Mi sol entre millones de estrellas: Capítulo 18



 Sorpresas

EPOV

El vuelo se me había echo eterno, estaba completamente ansioso por ver a mis dos lindas chicas que sabia estarían esperando. Baje solo con un pequeño bolso y cuando estuve fuera busque con la mirada a Bella la encontré en un par de segundo, en sus brazos estaba nuestra pequeña que había crecido bastante en estas semanas.


Las abrace besando primero a la más pequeña, el tome en mis brazos para hacerle un par de mimos ganándome una sonrisa y un par de balbuceos. Sin previo aviso capture los labios de Bella que se movieron con la misma ansiedad que los míos, la había extrañado más de lo que esperaba, lo que era un hecho era que no me volvería a separarme de ella.

Cuando llegamos a la casa, un delicioso aroma la inundaba, me sorprendió ver que había preparado la cena. Me di una ducha y me puse ropa limpia para ir a la cocina donde sabia que estarían ambas. La vi terminando de acomodar la mesa por lo que la envolví en mis brazos provocando que casi soltara la copa que sostenía en sus manos. Halague lo bien que olía para después besarla nuevamente, un beso que nos dejo sin aire.

No pude sentirme más en casa que estando aquí con ellas, hablamos de lo que había hecho en el hospital durante el tiempo que había durado ahí, al igual de lo que había sucedido en el nacimiento de Joshua.

La ayude a acomodar la cocina y me ofrecí a dormir a mi pequeño ángel que se acurrucaba contra mi cuerpo, me alegraba de que no me hubiera olvidado.

Me sorprendió ver que una de las habitaciones había sido acondicionada para nuestra bebita, no estaba completamente decorada pero sabía que era porque era algo provisional, nuestra casa la buscaríamos en un par de días, teníamos que encontrar nuestro hogar.

—Sera mejor que duermas princesa. —la cubrí con la mantita, acaricie su mejilla y me aleje lo que fue un error. Cuando me perdí de su campo de visión ella lanzo un sollozo que me hizo volver a su lado.

No podría marcharme hasta que hubiera cerrado sus ojitos y estuviera en el mundo de los sueño. Encendí el monitor que estaba cerca de ella y salí con cuidado de no despertarla.

La habitación que compartiría con Bella estaba apenas iluminada y la puerta del baño cerrada, me senté sobre la cama por un momento pero al no ver que saliera intente tocar pero esta estaba entreabierta así que la abrí con cuidado y me quede sin aliento al ver a la hermosa mujer que solo llevaba un pequeño camisón.

No pude reprimir una sonrisa al verla morderse el labio mientras se veía en el espejo en diferentes ángulos.

— ¡Estas preciosa! — se giro sorprendida dando un salto hacia atrás. No podía dejar de verla provocando su nerviosismo, algo que me comenzó a excitar, solo una mirada hacia basta para que ella se estremeciera.

Camino hacia mí de manera lenta, moviendo sus caderas como una clara invitación. Se detuvo a escasos centímetros de mi, tomo mis manos y las acomodo en su cadera mientras sus dedos se deslizaban por mi pecho, pasando por mi cuello adentrándose en mi cabello, despertando varias de mis terminaciones nerviosas.

—Quería sorprenderte. — mi cuerpo reacciono al instante con la suavidad de su voz, había sido con un pequeño ronroneo uno que hizo crecer más mi excitación. Sus labios acaricio los míos mientras sus manos seguían rozando mi nuca.

La acerque más a mi cuerpo pegando nuestras caderas haciéndola sentir lo que había despertado en mi, un pequeño jadeo se escapo de sus labios.

—Antes de cualquier cosa hay algo que quiero preguntarte. —levante su barbilla obligándola a mirarme. — ¿Tu fractura ya no es un problema?

—Estoy bien. —esas palabras era lo que necesitaba para dejar que la noche nos perteneciera y la disfrutáramos como solo una vez lo habíamos hecho.

