Protegiendo a un playboy: Capítulo 6


Tareas Domesticas.


Estaba sin poder reaccionar, su aliento acaricio mi rostro y sentía como la fuerza en mis piernas comenzaba a desaparecer dejando caer todo mi peso en el hombre que me mantenía firmemente en sus brazos y pegada a su cuerpo. Sus labios estaban a solo un par de milímetros para unirse a los míos y me sorprendió el querer que lo hiciera.

—Están en un lugar público, controlen sus hormonas. — escuche una voz que rompió el momento y de inmediato me recompuse evitando que me vieran en un momento de debilidad.


— ¡Emmett! — escuche la voz de Rosalie que reprendía a su esposo y yo solo pude agradecerle en silencio por llegar en el momento más vulnerable y en el que me había rendido ante los encantos del diablo Cullen.

Me separe de Edward evitando no ser demasiado evidente, sonreí de lado. Hablamos por un momento y antes de que la conversación se prolongara me disculpe por tener cosas que hacer lo que no había tomado en cuenta es que "las cosas por hacer" se malinterpretarían por la clase de cosas que no pensaba hacer con Edward.

—Ya hablaremos en otra ocasión, vayan y disfruten de la intimidad que les brinda su casa. —Emmett golpeo amistosamente el brazo de Edward que sonrió ampliamente e intento tomarme de la cintura pero di un saltito alejándome de él. — No te avergüences Marie, es obvio que es lo que…

—Déjalos tranquilos, ellos sabrán que es lo que hacen en su tiempo libre.

—Bebé, es obvio que este par no se puede quitar las manos de encima, su mirada lo dice todo.

—Tenemos que irnos, hasta pronto. —me despedí sintiendo mis mejillas arder y solo basto una mirada a Edward para que subiera a la pick up.
Mantuve la vista en el camino intentando olvidar lo que había estado a punto de suceder entre nosotros.

— ¿Qué es lo que pretendías con ese numerito? —pregunte molesta logrando que el solo sonriera y me mirara con superioridad.

—Vi a los McCarty acercarse y se me ocurrió que sería bueno dar una muestra de afecto con mi esposa. No creo que se viera bien que me siguiera riendo de lo que había ocurrido. —se cruzo de brazos. —solo fue actuación.

—Simple actuación—lo repetí en silencio para darme cuenta de que había estado a punto de cometer una estupidez, el solo estaba actuando y yo iba a quedar como una tonta.

—Vas a descomponer esta basura. —el atronador ruido del motor me hizo quitar el pie del acelerador ya que por el enfado había acelerado más de la cuenta. — ¿Estas molesta porque en verdad no te iba a besar?

— ¡Estas loco! —exclame de manera sarcástica evitando que descubierta que era verdad.

Saque mi móvil de mi pequeño bolso, busque el número de Demetri que contesto al segundo timbrazo.

— ¿Aun sigue vivo nuestro testigo? —pregunto con tono divertido lo que me hizo bufar.

—Lamentablemente lo sigue estando y sigue igual de insoportable. ¿Crees que reciba una condena muy larga si lo mato? —pregunte mirándolo con una sonrisa en los labios y notando como sus ojos se abrían.

—No juegues con eso Swan. ¿Qué sucede?

—Fuimos a la lavandería y un hombre está vigilando…—Edward soltó una carcajada "le contaras que lo atacaste" dijo por lo bajo. — Quiero que me des toda la información que tengan acerca de Scott Anderson.

—Me pareció oír que lo atacaste ¿hiciste eso? —acomode el teléfono entre mi hombro y la oreja para hacer un cambio de velocidad.

—Lo vi pasar varias veces por la lavandería donde nos encontrábamos y después nos siguió al estacionamiento diciendo que solo quería saber mi nombre. Pero en este momento no podemos confiarnos de nadie, además el de dos parejas más: Alice y Jasper Hale y Emmett y Rosalie McCarty.

—Eres una paranoica. —gruño Edward.

—Solo hago mi trabajo y tú deberías de agradecerlo.

