Es el indicado
¿Bella, quieres casarte conmigo?
Esas palabras seguían retumbando en mis oídos, toda
la declaración había sido perfecta… como él. Mantenía los ojos cerrados, por
temor que al abrirlos estuviera sola y no hubiera sucedido nada de lo que
estaba sucediendo. ¡Diablos! A quien quería engañar, estaba sucediendo y el
esperaba una respuesta.
—Bella—la suavidad de su voz me regreso a la
realidad, abrí los ojos con cautela.
—Yo no… no sé que decir. —intente recuperar mis
manos que aun seguían entre las suyas.
—Solo es necesario un "Sí"
—Edward…—me acerque mas a él acunando su rostro
entre mis manos que comenzaron temblar ligeramente. —Fue una declaración
hermosa, pero no puedo hacerlo, yo…yo aun tengo…
—Es comprensible que tengas miedo por lo que
sucedió a la última vez. —giro su rostro para besar una de mis manos y con
delicadeza las quito de su rostro. — Pero debes…
—Por favor Edward, ¿por qué arruinar lo que tenemos
ahora? —pregunte notando una expresión de dolor en sus ojos.
—No estamos arruinando las cosas, ¿o eso es lo que
piensas de esto? — movió en anillo entre sus dedos.
—Sabes que te amo y también a mi pequeñita, pero no
quiero…
—Yo también te amo, pero debes de comprender que no
puedes seguir temiendo del pasado y desaprovechando las oportunidades que te
brinda el futuro. — Tomó mi mano y coloco el anillo en la punta de mi dedo
anular. — Tú defendiste nuestra relación con tu madre cuando ella me comparaba
con Demetri, tú le dijiste que era diferente, y lo soy cariño. Permíteme ayudar
a dejar el pasado atrás, disfrutemos de nuestro presente, pero sobre todo hay
que arriesgarnos por nuestro futuro. Un futuro juntos, uno que nos pertenecerá
solo a los tres.
—Edward yo…
—Te amo y eso no va a cambiar, puede que no quieras
aceptar a hora y admito mi derrota… en este momento, pero te advierto que lo
volveré a intentar y no descansare hasta que seas completamente mía. —soltó mi
mano y alejo el anillo de mi dedo.
—Ya te pertenezco. —dije con voz suave y evitando
parpadear porque las lagrimas amenazaban con bajar.
—Pero quiero presentarte como mi esposa y no solo
mi pareja. —acaricio mi mejilla con suavidad.
—Es casi lo mismo Edward.
—No lo es amor. El decir que eres mi pareja implica
una relación superficial, donde hay un débil lazo que nos une, pero no un
compromiso. En cambio al decir mi esposa, dejo claro que eres mi compañera, mi
amiga, mi amante, mi mujer, solamente mía. —apoye mi rostro en su pecho,
escuchado los balbuceos de nuestra bebita.
Me quede apoyada en el debatiéndome en qué hacer.
Él tenía razón al decir que no podía estar arruinando mi futuro por lo que
había sucedido en el pasado, debía de ser una estúpida si permitía que eso
sucediera, pero tenía miedo, mucho miedo de fracasar nuevamente, o de arruinar
lo que teníamos.
— ¿Pero si no funciona? —pregunte sin moverme de mi
confortable apoyo, dejó escapar un suspiro y froto mi espalda.
— ¿Tu intentarías que esto funcionara? —asentí. Yo
deseaba con todas mis fuerzas un hogar cálido y feliz, donde quisiera llegar
cada noche. No un lugar donde solo con entrar sentía temor e incertidumbre por
no saber qué sucedería, en el que me había visto atrapada. Esto era diferente, ¡El
no es Demetri! Me recordó un vocecita en mi interior.
— Yo también estoy dispuesto a hacer que esto
funcione. Si ambos lo queremos… ¿Por qué no hacerlo? —dio un par de besos en
mis cabellos, siguió en mi frente, tomo mi rostro y me obligo a levantarlo para
seguir dejando un camino de besos, en mi nariz y finalmente en mi mejilla donde
poco a poco comenzó a moverse en dirección de mis labios, y fui yo quien se
giro para dejar que nuestros labios se encontraran.
Al principio fue suave como un beso de
reconocimiento, pero poco a poco se fue tornando más apasionado, donde cada uno
reclamaba los labios del otro, la falta de aire nos hizo separarnos por un
instante para llenar nuestros pulmones. La piel se me erizo cuando su
respiración choco en mi oído.