—No me atrevería a lastimarte. — bese la base de su cuello justo donde podía sentir su pulso acelerado, mis manos se deslizaron por la suave tela hasta llegar al dobladillo e introducir mis manos debajo tocando su piel, que era igual de suave como la recordaba, debajo solo sentí una pequeña prenda que cubría la parte más sensible de su cuerpo.

Camine hacia atrás entrando a la habitación, me adueñe nuevamente de sus labios haciéndolos abrirse lentamente, sus manos dejaron mi cabello y fueron al borde de mi polo comenzando a levantarlo pero a mitad del camino la ayude a quitarme la prenda. Bese la línea de su mandíbula mordí el lóbulo de su oreja bajando por su cuello y deteniéndome en su clavícula mordiéndola con suavidad provocando que un jadeo se escapara de sus carnoso labios.

—He esperado por esto. —murmure dejando que mis labios recorrieran parte de su piel desnuda hasta llegar a la protuberancia de sus senos, que parecían habían aumentado un poco de tamaño por la excitación, las puntas se marcaban a través de la tela. Deje mis labios reposar al borde de la tela que cubría sus senos y succione un poco, ese simple tacto la hizo gemir.

Quite mis manos de la suavidad de su piel, acaricie su abdomen subiendo hasta el borde de sus senos, lentamente y con un poco de trabajo hice que el pequeño nudo cediera permitiéndome abrir el camisón, deje de respirar antes de separarme unos centímetros para ver su cuerpo, su piel parecía brillar, me detuve unos segundos contemplado las puntas rozadas que estaban erguidas pidiendo ser acariciadas, acomode mis manos a los lados de su pecho dejando que mis pulgares presionaran sus pezones provocando un gemido de placer a la vez que dejaba caer su cabeza hacia atrás.

—Ed…Edward. — roce sus labios con la punta de mi lengua haciéndola gemir, quite el camisón que cayó a sus pies.

—Eres preciosa. —mi voz fue áspera por el deseo contenido, mi excitación ya era dolorosa, parecía que el pantalón se había encogido. —creo que es tu turno. —tome sus manos y las deje en mi pantalón, era claro que deseaba que fuera ella quien terminara de desvestirme.

Bajó la mirada y sentí sus manos desabrochar el cinturón para seguir con el botón y justo en ese momento la sentí temblar y apartar sus manos de mi cuerpo.

—Amor…

—No puedo Edward, no soy buena en esto, no sé ni porque estoy haciendo esto. —se agacho para tomar el camisón que estaba en el suelo, intento cubrirse y alejarse de mí.

—Bella—la tome del brazo para evitar que se marchara, coloco el camisón cubriendo su desnudes e intento zafarse de mi agarre. Lo que me afecto verdaderamente fue el ver que un par de lagrimas bajaban por sus mejillas, hale de ella mas fuerte obligándola a regresar junto a mí, la envolví en mis brazos acariciando su piel desnuda de la espalda. —Amor soy yo.

—Edward yo…—dejé uno de mis dedos en sus labios.

—Ese hombre te hizo más daño del que creía. —apreté los dientes conteniendo la rabia. Respire profundamente antes de levantar el rostro obligándola a verme— No sé qué te dijo ese hombre, pero quiero que lo olvides mi amor, no podemos permitir que el pasado arruine el futuro.

—No soy buena en la cama, no logro…—capture sus labios para evitar que terminara su frase, porque sabía que lo que iba a escuchar, me haría enfurecer.

Le quite el camisón de las manos callando la protesta con el movimiento de mis labios, el levante dejando que me envolviera con sus piernas y la deposite con suavidad sobre la cama.

—Una cosa más amor, — bese sus parpados, sus mejillas eliminando el rastro de sus lagrimas— Eres una diosa en la cama y lo mejor de todo es que eres mía. —retire un mechón de cabello, perdiéndome en su mirada.

—No quiero arruinarlo.

