CORAZÓN… ¿COMPLETO?
Apenas
había logrado abrir la puerta cuando esta se cerró bruscamente, levanté mi
rostro y noté una mano aferrada a la madera evitando que me marchara o mejor
dicho que huyera como planeaba hacerlo.
—¿Sabes?,
solo hablaste tú, pero no me diste tiempo de decirte un par de cosas—no podía
verlo me mantuve dándole la espalda, no podía enfrentarme a su mirada helada.
—Edward…
—Tú
solo pensaste en lo que tú quieres y no te detuviste a pensar en que es lo que
yo deseo—no lograba entender sus palabras—tú quieres el divorcio…
—Es
algo que habíamos acordado. Cuando pasara lo de Aro podríamos…
—Sé
lo que acordamos—no me permitió terminar de hablar—pero por si no te has dado
cuenta esto aún no termina.
—Pero
no falta mucho para que acabe, y el final será el mismo.
—
¡Maldita sea!, es que no pensaste que tal vez yo no querría el divorcio—me giré
con cautela, su cuerpo estaba rígido detrás de mí, me sentía acorralada, bueno
en realidad lo estaba, no tenia salida. Me detuve para mirarlo con detenimiento
y me sorprendió ver al hombre que estaba delante de mí, su aspecto impecable
había desaparecido, en su lugar delante de mí estaba la imagen de un hombre
vulnerable y absolutamente sexy. Sus manos ahora en sus bolsillos y el cabello
más alborotado que de costumbre, eso solo me indicaba que había estado pasando
sus manos por él, por esa mata de cabello cobrizo, sedoso y de una suavidad
increíble, la sombra de su barba me dejaba claro que no se había rasurado esta
mañana, algo extraño en él, que cuidaba que su aspecto siempre fuera pulcro, su
camisa de manga larga estaba enrollada hasta sus codos, los primeros botones de
su camisa abiertos dejando una parte visible de su pálida piel y la corbata
sobresalía de uno de sus bolsillos del pantalón, este hombre no se parecía en
nada a aquel con quien me había casado,
¿Qué le había sucedido?.
—Pero…—su
mirada era aún más fría.
—
¡NO!, escucha, no planeo dejarte ir—se
acercó un poco más a mi.
—Tienes
que hacerlo—retrocedí hasta que mi espalda chocó con la puerta, su cercanía
comenzaba a afectarme, es que no se daba cuenta de que esto no tenía un futuro,
que debíamos hacerlo ahora antes de que mi fuerza de voluntad se rompiera y no
fuera capaz de afrontar la separación— esto no puede continuar.
—
¿En verdad te importó tan poco todo esto?, ¿mis palabras siguen pareciéndote
vacías?
—No
puedo continuar con esta farsa—murmuré.
—
¿Por qué?, dame una buena razón para entenderte—sus manos se ciñeron en mis
brazos, con más fuerza de la necesaria lastimándome un poco, aunque estaba
consciente de que había mostrado una mueca de dolor que él parecía no haber
notado.
—No
importa
—A
mi me importa—me movió un poco con brusquedad, baje la mirada al suelo dejando
las lágrimas comenzar a correr.
—
¡Mírame Isabella!, y dime porqué—volvió a moverme con brusquedad, logrando que
levantara mi mirada para encontrarme con la suya.
—No
puedo—sollocé, noté la vacilación y la duda en su mirada, pero aun así seguía
sin soltarme y sabía que era demasiado difícil que lo hiciera.
—Solo
dímelo, ¡Maldición!, solo habla de una vez—gruñó, golpeando la puerta con su
puño, me estremecí ante tal reacción, respiré un par de veces antes de hablar.
—Tenemos
que hacerlo porque soy una estúpida, estos eran negocios y yo terminé
involucrándome de una manera que no era la apropiada. ¡Me enamoré de ti!, por
eso es que debemos separarnos— ya nada importaba al final él se marcharía o
seria yo, lo único que sabía es que no podíamos vernos por un largo tiempo. Puse
mis manos sobre su pecho separándolo un poco de mí, su esencia me estaba
embriagando y no me permitía pensar con la claridad que necesitaba.
—
Aún no he terminado—cerró la puerta de nuevo encerrándome entre sus brazos.
—Ya
lo dijimos todo. Déjame ir—supliqué.
—No,
no lo hemos dicho todo.
—Edward…—puso
un dedo en mis labios, provocando que una descarga recorriera todo mi cuerpo,
un simple toque era suficiente para tener una reacción.
—Déjame
hablar o puede que después no tenga el valor suficiente para decirte todo lo
que quiero—me sorprendí ante sus palabras, él siempre era tan seguro y en este
momento me estaba diciendo que podía no tener el coraje de seguir.
—Suena
tan fácil decirlo pero es difícil, sumamente difícil hacerlo, me tomó meses
pero ahora sé que no puedo posponerlo por más tiempo—pasó una mano por esa mata
de cabello cobrizo, desordenándolo aún más—Te amo Bella.
—No
juegues, por favor no lo hagas.
—
¿Crees que jugaría con algo como esto?—me quedé callada sin saber que debía responder.
—Déjame
ir—supliqué.
—Ya
te dije que no lo haré—su brazos rodearon mi cintura pegándome a su cuerpo,
este cuerpo que me incitaba a los placeres prohibidos unos que no volvería a
disfrutar— ¿Cómo puedes pedirme que
terminemos con esto, como si no hubiera significado nada?, dime entonces, ¿qué fue
lo vivimos durante estos meses?
—Fue
una mentira—susurré.
—Y
que hay del deseo incontrolable que sentimos—su rostro se acercó peligrosamente al mío.
—El
deseo y el sexo van completamente de la mano, pero eso no implica ningún sentimiento
de por medio—intenté hablar con mayor seguridad, pero su cercanía me nublaba
los sentidos. — Hay que admitir que como pareja a veces somos algo
disfuncionales pero en la cama eso no parece importar. Para mí no es
suficiente, yo no quiero estar envuelta en una relación en la que solo el deseo
y la pasión desenfrenada sean lo más importante—me alejé de él.
