Acercamientos
El siguiente día fue como cualquier otro, llegue
directamente a revisar a los niños que estaban ingresados. Me detuve a hablar
con las enfermeras ya que siempre es importante tenerlas de tu lado, ellas
pueden ser una gran ayuda pero si haces algo que las moleste también pueden ser
tu peor enemigo y yo no planeaba tenerlas como mis enemigas.
Me encargue de una emergencia y cuando deje al
pequeño con tratamiento fue hora de dirigirme a quirófano ya que había un parto
múltiple en camino, camine a prisa ya que tenía el tiempo justo. Antes de
entrar me encontré con Edward, ambos sonreímos y con simple movimiento de mano
nos saludamos dejando sorprendidas a un par de enfermeras que estaban cerca, no
era un secreto que la relación entre Edward y yo no era muy buena.
Sé que parecía que yo era la única que entraba a
los partos pero Ángela no le gustaba mucho y el otro pediatra era el encargado
de piso. Además a mi me encantaba estar presente en los nacimientos.
El parto se prolongo pero al final el segundo tuvo
que ser por una cesárea, ambos bebés estaban sanos y los padres contentos por
su llegada, como todos. Los llevamos a los cuneros mientras la madre salía de
quirófano y regresaba de la anestesia.
Antes de regresar a mi consultorio donde sabia que
estarían esperando un par de paciente, me dirigí a la guardería pero no entre
me detuve fuera para ver a las encargadas interactuar con los pequeños, y ahí
entre el grupo de niños que estaban sentados escuchando como les leían un
cuento, vi a una chica que sostenía a una pequeña que me era tan familiar.
Camine hasta mi consultorio antes de entrar y
abrazar a la pequeña, algo de lo que estaba segura era que debía de poner
distancia. Sería malo dejar que se formara un lazo entre ambas cuando no sabía
si estaría mucho tiempo cerca. La consulta fue bastante normal y muy tranquila,
nada grave que atender.
Los siguientes tres días fueron un caos, Ángela
tuvo que salir de la ciudad por razones personales y yo me tuve que hacer cargo
de sus pacientes, dejándome totalmente exhausta.
Al siguiente día la consulta no fue muy diferente
pero tuve un descanso antes de que llegara el siguiente paciente, en vez de
quedarme en mi consultorio salí a caminar un momento por los pasillos, mis pies
me llevaron a la guardería.
Sin poder resistirme entre para ver a la pequeña
Millie que estaba siendo alimentada por una de las encargadas; las chicas me
sonrieron, sabían que era pediatra y la encargada de la guardería del hospital,
en caso de emergencia debían de llamarme a mí como primera alternativa. Me
acerque con cuidado hasta Millie que succionaba su mamila rodeándola con su
manitas y sus ojitos bien abiertos, había algo en esa niña que enamoraba a
cualquiera.
—Parece que ella quiere que la abrace—desperté de
mi trance al ver la mirada intensa que me dirigía la pequeña que había dejado
de comer. No lo dude un segundo y la tome en brazos sintiendo como se
acurrucaba contra mi pecho y daba un hermoso bostezo.
—Como ya comiste ya quieres dormir
nuevamente—acaricie su rostro con dulzura.
—Es la hija del Dr. Cullen—asentí acomodándola
sobre mi hombro para hacer que sacara el aire que tuviera en su estómaguito.
—Se parece a él—la levante en brazos dejando que su
naricita chocara con la mía logrando que sonriera levemente—Nos veremos pronto
pequeña, es hora de que me vaya a trabajar.
—El Dr. Cullen no quiere que nadie toque a su
hija—escuche una voz más dura detrás de mí, vi a la que era la encargada de la
guardería que lanzaba una mirada dura a la chica que me había permitido abrazar
a Millie y ella palideció.
—Me permite a la pequeña—se la regrese a la chica
aun sintiendo la mirada penetrante de la mujer a mis espaldas.
—Yo soy…
—Si el Dr. Cullen se entera de esto no creo que le
haga mucha gracia que otra persona abrace a su hija—dijo entre dientes
importándole poco quien fuera.
—Creía que había sido claro con respecto a mi
hija—la mujer dio media vuelta al escuchar la voz una voz aterciopelada que
conocía y que la pequeña reconoció ya que se removió en los brazos de Sara, así
se llamaba la chica lo leí en el gafete que portaba.
