Nuestra casa
BVOP
No podía creer que mi madre estuviera frente a
nosotros, su mirada me recorrió de arriba abajo provocando que me sintiera
inquieta y mordiera mi labio al notar que aun estaba en pijama y la bata me
quedaba por arriba de la rodilla.
— ¿Qué haces aquí? —pregunte tomando el bolso de
viaje que tenía en su mano y lo dejé junto a la puerta.
—Esperaba un recibimiento más… amistoso. —se quito
la bufanda, los guantes y el abrigo sin dejar de mirar a Edward, que se notaba
incomodo ante el escrudiño de mi madre.
—Es que me has tomado por sorpresa. Mamá… él es
Edward Cullen. —le presente a Edward que extendió su mano, pero mi madre dudo
en si tomarla o no, pero parece que fue mi mirada de advertencia que la obligo
a hacerlo.
—Llámame Renee. —le lanzo una fría mirada se giro
al escuchar un par de pasos y se encontró con Rosalie que se lanzo en sus
brazos, logrando que mi madre se olvidara de nosotros.
— ¿Tu madre sabe…?
—Sabia que te estaba ayudando con Millie, pero no
tuve oportunidad de decírselo ya que fue cuando intente alejarme de ustedes. Lo
siento. —me disculpe sabiendo que en unos momentos tendría una pequeña
discusión con mi madre.
—Crees que…—la frase de Edward se vio interrumpida
cuando mi madre se coloco frente a nosotros.
— ¿Hay algo que deba de saber?
—Mamá…— tome una bocanada de aire que se vio
interrumpida por el llanto de mi pequeña y el grito de Emmett diciendo que él
no había hecho nada.
—No debí de dejarla sola con ese hombre. —Rosalie
dio la vuelta regresando a la cocina donde estaba Emmett bastante nervioso,
miraba de donde provenían los llantos y el pasillo.
—Mamá, ¿recuerdas que te hable de Millie y de
Edward? —asintió cruzando sus brazos contra su pecho.
—También recuerdo que dijiste que tú no te
implicarías más de la cuenta y por lo que veo hay muchas cosas de las que no
estoy enterada. — nos observo de nuevo y vi que Edward al igual que yo seguía
en pijama.
—No te hable de que Edward y yo…—mi pulso se
acelero. — estamos juntos.
—No puedo creer que estés hablando en serio. —me
lanzo una mirada incrédula, la cual ignore al seguir escuchando el llanto de mi
bebita. Pase junto a ella para ir por Millie intentando pensar en cómo hablar
de la situación con mi madre sin que se convirtiera en una batalla.
— ¿Qué te hicieron princesita? —la envolví en mis
brazos meciéndola para que se tranquilizara, me tomo un par de minutos, pero al
final comenzó a caer rendida. — Solo tenía sueño.
—La llevare a la cuna. —se la entregue a Edward que
sabia estaba buscando la manera de subir para quitarse la pijama.
Mi madre estaba en el marco de la puerta, apenas le
dirigió una mirada a Edward cuando este pasó junto a ella.
— ¿Hay algún lugar donde podamos hablar? — Rose me
dio un suave apretón antes de guiar a mi madre hacia el pequeño despacho que
estaba al final del pasillo, sabiendo que en cuanto cerrara la puerta mi madre
comenzaría a gritar.
Me sorprendí de que no fuera como lo había
previsto, se acerco a una de las ventanas y observo hacia afuera, un tiempo que
se me hizo eterno.
—Mamá…
—En que estabas pensando cuando te involucraste en
una nueva relación.
—Sabes que no planeaba hacerlo, pero él ha
despertado sentimientos que hacia perdidos, además Millie…
—Eres su pediatra, no tienes porque tomarte el
papel de madre, no eres su madre.
—Se que no soy su madre, pero la quiero como si
fuera mía. —pase una mano por mi cabello.
— Millie es importante en mi vida, ah
llenado un vacio y Edward es un hombre maravilloso.