—Te
he dicho que te amo—repitió con desesperación en su voz.
—Estás
confundido, solo lo haces para que no termine con esto, ¡esto se acabo!— palabras
que decía mas para mí que para él.
—
Si en verdad me amas, ¿por qué te alejas? —su voz se había suavizado y
comenzado a… ¿quebrarse?
—Por
eso mismo, quiero que encuentres a alguien que pueda hacerte feliz, alguien que
sea capaz de darte lo que está claro yo no soy capaz—sollocé recordando la pérdida
de nuestro bebé, me habían dicho que eso no implicaba ningún problema para
volver a embarazarme pero yo no creí posible hacerlo, no sintiéndome como me
sentía.
—Ya
la encontré. Encontré a la mujer que quiero tener el resto de mi vida junto a
mí, esa mujer es divina, y lo mejor de todo es que ya me pertenece. Es mi
esposa y no planeo perderla.
—Edward
no puedes hacerme esto—sollocé aún más alto.
— Es que no lo entiendes Bella, eres mi vida,
lo eres todo para mí—tomó mi rostro entre sus manos y con las mías me aferré a
su camisa—tú eres la única que me importa, tú me puedes dar todo lo que yo
deseo y más.
—No
sabes lo que dices, ¡soy un monstruo!, eso es lo que soy— le grité logrando al
fin que me soltara, llevé las manos a mi pecho tratando de controlar mi
respiración, aparté con mis manos sus intentos de abrazarme, me dejé caer de
rodillas mostrando todo ese dolor que sentía aún en mi interior.
—Soy
un monstruo—cubrí mi rostro con mis manos, no podía parar de llorar, sus brazos
me envolvieron dejando de lado mis inútiles intentos de zafarme, me aferré a su
camisa hasta que poco a poco me fui tranquilizando, solo eran ligeros espasmos
los que invadían mi cuerpo.
—Dime
porque dices que eso de ti mi amor.
—Yo…
yo—sentí como él dejaba de respirar—cuando me enteré de que estaba embarazada
me solté a llorar, no fui como cualquier otra mujer que rebosa de alegría, yo
me sentí mal porque pensé que lo había arruinado. ¡Estaba embarazada! Se me hacía
injusto traer al mundo a un bebé en una relación como la nuestra, no le di el lugar que se merecía. Me gustaba la idea de
pensar que era una parte de ambos, pero aun así seguía considerándolo algo
inapropiado y fue hasta el momento en que lo perdí—mordí mi labio intentando
ahogar un nuevo sollozo—fue en ese momento que me di cuenta de que amaba la
idea de ser madre. Pero era demasiado tarde, ya no estaba, lo había perdido, y
esa pequeña criaturita no había recibido todo el amor que se merecía, es como
si lo hubiera rechazado. ¡Yo!, la única persona que se supone lo amaba lo
rechazaba, soy un monstruo Edward.
—¿Por
qué jamás me dijiste como te sentías respecto al embarazo?—tomó mi rostro entre
sus manos obligándome a verlo, su mirada era confusa y no sabía qué era lo que
estaba pensando, de lo único que estaba segura es que había perdido el concepto
que tenía de mí, ahora mismo no lo culparía si decidía alejarse, intenté separarme de él pero me lo impidió— Pensé que
había aceptado perfectamente la idea del embarazo, yo estaba extasiado por la
idea, aunque sabía que no había sido el mejor momento, creí que ese pequeño nos
uniría aun mas.
—No
puedo sentirme bien después de saber la persona horrible que soy, me dolía darme
cuenta de todo lo que había hecho y ya no había manera de remediarlo, lo había
perdido, solo podía sentir un horrible vacio y una inmensa culpa
—No
tienes la culpa pequeña, lo que sucedió nada tiene que ver con eso, no diré que
sé cómo te sientes porque mentiría. Ambos continuábamos engañándonos, yo me
preguntaba si cuando todo pasara me permitirías seguir formando parte de la
vida de ambos. Me dolió el saber que lo habías perdido, pero aunque es un bebé
irremplazable sé que…—tomó una enorme bocanada de aire, apoyó su frente contra
la mía y acunando mi rostro entre sus manos—sé que podríamos intentarlo de
nuevo.
—Edward,
yo no…
—Sé
que es pronto y que quizá no estés lista pero estoy dispuesto a esperar el
tiempo que tú me pidas—me besó dulcemente logrando que me estremeciera— te juro
que no hay nada que desee mas en este mundo que un bebé de ambos.
—
¿Hablas en serio?, no te importa la persona horrible que soy, te acabo de
confesar lo que le hice a nuestro bebé y no te importa.
—Hablo
completamente en serio mi amor, se que ese no fue el momento perfecto para la
llegada de nuestro bebé—se levantó obligándome a hacer lo mismo, pero
manteniéndome en sus brazos.
—Lo
perdí, y no sé si seré capaz de volver a intentarlo, no podría soportar una pérdida
como esa nuevamente.
—No
estarás sola pequeña, yo estaré junto a ti, como debí estarlo la primera vez— rozó
mis labios de una manera dulce—.Quiero que me perdones por alejarme en lugar de
afrontar lo que nos estaba pasando, no fui el hombre que necesitabas pero
también estaba dolido por lo que nos sucedió. Verte en ese estado de negación
en el que te abandonaste me lastimaba, me dolía mas saber que te podía perder a
ti también , y en lugar de intentar apoyarte me alejé creyendo que eso te
ayudaría, pero no fue así, solo te aparté mas.
—Pensé
que te costaba demasiado verme después de no ser capaz de proteger a nuestro
bebé.