—Yo…
—Ellas no tienen la culpa, yo pase y pedí abrazar
un momento a Millie, no sabía que tu habías pedido que nadie abrazara a la
pequeña—me levante del lugar donde estaba y me coloque junto a la mujer para
evitar que Edward se molestara con ella; sabía que después de la manera en que
me había hablado no tenia porque hacerlo pero era injusto que se molestara por
mi culpa.
—Así que fuiste tú—enarco una ceja acompañada de
una sonrisa torcida, asentí en lo que el abrazaba a su hija.
—No sabía que habías pedido que…
—La Dra. Swan es la pediatra de Millie, aparte de
ustedes ella puede acercarse a mi hija—le dio un par de besos para volver a
entregársela a Sara que le dedico una sonrisa que él le devolvió.
—Me tengo que ir a la consulta—acaricie la cabecita
de la bebé y salí rumbo a mi consultorio.
—Bella, espera—me detuve hasta que Edward llego
junto a mí. — ¿Mucho trabajo?
—Demasiado
—Lo imagine al no verte por los pasillos rondando
—Lo dices como si no hiciera nada y solo me la
pasara por los pasillos matando el tiempo—enarque una ceja y el dejo escapar
una risita.
— ¿No es así? —rodee los ojos
—Muy gracioso Cullen— subimos por las escaleras ya
que los ascensores iban llenos, la gran ventaja es que estábamos en el segundo
piso.
—Parece que las cosas no mejoraran hoy—negué
sonriendo al ver que se refería al grupo de mujeres que ya esperaban fuera de
mi consultorio, me despedí y fui a empezar a trabajar. Las cosas fueron
tranquilas y logre terminar con la consulta antes de las 6.
Di mi última ronda del día, aprovecharía que había
terminado pronto para ir a mi casa, tomar un baño, preparar algo de cenar y ver
una película. Mis planes se vieron alterados cuando escuche la conversación de
las enfermeras que hablaban de un niño que estaba internado y que había estado
solo ya que su mamá había tenido que ir a trabajar y eso parecía tenerlo
triste.
—Lamento que me entrometa, ¿Pero que no se supone
que siempre debe de estar un familiar con los niños?
—Se supone que no deberían de dejarlos solos. El
niño depende totalmente de su madre y ella tiene que ir a trabajar para
solventar los gastos del tratamiento del pequeño.
— ¿Qué es lo que tiene? —pregunte viéndolas
suspirar
—Cáncer—una enorme presión en mi pecho me dejo sin
respiración.
— ¿Qué edad tiene? —pregunte
—Ocho años
—Mi pregunta es porque lo tenemos con nosotros si
deberían de tenerlo en oncología.
—No había camas en oncología, además aquí le dieron
una habitación para él.
—Es mejor que este aquí que en el piso de
oncología, al menos aquí puede estar rodeado de cosas más acorde de su edad. —
revise su expediente antes de ir a su habitación. Llame a la puerta y me asome
para encontrarme con una mirada triste.
—Hola—lo salude solo recibiendo una sonrisa rota.
—Soy la Dra. Swan, pero tú puedes llamarme Bella. ¿Cómo te llamas? —sabia que
era una pregunta tonta, ya lo sabía al leer su expediente pero era una manera
de romper el hielo
—Luke
—Es bonito nombre— me senté en la silla junto a su
cama.
— ¿Me va a poner esa cosa que hace que me duela mi
bracito?
—No. Solo supe que estabas solo y creí que tal vez
quisieras un poco de compañía. —su rostro se ilumino un poco y asintió.
—No me gustan los hospitales, son muy aburridos.
—Si, son demasiado aburridos. ¿Qué hiciste toda la
mañana?
—Vi la televisión, pero la apagaron cuando me dolió
la cabeza
— Y ahorita no te duele la cabeza—el negó— ¿Te
gusta dibujar?
—Si—me levante al ver su sonrisa
—Te traerá algo no tardo
—Bella…—me gire cuando escuche que me llamaba— ¿vas
a regresar?
—Claro, no tardo. Te hare compañía hasta que llegue
tu mami. ¿Quieres? —el asintió. Fui hasta la guardería y tome un libro de
colorear y crayones, además de un par de juegos para su edad. Cuando estuve de
vuelta en su habitación vi a una de las enfermeras que lo revisaba y había
acomodado su cama para estuviera sentado.
