EPILOGO
NUESTRA VIDA JUNTOS
Después
de nuestra maravillosa semana de vacaciones las cosas continuaron bien entre
los dos. Comencé a rehacer mi vida en todos los sentidos, volví a salir con mis
amigas por lo menos una vez por semana, claro cuando estaban en la ciudad.
El
desfile de Alice había sido un éxito como lo había predicho. Le abrió muchas
puertas, gustaron tanto sus diseños que fue invitada especial en los desfiles
en Paris, Londres y Milán. Las chicas seguían manteniéndose en el status de las
modelos más importantes y por lo tanto eran las más solicitadas entre los
diseñadores. Habían firmado contratos millonarios. Amaba que aunque cada uno
continuaba creciendo, seguíamos siendo las mismas de siempre, a ninguna se le
había subido el éxito a la cabeza.
El
primer día que salí con ellas me sentí extraña por lo que podía ocurrir, pero
me sentí feliz de ver que nada había cambiado, me contaron todo lo que habían
hecho durante mi tiempo de ausencia. Me reí ante las locuras de Alice respecto
a la boda de Rose, la cual sería en
menos de un mes, había sido una velada perfecta. Me ofrecí a llevar a Alice a
su casa porque era la única que no traía auto en ese momento.
—Puedo
preguntar algo—asentí ante la pregunta absurda de mi amiga, quien aunque
recibiera un no por respuesta lo preguntaría— ¿Solucionaste las cosas con
Edward?
—Sí.
Es el hombre que quiero para siempre en mi vida— sonreí de manera tonta, yo
nunca me había considerado una de esas chicas cursis, pero ahora lo era al por
mayor, mi esposo estaba sacando lo peor y a la vez lo mejor de mí.
—Sé
que él te quiere en su vida—asentí sabiendo que era verdad, ahora ya no había
dudas, sabía que él me
quería. — También te debo de agradecer por hacerme abrir los ojos y regresar
con Jasper. Lo que no entiendo es como podías decirme que no me rindiera, lo amaba y no
seguías tu propio consejo
—Es
más fácil aconsejar a los demás que a uno mismo.
—Lo
sé. Y te diré algo, puede que sea demasiado duro y tal vez te moleste pero es
la verdad—Tomé aire mientras estacionaba el auto frente al edificio donde
estaba su departamento. — Fuiste muy egoísta con Edward, solo te preocupabas
por tu dolor pero jamás te detuviste a pensar en lo que él estaba pasando. A él
también le dolió la perdida pero él se hacia el fuerte por ambos, lo vi solo
una vez y con esa me basto para darme cuenta el profundo dolor que sentía pero
que ocultaba por ti.
—No
sigas Ali, no necesitas decírmelo. —dije apretando el volante y cerrando los
ojos.
—No
crees que es hora de que seas tú la que este para él, que le retribuyas un poco
todo lo que hizo por ti, se que ambos se engañaban al no aclarar lo que
sentían, pero creo que siempre fue él quien dio un poco más.
—Aunque
no lo creas me puse a recordar cada
momento que vivimos juntos y me di cuenta que él siempre me demostró que me
quería pero era tan orgullosa, ciega e insegura que no lo veía, pero las cosas
cambiaron
—Me
alegro y creo que será mejor que te vayas antes de que la guardia nacional
venga a buscarte
—Muy
graciosa— me despedí de ella y fui rumbo a mi casa donde encontré a Edward
dormido lo cual era extraño. Me desvestí quedando solo en ropa interior, me
acomode sobre él, besando su pecho, subiendo por su cuello hasta sus labios.
—Hola
amor—hablo aún sin despertar por
completo, pero con una enorme sonrisa— Hoy fue un día horrible y muy agotador,
me metí completamente bajo las mantas, acto que le gusto por su gran sonrisa.
—¿Puedo
ayudar a que te relajes?—continúe besando su cuello y dejando que mis manos se
deslizaron por su pecho.
—Se
que lo harás, pero estoy agotado amor— hizo un pucherito adorable, coloque mis
manos justo al lado de su cabeza mientras los besaba logrando que aceptara
profundizar el beso, moví mi cadera hasta que lo hice gemir contra mis labios.
— Bella…
—Esta
vez déjamelo todo a mí—esas palabras sirvieron para que despertara por
completo, me miro por unos minutos, pero bastaron un par de besos y movimiento
de mi cadera para que se rindiera y me dejara tomar el control completo de esta
noche. Yo misma me sorprendí de todo lo que me atreví a hacer, en otro momento
me hubiera sentido cohibida y hasta tímida, pero ahora eso no me importaba lo
único que deseaba era que él
disfrutara y ser yo la causante del placer que obtendría esta noche.
La
boda de Rose llego en un abrir y cerrar de ojos. Estaba completamente nerviosa
de la misma manera que estaba yo, solo que eran circunstancias diferentes. La
ceremonia fue simplemente hermosa, el escuchar los votos hizo que mis ojos se
humedecieran, la mano de mi esposo tomo la mía y la beso, en un gesto de
cariño.
La
fiesta fue en un hermoso jardín que había sido acondicionado a las exigencias
de mi amiga, además de que contaban con un enorme equipo de seguridad ya que al
ser una pareja famosa traían a los medios detrás de ellos. Entramos a la enorme
carpa blanca que se había levantado en el jardín, dentro colgaban varias arañas
de cristal dándole un toque de elegancia; las flores y las decoración fue
simplemente magnifica, una pista creada para disfrutar de la hermosa música que
armonizaba la velada. Nos sentamos en la misma mesa que mis amigas y sus
respectivas parejas, me alegre de ver a Alice felizmente con Jasper; Tanya por
su parte y sorprendentemente aun seguía con Demetri.
—Vamos
damas de honor que hay que ayudar a la novia—le di un beso a Edward antes de ir
junto con mis amigas a la habitación donde sabíamos que estaba mi amiga
alistándose para partir a su luna de miel, le habíamos preparado una su
equipaje donde habíamos puesto un sinfín de diminutas prendas de las cuales
sabíamos Emmett estaría eternamente agradecido.
Edward
llego junto a mi cuando estábamos observando partir a la nueva feliz pareja,
recargue mi peso en el cuerpo de mi esposo, así me mantuve por un rato hasta
que escuche una melodía que sabía era una de sus favoritas, así que lo lleve
hasta la pista que estaba casi vacía, coloque sus manos en mi cintura y las
mías en su cuello, descanso su frente en la mía envolviéndonos en una burbuja
de intimidad, en ese momento solo existíamos los dos y los demás habían
desaparecido.
—Te
dije lo hermosa que luces esta noche—susurro
—Como
unas 30 veces—me pegue más al cuerpo de mi esposo dejando que la dulce melodía
nos envolviera.
Antes
de marcharnos Alice nos dio la gran noticia por la que su mirada había estado
brillando todo el día.
—No
sabía si debía de …
—Vamos
Alice, estoy feliz por ti, lo que me sucedió a mi no te sucederá a ti, además
es algo que estoy superando.
—Enana
es maravilloso, seremos tías—dijo Tanya quien la abrazo, y yo me uní a ellas,
la duende se echo a llorar, sabía que ese llanto era debido a las hormonas que
comenzaban a hacerle una mala jugada.
—Lo
siento chicas no sé ni porque lloro—se disculpo limpiando sus mejillas con el
pañuelo que Jasper le había extendido.
—Yo
lo sé y solo te aconsejo que te hagas a la idea—le sonreí
—También
les avisare el día de la boda,
queremos casarnos antes de la llegada de nuestro pequeño y claro, antes de que luzca
una enorme barriguita—sonreí con nostalgia al recordar mi embarazo fallido,
aunque no se había logrado ese bebé estaría siempre en nuestros corazones.
La
boda de Alice fue un par de meses después, fue justo el tiempo que le costo
terminar su vestido y confeccionar el de nosotras, sonreí al ver que debajo de
su hermoso vestido blanco se asomaba una pequeña barriguita que no se molesto
en ocultar más bien en resaltar. Ahora lo único que me preocupaba es que ese
pequeño o pequeña seria el nuevo maniquí de su mamá. La única soltera era Tanya
pero ella disfrutaba de su soltería y parecía que su nueva relación iba
funcionando, al fin había encontrado a un hombre que la acompañara en sus
locuras pero también que le ponía limites y que ella gustosa acataba, parecía
que al final cada una habíamos obtenido nuestro cuento de hadas.
Ocho
mese después estaba recargada en una de las esquinas del ascensor mientras
observaba el tablero iluminarse de acuerdo al piso que iba pasando, estos meses
que habían pasado habían sido los mejore. El trabajo seguía en ascenso lo que
nos mantenía ocupados pero eso no implicaba que descuidáramos nuestra relación.
Las fiestas de sociedad y de caridad seguían existiendo pero ahora irradiaba
una seguridad de la que hasta yo misma me sorprendía, el saber que Edward me
amaba me ayudaba a sentirme capaz y segura ante cualquier chica que intentara
acercársele.