—Se mi esposa. —mordí mi labio, las sensaciones que
me invadieron. Su voz había sido suave, pero el tono era áspero, uno que me
hacia recordar el par de noches en que lo había escuchado, un temblor recorrió
mi cuerpo, y que se riera contra mi oído me hizo perder la fuerza, por lo que
tuve que de sus hombros, para no quedar como una tonta. — ¿Qué dices mi amor?
— ¡Sí! —dije permitiendo que la emoción se viera
reflejada en mi respuesta, tomó mi mano y deslizo el anillo en mi dedo.
—Te amo, Bella. — no me permitió contestar porque
sus labios se apoderaron de los míos.
Acomode mis manos sobre su nuca, acariciándola en
círculos logrando un gruñido por su parte y que apretara su agarre como si
intentara que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo, deje que ese beso
demostrara lo que sentía por él, lo que no había podido decir con palabras,
rompí el beso con brusquedad tomando aire y evitando un nuevo ataque los labios
de Edward, que hizo un mohín al estrellar sus labios en mi mejilla en lugar de
mis labios.
— ¿Qué sucede? —pregunto con voz ronca.
—Creo que un beso mas de esos y sabemos la manera
en que esto terminara.
— ¿Y? —mostro su sonrisa torcida, sabiendo que era
los más obvio, pero se había olvidado de un pequeñito detalle.
— ¿Cómo que… Y? —gire mi rostro con suavidad hacia
atrás—No estamos solos, tenemos una pequeña inquilina en nuestra cama.
—Cierto… ¿Te das cuenta de lo que me haces hacer?
—abrí la boca para protestar ya que él había sido el que había comenzado a
incitarme, pero no dije nada cuando solo una suave carcajada— Te quiero.
No pude contener el apreciar la belleza del anillo,
no era el típico anillo son un pequeño diamante blanco, este era un diamante
rosado.
Me desconcertó que me dijera que tenía que decirme
algo pero que debía de prometerle que no me enojaría y mucho menos que pensara
que solo por eso me había hecho la proposición. Me hablo de lo que había
hablado con Esme antes de viajar junto a nosotras, las ventajas de tener el
apellido Cullen.
— ¿Hiciste todo esto porque Esme lo sugirió ó en
verdad ya lo habías pensado? —pregunte sin dejar de mirarlo, sentía mi corazón
latir de prisa.
—Lo hice porque yo lo quería. Cuando te dije que no
puedo vivir sin ti es verdad, te amo y de verdad quiero poder decir que eres
mía. —me dio un pequeño beso. —Mamá lo sugirió pensando que al cambiar tu
apellido Swan por Cullen nos mantendría en un perfil bajo.
—Si Demetri se lo propone, aun así me encontrara.
—Pero abra una gran diferencia, mi amor. —subió uno
de los tirantes de mi camisón que se estaba deslizando por mi brazo. —Antes
estabas sola, ahora serás mi esposa y siendo una Cullen hay muchas personas que
estarán dispuestas a hacerles frente.
—No quiero arriesgarlos.
—Antes para los demás eras solo una simple chica en
una situación desagradable, pero ahora serás… una en Cullen en problemas, que
muchos estarán dispuestos a ayudar. Nosotros cuidamos de nuestra familia y el
que seas mi esposa reforzara que otras personas nos ayuden a hacerles frente.
—Es grandioso el saber que ya no estoy sola.
—Nunca más lo estarás, siempre nos tendrás a
nosotros. —con un movimiento de cabeza me indico a mi pequeñita que seguía a
mis espaldas.
Envolví su cintura con mis brazos y me estire para
alcanzar sus labios que me recibieron con alegría, era feliz de saber que
pronto ellos realmente serian mi familia y podríamos estar juntos.
Antes de bajar a desayunar decidimos que iríamos a
cenar para darle la noticia a mi madre, queríamos que ella aceptara el cambio
que tendría nuestra relación. Al principio se había puesto un poco pesado
cuando se había enterado de nuestra relación, y podía esperar una reacción
similar cuando se enterara de que había aceptado el ser su esposa.
Lo único que no me gustaba de tener que salir a
cenar, es que Millie no nos acompañaría, ella se quedaría en casa en compañía
de una niñera, una de una agencia que Edward había contactado porque decían que
eran de las mejores de la ciudad. Me había opuesto porque Millie jamás había
estado con una extraña desde hace mucho tiempo, pero Edward tenía razón, la
mujer que se quedaría con ella tenía experiencia y cuidaría bien de ella.
