¿Esto es el Fin?
Cuando desperté cerca de las 9 vi a Edward hablando
nuevamente por teléfono mirando por la ventana como la noche anterior, escuche
solo cuando daba la noticia de mi perdida y la manera en que apretaba el puño
me mostraba que estaba enojado por mi falta de cuidado, aunque John dijera lo
contrario yo sabía que algo había hecho mal, era mi responsabilidad, yo era la
única responsable de esa pequeña vida que había perdido. Al terminar su llamada
me vio y camino a paso lento junto a mí, me dio un beso suave y me aviso que
tenía que salir un momento pero que no tardaría, cuando salía fue el momento
que entraron con mi bandeja de alimentos, acomodaron mi cama para estar mas
cómoda y acercaron la mesita, como podían pensar que tenía ganas de comer,
tenía el estomago contraído.
— ¿Dormiste bien?—pregunto John apenas entro en mi
habitación, estaba sentada con la charola del desayuno aun frente a mí y solo
podía jugar con ellos.
—Sí—deje la cuchara en su sitio y levante la
mirada— ¿Cuándo me dejaras salir de aquí?
—Cuando este seguro de que estas en perfectas
condiciones
— ¿Y cuándo será eso? —pregunte con impaciencia, lo
único que deseaba era poder salir de este lugar
—Si todo sigue como hasta ahora mañana podría darte
de alta—bufe molesta por tener que permanecer reclusa en un lugar deprimente
que solo me recordaba lo sucedido—Bella, no puedo dejarte ir sin estar seguro
que el legrado…
—No quiero que hables de eso. Eso ya paso y lo que
menos quiero saber son los detalles
—No quieres saber porque suce…
—Jonh dime si sabiendo el porque sucedió me
devolverá a mi bebé—la voz se me estaba volviendo a quebrar, el suspiro y negó
mientras murmuro un débil NO— Si las cosas no cambian no veo porque tenemos que
hablar de eso. Asi que no quiero saber nada al respecto.
—No te forzare pero creo que deberías de conocer la
razón.
—Dije que ¡no!—gruñi molesta
—Muy bien. ¿Sientes alguna molestia?
—Me siento bien, un poco adolorida en los
movimientos rápidos, pero prometo que seré cuidadosa y guardare unos días de
reposo, pero no quiero seguir aquí—prácticamente había suplicado, quería
alejarme del lugar aunque no había pensado si aun podía regresar a la que había
sido mi casa durante estos meses, no culparía a Edward por sacarme de su vida
despues de esto, pero estaba segura de que mis padres me recibirían, ellos lo
harian.
—No creo que hoy sea posible por lo que se te
realizo, pero te mantendré en observación y si las cosas van bien mañana
estaras en tu casa. Pero tambien necesito que comas aunque sea un poco de lo
que esta en tu charola—me lleve un trozo de gelatina a la boca y bebí un poco
del té, si necesitaba comer para que me dejara salir lo haría, fingiría al fin
y al cabo era buena en eso, ya lo había hecho una vez por un tiempo que
diferencia tendría
—Nos veremos mas tarde—asentí, en cuento salió
retire la mesita alejando la comida y me recosté de nuevo en la cama, no sin
antes volverla a su posición inicial.
Me quede por un rato hasta que me dieron unas ganas
enormes de ir al baño, retire las sabanas de mi cuerpo y con sumo cuidado deje
que mis pies tocaran el piso, tome el suero y camine lentamente hasta el baño,
me detuve frente al espejo y observe mi rostro demacrado, ¡estaba horrible!
— ¿Bella?
—Aquí—conteste al escuchar la voz de Edward, tome
aire y regrese a la habitación, debía de prepararme para lo que podía decirme,
tal vez a lo que había salido era para verse con su abogado para empezar a
tramitar nuestro divorcio, al fin ya no había nada que nos atara y lo que nos
había unido estaba por terminar.
—Porque no llamaste a una enfermera, aun estas
débil amor—me sostuvo de la cintura y me ayudo a llegar a la cama, me levanto
recostándome con cuidado y cubriéndome con las mantas
— ¿Cómo te fue en Londres?
—Bella eso no importa, deja de preocuparte por
tonterías—acaricio mi mejilla—solo importas tu preciosa.
—Deberías de volver para terminar las reuniones que
tendrías estos días— continúe ignorando sus palabras anteriores, como podía
llámame preciosa cuando yo misma me había visto en el espejo y sabía que estaba
horrible.
—Eso es irrelevante, hice una llamada dejando a
cargo a un muy buen elemento, ¿recuerdas a Jacob? —Asentí—el se hará cargo de
todo.