— ¿Y qué pasaría si regresa la madre de la niña,
donde quedarías tu? — no entendía porque me estaba diciendo todo esto, sabía
que Victoria era algo de lo que no tenia porque preocuparme ya que Edward me
había asegurado que no la quería en su vida. El me había demostrado lo
importante que era en su vida con sus acciones y la manera tan dulce en la que
me estaba haciendo recuperar mi seguridad.
—Ella no regresara, renuncio a su hija.
—No puedes saber lo que sucederá, yo solo quiero
que veas lo que puede pasar y no salgas lastimada nuevamente.
— ¡No soy una niña! Sé que cometí un error, pero
por primera vez estoy segura de que estoy en el lugar adecuado.
—Se que estas maravillada porque estas junto a esa
pequeña, estas dejando salir tu lado maternal, ese que creías no iba a ir mas
allá de tus pacientes.
—No es eso. —me aleje de ella dándole la espalda y
conteniendo las ganas de llorar, por la dureza de sus palabras.
— ¿Entonces de que se trata? —pregunto con
desesperación.
—Puede que tengas razón y Millie está ocupando una
parte importante, una que no pensé que llenaría, pero…—limpie las lágrimas que
comenzaban a bajar por mis mejillas. — Me he encariñado con ella y sé que ella
me quiere, se que Edward también lo hace, por primera vez en mucho tiempo me
siento indispensable, ¿Es tan difícil aceptar eso?
— ¿Estás segura que no es solo porque necesita que
le ayudes con su hija?
— ¡Él no es así! —grite furiosa enfrentándola, se
quedo pasmada por mi reacción, una que hasta a mi me dejo sorprendida. — ¿Cómo
puedes juzgarlo si apenas has cruzado una cuantas palabras con él?
—Solo me preocupas tu cariño, no quiero que vuelvas
a sufrir…— estiro su mano para acariciar mi rostro, pero yo retrocedí. — En la
relación con Demetri estabas desecha.
—Estaba asustada. Edward me ha ayudado, con él me
siento segura.
—Decías estarlo con Demetri, jamás me dijiste lo
contrario. ¿Por qué debería de creerte ahora?
—Si te hubiera dicho lo que estaba pasando en mi
matrimonio, hubieras intentado hacer algo al respecto, con tu intervención solo
hubieras complicado más las cosas. Además de que yo aun no podía creer que
estuviera viviendo una situación como esa, escuchas de ellas y te crees exenta
por estar en una posición privilegiada, pero la realidad es que estas igual de
vulnerable que los demás, lo peor es que esta clase de agresiones que te dejan
marcada de por vida. —deje que me envolviera en sus brazos para reconfortarme.
—Cariño solo intento protegerte. Tienes que darte
cuenta en lo que te estás involucrando, no creo que estés lista para una
relación en la que tienes una responsabilidad de un bebé. Date un poco más de
tiempo.
—Se que es una gran responsabilidad, pero es una
que puedo asumir.
—No es cualquier cosa Bella, es un bebé.
—Se que tus intensiones son buenas mamá, pero deja
que cometa los errores…
—Te dejé que te envolvieras en esa relación
destructiva y ahora pretendes que me quede de brazos cruzados mientras puede
que lo hagas de nuevo.
—No es un error, esto no es igual.
—Decías que Demetri era un buen hombre y la verdad
es que resulto ser un imbécil que te humillo…—me cubrí los oídos con las manos,
pero ella se encargo de quitármelas para que la escuchara.
— ¡Basta mamá!
—Quieres que la historia se repita… que te humillen
y te utilicen, como si fueras una muñeca.
— ¡El no es Demetri! —la empuje ignorando si había
sido demasiado brusca, solo quería alejarla y salir de la habitación.
La vista era borrosa por las lágrimas acumuladas,
pero logre salir al pasillo con el pulso acelerado y sentía que la respiración
me fallaba.
—Bella…—en lugar de detenerme prácticamente corrí a
refugiarme en mi habitación. Pero no logre llegar porque alcanzo a tomar mi
brazo.
—No quiero escucharte, quiero que me dejes
tranquila. —le grite llevándome las manos al pecho permitiendo que las lagrimas
siguieran fluyendo y un enorme hueco se abriera en mi interior.
