Sorpresas
EPOV
El vuelo se me había echo eterno, estaba
completamente ansioso por ver a mis dos lindas chicas que sabia estarían
esperando. Baje solo con un pequeño bolso y cuando estuve fuera busque con la
mirada a Bella la encontré en un par de segundo, en sus brazos estaba nuestra
pequeña que había crecido bastante en estas semanas.
Las abrace besando primero a la más pequeña, el
tome en mis brazos para hacerle un par de mimos ganándome una sonrisa y un par
de balbuceos. Sin previo aviso capture los labios de Bella que se movieron con
la misma ansiedad que los míos, la había extrañado más de lo que esperaba, lo
que era un hecho era que no me volvería a separarme de ella.
Cuando llegamos a la casa, un delicioso aroma la
inundaba, me sorprendió ver que había preparado la cena. Me di una ducha y me
puse ropa limpia para ir a la cocina donde sabia que estarían ambas. La vi
terminando de acomodar la mesa por lo que la envolví en mis brazos provocando
que casi soltara la copa que sostenía en sus manos. Halague lo bien que olía
para después besarla nuevamente, un beso que nos dejo sin aire.
No pude sentirme más en casa que estando aquí con
ellas, hablamos de lo que había hecho en el hospital durante el tiempo que
había durado ahí, al igual de lo que había sucedido en el nacimiento de Joshua.
La ayude a acomodar la cocina y me ofrecí a dormir
a mi pequeño ángel que se acurrucaba contra mi cuerpo, me alegraba de que no me
hubiera olvidado.
Me sorprendió ver que una de las habitaciones había
sido acondicionada para nuestra bebita, no estaba completamente decorada pero
sabía que era porque era algo provisional, nuestra casa la buscaríamos en un
par de días, teníamos que encontrar nuestro hogar.
—Sera mejor que duermas princesa. —la cubrí con la
mantita, acaricie su mejilla y me aleje lo que fue un error. Cuando me perdí de
su campo de visión ella lanzo un sollozo que me hizo volver a su lado.
No podría marcharme hasta que hubiera cerrado sus
ojitos y estuviera en el mundo de los sueño. Encendí el monitor que estaba
cerca de ella y salí con cuidado de no despertarla.
La habitación que compartiría con Bella estaba
apenas iluminada y la puerta del baño cerrada, me senté sobre la cama por un
momento pero al no ver que saliera intente tocar pero esta estaba entreabierta
así que la abrí con cuidado y me quede sin aliento al ver a la hermosa mujer
que solo llevaba un pequeño camisón.
No pude reprimir una sonrisa al verla morderse el
labio mientras se veía en el espejo en diferentes ángulos.
— ¡Estas preciosa! — se giro sorprendida dando un
salto hacia atrás. No podía dejar de verla provocando su nerviosismo, algo que
me comenzó a excitar, solo una mirada hacia basta para que ella se
estremeciera.
Camino hacia mí de manera lenta, moviendo sus
caderas como una clara invitación. Se detuvo a escasos centímetros de mi, tomo mis
manos y las acomodo en su cadera mientras sus dedos se deslizaban por mi pecho,
pasando por mi cuello adentrándose en mi cabello, despertando varias de mis
terminaciones nerviosas.
—Quería sorprenderte. — mi cuerpo reacciono al
instante con la suavidad de su voz, había sido con un pequeño ronroneo uno que
hizo crecer más mi excitación. Sus labios acaricio los míos mientras sus manos
seguían rozando mi nuca.
La acerque más a mi cuerpo pegando nuestras caderas
haciéndola sentir lo que había despertado en mi, un pequeño jadeo se escapo de
sus labios.
—Antes de cualquier cosa hay algo que quiero
preguntarte. —levante su barbilla obligándola a mirarme. — ¿Tu fractura ya no
es un problema?
—Estoy bien. —esas palabras era lo que necesitaba
para dejar que la noche nos perteneciera y la disfrutáramos como solo una vez
lo habíamos hecho.
