Inevitable: Capítulo VIII

Capítulo VIII




EVOP

La contratación de Jasper fue una de las mejores cosas que me pudieron pasar. Era un hombre serio y muy trabajador, tenía iniciativa y sabía perfectamente lo que hacía. Por las tardes de la primera semana estuvimos arreglando la casita que el ocuparía con su esposa al tiempo que lo ponía al corriente de cada una de las tareas que espera las desenvolviera como mi capataz.

Inevitable: Capítulo VII

Capítulo VII




EVOP

Había esperado que el ir a Austin sirviera de algo, pero nuevamente obtuve una negativa. Estaba comenzando a perder la esperanza pero bastaba hablar con la hermosa castaña que estaba en casa para saber que debía continuar intentándolo. Ella que no estaba pasándolo mejor siempre trataba de alentarme diciendo que pronto las cosas mejorarían y yo quería creerle. Era a lo único a lo que podía aferrarme.

Inevitable: Capítulo VI

Capítulo VI




El día anterior había estado lleno de sorpresas. Primero ver como esa mujer besaba a Edward, después encontrarlo a mitad del pasillo viéndose tan bien a esa hora de la noche y luego verlo sin camisa dejándome ver sus bien formados músculos que de sólo recordarlos me hacían hervir la sangre y despertar nuevas sensaciones en mi cuerpo muy placenteras. Pero la burbuja se rompió al ver mi cercanía no era totalmente de su agrado y me lo dejó saber al echarme de su habitación de esa manera tan fría cuando yo sólo estaba tratando de ayudar.

Inevitable: Capítulo V

Capitulo V



EPOV

Después de una noche en la que apenas pude dormir. Lo que comenzó como una buena obra se estaba convirtiendo en una tarea bastante complicada. Esa mujer se estaba metiendo en cada uno de mis pensamientos, y lo peor de todo es que sentía como si estuviera engañando a Ángela. Era una locura, pero yo me sentía así, sabía que quería y adoraba a Ángela más no entendía que me sucedía con Renée.

Terminé de vestirme y salí de mi habitación, tenía que envolverme en el trabajo para tratar de alejar a Renée de mi cabeza.

Fui directamente a los establos y ensillé mi caballo para recorrer los terrenos. Me detuve en una pequeña colina desde donde podía observarlo casi todo y como el sol comenzaba a salir dando inicio a un nuevo día. Cerré los ojos y recordé la escena de la noche anterior. Aún podía sentir su pequeña pero suave mano tocando mi mejilla y el calor que recorrió mi cuerpo que terminó centrándose en una parte de mi anatomía. Solo esperaba que ella no se hubiera percatado de lo que provocó con un simple roce.

La llevé al rancho porque no tenía ni idea de lo que ocurriría con ella, además se notaba tan frágil e inocente que estaba seguro que nada sucedería, pero ella estaba despertando emociones que yo decía mantener bajo control y que ella estaba haciendo salir de su letargo. Ya habían pasado tres años, y aún sentía que estar con otra mujer sería una traición a la memoria de Ángela. ¿Que debía hacer? ¿Luchar en contra de las sensaciones o dejarme llevar? Con sólo pensarlo ya era una traición, pero tanto tiempo solo sin una mujer podía ser la causa de que la cercanía de Renée me estuviera afectando.

Desde la muerte de Ángela había comenzado un tiempo de celibato, dejado de lado mis necesidades como hombre, enfocándome en mis hijas y tratando de rescatar el rancho, las únicas cosas que realmente me importaban y que me mantenían vivo.

Tenía que alejarme de ella lo que era difícil ya que disfrutaba tenerla cerca, era una mujer agradable con la que podía hablar y sabía que no comentaría nada, además de que sus palabras eran acertadas y me hacían pensar las cosas de una manera diferente. Casi de la manera que Ángela conseguía hacerlo.