—Tienes que entender que…— su voz era entrecortada.
— ¡No me toques! —me aparte con brusquedad hacia
atrás chocando contra la puerta, la respiración era errática y el pecho me
dolía por la respiración acelerada. Escuche un par de pasos apresurados.
—Basta Renee. — pidió Rosalie.
—Isabella…
— ¡Déjame tranquila!—grite logrando despertar a mi
pequeño angelito, que comenzó a llorar. Acomode mi bata y pase la mano por mi
cabello intentando tranquilizarme. —Tengo que atender a mi pequeña.
Le di la espalda para ir a la puerta de la
habitación de mi bebé, limpie mis mejillas con fuerza antes de tomar a mi
pequeña en brazos y tratar de tranquilizarla.
—Lo siento tanto mi amor, no quería interrumpir tu
sueño. —me disculpe meciéndola, intentando olvidar las palabras de mi madre.
Me senté en la silla que estaba junto a la cuna y,
seguí haciéndole mimos ganándome un par de sonrisas que me hicieron sonreír
junto con ella.
—Duerme de nuevo pequeñita. —capturo mis dedos
entre sus manitas y sonrió cuando los comencé a mover, dejando escapar un suave
risita moviendo sus piernitas.
—Es un bebita muy bonita. —levante mi rostro para
ver a mi madre a mitad de la habitación, estaba manteniendo su distancia.
Acomode a mi pequeñita en mis brazos para levantarme.
—Ya dijiste suficiente mamá, no quiero discutir de
nuevo, y menos delante de Millie.
—Veo que la quieres y ella lo hace, pero piensa lo
que te he dicho.
—No hay nada que pensar, te agradezco que te
preocupes por mí, pero esto no es un error, estoy en el lugar que deseo estar.
—No seas cabezota y ve las cosas como yo las veo,
no lo hago por lastimarte, es lo que menos deseo.
—Para no querer lastimarla esta fracasando. —Edward
llego a mi lado tocando la nariz y las mejillas de nuestra pequeña.
—Yo solo quiero lo mejor para ella. —nos miro por
varios minutos, antes de soltar un suspiro. —No quiero que nadie más la
lastime… ¿En verdad la quieres?
—No cree que es irónico. —levante mi rostro y lo vi
con la mirada fija en mi madre. — Habla de no querer que la lastimen y, es
usted la que la esta lastimando en este momento, no quiero saber que le dijo
para ponerla en este estado. Quiero que sepa que Bella no está sola, y le hare
frente a quien se atreva a lastimar a mi familia.
— ¿Familia? —la mirada de mi madre se aparto de
Edward para posarse en mi y después en Millie que seguía moviéndose por las
caricias de su papá.
—Bella y Millie son mi familia, haría cualquier
cosa por proteger a ambas. —beso mi coronilla y apretando la manita de nuestra
bebita. —Supongo que como madre busca lo mejor para ella, pero le puedo
asegurar que yo cuidare de ella, conozco lo que vivió con ese hombre.
—Aun no me puedo perdonar lo que sucedió.
—Fue mi error no el tuyo mamá.
—Pero debí de darme cuenta de lo que sucedía, temo que
la historia se repita.
—Le aseguro que Bella está a salvo conmigo. Estoy
buscando la manera de hacer que Demetri el deje tranquila.
— ¿La quieres? —volvió a preguntar.
—Querer es un sentimiento superficial, yo el amo.
—me dedico una sonrisa, yo me estire para rosar sus labios ignorando la
presencia de mi madre. Jamás me cansaría de escuchar lo que él sentía por mí.
— ¿Qué hay con la mujer que fue tu esposa? —iba a
protestar pero Edward me obligo a no decir nada.
—Victoria en un momento formo parte importante de
mi vida, me dio una hija que es el regalo mas grande. Pero ella ansiaba más de
lo que estaba recibiendo, eligió su carrera en lugar de su familia, hizo a un
lado a Millie cuando apenas tenía un par de meses y eso es algo que no estoy
dispuesto a perdonar.
— ¿Y si ella regresara a exigir el lugar que le
pertenece?