—Sigo en la línea y no me gusta ser testigo de un pleito marital. —se burlo Demetri.

—Solo consigue lo que te pedí y me llamas cuando lo tengas. —colgué antes de que siguiera con sus burlas.

Me estacione de manera brusca, revise que todo estuviera en orden para después bajar y dejar que Edward descendiera de la camioneta, tome mis cosas y espera a que Edward tomara las suyas.

—Muévete Masen—le indique en un gruñido moviendo la cabeza, en lugar de hacer lo que decía se detuvo frente a mí.

—Esta irritada porque no te bese— su burla hizo mi sangre bullir.

—Ya te dije un millón de veces que tus encantos no sirven conmigo y que debes de segur las reglas que te di el primer día. —pase junto a él subiendo el primer escalón y girándome para ver que me siguiera, pero no solo vi que seguía de pie sin mover un musculo también me percate de que nuestros vecinos estaban asomados por la ventana que estaba junto a la puerta.

Acomode la cesta en un brazo y con el que me había quedado libre salude a nuestros vecinos que parecieron sorprendidos y lo devolvieron para después desaparecer.

Ese día evite estar con Edward el mayor tiempo posible, pero no fue una tarea difícil ya que él se mantuvo en su habitación, cuando llevaba más de tres horas sin salir y hacer el mas mínimo ruido me asome para verlo dormir en la amplia cama y sin querer me quede contemplando que hasta dormido parecía un hombre dominante y un poco engreído pero eso no quitaba que fuera un hombre guapo, verdaderamente lo era.

Me lleve la mano a la frente y las mejillas para comprobar que no tuviera fiebre, de que otra manera podía estar delirando de esta manera. Edward Cullen era mi responsabilidad debía de protegerlo mas no involucrarme con él, había muchas cosas en juego. Cerré la puerta con cuidad y lo deje seguir durmiendo hasta la hora de la cena.

Antes de dormir recibí la llamada que había estado esperando. Demetri me dio toda la información que necesitaba, las cinco personas estaban completamente limpias y no había e que preocuparse.

La primera semana transcurrió con "normalidad" Edward seguía siendo Edward y yo intentaba inútilmente que ese millonario engreído comenzara a comportarse, había momentos en los que no me parecía tan desagradable, pero un segundo después soltaba un comentario que me hacia odiarlo nuevamente.

Me levante como cada mañana, aprovechaba que Edward aun seguía durmiendo para darme una ducha y disfrutar del contacto del agua con mi cuerpo, después bajaba a la cocina a preparar solo un poco de cereal con leche y no pude reprimir un bufido al ver los platos sucios que Edward había dejado de la noche anterior.

—Hasta cuando vas a comprender que debes de lavar tus platos. —le pregunte cuando entro en la cocina con pantalón deportivo y una playera rota y el cabello completamente revuelto.

—Tú puedes hacerlo por mí. — me dijo sin mirarme y caminando directo al refrigerador.

—Soy la encargada de tu seguridad mas no tu sirvienta, eso ya lo habíamos discutido.

—Lo que tú digas.

Antes de comenzar una discusión salí de la cocina y lo deje solo mientras iba por el periódico que diariamente estaba en nuestra puerta.

Todo parecía bastante tranquilo, se hablaba del caso por el cual Edward estaba siendo custodiado y comenzaba a hacerse notorio el miedo en James, el hombre había dejado de asistir a varios eventos públicos y eso solo era por el nerviosismo que le causaba que Edward aun siguiera vivo.

Durante la semana recibí llamadas de Demetri y de Jake que solo lo hacían para comprobar que todo estuviera marchando a la perfección y poder tranquilizar a la familia Cullen que seguía preocupados por el bienestar de su adorado playboy.

Sin pensarlo ya habían pasado tres semanas y nada había cambiado, nuestras peleas seguían siendo igual que siempre. Habíamos coincidido un par de veces con los Hale y los McCarty. Habíamos ido de compras un par de veces y estas Edward ya parecía mas civilizado y hasta había adquirido un par de gustos que no me podía creer, pero evitaba decir algo para no desencadenar una tercera guerra mundial por un par de papas a la francesa congeladas o sopas instantáneas.