Cerré los ojos con fuerza y agité mi cabeza, esta sin duda sería una semana complicada y muy larga.

Pasé la mayor parte del tiempo sumido en las actividades del rancho y en las clases de equitación de Eve, salía a pasear con las niñas, pero lo que estaba haciendo era mantenerme alejado de Renée que parecía entender mi reciente lejanía y eso me tranquilizaba, además la notaba un tanto distante muy metida en intentar recordar, un par de veces la vi en el porche mirando a la nada mientras se balanceaba en el columpio de madera y fruncía el ceño.

Cinco días habían pasado y me sentía extraño de seguir evitando a la chica, pero lo que terminó con mi paciencia fue la repentina visita de Tanya que vestida de una manera provocativa fue a buscarme a los establos donde los hombres que estaban ahí la desvestían con la mirada, así que me vi obligado a llevarla lejos de ellos y la acompañé de vuelta a su auto, al llegar delante de su deportivo se giró y quedó frente a mí.

— ¿En qué puedo ayudarte?—pregunté sin evitar el tono de fastidio.

—Hace ya varios días que hablamos y creí que ya habías tomado una decisión acerca de mi propuesta. —sus dedos tomaron el cuello de mi camisa y comenzó a jugar con ella al tiempo que se mordía el labio y batía sus pestañas.

—Una propuesta interesante, pero que como te dije en ese instante no puedo aceptar ya que es injusto debido a que yo no siento nada por ti. — dije sin dejar de mirarla y aparté sus manos de mi ropa.

—Puede que aún no lo sientas, pero puedo hacer que esto funcione. Tú necesitas una mujer a tu lado. — Sus brazos envolvieron mi cuello y sus labios estaban peligrosamente cerca. —Danos una oportunidad.

—Tanya...—mi protesta fue interrumpida por sus insistentes labios sobre los míos que se movían de una manera frenética. Tomé sus brazos tratando de apartarla con suavidad ya que no quería ser brusco más ella me lo impedía. Ella se estaba esforzando en el beso pero no despertaba absolutamente ninguna sensación. Absolutamente nada

—Lamento interrumpir. —Ambos nos apartamos y vi a Renée que parecía sorprendida y al mismo tiempo… herida. —De verdad lo siento, pero tienes una llamada de un hombre de Austin.

Después de decir eso se dio media vuelta y de manera rápida subió los escalones del porche y entró en la casa.

—Esto estuvo mal Tanya, agradezco tu propuesta pero no estoy interesado en casarme ahora. Y no cambiaré de parecer.

—Eso ya lo veremos, puedo ser muy persuasiva. Yo puedo darte lo que necesitas. —me alejé justo a tiempo.

—Tengo una llamada que atender. —me di media vuelta y entré en la casa donde tomé el teléfono mientras con la mirada buscaba a Renée, no entendía la necesidad que sentía de explicar lo que realmente había sucedido.

Era la llamada de un inversionista, era una nueva oportunidad para no perder mi hogar y el futuro de mis hijas. Tal vez esta vez tendría suerte. Acepté ir a verlo en un par de días.

La hora de la cena fue como las demás, mis hijas hablaban y hablaban de todo lo que habían hecho y como ayudaron a preparar la cena, más notaba que Renée evitaba mirarme a los ojos, platicó con las niñas y con Esme pero no preguntó nada como lo hacía algunas veces. Al término todas se fueron a la cocina y después de que Esme se marchara acompañamos a las niñas a ver televisión y finalmente las llevamos a la cama.

Como siempre cuando salía de la habitación de Lizzy y me asomaba a la de Eve me encontraba a mi hija acurrucada contra Renée que le leía alguna historia, fui a la cocina por un poco de agua y cuando regresé estaba dispuesto a esperar a Renée para hablar con ella más me sorprendí al ver que Eve estaba dormida y Renée se encontraba en su habitación. Me paré delante de su puerta pero no tuve el valor de llamar y sintiendo un peso en mis hombros. Me fui a mi habitación esperando que a la mañana siguiente tuviera mejor suerte y pudiera aclarar el incidente.