—No hay como que estés tu ahí, deberías de ir,
además que más puede suceder—me encogí de hombros intentando sonreír pero sabía
que eso no debería de haber parecido una sonrisa en lo absoluto
—Ya llegaron los refuerzos—anuncio mi madre en
cuanto entro, mando a Edward a que se diera un baño, desayunara y durmiera un
poco, ella se quedaría conmigo, aunque se resistía mi madre lo hecho prácticamente
de la habitación no sin antes prometer que lo llamaría si surgía cualquier cosa
que ella acepto.
Mi mamá me ayudo a bañarme para después volver a la
cama, mantenía mi mirada puesta en la ventana viendo el día nublado que había
afuera, esto me hacía sentir aun mas nostálgica, tenía que aparentar estar
bien, fingir que no era tan doloroso, no quería la lastima de nadie.
—Cariño segura que te sientes bien—gire mi rostro
hacia donde estaba mi madre y le sonreí
—Estoy mamá, es algo que no podre cambiar pero que
superare—apreté su mano y note su semblante sorprendido, sabía que esperaba
verme llorar sin parar pero al contrario aquí estaba yo como si solo hubiera
venido al hospital por algo insignificante, no podía darme el lujo de caer,
ayer por la noche ya lo había hecho y había visto la manera en que había
afectado a Edward y no planeaba seguir lastimando a más personas a causa de un
error.
—Hija me desconciertas—mantuve mi mirada puesta en
ella—Como puedes estar tan tranquila después de lo que sucedió yo estaría…
—Mamá, hay cosas que no podemos cambiar y esta es
una de ellas— si supiera lo mal que me sentía, dejaba que las palabras
abandonaran mis labios pero en realidad estaba muriendo lentamente, lo único
que no sabía era cuanto tiempo podía mantenerme en esta actitud, una de las
enfermeras ingreso trayendo con ella un enorme arreglo floral, mi madre dio un
gritito y se lo quito de las manos le agradeció y lo acomodo en la mesita
frente a mi cama.
— ¿Quien las manda?—me pregunto entregándome la
nota, la abrí con cuidado y reconocí la caligrafía de Edward
Espero que al menos este detalle te logre arrancar
una hermosa sonrisa que siempre adorna tu rostro y que yo adoro.
Mi pequeña no importa lo que sucedió son cosas que
nos marcan, pero que juntos podremos enfrentar, no olvides que estoy contigo y
te quiero.
Edward
—Son de Edward—guarde la nota y la deje sobre la
mesita junto a mi cama—Tengo sueño, dormiré un poco si no te importa
—Descansa
Solo cerré los ojos para evitar seguir hablando con
mi madre, no quería dormir porque no sabía si mi subconsciente sería capaz de
traicionarme, escuchaba todo lo que pasaba a mi alrededor la puerta al abrirse
las voces de las enfermeras y la voz de mi padre cuando llego, sentí sus dedos
acariciar mi cabello y sus labios tocar mi mejilla
—Que ha dicho John, ¿la dará de alta?
—Parece que la podrá dar de alta, pero
necesitara descansar por lo menos lo que resta de la semana, así que olvídate
de hacerla ir a trabajar
—No pensaba hacer que asistiera a trabajar, mi
niña acaba de sufrir una gran perdida
—Me preocupa
— ¿Pero porque te preocupa?
—Esta tan tranquila y serena, no es normal
después de lo que sucedió, conozco a mi hija y sé que está sufriendo pero no
puedo forzarla a que hable y llore si no lo desea hacer.
—Ella siempre ha sido fuerte, pero ya no está
sola no lo olvides.
—Crees que después de todo este matrimonio valió
la pena
—Edward ha demostrado ser un caballero con
nuestra hija, y te aseguro que él estará con ella en este difícil momento, no
solo es duro para ella.
Deje de escucharlo, ya que habían salido de la
habitación, abrí los ojos y vi las gotas de lluvia golpear con fuerza el
cristal, deje que las lagrimas abandonaran su escondite ya no aguantaba más
tener que soportar estar sin llorar, quería gritar y salir huyendo de esta
realidad.
El tiempo siguió pasando y agradecí cuando me
dieron de alta, Edward estuvo ahí por mí para llevarme a casa. El trayecto fue
en un profundo silencio, su mano descansaba cálidamente en mi rodilla. Cuando
llegamos intente salir del auto por mi cuenta pero él me lo impidió, me tomo en
brazos y me llevo hasta nuestra habitación, me deposito con cuidado en la cama
y se aseguro de que estuviera cómoda, el me hacía preguntas y yo solo lograba
contestar con monosílabos, tome las pastillas que me habían dado y vi la
televisión, mis amigas llamaron para ver si podían estar un momento conmigo,
pero le pedí a Edward que no quería ver a nadie, al menos no por el momento.
La semana transcurrió de una manera lenta, solo
salía de cama para darme un baño y caminar un poco por la casa, solo comía un
poco ya que hambre también había desaparecido, mi única compañía era mi madre
que se pasaba parte dl día conmigo, aunque solo estuviera sentada o recostada
junto a mí.
