Errores
EPOV
Me removí un poco al escuchar la puerta cerrarse.
Me di cuenta de que un aroma familiar y muy agradable. Abrí los ojos para notar
que estaba recostado sobre Bella que al parecer seguía durmiendo, me separe con
cuidado de no despertarla varios mechones de su cabello cubrían su rostro, su
semblante estaba totalmente relajado, su respiración era pausada y sus labios
estaban ligeramente entreabiertos, aun podía recordar su suavidad y su sabor,
se que solo fue un roce pero eso fue suficiente para querer probarlos de
verdad.
—Tu tampoco luces muy bien al despertar—me
sobresalte al notar que estaba abriendo los ojos, retire la mano que aun
mantenía en su cintura. Me sentía como un estúpido me había descubierto
mientras la observaba.
—Buenos días—le dije levantándome y llevándome las
manos al pelo, me asome a la cunita para ver a mi hija dormir.
—En cuanto despierte tendremos que aplicarle la
siguiente nebulización—me dijo mientras acomodaba su cabello. —Regreso en un
minuto
Antes de que dijera algo salió de la habitación. No
sabía en qué momento la había abrazado pero su cercanía me había tranquilizado
logrando que la desesperación que había sentido la noche anterior desapareciera
en sus brazos.
La vi entrar vestida de manera diferente, un
pantalón rosa holgado y una blusa blanca decorada con ositos y cosas
infantiles. En otras me hubiera resultado ridículo pero ella lucia bien, había
visto un par de pediatras con esta clase de batas pero ninguna de ellas me
había parecido tan encantadora, ella pareció notar mi mirada evaluadora y
sonrió.
—Apuesto que nunca habías visto que una mujer
pudiera lucir tan bien en una bata como esta—me tomo por sorpresa su
comentario, no era la clase de cosas que esperaba que ella dijera.
—Luces muy sexy—le dije de manera burlona aunque la
verdad era que me gustaba como se veía.
—No podía andar todo el día con el pants que traía,
y esto es lo único que había en mi casillero—se acerco mientras una enorme
sonrisa se formaba en su rostro y justo cuando iba a decir algo note la razón
de su sonrisa, no era por mí. —Hola mi amor, ya era hora de que despertaras.
—me tomo por sorpresa el escuchar llamarla mi amor.
La cambio ya que estaba mojada. La tomo en sus
brazos acunándola y se sentó en una de las sillas colocándole una mascarilla en
su carita y comenzó con las nebulizaciones logrando que comenzara a llorar, me
acerque a ellas y parece que vio algo en mi mirada porque solo me dijo "Es
por su bien". Intentaba que su llanto desapareciera con palabras dulces
pero ella seguía llorando. Respire aliviado cuando le quito la mascarilla y
ella se tranquilizo.
—Sabes que no le haría nada que la lastimara—me la
entrego mientras ella seguía sollozando, bese su frente, su naricita y sus mejillas,
logrando que dejara de llorar y sus ojitos azules se encontraran con los míos.
—Hola princesa, ¿tienes hambre? —le pregunte como
si ella me fuera a contestar, le hice gestos y seguí hablando con ella
olvidándome de que no estábamos solos, reaccione cuando toco mi hombro para
entregarme el biberón.
—Iré a ver a mis demás pacientes, le dejare las
indicaciones a las enfermeras para que le retiren el suero.
— ¿Ya no la veras tu? —pregunte extrañado era como
si ella se estuviera alejando nuevamente, y no entendía esa actitud. Era como
si en un momento quisiera estar con nosotros y después lo único que deseara era
poner distancia, era una situación extraña.
—Claro que la seguiré viendo, Millie es mi
paciente, solo que también tengo que hacerme cargo de otros niños—me sentí como
un tonto, ella era pediatra y tenía trabajo que hacer, era egoísta de mi parte
que solo pensara en tenerla para nosotros. Le dio un beso a Millie quien se
estaba quedando dormida en mis brazos, nuestras miradas se cursaron pero de inmediato
se aparto y se dirigió a la puerta.