Cuando le avise a mi madre de los planes de salir a
cenar a uno restaurante de los más selectos de la ciudad, dio un pequeño grito
de frustración por no tener que utilizar, así fue como me vi envuelta en una
mañana de compras, donde mi madre estaba encantada intentando convencerme de
comprar algunas prendas un poco provocativas, había refunfuñado cuando me había
negado.
—No soy tonta cariño, puedo apostar a que tú y
Edward ya han compartido muchas cosas.
La había dejado riendo, yo había elegido ir a
buscar algunas prendas por mi parte. La mayoría de las mujeres en la tienda no
paraban de hacerle mimos a mi pequeñita que estaba encantada con la atención,
algo que me parecía divertido.
La reservación estaba para las 8, por lo que me
comencé a arreglar desde las 6 quería estar lista para cuando la niñera llegara
a las 7:30.
Había elegido un vestido por debajo de la rodilla
de color azul oscuro, el cabello lo había dejado suelto en pequeñas ondas y
solo llevaba unos pendientes no muy largos y el hermoso relicario donde estaba
la imagen de mi pequeña, la cual estaba cómodamente dormida sobre el pecho de
Edward que también estaba en el mundo de los sueños.
Me quede unos segundos observándolos, aun sin poder
creer que ellos realmente me habían dejado entrar en sus vidas, y pronto
entraría en ella para no salir nunca.
–Luces hermosa. –me acerque para darle un beso en
los labios y ver como poco a poco abría los ojos. Tome a Millie para dejar que
se moviera con libertad.
–Deberías de darte una ducha.
Lleve a Millie a su habitación, donde me quede
observándola dormirá hasta que el sonido del timbre fue el que me obligo a
salir e ir a encontrarme con la que sería la niñera de mi bebé.
Abrí la puerta y me encontré con una mujer de cerca
de 30 años, con cara redonda, una mirada alegre y una sonrisa tranquilizadora.
–Mi nombre es Wendy y vengo de la agencia de
niñeras. Usted debe de ser la Sra. Cullen. –me hice a un lado para dejarla pasar.
–Aun no soy la Sra. Cullen. –ella se sonrojo y
retorció sus manos. –Pero pronto lo seré, solo quiero me llames Bella.
–Veo que ya conociste a Wendy. –Edward llego junto
a nosotros terminando de abrochar los botones de los puños de su camisa. Saludo
a la mujer y reviso la hoja de la agencia, era una carta para asegurarnos que
nuestra bebita estaría bien.
Entre ambos le mostramos la casa y le dejemos
nuestros números de teléfono, junto con los teléfonos de emergencia, cortamos
el recorrido cuando Millie comenzó a sollozar y la llevamos a conocerla.
Fui la primera en entrar y tomarla en brazos para
tranquilizarla.
–Tienes que conocer a alguien que te va a cuidar
esta noche y quiero que seas la niña buena que eres siempre. –le dije besándola
y llevándola junto a Wendy que extendió sus brazos, lo dude un poco pero al
final se la entregue. De inmediato ella sintió que estaba en brazos de un
desconocido, porque se comenzó a remover y hacer un pucherito.
Edward dejo sus manos en mi cadera para evitar que
fuera a quitarle a Millie de sus brazos.
–Deja que haga su trabajo. – me apoye en el sin
perder de vista la manera en que comenzaba a hablarle logrando que ella se
relajara.
–Pueden estar tranquilos, cuidare bien de Millie.
–asentí al verla reír. Era una sensación completamente extraña, ver como mi
bebé rápidamente aceptaba a otra persona, me hacía sentir una pizca de celos.
Deje que Edward siguiera hablando con Wendy
mientras yo iba a buscar a mi madre para poder marcharnos. Pidió solo 5 minutos
los que aproveche para darle las últimas indicaciones de Wendy sobre mi bebé,
ella solo asentía pero no se quejaba de que le repitiera las cosas.
–Basta Bella, ella sabe lo que tiene que hacer. –me
reprendió mi madre, que saludo a la mujer.
– ¿Supongo que es la primera vez que se aleja de la
niña?
–No estoy acostumbrada a separarme de ella, me es
muy difícil. –confesé acercándome para besar a mi bebé y dejar la habitación
pero en cuestión de segundo regrese ante la mirada de mi madre y Edward.
–Casi lo olvido, adora que le canten para dormir.
–ella agradeció que le dijera.
No tardamos en llegar al restaurante, que era mucho
más elegante de lo que pensaba. Nos guiaron a nuestra mesa.
El lugar era amplio e iluminado de manera suave por
las múltiples arañas que colgaban del techo, las mesas estaban separadas un
poco más que las regulares, eso daba un ambiente más íntimo.
