Mi sol entre millones de estrellas: Capítulo 19



Nuestra casa


BVOP

No podía creer que mi madre estuviera frente a nosotros, su mirada me recorrió de arriba abajo provocando que me sintiera inquieta y mordiera mi labio al notar que aun estaba en pijama y la bata me quedaba por arriba de la rodilla.


— ¿Qué haces aquí? —pregunte tomando el bolso de viaje que tenía en su mano y lo dejé junto a la puerta.

—Esperaba un recibimiento más… amistoso. —se quito la bufanda, los guantes y el abrigo sin dejar de mirar a Edward, que se notaba incomodo ante el escrudiño de mi madre.

—Es que me has tomado por sorpresa. Mamá… él es Edward Cullen. —le presente a Edward que extendió su mano, pero mi madre dudo en si tomarla o no, pero parece que fue mi mirada de advertencia que la obligo a hacerlo.

—Llámame Renee. —le lanzo una fría mirada se giro al escuchar un par de pasos y se encontró con Rosalie que se lanzo en sus brazos, logrando que mi madre se olvidara de nosotros.

— ¿Tu madre sabe…?

—Sabia que te estaba ayudando con Millie, pero no tuve oportunidad de decírselo ya que fue cuando intente alejarme de ustedes. Lo siento. —me disculpe sabiendo que en unos momentos tendría una pequeña discusión con mi madre.

—Crees que…—la frase de Edward se vio interrumpida cuando mi madre se coloco frente a nosotros.

— ¿Hay algo que deba de saber?

—Mamá…— tome una bocanada de aire que se vio interrumpida por el llanto de mi pequeña y el grito de Emmett diciendo que él no había hecho nada.

—No debí de dejarla sola con ese hombre. —Rosalie dio la vuelta regresando a la cocina donde estaba Emmett bastante nervioso, miraba de donde provenían los llantos y el pasillo.

—Mamá, ¿recuerdas que te hable de Millie y de Edward? —asintió cruzando sus brazos contra su pecho.

—También recuerdo que dijiste que tú no te implicarías más de la cuenta y por lo que veo hay muchas cosas de las que no estoy enterada. — nos observo de nuevo y vi que Edward al igual que yo seguía en pijama.

—No te hable de que Edward y yo…—mi pulso se acelero. — estamos juntos.

—No puedo creer que estés hablando en serio. —me lanzo una mirada incrédula, la cual ignore al seguir escuchando el llanto de mi bebita. Pase junto a ella para ir por Millie intentando pensar en cómo hablar de la situación con mi madre sin que se convirtiera en una batalla.

— ¿Qué te hicieron princesita? —la envolví en mis brazos meciéndola para que se tranquilizara, me tomo un par de minutos, pero al final comenzó a caer rendida. — Solo tenía sueño.

—La llevare a la cuna. —se la entregue a Edward que sabia estaba buscando la manera de subir para quitarse la pijama.

Mi madre estaba en el marco de la puerta, apenas le dirigió una mirada a Edward cuando este pasó junto a ella.

— ¿Hay algún lugar donde podamos hablar? — Rose me dio un suave apretón antes de guiar a mi madre hacia el pequeño despacho que estaba al final del pasillo, sabiendo que en cuanto cerrara la puerta mi madre comenzaría a gritar.

Me sorprendí de que no fuera como lo había previsto, se acerco a una de las ventanas y observo hacia afuera, un tiempo que se me hizo eterno.

—Mamá…

—En que estabas pensando cuando te involucraste en una nueva relación.

—Sabes que no planeaba hacerlo, pero él ha despertado sentimientos que hacia perdidos, además Millie…

—Eres su pediatra, no tienes porque tomarte el papel de madre, no eres su madre.

—Se que no soy su madre, pero la quiero como si fuera mía. —pase una mano por mi cabello. 

— Millie es importante en mi vida, ah llenado un vacio y Edward es un hombre maravilloso.

