a ser padre y madre a la vez.

La pequeña me inspiraba una gran ternura y algo en mi interior me pedía que le ayudara a Edward con la pequeña, pero otra parte de mi gritaba porque me alejara y no me involucrara. No sabía cuánto tiempo tendría para seguir con esta tranquilidad, mi vida era normal por un tiempo hasta que nuevamente mi pasado me alcanzaba haciéndome huir. Un error te marca de por vida y ese error es capaz de cambiar todo lo que te rodea. ¿Podría lograr retomar mi vida o siempre seria presa de mi pasado?
 ...


Gracias por seguir leyendo mis locuras y siento los horrores de ortografía, pero como es evidente este capítulo no pasó por manos de mi beta.

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