Cerca de media hora estuvimos jugando "adivina
quién", lo había dejado ganar la mayoría de las veces solo para ver su
sonrisa adornar su rostro. Mientras jugábamos me había hablado de las
caricaturas que le gustaban, que tenía un perro y que había dejado de ir a la
escuela y ya no veía a sus amigos desde que le había dicho que estaba enfermo.
Intente hacerlo hablarme de las cosas que le gustaban para que no volviera a
sentirse triste, me hizo reír al contarme algunas de las cosas que le habían
sucedido.
Cuando se canso de jugar vimos la televisión un par
de caricaturas que no había visto y que él me explico para que entendiera, no
le encontraba muchos sentido pero eso le gustaba y paraca que lo enviaba a un
lugar donde se podía olvidar de todo y se sumergía en un mundo solo de él. Me
llamo completamente sonrojado y cuando pregunte la razón el solo dijo que
deseaba ir al baño que si lo podía ayudar, lo lleve y lo espera fuera para
después acomodarlo nuevamente en la cama y seguir viendo las caricaturas, me
explicaba cuando le preguntaba algo que no entendía y un par de veces se rio de
mi, tenía mi rostro cubierto con mis manos mientras él seguía riéndose ya que
no comprendía algo demasiado simple.
—Hola doctor. —quite mis manos de mi rostro al ver a
quien había saludado Luke y me sonroje al ver a Edward apoyado en el marco de
la puerta viéndonos con una enorme sonrisa.
—Hola Luke. Venía a ver cómo te sentías, pero veo
que estas mejor que cuando vine por la mañana.
—Bella es muy buena, estuvo jugando conmigo y me
dio un libro de colorear—le mostro el libro sonriendo
— Si es muy buena—le guiño un ojo y le acaricio la
cabecita.
— ¿Pasa algo con Luke? —había llegado una mujer
quien mantenía su vista puesta en nosotros y después en el niño, no tenía que
ser adivina para saber que era la madre del pequeño.
—Todo está bien. —hablo Edward para tranquilizarla,
ella suspiro acercándose a la cama del pequeño para abrazarlo. Me presente y
hable por un momento con ella, haciéndolo saber que podía contar con mi ayuda.
Me despedí de Luke y me enterneció cuando me abrazo y me agradeció por el libro
de colorear y me pidió que lo fuera a saludar al día siguiente.
EPOV
Antes de marcharme fui a revisar al pequeño que
estaba en el piso de pediatría, era una pena ver casos como el suyo, era muy
pequeño para estar enfrentándose a situaciones como esta, pero lo bueno es que
el tumor lo habíamos descubierto a tiempo, tenía que estar con quimioterapia
para después poder extirpar el cáncer. Salude a las enfermeras a mi paso y al
abrir la puerta me quede quieto viendo la imagen que se desarrollaba ahí, Luke
reía y sus ojitos brillaban alegres como no los había visto en varios días y todo
era gracias a una mujer, ahí junto a él cubriéndose el rostro estaba Isabella,
esa mujer tenía un encanto especial con los niños. Cuando noto mi presencia se
sonrojo y admito que era un rubor que lograba hacer que su rostro se viera de
una manera más angelical. Intente apartar eso de mi cabeza y me centre en el
pequeño con el cual tuve que coincidir cuando me dijo que Bella era muy buena.
Nos despedimos del pequeño y lo dejamos con su
madre, ambos íbamos en silencio, ella se detuvo cuando se encontró de frente
con uno de sus internos, le reprendió y el chico no se detuvo para dejarle en
claro su desagrado por estar en pediatría, me acerque lentamente sin que
ninguno de los dos lo notara.
—No sé quién eres y no me importa saberlo. Solo te
recuerdo que la Dra. Swan es su jefa y como tal debe de cuidar sus palabras y
el tono en el que se dirige a ella—el chico trago con dificultad y Bella me
miro con sorpresa, le pidió una disculpa y se marcho.
—No tenias porque intervenir, pero gracias
—Hay chicos que se creen superiores pero en su
mayoría son los peores
—Y ese chico te aseguro que no es la excepción—miro
su reloj solo para darse cuenta de que era hora de salir. Ambos subimos al
ascensor y bajamos en el piso de nuestros consultorios, caminamos uno al lado
del otro sin decir una sola palabra.