Era la noche del domingo y estaba removiéndome en mi cama sin poder conciliar el sueño, así que evitando hacer el menor ruido tome de uno de mis cajones una baraja que me había regalado Demetri para combatir el aburrimiento. Salí de la habitación y baje a la cocina por un poco de agua ya que estaba haciendo un poco de calor algo extraño en esta ciudad que siempre parecía estar nublada, pero seguro que era normal debido a que era verano.

Me acomode en la sala y comencé a jugar solitario. Por mi mente no dejaban de pasar imágenes de las semanas que había compartido con Edward, había habido momentos en los que mi autocontrol había flaqueado peligrosamente, pero seguía manteniéndome fuera de su lista de conquistas. Con esos pensamientos solo pude estremecerme; no podía bajar mis barreras y convertirme en una más para él, yo valía mas de lo que él pensaba.

— ¿Problemas de insomnio o es que nunca duermes? —me gire sobresaltada al no escucharlo bajar; la boca se me seco al ver que solo llevaba un short y su torso estaba descubierto permitiéndome apreciar su marcado abdomen y sus piernas musculosas.

— ¿Te desperté? —pregunte rogando porque mi voz no denotara mi nerviosismo y la ola de excitación que había levantado.

—Un mal sueño y cuando desperté vi que había luz debajo de mi puerta y decidí salir a ver si habías olvidado apagar alguna y te encontré aquí jugando solitario. —se acomodo junto a mí. — ¿Qué dices si jugamos una partida de póker?

— ¿Por qué no? —levante las cartas de la mesa y comencé a revolverlas.

—Hagamos esto más interesante. Ya que no hay dinero de por medio que dices si lo hacemos de prendas. —sugirió mirándome sugestivamente, en ese momento baje la vista y mis mejillas se calentaron al notar que llevaba un short que era cubierto por una camiseta demasiado grande ocultando mi cuerpo.

—Tú no tienes mucho que perder y la verdad lo último que deseo es verte desnudo—me estremecí como si eso me repugnara, pero la verdad es que mi cuerpo me había traicionado.

—Sabes que te mueres por ver lo que…—levante la mano en señal de que guardara silencio y así lo hizo no sin mostrarme una resplandeciente sonrisa.

—Podemos jugar por las tareas domesticas de toda una semana, es hora de que en verdad hagas algo. —lo rete, al principio hizo un gesto de completo desagrado.

—Eso quiero decir que si gano, tu harás todas las tareas domesticas incluyendo el arreglar mi habitación y llevar mi ropa a la lavandería. —enarque una ceja al imaginarme haciendo el único par de cosas que él era capaz de hacer casi a la perfección, porque en lo demás era un completo asco.

—Si yo gano tú te harás cargo de las tareas de la casa, pero de mi habitación me hago cargo yo.

—Es un trato. —extendió su mano, solté un suspiro y la tome sintiendo un extraño cosquilleo que me hizo apartarla de golpe y al parecer él había sentido lo mismo ya que me miro de manera extraña. — reparte.

—Prepárate para perder.

—Soy un gran jugador de Póker. —tomo su cartas.

Me acomode en el sillón y una sonrisa se formo en mi rostro al saber que yo era la mejor en este juego, un par de veces había dejado sin un par de dólares a mis compañeros de trabajo quienes habían aprendido la lección y me evitaban.

Una hora después ahí estaba Edward completamente derrotado.

—Una mas y esta si será…

—Eso has dicho las ultimas 5 veces. —le dije lanzando las cartas sobre la mesa y mirándolo divertida. —Sera mejor que vayas a la cama no olvides que debes de preparar el desayuno.

— ¿No hablas en serio?

—Sí que lo hago. — sin saber porque lo hice revolví su cabello y fui directamente a la cocina por mas agua, sintiendo su mirada puesta en mi.