—Jamás lo arruinarías, la única vez que hemos estado juntos, fue sorprendente. —me incline un poco para rozar sus labios. —Solo déjate llevar y permite que tu cuerpo disfrute de cada sensación y sobre todo no te limites.

—Yo no sé como…

—Entonces creo que estos momentos se van a repetir muy a menudo. La practica hace al maestro.— moví mis cejas de manera sugestiva arrancando una sonrisa de su rostro. Deslicé mis manos por sus costados, al mismo tiempo que mis labios recurriendo su cuello hasta llegar a la piel entre sus senos.

Se removió debajo mi, acaricio mi cabello pero sus dedos se enterraron cuando mis labios capturaron el pequeño botón rosado que coronaba sus firmes senos. Se estremeció arqueando su espalda.

Le quite la única prenda que cubría su cuerpo, dejándola completamente desnuda. Me incorporé para adueñarme nuevamente de sus labios, era un beso exigente en el que la reclamaba por todo el tiempo que habíamos estado separados, nuestra respiración se estaba acelerando al igual que nuestro pulso.

Deje escapar un jadeo cuando sus manos con una maestría que no había mostrado hace un momento desabrocho mi pantalón y comenzó a quitarlo, me separe de ella para terminar con la tarea y quedar en las mismas condiciones que ella.

Nuestros cuerpos estaban ardiendo y cada roce hacia más insoportable el contenerme de hacerla mía en ese instantes, necesitaba ser suave y llevar las cosas con calma.

— ¡Dios… Bella! —gruñí cuando envolvió sus piernas en mi cintura dejando que el calor de su centro tocara mi miembro.

Recorrí su cuerpo con mis labios sin dejar un solo sitio sin mi atención, de sus labios se desprendían jadeos y gemidos con mi nombre, sus manos lentamente comenzaron a cobrar vida acariciando mi piel que parecía estar hirviendo.

Sus pequeñas manos rozaron mis pezones bajando por mi abdomen hasta llegar a mi pequeño problema, con solo una caricia me hizo estremecer y lanzar un gruñido de completo placer que la hizo paralizarse.

—No te detengas pequeña. — la vi sonrojarse y enseguida tuve que cerrar los ojos por las sensaciones tan fuertes que sacudían mi cuerpo, deje de contenerme y gemí su nombre hasta casi perder el control.

Mi cuerpo se seguía sacudiendo con violencia por sus caricias, aunque era inexperta me hacia desearla aun mas, intente contenerme y hacerla disfrutar de la misma manera que ella me estaba haciendo disfrutar.

Deslice mi mano entre sus muslos, rozando la parte más intima de su cuerpo que estaba húmeda y casi preparada para recibirme. Acaricie el pequeño botón que la hizo gritar y removerse de manera violenta. Gemía pidiendo que continuara, la estaba llevando al borde del orgasmo. Sus manos abandonaron mi cuerpo, para presionar las sabanas bajo su cuerpo cundo introduje un par de dedos dentro sintiendo el calor que desprendía. Grito y gimió mi nombre tras cada espasmo que la sacudió.

En un instante estaba quieta con la respiración agitada, los ojos cerrados pero su rostro reflejaba la satisfacción que había logrado.
Me acomode entre sus piernas poniéndolas en mi cintura y, entrar de un solo golpe arrancando un grito que me paralizo.

— ¿Te lastime amor? —pregunte asustados de poder haberle hecho daño. Ella abrió sus ojos permitiéndome ver el deseo y no dolor como creía, se mordió el labio al momento que me envolvió en sus piernas y comenzó a moverse. Su cuerpo me envolvía perfectamente logrando que cada sensación fuera más intensa, apoye mis manos justo a los lados de su cabeza apretando las mantas bajo mis manos, comenzó a gemir de manera incontrolable que hacia acrecentar mi deseo que seguía en aumento, ahogue sus jadeos con mis labios moviéndome con más fuerza y rapidez.