—No me atrevería a lastimarte. — bese la base de su
cuello justo donde podía sentir su pulso acelerado, mis manos se deslizaron por
la suave tela hasta llegar al dobladillo e introducir mis manos debajo tocando
su piel, que era igual de suave como la recordaba, debajo solo sentí una
pequeña prenda que cubría la parte más sensible de su cuerpo.
Camine hacia atrás entrando a la habitación, me
adueñe nuevamente de sus labios haciéndolos abrirse lentamente, sus manos
dejaron mi cabello y fueron al borde de mi polo comenzando a levantarlo pero a
mitad del camino la ayude a quitarme la prenda. Bese la línea de su mandíbula
mordí el lóbulo de su oreja bajando por su cuello y deteniéndome en su
clavícula mordiéndola con suavidad provocando que un jadeo se escapara de sus
carnoso labios.
—He esperado por esto. —murmure dejando que mis
labios recorrieran parte de su piel desnuda hasta llegar a la protuberancia de
sus senos, que parecían habían aumentado un poco de tamaño por la excitación,
las puntas se marcaban a través de la tela. Deje mis labios reposar al borde de
la tela que cubría sus senos y succione un poco, ese simple tacto la hizo
gemir.
Quite mis manos de la suavidad de su piel, acaricie
su abdomen subiendo hasta el borde de sus senos, lentamente y con un poco de
trabajo hice que el pequeño nudo cediera permitiéndome abrir el camisón, deje
de respirar antes de separarme unos centímetros para ver su cuerpo, su piel
parecía brillar, me detuve unos segundos contemplado las puntas rozadas que
estaban erguidas pidiendo ser acariciadas, acomode mis manos a los lados de su
pecho dejando que mis pulgares presionaran sus pezones provocando un gemido de
placer a la vez que dejaba caer su cabeza hacia atrás.
—Ed…Edward. — roce sus labios con la punta de mi
lengua haciéndola gemir, quite el camisón que cayó a sus pies.
—Eres preciosa. —mi voz fue áspera por el deseo
contenido, mi excitación ya era dolorosa, parecía que el pantalón se había
encogido. —creo que es tu turno. —tome sus manos y las deje en mi pantalón, era
claro que deseaba que fuera ella quien terminara de desvestirme.
Bajó la mirada y sentí sus manos desabrochar el
cinturón para seguir con el botón y justo en ese momento la sentí temblar y
apartar sus manos de mi cuerpo.
—Amor…
—No puedo Edward, no soy buena en esto, no sé ni
porque estoy haciendo esto. —se agacho para tomar el camisón que estaba en el
suelo, intento cubrirse y alejarse de mí.
—Bella—la tome del brazo para evitar que se
marchara, coloco el camisón cubriendo su desnudes e intento zafarse de mi
agarre. Lo que me afecto verdaderamente fue el ver que un par de lagrimas
bajaban por sus mejillas, hale de ella mas fuerte obligándola a regresar junto
a mí, la envolví en mis brazos acariciando su piel desnuda de la espalda. —Amor
soy yo.
—Edward yo…—dejé uno de mis dedos en sus labios.
—Ese hombre te hizo más daño del que creía. —apreté
los dientes conteniendo la rabia. Respire profundamente antes de levantar el
rostro obligándola a verme— No sé qué te dijo ese hombre, pero quiero que lo
olvides mi amor, no podemos permitir que el pasado arruine el futuro.
—No soy buena en la cama, no logro…—capture sus
labios para evitar que terminara su frase, porque sabía que lo que iba a escuchar,
me haría enfurecer.
Le quite el camisón de las manos callando la
protesta con el movimiento de mis labios, el levante dejando que me envolviera
con sus piernas y la deposite con suavidad sobre la cama.
—Una cosa más amor, — bese sus parpados, sus mejillas
eliminando el rastro de sus lagrimas— Eres una diosa en la cama y lo mejor de
todo es que eres mía. —retire un mechón de cabello, perdiéndome en su mirada.
—No quiero arruinarlo.