Nos concentramos en mirara lo que pediríamos
mientras que Edward pidió una botella del mejor vino que encontró en el menú.
Después de hacer nuestro pedido mi madre se acomodo en su silla y nos miro
suspicazmente.
–Un restaurante muy elegante, un buen vino, así que
pueden decirme que estamos celebrando. –vi a Edward tomar mi mano y colocar el
anillo que había olvidado, pero al parecer el no.
–Veo que no hay manera de engañarte Renee. –ella
negó sonriéndole a Edward.
–Eso quiere decir que si hay un motivo. –ambos
asentimos.
Edward tomo una de mis manos que aun descansaban en
mi regazo y la dejo sobre mi pierna. Lo mire y note que no sabía de qué manera
comenzar.
–Mamá, lo que queremos decirte…–apretó mi pierna.
–Creo que estos días que has estado con nosotros te
has dado cuenta de lo que mucho que quiero a Bella y lo importante que es ella
para nuestra bebé. –me dio un beso en la mejilla y yo me apoye en el. –Es por
eso que decidí que era importante formalizar las cosas, esta mañana le pedí a
Bella que aceptara ser mi esposa. Y ella aceptó. –su boca estaba ligeramente
abierta y me imagine que en cualquier momento diría algo que no me gustaría.
—Me alegro por ustedes. —sonrió abiertamente,
dejándome ahora a mí con la boca ligeramente abierta por su reacción. — estos
días me has dejado conocerte, y me doy cuenta porque Bella te quiere de la
manera que lo hace, además que para mí es suficiente el ver la manera en que la
tratas y ver lo feliz que la has hecho.
Esas palabras de mi madre me hicieron sentir
tranquila, ella no había dicho absolutamente nada respecto a que fuera
demasiado pronto o que debía de pensar las cosas, ella había aceptado.
La cena fue agradable y muy relajada, bromeamos con
mi madre y ella termino contando algunas de mis anécdotas más embarazosas.
Algunas de ellas quise meterme debajo de la mesa pero no podía hacerlo, además
ver a Edward reír y disfrutar me hacía sentir bien.
Cuando llegamos a casa poco antes de la media
noche, me encontré la casa en absoluto silencio, inmediatamente subí las
escaleras y fui a la habitación de mi bebé. Encontré a Wendy sentada en la
mecedora mientras mi bebita estaba durmiendo.
— ¿Cómo se porto? —pregunto Edward llegando junto a
mí.
—Es una niña muy buena, aunque tardo un poco en
dormir, parece que se dio cuenta que no era Bella la que le cantaba. —me
recargue en Edward sonriendo por saber que ella no me olvidaba. — tiene cerca
de una hora que durmió, pero ha estado un poco inquieta, debe de ser porque los
extrañó.
Me acerque a la cuna y acaricie su rostro, acomode
su cabello haciéndola removerse y meterse su dedito en su boquita.
Le agradecí por cuidarla tan bien, el verla tan
tranquila era una muestra de que Wendy había hecho bien su trabajo. Edward le
pago lo acordado y la acompañamos a la salida, donde nos recordó que cuando
necesitáramos una niñera ella estaba encantada de encargarse de nuestro bebé.
A la mañana siguiente fui despertada por unos pequeños
balbuceos cerca de mí, abrí los ojos y encontré la fuente de tan hermosos
soniditos. Podía acostumbrarme a despertar con los besos de Edward o los dulces
soniditos que mi bebé emitía.
Ese día fue el último que Renee paso junto a
nosotros ya que debía de regresar con Phil que ya la echaba de menos. La
llevamos al aeropuerto donde se despidió de nosotros y de la pequeña que se
movía en mis brazos. Mi madre se despidió de nosotros con un par de palabras y
haciéndonos prometer que le avisaríamos con tiempo cuando tuviéramos la fecha
de la boda. Pero le tomo cerca de quince minutos el poder despedirse de Millie,
mi madre se había convertido en su segunda abuela, una muy consentidora.
La vimos perderse entre las personas y supimos que
era momento de regresar a casa, de nuevo después de dos semanas estábamos
solos.
Esa noche Edward llamo a Esme que aun estaba con
Alice, ambas habían gritado cuando les dijo que nos casaríamos pronto, que al
fin me convertiría en una Cullen.
Él no paraba de reír al ver cómo me estaba
sonrojando de manera violenta mientras hablaba con su madre y su hermana, ambas
no dejaban de decirme lo grandioso que era que hubiera aceptado entrar en la
familia, que estarían encantadas de ayudarme con todo lo que necesitara
respecto a la boda.