— ¿Y qué pasaría si regresa la madre de la niña, donde quedarías tu? — no entendía porque me estaba diciendo todo esto, sabía que Victoria era algo de lo que no tenia porque preocuparme ya que Edward me había asegurado que no la quería en su vida. El me había demostrado lo importante que era en su vida con sus acciones y la manera tan dulce en la que me estaba haciendo recuperar mi seguridad.

—Ella no regresara, renuncio a su hija.

—No puedes saber lo que sucederá, yo solo quiero que veas lo que puede pasar y no salgas lastimada nuevamente.

— ¡No soy una niña! Sé que cometí un error, pero por primera vez estoy segura de que estoy en el lugar adecuado.

—Se que estas maravillada porque estas junto a esa pequeña, estas dejando salir tu lado maternal, ese que creías no iba a ir mas allá de tus pacientes.

—No es eso. —me aleje de ella dándole la espalda y conteniendo las ganas de llorar, por la dureza de sus palabras.

— ¿Entonces de que se trata? —pregunto con desesperación.

—Puede que tengas razón y Millie está ocupando una parte importante, una que no pensé que llenaría, pero…—limpie las lágrimas que comenzaban a bajar por mis mejillas. — Me he encariñado con ella y sé que ella me quiere, se que Edward también lo hace, por primera vez en mucho tiempo me siento indispensable, ¿Es tan difícil aceptar eso?

— ¿Estás segura que no es solo porque necesita que le ayudes con su hija?

— ¡Él no es así! —grite furiosa enfrentándola, se quedo pasmada por mi reacción, una que hasta a mi me dejo sorprendida. — ¿Cómo puedes juzgarlo si apenas has cruzado una cuantas palabras con él?

—Solo me preocupas tu cariño, no quiero que vuelvas a sufrir…— estiro su mano para acariciar mi rostro, pero yo retrocedí. — En la relación con Demetri estabas desecha.

—Estaba asustada. Edward me ha ayudado, con él me siento segura.

—Decías estarlo con Demetri, jamás me dijiste lo contrario. ¿Por qué debería de creerte ahora?

—Si te hubiera dicho lo que estaba pasando en mi matrimonio, hubieras intentado hacer algo al respecto, con tu intervención solo hubieras complicado más las cosas. Además de que yo aun no podía creer que estuviera viviendo una situación como esa, escuchas de ellas y te crees exenta por estar en una posición privilegiada, pero la realidad es que estas igual de vulnerable que los demás, lo peor es que esta clase de agresiones que te dejan marcada de por vida. —deje que me envolviera en sus brazos para reconfortarme.

—Cariño solo intento protegerte. Tienes que darte cuenta en lo que te estás involucrando, no creo que estés lista para una relación en la que tienes una responsabilidad de un bebé. Date un poco más de tiempo.

—Se que es una gran responsabilidad, pero es una que puedo asumir.

—No es cualquier cosa Bella, es un bebé.

—Se que tus intensiones son buenas mamá, pero deja que cometa los errores…

—Te dejé que te envolvieras en esa relación destructiva y ahora pretendes que me quede de brazos cruzados mientras puede que lo hagas de nuevo.

—No es un error, esto no es igual.

—Decías que Demetri era un buen hombre y la verdad es que resulto ser un imbécil que te humillo…—me cubrí los oídos con las manos, pero ella se encargo de quitármelas para que la escuchara.

— ¡Basta mamá!

—Quieres que la historia se repita… que te humillen y te utilicen, como si fueras una muñeca.

— ¡El no es Demetri! —la empuje ignorando si había sido demasiado brusca, solo quería alejarla y salir de la habitación.

La vista era borrosa por las lágrimas acumuladas, pero logre salir al pasillo con el pulso acelerado y sentía que la respiración me fallaba.

—Bella…—en lugar de detenerme prácticamente corrí a refugiarme en mi habitación. Pero no logre llegar porque alcanzo a tomar mi brazo.

—No quiero escucharte, quiero que me dejes tranquila. —le grite llevándome las manos al pecho permitiendo que las lagrimas siguieran fluyendo y un enorme hueco se abriera en mi interior.