—Jamás lo arruinarías, la única vez que hemos
estado juntos, fue sorprendente. —me incline un poco para rozar sus labios.
—Solo déjate llevar y permite que tu cuerpo disfrute de cada sensación y sobre
todo no te limites.
—Yo no sé como…
—Entonces creo que estos momentos se van a repetir
muy a menudo. La practica hace al maestro.— moví mis cejas de manera sugestiva
arrancando una sonrisa de su rostro. Deslicé mis manos por sus costados, al
mismo tiempo que mis labios recurriendo su cuello hasta llegar a la piel entre
sus senos.
Se removió debajo mi, acaricio mi cabello pero sus
dedos se enterraron cuando mis labios capturaron el pequeño botón rosado que
coronaba sus firmes senos. Se estremeció arqueando su espalda.
Le quite la única prenda que cubría su cuerpo,
dejándola completamente desnuda. Me incorporé para adueñarme nuevamente de sus
labios, era un beso exigente en el que la reclamaba por todo el tiempo que
habíamos estado separados, nuestra respiración se estaba acelerando al igual
que nuestro pulso.
Deje escapar un jadeo cuando sus manos con una
maestría que no había mostrado hace un momento desabrocho mi pantalón y comenzó
a quitarlo, me separe de ella para terminar con la tarea y quedar en las mismas
condiciones que ella.
Nuestros cuerpos estaban ardiendo y cada roce hacia
más insoportable el contenerme de hacerla mía en ese instantes, necesitaba ser
suave y llevar las cosas con calma.
— ¡Dios… Bella! —gruñí cuando envolvió sus piernas
en mi cintura dejando que el calor de su centro tocara mi miembro.
Recorrí su cuerpo con mis labios sin dejar un solo
sitio sin mi atención, de sus labios se desprendían jadeos y gemidos con mi
nombre, sus manos lentamente comenzaron a cobrar vida acariciando mi piel que
parecía estar hirviendo.
Sus pequeñas manos rozaron mis pezones bajando por
mi abdomen hasta llegar a mi pequeño problema, con solo una caricia me hizo
estremecer y lanzar un gruñido de completo placer que la hizo paralizarse.
—No te detengas pequeña. — la vi sonrojarse y
enseguida tuve que cerrar los ojos por las sensaciones tan fuertes que sacudían
mi cuerpo, deje de contenerme y gemí su nombre hasta casi perder el control.
Mi cuerpo se seguía sacudiendo con violencia por
sus caricias, aunque era inexperta me hacia desearla aun mas, intente
contenerme y hacerla disfrutar de la misma manera que ella me estaba haciendo
disfrutar.
Deslice mi mano entre sus muslos, rozando la parte
más intima de su cuerpo que estaba húmeda y casi preparada para recibirme.
Acaricie el pequeño botón que la hizo gritar y removerse de manera violenta.
Gemía pidiendo que continuara, la estaba llevando al borde del orgasmo. Sus
manos abandonaron mi cuerpo, para presionar las sabanas bajo su cuerpo cundo
introduje un par de dedos dentro sintiendo el calor que desprendía. Grito y
gimió mi nombre tras cada espasmo que la sacudió.
En un instante estaba quieta con la respiración
agitada, los ojos cerrados pero su rostro reflejaba la satisfacción que había
logrado.
Me acomode entre sus piernas poniéndolas en mi
cintura y, entrar de un solo golpe arrancando un grito que me paralizo.
— ¿Te lastime amor? —pregunte asustados de poder
haberle hecho daño. Ella abrió sus ojos permitiéndome ver el deseo y no dolor
como creía, se mordió el labio al momento que me envolvió en sus piernas y
comenzó a moverse. Su cuerpo me envolvía perfectamente logrando que cada sensación
fuera más intensa, apoye mis manos justo a los lados de su cabeza apretando las
mantas bajo mis manos, comenzó a gemir de manera incontrolable que hacia
acrecentar mi deseo que seguía en aumento, ahogue sus jadeos con mis labios
moviéndome con más fuerza y rapidez.