Me sentí insegura cuando les dije que yo espera que
fuera algo pequeño, que no deseaba que todo mundo comenzara a hablar de
nosotros. Alice fue la que pareció un poco decepcionada pero fue Esme la que me
dijo que era lo mejor y que me apoyaba completamente en lo que decidiera.
Después de dejar a mi pequeñita en su cuna, fui
directamente a nuestra habitación que para mi sorpresa estaba vacía, me acomode
en la cama justo cuando él entró.
—Lo siento una llamada del hospital. —se trepo en
la cama quedando sobre mí. — ¿Sabes lo que no hemos hecho?
—No. —me acomode bajo su cuerpo, acariciando su
rostro.
—No hemos probado que tan cómoda es esta cama.
—Por si lo has olvidado ya tenemos un par de días
durmiendo en ella.
—No me refiero a dormir cariño.
—Creo que podemos probarla ahora. — lo atraje hacia
mí para poder besarlo.
Sus manos retiraron las mantas para poder tocarme
con mayor libertad sin barreras, sentir sus manos recorrer mi cuerpo encendía
cada una de mis terminaciones nerviosas, cada vez que estábamos juntos, me
mostraba una manera diferente de disfrutar nuestra unión, siempre era dulce y
se acoplaba a mis movimientos, cuidando de no ser muy brusco.
Mi cuerpo reaccionaba arqueándose y moviéndose
junto con el de él, dejaba mi mente en blanco solo disfrutando de lo que
estábamos haciendo. Me sentía libre al tocarlo y besarlo sabiendo que le
gustaba lo que hacía, sus jadeos y la expresión de su rostro me dejaba claro.
El estar junto a él era algo de lo que no me
cansaría nunca, y esperaba que el tampoco se cansara de mi.
Los primeros días de la semana fue un poco duro,
tuve que conseguir ayuda en la casa ya que no podía hacer todo yo sola, no
podía atender a Millie como era necesario, trabajar en mi proyecto y hacerme
cargo de toda la casa.
Contacte a una agencia que me mando a una chica de
26 años, desde el momento que la vi supe que Maggie era la chica adecuada,
apenas vio a Millie y cayó bajo el embrujo que mi bebita provocaba, quedo
maravillada con ella. La cite al día siguiente para que comenzara a trabajar,
cuando llego, le mostré la casa y le indique como debía de hacer cada cosa para
después marcharme a atender a Millie y comenzar a trabajar.
La chica era silenciosa y estaba haciendo cada cosa
como de la había indicado, la puerta del pequeño estudio donde estaba se abrió
y por ella apareció mi perfecto prometido que parecía contrariado.
—Llegas temprano a casa. —levante mi rostro para
permitir que me besara.
—La cirugía de esta tarde se cancelo por que el
paciente ya no estaba en condiciones de entrar a quirófano y no había consultas
así que decidí venir a comer a casa. ¿Quién esa chica?
—Es Maggie, recuerdas que te dije que contrataría a
alguien para que me ayudara en la casa. —asintió. — parece buena chica y decidí
darle una oportunidad, ayer se me olvido decírtelo.
—Escuche ruidos en la cocina e iba a darte una
sorpresa y adivina, fui yo el sorprendido. —deje escapar una risita. —No fue
gracioso, la chica me vio con sorpresa y cuando le pregunte por ti ella me dijo
que estaba aquí. Te importaría que fuéramos a comer, muero de hambre.
Ambos alabamos la comida que había preparado Maggie
y ella se sonrojo, Edward decidió ser quien se encargara de Millie, para
dejarme seguir trabajando.
El viernes por la mañana, tuve que ir al centro de
investigaciones para entregar mi trabajo y que fuera evaluado, como no tenia
con quien dejar a Millie la lleve conmigo, ella pareció encantada con la idea
de estar fuera de casa, pero lo que no le gusto fue el tener que llevar varias
capas de ropa.
Recibí un par de miradas cuando llegue y al
instante supe que era por mi pequeña acompañante, en esta clase de lugares no
estaban acostumbrados a ver a un pequeño ser humano, un par de veces estuve
tentada a pedir que dejaran de observarnos como si nuca hubieran visto un bebé,
de lo que estaba segura, era que nunca habían visto a una tan hermosa como la
mía.