—Fui
un cobarde mi amor, y en lugar de afrontar lo que se nos presentaba huí, eso
fue lo que hice, me refugié en el trabajo intentando olvidar lo que nos
ocurría, pero aunque no lo creas que te fueras me hizo despertar y darme cuenta
de que no podía perderte pequeña, no después de que me has convertido en un
hombre diferente, que te has convertido en lo más importante en mi vida.
—Me
dolió ver la manera en que te distanciaste, aunque era consciente de que yo te
había alejado de mi lado. Además ante mi viaje esperaba un poco mas de
resistencia y cediste con mucha facilidad.
—Jamás
estuviste sola mi amor, desde el momento que me dijiste lo que planeabas hacer,
puse a un guardaespaldas cuidándote nuevamente, temía que te fueras en un
momento en el que yo no estuviera y lo hiciste. Me debatí en ir detrás de ti
pero sabía que necesitabas estar sola y pensar, es por eso que no tomé el
primer avión para ir detrás de ti.
—
¿Por qué me mandaste cuidar? —estaba sorprendida ante su confesión, en otro
momento me hubiera molestado pero ahora estaba conmocionada.
—Porque
me preocupo por ti, y no iba a permitir que la única mujer que me importa de
verdad se alejara de mí, no sin antes saber lo que yo sentía por ti realmente
mi amor—deslizó sus dedos por mi cuello hasta mi nuca obligándome a acercarme a
sus labios y disfrutar de un dulce y apasionado beso—Te amo y nada cambiara
eso.
—Yo
también te amo—envolví mis brazos en su cuello y lo besé un par de veces, me
detuve para observar su mirada y notar que al igual que yo, había derramado un
par de lagrimas, limpié sus mejillas con dulzura— quiero que sepas que te amo
Edward, te amo como jamás pensé amar a alguien.
—
¿Me amas? —Su rostro se iluminó.
—Lo
hago, y es por eso, que creí que lo mejor era terminar con esta farsa, así tú
podrías encontrar a alguien que te diera lo que te mereces y con la que tú
pudieras hacer tu vida.
—
¿Terminar?, ahora que hemos dejado de engañarnos, no lo creo mi amor—inclinó su
rostro hasta que sus labios se posicionaron sobre los míos, me besó con pasión
una de la cual no me pude resistir, me sostuve fuertemente de su camisa para no
caer, sabía a licor pero no me importó aun así, ahí estaba su característico
sabor, me separé en busca de aire—Te amo Bella—abrí los ojos aun sin poder
creer que estaba escuchando esas
palabras de sus labios, por mucho tiempo las había imaginado y ahora eran
reales, él me las estaba diciendo.
—Repítelo—susurré
sin poder ocultar mi voz llena de emoción.
—Te
amo mi pequeña gatita—lo abracé fuerte y me sentí en casa cuando sus brazos me
rodearon.
—Yo
también te amo—respondí sin poder ocultar mi enorme sonrisa, una que no se
presentaba desde hace un buen tiempo en mi rostro.
—Por
cierto. Bienvenida a casa mi amor—apartó un mechón de mi cabello antes de volver a
besarme, pero esta vez de manera lenta, dándose y dándome el tiempo de saborear
el exquisito beso que estábamos compartiendo.
—Te
extrañé—dejé que mi frente descansara sobre la de él y le sonreí de manera
tímida.
—No
te volverás a alejar —hundí mi rostro en su pecho permitiendo que su característico
aroma inundara mis sentidos.
—No
lo haré—me perdí en el verde de su mirada, di un sonoro suspiro y me acerqué un
poco más a él levanté mi mano hasta colocarla en su mejilla y notar el
estremecimiento que recorrió su cuerpo y la manera en que cerró sus ojos me
demostró que mis caricias tenían más efecto del que recordaba, sonreí al mismo
tiempo que él lo hacía.
Esa
tarde la pasamos juntos, aún se me hacia irreal el saber que realmente así
estábamos, esta vez de verdad, ya no había más farsas, él me amaba igual que yo
lo amaba a él. Me encontraba acurrucada en sus brazos mientras veíamos un
reporte financiero, lo sé, nada romántico pero al menos podíamos estar unidos.
Me
tomé un par de días antes de tomar el valor necesario para retomar mi vida habitual,
la vida que había llevado y que estaba dispuesta a recuperar, me había rehusado
a hacerlo en un principio pero Edward tenía razón, tenía que volver a retomar
mi vida.
—Todo
estará bien pequeña—me dio un beso antes de bajar del auto y ayudarme a
hacer lo mismo, posó su mano en mi espalda baja y me empujó suavemente para
hacerme entrar a la empresa. Las miradas de muchos se encontraron con la mía, noté
como parecían sorprendidos ante mi presencia, habían pasado muchas semanas en
las que no había estado en este lugar, aunque estaba algo intimidada mantuve mi
porte de siempre. Esperando el ascensor estaba mi padre en su traje impecable y
con el portafolio en su mano lo que me indicaba que también acababa de llegar.
—Buenos
días—dije con voz segura logrando que se girara, me vio de arriba abajo y una
enorme sonrisa se formó en su rostro.
—Belly—lo
abracé dejando que me envolviera en los suyos.
—Estoy
de vuelta—susurré alejándome un poco de él.
—No
sabes la alegría que me da escuchar eso cariño, ya te echábamos de menos en la
empresa, dime a quién debo de agradecer esa hermosa sonrisa—tocó mi nariz.
—Solo
a una persona—abracé a mi esposo que me envolvió en los suyos, mi padre lo vio
con completa seriedad— ¿Sucede algo?
—Charlie
no estuvo de acuerdo en que te dejara marchar sola, pero aunque me dolió
hacerlo, sabía que era lo que necesitabas y ahora sé que tomé la decisión
correcta—besó mi sien, me condujo dentro del ascensor al momento que este se
abrió.
—Aún
no estoy de acuerdo con lo que hizo pero debo de admitir que funcionó, de nuevo
tienes esa hermosa sonrisa en tu rostro.