Fue en cuestión de minutos en los que nada
importaba, solo éramos los dos disfrutando del contacto del otro, nuestros
labios se separaron cuando ambos logramos llegar al éxtasis.
Me tumbe junto a ella tratando de que mi
respiración y mi pulso volvieran a ser normales. Hale de ella para envolverla
en mis brazos y sentir como se acurrucaba contra mi cuerpo.
—Fue extraordinario ¿Lo repetimos? —ella comenzó a
reír besando mi pecho y envolviendo mi cintura con uno de sus brazos.
—Creo que deberías de darme un poco de tiempo para
recuperarme o no te prometo algo tan… intenso. —la apreté mas contra mi cuerpo
besando su cabello.
Se incorporo llevando la sabana con ella cubriendo
su pecho, lo que era divertido ya que volvía a ser tímida. Pero sin duda amaba
a mi Bella inhibida, la que se entregaba completamente, olvidándose de todo.
Roce su brazo con el dorso de mi mano ya que se
había quedado callada y parecía que no se atrevía a decir lo que estaba pasando
por su cabecita.
—Hay algo que quieras decirme…
—Bienvenido a Casa. —me incorpore para capturar sus
labios, esas simples palabras era lo que necesitaba escuchar, necesitaba saber
que realmente era mi lugar. Coloco sus dedos en mis labios apartándome y
mirándome con extrema dulzura, pego su frente a la mía y suspiro como si
estuviera dándose valor. —Edward yo… te amo.
—Yo también te amo. —volví a besarla apartando la
manta con la que se cubrió y volver a revivir el hermoso momento que hubimos
disfrutado.
Me desperté al escuchar el sonido del teléfono,
moví mi mano intentando encontrar el cuerpo de Bella, pero ella no estaba en la
cama y cuando la busque por la habitación note que tampoco estaba.
La llame un par de veces pero no respondió, por lo
que decidí levantarme y tomar un pantalón y salir a buscarla. La encontré en la
cocina preparando el desayuno con Millie acomodada en su sillita balbuceando e
intentando tomarse sus pies.
—Buenos días, hermosa. —la envolví en mis brazos
besando su cuello y observando que llevaba mi polo y un pantalón de pijama.
— ¿Te despertó el teléfono? —asentí soltándola y
dirigiéndome a mi pequeña que parecía divertida tirando de sus pies. —Era Rose,
quería saber si habías llegado.
Hablamos mientras terminaba de preparar el desayuno
y planeábamos que hacer el resto del día. Habíamos salido a pasear pero por el
frio regresamos a la calidez de la casa, ya que no queríamos exponer a nuestra
bebita a que enfermara; ya tendríamos tiempo de sobra para conocer la ciudad,
nuestra nueva ciudad.
Esa noche fue muy tranquila solo hablamos y
planeamos lo que haríamos durante nuestra primera semana. Me sorprendió cuando
me informo que su trabajo seria desde casa y que solo acudiría al centro de
investigación cuando fuera necesario que el resto del tiempo se lo dedicara a
Millie.
—Podemos contratar a una niñera para que la cuide
mientras ambos trabajamos. —no quería que sus sueños se vieran truncados por
cuidar de nuestra bebé.
—Quiero hacerlo yo. Además es mejor estar en casa
trabajando que encerrada en un lugar frio. Ya hable con el jefe del
departamento, y acepto con la condición de que dentro de dos semanas le
mostrara el protocolo y así poder comenzar con la investigación.
—Veo que es una decisión que ya tomaste y no hay
manera de que cambies de opinión, solo quiero que sepas que podemos contratar
una niñera.
—Yo me hare cargo de Millie.
—Y ella estará más cómoda contigo, que mejor lugar
que junto a su mamá. — tras ese comentario ella se separo de mi sentándose
frente a mí.
—No creo que pueda permitir que Millie me llame
mamá, no cuando su verdadera mamá puede aparecer en cualquier momento.
—Victoria renuncio a ella y no puede exigir nada,
cuando nos divorciamos deje en claro que jamás podría intentar tomar el lugar
que había abandonado, uno que abandonó por una carrera que parece ya no es la
misma.