Mientras servía el agua en mi vaso, no pude evitar preguntarme ¿Por qué había hecho eso?, seguro era el cansancio que me estaba haciendo desvariar. Cuando Salí de la cocina note que la sala ya estaba en completa oscuridad y Edward estaba al pie de la escalera.

—Es hora de dormir, mañana debes de madrugar. —le dije con una enorme sonrisa haciendo que gruñera.

Me levante a la hora acostumbrada y me di una ducha como cada mañana y me encontré con que Edward aun seguía dormido, lo espere cerca de media hora pero ese hombre parecía no querer salir de la cama.

— ¡Arriba! —grite golpeando la puerta de su habitación.

—Largo. —me moví justo a tiempo antes de que una de sus almohadas me golpeara.

—Tengo hambre y tú tienes que preparar el desayuno. —abrí las cortinas permitiendo que la claridad de la mañana iluminara su habitación haciendo que soltara un par de palabrotas.

Fue divertido verlo comenzar a prepara un par de huevos, pero dejo de serlo cuando estuvo a punto de incendiar la cocina por dejar un trapo cerca del fuego, derramo jugo en la encimera y el pan se quemo y qué decir del microondas que se descompuso por meter un cacerola de metal.

Fui a acomodar mi habitación mientras el sacudía el polvo y utilizaba por primera vez la escoba ¿Qué podía salir mal? Un par de lámparas rotas y el cristal de una de las ventanas estrellado, ¿Cómo lo había hecho? Eso siempre será un misterio.

La comida no había ido mejor que el desayuno, por lo que decidí hacerme cargo de los alimentos ya que no quería que ambos llegáramos al hospital por una intoxicación.

Era miércoles y Edward no dejaba de protesta de las tareas que tenía que hacer, pensé que en cualquier momento se diera por vencido pero hasta el momento no se había rendido y continua intentando demostrarme que el podía manejar esa situación, cuando era claro que estaba totalmente fuera de sus manos.

Podía ser un empresario exitoso, pero era un desastre en cuanto a tareas domesticas.

El jueves por la mañana tuvimos problemas con la tubería de la cocina, así que intente destaparla sin éxito y rendida tome mis cosas para ir en busca de un plomero.

—Puedo hacerlo yo. —lo mire sin poder creer que él se estuviera ofreciendo a hacer esa clase de trabajo.

— ¿Al menos tienes una idea de lo que tienes que hacer?

— ¿Qué tal difícil puede ser? —se encogió de hombros y bajo al sótano en donde había un par de herramientas.

Me apoye en una de las encimera mientras lo veía utilizar herramientas que era evidente jamás había utilizado en su vida, soltó un par de palabrotas y murmuraba cosas sin sentido. Me perdí mirándolo, todo lo que nos rodeaba comenzó a desvanecerse y solo pude fijarme en su cuerpo que comenzaba a hacer estragos en el mío.

Un estruendo fue lo que me regreso a la realidad, había roto la tubería, no solo su camisa estaba manchada de con restos de comida lo que me parecía repugnante, pero me acerque a él para intentar ayudarlo a cerrar la llave y evitar que la cocina se siguiera inundando.

Nuestra ropa termino empapada. Le lance una mirada molesta pero no pude evitar reírme al ver su cara de repugnancia por su ropa manchada.

Edward se puso de pie y yo lo imite al tiempo que despegaba mi playera de mi cuerpo, ya que esta se había adherido como una segunda piel y, podía sentir la mirada de Edward lo que me hizo sentir nerviosa, intente abandonar la habitación pero di un mal paso que me iba a enviar al suelo, un par de manos se adueñaron de mis cintura y ambos perdimos el equilibrio y fuimos directamente al suelo. Una exclamación salió de mis labios al sentir como mi cuerpo golpeaba contra el de Edward, en algún momento el nos había girado siendo él, el primero en tocar el suelo.

Como habían pasado tantas veces, mi mente sabia que es lo que debía de hacer pero mi cuerpo no reaccionaba, note como su mirada abandonaba la mía para bajar a mis labios; no pude evitar cerrar los ojos al comprobar que estaba despertando una parte de mi que deseaba siguiera en duermevela, mis pezones se endurecieron y supe que él lo había notado por el pequeño gemido que se escapo de sus labios al mismo tiempo que uno salió de los míos.