—Bella—ella se giro. —Tengo una cirugía a las 12,
crees que… bueno…
—Que me quede con Millie mientras tu estas en la
cirugía
—Me sentiría más seguro sabiendo que tu estas con
ella, no quiero dejarla sola.
—Estaré aquí a las 11, eso te dará tiempo de ir a
ver a tu paciente y robarte al anestesiólogo, el instrumentista y algunas
enfermeras de otras cirugías. —iba a protestar pero ella dejo escapar una
risita ahogada. —Nos vemos mas tarde.
Deje que le dieran un baño, en lo que yo avisaba
que no atendería a nadie que solo me haría cargo de la cirugía que ya estaba
programada, cuando regrese estaban dos enfermeras, una cambiaba las sabanitas
de la cuna mientras que la otra terminaba de cambiar a mi hija. Me detuve de entrar
al escuchar que estaban hablando.
—Te lo juro Anne, cuando entre para tomar la
temperatura de la pequeña, el Dr. Estaba dormido sobre la Dra. Swan
—Pero ellos no se llevaban bien
—Tú lo has dicho, no se llevaban bien, pero es
que no has visto la manera en que se llevan ahora. Ella llego ayer en la
madrugada exclusivamente para atender a la hija del Dr. Cullen.
—Eso no quiere decir nada.
—No hay que ser adivinos para ver que pasa algo
entre ellos. La Dra. Swan fue bastante inteligente y consiguió hacer que él
cayera rendido ante ella, solo mostro cariño a su hija y listo.
—Parece que fue más inteligente que muchas de
nosotras, yo estaría encantada de cuidar a este bebé si en el paquete viene el
Dr. Cullen.
—Cualquiera estaría dispuesta a cuidar a esta
pequeña si eso implica estar con su papá.
—Hay muchas mujeres más hermosas en este
hospital que ella. ¿Qué es lo que le vería?
—Quien dice que él la quiere para algo mas, tal
vez solo este buscando quien se haga cargo de su hija.
No entendía como podía haber mujeres tan tontas; en
primer lugar no podían ver que Bella y yo nos lleváramos bien porque ya habían
comenzado las especulaciones absurdas, en segundo ella solo me estaba ayudando con
mi hija y en tercera ella no era para nada fea, a simple vista parecía una
mujer común y ordinaria con su cabello castaño y sus ojos chocolate, pero si la
veías con detenimiento descubrías que detrás de eso se encontraba una mujer
hermosa muy hermosa.
Sin pensarlo mas, abrí la puerta y entre haciendo
que las dos mujeres se callaran. Ambas me dedicaron unas sonrisas tontas y bien
sabia que detrás de ellas había algo más, me acerque a la que tenia a mi hija
en sus brazos y pedí que me la entregara sin decir nada mas, preguntaron algún
par de cosas y solo me limite a contestar con monosílabos, lo que menos quería
era que ese par de mujeres estuvieran cerca, no eran más que dos chismosas que
sabia debía de mantener lejos y eso haría, me aseguraría de que ellas no
volvieran a acercarse a mi hija.
Una señal de que mi bebé ya estaba creciendo era
que ya comenzaba a mantenerse un poco mas despierta y comenzaba a moverse un
poco más. Me mantuve platicando con ella, estaba seguro que ella no comprendía
pero de todas formas le platicaba, ella no me perdía de vista eso era lo único
que me importaba, bese su nariz y sus mejillas. Ella quería dormir pero la tos
parecía que no se lo permitía, tardo un rato pero lo logro.
—Y dices que eres el peor padre—ahí estaba mirándonos
profundamente. —Eres el mejor padre para Millie, ten en cuenta que nadie nace
sabiendo ser padre, son cosas que se aprenden con la práctica.
—Y a mí me falta mucha
—Aun eres nuevo en esto
—Habla la voz de la experiencia—me burle
—Cullen soy pediatra, puede que no sea madre pero
se los cuidados básico de un bebé—no pude evitar imaginarla en esa faceta,
estaba claro que sería una madre maravillosa, era algo que me encantaría ver.
—Creo que es hora de que te vayas a la cirugía yo
me encargo de esta hermosa bebé. —me la quito de los brazos sin darme tiempo a
protestar
—Gracias—sin pensarlo le di un beso muy cerca de
los labios, ella se quedo paralizada y yo salí de la habitación prácticamente
corriendo.
La cirugía que estaba prevista para 3 horas se
prolongo a 5 debido a una complicación en que había estado por perder al hombre
que estaba sobre la plancha. Al colocar el último punto di por finalizada la
cirugía y recibí varias felicítanos por que todo había salido bien después de
todo, informe a los familiares que me abrazaron mientras me agradecían, deje
las indicaciones para que las leyera el encargado de terapia intensiva donde
estaría mi paciente por un par de días. Me di una ducha en los vestidores y me
coloque una de las batas que tenía en mi casillero.
Félix el otro oncólogo y también mi amigo me detuvo
antes de que tomara el ascensor y me pregunto por mi hija, solo le había pedido
que se hiciera cargo de mis consultas para yo poder estar con mi pequeña.
Platicamos de la cirugía y de un par de pacientes a los que él les había
indicado ya otro tratamiento debido a que solo la quimioterapia no le estaba
haciendo el efecto esperado. Me despedí al notar que ya me había atrasado más
de lo esperado.
Llegue a la habitación y vi a Bella en el sillón
revisando algunos expedientes.
—Gracias por cuidarla
—Se porto muy bien, es un angelito—recogió los
papeles que estaban en el sillón para dejarme un espacio para que me sentara y
así lo hice. — ¿Cómo estuvo la cirugía?
—Se complico y pensé lo peor, pero actuamos de manera
rápida—deje descansar mi cabeza en el respaldo del sillón.
—Me alegro que todo saliera bien. Tengo un par de
consultas, pero regreso en un rato—tomo sus cosas y se marcho.
Cerca de las 7 regreso para revisar a Millie y
aprovecho para alimentarla mientras los dos platicábamos de nuestras familias y
de lo que nos había llevado a elegir esta profesión y algunas cosas más
personales.
—Bella jamás te has planteado el formar una
familia—le pregunte al verla aun sosteniendo a mi hija que seguía comiendo
mientras ella le hacía gestos.
—Lo he hecho—murmuro de manera apagada.
—Creo que serás una excelente madre—le dije notando
un suspiro y una sonrisa rota.
—Es algo que me gustaría, pero que no creo que
suceda.
—Aun estas en buena edad para volver a casarte y formar
una familia.
—No está en mis planes el volver unir mi vida a la
de alguien…
—No porque te haya ido mal en tu matrimonio quiere
decir que el siguiente sea igual. Yo sé que es difícil a mi me dejaron pero eso
no quiere decir que no vea la posibilidad de volver a intentarlo, por ahora no,
en unos años tal vez—le dije antes de que ella terminara de hablar.
—No puedes comparar. Y te suplico que no hablemos
de esto no es muy agradable recordar
—Lo siento, pero me gustaría saber que fue lo que
sucedió para encontrar una manera de ayudarte como tú lo me has ayudado a mí.
—No es necesario, yo lo hago por este angelito
En cuanto se durmió ella se marcho asegurándome que
llegaría temprano para darme tiempo de que yo fuera a casa para que cambiara y
le llevara una muda de ropa a mi pequeña. Lo que se suponía debían de ser dos
días se convirtieron en tres, pero lo único importante era que mi bebé ya
estaba mejor, su color sonrosado había regresado y volvía a sonreír
constantemente, apenas le quedan unos rastros de tos pero en general estaba
perfecta.
Dos semanas habían pasado y mi amistad con Bella
seguía creciendo, habíamos dejado los viernes como la noche en que cenábamos
juntos, hasta ahora todas las veces habían sido en nuestra casa ya que ella
alegaba que si lo hacíamos en la de ella después tendría que sacar a Millie al
frio y no sería bueno exponerla a esos cambios de temperatura cuando había
estado hospitalizada.
La sorpresa había sido una cena de gala para
comprar nuevos equipos para estudios más específicos, que nos beneficiarían
prácticamente a todos, lo más difícil fue decidirme en asistir ya que debía de
encontrar quien cuidara de Millie, Sara la chica de la guardería fue la que
acepto hacerse cargo de ella y sé que fue la mejor opción dado que Millie ya estaba
acostumbrada a ella lo que la mantendría tranquila. Me había acomodado el nudo
de la corbata cerca de tres veces y me encontraba sumamente ansioso y no sabía
la razón, era una reunión como varias a las que habían asistido con
anterioridad, me quede de piedra cuando en la entrada aparecieron tres mujeres
pero solo una de ellas me dejo sin aliento.
BVOP
—Camina Bella—iba unos pasos atrás de Heidi y
Ángela que me dirigían a una de las tiendas de vestidos más selectas de la
ciudad.
—Chicas en verdad aun no sé si voy a ir a esa
fiesta—repetí por decima vez en 15 minutos
—No seas aburrida, llevas en la ciudad un par de
meses y no has salido con nosotras a ningún sitio, no olvides que la vida no es
solo trabajo—me dijo Heidi justo cuando me obligo a entrar a la boutique
—Además te servirá para conocer a muchos médicos
importantes, en esta clase de cenas se reúnen los médicos más importantes,
algunos amigos han conseguido propuestas de trabajo muy buenas
—No me gusta ir de compras
—Fingiré que no escuche eso—agrego Heidi al momento
que me lanzaba un vestido a las manos.
La tortura duro cerca de dos horas, al principio me
sentí algo intimidada de que me vieran con cada uno de los vestido pero al
final termine hasta modelando cada uno de ellos, me había probado bastantes
pero de uno me había enamorado, no era precisamente mi estilo de vestido ya que
mostraba más de lo que yo estaba acostumbrada, la espalda descubierta y un
escote pronunciando dejando a la vista demasiada piel(estas en mi perfil);
tanto Heidi como Ángela me impulsaron a comprarlo diciendo que era el que mejor
se me veía.
Había tomado un taxi para llegar al lugar donde
seria la maravillosa cena, aunque llevaba un abrigo me sentía bastante extraña,
tenia tanto tiempo sin arreglarme de esta manera. Cerca de dos años era lo que
tenia sin asistir a una fiesta, y aquí estaba de nuevo en un vestido caro,
zapatillas altas, maquillaje que resaltaba mis ojos y mi cabello caía sobre mi
espalda en una cascada de risos.
En el pasillo me encontré a mis amigas que me
esperaban, ambas sonrieron ampliamente cuando me vieron entrar con el vestido
gris que me habían obligado a comprar. Tuve que respirar antes de atravesar las
puertas del salón, ellas saludaban a varios hombres a su paso y yo solo me
sentía avergonzada al sentir que varios pares de ojos estaban puestos en mí y
en todo lo que este vestido dejaba a la vista.
— ¿Una copa? —me gire para encontrarme con Edward
que me extendía una copa, le agradecí recibiéndola y sintiéndome aliviada de
estar con alguien que conocía, las chicas estaban cada una con su novio, me
habían abandonado.
—No pensé que hubiera tanta gente—le dije al
momento que veía a ambos lados
—Y no es la mitad—abrí los ojos con sorpresa y el
solo dejo escapar una carcajada. —No te asustes, ya son todos los que iban a
venir.
—Me siento algo fuera de lugar—admití dándole un
sorbo a mi copa
—Pero luces hermosa—gire mi rostro hacia el lado
contrario, sabía que me había sonrojado y el hecho de que me encontrara con la
mirada de Heidi no mejoro las cosas, me guiño un ojo al ver que estaba con
Edward. Tome una bocanada de aire.
—Gracias. ¿Con quien dejaste a Millie?—pregunte
intentando desviar la conversación.
—Sara, la chica de la guardería acepto quedarse con
ella.
—Me alegro, creo que te hace falta una pequeña
distracción—le dije al reconocer que se lo merecía después de todo lo que había
hecho por su pequeña.
— ¿Vamos con el resto?—me ofreció su brazo que
aunque dude en un principio lo tome, nos detuvimos para platicar con algunos
miembros del hospital y sentí varias miradas en nosotros y fue en ese momento
que me di cuenta de que muchos creían que habíamos asistido juntos cuando cada
uno lo había hecho por su lado.
Nos sentamos en una mesa donde estaban sus amigos,
al principio me sentí extraña pero fue cuestión de minutos para poder entrar en
la conversación. Cuatro de los 6 hombres que estaban en la mesa estaban casados
y sus esposas eran muy agradables, los otros 2 estaban observando a las chicas
para ver a su próxima conquista, algo muy típico de un hombre.
—Cuanto tienes que llegaste a la ciudad—me pregunto
la mujer que estaba a un lado mío.
—Poco menos de dos meses
— ¿Eres la nueva pediatra? —pregunto otra que
estaba un poco mas retirada, asentí con una sonrisa—He escuchado hablar de ti,
una de mis amigas dijo que eres la nueva pediatra de su hijo y que eres
maravillosa, ¿crees poder hacerte cargo de uno más?
—Claro—respondí con una enorme sonrisa.
Escuchamos los agradecimientos del director del
hospital, ya que se había reunido más de lo que se esperaba y se podría obtener
el equipo que hacía falta para colocar el hospital en el mejor de Seattle.
La cena fue deliciosa y la plática muy agradable,
los amigos de Edward eran hombres muy graciosos y sus esposas mujeres sencillas
con las que se podía platicar. Me sonroje cuando recibí un par de halagos mas,
no estaba acostumbrada.
—No entiendo porque te sonroja si sabes que es
verdad, luces muy hermosa. —me había susurrado a la vez que había tomado mi
mano que estaba en mi regazo, mis ojos se encontraron con los suyos provocando
que dejara de respirar, y el movimiento de su pulgar no ayudaba demasiado.
—Edward—lo vi cerrar los ojos y suspiro antes de
girarse para ver a su amigo que lo había llamado rompiendo el momento. La
música comenzó a sonar y la pista se comenzó a llenar.
—Bailarías conmigo—tuve que levantar mi rostro ya
que no había sentido cuando se había puesto de pie, lo mire a los ojos y
después a la mano que me extendía, nuevamente aunque mi mente me gritaba que me
negara mi cuerpo acepto tomando su mano y dejando que me guiara hasta la pista.
Deslizo una de sus manos por mi cintura manteniendo
la otra entre la suya, deje mi mano libre descansar sobre su brazo y me moví
junto con él al ritmo lento de la música, era una melodía lenta y cautivadora,
levante mi rostro y me perdí en el verde de su mirada, en ese momento parecía
que solo estábamos él y yo, una sensación extraña se comenzaba a arremolinar en
mi interior una que yo hacía muerta y que sabía que no era bueno sentir, pero
había algo más fuerte que me impedía separarme de él.
—Cada día me sorprendes mas, eres una cajita de
sorpresas—enarque una ceja— bailas muy bien.
—Porque tu lo haces bien, tú me estas
guiando—sonrió negando y deposito un beso en mi coronilla, la parte que habían
tocado sus labios me hizo cosquillas y una nueva sensación se extendió al resto
de mi cuerpo.
—Dime porque te sonrojas cada vez que alguien te
dice lo bien que luces esta noche—volvió a reír y supe la razón. —lo vez estas
nuevamente sonrojada.
—No estoy acostumbrada a recibir esta clase de
halagos— aparte mi mirada de la suya y apoye mi rostro en su pecho, al instante
sentí como descansaba su rostro en mi cabeza. En ese momento solo éramos
nosotros, esta noche podría olvidarme de mi pasado y disfrutar mi presente.
La mano que descansaba en mi cintura subió un poco
dejando que quedara en la parte descubierta de mi espalda, su pulgar se movía
logrando que una serie de descargas recorriera mi cuerpo, un suspiro
involuntario se escapo de mis labios, solo cerré mis ojos con fuerza rogando
porque él no se diera cuenta de lo que estaba provocando.
Bailamos cerca de 4 melodías para después
separarnos, me disculpe para ir al tocador aunque lo único que quería era
alejarme de él y poner mis pensamientos en orden. Camine entre las mesas hasta
llegar a mi destino y detenerme frente al espejo, tenía que salir de aquí algo
no andaba bien y eso solo me inquietaba.
—Pensé que tu y Edward se odiaban, pero ahora mismo
pienso que es todo lo contrario—abrí los ojos y note la mirada divertida de
Heidi.
—Ya no nos llevamos tan mal…—me interrumpió
—Ya me di cuenta de eso, parece que se entienden
bastante bien—me guiño un ojo
—No olvides que soy la pediatra de su hija y creo
que eso nos ha hecho llevarnos mejor, puedo decir que hasta somos amigos.
— ¿Amigos? —Negó con una sonrisa—en la pista
parecían más que eso, los amigos no bailan de esa manera, ambos se movían al
ritmo del otro una compenetración perfecta, sus cuerpos estaban completamente
unidos.
—Solo fue un baile, eso no dice nada—acomode mi
cabello y retoque el brillo de mis labios.
—Eso no fue solo un baile, fue más que eso—lo
aseguro
—Claro que solo fue un baile
—Aunque no lo aceptes ahí hay algo más
—Tonterías—dije finalmente, me despedí y salí rumbo
a mi mesa. Apenas llegue el se puso de pie y retiro mi silla para ayudar a
sentarme. La noche transcurrió entre pláticas serias y otras más graciosas, sus
amigos contaron algunas anécdotas de Edward, unas que lo hicieron sonrojarse y
ganaron la reprobación de sus esposas, pero eso no les limito e seguir poniendo
en ridículo a su amigo.
Volvimos a bailar un par de melodías mas, en la
pista estaba Heidi que solo enarco una ceja y sonrió ampliamente, en su mirada
leí caleramente "lo seguirás negando", gire mi rostro al lado
contrario tratando de evitar la mirada de mi amiga, pero del otro lado me
encontré con la mirada de algunas mujeres que me veían con sorpresa y otras me
sonreían con amabilidad.
A media noche decidí que era hora de marcharme, me
despedí de los que estaban en la mesa y de mis amigas y finalmente de Edward.
— ¿Trajiste tu auto? —pregunto tomando lo que
restaba de su copa.
—Vine en taxi
—Y planeas marcharte de la misma manera—asentí—Es
demasiado peligroso, dame unos minutos y te llevare a tu casa.
—No es necesario Edward, te juro que no me pasara
nada.
—No discutas—se despidió de sus amigos les explico
que me llevaría a casa ya que no traía auto, tomo mi mano y me guio hasta donde
estaba el director del hospital, se despidió de él y quedo de verse el lunes en
su oficina, me despedí y si soltar mi mano me llevo hasta la entrada donde
recogí mi abrigo, me ayudo a ponérmelo mientras esperábamos que llegaran con su
auto.
—Edward…
—No dejare que te vayas sola, es muy arriesgado.
—con la mirada que me dirigió fue suficiente para no discutir mas.
Le indique el camino a mi departamento y llegamos
en poco tiempo, se detuvo frente a mi edificio y apago el motor.
—Gracias, fue una noche maravillosa—agradecí el
hecho de que se había mantenido junto a mí a pesar de que no tenia porque
hacerlo.
—Fuiste una gran compañía
—Gracias. Buenas noches Edward— intente salir del
auto
—Bella…—su mano había tomado la mía impidiendo que
saliera. Me gire para encontrarme con su mirada, una que me acelero el pulso de
una manera asombrosa. Se inclino hacia mí quedando peligrosamente cerca. Cerré
los ojos dejando que su esencia inundara mis sentidos los abrí al sentir sus
dedos acariciar una de mis mejillas, su aliento rozaba mi cuello y su nariz
acariciaba la línea de mi mandíbula.
—Edward…—apenas pude pronunciar su nombre, la
respiración me estaba fallando.
—Te dije lo hermosa que luces esta noche—su voz fue
como una caricia, solo un "aja" fue lo que logro salir de mis labios.
—Edward esto no… no está bien—murmure sintiendo sus
labios en mi mejilla
—Lo sé. —se separo de mi mirándome nuevamente a los
ojos, descansando su frente sobre la mía—luche por no hacerlo en la cena, pero…
—No está bien, no arruinemos las cosas—pedí
—Dime que no lo deseas y no lo hare—dijo contra mis
labios, cada palabra fue un roce, uno que recorrió cada parte de mi cuerpo
haciéndome jadear, una sonrisa se formo en sus labios. —Dime que me aparte y lo
hare. ¿Quieres que me aparte?
—No. No lo hagas—coloque mi mano en su mejilla
justo en el momento que rompí la distancia dejando que nuestros labios se
unieran finalmente, eran suaves y se amoldaban perfectamente a los míos. En
ellos había un sabor dulce con un toque de licor, era una danza lenta pero
sumamente excitante, no sabía si era por el sabor, por la textura o por su
manera de besar pero no me quería alejar. Como todo, llego el momento de
separarnos, la falta de aire fue el responsable.
—Buenas noches Edward—me baje del auto y entre a mi
edificio saludando al guardia de seguridad que me vio de manera picara que yo
ignore, entre al ascensor que me llevaría a mi piso. Apenas entre a mi
departamento supe la razón de la mirada perspicaz del guardia, mis labios
estaban hinchados y mis mejillas sonrojadas, ¡que vergüenza!
Me coloque la pijama y me desmaquille, fui por un
vaso con agua para después meterme a la cama, inconscientemente me lleve la
mano a los labios y cerré los ojos suspirando, aun podía recordar su suavidad.
Me costó un poco de trabajo poder dormir pero
finalmente lo hice. El sábado fue un día tranquilo, salí a almorzar, fui de
compras y después al cine a ver una comedia romántica lo que intentaba era
olvidar lo sucedido, "como si eso fuera posible", cene en un
restaurante que me había recomendado y regrese a mi casa para dormir. El
domingo transcurrió con normalidad, nada interesante que hacer, solo hable
cerca de dos horas con mi madre que no para de contarme todo l que había hecho
con Phil en Canadá pero que no podía llegar a Seattle debido a que tenían que
estar de vuelta en Los Ángeles para un juego en beneficio de un asilo.
El lunes me sentía ansiosa ya que no sabía que es
lo que sucedería con Edward. Pero apenas llegue al hospital tuve que asistir a
una cesárea ya que los demás pediatras estaban ocupados con una pequeña que
había ingerido detergente debido al descuido de sus padres. Entre a la
habitación de la mujer que daría a luz para encontrarme con Heidi y hacerle
saber que yo estaría ahí, pero apenas abrí la puerta me encontré con un dialogo
que había escuchado muchas veces y que siempre me hacia sonreír.
— ¿Qué me relaje?, como se nota que no eres tu
el que está sintiendo estos dolores, pero te juro que no volverás tocarme
—Pero Judith…—era una escena que había
presenciado muchas veces y siempre me arrancaba una sonrisa, las mujeres
juraban que no las tocarían de nuevo y yo había vuelto a entrar en su siguiente
alumbramiento.
—Bueno días Judith, veo que las contracciones
aumentaron—hablo Heidi cuando la mujer se había tranquilizado un poco, ella
asintió respirando más tranquila cuando la contracción ceso, reviso la
dilatación, se giro para verme y me sonrió. —Te llevaremos a quirófano, es el
momento.
Cuando salí iba junto a Heidi que seguía tratando
de descubrir que es lo que había sucedido entre Edward y yo, ella al igual que
muchos se habían dado cuenta de que nos habíamos marchado juntos y por lo tanto
la ola de habladurías y chismes se habían desatado.
—Vamos Bella, dime qué fue lo que sucedió
—Ya te dije que no paso nada, solo somos
amigos—apenas había dicho esa palabra cuando lo vi hablar con quien reconocí
como Andrew un ortopedista, venia en dirección hacia nosotras y parecía que no
nos habían visto, rogué porque no lo hiciera pero levanto la vista y me sonrió
de una manera encantadora, se detuvo en la pizarra donde había un grupo de
médicos congregados.
—Si no paso nada me quieres decir porque te
sonrojaste
—Ya te dije que no sucedió nada—rodee los ojos a la
vez que intentaba calmar mi nerviosismo.
— ¡Claro! —dijo de manera sarcástica.
—Felicidades Bella—me felicito uno de los
anestesiólogos que acaba de abandonar el grupo que estaba frente a la pizarra.
—Bien hecho Bella—secundo… el otro pediatra
— ¿De que hablan? —le pregunte a Heidi que estaba
igual de confundida que yo, ambas nos abrimos paso hasta llegar frente a la
pizarra donde había una hoja "Candidatos para jefes de residentes"
¡¡Oh, por dios!! estaba entre los candidatos.
—Porque no lo habías dicho—me gire hacia Heidi que
me veía divertida y me ayudo a salir donde recibí un par de felicitaciones mas
—Yo no…
—Porque no nos dijiste que solicitarías ese
puesto—me pregunto uno de mis internos
—Yo no lo hice— dije con desesperación, me gire
solo para ver a Edward alejarse junto a Félix
El resto de la mañana lo dedique a mi trabajo, pero
aun tenia presente que tenía que hablar con Edward, estaba segura que él
pensaba que yo había pedido el puesto, cuando a mi me había tomado por sorpresa
aparecer en esa lista. Había sido sincera al decirle que no me interesaba pero
con esto parecía que le había mentido. Había ido a la guardería a ver a Millie
quien me sonrió apenas escucho mi voz, platique con ella un par de minutos
antes de volver a mi trabajo, había subido en el ascensor cuando vi a la
persona que había esperado ver para aclarar las cosas. Salí antes de que se
cerraran las puertas.
—Edward—le grite logrando que se detuviera y me
diera tiempo de llegara junto a él. —Gracias por esperarme.
— ¿Que se te ofrece Swan?
— ¿Qué te sucede? —pregunte extrañada no solo me
había dicho Swan cuando ya solía llamarme Bella, también el tono de su voz
reflejaba molestia.
—Sabes que ser jefe de residentes era algo que
quería y te metes en la competencia, eso de "ser jefe de residentes no es
algo que me interese", era solo una farsa.
—Es verdad, no me interesa—tomé su brazo para que
se girara ya que me había dado la espalda, se iba a marchar dejándome ahí.
—Creo que tus acciones no coinciden con tus
palabras Isabella
— ¿Porque estas tan molesto?, solo soy una más de
tus contrincantes y hay tres más, ¿que diferencia hay? —pregunte exaspera por
su actitud como si yo lo hubiera planeado.
—Odio las mentiras y tú me mentiste. ¿En que otra
cosas me has mentido? Confié en ti, yo me he abierto a ti y tu solo te guardas
tus cosas—iba a protestar sabiendo que se refería que no le quería hablar de mi
matrimonio, pero él me lo impidió con un simple movimiento de mano—Pudiste
decirme que te interesaba el puesto y no mentirme.
—Yo no…
—Me vas a decir que también fue una sorpresa para
ti
—Así lo fue—soltó una carcajada irónica —mira
Isabella no se cómo estabas acostumbrada a jugar en Los Ángeles, tal vez
conseguían todo seduciendo a la competencia o con un beso, pero aquí no
funcionan las cosas así. —me estaba hablando como si yo fuera la nueva chica
fácil del hospital. Los recuerdos regresaron a mi mente, me parecía estar
escuchando a Demetri.
Mi respiración se había acelerado, me dolía
respirara y sentía mis ojos arder, pero no iba a llorar, no lo haría delante de
él.
—Bella—coloco su mano en mi hombro pero yo la
aparte de golpe. Di media vuelta y me eche a correr por el pasillo, escuche su
voz llamándome pero no me gire ni mucho menos me detuve.
Gracias
por seguir leyendo mis locuras y siento los horrores de ortografía, pero como
es evidente este capítulo no pasó por manos de mi beta.
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