Fue en cuestión de minutos en los que nada importaba, solo éramos los dos disfrutando del contacto del otro, nuestros labios se separaron cuando ambos logramos llegar al éxtasis.

Me tumbe junto a ella tratando de que mi respiración y mi pulso volvieran a ser normales. Hale de ella para envolverla en mis brazos y sentir como se acurrucaba contra mi cuerpo.

—Fue extraordinario ¿Lo repetimos? —ella comenzó a reír besando mi pecho y envolviendo mi cintura con uno de sus brazos.

—Creo que deberías de darme un poco de tiempo para recuperarme o no te prometo algo tan… intenso. —la apreté mas contra mi cuerpo besando su cabello.

Se incorporo llevando la sabana con ella cubriendo su pecho, lo que era divertido ya que volvía a ser tímida. Pero sin duda amaba a mi Bella inhibida, la que se entregaba completamente, olvidándose de todo.

Roce su brazo con el dorso de mi mano ya que se había quedado callada y parecía que no se atrevía a decir lo que estaba pasando por su cabecita.

—Hay algo que quieras decirme…

—Bienvenido a Casa. —me incorpore para capturar sus labios, esas simples palabras era lo que necesitaba escuchar, necesitaba saber que realmente era mi lugar. Coloco sus dedos en mis labios apartándome y mirándome con extrema dulzura, pego su frente a la mía y suspiro como si estuviera dándose valor. —Edward yo… te amo.

—Yo también te amo. —volví a besarla apartando la manta con la que se cubrió y volver a revivir el hermoso momento que hubimos disfrutado.

Me desperté al escuchar el sonido del teléfono, moví mi mano intentando encontrar el cuerpo de Bella, pero ella no estaba en la cama y cuando la busque por la habitación note que tampoco estaba.

La llame un par de veces pero no respondió, por lo que decidí levantarme y tomar un pantalón y salir a buscarla. La encontré en la cocina preparando el desayuno con Millie acomodada en su sillita balbuceando e intentando tomarse sus pies.

—Buenos días, hermosa. —la envolví en mis brazos besando su cuello y observando que llevaba mi polo y un pantalón de pijama.

— ¿Te despertó el teléfono? —asentí soltándola y dirigiéndome a mi pequeña que parecía divertida tirando de sus pies. —Era Rose, quería saber si habías llegado.

Hablamos mientras terminaba de preparar el desayuno y planeábamos que hacer el resto del día. Habíamos salido a pasear pero por el frio regresamos a la calidez de la casa, ya que no queríamos exponer a nuestra bebita a que enfermara; ya tendríamos tiempo de sobra para conocer la ciudad, nuestra nueva ciudad.

Esa noche fue muy tranquila solo hablamos y planeamos lo que haríamos durante nuestra primera semana. Me sorprendió cuando me informo que su trabajo seria desde casa y que solo acudiría al centro de investigación cuando fuera necesario que el resto del tiempo se lo dedicara a Millie.

—Podemos contratar a una niñera para que la cuide mientras ambos trabajamos. —no quería que sus sueños se vieran truncados por cuidar de nuestra bebé.

—Quiero hacerlo yo. Además es mejor estar en casa trabajando que encerrada en un lugar frio. Ya hable con el jefe del departamento, y acepto con la condición de que dentro de dos semanas le mostrara el protocolo y así poder comenzar con la investigación.

—Veo que es una decisión que ya tomaste y no hay manera de que cambies de opinión, solo quiero que sepas que podemos contratar una niñera.

—Yo me hare cargo de Millie.

—Y ella estará más cómoda contigo, que mejor lugar que junto a su mamá. — tras ese comentario ella se separo de mi sentándose frente a mí.

—No creo que pueda permitir que Millie me llame mamá, no cuando su verdadera mamá puede aparecer en cualquier momento.

—Victoria renuncio a ella y no puede exigir nada, cuando nos divorciamos deje en claro que jamás podría intentar tomar el lugar que había abandonado, uno que abandonó por una carrera que parece ya no es la misma.