El sonido del timbre de la casa fue lo que me despertó, me puse unos pantalones y una camisa y bajé a ver de quien se trataba, aún estaba oscuro y estaba seguro que sólo había dormido un par de minutos cuando alguien decidió ir a llamar.

—Lamento la hora señor Masen, pero uno de los caballos se encuentra enfermo.

—Llamen al veterinario y en unos minutos estaré ahí. —el hombre asintió y salió corriendo hacia los establos, yo por mi parte regresé a mi habitación para ponerme unas botas e ir a ver qué sucedía.

— ¿Está todo bien?—preguntó Renée que estaba en el pasillo envuelta en una bata de cuadros que dejaba al descubierto sólo una pequeña parte de sus piernas.

—Un caballo enfermo. Vuelve a la cama. —ella asintió y entró a su habitación, había perdido mi oportunidad.

Llegué a mi habitación donde me puse unas botas y una chaqueta y fui a ver de qué iba todo el alboroto en el establo. Al entrar vi a varios de mis hombres en una cuadra tratando de tranquilizar a uno de los sementales. Me acerqué pensando que el animal me reconocería y sería más sencillo pero él estaba inquieto relinchando y se encontraba haciendo gala de su mal genio.

Por acercarme más de la cuenta estuve por recibir una patada, pero gracias a un rápido movimiento y mis reflejos logré evitar que me lastimara, me dejé caer al suelo golpeándome en la cabeza con una madera que sobresalía y sentí un dolor agudo en la sien.

Me levanté con la mirada desenfocada y al llevarme la mano a la zona adolorida sentí una poco de liquido caliente, al mirar mi mano me di cuenta de que estaba sangrando pero era una herida pequeña, no pude evitar el maldecir mi mala suerte y parece que por hacerlo me castigaron de nuevo ya que tropecé con una pala que estaba oculta en el montón de heno y caí de costado rompiendo mi camisa y arañándome la piel con un par de cosas que no deberían de estar ahí.

— ¿Se encuentra bien? —preguntó el capataz acercándose.

— ¿Te parece que estoy bien? —exploté maldiciendo a más no poder dejando sorprendidos a más de uno. — ¿Dónde está el maldito veterinario?

—Acaba de llegar. —respondió el chico que estaba en la puerta del establo.

El hombre entró rápidamente, me lanzó una mirada e iba a preguntar si estaba bien más parece que supo que no debía de hacerlo porque se detuvo y fue a revisar al animal que seguía estando intranquilo. Mientras el hombre se hacía cargo del animal yo limpié la sangre de la herida de mi rostro con un pañuelo y levanté la camisa para ver mi costado arañado, sin duda este no había sido mi día.

Sorprendentemente lo único que tenía el caballo era cólico y con la mediación indicada pronto comenzó a tranquilizarse lo que era un alivio ya que por culpa de ese maldito animal yo tenía dolor de cabeza y me dolía el costado.

Recibimos indicaciones y la promesa del veterinario de venir al día siguiente para ver al caballo. Acompañé al hombre hasta su auto donde me indicó que me curara las heridas. Cuando perdí el auto de vista en el camino fui hasta mi casa y entré tratando de hacer el mínimo ruido, fui a la cocina por agua y en eso estaba cuando la luz se encendió.

— ¿Estás bien?—preguntó una Renée preocupada que se acercó hasta quedar cerca de mí y evaluar mi apariencia.

—No es nada grave...

—Pues luces fatal. —enarcó una ceja.

—Pues tú luces bien a toda hora. — dije sin pensar haciendo que se sonrojara levemente. Maldije para mis adentros, ¿Qué me estaba sucediendo?