— ¿Te apetece cenar esta noche con nosotros?
—pregunte justo en el momento que sabía que ella tomaría el pasillo de la
derecha.
— ¿Nosotros? —pregunto extrañada y yo solo pude
sonreír.
—Con Millie y conmigo.
— ¿Vas a cocinar?—pregunto divertida
—Tengo el número de una excelente pizzería—le dije.
Ella negó mientras reía abiertamente, se despidió con un movimiento de mano y
camino rumbo a su consultorio, ¿eso era un sí o un no?, le grite antes de que
se alejará —Aceptas o no Swan.
—Me gusta la hawaiana con doble queso—se giro
sonriendo para seguir su camino. Fui por mis cosas a mi casillero y después por
mi hija que me sonrió apenas al verme. Me apresure a ir al consultorio de Bella
ya que había sido muy tonto y no le había dicho donde nos veríamos, me la
encontré en el pasillo, me ayudo con la mochilita de Millie y apenas salimos al
estacionamiento se coloco delante de mí y acomodo la mantita para evitar que el
frio le diera a mi pequeña.
Durante el camino no pude evitar pensar en la chica
que venía conduciendo en el auto que nos seguía. Era una gran mujer, una que
cualquier hombre le gustaría tener junto a él, era maravillosa en su área y muy
maternal, sin duda seria una madre maravillosa. Moví mi cabeza con brusquedad no
podía pensar en esas cosas, yo acababa de salir de una relación mala y lo que
menos quería era verme involucrado en nuevos problemas, ahora en mi corazón
solo había lugar para una mujer y esa era la que iba en el asiento trasero
jugando con sus manitas.
Como cada vez que había estado en casa se ofreció
para ayudarme a bañar a Millie mientras yo pedía la pizza. Me quede mirando la
manera tan tierna en que le hablaba y ella sonreía, cuando el saco de la tina
yo fui a la cocina para preparar su biberón y acomodar un poco ya que
nuevamente era un caos.
—Tu papi intenta cubrir el hecho de que nuevamente
la cocina es un desastre—la vi hablar con mi hija, la había vestido con un
conjuntito rosa y envuelto en su mantita.
—No he tenido tiempo de buscar quien se haga cargo
de todo esto—dije a mi defensa.
—Y presiento que no lo quieres hacer—me lleve la
mano al cabello, la verdad era que no había buscado, no estaba seguro de meter
alguien a mi casa, aunque sabía que la necesitaba no sabía que características
debía de tener esa persona.
Le entregue el biberón para que se lo diera a
Millie quien comenzó a comer haciendo los graciosos ruiditos de siempre. Me
apoye en la mesa mientras veía como sus pequeños ojitos estaban puestos en
Bella que le hablaba y le decía frases cariñosas, sabía que ella no estaba
intentando usurpar un lugar que no le correspondía pero se estaba ganando un
lugar importante en el corazoncito de mi hija. Era pronto pero podía decir que
ella se estaba ganando un lugar en el mío. Pero había algo que me intrigaba,
sabía que algo ocultaba y tenía que ver con su matrimonio o de no entendía
porque la única vez que había mencionado el nombre de Demetri había salido
huyendo. Al menos teníamos algo en común, ambos habíamos tenido un matrimonio
que no había funcionado.
Deje de verlas cuando la pizza llegó. Me entrego a
Millie quien se estaba quedando dormida, la lleve a su habitación y la deje en
su cuna llevándome conmigo el monitor por si lloraba. Cada uno tomo un trozo de
pizza le ofrecí una copa de vino tinto para acompañar nuestra cena, ella
acepto. Le entregue su copa y me senté junto a ella.
—Lo que hiciste por Luke fue grandioso, tenía días
que no lo veía sonreír de la manera que lo hacía contigo.
—Se estaba burlando de mí. Por más que me explicaba
no logre entender esa caricatura—no pude evitar reírme por su cara de
frustración.
—Ya te quiero ver cuando Millie te tenga viendo
caricaturas—fue su turno de reír, era una risa encantadora.
—Para eso falta tiempo.
—Puede que falte, pero de que tendrás que ver caricaturas
es un hecho.