Ya había pasado una semana desde ese terrible
incidente. Las primeras noches lograba descansar pero eran gracias a los
medicamentos que me habían dado. Cuando los deje de tomar, mis noches eran una
parte que no me gustaba del todo, estaba comenzando a tener pesadillas
demasiado reales, me desperté un par de veces sobresaltada y agradecí que
Edward no se hubiera percatado de ello. Él intentaba estar conmigo el mayor
tiempo posible, me abrazaba y me susurraba palabras que me hacían sentir un
poco mejor, pero el dolor seguía latente en mi interior.
Estaba subiendo las escaleras hacia mi habitación,
pero me detuve antes de abrir la puerta de mi recamara y fui hasta la que
estaba justo al lado; esta es la habitación que había planeado se convirtiera
en la habitación del bebé, en uno que ya no existía. Cuando mi madre y Esme
habían dicho todo lo que querían meter en ella me había parecido pequeña pero
ahora me parecía enorme y sumamente deprimente.
Camine hasta llegar a la ventana y observar como
había comenzado a llover de nuevo, las gotas comenzaron a golpear los
cristales, me deje caer junto a la ventana mientras observaba que la lluvia se
había incrementado, abrace mis piernas contra mi pecho y deje descansar mi
cabeza sobre mis rodillas, con la vista perdida en las gotas de agua que
golpeaban el cristal. Aun recordaba la manera en que había reaccionado con la
noticia de ser madre, me había puesto a llorar como si hubiera sido una
maldición en lugar de la bendición que eso representaba, me sentía mal por lo
que sucedía y ahora me sentía fatal por ser tan desconsiderada, solo podría
lamentarme por no alegrarme cuando pude hacerlo.
—Hola—gire mi rostro y vi a mi esposo de cuclillas
observándome, acaricio mi rostro con dulzura
— ¿No deberías de estar trabajando?—me levante con
su ayuda y limpie mis mejillas
—Eso no importa por ahora, en este momento hay
cosas mucho más importante para mí que estar detrás de un feo escritorio—tomo
mi rostro entre sus manos —Pequeña, hasta cuándo vamos a hablar de esto
—No hay nada de qué hablar—me separe bruscamente de
él y salí de la habitación para dirigirme a la nuestra y me senté en el borde
de la cama.
—Claro que tenemos que hacerlo—se sentó junto a mi
entrelazo su mano con la mía—en esta semana he intentado que la sonrisa regrese
a adornar tu rostro pero no lo he conseguido, estas ausente, apenas comes y te
pasas el día en la cama.
—No es sencillo
—Nadie dijo que lo fuera pequeña, pero no estás
sola, ten presente que yo estoy contigo. Voy a darme una ducha—beso mi mejilla
y fue en ese momento que me fije en que su cabello estaba húmedo al igual que
su ropa estaba un poco mojada.
—Ve.—rozó mis labios y entro al baño. Me acomode en
la cama abrazando la almohada, no quería hacerme ideas absurdas, no podía
seguir engañándome ante lo inevitable.
Con el control de la televisión comencé a pasar los
canales pero había nada que lograra capturar mi atención, las cosas que en un
momento me habían importado habían pasado a segundo plano, podía estar con un
libro en las manos pero mi mente siempre terminaba en el mismo punto, tome mi
celular que había comenzado a sonar
—Diga
—Hola Isabella—apreté el teléfono
—Que es lo que quieres ahora Jessica—arrastre las
palabras
—Me entere de lo que sucedió y solo llamaba para
darte mi más sentido pésame, y también aprovechar para decirte que ya que has
perdido lo que ataba a Edward a ti, te prepares para perderlo—me senté en la
orilla de la cama llevándome la mano al cabello
—Como puedes ser tan insensible, pero que podemos
esperar de una niña mimada que piensa que siempre se saldrá con la suya, pero
no siempre lo lograras
—Pero esta vez lo hare
—No es tu decisión, eso lo tiene que decidir Edward
—Es que no te das cuenta de que si Edward sigue
contigo es por lastima, nunca le has importado, el es un hombre de mundo,
necesita a una mujer experimentada a su lado y no a una niña estúpida que no
fue capaz de ni llegar al termino de su embarazo.
— ¡Cállate! —grite, como se atrevía a meter a mi
bebé en esto.
—Así que aun estas sensible sobre este tema, no me
sorprendería de que estuvieras fingiendo para atraer la atención de Edward, de
que otra manera podrías tener a Edward junto a ti.
—Ya estoy cansada de tus malditas amenazas, date
cuenta de que lo sientes por Edward no es amor, es una estúpida obsesión y no
tienes ni un poquito de dignidad para darte cuenta de que Edward no siente nada
por ti.
—Edward será mío y ninguna niña como tu se seguirá
interponiendo entre nosotros, hare lo que haga falta para conseguirlo.