—Me
perdí mucho en estas semanas, así que tendré mucho trabajo—me recargué totalmente
en mi esposo y aunque mi papá lo intentaba disimular notaba su semblante lleno
de duda ante nuestra cercanía.
—Nada
de qué preocuparte, James y yo nos hicimos cargo de tu trabajo, así que puedes
estar segura de que no tendrás mucho acumulado— me despedí de mi padre para
salir en el piso donde estaba mi oficina, Lauren junto con otras chicas parecieron
atragantarse con el café que estaban tomando al verme de regreso.
—Jane,
podrías traernos un café—la chica asintió mientras los dos entrábamos a mi
oficina—Ignora las miradas de todos, no dejes que eso te afecte.
—No
me afectan, será mejor que comience a trabajar—me senté en mi silla y encendí
la computadora, me giré para ver a Edward en una de las sillas mirándome
fijamente— ¿Qué sucede?
—Me
alegra tenerte de vuelta.
Después
de compartir un café y que me pusiera al corriente de lo que había pasado en la
empresa, hablé con James que apenas se enteró que estaba de regreso se pasó por
mi oficina o mejor dicho se fue a trabajar un rato conmigo, cuando lo convencí
de regresar a su oficina, fue el turno de Edward para que entre ambos
elaboramos una estrategia para elevar nuestras ganancias.
Una
semana después había regresado a mi vida habitual, claro que no lo había hecho
sola, estaba acudiendo a un psicólogo que me estaba ayudando a sobrellevar mi
problema. Había llorado cuando había hablado de ello, pero tener a Edward junto
a mí, sosteniendo mi mano me había dado el valor para tomar la decisión de
recibir ayuda.
Había
vuelto a reordenar mis prioridades, estaba feliz y sabía que mi apariencia lo
demostraba. El momento que tanto esperamos al fin había llegado, una baja en la
bolsa se había presentado dándonos la oportunidad de comprar algunas de las
acciones de Aro y con ese movimiento nos asegurábamos de que nuestras empresas
quedaban a salvo, al menos así no se le ocurría dañarnos sabiendo que poseíamos parte
de su empresa y si nosotros caíamos el sufriría una fractura dando lugar a una
compra masiva y por lo tanto su desaparición.
—Ya
era hora de que sucediera—entro mi padre a la oficina de Edward donde nos
encontró hablando.
—La
espera valió la pena, después de todo no tiene el mejor equipo, logramos
hacernos de un 30% de las acciones.
—
¿Hablan en serio? —se acomodó en la silla junto a mi
—Yo
logré hacerme apenas de un 10%—apuntó mi esposo—el resto es por cuenta de esta
pequeña escurridiza.
—Lo
bueno es que la tenemos de nuestro lado y no en nuestra contra—se burló mi
padre revolviendo mi cabello que lo llevaba suelto.
—Serian
un gran reto.
—Con
Carlisle decidimos ir a celebrar este gran día, así que ¿por qué no vamos a
cenar?—propuso- — a lo que nosotros accedimos, me dio un beso en la mejilla y
desapareció de la misma manera que había llegado. Un problema con la cuenta de
uno de los clientes de medio Oriente nos mantuvo en la oficina por un poco más
de tiempo dejándonos sin tiempo para ir a nuestra casa y cambiarnos.
Entramos
al restaurante que estaba cerca de Central Park y que era uno de los favoritos
de mi madre y Esme, uno de los anfitriones nos guió hasta la mesa en la que
estaban nuestros padres. La mirada de mi madre me dio a entender lo que las
palabras no podrían expresar, me envolvió en sus brazos y me susurró lo mucho
que me quería y lo bien que lucía, Esme igual de afectuosa que mi madre logró que
me sonrojara un poco.
—Bueno
les parece si brindamos por lo que estos dos chicos han conseguido—mi padre nos
señaló a ambos, sonreí abiertamente y Edward solo me guiñó un ojo.
—A
decir verdad las felicitaciones deben de ser mas para Bella, ella logró comprar
el doble que yo, gracias a una mente realmente brillante.
—Podrían
dejar de avergonzarme y mejor ordenar.
Hicimos
nuestro pedido y esperamos a que la cena llegara, escuche la plática de mi mamá
y de Esme respecto a la semana de la moda en Paris a la que habían asistido.
Cenamos
entre comentarios ligeros y alegres de nuestros padres, en algún punto de la
velada comenzaron a contar anécdotas de la universidad y de la infancia que
desconocía de mis padres y por supuesto que no me esperaba de mis suegros,
intente detenerlos cuando la conversación se comenzó a centrar en nosotros y
empezaron a hablar de las cosas que habíamos hecho de pequeños, mis mejillas
ardieron y solo sentí los labios de Edward en mi mejilla.
Nos
fuimos a nuestra casa después de que todos quedamos lo suficientemente
avergonzados, mi esposo no paraba de reír al recordar algunas de las anécdotas
e imaginar a sus padres en esas situaciones, aunque me habían parecido
graciosas para mí era más vergonzoso recordar todo lo que mis padres habían
contado sobre mi infancia en la cual había sido una chica con muy poca
coordinación.
Tres
días después, la amenaza de Aro desapareció. Él mismo, había ido a nuestras oficinas al
darse cuenta de que nos habíamos infiltrado en su empresa y que no podía hacer
nada contra nosotros, al menos no mientras contáramos con parte de sus acciones. Estaba furiosos pero no con nosotros sino con
su equipo, que él consideraba invencible pero en realidad era un fraude, hizo
ofertas muy tentadoras para recuperar sus bienes pero eso solo nos convertiría
nuevamente en su blanco, cosa que no me apetecía debido a la presión que esto
ejercía.
—Veo
que después de todo su plan no fue tan descabellado—Edward tomó mi cintura de
manera protectora al mismo tiempo que lo sentí ponerse rígido— admiro su
entrega, y es por eso que no deben preocuparse
de que haga algo contra ustedes, sé que son capaces de cualquier cosa y aunque
me duela admitirlo, admiro su tenacidad.