Hablamos de algunas de las cosas que debía de
cuidar respecto a mi pequeña, para luego hablar del hospital y de quienes eran
los mejores en su área y así como algunas de las cosas de las cuales se debía
de cuidar con respecto a algunos de los médicos ya que podían llegar a ponerse
pesados y por lo que había escuchado a más de uno le había llamado la atención,
sabía que no era tonta pero no podía dejar que pasara a formar parte de alguna
de las listas de conquistas de mis compañeros.
Después de la cena preparo un poco de café y nos
quedamos un momento en silencio, lo rompí preguntando un poco por su familia y
sus amigos. Lo que más sorprendió fue saber que ella era amiga de Jasper.
—No recuerdo haberte visto en la boda de Ali y
Jasper
—No fui a la boda. —hubo un minuto de silencio.
—Bella sé que no me importa pero podría preguntarte
algo—ella asintió llevándose la taza a los labios
—Porque huiste la vez que mencione a Demetri—cerro
los ojos y la vi tensarse.
—Solo te puedo decir que las cosas no resultaron
como lo esperaba, no era lo que yo pensaba—intento levantarse pero se lo
impedí, tome su mano logrando que una sensación extraña recorriera mi cuerpo y
no sabía si ella lo había sentido, pero no me atreví a preguntárselo.
—No quise entrometerme.
—Es solo que es algo de lo que no me gusta hablar.
—debía de ser algo realmente malo para que ella no pudiera hablar de ello,
aparto su mano de la mía. —recuerdo que dijiste que tu madre te ayudo con
Millie recién sucedió lo de tu esposa.
—Si, ella estuvo conmigo un poco más de una semana.
—No has pensado en trasladarte cerca de ellos,
apuesto que a tu madre le gustaría tenerte cerca, además de que sería
maravilloso para Millie, ya que podría crecer con una figura materna.
—No lo había pensado pero aunque sé que mi madre
estaría encantada con la idea, prefiero enfrentarme a esto yo solo, es mi hija
y soy el único responsable de ella.
—Se que eres el responsable de ella, pero siempre
un poco de ayuda es buena.
—Desde el año pasado me estaba planteando el hecho
de ser jefe de residentes y este año creo que lo conseguiré.
—Ahora entiendo el porqué no quieres alejarte.
Honestamente ser jefe de residentes no es algo que a mí me interese. — se
encogió de hombros
—Soy bastante exigente y la verdad es que los
últimos residentes son bastante malos, me gustaría estar a cargo de ellos para
poder hacerlos ver lo importante que es que se esfuercen para ser los mejores,
para tener los mejores en el hospital y no ser mas del montón.
—Un proyecto ambicioso pero tienes razón, creo que
serás un buen jefe, solo cuidado con las chicas— la vi sonreír ante el
comentario pero su voz había sonado un poco diferente.
—En este momento no me interesa ninguna relación,
solo hay una mujer que me importa.
— ¿Aun la quieres? —su voz apenas fue audible, me
miro por unos instantes en los que pude leer la curiosidad pero después la
aparto, volvió a llevarse la taza a los labios. —Lo siento, es algo que no me
importa. Olvídalo.
—Cuando me refiero a una sola mujer hablo de
Millie. Mentiría si dijera que ya no me importa Victoria, nuestra relación fue
buena pero eso no quita el hecho de lo que hizo y lo que estuvo por hacer,
aunque las cosas no funcionaron entre nosotros me dio un hermoso regalo.
—Es extraño ver que una madre se aleje de su
pequeña.
—Para ella fue más importante su carrera—apreté el
puente de mi nariz, no sabía porque le estaba contado esto, a nadie que no
fuera de mi familia se lo había contado, y aquí estaba hablando con Bella como
si fuéramos grandes amigos. Sabía que había rumores de que yo la había engañado
y cosas como esas; pero no me importaba lo que la gente podía decir, bueno con
los demás no importaba pero con ella sí, no quería que tuviera una idea errónea
de mí. —Ella jamás quiso estar embarazada, tuve que cuidarla para que no
hiciera nada que pudiera afectar a nuestra hija.