— ¿Jessica, me estas amenazando? —ella dejo escapar
una risa burlona, el teléfono me fue arrebatado, iba a protestar pero la mirada
de Edward me hizo mantenerme callada, no pude aparta r la mirada de él, solo
llevaba una toalla amarrada en la cintura, el cabello húmedo y un par de gotas
de agua resbalando por su pecho
—Pensé que había sido claro la ultima vez, te dije
que dejaras tranquila a mi esposa—apretó el puente de su nariz— No estaba
bromeando cuando dije que si te volvías ah acercar a ella lo lamentarías… no
permitiré que sigas dañándola.
— ¡No! Tu escúchame a mí, si esa es la posición que
tomaras tienes una sola opción—saco algunas cosas de uno de los cajones de la
cómoda y cerrarlos con brusquedad— tienes un día, solo un día para dejar la
ciudad antes de que todos los medios se enteren de algunas cosas interesantes
de ti…, ¿Chantaje? Nada de eso, te lo advertí te dije que te alejaras de Bella
y como no hiciste caso es hora de que atengas a las consecuencias, ¡Oh! Claro
que me atrevería, cuando te metes con mi esposa te metes conmigo y sabes que yo
siempre ganó, así que solo tienes una salida y esa es desaparecer para siempre
de nuestras vidas, y ten por seguro que lo sabré. —colgó lanzando el teléfono
sobre el sillón y entrando en el armario.
— ¿Que dices si vamos a comer pequeña?
—Edward…—lo mire con incredulidad, como era posible
que pudiera cambiar tan rápidamente de estado de ánimo, hace apenas unos
segundos estaba furioso y su voz era amenazante, pero al hablar conmigo se
había suavizado.
—Es momento de que salgas, y continuar. Así que
vamos a comer.
—Edward…—ignoro mis replicas y me obligo a salir
con él me llevo a comer a un nuevo restaurante, después por un helado y
finalmente a Central Park. Me sorprendí que recordara que clase de halado me
gustaba y lo mucho que amaba caminar por central Park, eran pequeños detalles
que no me había percatado de que él los había tomado en cuenta. Agradecía que
estuviera haciendo esto por mí, pero yo necesitaba estar sola, aclarar todo lo
que sentía y aunque eran buenas sus intenciones no eran lo que necesitaba.
Todo había sucedido de una manera tan inesperada
que aun no lograba comprender el hecho de que ya no había nada en mi interior.
Estaba vacía y eso me dolía, había perdido a mi pequeño, era doloroso recordar
esos duros momentos. Edward seguía intentando hacer que retomara de nuevo el curso
de mi vida habitual, pero aun no estaba lista para ser la chica de antes,
aunque quisiera serlo ya nada sería igual, muchas cosas habían cambiado y
muchas de ellas me habían marcado para siempre.
—Bella, despierta mi amor—abrí los ojos y el
semblante de Edward estaba frente al mío como cada noche, había algo en su
mirada que no sabía cómo debía de descifrarlo, solo una palabra apareció en mi
cabeza "cansancio", debía de estar cansado de lidiar conmigo. Cada
noche desde que había dejado de tomar las pastillas para dormir volvía a
revivir ese duro momento que me oprimía el pecho y me hacia sollozar entre
sueños, había perdido a mi bebé y es ahora que me daba cuenta de que me había
comportado como un monstruo.
—Amor dime que me escuchas—enfoque mi mirada en la
suya— no estás sola pequeña, estamos juntos y no me gusta verte de esta manera.
—Voy a prepararme un té—quite las mantas que
cubrían mi cuerpo.
—Te lo traigo—se ofreció de inmediato.
—Puedo hacerlo yo misma, quiero tomar un poco de
aire—lo vi incorporarse detrás de mi—sola, quiero estar sola.
—Bella…—lo ignore dirigiéndome a la cocina, coloque
la tetera sobre la estufa y me perdí observando el área del jardín que se veía
por la ventana de la cocina, los recuerdos en los que me había visto en ese
mismo lugar pero con un pequeño que se habían esfumado, serví una taza y salí
al frio de la noche, me senté en la escalera contemplando el lugar, el frio
golpeaba mi cuerpo con furia haciéndome temblar, el pequeño camisón y la bata
de seda no eran lo suficientemente abrigador para cubrirme del clima de
Noviembre, pero no me importaba, nada en este momento me importaba.
— ¡Bella! —levante mi rostro y note la presencia de
mi esposo, me quito la taza de las manos para entregársela a alguien detrás de
él, me gire para ver que ahí estaban una parte del personal— cariño, estas
helada.
—No es nada—me puse de pie sintiendo dolor en mis
músculos, era un dolor que no me importaba, escuche a Edward agradecer a las
chicas por ayudarlo a encontrarme, fue ahí cuando me di cuenta de que me había
movido de lugar y me había sentado en un rincón sumamente apartado donde la
oscuridad de la noche me cubría, entre de nuevo a la casa y camine rumbo a
nuestra habitación, deja que la bata callera al suelo cerca de la cama.