—Tienes que entender que…— su voz era entrecortada.

— ¡No me toques! —me aparte con brusquedad hacia atrás chocando contra la puerta, la respiración era errática y el pecho me dolía por la respiración acelerada. Escuche un par de pasos apresurados.

—Basta Renee. — pidió Rosalie.

—Isabella…

— ¡Déjame tranquila!—grite logrando despertar a mi pequeño angelito, que comenzó a llorar. Acomode mi bata y pase la mano por mi cabello intentando tranquilizarme. —Tengo que atender a mi pequeña.

Le di la espalda para ir a la puerta de la habitación de mi bebé, limpie mis mejillas con fuerza antes de tomar a mi pequeña en brazos y tratar de tranquilizarla.

—Lo siento tanto mi amor, no quería interrumpir tu sueño. —me disculpe meciéndola, intentando olvidar las palabras de mi madre.

Me senté en la silla que estaba junto a la cuna y, seguí haciéndole mimos ganándome un par de sonrisas que me hicieron sonreír junto con ella.

—Duerme de nuevo pequeñita. —capturo mis dedos entre sus manitas y sonrió cuando los comencé a mover, dejando escapar un suave risita moviendo sus piernitas.

—Es un bebita muy bonita. —levante mi rostro para ver a mi madre a mitad de la habitación, estaba manteniendo su distancia. Acomode a mi pequeñita en mis brazos para levantarme.

—Ya dijiste suficiente mamá, no quiero discutir de nuevo, y menos delante de Millie.

—Veo que la quieres y ella lo hace, pero piensa lo que te he dicho.

—No hay nada que pensar, te agradezco que te preocupes por mí, pero esto no es un error, estoy en el lugar que deseo estar.

—No seas cabezota y ve las cosas como yo las veo, no lo hago por lastimarte, es lo que menos deseo.

—Para no querer lastimarla esta fracasando. —Edward llego a mi lado tocando la nariz y las mejillas de nuestra pequeña.

—Yo solo quiero lo mejor para ella. —nos miro por varios minutos, antes de soltar un suspiro. —No quiero que nadie más la lastime… ¿En verdad la quieres?

—No cree que es irónico. —levante mi rostro y lo vi con la mirada fija en mi madre. — Habla de no querer que la lastimen y, es usted la que la esta lastimando en este momento, no quiero saber que le dijo para ponerla en este estado. Quiero que sepa que Bella no está sola, y le hare frente a quien se atreva a lastimar a mi familia.

— ¿Familia? —la mirada de mi madre se aparto de Edward para posarse en mi y después en Millie que seguía moviéndose por las caricias de su papá.

—Bella y Millie son mi familia, haría cualquier cosa por proteger a ambas. —beso mi coronilla y apretando la manita de nuestra bebita. —Supongo que como madre busca lo mejor para ella, pero le puedo asegurar que yo cuidare de ella, conozco lo que vivió con ese hombre.

—Aun no me puedo perdonar lo que sucedió.

—Fue mi error no el tuyo mamá.

—Pero debí de darme cuenta de lo que sucedía, temo que la historia se repita.

—Le aseguro que Bella está a salvo conmigo. Estoy buscando la manera de hacer que Demetri el deje tranquila.

— ¿La quieres? —volvió a preguntar.

—Querer es un sentimiento superficial, yo el amo. —me dedico una sonrisa, yo me estire para rosar sus labios ignorando la presencia de mi madre. Jamás me cansaría de escuchar lo que él sentía por mí.

— ¿Qué hay con la mujer que fue tu esposa? —iba a protestar pero Edward me obligo a no decir nada.

—Victoria en un momento formo parte importante de mi vida, me dio una hija que es el regalo mas grande. Pero ella ansiaba más de lo que estaba recibiendo, eligió su carrera en lugar de su familia, hizo a un lado a Millie cuando apenas tenía un par de meses y eso es algo que no estoy dispuesto a perdonar.

— ¿Y si ella regresara a exigir el lugar que le pertenece?

—Ella no tiene lugar en nuestras vidas, perdió el derecho sobre Millie cuando nos abandono y yo jamás podría perdonarla por todo lo que hizo. —me apretó mas contra su cuerpo. — Millie tiene una sola madre, una mujer que se ha preocupado por ella desde que la conocío, que me ha enseñado a ser padre y que es parte esencial de nuestras vidas, tanto Millie como yo somos afortunados de tener a Bella en nuestras vidas.

— ¿Tan fácil se evaporo el amor que sentías por tu esposa? — mi madre me estaba desquiciando, estaba bombardeando de preguntas a Edward para demostrarme que ella tenía razón.

—Victoria fue importante para mí, pero estaba ciego creyendo que simple atracción y cariño eran amor. Pero no fue amor. —me envolvió en sus brazos. — Fue hasta que Bella estuvo conmigo que comprendí que lo que sentí por Victoria no es ni la mínima parte de lo que siento por su hija.

—Puede que no lo comprendas mamá, pero el tenerlos a ambos, me ha hecho ir recuperándome de todo el daño que Demetri me provocó. —me solté de Edward, el entregue a nuestra bebita para iri junto a mi madre. —Sé que me quieres y por eso haces esto, pero date cuenta de que mi lugar es junto a las dos personas que amo.

Su mirada volvía a viajar de mí a las dos personas que estaban a mi espalda, aparto un par de mechones de mi cabello y dejo sus manos en mis brazos.

—Eres igual de terca que tu padre. — su comentario me hizo sonreír abiertamente y abrazarla. Me dio un beso en la mejilla y fue hacia Edward.

—Puede que creas que soy una suegra entrometida, pero no lo soy. Solo busco lo mejor para mi hija, algo que comprenderás mas delante. —me abrace a mi misma viendo a mi madre hablar con Edward quien estaba más relajado.

—Ya lo comprendo. Bella no solo es perfecta para mí, es lo mejor para Millie.

—Ahora espero que estés preparada para ver a Millie como parte de tu familia. —pedí acercándome a ellos.

—Es algo a lo que me puedo acostumbrar, solo les advierto una cosa a los dos. —nos lanzo una mirada de advertencia. — No quiero que me limiten cuando quiera consentirla.

—Le aseguro que no nos opondremos.

—Solo llámame Renee. —le dio un golpecito en la brazo. — Creo que tomare un poco de café, en lo que tú te arreglas un poco.

Ambos la vimos salir de la habitación y perderse en el pasillo, envolví la cintura de Edward acomodándome del lado contrario donde tenía apoyada a Millie.

—Creo que ya me gane a Renee.

—Puede que al principio te aborreciera un poco, pero al final terminaría queriéndote. —se inclinó y capturo mis labios, en un beso que prometía para más.

—Te prometo que esta noche continuaremos donde nos quedamos. Ahora ve a darte un baño para salir con nuestras visitas.

Me di una ducha rápida y me cambie con algo cómodo y abrigador. Cuando entre en la cocina me detuve junto a Edward que inmediatamente rodeo mi cintura con uno de sus brazos, mientras mi madre le hacía mimos a Millie que estaba en los brazos de Rose.
Edward y Emmett se disculparon por tener que salir por un momento, pero prometieron regresar para ir a algún lugar.

Rosalie comenzó a hablarnos de su trabajo y nos mostro algunos de los diseños que había realizado y la buena aceptación que habían obtenido en la clientela tan selecta que manejaban en la casa de moda, en la que trabajaba.

Después de un rato ambas fueron a darse una ducha preparándose para salir a algunos de los lugares más famosos ya que mi madre jamás había estado en la ciudad.

Salimos de la casa para dirigirnos a un restaurante a comer. Rosalie se había sentado entre mi madre y yo para evitar que Emmett siguiera a su lado. En el trayecto al restaurante habían viajado uno al lado del otro, y mi amiga se había desesperado por la cantidad de preguntas que le había hecho, al principio intento ser lo más cortes pero al final termino pidiendo que se callara y la dejara tranquila, que no estaba interesada en él.

Durante la comida Edward y Emmett hablaban y de vez en cuando Emmett lanzaba algún comentario para intentar halagar a mi rubia amiga, un par de ellos casi fueron certeros hasta que termino con una estupidez haciéndola enojar y mirarlo con enfado. Visitamos una galería y varias tiendas en las que mi madre parecía una niña en una tienda de dulces. En las últimas tiendas me quede junto a los chicos que tomaban un café.

—Olvidaba que esto no es lo tuyo. — me dijo Emmett antes de revolver mi cabello.

—Veo que aun recuerdas eso.

—Corriste con suerte, con esta chica te ahorraras bastante. —le di un golpe en el brazo logrando que dejara escapar una sonrisa ya que no lo había lastimado, quien podría lastimar a un hombre con la complexión que el poseía.

—Me gustaría que me dejara comprarle un par de cosas, pero ella no me lo permite. —se inclino y capturo mis labios, en un beso fugaz.

—Para mí lo material no tiene tanta importancia. —revise a mi angelito que dormía en su carriola.

—Pero de vez en cuando es bueno dejarse consentir. —me encogí de hombros. —dime que debo de hacer para que Rosie me haga un poco de caso.

—Así que el inconquistable ha sido conquistado. —me burle y me sorprendió que él no lo negara como tantas veces al contrario solo se había encogido de hombros.

—Creo que puedes ayudarle un poco amor. —enarque una ceja mirando a Edward que me mostro su fabulosa sonrisa torcida.

—Tú no intentes enredarme.

—Vamos Bells, un poco de ayuda no me vendría mal. —no pude responder ya que tanto Rose como mi madre regresaban junto a nosotros.

—Tienen algo en mente antes de cenar. —pregunté intentando averiguar los sitios que querían visitar. Pero ambas se negaron a seguir con la excursión ya habían tenido suficiente por este día.

—Creo que hay un sitio que les encantara. —intervino Edward obligándonos a seguirlo.

El trayecto fue tranquilo solo hablaba mi madre con Rose y conmigo, mientras los chicos hablaban de asuntos legales, algunos que sabia no me importaban.

— ¿Qué hacemos aquí? —pregunto Rosalie mirando por la ventana y fue en ese momento que me percate donde estábamos, se detuvo en el mismo sitio donde lo había hecho la vez que habíamos estado ahí.

No dijo una sola palabra, solo se limito a indicarles que lo siguiéramos, mantenía a mi bebé contra mi cuerpo protegiéndola del frio. Entramos al interior que estaba un poco más cálido. Encendió las luces del pequeño recibidor y me envolvió en sus brazos mientras los demás veían la casa con aprobación.

—Es una casa magnifica. —señalo mi madre entrando y saliendo de las habitaciones.

—Me gusta la vista del prado. — apunto Rose que volvía de la cocina. — ¿Están pensando en comprarla?

—Nosotros aun no…

—Esta casa es de Bella. —levante mi rostro hacia Edward que sonría ampliamente ante su declaración.

—Quedamos en que veríamos unas cuantas más.

—Basto ver tu rostro cuando estuvimos aquí por primera vez, para saber que era la que te había gustado.

—Pero estaba por encima del precio razonable. —replique.

—Ya es nuestra, así que espero que no le encuentres más inconvenientes.

—Es una casa maravillosa y ubicada en una de las mejores zonas. — Rose me paso un brazo por los hombros. — puede que no esté exactamente en el centro de la ciudad pero es perfecto para cuidar de mi hermosa sobrina.

—El lugar no influye tanto en el cuidado de un bebé. —puse los ojos en blanco al ver que intentaban convencerme de que la casa era lo mejor.

—Te equivocas, el lugar donde se cría un bebé es muy importante. —me reprendió mi madre.

—Bella quieres un pequeño consejo. —siendo Emmett no podía esperar que se tratara de algo bueno. — Creo que es hora de que te dejes consentir un poco. Deja que Edward te mime un poco.

—Es lo más sensato que te escuchado decir en todo el día. —esas simples palabras de mi amiga le devolvieron el brillo y parece ser que la esperanza porque volvió a intentar agradarle.

—Rose parece querer matarlo. —me susurro Edward tomando a Millie y levantándola sobre su cabeza y moviéndola suavemente, algo que pareció gustarle porque emitió un suave gorgoreo y se llevo la manita a la boca.

—Yo le aconsejaría a Emmett dormir con un ojo abierto. —soltó una carcajada.

—Tu adviértelo… y yo esconderé las palas para que ella no intente enterrarlo en el jardín. —rodee los ojos y subí a la planta superior donde ya estaban los demás.

Escuchaba atenta los consejos de Rose para respetar el estilo clásico que poseía la casa.

—De esa manera será cálido y reconfortable pero… sin perder su estilo clásico y elegante. —sus ojos brillaron y una enorme sonrisa apareció en su rostro dando un pequeño salto, lo que indicaba que se avecinaba una idea que no me gustaría del todo. —Mañana iremos a buscar los muebles para comenzar a decorar esta hermosa casa.

—No…

—Seria perfecto. —Edward me había interrumpido. — Deseo mudarme lo más pronto posible y conociendo a esta hermosa mujer nos tomara un poco más de tiempo.

—Veo que conoces a mi amiga. ¿Te parece mudarte la próxima semana? —le pregunto a él ignorándome a mí.

—Creo que podemos hacerlo si mañana conseguimos todo lo necesario. —se unió mi madre que estaba igualmente emocionada.

— ¿Estoy pintada? —pregunte molesta.

—Nada de eso amor. —beso mi coronilla. —Vamos a divertirnos eligiendo las cosas para nuestra casa.

—Tramposo— sonreí dejando que sus labios capturaran los míos, me había convencido con solo mencionar dos palabras que le daban un significado importante "nuestra casa"

—Dejen de hacer eso o arruinaran mi apetito. —me aleje lentamente dejando un último beso para después separarme por completo.

Regresamos al centro de la ciudad a un pequeño local donde el ambiente era tranquilo y pudimos platicar sin distracciones. Emmett seguía intentando agradarle a Rose que parecía molesta por la insistencia, pero había momentos en los que Emmett la ignoraba, que ella lo miraba por un momento para después fingir que no se había detenido a observarlo.

Ya en la casa, Edward se encargo de encender la chimenea, nos quedamos en la sala jugando con una pequeña que estaba muy despierta y clamaba nuestra atención. Al principio se conformo con que cualquiera de los tres visitantes la entretuviera pero al final termino llorando.

—Creo que ya se canso de los extraños y quiere estar de vuelta con su papá. — se la entrego mi madre a Edward que la recibió encantado haciéndole un par de mimos calmando los llantos desesperados y quedando en suave sollozos.

Me marche a la cocina para preparar la formula de Millie y después llevarla a su cuna para que durmiera, porque el día siguiente seria sin algo agotador.

—Ya es tarde, y es hora de que me lleve a este angelito a dormir. —mi pequeña tenía su cabecita apoyada en el pecho de Edward y su cuerpecito brincaba suavemente por el hipo que le había quedado por el llanto.

— ¿Quieres ayuda? —se ofreció mi madre.

—Es el momento que ambas disfrutan de su compañía, momento madre e hija. —me sonroje al escuchar las palabras de Rosalie, que me guiño un ojo.

La tome en mis brazos y me fui a su habitación para cambiarla para poder alimentarla. Amaba los momentos en que estábamos ambas solas, cuando se termino la formula comencé a cantarle ya que mi voz la arrullaba y esta vez no fue la excepción.

En el pasillo me encontré con Emmett que salía de la habitación al final del pasillo.

—Ya se durmió la pequeñita. —asentí suavemente, tome su brazo al notar que había algo más que quería decir. — ¿Cómo puedo hacer para que ella al menos me mire?

—Quieres un pequeño consejo. —la idea de obtener ayuda pareció gustarle. —solo tienes que hacer una cosa bastante simple… Ignorarla.

— ¿Estas loca? —toco mi frente con su dedo.

—Creo que si ella ve que desistes, se preguntara que es lo que pasa, no está acostumbrada que la ignoren. Puedes tratarlo y ver los resultados. — me levante de puntillas para darle un beso en la mejilla.

—Lo hare Bells. Por cierto… me alegro de verte tan feliz y te vez maravillosa en el papel de madre. —rodee los ojos y me marche hacia mi habitación, pero antes de entrar me gire hacia mi amigo.

—Una cosa más… jamás digas que te ayude, yo fingiré que no sucedió y si preguntan lo negare todo.

Cuando entre en la habitación Edward ya estaba recostado en la cama con las manos sobre la cabeza y mirándome de manera profunda, lo que hizo mis mejillas arder.

—No haremos nada. —le advertí.

—Nadie lo sugirió amor. Hoy solo vamos a dormir.

La noche paso rápidamente y mas pronto de lo que me imaginaba habíamos desayunado y estábamos eligiendo las cosas para nuestra nueva casa.

Edward, había pedido al encargado de la tienda que ocultara los precios ya que quería que eligiera lo que me gustara sin que me preocupara por lo que gastaba.

Algo que agradecí de sobremanera fue el ver que tanto mi madre como Rose me dejaron elegir cada una de las cosas solo dándome su aprobación o frunciendo el ceño cuando no les gustaba.

Habíamos elegido, la sala, el comedor y todo lo necesario para la recamara de Millie, en este punto todos intervinieron en la elección de cada uno de los artículos, tuve que golpear un par de veces a Emmett que estaba intentando probar los juguetes para mi pequeña.

—Solo intento ver que sea divertido.

Emmett había seguido mi consejo de ignorar a Rose. Por la mañana ambos se saludaron de manera cortes y cuando él no comenzó con su serie de preguntas ella respiro tranquila, una tranquilidad que parecía desaparecer después de la hora de la comida en la que Emmett no paraba de hablar con Edward sin dedicarle una sola mirada a mi rubia amiga.

Después de la comida, mi madre mantenía a mi bebé en sus brazos comportándose como su verdadera abuela. Cuando salimos eran cerca de las 6 pero al fin teníamos todo lo que necesitábamos y eso me hacía sentir algo ansiosa, no podía esperar para ver los muebles en nuestra nueva casa.

Disfrutamos de una agradable cena ya que Rose tenía que tomar un vuelo muy temprano a la mañana siguiente, Emmett pasara un par de días más al igual que mi madre.

Esa noche encontré a Rosalie y Emmett hablando en la sala y parecía que mi amiga estaba interesada en lo que él decía o fingía estarlo y el tenia una sonrisa de tonta, que aunque se esforzara por ocultar sería muy difícil.

Los primeros días fueron muy divertidos con Emmett en la casa, pero se marcho el miércoles por la tarde con destino a… Italia, lo que me indicaba que esperaba encontrar a cierta rubia. Antes de marcharse se despidió dándome un fuerte abrazo y agradeciendo mi consejo que parecía haber funcionado mejor de que lo que yo misma hubiera imaginado, la razón de que funcionara tan bien debía de ser que mi amiga también se había sentido interesada por él, aunque lo había intentado ocultar. Podía ser orgullosa pero no era tonta para dejar escapar una oportunidad, una que pensó se le escapaba cuando ya no tenía la completa atención de Emmett.

Mi madre fue de gran ayuda con la decoración de la nueva casa a la cual íbamos todas las tardes para recibir los muebles y comenzar a acomodar las cosas en sus lugares, el fin de semana ya estaríamos instalados en nuestra nueva casa.

El viernes fue la primera noche pasamos en nuestra casa.

—Se siente agradable estar en casa. —me pego a su cuerpo donde me acurruque.

—Me tomara un poco de tiempo el acostumbrarme a la idea de que esta es mi casa, nuestra casa. —introduje mi mano debajo de su playera, para sentir como los músculos de su abdomen se tensaban.

—Esa mano esta en zona prohibida.

—Esa no es área prohibida, esa zona está un poco mas…—deslice un poco mi mano hacia abajo, hasta llegar al borde de su pantalón, sabía que lo estaba provocando.

—Bella—su voz era una clara advertencia.

—Lo siento, solo me estaba divirtiendo un poco. —le di un beso en el cuello, lo envolví en uno de mis brazos por la cintura e introduje una de mis piernas entre las suyas, escuchando un gruñido. — solo busco una posición cómoda para dormir.

—Sin importar lo difícil que me resulte a mí. —me acurruque mas ignorando sus palabras.

Por la noche sentí sus manos acariciar mi espalda y sus labios rozar mi frente, un poco más tarde fue él quien se levanto para ver ir a revisar a Millie que no había despertado, cuando regreso, me beso con ansia una que yo respondí con la misma intensidad, pero no llegamos mas lejos de eso. Solo hubo una promesa de que pronto recuperaríamos el tiempo que no habíamos estado juntos.

Me desperté con los primeros rayos de sol que me dieron contra el rostro, lo que me pareció extraño ya que estaba segura que antes de dormir había cerrado las cortinas, pero más extraño fue ver que Edward no estaba en junto a mí como cada mañana, no había sentido que se despidiera.

Estire mi mano intentando encontrar el cuerpo de Edward pero no había nada, intente abrir los ojos pero la claridad me hacia el trabajo difícil. Cuando al fin logre abrirlos en la almohada de Edward me encontré con una rosa roja, una nota que solo se leía

¿Preparada para una sorpresa?

Al tomar la rosa del lugar donde estaba apoyada, la tome con cuidado levándomela a la nariz para permitirme disfrutar del aroma, lo que no esperaba era lo que encontré entre los pétalos.

—Veo que ya despertaste mi amor. —lo mire tan perfecto como siempre, con nuestra bebita en sus brazos. —Pensamos que íbamos a tener que despertarte.

—Edward…—me acerque al borde de la cama sin soltar la rosa.

—Veo que ya encontraste la sorpresa. —mi corazón estaba acelerado, por lo que estaba sucediendo. Tenía que ser un sueño, no lo podía explicar de otra manera, me pellizque el brazo intentando despertar pero lo único que logre fue que me doliera una exclamación de sorpresa de Edward.

— ¿Qué crees que haces? —preguntó al momento que dejaba a Millie en la cama, en el lugar donde yo había estado, se acerco a mi tomando la flor que aun sostenía en mis manos.

—Edward, que…que significa esto. —lo vi sacar el anillo que estaba oculto y tomarlo entre sus dedos, lo puso delante de mis ojos permitiéndome apreciar el diamante rosado rodeado de pequeñas piedras más pequeñas que brillaban con la luz que iluminaba la habitación.

—¿Tú qué crees que es amor? —sentí miedo de lo que eso significaba. Era verdad que lo amaba a él y Millie, pero no sabía si podía dar ese paso nuevamente.

—Edward…—silencio mis labios con los suyos en un pequeño roce.

—Déjame hablar. —se mantuvo de pie frente a mi tomando mis manos permitiéndome sentir el anillo bajo mis dedos, tomo una gran bocanada de aire antes de hablar. —Lo estuve pensando por algún tiempo, y llegue a la conclusión de que no puedo vivir sin ti. Cuando te marchaste la última vez, supe que para mí no había otro lugar que no fuera junto a ti. Quiero que sepas que no lo digo solo por la ayuda que mas brindado con Millie, te estoy pidiendo que me dejes ser parte de tu vida, que seamos amigos, confidentes, amantes, pero sobre todo… uno mismo, algo que solo lograremos si tú aceptas dejarme ser parte de tu vida, para siempre. ¿Bella, quieres casarte conmigo?
 ...

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