BONUS: EPOV I
Por el enorme ventanal podía observar el movimiento que había en
la calle unos pisos más abajo. Las personas andaban sin mayor preocupación,
algunas caminaban deprisa mientras que otras parecían disfrutar lo que a su
alrededor se mostraba.
Dejé mis manos en los bolsillos de mi pantalón aún tratando de
asimilar lo que me acababan de decir, era algo inesperado y una idea
escalofriante. Era verdad que teníamos un par de semanas tratando de encontrar
la solución para evitar que Aro consiguiera lo que se estaba proponiendo tanto
con nuestra empresa como con la de Charlie Swan. Ambas eran empresas sólidas
que habían llevado años en levantarse y consolidarse como las mejores, y era
inaceptable que las perdiéramos por un hombre al que lo único que lo movía la
ambición; mientras que nosotros nos preocupábamos por los demás.
Moví la cabeza con brusquedad para sacar de nuevo esa imagen de mi
cabeza, desde hace algunos meses no podía sacarla de ahí. Pero la idea de un
matrimonio no era la mejor y estaba seguro que ella no reaccionaría mejor de lo
que yo lo había hecho. Pasé la mano por mi cabello desordenándolo mientras
recordaba las palabras de nuestro abogado en conjunto con el abogado de
Charlie; parecía que ambos hombres ya lo habían hablado y tomado la idea de
proponerlo. Cuando lo dijeron me alteré, levantándome de golpe logrando que
varios vasos derramaran su contenido sobre la fina mesa mojando a su paso un
par de papeles, mas no me importo. Me estaban pidiendo que me casara con una
mujer que apenas había visto pero que a simple vista era una mujer fascinante, la
fantasía de cualquier hombre. Sin embargo, no sería nada bueno que las cosas se
dieran de esta manera entre nosotros.
Aún podía recordarla como si fuera ayer cuando la vi, y no hace meses,
con aquel vestido blanco que resaltaba sus senos pero que cubría el resto de su
cuerpo ocultando las curvas que estaba seguro que poseía. Era la primera mujer
que me intrigaba de esta manera, además de que era la primera mujer que me
había ignorado logrando que mi ego se viera afectado.
—No entiendo para que venir si no íbamos a quedarnos más de una
hora.—Se quejó nuevamente Jacob provocando que Seth bufara.
—Teníamos que hacerlo. Es una de nuestras responsabilidades. Sabes
que debíamos de entregar el donativo en persona.
—Pero había muchas chicas guapas que…
—Estoy aquí Jacob Black—le recordó Seth.
—Lo decía por ti cuñadito, yo no tengo ojos para nadie más que
para tu hermosa hermana—dijo Jake a un incrédulo Seth. Mi amigo adoraba a Leah
pero él no dejaba de coquetear con un par de chicas.
—Jacob esto es un baile de beneficencia no un antro o un bar
donde puedes salir con una chica nueva—le señale lo obvio.
—No sé qué es lo que sucede contigo últimamente Cullen, pero
pareces ya no disfrutar como antes. ¿Estás madurando? —dejó escapar una
estridente carcajada, ganándonos un par de miradas reprobatorias. Solo apreté
el puente de mi nariz negando ante el comportamiento infantil de mi amigo.
Pero he de admitir que era verdad, había
cambiado. Me había cansado de la vida desenfrenada, además de que la muerte de
Félix, uno de mis mejores amigos me había hecho reflexionar sobre la vida que
llevaba. A veces pensamos que viviremos eternamente, pero la realidad te golpea
cuando te das cuenta de que no es así. Debemos de aprovechar los pequeños
momentos ya que no sabemos lo que nos puede ocurrir y es por eso que había
decidido comenzar a vivir de manera diferente.
Salí de mis pensamientos al ver a una mujer
entrar al lobby, iba en un hermoso vestido blanco, el cabello suelo ondulado y
maquillada de manera natural, no como muchas de las mujeres que asistían a esta
clase de eventos. Ella era realmente hermosa. Iba distraída buscando algo en su
bolso cuando se acercaba a nosotros. Así que, aproveche que Seth iba de mi lado
derecho y lo empuje haciendo que perdiera el equilibrio y callera, ella lo
evitó dando un paso hacia atrás, le extendió su mano para ayudarlo y él la
acepto avergonzado pero sonrió al mismo tiempo que ella lo hacía. Me gire hacia
Jake que se rio de mí de manera burlona. Ella se giróbuscando algo pero aunque
vio hacia donde estábamos nosotros pareció no notarnos para después despedirse
de Seth y marcharse junto a dos hombres corpulentos.
— ¿Qué pretendías Cullen? —gruño Seth molesto ante mi actitud.
—¿No es obvio hermano? Aquí, nuestro amigo quiso hacerse notar
por Isabella, pero ella lo ignoró.—Se burló nuevamente mi amigo, pero lo ignoré
girándome para verla de nuevo, estaba saludando a una mujer, era bellísima
pero…
— ¿Dijiste Isabella?, ¿La conoces? —reparé en las últimas
palabras.
— ¿No la reconociste? Es Isabella Swan, la hija de Charlie Swan
el amigo de tu padre.—Señaló y no pude creer que se tratara de la misma
persona, la había visto algunas veces en los periódicos, en las imágenes se
veía hermosa pero en persona era como una diosa.
—Despierta Cullen, ella es inalcanzable para ti.—golpeó mi
brazo.—Ella no te notó, sé que debe de ser un golpe muy duro para tu ego, pero
asombrosamente es la primera que parece no rendirse a tus encantos. Apuesto a
que los demás no podrán creerlo y estoy seguro que Isabella será su nueva
heroína.
—Como si ella fuera la gran cosa, sabes que he tenido mujeres
más hermosas calentando mi cama—dije de manera mordaz, las palabras de mi amigo
eran verdad. Ninguna antes se había resistido a mí. Era la primera que me
ignoraba y eso no era bueno, además, que sucediera delante de mis amigos
tampoco lo fue; ya que estaba seguro que eso lo convertirían en un hecho
espectacular y seria la burla de todos. Salimos donde ya estaba nuestro auto.
Nos marchamos a un bar donde nos esperaban el resto de nuestros amigos.
Apenas llegamos y hablamos de cómo estaba
la fiesta, Jacob y Seth soltaron mi primer fracaso con una mujer y como lo
había predicho me convirtió en la burla de esa noche. Bueno, para ser exactos
no fue solo esa noche. Solo tenían que escuchar su nombre para recordar lo que
había sucedido, no paraban de recordarme que había una mujer que era inmune a
mis encantos. Pero ahí no terminó todo, mi madre con la cual hablaba una vez por
semana, había comenzado a hablarme de sus amigos y de la hija de su mejor
amiga, que era una chica encantadora que para mi mala o buena suerte no era
otra que, Isabella Swan.
La había visto una sola vez pero eso había sido suficiente para
tenerla presente, bastaba con que alguien mencionara su nombre para tener toda
mi atención y eso no era nada bueno.
—Edward—escuche la voz de mi padre mas no me giré—Hijo, es solo
una opción.
—Es la única que nos queda, ya revisamos por un mes y no hay otra
alternativa—señalé mientras regresaba a mi silla detrás del escritorio.
—Sería por un tiempo. No creas que ha Charlie le agrada la idea de
esta unión y de plantearle esta idea a su única hija.
— ¿No crees que es estúpido?, no la conozco—mentí.
—Lo sé. En dos semanas hay un baile en New York, al cual creo que
deberías de asistir, además si vamos a llevar a cabo este plan creo que
deberías de mudarte.
—Aún no he aceptado—gruñí
—Pero sé que tomarás la decisión correcta. Tú mejor que nadie sabe
que en juego está nuestra empresa, la empresa que levanté con esfuerzo y que
gracias a tu dedicación y trabajo duro se ha mantenido entre las mejores. Es
tuya y sé que te importa por lo que tomarás la decisión correcta.
Hace apenas cerca de 5 meses mis padres se habían mudado a New York,
donde mi padre se haría cargo personalmente de nuestra empresa en Estado
Unidos, mientras a mi me dejaba al mando de la que teníamos en Londres. Era una
enorme responsabilidad pero tenía experiencia y lo había manejado
correctamente. Sabía la situación, la conocía mejor que nadie. Mi padre tenía
razón en decir que también me había costado mi trabajo mantenerla para que
alguien nos la quisiera arrebatar, pero no era una decisión sencilla, más por
lo que me estaban pidiendo.
—Lo pensaré. Si no te importa tengo que salir, es el cumpleaños de
Jake y quedamos de salir—Terminó el asunto dándome una palmadita en la espalda.
Las dos semanas pasaron volando. Disfruté el tiempo con mis amigos
aunque estos no paraban de decir que iba a estar cerca de la mujer que me había
rechazado, y eso que ellos no conocían la verdadera razón, no quería decirles y
que ella me rechazara ignorando lo del matrimonio. No me arriesgaría a ser la
burla de todos.
Apenas estuve en casa, vi a mi madre bajar rápidamente las
escaleras sin perder una pizca de elegancia, una enorme sonrisa en su rostro y
sus ojos reflejaban el amor que en ellos había. La estreche en mis brazos,
siempre había estado ahí cuando yo la necesitaba.
La fiesta llegó y estaba más que nervioso, ahí por primera vez
vería a Isabella, bueno nos conoceríamos. La mirada de la mayoría de los
presentes se posó en nosotros o mejor dicho en mí, mi madre iba felizmente
tomada de mi brazo. Por primera vez me sentía como si estuviera detrás de un
aparador o detrás de unas rejas y fuera un animal en exhibición, ¿donde había
quedado la educación de todas estas personas? Salude a algunos conocidos de mis
padres, sonreí haciendo sonrojar a algunas chicas que me miraban de manera para
nada tímida.
Mi nerviosismo aumentó cuando fuimos a nuestra mesa y comenzamos a
charlar entre nosotros, mi madre no dejaba de alabar la decoración, pero en mi
mente vagaba una pregunta ¿Estaría igual o aun más hermosa?
—Pobre de Renée, ha sido capturada por esa mujer.—Me giré para ver
a la mujer de la que hablaba mi madre sabiendo de quien se trataba. Junto a la
mujer de aspecto juvenil y alegre noté a la chica que me había atormentado. Ahí
estaba, envuelta en un vestido rojo que se ajustaba a su cuerpo, sonreía
mientras hablaba con su padre. Me quedé sin aliento cuando los vi dirigirse
hacia nosotros. Me levanté después de que mi madre lo hizo, saludé a Renée
haciendo uso de mis mejores modales y mi galantería; besé su mano y ella lanzó
un halago, me armé de valor e hice lo mismo con ella. Fue ahí cuando conocí su
voz, se presentó dándome su nombre, un nombre que me seguía a todas partes.
—Isabella—repetí su nombre.
—Solo Bella—dijo antes de retirar su mano y se acomodo entre mi
madre y la suya. La cena transcurrió como lo es en estas ocasiones: el discurso
de bienvenida, los agradecimientos, la entrada, el platillo principal
acompañados de una música suave para después dar lugar a la música que incita a
bailar, fue ahí cuando ella se disculpó y se retiró al tocador.