—Ese golpe en la cabeza fue más fuerte de lo que creía, ya estás desvariando. —dijo con una pequeña sonrisa. Para mi sorpresa tomó mi mano cuando terminé de beber el contenido de mi vaso. — ¿Tienes un botiquín?

—Está en mi habitación. —dije recordando ir, lo tenía en el baño y contrario a lo que pensaba ella tiró de mí y me llevó hasta mi habitación donde entró y fui directamente al baño. Le entregué el botiquín y ella me mandó a sentarme en la orilla de la bañera desde donde podía apreciar sus movimientos.

Con cuidado limpió la zona herida antes de comenzar a curarla.

—Renée quisiera hablar contigo. —dije notando como sus hombros se tensaban.

—No veo sobre qué. — dijo mirándome sólo una fracción de segundos antes de volver a destapar frasquitos.

—Sobre lo que sucedió por la tarde con Tanya. — tomó una enorme bocanada de aire y luego me miró tratando de mostrar una sonrisa que era obvio le estaba costando mantener.

—Es tu vida y sólo tú sabes que vas a hacer con ella. Yo no juzgaré tus decisiones. —se acercó a mí y se acomodó entre mis piernas y comenzó a curar la herida.

—Ella simplemente me... ¡Demonios! —exclamé al sentir un fuerte escozor en la herida y vi una ligera sonrisa en sus labios. Parecía que la muy bribona se estaba vengando dejando el tacto de lado y haciéndome sentir un poco de dolor.

—Ups. — fue lo único que dijo.

—Tanya me besó, ella está convencida de que logrará hacer que sienta algo por ella. Puede que otro hombre aceptara casarse con ella por dinero pero yo no soy de esos. —dije rápidamente ignorando el escozor que después fue sustituido por su dulce aliento. Abrí los ojos y la vi mirarme a los ojos.

— ¿No aceptaste casarte con ella aun cuando ofreció su fortuna para salvar tu rancho?

—No podría estar con una mujer por la que no siento nada y que mis hijas no acepten. —le aseguré perdiéndome en esos hermosos ojos chocolate que brillaban y comenzaban a mirarme con ternura.

—Me alegra escuchar eso. —Sonrió —Sé que será estúpido pero temí que hubieras aceptado. Ella puede ser una hermosa mujer pero no creo que sea la mujer indicada para las niñas.

—Eso también lo sé. —le aseguré, ella se separó de mí para empapar otro algodón con alcohol y volvió a dejarlo sobre la herida haciéndome fruncir el ceño más aguanté las ganas de maldecir. Sus manos tomaron mi rostro y luego comenzó a soplar sobre la herida.

La suavidad de sus manos en mi rostro era muy agradable. Su aliento era cálido, el calor que se desprendía de su cuerpo era maravilloso y hacía que un pequeño hormigueo recorriera mi cuerpo. Con las manos temblorosas, tomé las de ella que las dejó ahí por unos instantes antes de apartarlas y girarse hacia al botiquín en busca de tiritas, las cuales terminaron cayendo al suelo y cuando ambos nos inclinamos para levántalas nos golpeamos la cabeza y sin poder contenernos soltamos una risita.

—Lo siento.

—Siento la torpeza, pero creo que ya sabes que es lo que mejor se me da. —me dijo un tanto nerviosa y roja como una amapola. Colocó la tirita sobre la pequeña herida en la sien y soltó una risita. —debí verla antes, seguro que es de las niñas. Pero luces grandioso con una tirita rosa de piolín.

Me levanté del borde de la bañera y me miré al espejo donde vi que efectivamente era una de las tiritas que usaba con las niñas, más específicamente con Eve. La miré y ella se cubría la boca con las manos tratando de ocultar su sonrisa...

—En mí luce muy varonil. —le dije moviendo las cejas causando un poco de dolor pero no importó al escuchar su risa.

—Eres el único vaquero que conozco que luce tan bien con una bandita de piolín. —me dijo con una enorme sonrisa.

—Soy el único vaquero con bandita de piolín que has visto. — sin poder evitarlo la tomé de la cintura y la acerqué a mí. Su calor y su aroma eran hipnotizantes y el ambiente parecía cargado de cierta electricidad que había recorrido mi cuerpo en diferentes ocasiones y que me seguía atrayendo a ella. Colocó su mano justo en el costado herido haciéndome gruñir levemente pero ella se percató y se separó de mí al instante.

— ¿Hay más?—preguntó señalando la zona—será mejor que la curemos.

Bien pude decirle que yo podía hacerlo al igual que pude haberlo hecho con la del rostro, pero una parte de mí me lo impidió y rápidamente me quité la camisa y noté como sus ojos se abrían, sus mejillas comenzaban a teñirse y sus pupilas se dilataban dejando claro que le gustaba lo que estaba viendo. Ver su expresión me hizo sentirme orgulloso de mi cuerpo y de cada uno de los músculos que poseía gracias al trabajo arduo que realizaba en el rancho.

Con manos temblorosas limpió y curó los arañazos que no necesitaron de banditas ni nada más. Ella seguía sonrojada mientras cerraba frascos y volvía a acomodar las cosas en el botiquín. Desde la muerte de Ángela no permití que ninguna mujer se acercara, pero Renée se estaba adentrando muy profundamente y lo peor de todo es que me agradaba que lo hiciera.

Me mentía diciéndome que no era necesaria otra mujer en mi vida como lo decían Carlisle y Esme. Siempre decía que nadie podría tomar el lugar de Ángela y eso era verdad, pero si podía encontrar a alguien más a quién querer y que quisiera a las niñas y a mí. Mirando a Renée supe que tal vez ella sería la indicada, era una mujer hermosa que quería a las niñas y que se preocupaba por mí, pero nada entre nosotros podía funcionar ya que ella tenía una vida que no recordaba y en la que era seguro había alguien que ella adoraba. Y podía apostar que en esa vida tenía que haber un hombre que la adorara y sobre todo que no estuviera arruinado como yo, que le daría todo lo que quería y se merecía. Sacudí la cabeza con fuerza al darme cuenta de lo que estaba pensando, ¡era una locura! No sabía su edad pero a simple vista juraría que debía de tener unos 23 o 24 años así que le llevaba 10 años o tal vez mas.

— ¿Te encuentras bien?—preguntó apartando el cabello de mi frente.

— Perfectamente. —lo dije más bruscamente de lo que pretendía y la sonrisa en sus labios se desvanecía ante mis ojos. — ¡Vete a la cama!

—Tú debes de hacer lo mismo. — respondió en un susurro mientras removía sus manos.

—Lo haría si tú no te encontraras aquí. — dije sin pensarlo y me arrepentí de inmediato al ver su sonrojo y como torpemente giraba para salir.

—Buenas noches. — se despidió y salió de mi habitación sin volver a mirarme.

Me quedé unos minutos de pie junto al lavamanos donde Renée me había dejado, sabía que debía de poner distancia entre nosotros, pero no era necesario que fuera tan brusco. Era un ser despreciable, ella sólo me ayudó con las heridas y yo terminé echándola de la habitación ¿Qué me estaba pasando?

Me tomó un rato el poder desvestirme e irme a la cama donde me costó mucho más el poder dormir. Estaba en una lucha interna que jamás pensé tener, por una parte tenía un sentimiento de culpa que iba en aumento cada día y todo era porque sentía como si estuviera engañando a mi esposa, algo que era absurdo ya que ya no estaba a mi lado, ella había muerto. Ángela era y siempre sería la primera mujer que amé y que nadie podría sustituir, pero podía encontrar en alguien más una compañera, una amiga y alguien a quien querer. Era momento de comenzar a vivir de nuevo.