El
hombre salió sin despedirse, al menos ya podíamos respirar tranquilos, después
de esta mañana estresante era un hecho que nuestra empresa no estaría más en la
mira de ese espantoso hombre.
—
¿Viste la manera en que ese hombre te estaba viendo?—sin poder contenerme solté
una carcajada, logrando que gruñera y que el resto de los hombres que estaban
en la sala me miraran — ¿Qué te parece tan gracioso Isabella?, no tiene gracia.
—Amor
estás celoso—envolví mis brazos en su cuello— ¡Dios! Edward, ese hombre me
dobla la edad.
—Y
yo te gano con 7 años.
—Mi
amor, no hay comparación entre los 7 años con los 20 o 25 que tiene ese
hombre—hice una mueca de desagrado con solo pensarlo—además él es un hombre
horrible y tu eres uno demasiado sexy— negó sonriendo, con delicadeza me obligó
a separarme de su cuerpo, hice un mohín solo para recibir un beso en la frente
de su parte.
—Lo
siento mi amor, pero no creo que sea muy buena idea que estés cerca de mí, no
tienes idea de lo que me provocas —si amaba a este hombre ahora mismo podía
decir que lo amaba con mayor intensidad, aunque sabía que me deseaba no me
insinuaba nada y mucho menos me lo había propuesto porque él esperaba que fuera
yo quien lo dijera, quería que yo me sintiera lista para dar ese paso de nuevo.
—Edward,
Bella—me sonrojé al notar la presencia de nuestros padres y más aun al notar el
brillo cómplice en la mirada de Carlisle que estaba junto a mi—Los esperamos a
cenar esta noche, Esme muere por verlos.
—Ahí
estaremos—mi esposo solo asintió y cada uno se marchó a sus actividades.
Por
la tarde Edward mandó mi auto a nuestra casa para no tener que ir a casa de sus
padres en autos diferentes. Él junto con James se envolvieron tanto en un nuevo
proyecto que se olvidaron de la hora hasta que me cansé y fui a recordárselo,
ambos se sorprendieron y fueron por sus cosas ya que eran cerca de las 8;
llegamos con el tiempo justo a su casa, siempre me había parecido hermosa, la
había visitado un par de veces cuando aun no conocía a Edward.
—Pensé
que me dejarían plantada—me abrazó para después guiarme al comedor.
—Sabes
Esme, tu hijo soy yo y Bella es tu nuera—sonreí divertida ante su comentario,
Esme me soltó y fue a darle un efusivo abrazo.
—Pero
tú sabes lo mucho que quise una niña, puede que no sea mi hija pero es lo más
cercano que tendré—entramos al comedor donde estaban mis padres— ¿Qué les
parece si cenamos?
Todos
asentimos y nos acomodamos en nuestros lugares, el salón estaba iluminado por
un candelabro enorme que le daba un estilo propio a esta habitación de amplios
ventanales. Disfrutamos de la cena y agradecí que no hablaran de negocios ya
que había tenido suficiente por el día de hoy, descubrí a mi madre y a Esme
mirándome un par de veces pero asumí que solo eran ideas mías, así que lo dejé pasar.
Cuando fue momento de tomar el café fuimos a la sala ya que alegaron estar más
cómodos, me acomodé junto a Edward mientras que mi madre y Esme se acomodaron
frente a nosotros y nuestros padres en los individuales que había al lado de
cada una de ellas. El silencio era algo incómodo y me removí un par de veces en
mi lugar, escuché un suspiro y como mi padre se aclaraba la garganta.
—Bueno
chicos se preguntaran porqué les hemos pedido que vengan.
—Pensé
que se trataba solo de una cena sin un detalle en particular—me llevé la taza a
los labios cuidando de no quemarme.
—Sabemos
que el peligro ya pasó—agregó Esme quien mantenía su mirada fija en ambos. Estaba claro
que ahora deseaban saber qué es lo siguiente que haríamos.
—También
sabemos que habían acordado que cuando esto pasara cada uno seguiría su camino,
solo queremos saber qué es lo que sigue ahora—inquirió mi madre
—Sé
que lo que vivieron hace poco tiempo dejará una huella imborrable, pero eso no
es un motivo para dejarse vencer, ambos van a poder rehacer su vida.— agrego
Esme en lo que dejaba la tasa sobre la mesita delante de nosotros.
—Hija,
sabes que tienes nuestro apoyo y tal vez te parezca dura la idea de volver a
intentarlo pero nosotros estamos aquí para cuando nos necesites. —la mirada de
mi madre rebosaba en ternura.
—Podrán
terminar con este arreglo cuando ustedes lo deseen, la tormenta ya pasó—agregó mi
padre quien al igual que Carlisle se
mostraban cautelosos—Podrán dejar de fingir.
—
¿Fingir? —les pregunté y ellas volvieron a asentir bueno mi madre porque Esme
pareció comprender.
—No
nos separaremos—la voz de Edward fue firme, mientras entrelazaba sus dedos con los míos.
—Después
de todo, tenias razón Esme, el destino nos tiene sorpresas y esta es una de
ellas, desde hace tiempo nuestro matrimonio dejó de ser una farsa y se
convirtió en una realidad.
—Pero…
—Sé
que a veces parecía que las cosas no iban del todo bien y no lo iban, pero era
por falta de comunicación, no hablábamos y solo sacábamos deducciones que en su
totalidad resultaban erróneas, no puedo buscar a ese hombre perfecto porque ya
lo tengo—me sonrojé ante lo que acababa de decir, dejé descansar mi rostro en
su pecho sintiendo como me rodeaba con sus brazos.
—Admito
que hace unos años no fui el mejor hombre pero te aseguro Charlie que jamás
dañaría a esta pequeña mujer, ella me ha enseñado cosas increíbles, cambió mis
prioridades y ahora que encontré a la mujer correcta, no la dejaré.