Mis padres como los Swan se unieron a las parejas que se habían
congregado en la pista, me levanté y me quedé apoyado en una de las columnas
viendo a cada una de las parejas, algunas sonreían, otras parecían estar contra
su voluntad, me giré hacia nuestra mesa esperando encontrarla pero aún estaba vacía.
Pero a lo lejos la vi charlar con una mujer mayor y al poco tiempo estaba en
nuestra mesa, sola con la vista perdida en la pista. Uno de los meseros
prácticamente me aventó cuando pasó junto a mí y fruncí el ceño cuando lo vi
llegar junto a ella, le estaba coqueteando y ella lo estaba ignorando, apreté
los puños cuando vi que dejó un papelito debajo de su copa que ella tomó
negando y lanzando al suelo.
Me acerqué hasta llegar a su lado, intenté entablar una
conversación pero ella era cortante, un par de comentarios y parecía que la
barrera que se empeñaba en mostrar había desaparecido. Me levanté y la invité a
bailar, pero se negó en un principio alegando que no era buena bailarina, cosa
que no estaba de acuerdo y que comprobaría, además quería comprobar si su
cuerpo podía acoplarse al mío.
En la pista tomé una de sus manos en las mías y deslicé la otra
por el contorno de su pequeña cintura, la pagué un poco a mi cuerpo y comencé a
bailar deleitándome con la suavidad con la que se deslizaba, era una excelente
bailarina no como ella había dicho. Noté la cantidad de miradas masculinas que
levantaba y lancé varias miradas de advertencia, al ver como recorrían el
cuerpo de la diosa que tenía en mis brazos, su cabello desprendía un dulce olor
a fresias, me contuve de hundir mi rostro en él como lo estaba deseando. En
cambio, me incliné dejando mis labios cerca de su oído, susurré un halago por
su magnífica forma de moverse y sonreí al sentir que no era tan inmune a mí
como creía, su cuerpo reaccionó con un estremecimiento.
—Que no te escuchen o te odiarán—solté una risita ante su
comentario, una que ella secundó. Era una chica natural y auténtica como mi
madre me había dicho que sería.
Aproveché su apertura para seguir conversando y pegarla más a mi
cuerpo sintiendo como se acoplaba perfectamente al mío. Era un baile bastante
sensual, sentir el relieve de sus curvas contra mi cuerpo, su mirada era dulce
pero intensa, además sus labios entre abiertos me invitaban a cubrirlos con los
míos. Me pidió regresar y acepté antes de que hiciera una estupidez, apenas nos
acercamos noté las mirada de nuestras progenitoras que desviaron al verse
descubiertas, conocía muy bien a la mía, sabia que por su cabeza ya estaban
pasando muchas ideas.
Me deleité viendo a Bella bailar con su padre, su sonrisa y la
manera en la que se movía era fascinante. Desvié mi mirada alrededor para ver si
alguien más la estaba observando, negué cuando me di cuenta de lo que estaba
haciendo, no debía de comportarme de esta manera ella.
Llegó el momento de marcharnos y lo hicimos al mismo tiempo que lo
hicieron los Swan, se colocó su abrigo mientras esperaban su auto que llegó
justo antes que el nuestro. Un hombre un tanto mayor abrió la puerta trasera de
la camioneta para que subiera, sin pensarlo me adelanté lo saludé con un
movimiento de cabeza y tomé la mano de Bella para ayudarla a subir, cuando
estuvo en su lugar se giró con una enorme sonrisa pero leí su desconcierto ante
mi repentina acción.
—Buenas noches Bella—dije como despedida antes de cerrar la puerta
y dejar que se marchara, me moví rápido y repetí la acción con mi madre que
mantenía una sonrisa en su rostro. Agradecí que el camino fuera en silencio y
apenas llegamos a nuestra casa me despedí para marcharme a mi habitación,
quería dormir y evitar cualquier comentario por parte de mis padres, antes de
dormir me quede pensando en ella. ¿Qué es lo que me había hecho para no poder
dejar de pensar en ella?, ¿podía tratarse de una clase de bruja?, pero si lo
era no me importaba, las brujas siempre son señaladas como mujeres no muy
agraciadas y ella era todo lo contrario, con esos pensamientos me quedé
profundamente dormido.
El fin de semana fue tranquilo y hubo comentarios que giraban en
torno a la fiesta y mi comportamiento, pero al notar que los ignoraba
decidieron olvidarlo o mejor aplazarlos. El lunes por la mañana asistimos a una
junta en la empresa de Charlie, había un grupo de hombres que daban una
apariencia de superioridad, entre ellos un chico más joven de cabello rubio y
que tenía apariencia ruda pero se mantenía enfrascado en los documentos que
tenía entre sus manos. La puerta se abrió y ahí estaba con un traje sastre que
la hacía verse como toda una ejecutiva. Desvié mi mirada a los papeles que mi
padre señalaba esperando que ella no se diera cuenta de que la había estado
observando. Nos saludó y la vi girarse ante el chico rubio, le dio un golpecito
en el brazo para después soltar una risa un poco más alta pero igual de
hermosa, ¿es que acaso había algo entre ellos?
Esta junta me dio oportunidad de observarla en el ámbito
empresarial, era de aspecto dulce pero peligrosa cuando de trabajo se trataba,
su dulce voz podía volverse mordaz e intimidante. Apenas terminó ella se levantó
y se marchó seguida por el chico rubio. Nosotros junto con Charlie
intercambiamos puntos de vista pero fuimos interrumpidos por una chica que le
indicó que había problemas en París y que pedían que alguien fuera
personalmente.
—Marie, llama a Renée y dile envié con Harry los documentos de
Bella, después quiero que compres el boleto en el primer vuelo y asegúrate de
que sea en primera clase—le mandó mientras la chica anotaba.
—¿Dejo el boleto abierto o de una vez veo lo del regreso?
—Déjalo abierto no sabemos cuánto tiempo tenga que estar fuera.
—Con permiso—se retiró dejándonos nuevamente a solas mientras
veíamos los últimos puntos. Se despidió para ir a darle la buena noticia a su
hija de que viajaría. Tuvimos que esperar a que nuestro chofer llegara por
nosotros, ya que había llevado a mi madre al club y como aún no tenía mi auto
tenía que soportar la espera junto con mi padre. La vi salir del ascensor y
saludar a algunos de los hombres que pasaban, salió al frío de la calle para
desaparecer.
Una semana después, me avisaron que habría una cena en la casa de
los Swan, mi madre anunció que se había atrasado debido a que Bella había
tenido que viajar al extranjero para atender asuntos de vital importancia de la
empresa, algo que yo ya sabía. Mi padre y yo estuvimos esperando a que mi madre
terminara de arreglarse.
—Esme es solo una cena no un concurso de belleza—grité al notar
que llegaríamos retrasados.
—Debes de acostumbrarte, las mujeres siempre tardan
demasiado—vimos a mi madre entrar a la sala donde la esperábamos, enfundada en
un vestido a la rodilla, mi padre se levantó y caminó hasta ella para darle un
beso—Como te iba diciendo siempre tardan demasiado pero el resultado siempre es
espectacular.
—Sí, pero llegaremos tarde—le di un beso en la frente a mi madre y
caminé delante para abrir la puerta y dirigirnos a nuestro destino.
Cuando llegamos mi madre se disculpó por la demora pero ellos no
le dieron importancia, saludé a Bella hasta el final, tomamos una copa antes de
la cena y nos entretuvimos comentando el último marcador de los Lakers mientras
ellas hablaban de otra cosa.
La cena transcurrió con tranquilidad y fue realmente deliciosa,
cuando llegó la hora del postre fue el momento elegido para dar la noticia. El
semblante de Isabella era de incredulidad total y yo miré molesto a mi padre. Había
pensado que al menos ya habían tenido la amabilidad de decírselo pero me
acababa de dar cuenta de que ella no sabía nada, se levantó de la mesa sin
perder la compostura y se marchó sin dejar sus modales de lado.
La mañana siguiente estuve solo una hora en la empresa. Le dije a
mi padre que me tomaría el día saliendo antes de que preguntara algo, tomé el
auto que acababa de comprar, un hermoso Volvo, conduje por unos minutos hasta
detenerme cerca de la Quinta Avenida.
—Bienvenido Senor. ¿Hay algo que esté buscando? —preguntó un
hombre en un traje y con una impecable sonrisa, miré el aparador con
detenimiento.
—Un anillo de compromiso—dije, volviendo a mirar al hombre.
—¿Algún modelo en particular?—dijo con una sonrisa.
—Quiero que sea único, no quiero algo demasiado común—dije
enarcando una ceja, ya que los anillos que tenían a la vista eran muy sencillos
o demasiado comunes.
—Veo que su prometida es una mujer muy especial.
—Más de lo que se imagina. El precio es lo de menos—dije antes de
que comenzara a mostrarme anillos insignificantes. Estuve ahí por casi una hora
pero no había un anillo que me gustara, le agradecí y me fui a la siguiente
joyería. Nunca en mi vida pensé que estaría entrando y saliendo de tantas
joyerías, ¿era tan difícil encontrar un anillo de compromiso?, ya cansado entré
a Tiffany’s donde una mujer me dirigió a uno de los mostradores para enseñarme
la variedad, pero me detuve en seco al notar una pieza exquisita que se exhibía
sola.
— ¿Señor? —me coloque en cuclillas para verlo mejor.
—Quiero ver este anillo—señale, ella asintió, me indicó donde la
esperara en lo que ella traía el anillo, me acomodé en una de las sillas. Había
un par de parejas mirando las vitrinas, las chicas parecían entusiasmadas con
anillos pequeños.
—Es un modelo exclusivo…—lo tomé entre mis dedos y lo observé con
detenimiento. el diamante del centro y los que se extendían a su alrededor, no
era el típico solitario, era una joya con vida propia, pero no sobresaldría
estando en la mano de Bella— también tiene la alianza…
—Me lo llevo—la chica me miro sorprendida, se aclaro la garganta.
— ¿No quiere saber el precio antes?—preguntó con timidez, asentí y
ella lo escribió en un papelito, debo de decir que era una cantidad alta mucho
más alta de la que esperaba, dejé escapar un suspiro.
— ¿A nombre de quien hago el cheque? —pregunté.
—Su prometida sí que es la mujer más afortunada, no cualquiera
paga un anillo como este—dijo con una enorme sonrisa mientras anotaba los datos
que debía de llevar el cheque.
Pedí que colocaran el anillo de compromiso en una cajita y el par
de alianzas en otra. Fui hasta su oficina para invitarla a cenar y ahí le daría
el anillo, pero me llevé una sorpresa al saber que se había tomado el día
libre, sin pensarlo conduje hasta su casa y cuando una de las chicas de servicio
me indicó que estaba en casa y la llamaría me sentí nervioso de nuevo, no debía
de haber comprado el anillo, no sin antes saber si ella aceptaría.
—¿Gusta pasar y esperar en la sala, en lo que llamo a la srta. Swan?
—Aquí esperaré—ella dudó pero se marchó, no quería estar en un
sitio cerrado donde su aroma se concentrara, tenía que estar fuera donde el
aire lo disipara. Estaba actuando de una manera extraña, de una que no debería
de ser, me había prometido que jamás me enamoraría y esto no podía cambiar.
Bella era hermosa pero estaba seguro que no era lo que yo deseaba tener para
siempre junto a mí, lo que yo sentía por ella era deseo uno que estaba seguro
desaparecería cuando pudiera tenerla en mi cama, solo una vez y todo este
regocijo que sentía se iría.
— ¿Te vas a lo grande? —escuché su voz con una pizca de diversión,
la observé sin comprender.
— ¿Disculpa? —me acerqué a ella.
—Lo siento, pensé que eras otra persona—dijo a manera de disculpa,
no pude evitar preguntarme a quién esperaba, pero eso no me importaba, bueno si
me importaba si ella se convertía en mi esposa.
—Lamento si interrumpo algo, pero deseaba hablar contigo. Fui esta
tarde a tu oficina pero me dijeron que te habías tomado el día libre.
Evité darle más vueltas al asunto y comencé a hablar de lo que nos
iba a mantener juntos por un tiempo, ella aún parecía renuente a aceptar, se
sentó en la escalera y yo me acomodé junto a ella que pareció sorprenderse pero
no lo demostró, era una mujer difícil de leer, me intrigaba y eso la hacía más
fascinante. Le pregunté por la decisión que hubiera tomado pero ella cerró los
ojos lo que me indicó que sería una negativa, así que moví las cartas a mi
favor y saqué el anillo , no podía permitir que dijera que no. Algo en mi
interior me decía que debía de convencerla para que aceptara, moví la cabeza
recordando que esto solo lo hacía por mis padres y que por ellos lograría hacer
que me aceptara aun así tuviera que utilizar los métodos más sucios, ¿Quién se
resistiría a una joya como esta?.
—Edward, ¿Qué significa esto?
—Creo que es claro lo que he decidido, me sacrificare por mi
familia — saqué el anillo de la cajita para que ella pudiera verlo mejor, la vi
mirarlo con detenimiento y supe que le había gustado por el brillo de sus ojos—
¿Y cuál es tu respuesta?
Por primera vez parecía que la barrera que me impedía leer su
mente había desaparecido momentáneamente pero no me gusto lo que vi, estaba
indecisa, sabía que no era una decisión sencilla, pero debía de pensar en su
familia. Sé que sonará egoísta y hasta egocéntrico pero no entendía como ella
podía resistirse a mí, y creo que esa era la verdadera razón de tenerme tan
atado a ella. Solo tenía que conseguirla y me demostraría que ella no era
inmune y después de eso podría comenzar a buscar a alguien más acuerdo a mis
necesidades; era bonita y por lo que veía debía de tener un maravilloso cuerpo,
pero era 7 años mas chica que yo y le haría falta experiencia.
—Edward yo…—se levantó y yo la imité.
—Pensé que tenías tu respuesta o es que debo de interpretarla—dije
jugando con el anillo entre mis dedos, era más de nerviosismo que por otra
cosa.
—Acepto—algo en mí interior saltó ante esa palabra, deslicé con
cuidado el anillo en su dedo y me alegré al ver que le quedaba perfecto además
de que lucía muy bien en su mano.
—Bueno, eso significa que estamos comprometidos—intenté que sonara
como si no tuviera demasiada importancia, no quería que ella sintiera que me
importaba. Ella no tenía porque importarme, esto solo eran negocios, de los
cuales yo saldría beneficiado. Así que hice un último comentario para que
quedara claro porqué lo hacía— ¿Creo que es lo menos que se merecen nuestras
familias no lo crees?
—Sí— respondió de manera suave, no pude evitarlo y me incliné para
dejar un beso cerca de sus labios, aunque veía que quería alejarse no lo hizo,
lo que era un punto a mi favor.
—Comeremos mañana, creo que hay algunos puntos que debemos de
tratar si vamos a hacer esto— le avisé para que estuviera preparada, teníamos
que ponernos de acuerdo si queríamos que esta farsa funcionara., ella se molestó
ya que no le había preguntado si no que lo había dado por un hecho, pero eso
era lo de menos. Ella debía de acostumbrase que estando conmigo tendría que
adaptarse a mí. Me sorprendió cuando me llamó patán pero no le di importancia,
dejé que eligiera el lugar para después encaminarme a mi auto, pero me detuve
cuando me llamó, me giré para verla.
— ¿Cómo sabías que aceptaría?
—No lo sabía, solo lo esperaba—le dije al momento que dejaba que
una sonrisa se formara en mi rostro.
—Es hermoso— dijo con timidez, aunque me alegre de que había
elegido el correcto, evité mostrar mi satisfacción, así que solo me encogí de
hombros.
—Veo que mi asistente lo eligió bien, le diré que te gustó— no iba
a admitir que me había pasado casi toda la mañana y parte de la tarde
buscándolo. No la haría crearse falsas esperanzas, lo mejor sería que ella se
diera cuenta de que no me importaba ya que a ella tampoco debía de importarle
demasiado.
Como habíamos acordado estuve puntual en su oficina, su secretaria
no era la chica más bonita pero claramente se veía el tipo de mujer que era,
aunque aparentaba tener un poco de clase no la tenía, pregunté por mi ahora
prometida y ella se levantó caminó contoneándose y le informó de mi presencia,
entré cuando ella lo autorizo, me sorprendí al ver al rubio en su silla y ella
detrás de él inclinada señalando algunas cosas en el monitor.
—Buenas tardes—saludé para hacerme notar, ella tanto como el chico
me vieron, percibí el rostro de incertidumbre.
—James, el es Edward Cullen— me presentó, el chico solo se levantó
y estrechó mi mano preguntó que si era el hijo de Carlisle y lo confirmé.
—Siéntate, en un minuto nos vamos— me acomodé en una de las
sillas, ella veía el monitor pero el tal James no dejaba de mirarme como si me
estuviera evaluando, pareciera que era un juego de miradas uno que no estaba
dispuesto a perder.
—Revisa la celda F19, introdujiste un cero de mas.— interrumpió Bella, un momento después el chico se ofreció
a terminar el trabajo permitiendo que me llevara a Bella conmigo.
Nos tocó la hora de mayor tráfico pero gracias a que ella conocía
un par de atajos llegamos más rápido, nos dieron una mesa cerca de uno de los
ventanales por los cuales podíamos observar el movimiento que había en el
exterior. Enarqué una ceja cuando escuché que solo pedía ensalada y agua
mineral, ¿es que acaso era como todas, después de todo?, de las que fingen no
comer. Tomó un poco de agua y fue ahí cuando noté que faltaba algo.
—Pensé que habías dicho que te había gustado el anillo—pregunté
acariciando el lugar donde debía de estar la sortija, además de que me permitió
comprobar que su piel era sumamente suave.
—Es perfecto— pero sus acciones no coincidían con sus palabras, sin
embargo cuando dijo la razón lo comprendí y admití que tenía razón, tuvimos que
aplazar lo de la plática para después de la comida, yo disfruté de la mía pero
ella apenas parecía probarla, cuando volví a preguntar si era para cuidar la figuera
ella negó. Así que, comenzamos a hablar del tema que nos preocupaba.
—Claro, seré la chica que amarró a Edward Cullen.
—No lo había visto de esa manera—dije con sinceridad. Hablamos de
la manera que llevaríamos lo de la boda y la historia que inventariamos para
que pareciera más real. El hecho de que ella fuera una Swan mejoraba las cosas,
sus constantes viajes nos servirían. Además, lo podría utilizar con mis amigos
ya que yo también había viajado constantemente por los últimos meses, me había
dedicado a mejorar la empresa y había tomado un par de vacaciones que ellos
desconocían, así que era una carta a mi favor.
— Como sabes el viernes hay una cena—un evento que aprovecharía. Cuando
le dije que sería bueno que fuera nuestra primer evento juntos ella, miró su
reloj como si lo que estábamos hablando no fuera importante, pero me di cuenta
de que era tarde y ambos debíamos de regresar a nuestros trabajos, intenté
verla por la noche para terminar nuestra plática pero ella alegó tener algo más
que hacer, aunque planeaba que nos viéramos hasta el día del evento no lo
haría, la vería al día siguiente.
Ella intentó pagar pero lo evité, no dejaría que ella pagara algo
cuando saliéramos juntos, era un caballero y lo demostraría en pequeños
detalles. La llevé de vuelta a su edificio, me detuve justo en la entrada y bajé
antes que ella para ayudarla. Vi a un grupo de mujeres que nos miraban mientras
cuchicheaban, besé la mejilla de Bella antes de marcharme y regresar al
trabajo.
El jueves por la mañana estuve hablando con Charlie y me
sorprendió que Bella aún no les hubiera dado la noticia de que había aceptado,
pero eso no impidió que platicara con Charlie para que me hablara de su hija,
si queríamos que esto fuera creíble debería de conocer más acerca de ella.
Antes de marcharme Charlie me hizo prometer que la cuidaría, que era su única
hija y por lo tanto, una de las mujeres más importantes de su vida.
Salí del trabajo antes de la hora y fui primero a casa de los Swan
tenía que hablar con Bella, esta vez entré al interior y me sorprendí de ver a
mi futura esposa recostada en el sillón diciendo que estaba ocupada y por eso
no podía recibir a nadie. Debía de estar exhausta o no veía una razón lógica
para que esta mujer perdiera los modales. Cuando escuchó mi voz se incorporó y
sus mejillas se tiñeron de un rojo que resaltó en su rostro. Le entregué una
hoja donde había escrito lo que ella debía de conocer de mi, al menos debía de
saber lo esencial si nos íbamos a casar.
Me había debatido en decírselo o no, pero era lo mejor, así que le
planteé lo que quería que sucediera en nuestro matrimonio, ya que íbamos a
estar casados por un tiempo indeterminado y sabía que a ella no le gustaría que
estuviera con alguien más por qué no estarlo con ella. Además, que necesitaba
con urgencia tenerla en mi cama para quitar el deseo que había despertado en mí.
Cuando no lo conseguí pero me dijo que lo pensaría supe que era momento de irme
además de que había quedado en llevar a mi madre a cenar, pero ella se molestó
lo que me alegró y no entendía la razón, aunque me hubiera gustado engañarla
para que se molestara le dije la verdad. Me acompañó hasta la puerta le indiqué
la hora en la que pasaría por ella y la besé, ya había soportado suficiente el
no poder probar sus labios, moví los míos con suavidad pero ella no respondió,
me separé y me marché sintiéndome extraño por su rechazo.
El viernes mi padre había llegado y hablamos un poco sobre el
hecho de que Bella y yo llevaríamos a cabo el plan. Hablamos de todo lo que el
matrimonio conllevaba cuando entró al plano íntimo le dije que de eso no debía
de preocuparse ya que no pasaría nada entre nosotros, eso pareció
tranquilizarlo que era lo que había buscado. Con su ayuda, conseguimos una casa
que sabía sería perfecta para que Bella y yo viviéramos mientras estuviéramos
juntos, sería el lugar donde ambos disfrutaríamos de nuestra intimidad. A las
seis llegué a mi casa y me arreglé para ir a buscarla, decidí tomar el Aston
que era uno de mis autos favoritos y que mi papá me había regalado hacía un
año.
Me quedé sin aliento cuando la vi bajar lentamente por la escalera,
en un vestido verde que dejaba su piel al descubierto que la hacía lucir
bastante tentadora pero muy hermosa. Me acerqué antes de que llegara al final,
extendí mi mano y ella la tomó, le hice un cumplido logrando que se sonrojara,
la tomé de la cintura y la llevé hasta mi auto. Conduje lo más rápido que pude
ya que era un reto estar cerca de ella en un espacio tan reducido y con su
fragancia inundando el ambiente.
—Respira, lo difícil será lo primero— le dije al notar que no lo
estaba haciendo. Maldije cuando mi teléfono comenzó a sonar, gruñí al ver que
era Jake, que me informo que sería Leah quien me recogería en el aeropuerto ya
que él no podía. Le agradecí y entre para acercarme a mi prometida que estaba
sola y mirando a su alrededor, coloqué mi mano en su espalda baja justo donde
podía tocar su piel, la cual se erizo alegrándome, me incline hasta dejar que
mi aliento chocara en su oído.
—Es hora— le dije antes de besar su sien, varias miradas estaban sobre
nosotros, la empujé hasta llegar al festejado que estaba rodeado de personas.
—Muchacho, que alegría verte— le di un abrazo y después note que
centraba su atención en mi compañera—Isabella Swan.
—Felicidades— le dijo para después abrazarla, él tomó sus manos y
fue ambos notamos que ya llevaba puesta la sortija.
— ¿Es lo que creo que es? — preguntó mirándome y después a ella,
volví a colocar mi mano en su espalda.
—Henry me complace presentarte a mi prometida—le dije con orgullo.
—Pero quién lo iba a decir, el Casanova al fin fue cazado— se
burló centrando su atención en Bella— ¿te dio una batalla dura?
—Honestamente fui yo el que sufrió para que aceptara salir
conmigo—le dije haciendo que riera, ella también lo hizo apoyando su rostro en
mi pecho, de inmediato la pegué más a mi cuerpo.
—Sé de lo que hablas Edward, yo pasé por algo similar, Eva me dio
una gran batalla pero es la esposa perfecta y sé que Isabella te mantendrá a
raya—ella afirmó y después nos dejó solos ya que debía de atender a sus
invitados, la felicité por su excelente actuación.
Más tarde nuestros padres llegaron y nos sumergimos en una
agradable plática. Además, de que muchos de los invitados se acercaron a
saludar a nuestros padres pero la verdadera razón era que se acercaban a
comprobar lo de nuestro compromiso, todas las miradas terminaban en el anillo
de mi futura esposa.
Bella se avergonzó cuando Henry mencionó lo de nuestro compromiso
y le dijo que me mantuviera a raya, le murmuró algo a su madre que parecía
divertida.
—Esto no debía de pasar— la escuché susurrar.
—Tranquila pequeña—le dije sin entender el porqué le había dicho
pequeña, pero le quedaba bien.
—Lo dices porque soy varios centímetros más pequeña o porque soy 7
años menor que tú—su comentario sobre nuestra diferencia de edad no me hizo
gracia pero sabía que era verdad.
—Es solo de cariño—besé su sien y noté las miradas extrañadas que
se lanzaron nuestros padres pero que decidimos ignorar, platicamos sin tocar el
tema, las felicitaciones continuaron y
la única manera que tuvimos de escapar era el bailar así que le llevé a
la pista. Bailamos varias melodías susurré un par de cosas logrando que riera
como la primera vez y que no le importara nuestra cercanía, acepté cuando me
pidió regresar a nuestra mesa pero odié cuando escuché la voz de Aro.
— ¿Así que se casarán?, permítanme felicitarlos.
—Gracias Aro— agradecí abrazando a Bella, me sorprendió cuando
dijo que nuestro matrimonio era una farsa, aunque lo era no dejaríamos que él
lo supiera. Así que me envolví en el papel de un matrimonio por amor, aunque no
mentí cuando dije que era una mujer perfecta. Me quedé en blanco cuando dijo
que esperaba conocer a nuestro primer hijo pero más me sorprendió cuando Bella
lo dio como un hecho.
—No debiste de decir eso—le dije cuando el hombre se había
alejado.
— ¿Decir qué?
—Decirle lo de un heredero cuando ni siquiera puedes decidirte
por…— no me dejo terminar ya que me había besado— ¿Ese beso fue una respuesta o
solo una manera sutil para hacerme callar?
—Interprétalo como desees— fue lo último que dijo antes de caminar
de vuelta a su mesa, me permití caminar un poco más lento para observarla más
detenidamente, en verdad que era perfecta y estaba llena de sorpresas.
Estuvimos por un momento, para después regresar a la pista, la idea de tenerla
en mis brazos como lo había dado a entender me hizo pegarla más a mi cuerpo y
dejar que mi pulgar acariciara la piel desnuda de su espalda.
Antes de marcharnos conocí a sus amigas y me sorprendí de que se
trataba de dos de las modelos con mayor demanda, pero aunque esas mujeres eran
bellas mi prometida se me hacía una más hermosa, las saludé y me retiré para ir
a pedir el auto, la ví hablar con ellas pero comenzó a temblar y pasarse las
manos por sus brazos, no lo pensé dos veces me quité mi saco y la cubrí con él,
ganándome una sonrisa.
—El auto ya llegó.
—Nos vemos chicas—se despidió de sus amigas y nos marchamos, me
pidió que bajara la velocidad y así lo hice hasta llegar a su casa, se quitó el
cinturón y estaba a punto de bajar pero aún tenía algo que aclarar.
—Espera…—aflojé el nudo de la corbata—mi madre dijo que mañana se
reunirían para desayunar y hablar sobre la boda.
—Eso haremos, ¿quieres hacer alguna petición en especial o lo
dejarás completamente en nuestras manos?
—Mañana saldré de la ciudad, solo quería que lo supieras, estaré
de regreso el miércoles.
—No tienes que darme explicaciones.
—Creo que debo de hacerlo, si la gente pregunta no sería agradable
que no supieras donde está tu prometido— ella asintió. Me alegró saber que
dejaría participar a mi madre en todo lo relacionado con la boda, sabía que eso
la haría feliz.
Cambié de tema y volví al altercado con Aro, quería saber si ella
estaba dispuesta a compartir intimidad, no me pude contener e hice uno de mis
típicos comentarios para que ella aceptara, pero lo único que conseguí fue
hacerla enojar y que abandonara el auto,. Cuando me dijo que era un auto
pequeño no lo comprendí hasta escuchar que era por mi ego y por mí, aunque me
molesto debía de admitir que me había pasado.
— ¿Lo intentaremos? — le pregunté cuando la vi alejarse de mí.
—Si, es lo único que podemos hacer— se encogió de hombros como si
no fuera importante—Buenas noches Edward y que tengas buen viaje.
Mi viaje a Londres fue placentero, amaba viajar en primera clase.
Apenas estuve en el aeropuerto me encontré con Leah que me hizo señas y me
acompañó hasta la banda para tomar mi equipaje. Me llevó hasta mi departamento
y estuvo conmigo hasta que su novio y su hermano llegaron, hablamos de negocios
ganándonos un par de golpes de la agresiva novia de Jake, pero al caer la noche
salimos a un bar para celebrar que estaba en la ciudad.
—Y dinos Eddie, has visto a la chica que no sabe de tu
existencia—se burló Jacob dando un sorbo a su cerveza, y dejando que todos me
vieran con diversión.
—En primer lugar no me llames Eddie y en segundo lugar, Isabella
será mi esposa—todos me miraron frunciendo el ceño y soltaron una carcajada.
—Estás obsesionado con la pobre chica, mejor acepta que te ignora.
—Te equivocas, ella y yo nos casaremos en dos semanas—bebí mi
whiskey de un solo trago—para que lo vean no le soy tan indiferente como
creían.
—Estas jugando—hablo Leah, negué mirando el reloj y comprobando
que era una hora razonable en New York tomé mi celular y marqué un número ante
la mirada expectante de mis amigos, puse al altavoz y ellos se acercaron para
escuchar con claridad
—Hola.
—Hola mamá—todos rodaron los ojos pero les hice la seña de que
esperaran.
— ¿Está todo bien Edward?
—Sí. Es solo que olvide decirte que dejé un par de llaves en una
de las mesitas de noche de mi habitación, podrías ir a buscarlas.
—¿De que se trata todo esto hijo?
—Compré una casa y me gustaría que le des un toque más confortable
antes que lleve a que Bella la vea—dije
viendo la mirada sorprendida de mis amigos.
—Le compraste una casa a Bella y no me dijiste nada. ¿Cuándo la
llevarás a conocerla? —preguntó con la voz alegre.
—El miércoles cuando esté de vuelta.
— Edward Anthony Cullen, está bien que me guste todo esto de la
decoración, pero no crees que ya tenemos suficiente con que quieran que la boda
sea en dos semana. Creo que tu y Bella deberían de aplazar un poco más la
boda—pidió mi madre, me giré a mis amigos que se miraban entre ellos ante la
sorpresa de mi boda.
—Será en dos semanas, Bella y yo ya lo hablamos.
—Está bien, le diré a Renée que me acompañe para arreglar la casa.
—Gracias mamá te amo, la dirección está en un papel debajo de las
llaves.
—Ya hablaremos cuando estés de vuelta—me despedí de ella y colgué.
— ¿En verdad te vas a casar con Isabella?
—Lo haré.—dije con superioridad—les enviaré la invitación cuando
las tengamos, no creerán que los dejaría fuera.
Los chicos me llevaron un día a un club como mí despedida de
soltero, había chicas hermosas pero ninguna que lograra provocar lo que Bella
provocaba en mí con un solo toque. Mis amigos se divirtieron más que yo cuando
una de las chicas hizo un baile privado para nosotros, solo esperaba que Leah
no se enterara porque nos mataría por llevar a Seth. El chico tenía 22 años
pero era el pequeño de su casa y ella no permitía que acudiera a esta clase de lugares;
al principio él parecía avergonzado pero después estaba algo emocionado, las
hormonas no le estaban ayudando.
Primero intenté hacerlo algo impersonal y solo enviarle un mensaje
para preguntar por su día y me sorprendió que me respondiera, la primera noche
fueron más de 10 mensajes por lo que las siguientes me decidí a llamarla.
Estaba sorprendida mas no molesta por mi llamada, parecía que después de todo
podríamos llevarnos bien, ser amigos y tener varios privilegios como el
disfrutar de los placeres más íntimos que nuestros cuerpo pedirían y que ambos
gozaríamos.
El miércoles llegó y me alegré de ello, algo en mi ansiaba volver
a ver a Bella y no podía esperar para observar su reacción cuando le mostrara
nuestra casa. Era extraño pero me gustaba como sonaba nuestra. Al principio, fue desconcierto pero después su rostro fue
de asombro, me hizo ver que de nuevo había hecho lo correcto. Le mostré cada
una de las áreas de la casa sin soltar su mano, ella las miraba detenidamente.
Subí a la planta superior y me detuve al ver que aunque observaba las cosas
parecía no prestar atención, solo la miré fijamente hasta que ella reaccionó.
— ¿No te gusta? —pregunté con miedo de que me hubiera equivocado.
— ¡Claro que me gusta! Es hermosa—respiré aliviado.
Vi que aunque parecía gustarle la casa había algo que no la tenía
contenta del todo, así que le pregunté y cuando me respondió comprendí que aún
le costaba trabajo asimilar que estaríamos casados y que compartiríamos muchas cosas.
Parecía que de nuevo yo estaba dándole más importancia a las cosas y no podía
dejar que ella se diera cuenta de que me estaba dejando llevar. Así que, hice
lo primero que se me ocurrió dije las palabras mientras dure, lo que no esperaba era que ella contestara y que sus
palabras me calaran logrando que me molestara y volviera a tomar esa actitud
distante. Yo hacía comentarios demostrando que no me importaba pero cuando ella
tomaba la misma actitud me molestaba, ¿Qué es lo que estaba sucediendo? Era una
tontería, algo estaba demasiado mal y tenía que averiguar qué me sucedía, estos
eran negocios y nada más.
La llevé a cenar a uno de los mejores restaurantes, había algo en
mí que me incitaba a presumir de ella. El darle a conocer a todos que ella era
mía y que debían de apartarse de ella. Una parte de mí me decía que la estaba
exhibiendo como si fuera un trofeo pero otra parte me decía que era algo más,
que solo estaba marcando mi territorio lo cual era una tontería. Ordenamos aún
manteniéndonos en silencio, tomé su mano y dejé que mi pulgar acariciara el
dorso de su mano.
—Creo que deberías de fingir aunque sea un poco— dije antes de
besar su mano y dejé que en mi mente se formaran imágenes donde no solo besaba
la piel de su mano sino áreas más suaves y sensibles.
Comenzamos a platicar de cosas que parecían no tener demasiada
importancia pero que si eras inteligente te darías cuenta que Bella me estaba
mostrando una parte de su manera de ser, una que me gustaba. Era abierta y con
ideales bien planteados, no era como las mujeres con las que había estado. Ella
valía la pena, me llevé la copa a los labios para quitar esas ideas de mi
cabeza. La cena llegó y la vi comenzar a comer como no la había visto en
ninguna de nuestras salidas.
—Veo que ya te muestras tal como eres, de lado la ensalada— me burlé.
—Siempre he sido auténtica contigo, si las veces anteriores no
comí es que todo esto me provocaba un nudo en el estómago, pero esta vez ya
todo está claro —hizo una pausa para tomar un poco de vino—además, apenas probé
bocado en todo el día, una tostada y un jugo no es un desayuno y qué decir del
café de la tarde.
— ¿No comiste nada? — Negó llevándose un poco más de pasta a la
boca— ¿por qué haces eso?
—¿Qué no es obvio?, para entrar en el vestido—no podía estar
hablando en serio, no podía dejar de comer solo por verse bien en un vestido es
que no sabía lo hermosa que era, pero supe que bromeaba cuando negó sonriendo—La
verdad es que ayer tuve muchas cosas que revisar de la boda, por lo que dormí
tarde y apenas me desperté con el tiempo justo para arreglarme y asistir a una
junta. Por la tarde el teléfono no paraba de sonar y tuve que ir a una prueba
del vestido, el tráfico estaba horrible y no me dio tiempo, después llegar a
casa y arreglarme para cenar contigo.
—Me lo hubieras dicho y habrimos venido primero a cenar y después
te hubiera mostrado la casa— me sentí mal de saber que ella estaba cargando la
mayor parte de la responsabilidad de la boda, y aun así no descuidaba su
trabajo.
—No importa, no es la primera vez que por culpa del trabajo me impida
comer de la manera adecuada—dijo restándole importancia.
—Siempre escuché que eras entregada a tu trabajo, pero no pensé
que te involucraras tanto en cada aspecto como lo decían, pensé que solo eran
palabras— limpió la comisura de su boca y enfocó su mirada con la mía.
—Soy perfeccionista si es a lo que te refieres, me gusta ser
eficiente en mi campo y sé que ello conlleva varios sacrificios.
—A veces hay prioridades y tu salud debe de ser una de ellas— le
dije dejando en claro que debía de cuidarse ya que no era bueno que dejara
tanto tiempo sin comer, creo que era algo que debía de cuidar cuando
estuviéramos juntos.
— ¿Y de dónde escuchabas de mi?—preguntó logrando que mi
respiración se detuviera.
—No olvides que trabajamos en el mismo campo, te conocen por ser
buena en los negocios, aunque debo de decir que eres opuesta a cómo te
imaginaba.
— ¿Como me imaginabas? —parecía que en vez de terminar con la
conversación le hacía formularse más preguntas unas que no estaba preparado
para responder con la verdad, así que la diría a medias.
—Antes de ver algunas de las fotografías de los periódicos, pensé
que no eras para nada agraciada ya que no mantenías una relación—enarcó una
ceja.
—Gracias por lo de “nada agraciada”, pero si no tenía una relación
era porque los hombres temen estar con una mujer exitosa que los opaque—dijo
molesta y sabía que me había sobrepasado.
—Dije que pensaba eso antes de conocerte, pero cuando vi una
imagen tuya supe que estaba equivocado, eres una mujer hermosa y exitosa, puede
que ese detalle intimide a algunos pero no a mí— llevé un nuevo trozo de carne
a mi boca para ya no hablar y seguir metiéndome en líos. Aunque estábamos en
silencio no podía dejar de sentirme increíblemente afortunado por conseguir a
esta mujer, la había admirado por su gran trabajo porque era muy buena pero me
daba cuenta que se debía a su entrega lo que la hacía una de las mejores, ¿sería
de la misma manera cuando estuviéramos juntos?
Cuando estuvimos fuera de su casa. Dio lugar una nueva discusión y
no aguanté las ganas de hacérselo notar, a lo que ella asintió. Se sonrojó
cuando le dije que pronto terminarían de otra manera, y ya tenía algunas ideas
en mente. Le prometí llamarla y así lo hice, algo en mi me pedía aunque sea
escuchar su voz, el tiempo se agotaba y nuestra boda estaba próxima.
Lo más divertido fue cuando ella salió con sus amigas y terminó
con resaca horrible, la pobre lo estaba sufriendo pero aun así estaba junto a
mi cumpliendo su papel de prometida, era grandiosa y por más que intenté
contenerme la mantuve en mis brazos o su mano entre la mía. Cada día se hacía
más fuerte el deseo de tenerla cerca, pero estaba seguro que cuando la hiciera
mía todo desaparecería y volvería a la normalidad.
Les envié las invitaciones a mis amigos por e-mail ya que
estuvieran aquí les daría las verdaderas, no podía permitir que se extraviaran,
no podía darme ese lujo. El gran día llegó y me sentía nervioso de pensar que
mi sueño de la noche anterior se hiciera realidad en el que ella no llegara a
la ceremonia y yo me quedara de pie frente al altar. Mi mamá me llevo el
desayuno a la cama ya que en sus palabras era la última vez que me podría
consentir de esa manera.
—Sabes mamá solo me caso no me voy a morir—le dije llevándome un
trozo de hot cake a la boca—además esto no es para siempre.
—No digas eso Edward, es mejor no hablar ya que no sabemos lo que
nos depara el destino, quién te dice que Bella no es la mujer a la que tú
estabas destinado a unirte, es una chica maravillosa; es atenta, de buena
familia, educada, independiente, trabajadora y muy hermosa—sonreí de lado, como
si hicieran falta que me recordaran cada una de las cualidades con las que
contaba mi futura esposa.
—Sabes que esto no es un matrimonio por amor, yo no creo en eso,
yo solo lo hago para salvar nuestra empresa.
—Quiero que recuerdes esas palabras en un tiempo. —Me dio un beso
en la mejilla acariciando mi cabello—me marcharé antes ya que tengo que ir un
momento con Bella.
—Eso quiere decir que me dejarás llegar solo a la iglesia—le
pregunte con fingido dolor, a lo que ella asintió— ¿vas a asegurarte de que la
novia no se escape?
—Voy a llevarle mi collar de perlas, el collar que tu abuela me
dio el día de la boda con tu padre. Sabes que ese collar va de generación en
generación, así que le corresponde a Bella llevarlo.
—Pero esto no es un matri…
—Sé que ella lo debe de llevar, jamás pongas en duda un
presentimiento de madre amor—besó nuevamente mi rostro—termina de desayunar que
el vuelo de los chicos no debe de tardar en llegar y no creo que les haga
gracia que los dejes en el aeropuerto.
—Los había olvidado—ella sonrió saliendo y dejando que terminara
mi desayuno. Me di una ducha rápida y fui al aeropuerto a recoger a mis amigos
que habían llegado para mi boda, aún seguían sin poder creer que en verdad me
casaría con la chica que ellos me decían inalcanzable. Comimos juntos cerca del
hotel donde se hospedarían. Que era el mismo donde sería la boda. Me despedí
cerca de las 4 ya que debía de llegar nuevamente a bañarme y alistarme para el
gran momento, mi mamá se fue a despedir luciendo realmente hermosa, noté la
cajita en sus manos, la que sabia contenía el collar de perlas de los Cullen. Después
de acomodar mi corbata se marchó dejando que mi padre se quedara conmigo.
—Sé que las cosas no son ni como tú ni como Bella esperaban que se
dieran—asentí tomando de mi mesita de noche la cajita donde descansaban las
alianzas. — ¿Así que elegiste tú mismo el anillo y las alianzas?
—Sí— se las mostré y él las miró con detenimiento— ¿Qué opinas?
—La pregunta es, ¿en verdad no sientes nada por Isabella? —me quedé
de piedra al escuchar su pregunta, una que no me esperaba, no respiraba y solo
sentía la mirada de mi padre.
—Esto son solo negocios papá—le dije dando la vuelta y entrando al
baño para lavarme los dientes.
—Si tú lo dices—se detuvo en el marco de la puerta sin dejar de
mirarme, me giré para verlo—Sé que te educamos bien, pero también quiero hablar
de algo más importante contigo.
—Creo que podemos saltarnos esta parte—apreté su hombro y sonreí
de lado.
—No. Siéntate y escucha—bufé resignado, pero hice lo que me mandó—.Sé
que tú eres un hombre, que tienes experiencia en aspectos de los cuales no sé y
no me interesa saber si Bella los tiene, y es por eso que debo de pedirte que
seas muy cuidadoso con ella. Puede que aparente ser una chica fuerte y
decidida, pero a veces las personas de apariencia más dura son las más
sensibles y no quiero ni imaginar lo que Charlie sería capaz de hacerte si
lastimas a su hija.
—Sé de lo que estás hablando y te aseguro que cuidaré de ella,
debes de confiar en que no la lastimaré. Puede que hace un tiempo fuera un
patán pero cambié, he madurado y haré lo que esté en mis manos para mantener
segura a Bella y te aseguro que no me sobrepasaré con ella, no haré nada que
ella no quiera.
—Piensa bien lo que haces, sé que esto es algo que solo les
concierne a ambos, pero no olvides que aunque ya es mayor de edad es más chica
que tú, ella apenas cuenta con 25 años mientras que tu ya eres un hombre de 32,
hay una gran diferencia, en edad, en gustos—iba a hablar pero él levantó la
mano para que no lo hiciera.—También espero que seas consciente de que debes de
serle fiel, y si no lo eres al menos que no lo sepa nadie pero es algo que no
se merece Bella.
—Tienes razón en decir que es algo que nos concierne a ambos y es
algo de lo que ya hablamos y de lo que no tiene porque enterarse el resto, así
que espero que comprendas que el rumbo que tomen las cosas con mi futura esposa
es solo cosa nuestra—dije un poco molesto por la actitud desconfiada de mi
padre.
—No te molestes con lo que te digo hijo, es solo un consejo que te
doy.
—No estoy molesto papá, es solo que debes de entender que esto es
asunto de negocios—repetí por milésima vez.
—Puedes engañarte a ti pero a tu madre y a mí no nos engañas Edward,
jamás te había visto tener las consideraciones que tienes con Bella y si en
verdad te importa intenta ganártela porque es una mujer que vale la pena y esta
oportunidad no se presenta dos veces. Solo te pido que seas cuidadoso por
ambos.
—Papá…
—Las acciones dicen más que las palabras,—me dio un par de
palmaditas en la espalda—date prisa no querrás hacer esperar a la novia.
Lo vi salir de mi habitación dejándome con muchas ideas en la
cabeza. Qué es lo que ellos creían que yo no me daba cuenta, yo sabía lo que
estaba haciendo y nada tenía que ver con amor. Subí al auto que me llevo hasta
la Catedral de St. Patrick, dentro ya se encontraban un gran número de personas
y entre ellos pude ver a mis amigos. Entré por una de las puertas laterales y
me coloqué al final del pasillo esperando por la llegada de Bella y rogando
porque mi sueño no se hiciera realidad.
La música comenzó a sonar y las primeras en desfilar por el
pasillo fueron sus amigas quienes lucían radiantes en vestidos verdes y justo
detrás la vi, en un vestido que resaltaba su hermoso cuerpo, venía aferrada al
brazo de su padre, en ese momento solo podía tener ojos para ella, la manera
lenta y delicada con la que caminaba hasta mí, todos los demás habían
desaparecido era como si solo fuéramos ella y yo, cuando me la entregó su padre
supe que sus palabras eran verdaderas al igual que las mías de cuidarla.
La ceremonia transcurrió lentamente, mantenía su mano en la mía
relajándome y sabiendo que en verdad me estaba casando. Las palabras de mi
padre seguían resonando en mi interior, las aparté al momento que dije mis
votos, que había memorizado. Coloqué con delicadeza la alianza que iba a juego
con su anillo de compromiso, sus manos temblaron un poco cuando deslizó la
alianza en mi dedo para finalmente sellar nuestra unión, las palabras del
sacerdote dejaron en claro que ya era mía, solo mía.
Crucé mi mirada con la suya y me acerqué a sus labios, ansiaba
sentirlos nuevamente y así lo hice. Me alegré al sentir que respondía al beso,
la envolví en mis brazos sintiendo como dejaba sus manos apoyadas en mi pecho,
esa simple caricia me hizo ansiarla más. No podía esperar a tenerla en mis
brazos, recorrer con mis manos cada parte de su cuerpo y sentir sus manos sobre
el mío. Cuando nos separamos, la dejé que tomara un poco de aire para poder
tomar su mano y llevarla fuera donde nos vimos envueltos en una lluvia de
pétalos y flashes.
—Ya pasó lo más difícil—le dije para tranquilizarla, dejó escapar
un suspiro.—Por un momento pensé que me dejarías plantado.
—Lo pensé—me dejó sin aliento su afirmación,—pero aunque era una
gran idea recordé porque hago todo esto.
—No te arrepentirás Bella—besé el dorso de su mano, y de nuevo se
sonrojó, entramos al hotel donde sería la fiesta, nos llevaron a una de las
habitaciones cerca del salón, para esperar a que llegaran los invitados.
—Edward podrías…, podrías ayudarme, por favor—la miré sin
comprender pero me acerqué a ella— no puedo quitarme el velo.
—Un minuto—me acomodé detrás de ella y quité el velo con cuidado
de no arruinar su peinado y permitiéndome que su inconfundible olor a fresias
me embriagara. Después de eso nos sumimos en un silencio algo incómodo.
Agradecí cuando una chica llegó para decirnos que era hora de ingresar.
Apenas ingresamos fuimos directamente a la mesa principal, donde
nos esperaba un juez y nos unió por lo civil, firmamos para quedar unidos por
la ley, nos tomaron algunas fotografías, para luego dar lugar al primer baile.
Las miradas sobre nosotros y las luces de las cámaras no importaron, solo nos
perdimos en la mirada del otro, la dejé para que bailara con su padre mientras Renée
la sustituyó, me pidió que la cuidara y que esperaba que a ella la pudiera ver
como una amiga y no como una suegra gruñona, le di un beso en la mejilla antes
de comenzar a bailar con mi madre que no dejo de recordarme lo orgullosa que
estaba de mi.
Las felicitaciones no se hicieron esperar y me sorprendí al ver
que mi esposa conocía a más de un famoso, pero lo que me tranquilizó fue ver al
rubio amigo de mi esposa del brazo de una pelirroja. Me sentí aun más relajado
cuando él me dejo en claro que Bella era como su hermana así que no debía de
lastimarla, ¿es que acaso tenía el letrero de patán en potencia?, pero me reí
cuando las advertencias iban sobre ella. Me despedí de ellos y la llevé junto a
mis amigos que estaba seguro apenas podían creer que en verdad lo había hecho, se
las presenté a lo que ellos la saludaron
de manera amable y divertida como si la conocieran de años, pero las chicas la
veían con desconfianza logrando intimidarla.
Intenté mantenerla alejada de mis amigos, ya que no sabía que
podían decirle, bailé con ella la mayor parte de la noche y en un punto ambos
estábamos disfrutándolo de verdad, reíamos y hablábamos de pequeñas cosas. Me
pidió sentarse un momento y la llevé a una de las sillas y dediqué una de las
piezas a mi madre.
—Ambos lucen muy bien juntos.
—Sí. Tenías razón en muchas cosas sobre ella, es una chica muy
hermosa y muy inteligente.
—Te lo dije. Y estoy segura que pronto volveré a repetir esa misma
frase pero en otra situación—La miré sin comprender, pero supe que no debía de
preguntar, me tensé al ver a Leah hablando con mi esposa y por el semblante de
las dos podía estar segura que no sería nada bueno, le di un beso en la mejilla
a mi madre al finalizar la canción y caminé hasta ellas llegando justo en el
momento en que todo podría complicarse.
—Eso nunca pasará, nos sorprendimos cuando nos dijo que se
casaría, pero nos sorprendió aun más el saber que tú eras la novia, había
conseguido que…
—Veo que conociste a Leah— interrumpí antes de que terminara la
frase y le dejara saber a Bella que me había atormentado por un largo tiempo,
no dejaría que ella se regocijara sabiendo que había ocupado mis pensamientos
por un largo tiempo.
—Sí, ella me estaba diciendo que jamás te imaginaron casado—solo
pude sonreír y llevarme la mano al cabello como lo hacía cada vez que estaba
nervioso, ganándome una mirada interrogativa de mi amiga que sabía que algo no
estaba del todo bien.
—Pero ahora lo estoy, y si me permites te robo a mi esposa—le lancé
una mirada de advertencia, que sabía que había comprendido, pero que estaba
seguro que no olvidaría y me cuestionaría después. La lleve de vuelta a la
pista donde había un pequeño grupo de parejas.
Cuando llegó el momento de marcharnos se lo hice saber, pero
pareció no agradarle la idea, pero estaba seguro que cuando conociera el
destino cambiaría de opinión. Las Bahamas es un lugar maravilloso que yo había
visitado hacía un par de meses pero que no había logrado disfrutar en su totalidad
porque es un lugar para compartir y no para estar solo. Además, apostaría que
lo disfrutaría más cuando estuviera con ella en mis brazos. Podríamos comenzar a disfrutar de un par de
placeres y de esa manera al fin podría sacármela de la cabeza y estar con otras
sin que ella se enterara. Nos despedimos de nuestros padres para llegar con el
tiempo justo al aeropuerto, bueno no contaba con el maldito retraso de los
vuelos.
Me enfurecí al verme atrapado en el aeropuerto, se suponía que
todo debía de ser perfecto pero no lo era, intenté ver lo que sucedía y
conseguir que nuestro vuelo despegara. Ella me llevó de nuevo a las feas
sillas, alegando que me quejaba demasiado. Uno de sus comentarios me sacó de
quicio y logré que no dijera nada pero a la vez noté que había sido demasiado
duro. Me alegré cuando nuestro vuelo fue anunciado y la llevé al interior para
tomar nuestro lugar, la dejé junto a la ventanilla mientras despegaba. Apenas
estuvimos en los aires ella se levantó, ignorándome por completo, estaba
molesta y esto no podía ser nada bueno.
—¿Me permites tomar mi lugar?—preguntó con voz fría, la dejé pasar
y de inmediato se acomodó en su sitio dándome la espalda, pero antes de que
pudiera decir algo una de las sobrecargos llegó para ver que queríamos tomar,
pedí un poco de licor mientras ella tomaba un té.
—Pequeña, no comencemos mal, es nuestra Luna de miel y debemos de
disfrutarla—tomé su brazo hasta dejarla apoyada en mi pecho.
—No ayudo con mis comentarios, pero entiende que es un poco complicado
asimilar todo esto.
—Las cosas van a cambiar—le dije mientras me inclinaba para
besarla, un regocijo me invadió al notar que ella no se apartaba. Era como si
lo deseara, pero la sobrecargo decidió interrumpir nuestro momento, ambos
tomamos nuestras bebidas en silencio, ella se acomodó en su asiento y se durmió.
La cubrí con una manta y sin poder resistirme la atraje hacia mí quería
sentirla cerca, me perdí observándola hasta que me quedé profundamente dormido.
Desperté cuando escuché que estábamos por aterrizar, así que debíamos de
abrochar nuestros cinturones.
—Bella, pequeña—la moví con cuidado de no ser muy brusco al
despertarla— estamos por aterrizar.
Cuando llegamos al hotel vi que estaba encantada, su mirada y cada
uno de sus movimientos me lo indicaban. Aunque en un principio no le pareció
muy buena idea, ya no pensaba lo mismo. Me acerqué sigilosamente y susurré si
le gustaba ganándome un pequeño brinquito, pero ella admitió que si, fue a
cambiarse y no sabía qué es lo que me esperaría, por primera vez la vería con
muy poca ropa. La escuché dar un pequeño gritito pero me aseguro que estaba
bien. Entonces la vi luciendo un vestidito que aunque era algo holgado, dejaba
ver sus curvas, unas que me moría por recorrer.
Aproveché que conocía un poco el hotel por mi visita de hace unos
meses, esa vez no había Gozado lo que este paraíso ofrecía, pero esta vez lo
haría porque a mi lado estaba una hermosa mujer. Noté la mirada de algunas
chicas, pero me impresionó mas ver que mi esposa se había puesto celosa. Se
había cruzado de brazos y había girado su rostro, la envolví con uno de los
míos y besé su cabello mientras le aseguraba que ella era la única que me
importaba. La bese pero no recibí respuesta y cuando la cuestioné ella solo
dijo que no besaba muy bien, nadie me había dicho eso nunca. Pero antes de que le
demostrara que podía mejorar caminó rumbo a la playa, lo hicimos cerca del agua
y noté que deseaba entrar a refrescarse, la guié hasta un lugar donde
dejaríamos nuestras cosas. Ella se negaba a quitarse su vestido así que me vi
en la necesidad de quitárselo yo y me quedé maravillado con su perfecto cuerpo.
No era una chica con grandes curvas pero las suyas eran perfectas.
La llevé dentro del agua y sin poder contenerme la besé nuevamente,
justo cuando me iba a separar al no recibir respuesta, sus labios cobraron vida
así que la atraje a mi cuerpo, nos separamos en la búsqueda de oxigeno. Gruñí
cuando me avisaron que había una llamada para mí, ¿es que no sabían que estaba
de luna de miel y lo que menos quería era que me molestaran?, pero al escuchar
la voz de mi padre pidiéndome unos documentos que había olvidado entregarle la
molestia desapareció de inmediato, le expliqué donde encontrarlos y las
modificaciones que le había realizado, así como algunas indicaciones para
mejorar un proyecto en el que estábamos trabajando. Entregué el teléfono al
hombre que me lo había traído y me detuve al no ver a Bella, pero no tardé
mucho en ubicarla. Prácticamente corrí junto a ella cuando vi que un hombre
estaba intentado sobrepasarse con mi esposa, nadie tenía derecho a tocarla,
nadie que no fuera yo.
Cuando vi que el hombre estaba demasiado cerca de mi esposa que
parecía algo asustada, me enfurecí más cuando él la tomó en sus brazos,la
escuché gritar y vi como el tipo iba a besarla pero ella se resistió, la tomé
del brazo alejándola
del hombre.
— ¿Estás bien amor?—bese su frente cuando asintió, la coloque
detrás de mí, no iba a permitir que nadie tocara lo que me pertenecía. Él lanzo
el primer golpe que esquivé pero él no evitó el mío y fue ahí cuando llegaron
los encargados, los brazos de Bella me rodeaban y solo pude acariciarlos
intentando relajarla mientras discutía sobre la seguridad de los huéspedes,
exigí hablar con el gerente para asegurarme de que este incidente no se
repitiera.
En la comida hablé con el gerente y le dejé en claro mi molestia
por su falta de seguridad, se disculpó y prometió ser más cuidadoso. Le asegure
que lo sería de no querer que la prensa se enterara de este penoso incidente.
Regresé con Bella que se notaba inquieta y sabía que nada nos había salido como
queríamos, primero el vuelo se retrasó y ahora un tipo se había querido
propasar con ella. Solo pude intercambiar un par de miradas con ella mientras
la comida transcurrió.
La tarde transcurrió en la piscina, a la cual le saqué el mayor
provecho. Me disculpé por el incidente pero ella me agradeció por cuidarla, y cómo
no hacerlo si era mi esposa y dentro de poco sería completamente mía. Me
envolvió con sus piernas y brazos para después besarme, un beso excelente. Nos
divertimos como pequeños hasta que fue hora de retirarnos para ir a cenar. Me
dejó impresionado el verla y no pude resistirme a besarla, lo que no me
esperaba era su respuesta.En un minuto la tenía en la cama debajo de mi cuerpo,
ella dejó escapar un gritito y me preocupé por haber sido brusco y lastimarla,
pero ella me aseguró que no había sido nada. Bufé cuando fuimos interrumpidos
por un hombre del hotel que nos quería ofrecer las cenas por lo sucedido,
aunque las acepté no planeaba usarlas, bueno solo una vez como dijo mi esposa.
La cena fue entretenida y las apuestas en el casino también. Gané
solo un par de dólares eso me alegró pero me mantenía expectante lo que sabía
que sucedería. Regresamos a nuestra habitación y ella entró al baño donde demoró
una eternidad pero aun así la estaba esperando, cuando salió supe que la espera
había valido la pena.
—Pensé que planeabas quedarte a dormir en el baño— negó sin
mirarme, se metió en la cama y apago la luz de su lado. Solo un buenas noches fue lo que dijo para
después apretar las sábanas contra su cuerpo.
— ¿Ya te vas a dormir? —pregunté confundido.
—Eso planeo hacer y tú deberías de hacer lo mismo, fue un día
interesante pero agotador.
—¿Porque no disfrutar de esta noche, además es nuestra noche de
bodas?—acaricié su costado y la obligué a girarse, besé su hombro desnudo
deslizando el tirante con delicadeza, dejé mis labios acariciar su cuello y su
mandíbula hasta llegar a sus labios recibiendo una respuesta inmediata. Comencé
a dejar mis manos acariciar su cuerpo, quitando los tirantes de mi camino y
dejando al descubierto esa parte de su anatomía que quería probar. Bajé de
nuevo por su cuello, dejando pequeños besos en mi trayecto, llegué hasta uno de
sus senos y permití a mi lengua acariciar la protuberancia que se encontraba endurecida.
Mi mano viajó hasta sus muslos e intenté adentrarme un poco más pero ella no
estaba cooperando. Así que presioné con mis labios su pezón intentando hacer
que cediera un poco, en cambio solo escuché mi nombre provocándome un mayor
grado de excitación. Sus manos parecían querer separarme pero estaba
disfrutando su cuerpo, escuchaba un murmullo pero no entendía lo que decía,
estaba absorto en mi tarea. Ella se movía demasiado y me estaba costando trabajo
el lograr acariciar cada rincón.
Fue un sollozo lo que me hizo detenerme no podía permitirme
lastimarla, tenía el rostro hacia un lado y la obligué a mirarme, encontrándome
con su mirada asustada y llena de lágrimas. Por favor, esa súplica me hizo darme
cuenta de que ella se movía porque quería que la dejara y no por otra cosa.
— ¡Demonios!, ya lo habíamos hablado— dije molesto, me levanté y entré
al baño, me lavé el rostro con agua fría e intenté controlarme mas eso me llevó
un rato. Había estado a punto de violarla y yo no era un violador. Cuando regresé
dispuesto a discúlpame me la encontré hecha un ovillo y completamente cubierta,
así que tomé una almohada y una sábana del armario y me acomodé en uno de los
sillones de la salita.
Me desperté con los primero rayos del sol, me vestí y me fui a
caminar por la playa. Desayune y me mantuve un rato en la piscina pero me di
cuenta de que no tenía mi libro, así que fui a la habitación donde la vi y no
me gustó ver la mirada asustada que tenía en cuanto nuestras miradas se
cruzaron. Quería disculparme pero no sabía cómo hacerlo, cómo pedirle disculpas
después lo de que había estado a punto de hacerle. No era un monstruo, aunque
me hubiera comportado como uno, salí molesto pero conmigo. Me mantuve el resto
de la tarde entre la piscina y la playa, leyendo sin comprender, ya que solo podía recordar lo sucedido la noche anterior.
Era algo horrible, no podía olvidar sus curvas y lo bien que sabía, pero
lamentablemente dudaba mucho que me dejara acercármele. Regresé a la habitación
después de haber jugado un rato en el casino, ella ya estaba dormida. La mañana
siguiente fue la misma dinámica, solo que esta vez regresé un poco antes de la
hora de la comida y me sorprendió verla dormida. Lo que no me gustó fue ver su
semblante, parecía algo enferma. La desperté y ella me miró con cautela pero
aunque le dije que saliera, ella dijo que prefería dormir. La deje sola y fui a
la recepción para decir que enviaran la misma comida que había pedido el día
anterior, pero me informaron que no habían llevado nada a nuestra habitación lo
que indicaba que no había comido nada.
Entré molesto y la encaré ella se asustó en un principio, pero
después comenzó a hablar. Me disculpe y fue ahí cuando descubrí la verdadera
razón, estaba sorprendido de que ella aún fuera virgen. En verdad que era
única, me sentía aún más horrible de lo que me había sentido antes. Tenía que
demostrarle que no era tan malo como ella creía, la convencí de salir a comer y
agradecí que lo hiciera y comiera ya que le hacía falta. Después paseamos por
el parque y disfruté de verla observar los peces, en verdad parecía una niña
pequeña cosa que le hice ver y ella se avergonzó. No lo había hecho con esa
intención, sino era algo que me gustaba de ella, me gustaba ver que aun
conservaba ese espíritu. Conocimos a una pareja de ancianos que me parecieron
simpáticos, por lo que los invite a cenar con nosotros. Ambos nos divertimos y
fue agradable conocerlos. Cuando estuvimos de nuevo en nuestra habitación me
mantuve fuera de la misma dejando que ella se alistara y se metiera a la cama. No
quería hacerla sentir incómoda, le deseé buenas noches pero me mantuve en mi lugar.
Al poco rato me quede dormido pero no fue por mucho tiempo ya que desperté al
notar su ausencia, me levanté y la encontré mirando a la nada, solo se
escuchaba el sonido de las olas al romper.
— ¿No puedes dormir? — le pregunté manteniendo mi distancia.
— ¿Qué haces tú despierto?— me acerqué y me recargué en el
barandal junto a ella, me detuve a observar sus finas facciones, ella era
hermosa aun sin una pizca de maquillaje.
—Vi que no estabas y pensé que habías huido.
—Solo salí a tomar un poco de aire fresco, el sonido de las olas
es relajante— asentí levemente.
—Fue agradable cenar con Julia y David—le dije intentando entablar
una conversación.
—Agradables personas—vi en su semblante una sonrisita.
—Ya no hallaba que decir para no perjudicar a David—confesé la
verdad, por más que quería ayudarlo terminaba perjudicándolo.
—Pero a pesar de todo eso, ellos se adoran, tienen una familia y
cumplieron sus sueños juntos— suspiró sin mirarme, pero noté el pequeño brillo
en su mirada.
—En eso tienes razón, ellos se adoran, debe de ser una fortuna
encontrar a esa persona con la que compartirás el resto de tu vida—le dije con
sinceridad, aunque muchos no lo creyeran yo esperaba encontrar a esa mujer que
le diera sentido a mi vida, que no solo fuera mi compañera sino también mi
amiga.
—Sí, debe de ser grandioso—dijo con voz tímida.
—Bella, sé que lo de esa noche no debió de suceder—volví a
disculparme por mi actitud.
—No debió de suceder de esa manera, me asusté—susurró manteniendo
la mirada en otro punto.
—Debiste de decirme ese detalle.
—Tú también piensas que ser virgen a esta edad es una estupidez—me
acomodé junto a ella, sin querer nuestros brazos se rozaron dando lugar a una
pequeña descarga, fue algo agradable.
—Creo que eso te hace mucho más especial—susurré notando como
cerraba los ojos, contuve las ganas de abrazarla y mejor decidí hacerle ver lo
especial que era.—Eres una chica diferente, no te importa lo que los demás
piensen de ti, lo haces porque eso te hace sentir bien a ti, y en este tiempo
es difícil encontrar a una mujer con tu manera de pensar.
—Los que saben que yo… bueno que sigo siendo virgen dicen que es una
estupidez y una pérdida de tiempo, que debía de aprovechar ya que después me
podría convertir en una mujer gruñona y amargada.
— ¿Eso quiere decir que no lo eres aún? — le dije tratando de
aligerar el ambiente y me gustó ver su comportamiento infantil, siempre me
sorprendía con una nueva actitud.
—No lo soy o eso creo.
—Claro que no lo eres— acaricié su mejilla rogando que no se
alejara, pero al sentir las ganas inevitables de besarla decidí que era momento
de regresar donde al menos podría mantenerme un poco más lejos de ella.— Vamos
a dormir.
—Sí creo que ya tengo un poco de sueño— tomó mi mano y la guié de
vuelta a la habitación.
—Bella después de lo esa noche no te voy a obligar a nada, no
deseo que vuelvas a sentirte de esa manera—le dije con su mirada puesta en mí.
—Eso quiere decir que buscarás a alguien más con quien pasar la
noche— soltó mi mano y en su voz se escuchaba un poco dolida.
— ¿Eso te molesta? —dejé mis manos en sus brazos, ¿es que estaba
celosa?, por más que intentaba comprender lo que pasaba por su cabeza era
imposible hacerlo.
—Edward... —Apenas escuché mi nombre salir de sus labios, me había
contenido pero no pude hacerlo por más tiempo, necesitaba besarla, necesitaba
saborear sus labios, me di mi tiempo a disfrutar esta oportunidad que no sabía
si se me iba a volver a presentar. Cuando sus manos acariciaron mi pecho
desnudo, me separé en busca de aire y aprovechando que aún tenía intacto mi autocontrol.
No quería que se volviera a repetir lo de la noche anterior, su mirada era
interrogante, como si buscara el porqué la había dejado de besar, ya no
entendía qué era lo que sucedía entre nosotros.
—No te obligaré a nada pequeña— besé su frente y me alejé.
—Solo estaba asustada, todas lo están su primera vez , o al menos
yo sí lo estaba.
—Es lo que creo que…—le pregunté al comprender sus palabras, ¿es
que me estaba diciendo que quería estar conmigo después de todo?
—Nada…, buenas noches— se metió entre las mantas y la escuché
suspirar, me mantuve ahí observándola hasta que noté que su respiración parecía
relajarse, me acomodé junto a ella cercándome para observarla. Al menos podía
perderme observando a la mujer inalcanzable, después de todo mis amigos tenían
razón, ella no estaba hecha para mí.
Me sorprendí cuando se giró y nuestras miradas se encontraron, no
quería incomodarla y me había descubierto mirándola como un bobo. Deslicé un
dedo por su mejilla provocando que cerrara sus ojos, dejé que mis labios
cubrieran los suyos, fui lento sintiendo su respuesta, dándome acceso. Algo que
no dejé pasar, su cuerpo se amoldó al mío como una clara invitación, la acerqué
más, pero me separé antes de cometer un nuevo error.
—Bella— le dije con el poco aliento que tenía y sin dejar de ver
sus hermosos ojos que se estaban oscureciendo por el deseo.
—Tengo miedo—no quería esas palabras pero la respetaría, la solté
pero ella acunó mi rostro— pero quiero hacerlo.
—Sabes que dicen que la primera vez no se olvida—le dije
intentando persuadirla.
—Lo sé, pero quiero hacerlo—sus ojos esquivaron mi mirada, pero sabía
que lo deseaba de la misma manera que yo.
— ¿Segura? — Sonreí ante su asentimiento—Seré dulce amor, solo
relájate ¿está bien? —le prometí. Y haría de su primera vez algo inolvidable.
—Edward—la miré antes de comenzar, quería saber que estaba segura,
su sonrisa me dio la fuerza para comenzar lo que estaba seguro sería la mejor
noche. Continúe besándola de una manera más apasionada, logrando que su
respiración se agitara y su pulso se acelerara. Mis manos comenzaron a explorar
cada rincón de su cuerpo, cuando toqué uno de sus senos ella saltó una pequeña
exclamación y me separé al pensar que había sido muy brusco, pero ella me dijo
que todo estaba bien; por lo que continué con mi tarea, besando cada parte de
piel expuesta y dejando que mis manos la desnudasen. Ella parecía no darse
cuenta, lo notó cuando le quitaba la playera y se sonrojó aún mas al ver que
ahora solo estaba en ropa interior, un conjunto que por cierto le iba muy bien.
Le quité el sujetador y de inmediato dejé que mis labios se
ciñeran a esas pequeñas pero apetecibles protuberancias, intentó ahogar un
gemido pero este salió de sus labios cuando mi mano tocó la parte sur. Sus
manos parecieron cobrar vida y el simple roce de sus dedos en mi piel me
gustaba, me arrancó un gemido cuando sus dedos rozaron mis pezones y parte de
mi cuerpo,. Me observó cuando me quité el bóxer, me acomodé sobre ella sin
aplastarla, dejando que mi miembro tocara su piel logrando que un gemido
audible y placentero llegara a mis oídos. Mi lengua delineó su cuello mientras
quitaba la única prenda que nos quedaba para estar completamente desnudos.
Logré hacer que una de mis manos tocara el botoncito que sabía despertaría el
mayor placer en mi esposa y conseguía que gritara ante mi acción. Lo acaricié
de manera circular y cuando me di cuenta que estaba lo suficientemente húmeda,
dejé que uno de mis dedos entrara en su interior, logrando que se removiera
mientras jadeaba aún mas fuerte, indicándome que la estaba complaciendo. No
soportaba mas; mordí suavemente le lóbulo de su oreja y posicione mi miembro en su entrada, la toqué
y gemí al saber lo que sucedería.
—Relájate pequeña, entraré lentamente, me detendré si me lo
pides—le dije para que estuviera preparada. Cuando asintió comencé a penetrarla
con cuidado sin perder de vista su rostro, a una muestra de dolor me apartaría,
cerró los ojos y encajó sus uñas en mi espalda— ¿Duele?
—Un poco—intenté separarme pero ella me pidió que continuara, le rogué
que se relajara pero como veía que no lo haría, tomé nuevamente uno de sus
pezones en mis labios y aproveché su distracción para entrar completamente, una
lágrima bajó por su mejilla, me quedé inmóvil hasta que la sentí relajarse. Cuando
esto ocurrió comencé a moverme dentro y fuera con cuidado, sabía que debía de
ser doloroso y no quería lastimarla más de la cuenta, su rostro se relajó
dándome la pauta de moverme más aprisa y poco a poco su cadera se comenzó a
mover en conjunto con la mía buscando un mayor contacto.
— ¿Te gusta? —le pregunté completamente excitado. Su respuesta
aunque no fue clara sabía que lo estaba disfrutando, sus gemidos y sus
movimientos me lo demostraban, sus gemidos eran altos y reales, lo estaba gozando.
Me abrazo aún mas fuerte al momento que alcanzó su orgasmo. Me sentí satisfecho
de llevarla hasta el punto más alto, me giré dejándola sobre mí, le indiqué cómo
se acomodara y cuando lo hice embestí más rápido hasta sentir que la
respiración me faltaba y cómo explotaba en su interior, se desplomó dejando su
rostro oculto en mi cuello. Cuando se relajó me separé de ella y me levanté
para llevarla al baño e hice que nos diéramos una ducha, sabía que después de
esto ella estaría incómoda y quería que el agua tibia la relajara para que
pudiera dormir tranquila. Me causaba algo de incertidumbre el ver que era insegura
ante su cuerpo, uno que era perfecto.
—No te cubras, eres hermosa— le quité los brazos del pecho para
que me permitiera verla con claridad— lo eres pequeña, demasiado hermosa.
—Mientes—dijo. La bese con pasión antes de comenzar a recorrer su
cuerpo con la esponja, cuando terminamos la sequé y después hice lo mismo
conmigo, la llevé de vuelta a la cama. La acomode antes de que nos
recostáramos, la abracé dejando que descansara su cabeza en mi pecho, acaricié
su cabello y su espalda hasta que su respiración se hizo pausada, era una mujer
extraordinaria, ninguna mujer había logrado lo que ella hacía conmigo.
—Te quiero pequeña—le dije antes de besar su cabello, la quería,
era verdad algo en ella estaba despertando un sentimiento que no conocía y que
me estaban inquietando.
Me desperté antes de que ella lo hiciera, y me agradó la sensación
de sentirla junto a mí. Me había acostado con una gran cantidad de mujeres,
pero jamás me había quedado con ningún hasta que ésta despertaba, siempre me
iba antes. Era la primera vez que despertaba con una en mi cama y en mis brazos.
Además, de que con ninguna había disfrutado como lo había hecho la noche anterior.
Siempre me había concentrado en mi placer y la noche anterior por primera vez
me había centrado en hacer que mi esposa disfrutara cada caricia y cada roce,
era su primera vez y quería que fuera inolvidable además de que quería borrar
cualquier huella de lo que había hecho un par de noches atrás. La sentí
removerse antes de abrir los ojos y ver esos hermosos orbes chocolate que me
estaban atormentando, unas palabras dieron paso a un par de caricias y estas a
besos que nos llevaron a recordar los sucesos vividos la noche anterior, la
hice nuevamente mía dejando que sus jadeos me despertaran por completo.
Permití que esa mañana ella se consintiera en un masaje y tomase
sol en la piscina mientras yo me iba a un partido de golf. La realidad es que
quería alejarme un poco de ella, pensar qué es lo que sentía en ese momento. Había
sensaciones que no había experimentado y me asustaba el sentirlas, se suponía
que solo debía de tomarla una noche y al siguiente día todo el deseo abría
desaparecido, pero no había sucedido así.
Nuestra estancia fue muy agradable, nos dio oportunidad de
conocernos y de convivir, en algún momento comenzamos a comportarnos como una
verdadera pareja de recién casados. Había pensado que solo con tenerla una vez
en mis brazos bastaría para olvidarme del deseo que despertaba en mi, pero al
contrario, la necesitaba con mayor intensidad. Me había demostrado que era
apasionada en todos los sentidos de su vida, y me encantaba ser el único que
conocía lo ardiente que podía llegar a ser en mis brazos si sabía tocar los
puntos exactos.
Algo estaba mal, desde que estuvimos juntos, no hacía más que
esperar las noches para volver a sentirla. Me estaba comportando como un
adolescente, no podía quitarle las manos de encima, algo que no le hizo demasiada gracia, pero
que tampoco parecía molestarla, en realidad.
El momento de regresar y enfrentarnos a la realidad había llegado,
era tiempo de saber si podríamos sobrevivir en el mundo real con esta farsa que
estaba despertando sensaciones irreconocibles en mí. Pero debía de recordar que estos eran
negocios y nada más, tenía que estar con otra chica para saber que lo de Bella
era temporal, así que apenas estuviéramos en casa haría la prueba.
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