—Tenemos que hablar— sus manos se cerraron en mis
brazos evitando que me recostara.
—Quiero dormir—dije en voz suplicante y cansina
—Bella ya no puedo más, quiero ayudarte pero no se
de que manera.
—No necesito ayuda, estoy bien—sonreí
—Es que no te has mirado en un espejo—me coloco
delante del espejo de cuerpo completo—Te has convertido en un zombi, apenas
comes, has bajado varios kilos, ya no haces alguna de las actividades que
amabas, no vas al trabajo, duermes muy poco y no dejas de llorar.
—Estoy cansada
—Cansada de que Isabella—me movió con brusquedad,
había rabia en su mirada la veía a través del espejo, así como la mirada había
aparecido se esfumo, dejo escapar un suspiro y me envolvió en sus brazos,
dejando mi espalda apoyada completamente en su pecho. — es duro todo esto
cariño, pero estamos juntos, entiendo lo que es…
— ¡Tu no sabes nada!—le grite.
— ¡Era mi hijo!—me soltó apretando el puente de la
nariz y murmurando algo por lo bajo que no logre entender.
—Tu no tienes una idea, no eres el que se siente
vacio, el saber que no fuiste capaz de mantener esa pequeña vida en tu
interior, no sabes lo que es levantarse cada mañana y saber que todo termino,
el ver este maldito reflejo todos los días que solo es un recordatorio de lo
incompetente que eres—con los puños golpee el espejo logrando que se rompiera y
dejara de mostrarme la imagen de esa chica muerta en vida.
— ¡Bella! — me retuvo de los brazos antes de que
mis rodillas tocaran el suelo, lo escuche gritar a nuestra ama de llaves, me
llevo hasta el baño y con cuidado comenzó a lavar mis manos quitando la sangre
que las cubría
— ¿Que ha sucedido?
—Sara, necesito que limpien el desorden, llama a
John Carter y tráiganle un té a Bella—pidió sin dejar de lavar con cuidado mis
manos quitar algunos trozos del espejo que se habían quedado incrustados en mi
piel.
—Estoy bien, es demasiado tarde para que hagas
venir a alguien— dije intentado aparatar mis manos de entre las suyas
—El vendrá y te revisara—seco mis manos y me llevo
en brazos de nuevo a la cama, vi a un par de chicas terminar de recoger el
desorden que había provocado, Edward se recargo en la cabecera sin apartarme de
su cuerpo, lagrimas silenciosas acariciaban mis mejillas. Sara llego con una
taza de Té y la dejo en la mesita de noche como se lo indico mi esposo.
Mantuve mis ojos cerrados pero consiente de todo lo
que había lo que sucedía, escuche cuando John llego abrí los ojos y él me
reviso colocando un par de ungüentos en las pequeñas heridas y e obligo a tomar
un par pastillas para volver a dormir, me acurruque entre las mantas y solo
alcance a escuchar un par de palabras
—No sé que mas hacer de que manera la puedo
ayudar, no puede seguir en ese estado de negación—dijo mi esposo hablando
por lo bajo intentando ser discreto, cosa que no consiguió a que lo había escuchado
con claridad. Era una carga para el.
—Esta en una depresión severa, mañana por la
mañana ve a mi consultorio y hablaremos con calma de lo que…— no escuche
mas ya que las pastillas me mandaron a un estado de inconsciencia donde no
sentía absolutamente nada y podía descansar como no lo hacía en mucho tiempo.
Desperté cerca de las 11, aun sintiéndome cansada,
probé un poco del desayuno que estaba en mi mesita de noche y me perdí viendo
la televisión.
Fui directamente al baño y abrí las llaves de la tina,
deje que el agua corriera mientras yo iba por una muda de ropa, puse un poco de
sales y también burbujas, me desvestí para después entrar en el agua cálida.
Deje la cabeza apoyada en una de las orillas y cerré los ojos pensando en todo
lo que había ocurrido, lagrimas bajaron por mis mejillas y no pude evitar
llevar las manos a mi vientre el cual ya no albergaba ninguna vida, ya no podía
mas ya no soportaba levantarme cada mañana y fingir que lo estaba superando
cuando la verdad es que moría lenta y dolorosamente.
— ¿Que crees que haces? —abrí los ojos abruptamente
al sentir un par de manos cerrarse en mis brazos, ahí estaba Edward que me
miraba con incredulidad y enojo
—Solo tomaba un baño—respondí con suavidad
—Tienes una idea de lo que puede suceder si te
quedas dormida—Me saco envolviéndome en una toalla
—No estaba dormida. Te importaría salir para que
pueda cambiarme—presione la toalla contra mi cuerpo, el bufo pero salió, me
vestí con calma, no me había dado cuenta de en qué momento me había quedado dormida,
sabía que lo que podía suceder pero que tan malo hubiera sido, podría a ver
salido de esta pesadilla, regrese a ala habitación y me encontré a Edward con
el cabello húmedo y vestido, se había bañado en una de las habitaciones de
huéspedes.