—Lo
sabía. Bienvenida nuevamente a la familia cariño—me vi envuelta en los brazos
de Esme y mi madre abrazó a Edward, vi tanto a mi padre como a Carlisle negar y
sonreír.
—Hay
algo de que quiero hablar contigo Belly, ¿podemos?—asentí siguiendo a mi madre
que me llevó al jardín—hija me alegra que tomaras la decisión de quedarte junto
a Edward, después de todo resultó ser un gran hombre y uno que te adora.
—Es
perfecto para mi mamá—tomó mis brazos con suavidad.
—Cariño
quiero saber cómo te sientes respecto a…—de inmediato me tensé, era un tema del
que no me gustaba hablar, pero debía aprender a hacerlo y no permitir que me
siguiera afectando tanto.
—Aunque
diga que estoy bien, aún me duele esa pérdida, pero el apoyo de Edward y la
orientación de Mark me están ayudando, y ahora más que nunca debo comenzar a
superarlo, quiero… quiero formar una familia con Edward—le sonreí con timidez y
vi en su rostro una enorme sonrisa, me abrazó reconfortándome— ¿crees que sea
buena idea si estoy pensando en embarazarme de nuevo?
—Es
una maravillosa idea, eso te ayudara a recuperarte—mi labio tembló—pero no
olvides al pequeño ángel que siempre los cuidará.
—Gracias
mamá, no sabes lo que significa para mi que me ayudes en esta situación además
de que fuiste un gran apoyo cuando más te necesité.
—Solo
hice mi trabajo cariño, mi lugar era estar contigo, Edward estaba demasiado
desconcertado, fue en ese momento que me di cuenta lo que él sentía por ti, me
dolía ver como eras tú quien lo alejaba, pero no podía entrometerme, no podía
hacerlo porque no sabía de qué manera lo tomarías.
—Fui
la única ciega, yo me enamoré de él y creí que él no sentía nada por mí, le
pedí el divorcio. ¿Te das cuenta que estuve por perder al amor de mi vida?—me
reí con nostalgia— soné como de telenovela, recuerdas lo mucho que me burlaba
cuando en alguno de tus programas decían la frase, era algo trillado.
—Sumamente
trillado—secundó sonriendo.
—Creo
que en este momento busco lo trillado para mi vida. Como cambian las cosas en
un abrir y cerrar de ojos, hace un año si alguien me hubiera dicho que pasaría
por todo esto la hubiera tachado de loca.
—La
vida nos esconde grandes sorpresas, hija—me abrazó con dulzura dejándome claro
todo el amor que sentía por mí.
—Regresemos—tomé
su mano y entré de vuelta a la casa, los vi a todos de pie en el pasillo, el
semblante de Edward cambió apenas y me vio, solté la mano de mi madre y caminé aprisa
para abrazarlo y dejar que me reconfortara en sus brazos.
—
¿Está todo bien pequeña?—asentí acariciando su mejilla y robándole un casto
beso— ¿quieres que nos vayamos? —susurré un suave sí.
Nos
despedimos de nuestros padres y nos fuimos a casa, debíamos comenzar de nuevo
pero esta vez lo haríamos de la manera que debió ser desde un principio, sin máscaras
y demostrando abiertamente lo que sentíamos el uno por el otro.
Tres
meses de arduo trabajo nos trajo como recompensa unas pequeñas vacaciones en
las islas Maldivas. Era un lugar hermoso donde podríamos disfrutar de la
tranquilidad que deseábamos. El primer día solo paseamos por la playa
maravillándonos con la belleza natural del encantador lugar. Edward se había
portado de manera maravillosa conmigo, me había acompañado a terapias para
superar el estado de depresión en el que había caído, se mantenía a mi lado
ayudándome en lo que necesitaba y sobre todo, no había mencionado el hecho de
que volviéramos a compartir intimidad, eso es lo que más le agradecía ya que aún
no me sentía preparada para volver a intentarlo.
A
la mañana siguiente me desperté para encontrarme en la hermosa habitación,
cubrí mi cuerpo con la sábana, la puerta de la terraza estaba abierta
permitiendo que la brisa penetrara en la habitación haciendo que la fina
cortina ondeara. Tomé la bata que estaba a los pies de la cama y la anude, pase
mis dedos por mi cabello para alisarlo un poco para después dirigirme a la
puerta de cristal y ahí en las escaleritas se encontraba sentado Edward con la mirada
perdida en el mar que se veía detrás de unas palmeras.
—Buenos
días —saludé consiguiendo su total atención.
—Pensé
que dormirías un poco más—negué, se iba a levantar pero yo se lo impedí
sentándome en su regazo.
—
¿En qué pensabas? —pregunté ganándome un pequeño beso.
—Solo
puedo pensar en una cosa, en una hermosa mujer—me guiñó un ojo—no se lo digas a
mi esposa, pero esa chica me nubla los sentidos y no puedo sacarla de mi mente.
Pero aunque no me permita pensar con claridad, la amo.
—Yo
también te amo—envolví su cuello con mis manos—hubo muchas veces que tuve que
morderme la lengua para no decirte que te amaba y solo decía un te quiero en su
lugar, no deseaba que te alejaras de mi.
—Fuimos
unos tontos, en lugar de hablar nos hicimos ideas absurdas y nos engañamos.
—Pero
eso ya no importa, lo que importa ahora es que estamos juntos y comenzaremos de
nuevo—besé su nariz.
—Sí,
un nuevo comienzo—asintió ocultado mi rostro en su cuello—Bueno hermosa dama,
será mejor que vayamos a desayunar, no sé tú, pero yo muero de hambre. —Después
de una rápida ducha, tomamos un delicioso desayuno.
El
resto del día lo pasamos tomando el sol y dentro de la calidez del agua cristalina,
y pensar que hace poco menos de un mes había estado aquí en el mismo lugar
debatiéndome en hallar la forma terminar con algo que estaba por comenzar.