Me vi obligada a esperar cerca de media hora para
que me recibieran, y cuando lo hicieron, fue un hombre alto, moreno, de pelo
corto y que parecía estar molesto. Le lanzo una mirada despectiva a mi bebita
lo que me hizo alzar la barbilla y enfrentarme a su mirada, si el quería
intimidarme no lo lograría, además de que nadie se atrevía a ver a mi angelito
de esa manera tan fría.
Mantuve a Millie ocupada jugando con su leoncito
mientras que el hombre seguía revisando mi protocolo. Se aclaro la garganta
para pedir mi atención, cuando la tuvo dejo el documento sobre su escritorio,
posó sus manos sobre él y se inclinó hacia adelante.
—Con solo leerlo me doy cuenta de lo talentosa que
es Dra. Swan. —Sonrió un poco— el proyecto está bien presentado. Como ya le
habíamos dicho, nosotros facilitaremos el grupo de estudio, que como sabe es
reducido debido a que es una enfermedad poco común, pero su trabajo ayudara a
los padres con pequeños que tengan ese problema.
—Ese es mi objetivo, el poder dar una esperanza a
los padres es lo más importante.
—Es una lástima que no desee trabajar dentro del
edificio, pero ahora que la veo sé que la razón es su compromiso como madre, y
es algo que se debe de admirar, no todas las mujeres con su potencial acceden a
formar una familia.
—Creo que es importante darse tiempo para todo y en
este momento es importante no separarme por tanto tiempo de mi pequeña, es el
momento que ella más necesita de mi y, no estoy dispuesta a dejarla por mi
trabajo, es por eso que preferí disminuir mi trabajo.
—Con su protocolo comenzaremos a buscar los
candidatos para su grupo control y de ahí usted podrá comenzar a trabajar en su
investigación, que es muy prometedora, ambiciosa pero muy buena.
Al final ese hombre no era tan malo como
aparentaba, de nuevo estaba claro que las apariencias nos pueden engañar.
El fin de semana lo pasamos en familia, aun sentía
mi corazón saltar con esas palabras. Nos divertimos, Edward estaba encantado de
ver como la pequeña cada vez comenzaba a ser mas despierta, la habíamos dejado
sobre la cama y ella se había girado quedando boca abajo lo que nos indico que
deberíamos comenzar a tener más cuidado ya que en una de esas ella podría girar
hasta caer y conocer el suelo.
La siguiente semana la dedicamos para comenzar a
ver los preparativos de la boda, había estado hablando con mi madre y con Esme
quienes para mi sorpresa ya habían hablado y simpatizado.
Con Edward habíamos elegido casarnos a finales de
febrero lo que nos dejaba solo dos semanas para organizar todo, lo cual no era
mucho, ya que sería una ceremonia intima donde solo la familia y amigos de
extrema confianza estarían con nosotros. El lugar la villa griega de Carmen,
quien no la había ofrecido apenas se entero de nuestro plan de casarnos pronto.
Una semana antes me había sorprendido con la mujer
delante de la puerta de nuestra casa.
—Espero que mi visita no te moleste. —murmuro
avergonzada.
—En lo absoluto Esme, adelante. —la ayude con sus
bolsas y cuando estuvo dentro la abrace.
—Pensé que necesitarías un poco de ayuda y me
decidí a venir cuando dijiste lo que había sucedido con tu vestido. —no pude
dejar escapar un suspiro al recordar que el vestido que había elegido una de
las dependientas lo había vendido ignorando que lo estaban arreglando para mí.
—Era lindo… y ahora no encuentro nada que me guste.
—Ya hice un par de citas en algunas tiendas y una
diseñadora amiga mía estaría encantada de ayudarte en elegir el vestido.
—Toda la ayuda es buena en este momento.
Edward al igual que yo se había mostrado
sorprendido, cuando le informe que el resto de la tarde lo pasaría fuera junto
con su madre, la cual había llegado de sorpresa. Él se quejo diciendo que ella
podía pasar tiempo conmigo, pero que al parecer no se acordaba de él, porque no
lo había llamado.
Habíamos comido fuera después de visita un par de
tiendas donde los vestidos eran bonitos pero no era lo que yo estaba buscando,
yo no deseaba un vestido como de cuento de hadas, quería algo sencillo pero que
fuera elegante.
El último lugar en visitar fue la exclusiva tienda
de la amiga diseñadora de Esme que nos recibió con una enorme sonrisa y nos
guio al fondo en una amplia habitación con varios espejos, un par de sillones y
un gran número de vestidos esperándonos. Pero justo antes de entrar a esa
habitación quede fascinada con un vestido que tenía uno de los maniquís.