—Pero eso no quita que sea su madre, ella…

—Ella perdió el derecho de elegir en la vida de Millie y tú entraste en nuestra vida en el momento que más te necesitábamos, para ella eres la mujer más importante con la que cuenta. Eres su mamá, te has ganado que te llame mami, me gusta cómo suena mami Bella.

—Aun pienso que no es una buena…—no la deje terminar ya que me abalance sobre ella logrando que gritara por la sorpresa.

—Puedo hacer que cambies de opinión.

—No…—la bese en el cuello introduciendo mis manos bajo su blusa.

—Puedo ser muy persuasivo.

—Muéstrame que tanto. — se sonrojo de una manera peligrosa al darse cuenta de lo que había dicho, una frase que no era muy propia de ella, pero que mostraba a la verdadera Bella.

Los primeros días en el hospital fueron algo duros ya que debía de acostumbrarme donde estaba cada cosa, mi amigo me acompañaba divertido por el revuelo que alzaba, en parte era porque era considerado entre los mejores oncólogos y que estuviera trabajando en el hospital daba más prestigio del que ya tenía.

Salía cerca de las 5 lo que nos permitía ir a ver algunas de las cosas que se acercaban a nuestras peticiones, pero hasta el momento ninguna había sido la indicada. La primera la sentía demasiado reducida en espacio, la siguiente era mucho mejor pero estaba en una zona alejada y no quería arriesgar a mi familia en un lugar inseguro, las siguientes dos estaban en condiciones deplorables y las siguientes 5 no eran lo que buscábamos.

El jueves por la tarde llegue a la dirección que Bella me había dado para ver la siguiente casa. Me detuve frente a una casa de tres pisos con garaje propio; era una zona segura con un pequeño parque cerca además de no muy alejada del centro de la ciudad.

Subí por las escaleras observando con detenimiento la fachada de la casa, me detuve en la puerta antes de llamar y ver que por ella apareció un hombre que no era David, no era el agente que nos había estado mostrando las casas anteriores.

—Supongo que usted debe de ser Edward Cullen. —antes de responder escuche la voz de mi ángel.

—Edward tienes que ver esto. —atravesé el umbral y camine hasta el lugar donde provenía la voz de Bella.

Era una cocina amplia y bien iluminada, por los ventanales que se extendían en toda la parte posterior dándonos una vista estupenda del pardo que se extendía detrás de estas casas. Pero lo mejor de todo era ver el brillo en los ojos de Bella que mantenía a Millie en sus brazos, mientras abría cada una de las puertas revisando el especio.

—El comedor está atravesando la puerta de la derecha, la puerta de cristal que esta junto a los ventanales da a una escalera que lleva al garaje, donde encontraran una habitación que es la de lavado. —escuche al hombre que nos mostraba la escalera que era amplia y en forma de caracol. — la sala está del otro lado del pasillo.

Tome a Millie de sus brazos y seguí a Bella que iba a revisar el especio que pertenecía a la sala, era una habitación enorme con una chimenea y amplios ventanales que daban a la calle y el jardín que estaba a unos metros cruzando la calle.

Bajo la escalera de madera estaba un baño, en el siguiente nivel había cuatro habitaciones, cada una de ellas con una chimenea y baño propio, el baño de la habitación principal era más grande y contaba con una tina de hidromasaje.

El resto de las habitaciones al igual que la mayor parte de la casa contaba con arañas de cristal dándole un aire de sofisticación. El hombre no paraba de dar explicaciones, fue hasta que su teléfono sonó que se disculpo y desapareció dejándonos unos minutos libres.

—Este hombre no es David.

—Se llama Horacio y, es de otra inmobiliaria que Rose me había recomendado. —me dijo mientras reacomodaba la ropita de Millie.

—Se que no queríamos una casa con varios pisos, pero esta casa me gusta más que las anteriores y, por el brillo de tus ojos se que a ti también te gusta.