A la mañana siguiente me levanté como de costumbre, pero antes de salir me cambié la bandita por una que no fuera de piolín. El veterinario fue a revisar al caballo y dejar nuevas indicaciones.

Al entrar en la cocina vi a Eve sentada en la silla frente a Renée que picaba fruta y estaba preparando dos platos con figuritas utilizando las frutas favoritas de mis hijas, era un gesto encantador, pero lo mejor era escuchar la risa de Eve ante los comentarios de Renée que aún no se había dado cuenta de mi presencia y podía mirarla.

Mi estómago se contrajo al recordar la manera en que la eché de mi habitación.

— ¿Qué te sucedió? —preguntó Esme llegando junto a mi tocando mi rostro, provocando que Renée y Eve me miraran.

Le expliqué lo que había sucedido y como Renée se hizo cargo de curar las heridas y remarqué lo bien que lo hizo. Miré a Renée que continuaba con su labor pasando de largo del comentario que yo acababa de hacer. ¡Era un estúpido! Como podía esperar una sonrisa por su parte cuando mi comportamiento con ella fue tan malo.

—Me alegro que lo hiciera. —Esme palmeó mi brazo y fue a ayudar a terminar el desayuno.

Durante el día estuve trabajando en el campo cuidando del ganado que estaba pastando en la zona este y los llevamos más cerca antes de decidir cuáles de ellos serian los que vendería para seguir subsistiendo hasta que encontrara un inversionista.

El tiempo se iba acabando pero tenía fe de que lo conseguiría y no perdería mis tierras. Aunque estaba haciendo mi trabajo e intentaba distraerme en mi mente aparecían imágenes de la única mujer que había movido mi mundo y que yo herí. Tomé una bocanada de aire y me dije que tal vez no era la mejor manera pero que sin duda era la mejor opción, no podía permitir que ella siguiera adentrándose en mí, ella me estaba prohibida porque estaba completamente seguro que se marcharía cuando lograra recordar quién era.

Agradecía que al día siguiente me marchara a Austin para encontrarme con otro inversionista rogando que este fuera el bueno, con lo que no contaba era con la noticia que me encontraría al llegar a casa.

Iba dando indicaciones a mi capataz mientras limpiaba el sudor de mi frente con el dorso de mi mano, cuando vi que Renée tenía en sus brazos a Esme y acariciaba suavemente su espalda. Me olvidé de lo que estaba hablando y me acerqué a ellas lo más aprisa que pude, subí de dos en dos los escalones del porche. Me detuve en seco cuando me encontré con la mirada de la castaña que me indicó que no era nada grave, esperé pacientemente hasta que Esme se tranquilizó y levanto la cabeza lo que provoco que se avergonzara al verme ahí.

—Yo lo siento. —dijo limpiándose las mejillas, Renée le extendió un pañuelo desechable que ella aceptó.

Me mantuve un rato más en silencio hasta que ya no soporte más.

— ¿Puedo saber qué es lo que tiene así? —pregunté colocándome de cuclillas delante de ella y apretando una de sus manos.

—Jamás pensé que sucedería. —Apretó mi mano con emoción. —Nos dieron la adopción de James, después de tanto tiempo lo tendremos con nosotros.

—Es maravilloso. —me levanté y la abracé girando con ella que reía y lloraba.

Me sentía igualmente emocionado por la noticia, ellos tenían mucho tiempo esperando que esto sucediera y finalmente lo consiguieron. Me alegraba por ellos que finalmente iban a tener la familia que siempre desearon, ese niño recibiría todo el amor que ella y Carlisle estaban ansiosos de dar. Al mismo tiempo me di cuenta de que con ello yo la perdería y me vería en algunos aprietos. Pero yo era lo de menos, en este momento lo único que importaba era la felicidad que ellos se merecían y que por causas del destino les había sido negada ya que Esme no podía quedar embarazada.

—Me duele el tener que dejarte, me gustaría...