—Cuando dices de nada que afectara a Millie, te
refieres a que ella…—no la deje terminar solo asentí cerrando los ojos, me
relaje al sentir nuevamente la sensación de su tacto, una de sus manos se poso
sobre la mía que estaba sobre la mesa y la otra acaricio mi mejilla logrando
que la tensión en mi rostro desapareciera, incline mi rostro hacia su mano abrí
los ojos lentamente y me perdí en su mirada chocolate, estaba demasiado cerca
dejándome apreciar sus finas facciones, la forma de sus labios que estaban
ligeramente entreabiertos, olía de manera deliciosa y su cabello enmarcaba su
rostro. En el tiempo que llevábamos juntos no me había detenido a verla con
detenimiento, no solo era una gran mujer y con un futuro prometedor, sobre todo
era muy hermosa. Una belleza natural.
Ambos dejamos escapar aire que había estado
atrapado en nuestros pulmones, movió ligeramente la mano que estaba en mi
mejilla logrando que cerrara nuevamente los ojos para disfrutar del roce y las
sensaciones que estaban invadiendo mi interior, abrí los ojos para encontrarme
nuevamente con la suya, volví a observar sus labios, unos que me estaban
resultando irresistibles, deje de pensar por un minuto y sin apartar nuestras
miradas comencé a inclinarme para probar si su sabor era dulce como toda ella,
contrario a lo que esperaba no se aparto, apenas los había rozado cuando Millie
soltó un llanto agudo haciéndonos separarnos.
Nos comportamos como un par de adolescentes, nos
levantamos y evitamos mirarnos, tome las tazas y las acomode en el
lavavajillas, cuando me gire ella ya no estaba ahí, no la había escuchado
marcharse, supe a donde se había ido cuando deje de escuchar los llantos de mi
pequeña, me quede un momento mirando por la ventana notando como el viento
movía las ramas de los arboles provocando que las hojas terminaran de caer,
¿Qué es lo que me había sucedido?, ¿Qué es lo había estado por hacer?.
Los minutos pasaron mientras yo seguía intentando
comprender que es lo que había sucedido, me di cuenta de que había sido más
tiempo de lo que esperaba al escuchar que el lavavajillas se apagaba. Fui hasta
la habitación de mi hija sin saber qué es lo que encontraría y me encontré con
una hermosa imagen, Bella estaba abrazando a Millie mientras le cantaba muy
bajito apenas audible, me acerque a ellas y vi a mi hija a punto de dormir,
levanto la mirada y note sus mejillas sonrojadas, beso la corinilla de mi hija
antes de entregármela; un pequeño roce de su mano con mi brazo había provocado
que nuevamente la sensación apareciera de una manera más intensa.
—Gracias por la cena. Es tarde y me tengo que ir.
—Bella, yo…—intente disculparme pero ella me lo
impidió.
—Olvídalo. Nos vemos mañana—no me dio tiempo de
reaccionar, salió de la habitación y escuche la puerta cerrarse, se había
marchado.
BVOP
Tenía que salir de ahí, la velada había sido
excelente me había permitido conocer aspectos de él que no conocía, era
agradable y me gustaba su manera de pensar, me había tomado por sorpresa con su
pregunta y había estado por huir nuevamente pero me lo había impedido tomando
mi mano, un pequeño escalofrió me había recorrido el cuerpo, una sensación que
no sabía lo que significaba y que prefería ignorar.
Lo más extraño había sido la conexión que habíamos
mantenido, el tomar su mano y tocar su mejillas habían sido sensaciones muy
agradables, su piel de su rostro estaba un poco áspera pero no importaba.
Nuestros ojos seguían puestos en el otro, era como si intentáramos leer los
pensamientos, algo que era imposible; hubo momentos que sus ojos recorrieron mi
rostro haciéndome contener la respiración, moví nuevamente mi mano logrando que
cerrara los ojos pero cuando los volvió a abrir había algo diferente, se
inclino hacia mí y aunque sabía lo que seguía no me aparte, algo en mi interior
que no me lo permitió, deje de respirar cuando sentí su aliento chocar con el
mío y pronto sus labios rozaron los míos, antes de que algo mas sucediera
Millie intervino, me aparte levantándome evitando mirarlo y supe que él estaba
igual que yo ya que me dio la espalda, momento que utilice para huir y fui a
calmar a la pequeña que estaba mojada y eso la había molestado, la cambie y me
encargue de volverla a dormir cantándole una canción de cuna que recordé. Se la
entregue a Edward y me marche sin darle tiempo de nada, "Eres una
estúpida" deje que mi frente diera contra el volante cuando estuve en el
estacionamiento de mi departamento.