—Tienes una idea de lo que sentí al verte ahí
—Estoy cansada—me metí entre las mantas ignorando
que apenas fueran las dos.
—Que sucede, ya no se de que manera hablar contigo,
pero estoy preocupado por ti. Dime que es lo que quieres que haga y lo hare—se
sentó junto a mí, acaricio mi rostro con delicadeza logrando que me rompiera,
comencé a sollozar.
—Déjame—chille apartando su mano de mi, pero al
contrario me saco de entre las mantas y me abrazo fuertemente, hundí mi rostro
en su pecho y llore de la manera que lo había deseado, golpe su pecho, grite y
finalmente me quede quieta solo dejando que las lagrimas continuaran su camino.
—No eres la única que sufre mi amor, a mi también
me dolió la perdida de nuestro bebé pero me duele más el estarte perdiendo
lentamente a ti—su voz estaba rota y no me atreví a mirarlo.
—Que clase de mujer soy, perdí a nuestro bebé—cerré
lo puños sosteniendo su camisa.
—No es tu culpa mi amor, él bebé…
—No sigas—me apretó mas contra su cuerpo, dejo un
momento sus labios descansando en mi frente.
—Tienes que entender que no fue tu culpa mi amor.
Él bebé no estaba bien implantado y si no terminaban con el embarazo tu
hubieras podido sufrir daños—por primera vez en semanas conocía la razón por la
que había sucedido este espantoso suceso. Me había negado a conocer la verdad
aunque me la habían intentado decir varias veces. — Quiero tener a mi esposa de
vuelta. Te extraño tanto—beso la comisura de mis labios.
—Tengo sueño, voy a dormir un poco—me acomode en la
cama ignorándolo, quería que se fuera y me dejara sola, necesitaba mi espacio
en el cual solo estaba yo, no quería la lastima de nadie con mi estado de animo
deplorable.
Mi vida se había convertido en una pesadilla, las
horas se convirtieron en días y los días en semanas. Semanas en las que no hacía
otra cosa más que recordar y llorar, sentirme sin animos de nada, mi madre me
hacia compañía por las mañanas al igual que Esme, con ellas intentaba fingir
que estaba mejor pero ya no las engañaba.
Edward por su parte se había comenzado a alejar, se
iba apenas despertaba y regresaba después de las 11, aunque seguíamos
compartiendo la misma habitación y la misma cama, nos habiaos convertido en un
par de extraños, en su mirada leí la lástima que sentía por mí, no podía seguir
soportando esta situación. Era miércoles por la noche y aunque era un poco más
tarde de lo acostumbrado espere a que Edward llegara tenía que hablar con él,
entro en la recamara intentando no hacer demasiado ruido con los primero
botones de su camisa desabrochada, la corbata en su mano, ¿Era acaso que
estaba…?
—Lamento si te desperté—se disculpo sin mirarme,
entro al baño y después de lo que me parecía una eternidad salió y se metió en
la cama, el silencio fue prolongado hasta que me decidí a romperlo.
—Edward…—tome una bocanada de aire—necesito salir
de aquí, necesito alejarme de todo, tengo que pensar muchas cosas.
— ¿Hablas en serio? —sabia que había capturado su
atención.
—Lo estuve pensando por unos días y lo hare
—Dame dos días para arreglar todo y…—coloque un
dedo en sus labios
—Sola, quiero hacer esto sola, necesito pensar muy
bien lo que quiero, analizar hacia donde van las cosas y decidir qué rumbo
tomara mi vida
—No pretendo dejarte sola, si vas a algún lado iré
contigo—levanto mi rostro obligándome a verlo
—Quiero hacer este viaje sola, es que no te das
cuenta de que es lo que necesito
—Puedo mantenerme algunos metros retirado de ti,
pero no me pidas que sean Kilómetros, podemos estar en el mismo lugar
—Necesito alejarme de todo y de todos. Las cosas
cambiaron y solo quiero analizar mis opciones.
—Así que es lo que quieres—asentí, por unos minutos
estuvo un silencio muy incomodo hasta que volvió a hablar—entonces hazlo, no te
detendré.
Se acomodo nuevamente en la cama dándome la
espalda, había sido demasiado fácil convencerlo una razón más para saber que ya
todo había terminado, este viaje solo me ayudaría a hacerme a la idea de lo que
pasaría cuando regresara, tendría que estar lista para enfrentarme a un
divorcio.