Las
puertas se abrieron cuando estuve en el piso donde estaba mi oficina y la de mi
esposo, apreté mi bolso y fui aprisa hasta la oficina de Edward, Lauren me
indico que tenía una llamada importante, le grite que le regresaría la llamada.
Jane me sonrió pero esta desapareció cuando me vio detenerme ante la puerta.
—Sra.
Cullen no puede entrar—enarque una ceja pero la ignore entrando, me encontré a
mi esposo buscando algo entre las carpetas de su escritorio, rompí la distancia
envolviendo los brazos en su cuello y adueñándome de sus labios, mi lengua rozo
su labio inferior pidiendo permiso a entrar uno que me fue concedido, dejo sus
manos en mi cintura pero no me apretó contra su cuerpo como había esperado, me
separo con suavidad logrando que un mohín apareciera en mi rostro al sentirme
rechazada.
—Edward…—sonrió
de lado al notar mi voz entrecortada por la intensidad del beso
—No
es que me queje por este inesperado arranque de pasión—susurro demasiado
bajo—pero no creo que a nuestro público le agradara del todo.
—¿De
qué…?—me gire y ahí en la pequeña sala de su despacho se encontraban un par
de hombres que no conocía junto con James que mantenía su mano en la boca
ocultando su sonrisa burlona,
mi padre como Carlisle sonreían pero había una mirada de censura, tomó mi
cintura y me empujo suavemente hasta llegar donde estaban todos.
—Permítanme
presentarles a Isabella, una de las mentes más brillantes con las que cuenta
esta empresa, además, puedo presumir que es mi esposa—los hombres me saludaron
regalándome una enorme sonrisa y agregando la excelente pareja que
conformábamos con mi esposo. Me despedí sintiéndome tremendamente avergonzada,
apenas estuve afuera deje mi espalda apoyada en la puerta ante la mirada
interrogante de Jane
—Lamento
no hacerte caso, después de esto lo recordare—ella sonrió nerviosa—no te
preocupes el ogro de tu jefe no te dirá nada, ya que fue completamente mi
culpa.
—Gracias,
pero el Sr. Cullen no es tan malo—asentí
—Lo
sé, pero a veces creo que lo puede llegar a ser, me iré a trabajar si no quiero
que mi jefe me regañe, el si puede llegar a ser un ogro—soltó una tímida risita
ante mi comentario, me encamine a mi oficina para comenzar a trabajar, atendí
un par de llamadas y tuve que bajar al área de finanzas donde había un par de
problemas con algunas notas. Solo volví a mi oficina por mis cosas y me marche
a casa, me había surgido una idea pero necesitaba tiempo para prepararla, deje
un mensaje a Edward diciéndole que me tomaría la tarde libre para estar con las
chicas cosa que fue una mentira pero así no preguntaría.
Eran
cerca de las nueve de la noche cuando termine de vestirme con un sencillo
vestido strapless de color blanco con un listón negro (lo encontraran en mi
perfil junto con el anillo que había olvidado subir), unas zapatillas altas y
el cabello suelto. Fui a la terraza para ver que todo estuviera listo, al
escuchar el auto entrar al garaje serví una copa de champan y me detuve frente
a la puerta por la cual entraría mi esposo, un par de minutos después entró con
el saco en el hombro y el cabello revuelto.
—
¿Qué tal estuvo el resto del día? —le pregunte extendiéndole la copa, la tomó
sin quitar su mirada interrogativa
—Lo
mismo de siempre, revisar balances, muchas llamadas y revisar las fluctuaciones
de la bolsa—me dio un beso saboreando el momento— Acaso olvide que era nuestro
aniversario, porque si mal no recuerdo eso fue hace un par de meses.
—No
olvidaste nada, es solo que hoy me apeteció consentirte, además es sábado y
tenemos el fin de semana solo para nosotros—asintió sonriente, lo conduje hasta
la terraza donde la mesita estaba arreglada para dos, con un par de velas y un
pequeño arreglo floral.
—Pensé
que mi esposa no era el tipo de chica cursi
—No
lo era, pero mi esposo ha sacado ese lado
La
cena transcurrió entre concersaciones que nada tenían que ver con el trabajo,
recordando momentos que habían marcado nuestra vida. Me sorprendió escuchar
todo lo que hacía, siempre lo había catalogado como un rompecorazones y
mujeriego, pero jamás me había contado que el sostenía una casa hogar y llegaba
a dar conferencias a los estudiantes de economía en la universidad de Oxford.
Era un aspecto de él que no era muy conocida, pero de igual manera era
importante.
—Te
quedo deliciosa a cena Sara —la felicito mi esposo cuando estaba quitando los
platos sucios.
—Qué bueno que le ha
gustado, pero ese cumplido debe de ir dirigido a alguien más—me señalo con la
mirada.
—
¿Tu cocinaste? —Asentí sonriendo de manera tímida— ¿que no se suponía que ibas
a salir con las chicas?
—Eso
fue una pequeña mentirita para que no sospecharas lo que planeaba hacer—me
levante de mi silla y me senté en su regazo cuando estuvimos solos de nuevo.
—Por cierto lamento lo sucedido esta tarde en tu oficina. Jane me intento
detener pero la ignore así que espero que no le dijeras nada.
—No
le dije nada y sobre ese incidente no importa, es bueno saber que me
extrañas—sirvió dos copas de champan, entregándome una— que te parece si brindamos
por estos meses y los que nos esperan.
—Fui
a mi cita con Mark—señale la visita con mi psicólogo, ya solo iba una vez al
mes—y ya que estaba en el hospital aproveche y me realice un par de análisis.
—¿Te
sentías mal amor?—negué sonriendo ante su preocupación—Bella dime la verdad y
no me mientas, sabes que me preocupas pequeña.
—Es
solo que quería confirmar algo que sospechaba—me acomode a ahorcadas sobre él,
notaba su confusión lo que me parecía tierno pero desquiciante de que no
comprendiera.
—Cariño
me estas…—una sonrisa enorme apareció en su rostro, envolví su cuello en mis
brazos pegando mi pecho con el suyo.
—Estoy
embarazada.—susurre en su oído.
—¿Hablas
en serio?—me separo obligándome a verlo de frente, asentí permitiendo que un par
de lagrimas bajaran por mis mejillas— ¿Por qué lloras pequeña?
—Estoy
feliz, al fin lo conseguimos, tendremos nuestro bebé—sus labios se adueñaron de
los míos, fue un beso bastante apasionado que nos dejo jadeando y pidiendo más.
—Y
decías que esta cena no tenía
ningún motivo—oculte mi rostro en su cuello sonriendo. — fue una cena fabulosa,
pero creo que conozco la manera de terminar esta fabulosa velada.
—
¿Es que no piensas en otra cosa Cullen? —dije intentando sonar molesta pero esa
era imposible.
—Contigo
cerca me es algo difícil— me tomo en brazos deseando buenas noches a las chicas
y subiendo directamente a nuestra habitación. Los besos fueron suaves y las
caricias delicadas, parecía que intentaba grabarse cada parte de mi cuerpo
mientras despertaba sensaciones profundas. La ropa pronto fue solo un
impedimento para llegar al punto que deseábamos, nuestros movimientos fueron
sincronizados y profundos. Me hizo gritar y repetir su nombre mientras me veía
envuelta en un enorme placer, intente contenerme hasta que él llegara al límite
conmigo. Se acomodo junto a mí sin dejar de abrazarme, me acurruque junto a él.
—Como
te sientes con esta noticia pequeña—lo mire incrédula unos instantes, como me
preguntaba eso, que no se había dado cuenta de lo feliz que estaba—solo quiero
asegurarme que es lo que deseas.
—Con
mi vida, pero…—oculte mi rostro en su cuello y lo abrace con fuerza—Tengo
miedo, ansió tener este bebé, pero me aterra el saber que tal vez la historia
podría repetirse.
—Eso
no sucederá mi amor, esta vez no te dejare sola ni un segundo y además
tomaremos precauciones—asentí. De nuevo la felicidad había tocado nuestra
puerta, estábamos esperando a nuestro segundo bebé, uno que esperábamos
con ansia.
Una
semana después nos encontrábamos sentados en la salita de espera para entrar
con mi ginecóloga, notaba las miradas de algunas mujeres ya que Edward era el
único hombre en el lugar. Estaba nerviosa cuando entre en el consultorio,
Edward entrelazo nuestras manos para intentar tranquilizarme.
Me
sometí a un chequeo para asegurarme de que este nuevo embarazo iba bien, me
dieron vitaminas necesarias y la cita para el primer ultrasonido. También me
pidió que intentara no estresarme en lo que había sucedido en mi embarazo
anterior, Edward se comprometió a que él se aseguraría a que estuviera
relajada.
Al
principio Edward se había molestado un poco por no querer compartir nuestra
gran alegría, pero es que aunque estaba tratando de olvidar lo que había
sucedido en el pasado no podía quitarme la horrible sensación de saber que no
tendría a mi bebé en mis brazos y era una sensación que quería volver a
experimentar. Quería estar segura de que mi embarazo era un hecho antes de
hacérselo saber a mis padres,
mis suegros y amigos.
—No
entiendo porque no decirles a los demás que estas embarazada—se levantó de
golpe.
—Es
solo que no quiero que los demás se enteren hasta que no esté segura de que
este bebé si llegara al final—murmure.
—Es
una tontería, nuestros padres estarán encantados con la noticia—acuno mi
rostro entre sus manos—Este bebé estará bien y quiero que tus padres
sepan que lo hemos conseguido, además sé que a Renée y mi madre les encantara ayudarte con la
decoración de la habitación del bebé.
—No quiero que más personas se hagan falsas
ilusiones y al final no suceda—dije con voz rota dejándome envolver en
sus brazos.
—No
pienses en ello amor, esta vez será diferente y quiero que te quites esas ideas
absurdas de tu loca cabecita.
—Se
los diremos después del Ultrasonido, solo pido eso, dame un par de semanas—
suplique.
—No
estoy de acuerdo pero lo hare si eso es lo que te hace estar más tranquila—beso
mi coronilla y salió de la habitación. Estaba molesto y como siempre lo hacía
prefería alejarse antes de comenzar con una batalla que solo nos llevaría a un
disgusto mayor.
Alice
tuvo un hermoso niño que llamó Nick, era un retrato de su padre pero con
algunas facciones de mi amiga, sus ojos azules destacaban y dejaban
hipnotizados a todo aquel que lo veía. La primera semana estuve con ella
apoyándola en esta nueva etapa y sobre todo me gustaba estar con ella
haciéndole compañía. Tanto Rose como Tanya también habían estado un par de días
disfrutando de los primero días de vida de nuestro pequeño sobrino, pero ellas
no habían podido estar demasiado tiempo debido a su trabajo. Yo en cambio no me
preocupaba del trabajo ya que había disminuido la carga de este para cuidar de
mi embarazo y Edward estaba más que feliz de saber que estaba con Alice algo
que me hacia mantenerme ocupada.
El
día del primer ultrasonido, me encontraba más nerviosa que la vez que había
asistido a la simple cita con la ginecóloga, me senté en la camilla moviendo
mis pies, sintiendo mi corazón latir con rapidez.
—Todo
estará bien amor, relájate—acaricio mi espalda con suavidad y yo solo pude
dedicarle una sonrisa nerviosa.
—Lamento
la espera, pero veamos a ese bebé, ¿listos para conocerlo? —Ambos asentimos, me
recosté y brinque al sentir como un gel frio tocaba mi piel—Lo siento debí de
decirte que estaba sumamente frio—se disculpó.
—No
importa—le reste importancia, tomo el transductor y lo coloco en mi vientre, en
ese momento apreté la mano de mi esposo y un hermoso sonido invadió la
habitación, era el corazón de nuestro bebé, estaba latiendo.
—Todo
parece ir en perfectas condiciones, no se ve ninguna anomalía, está implantado
correctamente y los latidos son normales—movió un poco más el transductor—
Bella sugiero que te quites ideas de la cabeza y disfrutes de tu
embarazo—asentí sin dejar de llorar.
—Lo
hare—limpio mi vientre.
—Te
dejo para que te cambies y los veo en mi consultorio—desapareció por la misma
puerta que había entrado.
—Nuestro
bebé está bien—abrace a mi esposo que había estado en completo silencio, acune
su rostro y me sorprendí al ver sus ojos cristalinos— ¿Qué sucede amor?
—No
pensé que escuchar el solo latido de nuestro bebé, provocara tantas sensaciones
en mí, es grandioso, completamente hermoso saber que hay una vida creciendo
aquí—coloco una mano en mi vientre—gracias mi amor, gracias por darme este
hermoso regalo.
—No
olvides que sin tu ayuda no hubiera sido posible—dejo escapar una dulce risa antes de
besarme.
Ese
mismo fin de semana estuvimos en casa de los padres de Edward, me ofrecí a
ayudar a Linett la nueva cocinera,
con los postres, bueno la verdad es que quería robarme un poco del pay, los
serví en los platos y tome un trozo que me lleve a la boca saboreándolo, la
mujer solo sonrió y eso solo pudo ser por alguna expresión extraña en mi rostro,
pero no importaba ¡estaba delicioso!
—Ya
entiendo porque quisiste ayudar—salte dejando caer una cuchara al escuchar la
voz de mi esposo en mi oído.
—No
hagas eso—dije aun con la mano en el pecho, acuno mi rostro y me beso
apasionadamente olvidando que no estábamos solos, escuche la puerta de la
cocina abrir y supe que había sido Linett que había salido dejándonos solos. Lo
cual no fue la mejor idea ya que me permití profundizar el beso, mis manos
apretaron la tela de su camisa en la cintura, deje escapar un jadeo apenas
imperceptible, un aclaramiento de garganta nos hizo separarnos.
—Agradezcan
que fui yo y no alguno de sus padres—sonrió Esme de manera cómplice, sentí que
me sonrojaba peligrosamente— Se comportan como un par de adolescentes, dejen
eso para después y regresen a la sala donde los estamos esperando.
—Como
podre ver a Esme de nuevo a los ojos después de que nos encontró en su cocina
demasiados entretenidos—murmure avergonzada.
—Ella
no está molesta y tampoco dirá nada, además eres mi esposa así que no estábamos
haciendo nada malo, no es como si fuéramos un par de adolescentes hormonales—levanto
mi mentón.
—Habla
por ti Cullen, yo volveré a ser una mujer hormonal—le recordé haciéndolo
sonreír.
—Bueno
mi adorada esposa hormonal le parece bien si les damos ahora la noticia a
nuestros padres—como negarme ante esa cara tan tierna que había puesto, eso
solo tenía un nombre Chantaje, asentí con un simple movimiento de
cabeza, tomo mi mano y me guio de vuelta hacia la sala donde estaban todos
esperándonos.
—
¿Porque tardaron?—pregunto mi madre divertida, odiaba que esta mujer fuera tan
intuitiva y además su poco tacto para preguntar las cosas.
—Estaba
evitando que alguien terminara con el Pay—beso mi coronilla logrando que yo lo
pisara para que me soltara.
—
¡Bella! —Gruño ante mi acción, me observo por unos segundo para después
sonreír—Hay algo que Bella y yo queremos compartir con ustedes.
—
¿Se irán nuevamente de vacaciones? —pregunto mi madre.
—No
lo había pensado pero puede que lo hagamos, ella necesita estar relajada
durante unas semanas—deslizo sus dedos por mi costado para detenerse en mi cadera
y dejar su dedo dibujar pequeños círculos sobre la tela.
—
¡Por dios! —chillo Esme y mi madre levantándose y viniendo hacia nosotros para
abrazarnos, me aferre al cuerpo de mi madre comenzando a llorar junto con ella,
solo la escuchaba decir cosas como estoy muy feliz por ustedes, esta vez será
diferente.
—
¿Alguien quiere explicarnos que es lo que sucede? —pidió Carlisle.
—
¿Es que no se dan cuenta de lo que sucede? —Enarco una ceja mi madre, a lo que
ellos negaron—vaya que son lentos, es que no se dan cuenta de que serán abuelos.
—
¿Abuelos? —pregunto mi padre viéndome con dulzura.
—Sí,
abuelo, papá—me arroje a sus
brazos.
—No
se imaginan lo feliz que nos hacen—vi a Carlisle abrazar feliz a mi esposo.
—Bueno
ahora hablemos de las vacaciones, ¿nos permitirán ausentarnos por un par de
semanas?—ellos no dudaron en decir que sí, que Edward debía de permanecer a mi
lado y que yo tenía que permanecer lo más tranquila posible.
Aunque
me opuse, terminamos viajando a Londres donde podríamos disfrutar de nuestra tranquilidad
y además me permitió conocer a los amigos de mi esposo. La primera noche que
nos quedamos de ver en uno de los restaurantes que pertenecía a uno de ellos,
entre al lugar que estaba decorado de manera totalmente diferente a la fachada,
era un lugar con su propio estilo, diferentes diseños que creía jamás
encajarían estaban unidos dando un toque único y característico. Apreté la mano
de mi esposo cuando escuche que lo llamaban.
—Relájate,
al peligroso del grupo lo tienes junto a ti—apenas y rozo mis labios, se detuvo
en una mesa donde vi varios pares de ojos puestos en nosotros, reconocí de
inmediato a Leah que se puso de pie y me saludo de una manera efusiva, me dio
un abrazo.
—Pensamos
que se habían perdido—se burlo un chico moreno que reconocí como Jacob.
—Un
pequeño inconveniente—me estrecho mas contra su cuerpo besando mi coronilla, la
verdad es que yo me había quedado dormida y el no me había despertado alegando
que quería que descansara y que sus amigos lo comprenderían.
—No
nos interesa saber su vida intima, mejor siéntense y vamos a cenar—dijo uno de
los chicos que no conocía, mi esposo retiro una de las sillas vacías para que
me sentara y después acomodarse junto a mí, me pegue mas al cuerpo de mi esposo
ya que me sentía algo cohibida.
—Después
de tanto rogar al fin Edward se decidió a dejar que te conociéramos, como
conozco a mi amigo apuesto a que temía que lo avergonzaríamos—la voz de Jacob
era seria para después soltar una carcajada—Y no se equivocó.
—Basta
Jacob, se trata de que Bella se sienta cómoda, no incomoda como la estás
haciendo sentir con tus comentarios—gruño Leah, dirigiéndole una mirada de
advertencia que él tomó, me miro con una sonrisa—Hay que brindar por la chica
que logro hacer que el gran Edward Cullen perdiera la cabeza.
—¡Salud!
—todos alzaron su copa, yo solo sonreía ante el enfado de mi esposo, el
discutió por un rato con sus amigos, mientras yo conocía a varias de las chicas
que eran bastante agradables, Leah en lo particular se encargaba de que
conociera algunas de las cosas más vergonzosas de mi esposo.
La
cena llegó y yo no pude reprimir un chillido de emoción ya que moría de hambre,
Leah y Emily me vieron con curiosidad al igual que Seth, mis mejillas
enrojecieron y solo pude ocultar mi rostro en el pecho de Edward. Me abrazo
depositando un par de besos en mi cabello.
—Edward,
¿has hecho pasar hambre a tu esposa? —hundí mas mi rostro ante las palabras
burlonas de Jacob.
—Cállate
Black—gruño—No hables de lo que no entiendes.
—Yo
solo decía amigo, es que tu esposa hizo un ruido demasiado gracioso—bufo
apretando mi pierna.
—Lo
siento—murmuré al saber que había puesto en ridículo a mi esposo, el había
querido presentar a una mujer delante de sus amigos y en cambio lo había
arruinado.
—No
tienes que disculparte mi amor—rozo mis labios con dulzura—Es solo que esta
pequeña tiene más hambre de lo normal.
—Y
luego no quieres que pensemos que la haces perder alguna comida.
—
¡Basta! —Gruño mi esposo—Es solo que esta linda mujer—beso dulcemente mis
labios—esta pequeña esta por darme el mejor regalo que puedo pedir, seremos
padres, está embarazada.
—
¿Hablan en serio? —asentí, todos en la mesa se alegraron y yo no pude más que
sonrojarme, aun no podía acostumbrarme a tanta atención, algo que este bebé me
estaba generando.
Las
semanas siguieron pasando y el embarazo había transcurrido con normalidad.
Llego el punto en el cual mi ropa dejo de serme útil, había notado que mi
vientre iba aumentando, pero esta mañana,
había sido frustrante, me había levantado tarde, me di un baño rápido y deje
que Edward comenzara a desayunar en lo que yo me arreglaba, la sorpresa es que
ninguna de mis prendas me sentaba bien, los vestidos y las faldas ajustadas las
había dejado de usar desde que habíamos regresado de Londres hace cerca de tres
semanas, y la ropa que supuestamente me quedaba ya la sentía justa y resaltaba
ese pequeño bultito.
Rendida
de me deje caer en el suelo a mitad del armario en medio de mi ropa, esto no
podía estarme pasando, me había negado tanto a ir a comprar ropa de maternidad
que ahora lo lamentaba, pensé que tendría un poco más de tiempo pero pareciera
que mi pequeño había decidió comenzar a crecer.
—No
pudiste darme un poco más de tiempo—le dije al bultito—ahora estamos en un
enorme lio—cubrí mi rostro con mis manos intentando encontrar algo que pudiera
utilizar.
—Pensé
que era tarde pero al contrario veo que has decidió reorganizar el armario.
Creo que no terminare de comprender a una mujer embarazada.—me gire para verlo
apoyado en el marco de la puerta con un vaso de jugo en la mano.
—No
es eso—me levante con cuidado y cruce mis brazos, con la mirada me pidió que me
explicara—Ya no entro en nada, estoy gorda—hice un mohín.
—
¡Estas preciosa! —Me abrazo con delicadeza—has crecido un poco y eso te hace
ver aun más hermosa, además,
creo que ya todos en la empresa deben de saberlo.
—Sí creo que ya no
podremos ocultarnos—le dije a mi bebé, habíamos evitado hablar de mi embarazo
en la empresa no queríamos escuchar comentarios mal intencionados.
—Tienes
que tener algo para ir hoy a la empresa—suspire negando—busca algo y prometo
que esta tarde te llevare de compras, te acompañare.
—No
es necesario que…
—Quiero
hacerlo mi amor, anda busca algo o no saldremos el día de hoy—beso mi coronilla.
—Porq…
—No
me iré sin ti—deje escapar un suspiro pero asentí, después de un largo rato
encontré un pantalón gris que me quedaba un poco justo pero no presionaba tanto
mi barriguita, una blusa holgada que Alice me había regalado hace ya un buen
tiempo y que solo había utilizado un par de veces. Me maquille y peine en
tiempo record.
Llegamos
a la sala de juntas cuando la junta había comenzado, mi padre nos vio
severamente y yo enrojecí pidiendo disculpas con solo un movimiento de labios,
me mantuve atenta en lo que hablaban. Cuando finalizó, Edward tomo control
de la situación y junto con mi padre y un par de directivos llegaron a un
acuerdo.
Cada
uno se marcho a su oficina para ocuparse del trabajo pendiente, salí de mi
oficina cuando Lauren no contestaba el teléfono, su escritorio estaba vacío así
que tome la llamada en lo que la chica regresaba, se apresuro cuando me vio
tomando nota.
—Lo
siento—le reste importancia pero le explique lo que debía de hacer, me quede
rígida cuando sentí un par de manos acomodarse en mi vientre
—
¿Lista para ir a comer y de compras?—note la mirada de Lauren que se había
posado en mi pequeña pero notoria barriguita, la sorpresa se leyó en su rostro.
—
¿Está usted embarazada?
—Pregunto aun sorprendida, asentí sonrojándome — ¡Felicidades!
—Muchas
gracias Lauren, pero si nos disculpas es hora de salgamos a comer, esta hermosa
mujer no debe de saltarse sus alimentos— tome mis cosas para marcharnos, no sin
antes poner al tanto a mi secretaria de que estaría fuera el resto del día.
—Te
das cuenta de que para mañana todos sabrán que estoy embarazada—le dije apenas
estuvimos los dos en el auto.
—Así
pondrán más cuidado en la manera en que te tratan, no permitiré que nadie te
altere o te haga trabajar de mas—iba a protestar por tratarme como si fuera
inútil.—no estoy diciendo que no puedas hacerlo, accedí a que siguieras
trabajando hasta que pudieras, pero no permitiré que sigas yendo de un lado al
otro, de eso me encargare yo, tú te limitaras a estar en tu oficina, dando
ordenes.
—Eres
injusto, no puedo estar todo el día sentada en mi silla.
—Pero
tampoco puedes estar agotándote demasiado. Así que tómalo o déjalo, es por la
seguridad de ambos mi amor.
—Está
bien—dije derrotada y la felicidad de mi esposo se vio reflejada al verse
triunfador.
Con
los meses pasando mi vientre aumentaba de tamaño, en un principio parecía que
me había tragado una pelotita, era gracioso pero me sentía extraña, ahora
estaba enorme y no sabía si era solo por mi pequeña o tenía que ver todos los
antojos que había sufrido. Había hecho que Edward me fuera a conseguir nachos a
las 3 de la mañana, pastel cerca del amanecer y que recorriera prácticamente
toda la ciudad en busca de un helado de nutella.
Había
decorado la habitación en colores neutros, aun me parecía un sueño saber que en
cuestión de semanas tendríamos a nuestro bebé con nosotros, me senté en la
mecedora viendo hacia el jardín mientras acariciaba mi barriguita, comencé a
cantarle ya que sabía que le gustaba, me lo hacía saber con sus suaves
movimientos, unos que repetía cuando escuchaba por un tiempo la voz de Edward,
nos conocía, sabía que éramos sus papás.
—No
me canso de escucharte cantar—levante mi rostro y me encontré con la mirada de
mi esposo, me dio un tierno beso para después acomodarse en el suelo apoyándose
en mis piernas, comenzó a acariciar mi vientre mientras le hablaba y al
instante un pequeño bultito sobresalió.
—Ya
falta menos para tener a esta hermosura entre nuestros brazos—acaricie su
mejilla, desde que nos habíamos enterado que sería una niña, Edward parecía
completamente feliz, me había obligado a entrar a una tienda de ropa de bebés y
me había hecho comprar vestiditos, al día siguiente había comprado un oso
enorme que habíamos colocado en una de las esquinas.
—Estoy
entusiasmada pero a la vez tengo miedo—beso mi vientre y se levanto hasta
acunar mi rostro.
—Nada
malo les pasara a ninguna de las dos. Te lo prometo—suspire pero asentí.
—Me
ayudas a levantarme, quiero ir a recostarme un poco —me ayudo a levantarme con
cuidado y me tomo en brazos, intente hacerlo desistir ya que imaginaba que
pesaba una tonelada pero él negó.
Las
visitas de mi madre, Esme y mis amigas se hacían más constantes conforme el día
se iba acercando, Edward se había negado a dejarme sola, pero como tenía que
estar en la empresa tenía que dejarme y es por eso que siempre había alguien de
su entera confianza y todo después de la falsa alarma. Fue antes de la comida
cuando Edward iba llegando a casa, habíamos salido de inmediato al hospital
para saber que solo parecía una pequeña indigestión, me había disculpado aun
cuando me había pedido que no lo hiciera.
Me
mantuve con la mirada puesta en el techo ya que era la única posición que me
mantenía cómoda, la mano de Edward estaba puesta en mi barriga mientras el
dormía tranquilamente, al menos uno de los dos lograba hacerlo, ya que cuando
estaba quedándome dormida nuestra pequeña se movía espantando mi sueño. Una
presión en mi pelvis dejando que un quejido se me escapara, respire
profundamente logrando que el dolor desapareciera, me removí dejando la mano de
Edward fuera de mi cuerpo, estaba muy incómoda.
—
¡Diablos! —me lleve la mano al vientre respirando profundamente.
—
¿Que sucede? — encendió la luz antes de girarse hacia mi.
—Creo
que esta vez si no es una falsa alarma, alguien está lista para unirse a nosotros—sus
ojos parecieron salirse de sus orbitas, pero eso no le impidió salir de la
cama, meterse en el armario y salir de él en un tiempo record completamente
vestido.
—Con
cuidado cariño—me ayudo a levantarme, y colocarme un overol que había dejado
listo por si esto sucedía, una sudadera mientras el abrochaba los cordones de
mis tenis. Me tomo en brazos y bajo las escaleras con cuidado.
—Edward
no olvides mis cosas y las de la bebé—tome mi vientre ante un movimiento
inesperado de mi hija, asintió regresando de nuevo a la planta superior por las
mochilas de ambas, bajo los escalones de dos en dos y salió a meterlas en el
auto.
—Bella,
¿se encuentra bien? —pregunto Sara que se había despertado.
—Creo
que esta vez sí estoy en trabajo de parto—sonreí con alegría.
—Qué
bueno que estas aquí Sara, podrías llamar a mis padres para decirles lo que
está sucediendo, ya llame a mis suegros—informo mi esposo, al momento que
atendía una llamada que por lo que alcance a escuchar era mi madre, salió de
nuevo al garaje y lo escuche encender el auto.
—Sara
recuérdale que le falta algo—la mujer fue hasta la puerta que se dirigía al
garaje ya que todo parecía que los nervios lo habían hecho olvidarse de un
pequeño detalle, “Yo”
—Lo
siento mi amor, lo siento, es que bueno yo… tu… ¡ah! —me reí ante su
nerviosismo, me tomo de nuevo en brazos y me coloco con cuidado en el auto,
condujo con rapidez hasta llegar al hospital, donde nos confirmaron que
efectivamente estaba en trabajo de parto, me conectaron a un par de monitores
que registraban las contracciones, mi esposo estaba caminando de un lado al
otro llevándose las manos al cabello mientras murmuraba algunas cosas que no
comprendía.
—Cullen,
me estas mareando—se detuvo.
—Es
solo que estoy nervioso, no pensé que me sentiría así—estire mi mano para que
se acercara, la coloque en mi vientre.
—Todo
estará bien, es solo que llego el momento por el que hemos esperado—asintió—la
nerviosa debo de ser yo no tu, la que va a pasar por todo seré yo, tu solo me
apoyaras y me recordaras que esto es por traer al mundo a nuestra pequeña.
Sus
nervios se esfumaron por un rato, al menos eso se los debo de agradecer a mis
padres y a los suyos, veía como contraía su rostro cuando una contracción se
presentaba y me obligaba a cerrar los ojos, apretar la mandíbula para no
gritar. Me habían dicho que dolía pero jamás pensé que de esta manera, sentía
como si me estuvieran partiendo, cada contracción era una presión enorme en mi
parte inferior, mi ginecóloga me reviso anunciando que aun faltaba un poco más,
cosa que no me hizo gracia ya que los dolores iban aumentando.
Gran
parte de la madrugada estuve entre contracciones hasta que llego la hora. Mi
madre y Edward fueron los únicos que se quedaron conmigo, la presión era
inmensa, respiraba con rapidez presionando la mano de mi esposo y tratando de
pujar cuando mi madre y la Dra. Me lo señalaban.
—Solo
un poco mas mi amor—susurro Edward besando mi rostro, estaba cansada.
—Una
vez más Bella, solo una vez mas y estará con nosotros—puje con fuerza dando
todo mi esfuerzo. La habitación fue inundada por un hermoso llanto, mantuve mis
ojos cerrados, estaba agotada, pero no podía dejar de sonreír.
—Gracias
mi amor—me susurro Edward la momento que me beso con suavidad y limpio mi
rostro.
—Hay
alguien que te quiere conocer hija—me gire hacia mi madre que me entrego al
pequeño bultito que traía en brazos. La acune con cuidado, roce su rostro con
la yema de mis dedos, tenía que asegurarme que era real, una mata de cabello
castaño es lo que poblaba su cabecita.
—Igual
de hermosa que su mamá— gire un poco mi rostro para besarlo nuevamente.
—Es
nuestra, es perfecta—regrese mi atención a mi hija, que abrió sus ojitos
mostrándome unas hermosas esmeraldas—tiene tus ojos—dije con emoción.
—La
combinación perfecta—asentí, la sentí removerse con suavidad y comenzar a
llorar. Entre en pánico ya que no sabía que es lo que sucedía, le pedí que no
llorara, le comencé a cantar pero nada sucedió.
—Solo
tiene hambre—me dijo mi madre con diversión, pase mi dedo meñique por su
boquita y la vi intentar tomarlo y al no conseguirlo comenzó a llorar
nuevamente. Era completamente nueva en esto—Solo amamántala—me indico mi madre
sin quitar su sonrisa, me gire nerviosa para encontrarme con la mirada de mi
esposo, sabía lo que tenía que hacer pero con Edward mirándonos me sentía un
poco avergonzada, me acomode de lado y la pegue a mi pecho, comenzó a succionar
y debo de decir que al principio dolió pero después no sentí nada, solo pude
perderme en ver la manera en que succionaba. Estaba impresionada de la manera
en que nuestro cuerpo está diseñado para dar vida y mantenerla, como de una
persona se puede desprender una más pequeña y también puedes ser capaz de
proporcionarle su alimento. Edward se acomodo a mi espalda y se perdió
observándonos, uno de sus dedos recorrió su carita.
—Sí
que tenía hambre—dijo mi esposo al ver que seguía sin soltarse. — ¿No duele?
—negué sonriendo.
—Bueno
en un principio, pero después nada—acaricie su pequeña cabecita y le di un
beso—Dime que no es un sueño y que verdaderamente la tengo en mis brazos.
—Está
con nosotros mi vida, somos padres—susurro acariciando una de sus manitas.
—Y
ya saben cuál será el nombre—asentimos sin dejar de ver a la pequeña que se iba
quedando dormida, los movimiento de su boquita se iban deteniendo hasta
separarse y quedarse dormidita.
—Permíteme—mi
madre la tomo en brazos la coloco con cuidado en su hombro y dio palmaditas en
su espalda hasta que ella dejo escapar un poco del aire que había absorbido.
—Su
nombre es: Angélique Cullen—dijo Edward a la enfermera que anotó el nombre un una hoja.
Ese
día mí habitación estuvo llena de gente que iba a conocer a nuestra pequeña que
permaneció dormida la mayor parte del tiempo, solo despertaba para comer y para
que la cambiáramos. Mi padre y Carlisle se habían quedado cerca de una hora
solo viéndola dormir, los escuche hablar sobre los juegos que pondrían en sus
respectivos jardines para que esta pequeña se divirtiera, apenas acaba de nacer
y ya estaban viendo la manera de maleducarla; solté una pequeña carcajada al
ver a los dos hombres saltar cuando mi hija comenzó a llorar pidiendo ser
alimentada. ¿Cómo alguien tan pequeño podía comer tantas veces al día?
Mis
amigas habían asistido y habían quedado maravilladas con la belleza de mi hija,
“era un hecho que sería hermosa, sus padres son guapísimos”, me sonroje pero
reconocí que al menos el papá lo era.
Un
día era lo que había estado en el hospital, cuando regresamos a casa me sentí
extraña de entrar con mi pequeñita en mis brazos, las chicas la vieron y quedaron
encantadas. Subí con cuidado y la deje en su cuna, la arrope y me quede ahí
mirándola.
—Es
real y es nuestra—me rodeo con sus brazos.
—Es
tan pequeñita—lo abrace.
—Creo
que ella te quito el puesto de pequeña, ella es la nueva pequeña de esta casa.
—Sí,
ella es la princesa de esta casa—me levante de puntillas para rozar sus labios.
—Vamos
a que descanses, ya que esta pequeñita despertara en un par de horas—encendimos
en monitor y nos fuimos a nuestra habitación, me acosté de lado disfrutando de
la sensación ya que tenia meses en que no podía hacerlo.
La
cama se movió con suavidad y el inconfundible aroma de mi esposo llego a mi
nariz, me acurruque a su lado dejando que me envolviera en sus brazos.
—Al
fin conseguimos lo que habíamos deseado y te aseguro que soy el hombre más
feliz.
—Me
alegro de saber que te he hecho el hombre más feliz—dije acurrucándome más en
sus brazos y sintiendo como el cansancio me vencía.
Unos
suaves sollozos me hicieron abrir los ojos y fui a la habitación de mi bebé, me
acerque con cuidado para verla llorar, su rostro contraído, sus ojitos cerrados
y movía sus piernitas y sus manitas.
—Ya
estoy aquí mi amor—la tome en brazos y me acomode en la mecedora para poder
alimentarla y contemplar lo hermosa que era.
—No
va a desaparecer—Edward me veía desde la puerta, regrese mi atención a mi
pequeña, sabía que lo decía por la manera en que perdía mirándola.
—Lo
sé…
El
tiempo siguió transcurriendo, las primeras semanas fueron sumamente agotadoras
y frustrantes. Digo frustrantes ya que me costaba trabajo comprender el porqué
de sus llantos, pero me basto un poco para acostumbrarme y comprender las
necesidades de mi hija, era como si estuviéramos conectadas. Los siguientes
meses me había dedicado a
trabajar desde casa ya que me negaba rotundamente a dejar a mi hija sola con
una niñera, aunque la tenia no quería separarme de ella, quería estar con ella
cuando comenzara a hablar y caminar no quería perderme ningún detalle de su vida.
Edward
me decía que era injusto que yo pudio estar en casa junto a Aní como la
llamábamos de cariño; mientras que él tenía que estar en la empresa perdiéndose
algunos momentos de nuestra pequeña. Siempre llegaba temprano algunas veces
después del baño y cuando llegaba antes el se apuntaba a hacerlo. La faceta de
padre le sentaba bien, en ningún momento me había imaginado a mi esposo en este
papel, era tierno y amoroso con la pequeña que siempre tenía en brazos. Lo más
duro que había tenido que hacer en meses era viajar al extranjero, lejos de
nosotras, nos llamaba por las noches y pedía que le dejara hablarle a nuestra
pequeña, dejaba el teléfono cerca de su oído y al escuchar la voz de su papá
ella sonreía y sus ojitos se movían como intentando encontrarlo.
Lo
que se suponía debía de ser una semana se convirtió en dos, cuando regreso lo
vi dejar caer su mochila en la entrada y salir corriendo hacia la planta
superior subiendo los escalones de dos en dos.
—Creo
que tu papi se llevara una sorpresa—le susurre a mi pequeña que estaba
intentando llevarse nuevamente mi cabello a su boquita.
—Sara,
¿donde están ese par de mujeres?—lo escuche preguntarle a nuestra ama de
llaves y cocinera, reí al escuchar la respuesta y verlo entrar a la sala donde
estaba con mi pequeña.
—Bienvenido
a casa—me levante, pero no me dio tiempo a moverme ya que en un par de zancadas
él había llegado frente a nosotras.
—Como
las extrañe—me beso con pasión, presionando el labio inferior entre los suyos,
se separo de mi para centrar su atención en la pequeña que nos miraba
fijamente—Me voy dos semanas y tu creces, pero sigues siendo la niña más
hermosa, te pareces tanto a tu mami—la tomó en sus brazos, le dio un par de
besos logrando que ella colocara sus manitas en su rostro y las retirara al
instante he hiciera un pucherito.
—¿Es
que no te alegras de verme?—le pregunto de nuevo acercándose a ella y logrando
un nuevo pucherito de su parte, me extraño ver que se comportara de esa manera
pero me basto ver con detenimiento a mi esposo para comprender.
—Creo
que no le gusta que estés cerca de ella—me miro perplejo y yo me eche a
reír—Edward, es solo que parece que hoy no te afeitaste y le pica.
—¿Así
que me haces sentir mal solo porque no me afeite hoy?—le pregunto a la pequeña,
quien volvió a repetir su gesto cuando él la besó—pero sabes, no lo hice porque
tome un vuelo en la madrugada para estar contigo y tu mami a primera hora.
—Ella
no te comprende mi amor, pero será feliz si te das un baño para que te relajes
un poco y aprovechas para rasurarte y hacer que la piel de tu rostro sea de
nuevo suave y agradable para ella—acaricio mi mejilla, hasta mi cuello y
acércame a él para besarme—anda ve a bañarte te esperare para desayunar, Aní lo
dudo mucho.
—Las
amo—sonreí ante sus palabras, adoraba cuando las decía.
El
día transcurrió con normalidad, Edward desayuno con nosotras y después fue solo
un par de horas al trabajo para después tomarse el resto del día junto a
nosotras, me encantaba verlo junto a nuestra hija, era simplemente un padre
dedicado que intentaba cumplir cada uno de los caprichos de su pequeña, cuando
creciera un poco mas tendría que hacerlo entender que no podía darle todo lo
que ella deseara ya que la convertiría en una niña mimada. El se encargo de
alimentarla y jugar con ella.
—Porque
no te vas a la cama, yo me encargo de que esta princesa se vaya al país de los
sueños.
—
¿Estás seguro? —quería
estar segura de que él podía hacerse cargo antes de irme, la verdad es que
estaba muy cansada estas últimas noches no había dormido bien.
—Por
supuesto. Anda te alcanzo en un rato— me despedí de mi hija que estaba
entretenida jugando con la camisa de su papá, sonrió cuando la bese lo que me
alegraba, ella me reconocía, sabía quién
era yo.
Me
di una ducha y después me metí en la cama dejando que el sueño se apoderara de
mi, un tiempo después solo sentí un par de brazos aferrándose a mi cintura, un
cuerpo amoldándose al mío y un deliciosa aroma, me gire para hundir mi rostro
en el pecho de mi esposo y descansar finalmente como él lo estaba haciendo.
Un
llanto me despertó, el monitor estaba
encendido y noté la ausencia de mi esposo por lo que no me levante, estaba segura que él
se estaba haciendo cargo y lo comprobé cuando la pequeña dejo de llorar, me
acurruque volviendo a dejar que el sueño regresara de nuevo.
—Bella,
tenemos que ir al hospital—me levante de un salto, ¿qué es lo que había
sucedido?, mire fijamente a mi esposo mientras me anudaba la bata, el ya estaba
cambiado y listo para salir.
—
¿Que le sucede a Aní? —me encamine hasta la habitación de nuestra hija que
seguía sollozando.
—No
lo sé, la cambie, le intente dar de comer pero sigue llorando y eso no es normal
debemos de llevarla al médico o es mas hablare para que venga alguien a revisar
a mi princesa ¿me recuerdas el nombre de su pediatra?—me acerque a la cuna y
note que mordía su cobijita, sus mejillas húmedas y sus ojitos rojos por el
llanto.
—Suelta
ese teléfono Cullen, no harás venir a nadie a estas horas—me lanzo una mirada
envenenada.
—Es
nuestra hija—gruño molesto acercándose a la cuna con las claras intensiones de
tomarla, pero coloque una mano en su pecho para impedirlo.
—Ella
está bien.
—¿Que
está bien?, es que no la escuchaste llorar, mira sigue sollozando y sus ojitos
están rojos—le di la espalda y fui a lavarme las manos dándole tiempo para que
la tomara en brazos, ella comenzó a llorar de nuevo.
—Que
es lo que le pasa a la inhumana de tu madre, como puede decir que estas bien
cuando algo te molesta—bufe al escuchar sus palabras, extendí mis brazos para
que me la entregara pero el negó.
—Dámela
Edward…
—La
llevaremos al hospital.
—No
seas ridículo, es solo que esta molesta porque están por salirle sus dientes—la
vio y después a mí, me la entrego con cuidado, tome su cobijita y la arrope
cubriéndola del frio que estaba comenzando a hacer, me acomode en el sillón que
había comprado recientemente para poder aplicarle un poco del gel que su
pediatra me había recomendado. Suavemente con uno de mis dedos se lo aplique en
las encías que estaban un poco inflamadas logrando que ella se relajara y
dejara de llorar.
—Lamento
lo de inhumana.
—No
importa—le sonreí a mi pequeña que se había tranquilizado—pronto pasara el
dolor mi amor, y será mejor que duermas o ambas seguiremos con horas de sueño
pendiente.
—Lo
siento, olvide que me lo habías dicho por teléfono.
—Lo
imagine—me hice a un lado dejando el lugar necesario para que él se acomodara
junto a nosotras, poco a poco se fue quedando dormida.
—
¿Ha estado molesta todos estos días?—asentí depositándola en su cunita y
asegurándome de que estuviera bien arropadita.
—Sí, recién comenzó llamé a mi mamá ya que
estaba asustada, pero Sara fue la que me dijo lo que era y me dijo que un
masaje se le quitaría pero no logramos descansar ya que no duraba mucho el
efecto del masaje así que al día siguiente la lleve con Irina y ella me dio el
gel que aminora el dolor de la inflamación— cerré la puerta con cuidado y me
dirigí a nuestra habitación con mi esposo junto a mi.
—Me
dio pánico pensar que algo malo le pasaba a nuestro bebé.
—Anda
ponte la pijama y metete en la cama que quiero dormir—sonrió desvistiéndose
dejándome apreciar su maravilloso cuerpo, se metió en la cama con solo ropa
interior.
El
primer año había pasado volando, nuestra pequeña seguía siendo completamente
hermosa, sus ojos verdes resaltaban en su piel pálida y su cabello castaño. Los
mejores momentos fueron cuando dijo Mamá y Papá. Había comenzado a caminar unos
días antes de cumplir su primer año al principio fue maravilloso pero ahora era
algo demasiado agotador, Aní era demasiado inquieta y andaba por todos lados
dándonos la tarea de vigilarla que no se golpeara con algo o tropezara. Edward
se había burlado de mi un día que había llegado y estaba yo hablando por
teléfono dando indicaciones, y tomando algunas notas mientras seguía a nuestra
pequeña que estaba inspeccionando toda la casa.
Cuando
cumplió tres años fue momento de que comenzara en la guardería y ese momento me
dolió demasiado, la deje en brazos de la que sería su encargada y ella solo
comenzó a llorar presionando una fibra en mi interior, la chica me dijo que Aní
estaría bien que era normal que llorara ya que estaba demasiado acostumbrada a
mi pero que nada malo le pasaría, se alejo con ella que comenzaba a dejar de
llorar. Antes de que hiciera cualquier movimiento Edward me había tomado
firmemente de la cintura y me había llevado al auto, no me había dado tiempo de
ir por mi bebé.
—Ella
no quería quedarse—le dije cuando íbamos rumbo a nuestro trabajo. Me iba a
reincorporar a la empresa ya que Aní estaría en la guardería, pero solo por las
mañanas ya que por las tardes estaría con mi hija.
—Bella,
es solo porque es su primer día, pero veras que le gustara—se inclino para
besarme pero me hice hacia atrás.
—¿Qué clase de padre
insensible eres Cullen?, ¿Cómo puedes dejar así tan fácilmente a nuestro bebé?
—¿Crees
que no me duele verla llorar?, pero recuerda que Aní no siempre va a estar con
nosotros, es el momento de que comience a crecer y nosotros estaremos ahí para
cuidarla.
—Hablas
como todo un experto—me acerque a él para besarlo.
—Lo
leí en un libro que tu mamá me dio y creo que se lo agradeceré—sonreí
divertida, no recordaba haberlo visto con un libro de bebés en sus manos.
El
día pasó de manera lenta, me agradaba estar de vuelta. En todo este tiempo que
había estado lejos del trabajo algunas cosas habían cambiado, había rostros
nuevos y mi amigo James que en este momento se encontraba comprometido ya no
solo era un ejecutivo había pasado a ser directivo de una de las áreas de
finanzas. Salte de mi silla cuando fue hora de ir por mi pequeña, me encontré
con Edward junto al ascensor mirando su reloj. Cuando llegamos la vi salir de la
mano de la chica que se la había llevado, tenía una enorme sonrisa en el rostro
y al vernos corrió hacia nosotros.
—¿Te
divertiste princesa? —le preguntó Edward mientras la abrazaba.
—Si,
hishe un bibujo—nos mostró una hojita con muchos
garabatos de diversos colores.
—Toda
una obra maestra amor, ¿me dices que es? —le pregunto mientras la acomodaba en
su sillita.
—Edes
tu y mami—Él enarco una ceja y yo solo pude reír.
—
¿Supongo que esta soy yo? —señale una figurita con líneas marrones en lo que
debía de ser la cabeza, ella asintió.
—Creo
que el pelo es un poco más largo pero tu papi es igualito—le sonreí observado
la figura deforme y el solo negó sonriendo.
—
¿Me dejaras ponerlo en mi escritorio? —le pregunto viéndola por el retrovisor.
—Shi.
Papi, quiedo helado.
—Helado
para la princesa—negué al ver que se desviaba solo para ir a comprar el helado
de la pequeña.
La
primera semana fue aun difícil para dejarla, ya que comenzaba a sollozar, pero
solo fue la primera semana después nos decía adiós moviendo su manita mientras
entraba con una enorme sonrisa, era duro pero ella estaba creciendo y debíamos
de dejarla hacerlo.
Tres
meses después, la había tenido que llevar conmigo a la empresa ya que su
maestra se había enfermado y su niñera había pedido un par de días libres,
todos en la empresa la conocían y la consentían, paso parte de la mañana en la
oficina con mi padre quien estaba más que encantado de tenerla, lo vi un par de
veces ir a alguno de los departamentos con la pequeña en brazos o con ella
tomando su mano. Cuando tuvo que salir me la llevo de vuelta a la oficina donde
se puso a dibujar mientras yo trabajaba. Por un problema en el área de
contabilidad tuve que ir y dejar a Aní con Lauren y Jane que perecieron
encantadas con la idea. Después de casi una hora regrese para encontrarme con
la mirada asustada de Jane y de Lauren no se sabía nada.
—Jane
¿Dónde está Aní?
—Bue…
bueno ella salió corriendo y comenzó a jugar a las escondidas y pues, aun no la
encontramos— respire profundo antes de matar a la pobre chica.
—
¿Cómo que no la encuentran? ¿Ya buscaron en todo el piso? —Pregunte mientras me
dirigía al otro extremo del piso donde me encontré con Lauren que salía del
baño— ¿Donde está Aní?
—Yo…
—Se
las encargue, fue lo único que les pedí. ¿Cómo
se les pudo perder mi hija? —les grite bastante molesta y asustada, la
serenidad que había estado demostrando estaba desapareciendo. —Llamen a
seguridad y que se aseguren que no haya salido y que comiencen a buscarla por
todo el maldito edificio
—Yo…
—Hazlo
Lauren o no puedes hacerlo—gruñí furiosa, se marcho rumbo a su escritorio donde
llamo a los de seguridad, comencé a abrir cada una de las puertas del piso,
pero no había rastros de mi bebé, entre a la oficina de Edward pero tampoco
estaba ahí, mi corazón latía muy de prisa quería llorar como le diría a Edward
que nuestra bebé se había perdido.
—Señora —me gire para ver a Jane—Ya la buscaron en todo el piso pero no la encuentran,
están revisando todo el edificio.
—
¿Dónde está Edward?
—Está en una reunión en la
sala principal del edificio de su padre.
—Que
la sigan buscando iré a decírselo—tome el ascensor y atravesé el puente que
unía ambos edificios, las miradas de muchos me atravesaban y sabia que se
notaba mi preocupación, llame suavemente a la puerta sabiendo que estaban
tratando algo importante pero lo que estaba sucediendo lo era aun mas, entre y
me encontré con la mirada de los presentes.
—Disculpen,
¿Bella que sucede? —se levanto y fue hasta donde estaba, lo abrace y comencé a
llorar aumentando su preocupación— Bella dime que es lo que sucede.
—Aní,
no encuentro a nuestra hija, se las deje a las chicas mientras bajaba al
departamento de contabilidad y cuando regrese ya no la encontraban, ya
registramos todo el piso y ahora mismo están revisando el edificio—dije tan
rápido que esperaba que me hubiera entendido.
—
¿Así que eso fue lo que paso? —levante mi rostro, limpio mis lagrimas con sus
pulgares mientras sonreía.
—Cullen
te estoy diciendo que nuestra….
—
¡Mami!—aparte a Edward de mi y la vi sentada en una de las sillas, con una
hojita y colores donde estaba dibujando
—
¡Aní! —Corrí hacia ella y la abrace importándome poco en donde estábamos—
escúchame bien, no me vuelvas a asustar de esa manera mi amor, no asustes a
mami de esa manera cielo.
—James
la trajo—me susurro Edward que había llegado junto a nosotros.
—Yo
la encontré merodeando cerca del ascensor y dijo que no te encontraba y que
tampoco a su papá y la traje con Edward.
—Pudiste
avisarme, eres un…—me contuve por los que estaban presentes y por mi
hija—cuando la junta termine, te quiero en mi oficina ¿entendido?
—Bella…
—Bella,
nada—abrace a mi hija y tome su dibujo y sus colores—lamento la interrupción.
Cuando
llegue con ella en brazos las chicas volvieron a respirar y hasta diré que recuperaron
su color, hice que dejaran de buscarla y que todo volviera a la normalidad,
cuando James llego a mi oficina, lleve a Aní con Edward ya que no gritaría
delante de mi pequeña. Creo que es la vez que más he gritado y que más molesta
estaba, como se había atrevido a llevársela sin decir una sola palabra, que no
había pensando en lo mal que me sentiría cuando no la encontrara. El me escucho
sin decir una sola palabra y cuando termine se echo a reír aumentando mi furia.
—Jamás
te había visto tan enojada, de verdad que das miedo—se volvió a reír.
—Pues
parece todo lo contrario—bufe dejándome caer en mi silla.
—A
mi no me das miedo. Siento lo de Aní, pero cuando la vi estaba por llorar, le
pregunte por ti y me dijo que no sabía dónde estabas y que su papi tampoco
estaba, así que se me hizo fácil y la lleve con Edward quien se sorprendió pero
entretuvo a la pequeña
—Ella
dibujando y yo poniendo la empresa de cabeza—negué llevándome las manos al
rostro.