—Pero eso no quita que sea su madre, ella…
—Ella perdió el derecho de elegir en la vida de
Millie y tú entraste en nuestra vida en el momento que más te necesitábamos,
para ella eres la mujer más importante con la que cuenta. Eres su mamá, te has
ganado que te llame mami, me gusta cómo suena mami Bella.
—Aun pienso que no es una buena…—no la deje
terminar ya que me abalance sobre ella logrando que gritara por la sorpresa.
—Puedo hacer que cambies de opinión.
—No…—la bese en el cuello introduciendo mis manos
bajo su blusa.
—Puedo ser muy persuasivo.
—Muéstrame que tanto. — se sonrojo de una manera
peligrosa al darse cuenta de lo que había dicho, una frase que no era muy
propia de ella, pero que mostraba a la verdadera Bella.
Los primeros días en el hospital fueron algo duros
ya que debía de acostumbrarme donde estaba cada cosa, mi amigo me acompañaba
divertido por el revuelo que alzaba, en parte era porque era considerado entre
los mejores oncólogos y que estuviera trabajando en el hospital daba más
prestigio del que ya tenía.
Salía cerca de las 5 lo que nos permitía ir a ver
algunas de las cosas que se acercaban a nuestras peticiones, pero hasta el
momento ninguna había sido la indicada. La primera la sentía demasiado reducida
en espacio, la siguiente era mucho mejor pero estaba en una zona alejada y no
quería arriesgar a mi familia en un lugar inseguro, las siguientes dos estaban
en condiciones deplorables y las siguientes 5 no eran lo que buscábamos.
El jueves por la tarde llegue a la dirección que
Bella me había dado para ver la siguiente casa. Me detuve frente a una casa de
tres pisos con garaje propio; era una zona segura con un pequeño parque cerca
además de no muy alejada del centro de la ciudad.
Subí por las escaleras observando con detenimiento
la fachada de la casa, me detuve en la puerta antes de llamar y ver que por
ella apareció un hombre que no era David, no era el agente que nos había estado
mostrando las casas anteriores.
—Supongo que usted debe de ser Edward Cullen.
—antes de responder escuche la voz de mi ángel.
—Edward tienes que ver esto. —atravesé el umbral y
camine hasta el lugar donde provenía la voz de Bella.
Era una cocina amplia y bien iluminada, por los
ventanales que se extendían en toda la parte posterior dándonos una vista
estupenda del pardo que se extendía detrás de estas casas. Pero lo mejor de
todo era ver el brillo en los ojos de Bella que mantenía a Millie en sus
brazos, mientras abría cada una de las puertas revisando el especio.
—El comedor está atravesando la puerta de la
derecha, la puerta de cristal que esta junto a los ventanales da a una escalera
que lleva al garaje, donde encontraran una habitación que es la de lavado.
—escuche al hombre que nos mostraba la escalera que era amplia y en forma de
caracol. — la sala está del otro lado del pasillo.
Tome a Millie de sus brazos y seguí a Bella que iba
a revisar el especio que pertenecía a la sala, era una habitación enorme con
una chimenea y amplios ventanales que daban a la calle y el jardín que estaba a
unos metros cruzando la calle.
Bajo la escalera de madera estaba un baño, en el
siguiente nivel había cuatro habitaciones, cada una de ellas con una chimenea y
baño propio, el baño de la habitación principal era más grande y contaba con
una tina de hidromasaje.
El resto de las habitaciones al igual que la mayor
parte de la casa contaba con arañas de cristal dándole un aire de
sofisticación. El hombre no paraba de dar explicaciones, fue hasta que su
teléfono sonó que se disculpo y desapareció dejándonos unos minutos libres.
—Este hombre no es David.
—Se llama Horacio y, es de otra inmobiliaria que
Rose me había recomendado. —me dijo mientras reacomodaba la ropita de Millie.
—Se que no queríamos una casa con varios pisos,
pero esta casa me gusta más que las anteriores y, por el brillo de tus ojos se
que a ti también te gusta.