—
¿Sabes qué me recuerda esto? —besó mi hombro para después permitirme que me
recargara en su pecho—Me recuerda a nuestra luna de miel, a los momentos en que
pasábamos observando los atardeceres.
—
¿Lo recuerdas? —para mi habían sido unos momentos grandiosos pero estaba segura
que para él había pasado como sucesos irrelevantes
—Cómo
crees que iba a olvidarlo pequeña. No he olvidado ninguno de los
momentos que he pasado contigo.—
Me dijo mientras me tomaba de la mano.
Cuando el sol se ocultó fuimos a cambiarnos
para ir a cenar.
Después
de la cena volvimos a sentarnos en la playa cerca de una las palmeras donde
apenas la luz llegaba, mas no era necesaria ya que la luna estaba en todo su
esplendor dándole un aspecto mágico al momento. Edward acomodó su espalda en la
palmera y me obligó a acomodarme a horcadas.
—Puedo
decir algo—asentí, acariciando su cabello.
—Eres
la mujer más perfecta y no puedo creer aún que seas mía.
—Edward
yo…—dejó un dedo en mis labios.
—No
puedo creer que todavía no lo creas,
pero espero que lo hagas ya que lo escucharas muy a menudo, para mí eres la
mujer más hermosa que existe—acunó mi rostro entre sus manos acercándome a sus
labios.
—Creo
que puedo acostumbrarme, pero no esperes a que me convierta en una egocéntrica
como tú—una hermosa risita salió de sus labios antes de besarme con sutileza.
—
¿Eso quiere decir que ya no dudarás de mis palabras como lo hacías antes?
—No.
Ya no lo haré, ahora sé que lo dices de verdad, sé que fui insegura pero no
podía evitarlo, yo pensaba que tu no sentías nada por mi y con la llegada de
Jessica…
—Eres
demasiado insegura mi vida. En otra situación tu actitud me hubiera hecho
apartarme pero no lo hice porque te amaba, te amo y lo único que quería era
estar contigo y demostrarte lo mucho que me importabas, además de que eres la
única mujer para mí.
—
¿En verdad no tienes ojos para otra mujer?
—Tengo
ojos para una sola mujer, mi mujer—rozó mis labios, arrancándome una sonrisa.
—Ahora
quiero hablar de otra cosa que he estado pensando—murmuré.
—Tiene
algo que ver con las terapias—asentí.
—Lo
he estado pensando y creo que sería bueno si lo… lo intentáramos de nuevo—dije
con timidez, dejando mis dedos recorrer sus brazos.
—Bella
sabes que yo puedo esperar, no quiero forzarte a nada.
—Lo
sé y agradezco tu paciencia, pero quiero hacerlo—envolví su cuello y cubrí sus labios
con los míos.
—Creo
que deberíamos de esperar un poco—dijo separándose de mis labios con suavidad.
—
¿Ya no me deseas? —pregunté dolida.
—Cómo
no desearte mi amor, pero no quiero que echemos por la borda todo el trabajo
que llevas hasta ahora, no me gustaría verte de nuevo afectada y distante por
hacer algo para lo que aún no estás preparada —Sabia que lo que necesitaba era
exactamente lo que le estaba pidiendo, quería sentirme nuevamente en sus brazos
y experimentar todas esas sensaciones que solo él podía despertar, me levanté sin
darle tiempo a impedírmelo.
—Me
iré a la cama, ya es tarde—prácticamente corrí hasta llegar al interior de
nuestra habitación, me cambié y entré en la cama sintiendo la mirada de Edward,
que estaba sentado en una de las sillas de la mesita que estaba en una las
esquinas de la habitación.
—Pequeña
yo…
—No
importa, en verdad no importa solo quiero dormir—le di la espalda e intenté
cerrar los ojos y descansar, pero no podía, después de lo que me pareció una
eternidad lo sentí acomodarse junto a mí, rodear mi cintura y pegarme a su
cuerpo.
—Sé
que estas despierta—susurró contra mi oído logrando un suspiro, su mano acarició
el contorno de mis caderas subiendo hasta el borde de mis senos, giré mi rostro
para encontrar sus labios y cuando los sentí sobre los míos me gire
completamente sin apartar sus manos de mi cuerpo y me pegué al suyo, los besos
y las caricias cobraron intensidad en pocos minutos todas nuestras prendas habían
abandonado nuestros cuerpos.
—No
tienes idea de todas las veces que esperé
para volver a sentirte en mis brazos—deslicé mis manos sobre su pecho desnudo
recordando cada uno de los músculos que poseía, deleitándome con su perfección.
—Te
necesito—murmuré antes de adueñarme nuevamente de sus labios y presionarme más
contra él, moví mi cadera contra la suya arrancándole un fuerte gemido de
placer, al mismo tiempo que asumía el control total de la situación, sus labios
abandonaron mis labios y fueron directamente a mis senos, tomando entre sus
labios uno de los pezones que se había endurecido debido al placer que había
despertado nuevamente en mi.
Dejé
mis manos cobrar vida y recorrí cuanta parte del cuerpo de mi esposo me era
posible, sentía como sus labios se deleitaban con lo que estaban probando, sus
dedos se internaron en el punto más intimo de mi anatomía y que solo él había
explorado, dejé escapar un gemido profundo cuando sus dedos comenzaron a
acariciar la pequeña protuberancia de placer con la que contaba mi cuerpo.
—Edward
por favor—intenté ocultar un nuevo gemido ante su afán de seguir jugando y
mantenerme expectante, mi respiración se detuvo al momento que dos de sus dedos
se adentraban en lo más profundo, comenzó a moverlos a un ritmo abrumador, sin
aparatar sus labios de mis senos, cerré los ojos hundiendo mis manos en su
cabello, gemía sin control y repetía su nombre cuantas veces la respiración me
lo permitía. Súbitamente el orgasmo me golpeó dejándome atontada pero feliz por
haberme sentido otra vez así.. Esperé a que mi respiración se normalizara para
abrir los ojos y encontrarme de frente con mi esposo que me miraba con los ojos
oscurecidos por el deseo.