—Viste algo que te gustara. —me encontré con la
sonrisa de Esme, que mantenía a Millie en sus brazos.
—Me gusta ese vestido. — se lo señale para que lo
viera, sabía que podía no gustarle porque no era el típico vestido de novia, no
era largo al contrario era corto, de manga larga de encaje y lazos en las
muñecas dando un toque de elegancia.
—Deberías de probártelo. —escuche la voz de Daphne,
que lo quito del maniquí y me envió dentro de la habitación para que comenzara
a probarme algunos de los que estaban esperándome.
Algunos fueron descartado rápidamente, pero algunos
gustosamente me los probé mirándome en los espejos, el ultimo en probarme fue
el que yo había elegido. Al salir del probador escuche un par de exclamaciones
que me hicieron sentir extraña, sabía que no era la vestido habitual, pero la
boda seria en la playa por lo que podía permitirme llevar algo corto, eso había
pensado hasta escuchar las expresiones de las que estaban en la habitación.
—Creo que… que este no…
—Es perfecto. —me corto Daphne colocándose a mi
lado, me obligo a subir a un banquito. Me mire al espejo y me gusto lo que vi,
este vestido era aun mejor que el que había pensado era perfecto, sentí como
Daphne hacia unos ajustes al vestido sin parar de hablar pero no la escuchaba
estaba perdida observando la imagen reflejada en el espejo hasta que sentí que
alguien presionaba mi mano.
—Lo encontraste. —me sonrió Esme sin ocultar su
emoción.
—Creo que es perfecto—me gire hacia un lado para
verlo bien, cada ángulo diferente hacia que me gustara mas. — Pensé que no te
gustaría porque no es el típico vestido largo. —me mordí el labio.
—Puede que no sea el típico vestido, pero he de
admitir que es hermoso y lo mejor es que tu estas cómoda en el. —me recorrió
con la mirada. — Creo que encontramos el indicado.
— ¿Te gusta a ti? —le pregunte a mi pequeñita que
solo me dedico una sonrisa. — eso lo tomare como un sí.
— Te queda un poco holgado, pero si lo ajustamos
lograre que la parte inferior abrace tus curvas y la cubierta de encaje lo
realce. Cuando lo diseñe no pensé que alguien lo pudiera lucir tan bien. —la
mujer parecía feliz. — tengo los accesorios perfectos.
Me probé varias zapatillas hasta que encontramos
las indicadas, al igual que una sencilla tiara para adornar mi cabello el resto
debería de correr por mi cuenta, pero al ver la mirada de Esme supe que ya
estaba pensando donde conseguirlos.
Regresamos a la casa cerca de las ocho y
encontramos a Edward recostado en uno de los sillones profundamente dormido,
acerque a Millie a su rostro, ella balbuceo al reconocerlo y movió sus manitas
no de una manera suave lo que lo hizo despertar gruñendo, pero al ver a la
pequeña frente a él sonrió.
—La próxima vez puedes despertarme quizá con un
beso—le pudio haciéndole cosquillas y besándola.
—Desempeñas bien tu papel de papá. —le dijo Esme
antes de acercarse a abrazarlo. Los dejé que hablaran en lo que bañaba a la
pequeña, con sus nuevos movimientos la hora de baño era uno de sus momentos
favoritos, lograba salpicarme cuando movía sus piernitas.
El contar con el apoyo de Esme me relajaba y me
hacia olvidarme de que la fecha se acercaba, no es que me diera miedo, solo
estaba nerviosa de que algo saliera mal.
La última noche que pasaríamos llego y como cada
noche me aferre al cuerpo de Edward dejando que sus caricias me tranquilizaran,
en menos de 48 horas ambos estaríamos casados y finalmente mi apellido seria
cambiado, dejaría de ser Swan nuevamente para llevar el apellido Cullen.
— ¿Nerviosa? —pregunto en un susurro apretando su
agarre.
—Sí.
—No te estarás arrepintiendo.
— ¡No! —me separe de él y me incorpore mirándolo
sorprendida.
—Me alegra escuchar eso. Ahora, solo te ayudare a
que te relajes. —me beso dulcemente haciendo que me recostara nuevamente con su
cuerpo presionando el mío. Si que conocía la manera de que me olvidara de todo.
—Ahora duerme mi hermosa prometida.
— ¿¡Qué!? —lo vi con incredulidad escuchando su
suave risita, me había besado logrando despertar partes de mi cuerpo que
clamaban por él y ahora solo planeaba dormir.
—Te prometo que la noche de bodas te lo compensare.