Antes de poder decir alguna palabra el timbre sonó haciéndome levantar la mirada hacia la entrada de la cocina donde se podía ver la puerta y por ella un par de sombras, pero eso no fue lo único que note: uno de los tapetes que estaba debajo de una de las mesillas cerca de la puerta estaba un poco abultado y había rastros de polvo.

— ¿Estas ocultando la basura? —le pregunte mirándolo con el entrecejo fruncido, me levante de un salto y fui hasta el lugar donde descubrí un montoncito de basurillas. — ¿Qué querías que hiciera con ella? —se encogió de hombros.

—Eres…—mis palabras fueron interrumpidas por el sonido del timbre. — esto aun no termina.

Abrí la puerta para encontrarme con Rosalie y Emmett que con solo verme abrieron los ojos sin poder ocultar su sorpresa.

—Ustedes sí que se divierten. —soltó Emmett al tiempo que veía a Edward que había llegado junto a mí.

—Alguien quiso demostrar sus dotes de plomero cuando no tiene la más mínima idea de cómo usar las herramientas. — bufe cruzándome de brazos para ocultar mi pecho.

—Acostúmbrate— me dijo Rose mirando a su esposo con lo que parecía ser resignación—. Ellos creen que pueden hacerlo todo, cuando en realidad apenas son capaces de realizar las labores domesticas más sencillas.

—Me lo dices a mí. —Deje escapar un resoplido apoyándome en el umbral de la puerta— esta casa se ha convertido en un caos desde que Anthony se hace cargo de ella. Me recordare no dejarlo acercarse a ningún objeto de limpieza porque él lo puede convertir en un arma mortal.

— ¿Eres el amo del hogar? —se burlo Emmett.

—No tenías porque decir eso. —me gruño.

—Perdió una apuesta y durante esta semana es el encargado de las tareas domesticas, pero ahora pienso que fue un e…

—Tú fuiste la que lo propuso, yo sugerí algo más interesante. —me recordó pasando una mano por mi cinta y pegándome a su cuerpo.

— ¡Pícaro! — le sonrió Rose de manera divertida dándole una palmadita en el brazo. —Te puedo dar el número de un buen plomero.

—Eso sería maravilloso.

—Nosotros solo pasábamos por aquí para invitarlos a cenar a nuestra casa el fin de semana, también estará mi hermano y su esposa, se que les caerán muy bien.

—Además es momento de que abandonen su madriguera y socialicen, no toda la vida se la pueden vivir en la cama.

—Nosotros no…— me erguí al escuchar las palabras de Emmett y Edward parecía complacido.

—Jessica estaba comentando el otro día en el supermercado que ustedes sí que se divierten, que todos los días hay bastante ruido saliendo de esta casa. — mire a Edward y después a los McCarty que nos veían divertidos.

— ¿Qué podemos decir? —dijo Edward como si no fuera algo muy normal.

— ¡Anthony! —lo separe de mi haciéndolo reír al igual que nuestros vecinos.

Tuve que soportar las risas y comentarios acerca de nuestra maravillosa "vida intima", los ruidos que nuestra vecina pensaba eran de diversión eran nuestras habituales discusiones. Fuera de casa éramos una pareja enamorada, pero dentro nos convertíamos en enemigos y la casa no era otra cosa más que el campo de batalla.

Cuando finalmente nuestros vecinos se fueron llame al plomero desde mi móvil y en lo que el llegaba me di una ducha.

Fue hasta cerca de las 9 de la noche que el hombre término el desastre que a Edward le había tomado solo cuestión de minutos.