—Fue
grandioso—murmuré acariciando su mejilla, se giró súbitamente para besar la
mano que lo acariciaba.
—Esto
aún no termina mi amor, fue solo el comienzo— De nuevo me dejé guiar por la
intensidad de sus caricias y la profundidad de sus besos, arqueé mi espalda y grité
sin poder contenerme cuando me dio el beso mas intimo presionando con sus
labios el pequeño botoncito de placer enviando una descarga por todo mi cuerpo,
gemí su nombre un par de veces, supliqué por que terminara pero él parecía no
escucharme ya que continuaba con la tortura, una exquisita tortura. Nuestros
ojos se encontraron cuando lo sentí posicionarse entre mis piernas, su dureza acariciaba
los delicados pliegues de mi feminidad y lentamente se fue resbalando en mi
interior.
—Oh…
Bella—sus manos estaban posicionadas a ambos lados de mi rostro, se inclinó para
besar mi cuello mientras mi respiración se había hecho lenta, mordió el lóbulo
de mi oreja haciéndome gemir antes sus pequeños jadeos—eres tan estrecha mi
amor.
—Yo…—es
que podía ser que eso le molestara.
—Es
perfecto mi amor, me encantas—gruñó contra mi oído provocando que envolviera
mis piernas en su cintura para hacerlo entrar completamente, ambos gemimos y
comencé a moverme al ritmo que él lo hacía, escuchándolo susurrar mi nombre mientras
seguía moviéndose dentro y fuera de mi.
Por
primera vez después de todas las veces que habíamos estado juntos, sentía que
hacíamos el amor, en verdad estábamos haciendo el amor, sabía que él me amaba
de la misma manera que yo lo hacía. Mi cuerpo se tensó y sabía que estaba por
alcanzar el límite pero no quería hacerlo antes que él, mas él parecía empeñado
en hacer que lo hiciera, unos segundos después ambos tocamos el cielo y me
sentí satisfecha. Su cuerpo quedó sobre el mío, su rostro estaba oculto en mi
cuello dejando que sus respiraciones agitadas chocaban contra mi piel, reí
suavemente y lo obligué a separarse de mi cuando sus labios comenzaron a
moverse nuevamente contra mi piel.
—Te
amo—susurré ganándome una hermosa sonrisa torcida.
—No
más de lo que yo te amo a ti mi pequeña gatita—me acurruqué contra su cuerpo,
esta vez era un hecho, las mentiras habían quedado atrás y ahora podíamos
disfrutar de lo que la vida nos tenía preparada para nuestro futuro juntos.
Desperté
sola en la cama como la mañana anterior, dejé que mis ojos se acostumbraran a
la claridad para así poder levantarme. No pude reprimir una sonrisa al
encontrarme desnuda bajo la sábana, eso indicaba que la noche anterior había
sido real y no solo un sueño.
Tome
un panty de uno de los cajones y la camisa de Edward que descansaba en el
respaldo de una de las sillas, dejé abiertos los primero botones, recogí mi
cabello en una coleta antes de salir al porche donde sabía que podría encontrar
a mi esposo.
—
¿Mala noche? —le pregunté logrando que se girara con el semblante contraído.
—La
mejor de las noches diría yo—me ruboricé al sentir su mirada recorrer mi cuerpo
de pies a cabeza y deteniéndose en algunos lugares.
—No
es muy agradable despertar sola—me acomodé junto a él dejando que me envolviera
con uno de sus brazos.
—Estabas
tan cómoda que me dio pena despertarte, además tuve que salir de la cama ya que
la tentación era demasiada—murmuró contra mi oído en un tono bastante sensual.
—No
hay mejor manera de despertar que estando junto a ti o tal vez podría mejorar—susurré.
—
¿Cómo lo mejorarías? —mordió el lóbulo de mi oreja, sentí un calor repentino en
mi cuerpo y no era el sol que apenas me rozaba, era el cuerpo y las palabras de
mi esposo.
—Te
lo mostraré uno de estos días—le sonreí de forma coqueta haciéndolo gruñir.
—Un
día de estos lo que vas a conseguir es matarme.
—Moriría
junto contigo. Mi vida sin tí no tiene el más mínimo sentido.
—No
hables de esa manera, mejor vayamos a desayunar.
—
¿Tienes hambre?
—Lógico.
Después de un ejercicio exhaustivo como el de anoche—me acomodó en su regazo.
—
¡Cállate!, me estás avergonzando.
—Que
tiene de malo que mencione lo bien que la pasamos juntos, además te aconsejo
que te acostumbres, planeo recordártelo muy a menudo—deslizó una de sus manos
por mi pierna erizando mi piel.
—Eres
un descarado—golpeé su hombro antes de levantarme y entrar de nuevo a nuestra
habitación. Tomamos una ducha por separado ya que si lo hacíamos juntos jamás
saldríamos, pero eso no lo detuvo ya que al final de cuentas nos quedamos sin
desayunar pues aprovechamos el tiempo en algo mucho más placentero.
No
podía evitar sentirme mal por lo que había dejado escapar, si al menos le
hubiera hecho caso a las palabras de Alice cuando me dijo que Edward me amaba y
que no era solo una mentira como yo lo quería creer. Pero debo de admitir que
era más fácil pensar que él no sentía lo mismo y que esto era una cuestión de
negocios que darme cuenta de lo que realmente nos sucedía.
Pero
esto ya era pasado, ahora el presente es lo único que importa. Un presente que
se mostraba más claro y despejado, la tormenta ya había pasado y era momento de
disfrutar, disfrutar una vida junto a un hombre extraordinario al que tenía que
compensar.
...
Gracias al curso de betas que se encargo de arreglar este capítulo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario