Inevitable: Capítulo XVII

Capítulo XVII




El vuelo fue tranquilo y todo gracias a que las niñas permanecieron dormidas, mientras que yo me mantuve en los brazos del que pronto sería mi esposo. Jacob había tomado un vuelo a otra ciudad por asuntos de negocios, pero prometió volver pronto.


Edward estaba completamente nervioso, y lo entendía ya que estaría fuera de su elemento por un par de días, pero lo que me demostraba que de verdad le importaba era que lo estaba haciendo por mí y porque él quería hacer las cosas bien, iba a pedir mi mano a mi abuelo.

—Todo estará bien. —Le repetí abrazándome más a él y besando su cuello, acarició mi espalda y el brazo que rodeaba su cintura.

— ¿Y si tu abuelo se niega? —Bufé exasperada y oculté mi rostro en su pecho. Su mayor miedo era que a ojos de mi abuelo él fuera alguien insignificante porque no contaba con una posición tan buena como la que nosotros teníamos, no sabía que más tenía que hacer para que entendiera que eso era lo que menos importaría.

—De todas formas me casaré contigo. —Levanté mi rostro y esperé a que inclinara el suyo y nuestras miradas se cruzaran. —El dinero y la posición es de ayuda mas no lo más importante. Te quiero mi vaquero inseguro.

Al llegar Edward mantuvo en sus brazos a Eve y yo la mano de Lizzy mientras atravesábamos la terminal. Ya fuera sonreí al ver a Félix, que nos guió hasta la camioneta que mi abuelo había enviado por nosotros. Le indiqué que nos quedaríamos en mi departamento y que más tarde iríamos a visitar a mi abuelo.

Las niñas estaban pegadas al cristal de las ventanillas observando todo ya que era nuevo para ellas. Al llegar a mi departamento ellas comenzaron a inspeccionarlo todo y Edward intentó detenerlas, pero le indiqué que las dejara, no podrían cometer muchas travesuras o eso es lo que esperaba. Su mirada recorría el lugar y supe lo que estaba pensando, me abracé a él y colocándome de puntillas lo besé para quitar las dudas de su cabeza.

Junto con las niñas acomodamos sus cosas en los cajones y el armario en la habitación que sería suya, después junto con Edward acomodamos nuestras cosas en mi habitación. Cuando terminamos entré al baño y al salir lo encontré sentado en el borde de la cama con la mirada perdida en el enorme ventanal que mostraba los grandes edificios.

Me acerqué y me detuve frente a él, dejé mis manos sobre sus hombros logrando que su mirada se encontrara con la mía, al hacerlo me senté a horcajadas envolviendo su cuello al tiempo que él envolvía mi cintura.

—Te quiero ¿lo sabes verdad? —Él asintió pero no me logró engañar. —Sé lo que estás pensando y quiero que dejes de hacerlo, lo que menos me importa son los lujos, solo me importas tú, las niñas, la familia y el futuro que estamos por formar.

—Suena tan bien, pero aún me cuesta creer que una hermosa mujer que puede tenerlo todo me eligiera a mí un simple…—Dejé uno de mis dedos sobre sus labios.

—Junto a ti es que realmente lo tengo todo. Deja de menospreciarte, eres mejor que la mayoría de los hombres. Te amo y te aseguro que eso no va a cambiar.

—Te amo. —Fueron sus últimas palabras antes de que sus labios se posaran sobre los míos en una caricia sensual inevitable de resistir.

Cerca de las siete llegamos a la casa de mi abuelo que estaba a las afueras de la cuidad y al ver la casa de nuevo noté como volvía a ponerse nervioso. Las niñas estaban encantadas con el lugar y con el par de perros que se acercaron a darnos la bienvenida, en cuanto se alejaron les indiqué que debíamos entrar, saludé a Irina, el ama de llaves, quien habló tiernamente con las niñas y se ofreció a llevarles un poco de jugo y galletas mientras esperábamos.

Las guié hasta la sala donde Eve saltó de inmediato al sillón grande y quedando entre los cojines soltando una suave risita, ganándose una mirada reprobatoria de su padre que ella ni notó, Lizzy se sentó junto a ella siendo más cuidadosa. En ese instante entró Irina con lo prometido para las niñas que agradecieron haciendo sonreír a la mujer ya que eran de las pocas niñas que se tomaban la molesta de dar las gracias, era algo extraño pero en nuestro circulo eran pocas lo hacían, ya que eran “educadas” con la creencia de que era la obligación de estas mujeres, que eran inferiores a ellas por lo que no se tomaban la delicadeza de agradecer.

Tomé la mano de Edward y lo llevé hasta el sillón junto a las niñas, Eve ya estaba comiendo una galleta dejando algunas migajas en su vestido, ganándose que su hermana le recordara que debía de tener cuidado. Ambas iban con vestidos que Edward había insistido que usaran por la ocasión, para mí eran perfectas aun con la ropa que solían usar a diario. Edward también llevaba algo más formal y debía de admitir que lucía bien, pero simplemente lo prefería con su ropa de trabajo.

— ¿Qué es eso? —Preguntó Eve señalando al lado de la chimenea.

—Es una armadura. —Respondí. —Mi abuelo es fanático de ellas y las colecciona.

—Belly. —Me levanté al escuchar la voz de mi abuelo que abrió sus brazos y sin pensarlo fui a su encuentro. Me dio un beso en cada mejilla y sin quitar su brazo de mi cintura, miró a Edward que al igual se había puesto de pie.

—Abuelo, él es Edward. —Le dije señalando a mi prometido. Mi abuelo me empujó suavemente para acercarnos a Edward que solo había dado un par de pasos antes de detenerse.

—Aro Swan —Se presentó mi abuelo extendiendo su mano. — ¿Y esas dos pequeñas son...?

—Mis hijas, Elizabeth y Eve —Las presentó Edward señalando primero a una y luego a otra.

Mi abuelo me soltó y se acercó a ellas, fue Lizzy quien bajó la mirada pero Eve veía a mi abuelo con curiosidad. Le extendió su manita que se vio atrapada entre las de mi abuelo mientras reía.

—Que chiquillas tan encantadoras. —Murmuró extasiado revolviendo el cabello de ambas.

—Señor Swan…—Apreté la mano de Edward ya que sabía que era el momento que tanto había temido.