A la mañana siguiente me levante para encontrar la
cama vacía, tome mi computadora y el teléfono, hice un par de llamadas y antes
del desayuno ya tenía todo listo para partir, hice mi mochila con lo necesario,
comí un poco de fruta y escribí una nota para Edward, donde le explicaba que me
había marchado pero que regresaría en un par de días. No me despedí de nadie y
tampoco le dije a nadie del lugar donde estaría.
El vuelo fue un poco más largo de lo que esperaba
pero para nada incomodo. Llegue a un hermoso hotel donde se podía respirar la
tranquilidad que tanto añoraba. En cuestión de horas había llegado a mi
destino, la isla de Bora Bora era divina, pero sobre todo era un lugar que me
permitiría pensar y analizar cada aspecto de mi vida, tome una de las villas
que estaba en la playa en lugar de una de las que estaba sobre las cristalinas
aguas.
Los primero días fueron realmente duros, permanecí
en el porche escuchando las olas del mar mientras gruesas lagrimas eran
derramadas, se que en este momento parezco patética pero no me importa, tenía
que lograr que este dolor que sentía se esfumara pero parecía todo lo
contrario, en lugar de esfumarse aumentaba, sentía dolor por mi perdida pero
más me dolía lo que iba a dejar ir.
La primera semana paso sin ningún cambio, me
mantenía aislada pasando ahora la mayor parte del tiempo sentada en la fina
arena debajo de una de las palmeras, los recuerdos me invadían, los veía pasar
delante de mis ojos como si los estuviera viviendo en ese momento.
No pude evitar que una sonrisa amarga se formara en
mi rostro al recordar el desagrado que había sentido al saber la estrategia de
mi padre y de Carlisle para salvar nuestras empresas, el casarme con Edward me
había parecido una atrocidad. Basto poco tiempo para darme cuenta de que era un
gran hombre, a veces podía llegar a ser algo engreído y bipolar, pero era un
excelente hombre. Era un amigo confiable, un esposo ideal y un amante
extraordinario y ahora estaba por dejarlo ir.
El había aceptado este trato sabiendo que solo era
eso, que no podíamos dejar que los sentimientos se involucraran, después de
todo parecía que el único que había podido cumplir esa parte del trato había
sido él ya que yo me había terminado enamorando como una tonta. El bebé había
sido una pequeña esperanza de que Edward tal vez solo tal vez nos diera una
oportunidad, que decidiera verme como algo mas, como una esposa real y no solo
como la chica con la que compartía intimidad tanto como le placiera.
La perdida de mi bebé me había afectado más de lo
que me hubiera podido imaginar, había sido una mujer egoísta, no me había
detenido a pensar en que tal vez esto podía suceder, me lamente por el hecho de
estar embarazada y no había tenido la oportunidad de demostrar a esa criaturita
que en verdad la amaba, que solo estaba confundida, y que en mi corazón ya
ocupaba un espacio enorme, aunque lo negara y me repitiera que no estaba lista.
Muy en mi interior estaba consciente de que añoraba tener ese bebé en mis
brazos, pero ahora eso solo era un sueño que jamás se haría realidad, lo había
perdido y ya no había manera de recuperarlo.
Los días siguieron su curso y aunque me sentía un
poco más relajada no dejaba de reprocharme lo sucedido, era un acontecimiento
que me había marcado de por vida y que tendría siempre presente y latente. Se
había cumplido mi tiempo, ya tenía cerca de dos semanas en este lugar era
momento de regresar y enfrentarme a una realidad que sin duda seria cruel y que
me terminaría rompiendo más de lo que ya estaba.
Era mi último día en esta hermosa isla, que me
había brindado la tranquilidad y la soledad que necesitaba. Me senté en la
orilla dejando que el agua tocara una parte de mi piel mientras yo me perdía
observando el horizonte donde se podía observar el atardecer.
Vi como el agua que llegaba a la orilla, borraba de
a poco el nombre que había escrito en la arena… tan fácilmente. Desee que de
esa manera pudiera borrar mis recuerdos, todos aquellos que me atormentaban
cada día, haciendo que miles de lágrimas se derramaran de mis ojos.
Estando en este lugar, había recordado todos los
acontecimientos de los últimos seis meses. Todo había sido tan rápido que
apenas me había dado tiempo de reaccionar y darme cuenta de lo que había pasado
en mi vida.
Había conocido a un hombre por el cual decenas de
mujeres estarían dispuestas a hacer cualquier cosa. De la noche a la mañana me
había convertido en su amiga y, a la vez, en su amante. Después de un par de
meses creí que las cosas se habían modificado un poco, y tal vez después de
todo, ambos podríamos escribir nuestra historia juntos, ignorando la manera en
que todo había comenzado, pero un par de llegadas inesperadas me habían
demostrado lo contrario.