Apenas y logre dormir, mi cabeza daba demasiadas
vueltas y no sabía de qué manera debía de comportarme con Edward, podía culpar
al par de copas que habíamos tomado, sabía que era algo estúpido ya que yo no
era de las que se emborracharan con solo un par de copas y menos si estas eran
de vino tinto. Lo mejor era actuar como si nada hubiera sucedido.
El fin de semana pasó sin nada relevante y logre
tranquilizarme pero volví a sentirme inquieta el domingo por la noche sabiendo
que al día siguiente me lo encontraría por los pasillos del hospital.
Como lo había previsto nos encontramos un par de
veces y nos saludamos de manera normal, aunque nuestras acciones parecían
iguales en nuestras miradas se notaba la incertidumbre. Visite a Luke ignorando
el hecho de que era paciente de Edward, jugué y pinte junto con él. Era
agradable saber que podía alegrarle el día a alguien. Me marche cuando llego la
madre de Luke que me agradeció por hacerle compañía al pequeño.
Me di una ducha rápida, prepare un poco de pasta y
me senté frente al televisor viendo una película mientras cenaba, era una
comedia romántica que aunque ya la había visto un millón de veces me seguía
gustando, sin duda "10 cosas que odio de ti" era una de mis películas
favoritas.
Limpie la cocina antes de irme a la cama. Me trence
el cabello y antes de dormir comencé a leer Orgullo y Prejuicio, uno de
mis libros preferidos. Me quede profundamente dormir con el libro sobre mi
pecho, desperté ante el sonido insistente de mi celular, me cubrí el rostro con
la almohada y gruñí al seguir escuchando el sonido.
—Diga
—Bella…—me incorpore no por la voz aterciopelada,
si no por el llanto que se escuchaba de fondo.
— ¿Sucede algo con Millie?
—Yo… ella… ¡ayúdame! —la desesperación de su voz
era palpable.
—Primero quiero que respires. Ahora dime que es lo
que sucede.
—Desde el sábado comenzó con un poco de resfriado,
hoy por la mañana tenía un poco de tos, en este momento tiene fiebre y está
demasiado irritable, no puede dormir y respira demasiado rápido haciendo un
silbidito, sé que soy médico pero no se qué hacer.
—Arrópala bien y llévala al hospital. Te veo ahí.
—corte la llamada, me vestí de prisa, por lo que me había dicho sabía que no se
trataba de algo muy bueno, me abrigue y salí rumbo al hospital.
Se extrañaron de verme ahí pero prepare todo para
cuando Edward llegara, en menos de 10 minutos llego completamente despeinado,
presionando a la pequeña que lloraba pero no con la misma intensidad. Una de
las enfermeras intento quitársela y el solo le lanzo una mirada furiosa
presionando más a la pequeña contra su cuerpo.
—Dámela Edward—nuestras miradas se encontraron y
leí el miedo en ella, se la quite de los brazos y se la entregue a la enfermera
que la metió en una de las habitaciones. Detuve a Edward antes de que diera un
paso más. —Quiero que esperes aquí.
— ¡Es mi hija!—grito—no la voy a dejar sola.
—Edward…
— ¡No! —tome su rostro entre mis manos ignorando
que las miradas estuvieran puestas en nosotros por el alboroto.
—Estas muy alterado y necesito que te tranquilices,
es por eso que quiero que esperes aquí. ¿Confías en mi?—coloque un dedo en sus
labios cuando lo vi que iba a protestar y solo asintió—Yo cuidare de Millie.
Lo deje ahí en medio del pasillo y fui a la
habitación cerrando la puerta detrás de mí. Ella seguía sollozando, pero se
notaba que le costaba trabajo, estaba agotada. La respiración era rápida y su
piel no era sonrosada como siempre estaba tornándose azulada. A simple vista
tenía un diagnostico pero necesitaba revisarla para corroborarlo.
No tuve más opción que canalizarla para pasar una
dosis de antibiótico para aliviar sus molestias. Lo primero era bajar la fiebre
y lograr que el silbido que se escuchaba en su pecho desapareciera. Me dolió
verla en ese estado, su llanto reflejaba el dolor que sentía y sus ojitos
estaban completamente rojos.
—Ya te vas a sentir mejor princesa—bese su mejilla
sintiendo que aun tenía fiebre por lo que tuve que descubrirla un poco,
dejándola solo con su pijamita de ositos que traía puesta.
—Doctora. La habitación ya esta lista—asentí dejando
que la llevaran a la habitación donde pasaría la noche, me acomode con ella en
el sillón que había en el cuarto y le coloque la mascarilla para la primera
ronda de las nebulizaciones, unas que no le gustaron y la hicieron llorar aun
con mas desesperación.
—Tranquila mi amor, es por tu bien—la enfermera que
estaba conmigo me miraba con curiosidad, sabía que yo me había hecho cargo de
casos parecido pero no me había involucrado de esta manera en ninguno. Seguía
hablándole con amor intentando que se tranquilizara y fue hasta que le quite la
mascarilla que se calmo. La acune y comencé a cantarle intentando que durmiera
y gracias al medicamento y que parecía podía respirar un poco mejor logro
dormir, la acomode en la cuna y salí en busca de Edward.
Lo encontré sentado en una de las sillas del
pasillo, la cabeza apoyada en la pared y sus manos aferraban la cobijita de
Millie.
—Edward
— ¿Cómo esta? —se levanto al instante y su mirada
estaba cristalina.
—Tiene un cuadro de Bronquiolitis, ya la estamos
tratando pero se quedara en el hospital un par de días—presiono el puente de su
nariz.
—Puedo verla—asentí y lo guie hasta la habitación
donde descansaba la pequeña. La enfermera salió dejándonos solos con Millie. Se
acerco a la cuna para verla y acariciar su cabecita —Soy un mal padre.
—Eso no es verdad—se sentó en el sillón sin aparatar
la vista de la cuna.
—Soy médico y no fui capaz de cuidar a mi hija—me
senté junto a él—me dio pánico el no saber que darle, el miedo me paralizo.
—Es normal—el negó apoyando sus codos en sus
rodillas y cubriendo su rostro con sus manos. Me coloque en cuclillas delante
de él para ver que estaba llorando, el gran Edward Cullen estaba llorando,
acune su rostro y limpie sus lágrimas con mis pulgares. —Ella se pondrá bien.
—Gracias—me dedico una sonrisa rota—lamento el
hecho de sacarte de la cama.
—Es mi trabajo; ella es mi paciente favorita, así
que si hubieras llamado a alguien más para que la atendiera créeme que lo
lamentarías. —me acomode nuevamente junto a él, sentí su mano tomar la mía y
envolverla entre las suyas, agradecía que la habitación estuviera iluminada de
manera muy tenue y el no notara el sonrojo que cubría mis mejillas.
—Deberías de ir a tu casa a dormir—pidió en un
susurro.
—No dejare que nadie se haga cargo de Millie, así
que más vale que te hagas a la idea de que compartirás el sillón conmigo—le
sonreí, y solo murmuro un gracias. —Tú deberías de dormir un poco, luces
horrible Cullen.
—Yo jamás luzco mal—rodee los ojos ante sus
palabras.
Revise un par de veces a Millie hasta asegurarme de
que su temperatura había regresado a la normalidad. La cambie y deje que Edward
la alimentara cuando lo pidió, no tardo en volver a dormir y supe que no
despertaría de nuevo hasta el día siguiente.
Edward se quedo dormido al instante en una posición
algo incomoda una que sabia le traería como resultado un dolor de cuello
horrible. Intente hacer que se acomodara pero solo logre que apoyara su cabeza
en mi hombro, intente separarme pero él se giro ocultando su rostro en mi
cuello, envolviendo su brazo en mi cintura; su nariz rozo mi cuello y su
aliento chocaba haciendo que me estremeciera.
Coloque mi mano en su hombro con la clara intensión
de despertarlo, pero era una sensación agradable para nada incomodo sino todo
lo contrario, deslice mi mano hasta dejar que descansara sobre el brazo que me
rodeaba y mi cabeza apoyada sobre la suya, de esta manera me permití dormir.
Había una sensación de seguridad una que no había sentido en mucho tiempo.
Gracias
por seguir leyendo mis locuras y siento los horrores de ortografía, pero como
es evidente este capítulo no pasó por manos de mi beta.
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