—Es
lógico, es tu hija, procura
que la próxima vez sus sustituto de niñera no la pierdan de vista—asentí, me
dio un beso en el cabello y se fue a su oficina—Por cierto fue un placer que me
gritaras.
—Ya
lárgate— soltó una carcajada y salió.
A
la hora de marcharnos Aní iba felizmente en los brazos de Edward, sus manitas
en las mejillas de él, estiraba su rostro y lo contraria logrando que hiciera
gestos bastante graciosos, como lo dije antes una faceta que no esperaba ver en
mi esposo, poco le importaba hacer el ridículo y que todos en la empresa lo
vieran, el solo satisfacía a su pequeña.
En
cuanto llegamos le di un baño a la pequeña escurridiza, después cenamos entre
pláticas y preguntas curiosas de Aní, vimos un rato las caricaturas para
después llevarla a su cama y contarle un cuento mientras abrazaba un osito que
le había regalado mi madre. Edward se quedo con ella hasta que estuvo
profundamente dormida, me dio tiempo de darme una ducha y recostarme.
—Parece
que hoy no se quería dormir, estaba bastante interesada en saber en que
terminaba el cuento—palmee su lado de la cama para que se uniera a mí, en
cuento lo hice me acurruque junto a él dejando que me envolviera en sus brazos,
pequeñas gotas de agua comenzaron a golpear nuestra ventana.
—No
tienes una idea del susto que pase esta tarde—le dije aferrándome más a él.
—Me
lo imagino, estaba pálida y temblando, tú me asustaste a mí.
—Lo
siento, pero estaba más asustada porque no sabía cómo lo tomarías, es mi
responsabilidad y la había perdido.
—Ella
está bien, esto nos servirá para ser más cuidadosos con ella, es demasiado
escurridiza, creo que es como tu gatita—sonreí abiertamente.
—Sabes
he estado pensando en algo—me amolde a su cuerpo sintiendo el efecto que tenía
en él.
—
¿Que estuviste pensando?—pregunte a la vez que besaba su cuello.
—No
hagas eso. No me dejas pensar con coherencia mi amor—me reí bajito sin dejar de
hacerlo—Pensé que sería bueno que nos fuéramos de vacaciones con nuestra
pequeña, nos merecemos un descanso y apuesto que a Aní le encantara la playa y
ver los peces que tu no podías dejar de ver.
—
¿Planeas volver a las Bahamas? —Asintió—Suena interesante. Pero yo también
tengo algo que proponerte—me acomode sobre él dejando mis piernas a ambos lados
de su cintura.
—
¿Que estas planeando gatita?
—Lo
he pensado y quiero proponerte que volvamos a intentarlo, creo que sería bueno
para ella tener un hermanito con quien jugar—dije sintiendo mis mejillas
enrojecer.
—Bella,
yo… no creo que pueda—lo mire sorprendida.
—Es
que no quieres tener más hijos conmigo, ¿no crees que soy buena madre?—me
retire de él acomodándome en el lado de mi cama, dándole la espalda, ¿cómo iba
a pensar que soy buena madre después de lo que sucedió esta tarde?
—¿Cómo
puedes pensar que no quiero tener más hijos contigo mi amor?—me obligo a
voltearme y fue ahora él quien se coloco sobre mi—es que no te has visto en un
espejo hermosa.
—Estoy
gorda, ¿Es eso? —mi labio inferior tembló sin poder evitarlo.
—Estas
perfecta, me gustan tus curvas y apuesto que con otro bebé te beneficiaria aun
mas, pero…—cerro los ojos y dejo escapar un suspiro.
—Habla,
dime porque parece que no lo quieres, prometimos ser sinceros y parece que me
ocultas algo, ¿Qué es lo que me estas ocultando Cullen?
—Tienes
razón prometimos ser sinceros y parece que no lo estoy siendo—rozo mis labios
con suavidad—Es solo que no creo soportar verte sufrir de nuevo a la hora del
parto, no quiero que repitas ese dolor.
—
¿Es solo eso mi amor?—asintió ocultando su rostro en mi cuello, lo abrace
fuertemente, quien lo diría después de todo Edward era una caja llena de
sorpresas, detrás de esa apariencia rígida e impenetrable, se escondía un
hombre sensible y amoroso. El solo estaba preocupado por mí, un gesto noble que
hacía que lo amara aun mas.
—No
es simple ver a la mujer que amas pasar por algo así, y más saber que tu eres
el culpable.
—Eres
un tonto, tener un hijo es doloroso,
pero es la experiencia más significativa para una mujer, pasaría por ese dolor
varias veces más, quiero tener un par de niños mas contigo, quiero que nuestra
familia sea un poco más grande, que nuestros hijos no se sientan solos, como
nosotros.—le sonreí al ver que aun en su rostro se reflejaba un atisbo de
temor.
—Uno
más—dijo sonriendo de pronto.
—Dos,
quiero que sean dos más—el rodo los ojos,
pero sabía que había ganado, podría conseguí a mi familia.
—Uno.
—Dos.
—Ok,
serán dos—sonreí al verme triunfadora— ¿Cuando dices que comenzamos a hacer
nuestro pedido a la cigüeña? —mordió el lóbulo de mi oreja pegando su cadera a
la mía mostrándome lo que había provocado, me hizo gemir con el solo roce.
—Mami,
Papi—nos separamos y me incorpore para ver a mi hija en la puerta con el osito
en sus manos.
—
¿Que sucede princesa? —me levante hasta donde estaba ella y la tome en brazos,
esto es lo más vergonzoso que nos había pasado hasta ahora.
—Teno
miedo, ¿puedo domi contigo y papi?—mire a mi esposo que se dejo caer sobre las
almohadas llevando sus manos a su rostro, no pude evitar reír ante su acción
infantil
—Claro, cielo—la acomode
entre nosotros, permitiéndome que la envolviera en mis brazos.
—Te
quiedo mami— mi corazón salto como cada vez que me decía que me quería y que
Edward me decía que me amaba.
—
¿Y qué hay de mi? —susurro Edward, ella se giro le dio un beso y volvió a
acurrucarse junto a mí. — princesa.
—hmm…—me
reí al escuchar su respuesta.
—Si
te compro un perrito que duerma en tu habitación, ¿se te quitara el miedo a las
tormentas? — ella se incorporo para ver a Edward.
—Un
cachodito pada mi—dijo con ilusión.
—Sí, solo para ti.
—¡Sí, yo quiedo un cachodito!— rodee los ojos y la escuche hablar por un rato hasta
que cayó profundamente dormida en mis brazos.
—Cullen
me quieres decir que pretendes con eso del cachorrito, ella aun es muy pequeña
para cuidar de un animalito— le dije mirándolo, el solo sonrió de lado,
regalándome esa sonrisa torcida a la que me había resistido en un principio
pero que ahora tenía un efecto increíble en mi cuerpo.
—Así
ella ya no tendrá miedo a las tormentas—enarque una ceja—Vamos Bella, si ella
no tiene miedo a las tormentas, ella no se vendrá a nuestra habitación, así tu
y yo podremos jugar un rato y conseguir un hermanito para Aní.
—Cullen
eres…
—Un
genio—me beso sin darme oportunidad de decir nada más.
—Compórtate
que esta Aní—gruño pero se alejo un poco.
—Solo
por esta noche, mañana le comprare su perro—me reí ante sus palabras. Nos
envolvió a ambas entre sus brazos y susurro un te amo que me hizo suspirar y
repetir sus palabras.
No
pude evitar sonreír y agradecer todo lo que había sucedido, después de tantos problemas aquí estaba con mi pequeña en brazos disfrutando de la dicha de ser
madre pero sin olvidar al angelito que se nos había adelantado y que amaría
eternamente. Pero también estaba feliz por saber que tenía un futuro prometedor
y que aunque tendríamos nuestras diferencias nuestro amor era demasiado grande
y podíamos superarlo, por nosotros y por nuestros hijos.
Al
final de cuentas lo que comenzó siendo el peor acuerdo, termino siendo el que
unió nuestras vidas.
FIN
Ya había leído este fic, porque es realmente hermoso! Te felicito y sigue así. Besos
ResponderBorrarGracias Titi, este fic no lo habia leido pero me encanto.... tu siempre consigues envolvernos con tus historias, Felicidades....
ResponderBorrarme ha encantado es una de las mejores historias que he leido nunca...eres genial expresando lo que piensan los personajes me encató y ahora ire a buscar otra para leer xDD
ResponderBorrarMe encanto esta historia no podía parar de leer . Eres muy buena
ResponderBorrarHola Alida, siento la demora en responder a tu comentario. Muchas gracias por tomarte el tiempo de dejarme saber lo que te pareció y me alegra saber que te gusto.
BorrarQue tengas un excelente inicio de semana.
TC
Que linda historia. Me vine de FF buscando la historia para leerla. Me cuesta un poco acostumbrarme al blog. Pero ya agarraré la práctica mientras leo los demás.
ResponderBorrar