—Ella no tiene lugar en nuestras vidas, perdió el
derecho sobre Millie cuando nos abandono y yo jamás podría perdonarla por todo
lo que hizo. —me apretó mas contra su cuerpo. — Millie tiene una sola madre,
una mujer que se ha preocupado por ella desde que la conocío, que me ha
enseñado a ser padre y que es parte esencial de nuestras vidas, tanto Millie
como yo somos afortunados de tener a Bella en nuestras vidas.
— ¿Tan fácil se evaporo el amor que sentías por tu
esposa? — mi madre me estaba desquiciando, estaba bombardeando de preguntas a
Edward para demostrarme que ella tenía razón.
—Victoria fue importante para mí, pero estaba ciego
creyendo que simple atracción y cariño eran amor. Pero no fue amor. —me
envolvió en sus brazos. — Fue hasta que Bella estuvo conmigo que comprendí que
lo que sentí por Victoria no es ni la mínima parte de lo que siento por su
hija.
—Puede que no lo comprendas mamá, pero el tenerlos
a ambos, me ha hecho ir recuperándome de todo el daño que Demetri me provocó.
—me solté de Edward, el entregue a nuestra bebita para iri junto a mi madre.
—Sé que me quieres y por eso haces esto, pero date cuenta de que mi lugar es
junto a las dos personas que amo.
Su mirada volvía a viajar de mí a las dos personas
que estaban a mi espalda, aparto un par de mechones de mi cabello y dejo sus
manos en mis brazos.
—Eres igual de terca que tu padre. — su comentario
me hizo sonreír abiertamente y abrazarla. Me dio un beso en la mejilla y fue
hacia Edward.
—Puede que creas que soy una suegra entrometida,
pero no lo soy. Solo busco lo mejor para mi hija, algo que comprenderás mas
delante. —me abrace a mi misma viendo a mi madre hablar con Edward quien estaba
más relajado.
—Ya lo comprendo. Bella no solo es perfecta para
mí, es lo mejor para Millie.
—Ahora espero que estés preparada para ver a Millie
como parte de tu familia. —pedí acercándome a ellos.
—Es algo a lo que me puedo acostumbrar, solo les
advierto una cosa a los dos. —nos lanzo una mirada de advertencia. — No quiero
que me limiten cuando quiera consentirla.
—Le aseguro que no nos opondremos.
—Solo llámame Renee. —le dio un golpecito en la
brazo. — Creo que tomare un poco de café, en lo que tú te arreglas un poco.
Ambos la vimos salir de la habitación y perderse en
el pasillo, envolví la cintura de Edward acomodándome del lado contrario donde
tenía apoyada a Millie.
—Creo que ya me gane a Renee.
—Puede que al principio te aborreciera un poco,
pero al final terminaría queriéndote. —se inclinó y capturo mis labios, en un
beso que prometía para más.
—Te prometo que esta noche continuaremos donde nos
quedamos. Ahora ve a darte un baño para salir con nuestras visitas.
Me di una ducha rápida y me cambie con algo cómodo
y abrigador. Cuando entre en la cocina me detuve junto a Edward que
inmediatamente rodeo mi cintura con uno de sus brazos, mientras mi madre le
hacía mimos a Millie que estaba en los brazos de Rose.
Edward y Emmett se disculparon por tener que salir
por un momento, pero prometieron regresar para ir a algún lugar.
Rosalie comenzó a hablarnos de su trabajo y nos
mostro algunos de los diseños que había realizado y la buena aceptación que
habían obtenido en la clientela tan selecta que manejaban en la casa de moda,
en la que trabajaba.
Después de un rato ambas fueron a darse una ducha
preparándose para salir a algunos de los lugares más famosos ya que mi madre
jamás había estado en la ciudad.
Salimos de la casa para dirigirnos a un restaurante
a comer. Rosalie se había sentado entre mi madre y yo para evitar que Emmett
siguiera a su lado. En el trayecto al restaurante habían viajado uno al lado
del otro, y mi amiga se había desesperado por la cantidad de preguntas que le
había hecho, al principio intento ser lo más cortes pero al final termino
pidiendo que se callara y la dejara tranquila, que no estaba interesada en él.
Durante la comida Edward y Emmett hablaban y de vez
en cuando Emmett lanzaba algún comentario para intentar halagar a mi rubia
amiga, un par de ellos casi fueron certeros hasta que termino con una estupidez
haciéndola enojar y mirarlo con enfado. Visitamos una galería y varias tiendas
en las que mi madre parecía una niña en una tienda de dulces. En las últimas
tiendas me quede junto a los chicos que tomaban un café.
—Olvidaba que esto no es lo tuyo. — me dijo Emmett
antes de revolver mi cabello.
—Veo que aun recuerdas eso.
—Corriste con suerte, con esta chica te ahorraras
bastante. —le di un golpe en el brazo logrando que dejara escapar una sonrisa
ya que no lo había lastimado, quien podría lastimar a un hombre con la
complexión que el poseía.
—Me gustaría que me dejara comprarle un par de
cosas, pero ella no me lo permite. —se inclino y capturo mis labios, en un beso
fugaz.
—Para mí lo material no tiene tanta importancia.
—revise a mi angelito que dormía en su carriola.
—Pero de vez en cuando es bueno dejarse consentir.
—me encogí de hombros. —dime que debo de hacer para que Rosie me haga un poco
de caso.
—Así que el inconquistable ha sido conquistado. —me
burle y me sorprendió que él no lo negara como tantas veces al contrario solo
se había encogido de hombros.
—Creo que puedes ayudarle un poco amor. —enarque
una ceja mirando a Edward que me mostro su fabulosa sonrisa torcida.
—Tú no intentes enredarme.
—Vamos Bells, un poco de ayuda no me vendría mal.
—no pude responder ya que tanto Rose como mi madre regresaban junto a nosotros.
—Tienen algo en mente antes de cenar. —pregunté
intentando averiguar los sitios que querían visitar. Pero ambas se negaron a
seguir con la excursión ya habían tenido suficiente por este día.
—Creo que hay un sitio que les encantara.
—intervino Edward obligándonos a seguirlo.
El trayecto fue tranquilo solo hablaba mi madre con
Rose y conmigo, mientras los chicos hablaban de asuntos legales, algunos que
sabia no me importaban.
— ¿Qué hacemos aquí? —pregunto Rosalie mirando por
la ventana y fue en ese momento que me percate donde estábamos, se detuvo en el
mismo sitio donde lo había hecho la vez que habíamos estado ahí.
No dijo una sola palabra, solo se limito a
indicarles que lo siguiéramos, mantenía a mi bebé contra mi cuerpo
protegiéndola del frio. Entramos al interior que estaba un poco más cálido.
Encendió las luces del pequeño recibidor y me envolvió en sus brazos mientras
los demás veían la casa con aprobación.
—Es una casa magnifica. —señalo mi madre entrando y
saliendo de las habitaciones.
—Me gusta la vista del prado. — apunto Rose que
volvía de la cocina. — ¿Están pensando en comprarla?
—Nosotros aun no…
—Esta casa es de Bella. —levante mi rostro hacia
Edward que sonría ampliamente ante su declaración.
—Quedamos en que veríamos unas cuantas más.
—Basto ver tu rostro cuando estuvimos aquí por
primera vez, para saber que era la que te había gustado.
—Pero estaba por encima del precio razonable.
—replique.
—Ya es nuestra, así que espero que no le encuentres
más inconvenientes.
—Es una casa maravillosa y ubicada en una de las
mejores zonas. — Rose me paso un brazo por los hombros. — puede que no esté
exactamente en el centro de la ciudad pero es perfecto para cuidar de mi
hermosa sobrina.
—El lugar no influye tanto en el cuidado de un
bebé. —puse los ojos en blanco al ver que intentaban convencerme de que la casa
era lo mejor.
—Te equivocas, el lugar donde se cría un bebé es
muy importante. —me reprendió mi madre.
—Bella quieres un pequeño consejo. —siendo Emmett
no podía esperar que se tratara de algo bueno. — Creo que es hora de que te
dejes consentir un poco. Deja que Edward te mime un poco.
—Es lo más sensato que te escuchado decir en todo
el día. —esas simples palabras de mi amiga le devolvieron el brillo y parece
ser que la esperanza porque volvió a intentar agradarle.
—Rose parece querer matarlo. —me susurro Edward
tomando a Millie y levantándola sobre su cabeza y moviéndola suavemente, algo
que pareció gustarle porque emitió un suave gorgoreo y se llevo la manita a la
boca.
—Yo le aconsejaría a Emmett dormir con un ojo
abierto. —soltó una carcajada.
—Tu adviértelo… y yo esconderé las palas para que
ella no intente enterrarlo en el jardín. —rodee los ojos y subí a la planta
superior donde ya estaban los demás.
Escuchaba atenta los consejos de Rose para respetar
el estilo clásico que poseía la casa.
—De esa manera será cálido y reconfortable pero…
sin perder su estilo clásico y elegante. —sus ojos brillaron y una enorme
sonrisa apareció en su rostro dando un pequeño salto, lo que indicaba que se
avecinaba una idea que no me gustaría del todo. —Mañana iremos a buscar los
muebles para comenzar a decorar esta hermosa casa.
—No…
—Seria perfecto. —Edward me había interrumpido. —
Deseo mudarme lo más pronto posible y conociendo a esta hermosa mujer nos
tomara un poco más de tiempo.
—Veo que conoces a mi amiga. ¿Te parece mudarte la
próxima semana? —le pregunto a él ignorándome a mí.
—Creo que podemos hacerlo si mañana conseguimos
todo lo necesario. —se unió mi madre que estaba igualmente emocionada.
— ¿Estoy pintada? —pregunte molesta.
—Nada de eso amor. —beso mi coronilla. —Vamos a
divertirnos eligiendo las cosas para nuestra casa.
—Tramposo— sonreí dejando que sus labios capturaran
los míos, me había convencido con solo mencionar dos palabras que le daban un
significado importante "nuestra casa"
—Dejen de hacer eso o arruinaran mi apetito. —me
aleje lentamente dejando un último beso para después separarme por completo.
Regresamos al centro de la ciudad a un pequeño
local donde el ambiente era tranquilo y pudimos platicar sin distracciones.
Emmett seguía intentando agradarle a Rose que parecía molesta por la
insistencia, pero había momentos en los que Emmett la ignoraba, que ella lo
miraba por un momento para después fingir que no se había detenido a
observarlo.
Ya en la casa, Edward se encargo de encender la
chimenea, nos quedamos en la sala jugando con una pequeña que estaba muy
despierta y clamaba nuestra atención. Al principio se conformo con que
cualquiera de los tres visitantes la entretuviera pero al final termino
llorando.
—Creo que ya se canso de los extraños y quiere
estar de vuelta con su papá. — se la entrego mi madre a Edward que la recibió
encantado haciéndole un par de mimos calmando los llantos desesperados y
quedando en suave sollozos.
Me marche a la cocina para preparar la formula de
Millie y después llevarla a su cuna para que durmiera, porque el día siguiente
seria sin algo agotador.
—Ya es tarde, y es hora de que me lleve a este
angelito a dormir. —mi pequeña tenía su cabecita apoyada en el pecho de Edward
y su cuerpecito brincaba suavemente por el hipo que le había quedado por el
llanto.
— ¿Quieres ayuda? —se ofreció mi madre.
—Es el momento que ambas disfrutan de su compañía,
momento madre e hija. —me sonroje al escuchar las palabras de Rosalie, que me
guiño un ojo.
La tome en mis brazos y me fui a su habitación para
cambiarla para poder alimentarla. Amaba los momentos en que estábamos ambas
solas, cuando se termino la formula comencé a cantarle ya que mi voz la
arrullaba y esta vez no fue la excepción.
En el pasillo me encontré con Emmett que salía de
la habitación al final del pasillo.
—Ya se durmió la pequeñita. —asentí suavemente,
tome su brazo al notar que había algo más que quería decir. — ¿Cómo puedo hacer
para que ella al menos me mire?
—Quieres un pequeño consejo. —la idea de obtener
ayuda pareció gustarle. —solo tienes que hacer una cosa bastante simple…
Ignorarla.
— ¿Estas loca? —toco mi frente con su dedo.
—Creo que si ella ve que desistes, se preguntara
que es lo que pasa, no está acostumbrada que la ignoren. Puedes tratarlo y ver
los resultados. — me levante de puntillas para darle un beso en la mejilla.
—Lo hare Bells. Por cierto… me alegro de verte tan
feliz y te vez maravillosa en el papel de madre. —rodee los ojos y me marche
hacia mi habitación, pero antes de entrar me gire hacia mi amigo.
—Una cosa más… jamás digas que te ayude, yo fingiré
que no sucedió y si preguntan lo negare todo.
Cuando entre en la habitación Edward ya estaba
recostado en la cama con las manos sobre la cabeza y mirándome de manera
profunda, lo que hizo mis mejillas arder.
—No haremos nada. —le advertí.
—Nadie lo sugirió amor. Hoy solo vamos a dormir.
La noche paso rápidamente y mas pronto de lo que me
imaginaba habíamos desayunado y estábamos eligiendo las cosas para nuestra
nueva casa.
Edward, había pedido al encargado de la tienda que ocultara
los precios ya que quería que eligiera lo que me gustara sin que me preocupara
por lo que gastaba.
Algo que agradecí de sobremanera fue el ver que
tanto mi madre como Rose me dejaron elegir cada una de las cosas solo dándome
su aprobación o frunciendo el ceño cuando no les gustaba.
Habíamos elegido, la sala, el comedor y todo lo
necesario para la recamara de Millie, en este punto todos intervinieron en la
elección de cada uno de los artículos, tuve que golpear un par de veces a
Emmett que estaba intentando probar los juguetes para mi pequeña.
—Solo intento ver que sea divertido.
Emmett había seguido mi consejo de ignorar a Rose.
Por la mañana ambos se saludaron de manera cortes y cuando él no comenzó con su
serie de preguntas ella respiro tranquila, una tranquilidad que parecía
desaparecer después de la hora de la comida en la que Emmett no paraba de
hablar con Edward sin dedicarle una sola mirada a mi rubia amiga.
Después de la comida, mi madre mantenía a mi bebé
en sus brazos comportándose como su verdadera abuela. Cuando salimos eran cerca
de las 6 pero al fin teníamos todo lo que necesitábamos y eso me hacía sentir
algo ansiosa, no podía esperar para ver los muebles en nuestra nueva casa.
Disfrutamos de una agradable cena ya que Rose tenía
que tomar un vuelo muy temprano a la mañana siguiente, Emmett pasara un par de
días más al igual que mi madre.
Esa noche encontré a Rosalie y Emmett hablando en
la sala y parecía que mi amiga estaba interesada en lo que él decía o fingía
estarlo y el tenia una sonrisa de tonta, que aunque se esforzara por ocultar
sería muy difícil.
Los primeros días fueron muy divertidos con Emmett
en la casa, pero se marcho el miércoles por la tarde con destino a… Italia, lo
que me indicaba que esperaba encontrar a cierta rubia. Antes de marcharse se
despidió dándome un fuerte abrazo y agradeciendo mi consejo que parecía haber
funcionado mejor de que lo que yo misma hubiera imaginado, la razón de que
funcionara tan bien debía de ser que mi amiga también se había sentido interesada
por él, aunque lo había intentado ocultar. Podía ser orgullosa pero no era
tonta para dejar escapar una oportunidad, una que pensó se le escapaba cuando
ya no tenía la completa atención de Emmett.
Mi madre fue de gran ayuda con la decoración de la
nueva casa a la cual íbamos todas las tardes para recibir los muebles y
comenzar a acomodar las cosas en sus lugares, el fin de semana ya estaríamos
instalados en nuestra nueva casa.
El viernes fue la primera noche pasamos en nuestra
casa.
—Se siente agradable estar en casa. —me pego a su
cuerpo donde me acurruque.
—Me tomara un poco de tiempo el acostumbrarme a la
idea de que esta es mi casa, nuestra casa. —introduje mi mano debajo de su
playera, para sentir como los músculos de su abdomen se tensaban.
—Esa mano esta en zona prohibida.
—Esa no es área prohibida, esa zona está un poco
mas…—deslice un poco mi mano hacia abajo, hasta llegar al borde de su pantalón,
sabía que lo estaba provocando.
—Bella—su voz era una clara advertencia.
—Lo siento, solo me estaba divirtiendo un poco. —le
di un beso en el cuello, lo envolví en uno de mis brazos por la cintura e
introduje una de mis piernas entre las suyas, escuchando un gruñido. — solo
busco una posición cómoda para dormir.
—Sin importar lo difícil que me resulte a mí. —me
acurruque mas ignorando sus palabras.
Por la noche sentí sus manos acariciar mi espalda y
sus labios rozar mi frente, un poco más tarde fue él quien se levanto para ver
ir a revisar a Millie que no había despertado, cuando regreso, me beso con
ansia una que yo respondí con la misma intensidad, pero no llegamos mas lejos
de eso. Solo hubo una promesa de que pronto recuperaríamos el tiempo que no
habíamos estado juntos.
Me desperté con los primeros rayos de sol que me
dieron contra el rostro, lo que me pareció extraño ya que estaba segura que
antes de dormir había cerrado las cortinas, pero más extraño fue ver que Edward
no estaba en junto a mí como cada mañana, no había sentido que se despidiera.
Estire mi mano intentando encontrar el cuerpo de
Edward pero no había nada, intente abrir los ojos pero la claridad me hacia el
trabajo difícil. Cuando al fin logre abrirlos en la almohada de Edward me
encontré con una rosa roja, una nota que solo se leía
¿Preparada para una sorpresa?
Al tomar la rosa del lugar donde estaba apoyada, la
tome con cuidado levándomela a la nariz para permitirme disfrutar del aroma, lo
que no esperaba era lo que encontré entre los pétalos.
—Veo que ya despertaste mi amor. —lo mire tan
perfecto como siempre, con nuestra bebita en sus brazos. —Pensamos que íbamos a
tener que despertarte.
—Edward…—me acerque al borde de la cama sin soltar
la rosa.
—Veo que ya encontraste la sorpresa. —mi corazón
estaba acelerado, por lo que estaba sucediendo. Tenía que ser un sueño, no lo
podía explicar de otra manera, me pellizque el brazo intentando despertar pero
lo único que logre fue que me doliera una exclamación de sorpresa de Edward.
— ¿Qué crees que haces? —preguntó al momento que
dejaba a Millie en la cama, en el lugar donde yo había estado, se acerco a mi
tomando la flor que aun sostenía en mis manos.
—Edward, que…que significa esto. —lo vi sacar el
anillo que estaba oculto y tomarlo entre sus dedos, lo puso delante de mis ojos
permitiéndome apreciar el diamante rosado rodeado de pequeñas piedras más
pequeñas que brillaban con la luz que iluminaba la habitación.
—¿Tú qué crees que es amor? —sentí miedo de lo que
eso significaba. Era verdad que lo amaba a él y Millie, pero no sabía si podía
dar ese paso nuevamente.
—Edward…—silencio mis labios con los suyos en un
pequeño roce.
—Déjame hablar. —se mantuvo de pie frente a mi
tomando mis manos permitiéndome sentir el anillo bajo mis dedos, tomo una gran
bocanada de aire antes de hablar. —Lo estuve pensando por algún tiempo, y
llegue a la conclusión de que no puedo vivir sin ti. Cuando te marchaste la
última vez, supe que para mí no había otro lugar que no fuera junto a ti.
Quiero que sepas que no lo digo solo por la ayuda que mas brindado con Millie,
te estoy pidiendo que me dejes ser parte de tu vida, que seamos amigos,
confidentes, amantes, pero sobre todo… uno mismo, algo que solo lograremos si
tú aceptas dejarme ser parte de tu vida, para siempre. ¿Bella, quieres casarte
conmigo?
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