—Síganme y les mostrare el ático que fue
acondicionado como un centro de entretenimiento, con un pequeño bar. —el ático
estaba alfombrado e iluminado.
Nos dio un momento de privacidad dejándonos hablar
si la casa era una buena opción o no, ella parecía indecisa en aceptar pero su
mirada me decía que se había enamorado de esta casa.
Le entregue a Millie y el deje recorriendo la casa
nuevamente mientras yo hablaba con el hombre acerca de las maneras de pago y
todos los requisitos para poder comprarla y poder mudarnos lo más pronto
posible.
Quedo en enviarme los documentos para hacer que mis
abogados los revisaran y poder proseguir con la compra. Nos despedimos de
Horacio.
Antes de marcharnos a casa fuimos a comprar cosas
para despensa que hacían falta. Ayude a Bella a acomodar lo de las bolsas,
mientras la escuchaba decir que debíamos de ver más casas, antes de comprar
una. Cuando pregunte porque no la respuesta fue simple y directa, todo era por
el precio. Discutimos un poco pero al final gane al hacerle ver que yo pagaría
la casa y no estaba dispuesto a dejar que mi familia viviera en cualquier
sitio.
El viernes esperaba un recibimiento como el de
todos los días, pero en cambio me encontré con una Bella de mal humor, no
respondió a mi beso y se mantenía lejos de mí. Fue hasta que estuvimos en
nuestra habitación que todo exploto.
— ¿Puedo saber porque estas molesta conmigo?
—pregunte desvistiéndome mientras ella acomodaba la cama.
— ¿Cuándo planeabas decírmelo?
— ¿De qué estás hablando? — tomo un periódico que
me lanzo. Lo abrí y encontré la razón de su molestia, había una nota donde
hablaban de los Volturi y de cómo Demetri de veía obligado a cumplir trabajo
comunitario, el no poder salir del país y que toda su familia se viera envuelta
en un escándalo por el carácter violento de Demetri, y todo gracias al
incidente con Edward Cullen…
—Bella…
—Es por eso que no llegaste en la fecha que habías
prometido. Me mentiste diciendo que eran cosas en el hospital.
—No podía decirte lo que había sucedido, no quería
preocuparte.
—Todo eso fue el día que no llamaste y que llegaste
en la madrugada, no hubo cirugía de emergencia ni tu padre en la ciudad.
—coloco sus manos delante impidiéndome acercarme a ella.
—Mi padre fue hasta Seattle cuando le conté lo
sucedido, supe que no debía de decírtelo en ese momento porque te alterarías.
—Como esperabas que reaccionara. Yo mejor que nadie
se de lo que es capaz y, no puedo ser la culpable de que Millie pierda a su
papá, no podría vivir sin ti. —me envolvió en mis brazos pegando su rostro a mi
pecho.
—Se que estas molesta, pero hice lo que tenía que
hacer y, no te voy a pedir disculpas por ello, tenía que protegerte a ti y a
Millie.
—Pero no arriesgándote tú, ¿Me vas a decir cómo fue
que sucedió? —me senté en la cama y la acomode en mi regazo.
—Estaba saliendo del Hospital y el ya me esperaba
en el estacionamiento, la charla se torno algo irritable y el lanzo el primer
golpe así que yo solo me defendí.
—Promete que no volverás a ocultarme nada.
—Te lo prometo. — la bese sellando mi promesa.
Esa noche solo dormí con ella en mis brazos, y
recordando las palabras de mí madre acerca de hacerla una Cullen. Sabía que
ayudaría a mantener su identidad por un tiempo además de que era algo que
ansiaba, el saber que realmente era mía.
La mañana del sábado fui el primero en despertar y
atender el llamado de una pequeña que se detuvo de llorar al verme junto a
ella, me la lleve conmigo para preparar su biberón y preparar el almuerzo a
Bella, era momento de que fuera yo quien la consintiera un poco.