—Síganme y les mostrare el ático que fue acondicionado como un centro de entretenimiento, con un pequeño bar. —el ático estaba alfombrado e iluminado.

Nos dio un momento de privacidad dejándonos hablar si la casa era una buena opción o no, ella parecía indecisa en aceptar pero su mirada me decía que se había enamorado de esta casa.

Le entregue a Millie y el deje recorriendo la casa nuevamente mientras yo hablaba con el hombre acerca de las maneras de pago y todos los requisitos para poder comprarla y poder mudarnos lo más pronto posible.

Quedo en enviarme los documentos para hacer que mis abogados los revisaran y poder proseguir con la compra. Nos despedimos de Horacio.

Antes de marcharnos a casa fuimos a comprar cosas para despensa que hacían falta. Ayude a Bella a acomodar lo de las bolsas, mientras la escuchaba decir que debíamos de ver más casas, antes de comprar una. Cuando pregunte porque no la respuesta fue simple y directa, todo era por el precio. Discutimos un poco pero al final gane al hacerle ver que yo pagaría la casa y no estaba dispuesto a dejar que mi familia viviera en cualquier sitio.

El viernes esperaba un recibimiento como el de todos los días, pero en cambio me encontré con una Bella de mal humor, no respondió a mi beso y se mantenía lejos de mí. Fue hasta que estuvimos en nuestra habitación que todo exploto.

— ¿Puedo saber porque estas molesta conmigo? —pregunte desvistiéndome mientras ella acomodaba la cama.

— ¿Cuándo planeabas decírmelo?

— ¿De qué estás hablando? — tomo un periódico que me lanzo. Lo abrí y encontré la razón de su molestia, había una nota donde hablaban de los Volturi y de cómo Demetri de veía obligado a cumplir trabajo comunitario, el no poder salir del país y que toda su familia se viera envuelta en un escándalo por el carácter violento de Demetri, y todo gracias al incidente con Edward Cullen…

—Bella…

—Es por eso que no llegaste en la fecha que habías prometido. Me mentiste diciendo que eran cosas en el hospital.

—No podía decirte lo que había sucedido, no quería preocuparte.

—Todo eso fue el día que no llamaste y que llegaste en la madrugada, no hubo cirugía de emergencia ni tu padre en la ciudad. —coloco sus manos delante impidiéndome acercarme a ella.

—Mi padre fue hasta Seattle cuando le conté lo sucedido, supe que no debía de decírtelo en ese momento porque te alterarías.

—Como esperabas que reaccionara. Yo mejor que nadie se de lo que es capaz y, no puedo ser la culpable de que Millie pierda a su papá, no podría vivir sin ti. —me envolvió en mis brazos pegando su rostro a mi pecho.

—Se que estas molesta, pero hice lo que tenía que hacer y, no te voy a pedir disculpas por ello, tenía que protegerte a ti y a Millie.

—Pero no arriesgándote tú, ¿Me vas a decir cómo fue que sucedió? —me senté en la cama y la acomode en mi regazo.

—Estaba saliendo del Hospital y el ya me esperaba en el estacionamiento, la charla se torno algo irritable y el lanzo el primer golpe así que yo solo me defendí.

—Promete que no volverás a ocultarme nada.

—Te lo prometo. — la bese sellando mi promesa.

Esa noche solo dormí con ella en mis brazos, y recordando las palabras de mí madre acerca de hacerla una Cullen. Sabía que ayudaría a mantener su identidad por un tiempo además de que era algo que ansiaba, el saber que realmente era mía.

La mañana del sábado fui el primero en despertar y atender el llamado de una pequeña que se detuvo de llorar al verme junto a ella, me la lleve conmigo para preparar su biberón y preparar el almuerzo a Bella, era momento de que fuera yo quien la consintiera un poco.