No quería seguir mintiéndome como lo había estado
haciendo por algunos meses. Al principio me había logrado engañar a mí misma,
pero ya no podía hacerlo; no podía seguir fingiendo que no sentía nada cuando
poco a poco me moría por dentro. Sabía que lo nuestro era algo arreglado y que
los sentimientos no tenían lugar, pero fui débil y deje que las cosas me
sobrepasaran. Debía de recordar que lo nuestro era solo sexo y nada más, no
había lugar para el amor que yo había anhelado.
Solo me quedaba intentar enterrar los
acontecimientos de hace poco menos de un mes. Ese había sido el detonante que
me había sumergido en este profundo dolor, uno que no creí capaz de
experimentar y del que no sabía si sería capaz de sobrevivir.
Había tomado una decisión y sabía que era la mejor,
aunque sabía que aun no era el momento apropiado ya no había lugar para seguir
con una mentira, aunque me doliera tenía que hacerlo, no podía mantenerlo atado
a mi después de lo que había sucedido, había llegado el momento, todo había
terminado.
Me detuve frente a la puerta de mi casa, en ese
momento me parecía más grande de lo que recordaba, tome aire antes de
introducir la llave y entrar. La casa estaba completamente en silencio y un
estremecimiento se formo en mi cuerpo al darme cuenta de que la casa parecía
sombría y hasta me parecía fría.
—Sra. Bella—sonreí con amabilidad a Sara que venía
intentando alisar las arrugas inexistentes de su falda— Ya la echábamos de
menos
—Yo también— tomo mi equipaje y la vi dirigirse a
la planta superior para dejarlo.
—Sara—el llame, necesitaba saber donde estaba
Edward, sabía que estaba en la casa porque ahí fuera del garaje estaba su auto.
— ¿Dónde está mi esposo?
—En su despacho, ahí se pasa todo el tiempo desde
que usted se marcho— ¿todo el tiempo? Que había querido decir con ello, no me
dio tiempo de preguntar por se había marchado, me quede un momento de pie a
mitad del pasillo, solo estaba atrasando lo inevitable. Camine con paso
vacilante hasta llegar a la puerta del despacho que el ocupaba, me había
preparado mentalmente durante una semana, y lo había repasado durante el vuelo
pero estando de aquí separada solo por esta puerta me hacia flaquear y sentir
vulnerable, moví mi cabeza con brusquedad para apartar las ideas que se
pudieran formar.
Abrí la puerta sin llamar, ahí de delante de la
ventana con la vista perdida en el jardín estaba Edward, tan guapo como lo
recordaba, su hombro apoyado en el marco de la ventana y en su mano derecha
descansaba un vaso que por el color y sabiendo sus gustos sabia que el liquido
que contenía era whiskey, estaba tan perdido en sus pensamiento que no se había
dado cuenta de mi llegada.
—Hola—salude con timidez, se giro lentamente y su
mirada se encontró con la mía, estaba apagada, no había ningún brillo en ella.
—Pensé que no regresarías— me encogí de hombros al
saber que me había tomado dos semanas, las dos semanas más duras.
—Pero ya estoy de vuelta—me acerque lentamente
hasta quedar a una distancia considerable
—Veo que el viaje te sirvió—tomo el contenido de su
vaso como si de agua se tratara
—Me ayudo—suspire
—Me alegro—sus palabras decían una cosa, pero su
rostro y sus movimientos decían lo contrario— ¿Quieres algo de beber?
—No gracias—tome una gran bocanada de aire, antes
de comenzar a hablar—Lo estuve pensando y aunque sé que el peligro aun sigue,
llego el momento de terminar con esta farsa.
—Estas sugiriendo que llego el momento de la
separación—pregunto con incredulidad, entrecerrando los ojos y dejando que sus
labios se formaran en una línea recta.
—Es lo más conveniente, después de todo lo que ha
sucedido creo que es lo mejor, tú tienes derecho a rehacer tu vida—estaba
haciendo un gran esfuerzo por no llorar, me estaba mostrando indiferente como
si la situación no me importara en realidad.
—Así que sutilmente me estas pidiendo el
divorcio—arrastro cada una de las palabras
—Es lo mejor…
— ¿Es lo que quieres? —mantuvo su mirada helada
—Si, es lo que quiero—mentí sintiendo mi corazón
romperse aun mas, después de esto ya no había vuelta atrás.
—Así que viajaste a no sé donde solo para pensar y
llegar a la conclusión de terminar con esto, estuviste dándole vueltas al
asunto y pensaste en lo que tu querías—aparte la mirada de la suya y la enfoque
en la ventana
—De todas formas, todo iba a terminar de esta
manera.
— ¿Estas segura que todo terminaría de esta manera?
—pregunto
—Sí—dije con seguridad una que hasta a mi misma me
sorprendió.
—Ok. Llamare a mi abogado para que comience con el papeleo— lo dijo en tono frio sin siquiera verme, susurre un casi imperceptible si, di media vuelta y camine con paso decidido hacia la puerta. Ya era un hecho, esto había terminado.
...
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