Subí a la habitación cuando el desayuno estuvo
listo y la encontré boca abajo moviendo su mano como si buscara mi cuerpo.
Abrió los ojos desorientada recorriendo la habitación hasta que nos vio observándola.
—Estamos listos para desayunar, solo veníamos a
despertarte. —extendió sus brazos para tomar a Millie que se removió al ver a
Bella. —Creo que alguien quiere estar en los brazos de mamá. —iba a protestar
pero la silencie con un pequeño beso.
Disfrutamos de un desayuno respetable, no era tan
bueno como los que preparaba ella pero al menos no se me había quemado ni había
quedado crudo.
Me levante cuando escuche la puerta cerrarse, unos
segundos después en la entrada de la cocina estaba una rubia que recordaba como
la hermana de Jasper, antes de saludarnos a cualquiera de los dos se abalanzo
para tomar a Millie de su sillita.
—Buenos días Rosalie. —saludo Bella haciéndose
notar.
—Lo siento es que este angelito es irresistible.
—le hizo gestos provocando que sonriera.
—Creo que ya conoces a Edward. —se acerco a mí y me
dio un beso en la mejilla, le ofrecí algo de desayunar y acepto.
—Yo me hago cargo. —Bella me dio una palmadita en
el brazo encargándose de servir el desayuno a su amiga.
Escuche el timbre y me levante dejando a ambas
mujeres poniéndose al día de sus vidas, fuera estaba una figura enorme cubierto
de pies a cabeza haciéndolo parecer como un monstruo de las nieves.
—Podrías ser un poco educado y dejar a tu amigo
pasar, me estoy congelando. —dejo caer la mochila a mis pies y se quito el
gorro que le cubría la cabeza.
— ¿Qué haces aquí Emmett?, quiero decir no te
esperaba.
—Te traje los documentos que enviaste hace un par
de días sobre una casa. —enarque una ceja y el soltó una carcajada. — Estoy tomándome
unas merecidas vacaciones, decidí viajar un poco por Europa y ya que estaba
cerca decidí traértelos en persona. Además quería ver como estaba Bella.
—Está mejor que nunca. —dije con satisfacción al
saber que yo era el responsable de su bienestar.
— ¿La casa es para ella? —pregunto dándome un golpe
en el hombro.
— ¿Quién es? —Bella se asomo por la puerta y su
sonrisa se amplió al ver a Emmett, llego junto a nosotros y abrazo al grandulón
que le dijo algo en el oído haciéndola sonrojar.
— ¿Quieres desayunar? —le pregunte y el acepto
dejando su abrigo en el perchero.
—Creo que hoy iremos de nuevo a surtir la despensa.
— dijo Bella sin dejar de mirar a Emmett, este la levanto del suelo haciéndola
gritar.
La dejo de nuevo en el suelo cuando vio a la rubia
que estaba observándonos.
—Rosalie, el es Emmett mi abogado, del que te he
hablado.
—Y porque a mí no me habías hablado de tu hermosa
amiga. —camino hasta acercarse a ella, y para sorpresa del grandulón ella
regreso a la cocina ignorándolo.
—Porque parece que a Rosalie no le agrado Emmett.
—Porque él comenzó a coquetear con ella. —se
levanto de puntillas y rozo mis labios, la intente seguir cuando el timbre
volvió a sonar, le di una palmadita en el trasero logrando una exclamación
seguida de una risita tonta, regrese a abrir la puerta.
— ¿Quién eres tú? —la mujer vio el papel que tenía
en sus manos y el numero que aparecía junto a la puerta.
— ¿Puedo ayudarla? —pregunte mirándola, había algo
en ella que se me hacia familiar.
—Estoy buscando…—la vi levantarse de puntillas y
ver sobre mi hombro, unos segundos después escuche un par de pasos detrás de
mí. — ¿Isabella?
— ¿Mamá? — me hice a un lado para ver a ambas mujeres que parecían
sorprendidas de verse, pero nadie estaba más sorprendido que yo. No solo había
aparecido Rosalie y después Emmett, si no ahora también la madre de Bella.
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