Mientras veíamos la televisión vi que Edward leía detenidamente una de las revistas que yo había comprado la última vez que habíamos ido al supermercado. Me asomo solo para ver como su mirada no se apartaba de una fotografía que mostraba una casa impresionante que bien debía ser muy vieja pero que estaba en perfectas condiciones, rodeada de áreas verdes y al fondo se mostraban el resplandor del azul intenso del mar egeo. Era su casa de descanso que estaba en las islas griegas y en donde estaba uno de mis compañeros fingiendo ser la millonaria que tenia junto a mí.

—Solo espero que no se pierda nada de esa casa, cualquier cosa es más cara de lo que un simple agente puede pagar. —escupió lanzando la revista sobre la mesilla.

—No somos ladrones y te aseguro que no somos unos pobretones. — me levante molesta por su actitud altanera.

El sábado había llegado y era el día en que iremos a cenar con nuestros vecinos, no estaba del todo cómoda sabiendo que nos veríamos forzados a mentir durante toda la noche.

Cuando se los había comunicado a mis superiores a estos no les había hecho mucha gracia que Edward comenzara a socializar ya que no podíamos arriesgarnos a que lo descubrieran, mas no podíamos permanecer siempre dentro de la casa o pronto comenzarían a sospechar, lo único que debíamos de cuidar era en mantener la apariencia desaliñada que habían creado para él; ya le había tenido que teñir el cabello de nueva cuenta y había sido todo un reto debido a sus constantes quejas, pero el resultado era aceptable.

Salí del baño envuelta en un albornoz y al entrar en mi habitación mire el vestido que había elegido para esa noche, no era nada demasiado glamuroso, era bastante sencillo y lo mejor es que no era completamente ajustado. Estaba subiendo la cremallera cuando me percate de un sonido constante y algo molesto que venía de fuera de la casa, me asomo por la ventana y lo único que vi fue a Edward cortando el césped lo que me llevo a maldecir.

Me detuve en el porche mirando al hombre que estaba disfrutando de lo que estaba haciendo, pero lo que más me impresiono fue verlo sin camisa dejando al descubierto si bien esculpido cuerpo, una serie de sensaciones se apoderaron de mi cuerpo y me enfurecí por imaginar lo que sería sentir sus manos sobre mi piel ardiente y su cuerpo unido al mío…

— ¿Te gusta lo que ves? —la voz aterciopelada y sensual fue la que me regreso a la realidad, lo único que note fue la sonrisa que adornaba su rostro.

—Sera mejor que te des una ducha, ya es casi hora de ir a casa de Rose y Emmett. —le recordé y agradecí que mi voz saliera de manera normal y no mostrara lo afectada que me tenía la imagen delante de mis ojos, no podía permitir que el supiera lo mucho que me perturbaba.

Acomodo la podadora en una de las esquinas del jardín que ahora daba un mejor aspecto, podía que fuera la primera vez que Edward utilizaba una podadora y debía de admitir que no lo había hecho tan mal.

— ¿Tienes una idea de a lo que te estabas exponiendo? —le pregunte al cerrar la puerta.

—Solo cortaba el césped

—Estas fuera sin protección, eso te convierte en una presa vulnerable. —gruñí molesta.

—Relájate un poco agente Swan. — acaricio mi mejilla con el dorso de su mano provocando un estremecimiento en todo mi cuerpo, su mirada recorrió mi cuerpo y me sentí un tanto cohibida sintiendo como ese simple gento despertaba mis terminaciones nerviosas y provocaba que mi cuerpo me delatara. Cubrí mi pecho con mis brazos al sentir que su mirada se posaba en ese sitio que mostraba evidencia del calor que estaba comenzando a recorrer mi cuerpo.

Tratando de mantener la poca cordura que me quedaba di un par de pasos hacia atrás intentando poner un poco de distancia entre ambos, pero fue el peor error, mi espalda choco contra la puerta y Edward apoyo su mano en esta justo al lado de mi rostro acercándose peligrosamente.

—Creo que no te vendría mal una ducha fría… podemos compartirla. —su mirada era intensa y yo estaba perdida en el mar de sensaciones que estaba avivando en ese preciso momento, era el diablo y al parecer yo estaba dispuesta a quemarme en el infierno.

Gracias por seguir leyendo mis locuras

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