—bufe refunfuñando un poco cuando me quiso abrazar, pero al final me deje
envolver en sus brazos.
Despertamos a las cinco de la mañana, bueno en
realidad despertó él y yo solo intente dormir un poco mas pero cuando las
mantas abandonaron mi cuerpo supe que era hora de levantarme. Me vestí con la
ropa que había dejado preparada para después ir a preparar a mi pequeña que
despertó molesta por la interrupción de su sueño, hizo varios pucheros y lanzo
un par de sollozos que cesaron apenas la tuve en mis brazos cantándole y
meciéndola.
—Veo que se parece a su mami, ambas gruñen cuando
las levantan temprano. —le saque la lengua a Edward que dejo escapar un risita
y tomo las cosas de Millie.
Al bajar vi a Esme que nos esperaba mientras que
Edward subía nuestras cosas al taxi que nos esperaba afuera, me dio un abrazo y
acomodo la mantita que cubría a Millie.
En el aeropuerto solo tuvimos que esperar unos
minutos ya que como siempre viajaríamos en un Jet privado cortesía de Eleazar y
Carme. El vuelo transcurrió tranquilo hasta que cierta pequeña se despertó
inquieta y comenzó a llorar, entre los tres intentamos varias cosas para hacer
que se calmara pero todas fueron un fracaso.
—Esto fue lo que sucedió cuando tuvimos que
seguirte. —en este momento me compadecí de él.
Finalmente después de casi quince minutos logre
hacerla tranquilizarse, la había dejado sentada en el asiento en el que
inicialmente estaba, mientras que yo me acomode en el suelo y comencé a jugar
con ella, cambiando los gritos de enojo por una hermosas sonrisas.
Volvimos a nuestras posiciones cuando estábamos
llegando al aeropuerto de Atenas, un auto nos esperaba para llevarnos a uno de
los embarcaderos, ya que debíamos de tomar un barco para llegar a la isla donde
estaba la villa de los tíos de Edward.
El sol calentaba nuestros cuerpos mientras que la
brisa golpeaba nuestros rostros y movía nuestro cabello. Al principio cubrí a
Millie con mi cuerpo pensando que si la brisa golpeaba su rostro ella se molestaría,
pero cuando la sintió comenzó a reír y moverse con entusiasmo en mi regazo.
—Alguien disfruta del viaje en barco. —Edward
acaricio la barbilla de nuestra pequeña que no dejaba de reír.
—Yo no soy muy amante de estos viajes y menos
cuando se mueven tan rápido. —nos dijo Esme que sostenía su sombrero con una
mano y con la otra se aferraba a una de las barandillas.
—No está lejos mamá.
El hombre que conducía el pequeño barco nos señalo
la isla que se dibujaba frente a nosotros, se detuvo en el muelle donde ya nos
esperaba Eleazar, subimos a un todoterreno y finalmente llegamos a una hermosa
villa, una casa de dos pisos, un jardín enorme con una piscina y de fondo se
podía apreciar el hermoso azul del mar Egeo y como el agua llegaba a acariciar
la arena que parecía ser suave.
—Bienvenidos a nuestra casa. — fueron las palabras
de Carmen antes de llegar junto a nosotros y abrazarnos. — Sera mejor que se
instalen y se vistan algo más acorde al clima para ver los últimos detalles de
los arreglos de la boda.
—Yo me encargo de subir las cosas. —susurro Edward
tomando las cosas de Millie y las mías.
—La habitación de Bella estará junto a la de tus
padres, mientras que la tuya frente a la nuestra. —Edward y yo la miramos con
la boca ligeramente abierta.
—Es la tradición chicos, después de las 7 tú no
podrás ver a Bella hasta la hora de la boda. —dijo una muy divertida Carmen
seguida por Esme.
—No será tan malo chicos. —nos alentó Eleazar,
palmeando la espalda de Edward.
Aunque ambos fingimos una sonrisa sabia que los dos
rechazábamos la idea, lo único que me mantenía tranquila era Edward, y el no
tenerlo esta noche me pondría nerviosa, hasta el punto de no dejarme dormir, y
estaba segura que Rosalie querría matarme si notaba que no había dormido bien.
Ahora solo debía de esperara la llegada del resto
de los Cullen, de mi madre y Phil, de los Hale y no podían faltar mis amigos,
Emmett, Sam y Jake, los últimos dos habían asegurado su asistencia ya que
debían de conocer a mi futuro esposo y dejarle algunas cosas en claro.
Sin duda este sería un día prometedor.
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