—Solo llámame Aro. —Lo corrigió yendo de nuevo junto a nosotros.

—Bueno Aro yo... ¡No lo toques Eve! —Llamó la atención de la niña que estaba queriendo tocar la armadura que antes había llamado su atención.

—No le pasa nada, deja que inspeccione. —Lo tranquilizó mi abuelo guiñándole un ojo a la niña que sonrió y regresó junto a Lizzy.

—Aro la razón por la que estamos aquí, es porque pretendo hacer las cosas bien y deseo pedir formalmente la mano de Isabella. —Me sorprendió lo formal que sonó y la seguridad con la que lo dijo finalmente. Apreté nuevamente su mano, pero esta vez no me miró, solo veía a mi abuelo que estaba serio y movía los labios de un lado a otro. —No soy un hombre rico, pero soy trabajador y le aseguro que a Bella no le faltará nada estando a mi lado, cuidaré de ella de la misma manera con las que cuido a mis hijas.

— ¿Y cómo es de suponerse esas pequeñas serán parte de mi familia? —Ambos nos quedamos en silencio y yo asentí, ese comentario no me lo esperaba ¿acaso no las aceptaría porque no eran mi sangre? Soltó una risotada que me hizo saltar. —Y yo que pensé que no conocería mis bisnietos y en un segundo tengo dos hermosas criaturitas a quien consentir.

Respiré aliviada y abracé a Edward al notar la aceptación de mi abuelo. Me abrazó y después a Edward que parecía en estado de shock. En seguida se acercó a las niñas y les informó que el sería su nuevo abuelo, ambas lo miraron extrañadas y luego a nosotros que asentimos.

La cena fue agradable y dejamos a las niñas, que en compañía de Irina, conocieran el jardín y las partes de la casa que quisieran mientras nosotros pasábamos a la salita para hablar.

Ambos hombres mantenían una copa de vino en sus manos mientras que yo me limitaba a una taza de café.

— ¿Vivirán aquí en la ciudad o en el rancho? ¿Pretendes abandonar tu carrera de diseñadora? —Preguntó de golpe.

—Yo deseo que Bella siga con su profesión, pero solo ella puede decidir si quiere hacerlo o dejarlo.

—Viviremos en el rancho. Es un lugar precioso que seguro te encantará, creo que es el lugar indicado para que las niñas crezcan y tal vez en un futuro otro bebé. —Dije mirando con amor a Edward que sonrió.

—Será una lástima tenerlos tan lejos, pero eso me dará un pretexto para salir de la ciudad y pasar unas vacaciones con mi familia. Claro si es que aceptan a este viejo con ustedes algunas temporadas.

—Siempre será bienvenido. —Mi abuelo enarcó una ceja y yo reí suavemente —lo siento, siempre serás bienvenido Aro.

— ¿Qué hay de Sam?

—Bella me habló de él y juntos lo adoptaremos. —Apretó mi mano y me guiñó un ojo.

—Es un niño muy inteligente e hiperactivo. Es tan encantador como tus hijas, dos pequeñas hermosas y muy educadas.

—Solo están cohibidas. —Murmuró Edward haciendo reír a mi abuelo.

—Esperemos que se les pase pronto, este lugar a estado en silencio por un largo tiempo. Sólo Sam consigue armar un poco de alboroto y hacer que Félix mi mayordomo quiera renunciar, tal vez ahora con Elizabeth y Eve consiga librarme de él. —Murmuró divertido.

—Aunque siempre discutes con Félix, no puedes negar que es un hombre confiable y que siempre está a tu lado. —Le recordé.

Cerca de media hora después salimos para ver que estaban haciendo y vimos a ambas niñas jugando divertidas con los dos perros que estaban encantados de la atención. Abracé a Edward y suspiré feliz cuando me estrechó en sus brazos. Esperamos a que las niñas se cansaran para despedirnos de mi abuelo y marcharnos a mi departamento. Cuando llegamos ambas niñas estaban dormidas, Edward se llevó a Lizzy y yo llevé a Eve que abrió levemente los ojos, me sonrió y se acomodó para seguir durmiendo. Entre ambos les colocamos el pijama, cerré las cortinas y las dejamos dormir.

Por la mañana desperté a causa del teléfono en mi mesita de noche y no pude reprimir una sonrisa al sentir el brazo de Edward en mi cintura evitando que me alejara de él. Tras atender la llamada me giré para despertarlo de una manera que sabía sin duda le gustaría, pero mi intento se vio interrumpido cuando escuché la puerta de al lado abrirse, lo que me indicó que una de las niñas ya se había levantado. Suspirando solo besé sus labios antes de separarme de su agarre y levantarme de la cama justo en el momento en que la puerta de la habitación era abierta y me encontraba a Eve con el cabello revuelto su pijama rosa y descalza.

—Hola princesa, ¿dormiste bien? —Le pregunté colocándome la bata oscura y me acerqué a ella para tomarla en mis brazos.

— ¿Domiste con papi? —Preguntó mirando a su papá que se había colocado la almohada sobre la cabeza. Yo miré a la niña sin saber que decir exactamente, estaba metida en un gran aprieto y Edward seguía durmiendo o fingía hacerlo.

—Pues… sí. —Dije con nerviosismo.

— ¿Pod qué? ¿Tenías miedo? —Preguntó tomando mi rostro entre sus manitas.

—No cielo. ¿Recuerdas que te dijimos que tu papi y yo nos casaríamos?

—Sí y tú sedias mi nueva mami. —dijo con una sonrisa que me oprimió el corazón. — ¿Pod qué sedas mi nueva mami?

—Seré lo que tú quieras corazón.

— ¿Y la mía? —Aparté la mirada de Eve y enfoqué junto a la puerta donde estaba Lizzy mirándonos y con sus manitas jugaba con el dobladillo de su blusita rosa.

—Si tú quieres. —Dije muy bajito, pero ella lo escuchó y sonrió abiertamente, bajé a Eve y abrí mis brazos donde Lizzy corrió a refugiarse, de inmediato mis ojos comenzaron a escocer, sabía que iba a llorar y no lo podría evitar.

— ¿Pod qué domiste con papi? —No pude reprimir una sonrisa al darme cuenta de la insistencia de la pequeña quien aun esperaba una respuesta, me separé de Lizzy no sin antes darle un beso en la mejilla.

—La razón es que Bella y yo dormiremos juntos, es lo que hacen los papás. —Miré a Edward que estaba sentado al borde de la cama mirándonos con una sonrisa en los labios, señal de que había escuchado la pequeña conversación con las niñas.

Mientras Edward se bañaba me encargué de que Eve también lo hiciera, después la cambié y finalmente fui yo a darme una ducha, una hora después estábamos saliendo del departamento y los llevé a desayunar a una pequeña cafetería que me gustaba y como era de esperarse las niñas estaban encantadas.

Fue tras nuestro desayuno que hablé con Edward sobre si quería conocer a Sam, no quería forzarlo, pero estaba segura de que era una buena oportunidad ya que también estaban las niñas. Edward aceptó y mientras yo conducía hasta el orfanato Edward se encargó de hablar con las niñas y contestar las inocentes preguntas de Eve, miré a ambas niñas por el retrovisor que entendían lo que les decía Edward y accedieron a ser buenas, algo que sabía que serian sin necesidad de que se los dijera.

Al llegar fui directamente a las oficinas, donde saludé a las encargadas como siempre lo hacían y parecían algo sorprendidas de ver a mis acompañantes, pero igual fueron agradables.

— ¿Vienes por Sam? —Preguntó Luisa, la secretaria principal, levantándose de su silla.

—Si no hay inconveniente.

—Puedes saludarlo, pero la directora quiere hablar contigo sobre algo de la adopción. —Me informó con una sonrisa.

—Iré a verla si no está muy ocupada. —Vi que la llamaba y tras unas palabras colgaba el teléfono. —Está con una pareja, pero en unos diez minutos te recibirá. Puedes ir a ver a Sam, llamaré para que lo dejen salir de su clase.

Agradecí antes de salir de la oficina seguida por Edward y las niñas. Atravesando el patio vi a Sam acompañado de una de las voluntarias, mi pequeño al verme comenzó a correr y yo fui a su encuentro, lo tomé en brazos estando a punto de perder el equilibrio pero me logré mantener en pie, provocando una dulce risita en mi pequeño.

—Cada día estás más pesado, dentro de poco no podré levantarte. —Le dije con un guiño y besando su mejilla. Saludé a la chica que se mantuvo en segundo plano.

—Te extrañé mucho Bella.

—Yo también pequeño. —Me giré para ver a Edward con Eve en brazos y Lizzy a su lado. —Hay alguien que quiero que conozcas.

— ¿Quiénes son? —Preguntó en un susurro cuando iba de regreso a donde estaban Edward y las niñas.

—Nuestra familia. —Él me miró sin comprender. —Me casaré con Edward y las niñas son sus hijas.

— ¿Y si no me quieren? —Preguntó un poco triste.

—Te querrán cariño, solo tienes que ser tu mismo. —Le di un nuevo beso y lo bajé tomando su mano entre la mía. —Quiero presentarles a alguien que es muy importante para mí, su nombre es Sam.

Hubo un momento de silencio antes de que Edward bajara a Eve y se colocara en cuclillas delante de Sam que se pegó más a mi pierna.

—Hola Sam, yo soy Edward. —Se presentó extendiendo su mano, Sam estaba indeciso de aceptar, levantó su cabeza para mirarme y yo asentí y con un gesto le indiqué que lo hiciera, aun con un poco de duda estrechó su manita con la de Edward que sonrió satisfecho. —Ella es Lizzy y la pequeña de tu edad es Eve. —Le presentó a cada una de las niñas que no se habían movido y lo miraban con curiosidad.

—Sam, porque no les muestras a Lizzy y Eve los juegos, Edward y yo tenemos que ir con la directora, pero no tardamos. —El niño asintió con la cabeza y les dijo a las niñas que lo siguieran, ellas nos miraron y Edward y yo les indicamos que fueran. La chica fue tras ellos no sin antes asegurarme que los vigilaría mientras nosotros estuviéramos con la directora.

Suzanne dirigía el lugar y ya estaba por los cincuenta años, era agradable por lo que casi todos los niños que estaban a su cargo la querían. Le presenté a Edward con quien intercambió un par de palabras antes de tratar el tema por el que me había llamado, al inicio pensé que se trataban de malas noticias pero resultaron ser mucho mejores de lo que esperaba, los papeles de la adopción estarían listos en solo un par de días lo que me hizo saltar en mi silla, al fin tendría a Sam junto a mí.

—En un máximo de dos días estarán listos y podrán llevarse a Sam tras firmarlos. —Me indicó, yo miré a Edward sabiendo que él esperaba regresar al rancho al día siguiente.

—Esperaremos lo que haga falta, cariño. —Me dijo en tono conciliador entrelazando nuestras manos. Solo pude murmurar unas gracias.

—Traeré a mis abogados para asegurarnos de que todo esté en orden. —Suzanne aceptó y me indicó que si quería me podría permitir llevarme esa tarde a Sam fuera, pero que me asegurara de regresarlo antes de las nueve y que hiciera los deberes que tenia. Aunque era pequeño, era muy listo por lo que había sido integrado ya a preescolar.

Cuando fuimos por los niños los encontramos jugando con otros más del lugar y me agradó ver que ambas niñas estaban divirtiéndose. Saludé a unos de los niños y niñas antes de pedirle a Sam que fuera por sus cosas y que no se olvidara de sus cuadernos de los deberes.

Me encargué de llevarlos a conocer lo más representativo de la ciudad y también compramos un par de cosas, pero fueron cosas sencillas ya que noté la mirada de Edward, sabía que esta noche ambos debíamos de tener una larga charla y que tal vez íbamos a discutir pero contaba con que todo saliera bien.

Estuvimos en el departamento viendo una película mientras ayudaba a Sam con sus deberes que eran sencillos. Antes de las nueve fuimos a dejarlo y parecía triste de no permanecer con nosotros, pero le aseguré que ya dentro de poco no tendríamos que separarnos, algo que lo alegró. Al llegar a casa dejé que las niñas vieran a televisión mientras iba a la cocina a preparar café sintiendo que Edward iba detrás de mí.

—Bella…—Me giré respirando profundo y preparándome para la pequeña discusión, pero con lo que me encontré fue con una cajita de terciopelo blanco abierta que contenía un hermoso anillo con una piedra pequeña en forma de lágrima que resplandecía.

— ¿Cuándo…

—Mientras tú estabas con los niños en la juguetería. —Me dijo con suavidad sacando el anillo de la cajita, tomando mi mano para colocar la sortija. —Sé que no es el lugar más romántico, pero no podía esperar más. ¿Estás segura de querer casarte conmigo?

—Absolutamente. —Contesté sintiendo como la sortija se deslizaba por mi dedo hasta quedar en su lugar.

Haló de mi mano hasta pegarme a su cuerpo y envolverme en sus brazos y capturar mis labios en un beso hambriento y demandante, pronto mis pulmones me gritaban por aire, pero el sabor dulce me impedía separarme, solo lo hice cuando ya no tuve más opción.

—Te amo.

—Lo sé. —Fue la contestación de Edward que me hizo reír y golpear suavemente su pecho por esa muestra de arrogancia tan poco característica en él.

Preparé café para ambos y lo dejé sobre la isla de la cocina en lo que sacaba un paquete de galletas, cuando lo encontré regrese junto a él.

—Hay algunas cosas de las que debemos hablar. —Asentí tomando una galleta y mordiéndola. —Sé que puedes darles muchas cosas a las niñas, pero es mi responsabilidad y yo…

—Corrección señor Masen, es nuestra responsabilidad. —Le indiqué levantando mi mano izquierda y señalando la sortija. Se pasó la mano por el cabello lo que me mostraba que estaba frustrado y yo no pude contener una risita. —Tenemos que llegar a un acuerdo y creo que ahora es el momento.

—Es mi responsabilidad el brindarles todo.

—Antes lo era totalmente porque eras tú solo, pero ahora estoy contigo y no hay necesidad de privar a las niñas de algunas cosas.

—No quiero mimarlas de más.

—Ellas también son mi responsabilidad ahora Edward y te aseguro que mi intención no es mimarlas de más, solo quiero darles lo que sé tú quieres darles.

—Para eso tendré que esperar un poco en lo que las cosas en el rancho mejoran y da ganancias. El dinero que me dio tu abuelo se lo regresaré…

—No lo aceptará. —Le dije tras comerme otra galleta y notar como él solo jugaba con una pasándola entre sus dedos. —Para él será como un insulto si lo hicieras y estoy segura que no querrás hacerlo enfadar. —Maldijo por lo bajo y me miró esperando que bromeara, pero no lo era y pareció comprenderlo.

Tras un pequeño silencio seguimos hablando de los cambios que sabíamos teníamos que hacer, entre ellos estaba el reparar los desperfectos de la casa y me indicó que podría hacer cuantas modificaciones quisiera ya que lo que importaba es que yo me sintiera cómoda. Acepté sabiendo que debía de adaptar un salón para mi estudio y una nueva habitación para invitados, pero no haría ningún cambio sin la aprobación de las niñas, ya que antes que nada era su casa y no quería quitar algo que para ellas fuera importante, cuando le dije que yo pagaría los arreglos eso lo molestó y de nuevo comenzó a decir que era su responsabilidad y antes de que continuara coloqué una mano en su boca.

—Hagamos un trato. —Él asintió y continúe sin quitar mi mano de su boca. —Déjame pagar los arreglos para la casa y después tú me pagarás la mitad cuando el rancho este de nuevo funcionando completamente.

Apartó mi mano de su boca y una sonrisa se formó en su rostro.

— ¿En serio vas a dejar que te pague?

—Sí eso te hace feliz. —Me encogí de hombros. —El dinero que tengo quiero utilizarlo de una buena manera, y sé que no hay nada mejor que invertir en el rancho.

—No quiero tu dinero, no me estoy casando por eso contigo.

—Yo no dije que lo hicieras cariño. Además creo que deberíamos de pensar en abrir una cuenta de ahorro para los niños.

—Creo… —Me levanté de mi banco y envolví su cuello pegando mi cuerpo a él logrando que su frase se viera interrumpida. —Bella…

— ¿Sí, amor? —Me pegué más a él que se había girado quedando de frente a mí, mis labios comenzaron a acariciar su cuello, su mandíbula y la comisura de sus labios.

—Bruja, no me dejas pensar.

—Eso es lo que pretendo. —Lo besé haciendo que se olvidara de lo que iba a decir, por ahora había ganado, pero sabía que esto aún no acababa.

El día siguiente me llevé nuevamente a las niñas y Edward a seguir conociendo la ciudad, también conocieron la boutique principal en la que se vendían mis diseños y les mostré algunos de ellos, aproveché ese momento para hablar con la encargada sobre el vestido en el que tanto había trabajado y que pretendía utilizar para el día de mi boda. Era un diseño sencillo, el encanto estaba en el bordado que en su mayoría había sido a mano y lo especial estaba en que tenía un toque del vestido que había utilizado mi madre en su gran día.

— ¿Tu los hiciste? —Preguntó Lizzy señalando un hermoso vestido vaporoso que estaba cerca de uno de los aparadores.

—Sí, ese yo lo diseñé. —Le dije colocándome a su altura.

—Es muy bonito.

—Gracias, que te guste es importante para mí, tal vez tú puedas ayudarme después a crear un vestido aun más bonito. —La idea pareció gustarle porque sin previo aviso envolvió sus bracitos en mi cuello y me dio un beso.

Esa tarde comimos con Rose y Emmett en el restaurante preferido de mi amiga. Edward se mantenía callado y lo notaba nervioso, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla al tiempo que le susurraba que mis amigos eran agradables. Fue gracias a las bromas de Emmett que Edward consiguió relajarse y disfrutó de la comida. Rose no dejaba de estar atenta a las pláticas de las niñas. Cuando nos marchábamos mi amiga me separó de todos y tomó mis manos.

— ¿Estás segura?

—Nunca estuve tan segura, él es el hombre correcto, las niñas son encantadoras y las quiero tanto como a su padre. —Dije con seguridad.

—Solo quería asegurarme, eres mi mejor amiga Bells y me duele saber que vivirás lejos de la ciudad, pero no puedo estar más feliz al saber que has encontrado a un hombre que realmente te va a valorar y que te adora.

—Al fin de cuentas todo lo sucedido tenía una razón: encontrar a mi hombre perfecto.

—Y él encontró a su nueva compañera perfecta. —Me envolvió en sus brazos y besó mi mejilla. —Si tu no vienes a la ciudad te advierto que yo iré a buscarte donde quiera que estés. ¡No podrás esconderte!

—Espero que no estén tramando nada contra nosotros. —Dijo Emmett quien se giró después hacia Edward. —Ellas juntas son algo de qué preocuparse, si yo te contara…

—Será en otra ocasión. —Le dije a Emmett lanzándole una mirada de advertencia que solo lo hizo reír.

— ¿Tan malo? —Preguntó Edward envolviendo mi cintura con uno de sus brazos.

—Extremadamente vergonzoso.

—Me lo contarás en otra ocasión. —Le dijo Edward divertido, y besó mi coronilla.

Fue dos días después que tras que mis abogados leyeran los papeles y dieran su aprobación, pude firmarlos y llevarme a Sam conmigo, por el momento Sam solo era mi responsabilidad ya que por sugerencia de los abogados para no alargar el proceso decidieron que era lo mejor y que en un mes Edward podría solicitar la adopción. El pequeño se despidió de sus amiguitos y de las que habían sido sus cuidadoras y maestras, pero aunque estaba feliz de finalmente estar conmigo, lo notaba un poco reservado a como era habitualmente y supe de inmediato que la razón eran las niñas y Edward a quien no dejaba de mirar furtivamente.

Junto con Edward decidimos que esperaríamos unos dos días más en lo que Sam adquiría un poco más de confianza antes de llevárnoslo al rancho ya que sería un cambio demasiado brusco, lo mejor es que aún se sintiera en un amiente familiar y que le diera cierta seguridad. Lo primero que hicimos fue ir de compras ya que las cosas que poseía eran escasas. Edward no dejaba de lanzarme miradas cuando también las niñas obtuvieron varias cosas lindas y al final del día parecía que habíamos vaciado más de una tienda.

Durante la cena dejamos que Sam eligiera, para esa hora él y las niñas ya se llevaban bastante bien y no dejaban de hablar, mas aún el niño se mostraba un poco tímido con Edward, algo que sabía se le pasaría pronto. Fuimos a una pizzería que era la favorita de Sam y de las que le habló durante todo el camino a las niñas que nada más llegar se fueron a los juegos dejándonos a Edward y a mi encargarnos de la comida, aproveché ese momento a solas para pedirle que no se molestara por las compras de la tarde, pero que sin duda no podía dejar de comprarles algo a las niñas o se sentirían desplazadas, que además no eran cosas para mimarlas, solo unas cuantas prendas de ropa un juguete a cada una, que la mayoría de las cosas eran de Sam

Los dos días pasaron volando, el último día lo pasamos con mi abuelo que estaba encantado con los niños y no pude contener el sonreír abiertamente al ver lo mucho que los estaba disfrutando, además que no paraba de darles ideas consiguiendo que su mayordomo evidentemente se molestara por el alboroto de los niños, mas no se quejó lo que hacia reír más a mi abuelo. Para muchos Aro Swan era un hombre frívolo, pero para las personas más allegadas era un hombre con un enorme corazón, era gracias a él que era la mujer que era en este momento, él se había hecho cargo de mí, mostrándome lo que realmente era importante.

El viaje de regreso fue tranquilo. Al llegar al rancho Sam se pegó a la ventana del vehículo sin poder ocultar su emoción al ver la cantidad de animales y ansioso ante la promesa de Edward de enseñarlo a montar. Eve era la que parecía estar resintiendo la llegada de Sam quien aun pasaba mucho tiempo conmigo, la tranquilicé explicándole que solo era porque todo era nuevo para Sam y que a mí era la que más conocía por lo que pasaba más tiempo conmigo, pero que eso no significaba que yo no jugaría con ella como antes y además le prometí que esa noche dormiríamos juntas lo que la hizo saltar de alegría y olvidarse de ese sentimiento de ser desplazada.

Edward había sido el que señaló que debíamos de comprar nuevos muebles para la que sería nuestra habitación, algo que me alegró y me hizo sentir aliviada ya que no sabía si se lo tomaría a mal cuando se lo pidiera, pero la realidad es que yo no veía compartiendo la cama que en un momento había ocupado con la mujer que había representado algo tan importante.

Estaba preparando la cena con Ruth el ama de llaves que me contaba lo sucedido en nuestra ausencia y no dejaba de repetir lo feliz que se sentía de saber que Edward iba a rehacer su vida, pero sobretodo el ver que las niñas me aceptaban tan bien, solo me limité a decirle que era maravilloso que en un principio había sido complicado, pero eso era cosa del pasado ahora solo importaba el presente. Miré por la ventana para ver que estaban en las lecciones y como Edward con ayuda de uno de los peones estaban haciéndose cargo de los niños que estaban encantados. No pude evitar suspirar y agradecer que Edward en verdad aceptara tan bien a Sam, dejé esos pensamientos de lado al ver como del establo salía una figura con un bultito en brazos que me era familiar, dejé a Ruth terminando la cena mientras salí corriendo al encuentro de Alice.

— ¡Alice! —La llamé cuando estaba a unos metros de ella, se detuvo y se giró, parecía sorprendida de verme, pero lo más curioso fue ver que sus mejillas se sonrojaban y bajaba la mirada. — ¿Qué sucede? —Le pregunté entre jadeos al llegar a su lado.

—Hola, Bella. —Me saludó acomodando a su bebé en brazos. —Jasper me dijo que ese es tu nombre.

—Así, es. —La noté algo incómoda y eso me extrañó. — ¿Qué sucede?

—Jasper me contó lo que le dijo Edward sobre ti. —Se mordió el labio. —Me dijo que tú… y nosotros somos tan…

—No lo digas Alice. ¿Es que todos los que viven en este rancho me creen tan snob? —bufé exasperada. —Yo no puedo negar a mi familia, pero ellos me enseñaron que las personas valen por lo que son y no por lo que tienen. Eso es más importante que cualquier cosa. No quiero que las cosas entre nosotras cambien Alice, tú fuiste y quiero que sigas siendo mi amiga.

— ¿Lo dices en serio?

— ¡Por supuesto!

Tomé al bebé en brazos y la acompañé hasta su casa mientras hablábamos, vi que era tarde cuando llegamos así que me despedí pero le prometí que volvería al día siguiente o que también ella podía ir a casa cuando lo deseara.

Al llegar a casa me encontré con Edward y los niños viendo televisión, solo me estaban esperando para cenar y eso fue lo que hicimos entre la plática de todos. De nuevo estaba en casa y esta vez era para quedarme.

Lizzy regresó a clases, mas no conseguimos que aceptaran a Sam en la escuela por lo que permanecía en casa conmigo y Eve, los celos de mi pequeña se fueron desvaneciendo y en él encontró un nuevo amigo.

Por las tardes cuando tenía a los tres niños aprovechaba para hacer anotaciones de los cambios que haría en la casa al igual y era Lizzy quien me estaba ayudando a elegir algunas cosas referentes a la boda. Pero era por las noches que con Edward que determinábamos todo al respecto, tema que se convirtió en la noticia número uno del pueblo. Al inicio notaba como Edward parecía molesto de estar en boca de todos, pero dejó de preocuparse de ello y se centró en seguir sacando adelante el rancho, aún era pronto para ver un cambio enorme, pero sabía que dentro de poco el rancho seria el lugar del que Edward me había hablado tantas veces. Esme, Carlisle y James nos visitaban muy a menudo.

Fue el segundo fin de semana de llegar que decidimos ir al pueblo para llevar a los niños por un helado. Lizzy le decía a Sam todos los sabores que había y agregaba cuáles eran sus preferidos y cuales jamás debía de probar porque no sabían nada bien, yo llevaba a Eve en brazos que jugaba con mi cabello.

Después de los helados los dejamos que jugaran en el parque mientras Edward y yo los mirábamos, los brazos de Edward me rodeaba y yo mantenía mi cabeza apoyada en su pecho. Esta era el inicio de una nueva vida.

La siguiente semana, mi abuelo me llamó para decirme que tenía una cena a la que asistir en Houston y que esperaba que tanto Edward como yo lo pudiéramos acompañar, al inicio me resistí ya que sabía que Edward no se sentiría cómodo, pero mi abuelo insistió, alegando que ahí estaría mucha gente importante con la que sería bueno que Edward se relacionara para que su rancho siguiera por buen camino. Finalmente se lo dije y como esperaba él se negó diciendo que él no tenía idea de cómo comportarse, le planteé lo que mi abuelo me había dicho y siguió negándose pero a la mañana siguiente terminó aceptando.

Esme se hizo cargo de los niños, algo que le agradecí y prometí que yo me encargaría de James cuando lo necesitara o haría cualquier cosa para agradecerle.

Nos aseguramos de estar en la ciudad temprano para comprar un traje para Edward y un vestido para mí, lo notaba nervioso y le aseguré que todo saldría bien, que dejara de pensar en los demás porque nadie lo juzgaría.

Llegamos al hotel donde sería la cena y nos encontramos con mi abuelo en el lobby donde nos indicó que nos esperaría. Mi abuelo consiguió que Edward se relajara y comenzó a presentarlo con diferentes hombres de negocios que también se dedicaban a la cría de ganado y no tuvieron reparos en darle algunos consejos para hacer que su rancho obtuviera mejor beneficios y sobre todo al mercado que debía de enfocarse en ese momento ya que era el que más demanda tenía. Estaba tomada del brazo de Edward escuchando como hablaba con otros hombres y me encantaba la seguridad que estaba proyectando. Me giré para ver a mi abuelo que estaba a unos metros de nosotros hablando con otros conocidos y cuál fue mi sorpresa al ver que entre el grupo se encontraba cierta rubia que no le había importado dañar a una niña y que siempre me había visto como algo insignificante.

Sin pensarlo mucho me disculpé y me aparté de Edward por unos segundos, Tanya estaba de espaldas hablando y mi abuelo frente a ella, escuché como la mujer junto a Tanya hablaba de lo maravillosos que le parecían los diseños de mi abuelo y la rubia asentía con la cabeza agregando pequeñas frases.

—Cariño, ven aquí. —Me pidió mi abuelo haciendo que los que estaban con él se giraran, noté la cara de sorpresa de Tanya. Pasé junto a ella y me coloqué junto a mi abuelo. —Esta hermosa chica es mi nieta Isabella.

— ¿Nieta? —Murmuró Tanya a lo que yo solo asentí.

— ¿Se conocen? ¿Por qué no me dijiste que eras amiga de la nieta de Aro Swan? —la mujer junto a ella parecía feliz y sabía la razón, para ella como muchos otros lo que les importaba es que sus hijos se mezclaran con gente cuyo apellido tuviera un gran peso, y el Swan sí que lo tenía.

Pronto los demás que estaban en esa conversación se marcharon y solo quedamos nosotros cuatro.

—Nos conocimos cuando estaba quedándome con Edward Masen.

— ¿Eres la chica…del accidente? —Preguntó y yo asentí. —Muy afortunada de…

—Buenas noches. —Saludó Edward colocándose a mi lado y pasando un brazo por mi cintura.

—Pero si es el mismo Edward Masen en persona, no sabía que te gustara venir a estas reuniones. —Dijo la mujer con una sonrisa falsa y me dieron ganas de quitársela por hacer esa clase de comentario, que dejaba claro que veía a Edward como un inferior.

— ¿Por qué jamás dijiste que “Renée” era una Swan? —Preguntó Tanya mirando a Edward.

—No veía lo relevante en ello. —Prácticamente lo gruñó.

— ¿No es una sorpresa encontrarnos aquí con Tanya, cariño? —Le pregunté consiguiendo que Edward enarcara una ceja y luego en sus labios se formara una sonrisa torcida.

— ¿Cariño? —Edward apartó su mirada de mí, me apretó más a él.

—Bella es mi prometida, nos casaremos pronto. —Anuncio con orgullo antes de inclinarse un poco y besar mi coronilla.

— ¿No lo sabías? Es un tema del que se está hablando en el pueblo. —Dije para molestarla.

—Mi familia y yo nos encontrábamos fuera del país. —Dijo apretando los labios tratando de ocultar su enfado.

— ¡Felicidades! —Exclamó la madre de Tanya que mostraba claramente lo falso de su felicitación.

—Si nos disculpan, tenemos que ir a hablar con un par de personas importantes. Y le pediré de favor señora Denali que cuide los comentarios dirigidos hacia mi nieta o su prometido. Creo que si él no viene a esta clase de eventos es por la cantidad de gente falsa con la que uno tiene que tratar. Que siga disfrutando de la velada. —Tras esa frase se dirigió a Edward y le habló de otro hombre al que debía de conocer.

Ambas mujeres se marcharon furiosas y la velada resultó ser agradable. Al menos ahora sabía que Tanya ya no se metería tan fácilmente con nosotros.

Esa noche la pasamos en la ciudad y nos marcharíamos nada más al desayunar, la sorpresa fue que mi abuelo pidió que si podía acompañarnos, que quería tomarse unos días.

—Que quede algo claro, Aro. —Le dijo Edward tras la petición. —No debes de pedir autorización, nuestra casa siempre estará abierta para ti, y serás bienvenido el tiempo que desees.

La estancia de mi abuelo fue de cerca de una semana, se veía realmente relajado y mostraba verdadero interés en todo lo que le decía y hacía Edward. Lo que más disfrutaba era el verlo pasar tiempo con los tres niños a los que les había pedido que lo llamaran abuelo y así lo hacían.

Un mes y medio después todo estaba listo para la boda, sería una pequeña recepción en el rancho solo con las personas más allegadas e importantes. Por mi parte y fuera de la ciudad solo estaban, mi abuelo, Jake, Rose y Emmett, eran pocos pero eran los más importantes y tenerlos conmigo en este gran día era lo mejor. Los demás eran los trabajadores del rancho con sus familias, eran personas agradables que me habían demostrado su aprecio.

La ceremonia fue en el jardín trasero que había quedado hermosamente arreglado gracias a mis damas de honor: Alice y Rose. Ambas habían congeniado de inmediato y consiguieron un trabajo muy bien en conjunto. Iba del brazo de mi abuelo escuchando las finas notas de la marcha nupcial, en cuanto vi a Edward mi respiración se entrecortó y no pude ver a nadie más, era como si todos hubieran desaparecido.

La ceremonia transcurrió con calma y el momento más emotivo fue cuando dijimos nuestros votos y finalmente llegó el momento en que dejé de ser Isabella Swan para ser Isabella Masen, su esposa. Sellamos nuestra unión con un beso. Hubo un par de fotos de nosotros dos, hasta que Edward y yo llamamos a los niños para que se nos unieran, era un momento especial que recordaría y quería recordarlo con mis niños.

La celebración estuvo bastante animada, era justo como yo lo había esperado. Para mí era un día perfecto.

Edward me sorprendió con la noticia de que nos iríamos unos días a la playa, la verdad es que yo no había esperado alejarme de casa, pero no negaré que la idea me encantó. Esta vez Alice se unió a Esme para cuidar de los niños que prometieron portarse bien y obedecer a ambas mujeres. Les prometimos que los llamaríamos antes de despedirnos y marcharnos.

Cerca de medianoche llegamos a Miami a un hotel a la orilla de la playa. Nos registramos y al llegar a nuestra habitación nos encontramos con una botella de champan enfriándose y una charola con bocadillos.

Dejé que Edward se encargara de abrir la botella mientras yo entraba al baño y sacaba el pequeño camisón que le había pedido a Rose que me comprara, esta noche quería sorprenderlo y estaba segura que le encantaría. Era un lindo camisón semitransparente que apenas cubría lo que tenía que cubrir, me puse un poco de perfume y dejé mi cabello suelto antes de salir de nuevo a la habitación a su encuentro. Lo encontré recargado en el umbral de la puerta corrediza mirando la playa y escuchando el sonido de las olas al romper.

Sintió mi presencia porque se giró y de inmediato noté en su mirada que le gustaba lo que veía. En unos segundos ya estaba delante de mí tendiéndome una copa de champan que acepté.

—Se ve preciosa, Sra. Masen. —Murmuró al tiempo que uno de sus dedos acariciaba el fino tirante hasta llegar al escote de encaje.

—Y usted lleva demasiada ropa Sr. Masen. —Le dije dando un sorbo a mi copa que después dejé de lado.

—Eso podemos arreglarlo. —Su sonrisa se amplio.

—Déjamelo a mí.

Levantándome de puntillas capturé sus labios que se entreabrieron al instante dándome la bienvenida. Cuando sus manos tocaron mi piel esta ardió y la característica descarga que recorría mi cuerpo apareció. Nos separamos solo unos milímetros, pero aun así podía sentir su aliento chocar con el mío, nos miramos a los ojos.

— ¿Lo sentiste? —Le pregunté en un susurro, su sonrisa se amplió y no pude contener un gemido al sentir su lengua delinear mis labios entreabiertos.

—Desde la primera vez que te toqué.

Nuestros labios se unieron nuevamente y en un movimiento rápido mis pies abandonaron el suelo y envolvieron su cintura. Hundí mis dedos en su cabello al tiempo que el beso se hacía más intenso y que la respiración comenzaba a faltarme.

Mi cuerpo se hundió en la mullida cama y antes de que pudiera reaccionar Edward se estaba desnudando, él me miró y supo que iba a protestar.

—La próxima vez. —Aseguró al tiempo que quedaba completamente desnudo y se acomodaba sobre mí.

Sus manos tomaron el dobladillo de encaje de mi camisón y lo quitó sin ningún problemas, sus labios comenzaron a dejar un camino de besos húmedos desde mi rostro, siguiendo por mi cuello hasta llegar entre mis senos y seguir bajando, su lengua acarició mi vientre y mi ombligo consiguiendo que gimiera y arquera la espalda, levanté la cadera cuando sus dedos tomaron los extremos de mis pequeñas braguitas, en solo minutos ambos estábamos desnudos y listos.

Sus dedos acariciaban mis piernas, el interior de mis muslos hasta llegar al área donde el calor de mi cuerpo parecía estarse concentrando y que reclama sus atenciones, mi mente se quedó en blanco cuando sus dedos tocaron el pequeño botón oculto entre mis pliegues y sus labios tomaron la punta de uno de mis senos. No podía contener el gemir y repetir su nombre una y otra vez.

—Edw…—Mi protesta murió en sus labios, su pierna se colocó entre las mías abriéndolas hasta posicionarse entre ellas.

—No puedo soportarlo más. —Murmuró contra mis labios moviendo su cadera y rozándome.

Sin decir una sola palabra moví mi cadera dándole entender que yo me encontraba igual que él.

—Te amo.

—Te a… ¡huh! —Intenté decirle pero todo rastro de coherencia se borró al notar cómo iba entrando en mi cuerpo. Se quedó quieto, tomó mi rostro entre sus manos obligándome a mirarlo a los ojos.

Una mirada fue suficiente para darle entender lo que no había dicho con palabras, lo amaba y sabia que él también lo hacía. Moví mi cadera haciéndolo cerrar los ojos y gemir mi nombre, sus manos dejaron mi rostro y se posaron sobre la cama al lado de mi cabeza. Envolví mis piernas en su cadera y mis manos sobre sus brazos, cada movimiento era una pequeña descarga que recorría mi cuerpo y que dejaba mi mente en blanco, me entregué por completo. Las sensaciones eran mucho más intensas que las veces anteriores.

—Déjate llevar. —Murmuró Edward en mi oído y sin poder contenerme más arqueé la espalda y todos mis músculos se contrajeron, unos segundos después un gruñido me indicó que él también había tocado lo más alto. Se dejó caer sobre mí con la respiración acelerada. Al instante lo envolví en mis brazos y acaricié su cabello húmedo.

—Lo siento. Te estoy aplastando. —Se disculpó girando y dejándome sobre él.

—Solo un poco. —Le dije acurrucándome contra su cuerpo, escondiendo mi rostro en su cuello. —Te amo. —Dije finalmente.

—No más de lo que yo a ti. —Respondió acariciando mi espalda y mi trasero haciéndome dar un ligero brinquito. —Esto es sólo el inicio.

Y tenía razón, era solo el inicio.

Gracias a Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.


Aquí está el capítulo final de esta historia que espero les gustara y en la que nuevamente les agradezco todo su apoyo por esperar las actualizaciones en las que por más que se trataba se nos complicaba el poder tenerlas listas para las fechas establecidas.

Nos leemos pronto en el epílogo que es cortito y donde podremos despedirnos de esta historia.

T¡T¡

17 comentarios:

  1. me encantooooooooooooo....!!!!

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  2. nooooo, dms lindo y tierno el fin, sin tanto drama como los otros fics tuyos que amo!! me encanta, te leo en el epilogo ♥

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  3. Hola Titi. ¿como estás? Maravilloso,tierno, dulce y precioso capitulo. Es una pena que se acabe la historia, pero que le vamos a hacer todo tiene que acabar y creo que las has finalizado con un broche de oro perfecto.
    Vamos por partes, hay una lección en este capitulo muy importante y es el hecho de que el dinero puede ayudar a dar la felicidad, pero no es la felicidad en sí, lo importante son las personas y el amor que hay entre ellos, el dinero ayuda pero no es necesario ni imprescindible para tener una vida plena y llena de amor. Y ese vaqueo inseguro le puede dar a Bella algo que el dinero no no puede conseguir, su amor, su respeto, su compañia, confianza, en fin una vida feliz junto a él. Esta es la enseñanza que ese entrañable abuelo le ha dado a su nieta y con ella se ha ganado el cariño de tres niños que han encontrado a aquel abuelo que le faltaba. Esta es la máxima que ha esgrimido Bella para calmar la vergüenza de una Alice temerosa de que Bella ya no quisiera ser su amiga y la razón de esa naciente amistad entre Rose y Alice.
    Pero este Aro entrañable y bueno con los que ama, sabe ser duro y rotundo con las personas que atacan a lo suyo. Un diez por él y por la forma en que ha parado los pies a la zorra y a la madre esa parte me encantó, no puedo evitarlo pero me encanta cuando Tanya es rechazada por Edward y alguien la pone en su sitio en favor de Bella.
    He de resaltar también la interacción con Sam y los pequeños celillos de Eve fácilmente solucionados por Bella y su manera tan amorosa de hacer las cosas.Las niñas le han aceptado bastante bien con los celos normales que se despiertan en un niño ante un hermano nuevo. Pero esa aceptación es fruto también de la educación que Edward las dio y el cariño con que Bella las ha demostrado que para ella son todos igual.
    Momento mágico, tierno y dulce el que nos has dado en esa habitación cuando Eve quiere saber porque Bella ha dormido con su padre y sin ella sera su mama, pregunta que también ha sido hecha por una Lizzy deseosa del cariño de una madre que una vez perdió y que ha vuelto a encontrar en Bella.
    En resumidas cuentas Titi, ha sido una historia maravillosa que me ha encantado y te doy mi enhorabuena por ella. Y te prometo que a poco me pueda me la volveré a leer enterita. De momento te espero en el epilogo.

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  4. Sencillamente ame el final..tanto esperar por este cap..valio la pena totalmente... lo adore....

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  5. me encanto esta historia y valio la pena la espera,espero con ansias el epilogo....

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  6. Genial,simplemnte genial, me ha encantado el final y en general toda la historia ha sido fantastica, se nota que tienes talento, definitivamente la espera merecio la pena, al final son una gran familia xD, espero con ansias el epilogo bss

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  7. Genial, te quedo super!!! que lindo final, para una linda historia , todos felices y con una hermosa familia :)

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  8. Hola..!!!!!! Me encanto el capitulo, creo que vali{o la pena la espera... =)

    Muero por leer el epilogo....!!

    Saludos..!"!!!

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  9. Hola!!!!!!!! Me gusto mucho la istoria muy bonita la trama como se desarrollo todo, que mal que ya se acabo pero todo termino bien a esperar el epilogo.
    Saludos Titi nos leemos pronto........:)

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  10. hola. recien acabo de terminar de leerlo y me encanto , ahora son una verdadera familia y por fin ha llegado la felicidad, tanya una bruja pero cada quien tiene lo q se merece, hasta el epilogo q estes bien:) felicitaciones a ti y a tus betas

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  11. me encanto........historias como esta siempre valdran la espera.......y ya con deseo de leer el epilogo....
    at peyci cullen :)

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  12. Ya la terminé,maravillosa historia,como todas las que tu escribes.Espero volver a verte pronto con algo nuevo o releyendo tus otras historias las cuales me encantan.Hasta pronto,un besote

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  13. Algo despistada pero aqui estoy; sin duda un capitulo hermoso, por fin juntos formando una linda familia y fue hermoso ese momento en la luna de miel!!

    Gracias por compartir la historia, que fue un placer leer.

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  14. Extrañare esta historia fue muy hermosa

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  15. Hermosa historia.....me encanta leer lo q escribes....

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