—Ya me las arreglaré, ahora sólo importa que finalmente les dieron la adopción. — bese su frente y ella sonrió pero se separó de mi para ir al encuentro de Carlisle al que no había escuchado llegar.

—Yo me haré cargo de la casa. —me dijo Renée segura sin apartar a vista de mis tíos que aún permanecían abrazados. Carlisle alzó la mirada y nos sonrió y nosotros hicimos lo mismo.

—No...

—Sé que dirás que no es necesario, pero si permaneceré aquí por un tiempo más es lo único que puedo hacer, además debes de estar consciente de que no encontrarás tan rápidamente a alguien. —suspiró y finalmente me miró. — Yo ya sé que es lo que tengo que hacer y qué es lo que les gusta y no.

—Sólo en lo que encuentro a alguien más.

—Perfecto. — asintió pasando delante de mí y entrando en la casa. Con sólo pasar delante pude percibir el dulce aroma que se desprendía de ella.

Me llevé las manos al rostro y por primera vez en mucho tiempo me sentía frustrado… por una mujer.

Estaba perdido y extrañamente no me importaba.


Gracias a Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

Inevitable: Capítulo IV

Capítulo IV




—Lamento si soné algo brusca. — Se disculpó y noté el gesto de desagrado al ver la comida. — sólo quería conocerte ya que soy yo la que está moviendo a mis conocidos para encontrar algo sobre ti.

— ¿Tú?— pregunté sorprendida ya que no era la clase acto que esperaría de esa mujer, miré a Edward que se encogió de hombros. —lamento las molestias. — dije tratando de recomponer mi tono de sorpresa y tratar de sonar agradecida.

Inevitable: Capítulo III

Capítulo III




La primera semana había pasado rápidamente, después de aquella charla nocturna, Edward se mostraba un tanto distante pero era educado, eran contadas las veces que conversamos. Cada día que pasaba sabía que le debía más de lo que quizá pudiera pagar, él solo no me dio un techo también hizo que Esme me acompañara al pueblo a comprar un poco de ropa ya que yo sólo contaba con la que fui encontrada y su estado era deplorable.

Inevitable: Capítulo II

Capítulo II




BVOP

El auto se detuvo delante de una casa de dos pisos que se mostraba un tanto descuidada pero era bonita.

—Hemos llegado. —Anunció el hombre que estaba a mi lado. — ésta es mi casa y será tu casa mientras te recuperas.

—Dices que no nos conocemos, ¿por qué haces esto por mí?—pregunté extrañada, no recordaba nada referente a mi vida hasta ahora sólo sabía que me llamaba Renée por la cadenita que llevaba en mi cuello, pero tenía la extraña sensación de que lo que estaba haciendo este hombre no era del todo normal y aún me sentía un tanto desconfiada hacia él.

Inevitable: Capítulo I

Capítulo I




EVOP

Iba de regreso al rancho después de pasar toda la mañana en la ciudad, de nuevo todo ocurrió de la manera menos favorable, como siempre me engañé pensando que toda la situación estaba por terminar si lograba que ese hombre invirtiera, pero de nuevo, lo único que conseguí fue una negativa, nadie quería invertir en un lugar que parecía tener todo en su contra, parecía que sólo era yo quien podía ver lo que el lugar tenía para dar y que trabajándolo bien sería un negocio prometedor.

Inevitable

Prólogo




Mis piernas dolían pero sabía que detenerme no era una opción, debía de continuar y alejarme cuanto más me fuera posible, tenía de que escapar antes que me encontraran o estaría perdida. El haber escapado era pura suerte y esperaba me siguiera acompañando. Caí de nuevo y las piedras sumadas con hojas se encajaron en las palmas de mis manos lastimándome pero eso no me importaba en este momento, me levanté ya que no tenía tiempo que perder, en este momento poco me había importaba lo irregular del terreno sólo había algo en mi cabeza: escapar.

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