Subí a la habitación cuando el desayuno estuvo listo y la encontré boca abajo moviendo su mano como si buscara mi cuerpo. Abrió los ojos desorientada recorriendo la habitación hasta que nos vio observándola.

—Estamos listos para desayunar, solo veníamos a despertarte. —extendió sus brazos para tomar a Millie que se removió al ver a Bella. —Creo que alguien quiere estar en los brazos de mamá. —iba a protestar pero la silencie con un pequeño beso.

Disfrutamos de un desayuno respetable, no era tan bueno como los que preparaba ella pero al menos no se me había quemado ni había quedado crudo.

Me levante cuando escuche la puerta cerrarse, unos segundos después en la entrada de la cocina estaba una rubia que recordaba como la hermana de Jasper, antes de saludarnos a cualquiera de los dos se abalanzo para tomar a Millie de su sillita.

—Buenos días Rosalie. —saludo Bella haciéndose notar.

—Lo siento es que este angelito es irresistible. —le hizo gestos provocando que sonriera.

—Creo que ya conoces a Edward. —se acerco a mí y me dio un beso en la mejilla, le ofrecí algo de desayunar y acepto.

—Yo me hago cargo. —Bella me dio una palmadita en el brazo encargándose de servir el desayuno a su amiga.

Escuche el timbre y me levante dejando a ambas mujeres poniéndose al día de sus vidas, fuera estaba una figura enorme cubierto de pies a cabeza haciéndolo parecer como un monstruo de las nieves.

—Podrías ser un poco educado y dejar a tu amigo pasar, me estoy congelando. —dejo caer la mochila a mis pies y se quito el gorro que le cubría la cabeza.

— ¿Qué haces aquí Emmett?, quiero decir no te esperaba.

—Te traje los documentos que enviaste hace un par de días sobre una casa. —enarque una ceja y el soltó una carcajada. — Estoy tomándome unas merecidas vacaciones, decidí viajar un poco por Europa y ya que estaba cerca decidí traértelos en persona. Además quería ver como estaba Bella.

—Está mejor que nunca. —dije con satisfacción al saber que yo era el responsable de su bienestar.

— ¿La casa es para ella? —pregunto dándome un golpe en el hombro.

— ¿Quién es? —Bella se asomo por la puerta y su sonrisa se amplió al ver a Emmett, llego junto a nosotros y abrazo al grandulón que le dijo algo en el oído haciéndola sonrojar.

— ¿Quieres desayunar? —le pregunte y el acepto dejando su abrigo en el perchero.

—Creo que hoy iremos de nuevo a surtir la despensa. — dijo Bella sin dejar de mirar a Emmett, este la levanto del suelo haciéndola gritar.

La dejo de nuevo en el suelo cuando vio a la rubia que estaba observándonos.

—Rosalie, el es Emmett mi abogado, del que te he hablado.

—Y porque a mí no me habías hablado de tu hermosa amiga. —camino hasta acercarse a ella, y para sorpresa del grandulón ella regreso a la cocina ignorándolo.

—Porque parece que a Rosalie no le agrado Emmett.

—Porque él comenzó a coquetear con ella. —se levanto de puntillas y rozo mis labios, la intente seguir cuando el timbre volvió a sonar, le di una palmadita en el trasero logrando una exclamación seguida de una risita tonta, regrese a abrir la puerta.

— ¿Quién eres tú? —la mujer vio el papel que tenía en sus manos y el numero que aparecía junto a la puerta.

— ¿Puedo ayudarla? —pregunte mirándola, había algo en ella que se me hacia familiar.

—Estoy buscando…—la vi levantarse de puntillas y ver sobre mi hombro, unos segundos después escuche un par de pasos detrás de mí. — ¿Isabella?

— ¿Mamá? — me hice a un lado para ver a ambas mujeres que parecían sorprendidas de verse, pero nadie estaba más sorprendido que yo. No solo había aparecido Rosalie y después Emmett, si no ahora también la madre de Bella.

...

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