Pesadilla
—Planeaba comer sola, pero ya que lo he encontrado
espero que no les moleste—antes de decir que no, ella se había sentado a mi
lado derecho, llamo al mesero y ordeno, evite la mirada de Edward, su pie
golpeo el mío llamando mi atención y leí en sus labios un "ignórala yo me
hago cargo"— ¿Edward cuando regresaste?
— Ayer por la noche —respondió de manera cortante
—Yo llegue hace unas horas, la cena en la que
estuvimos fue grandiosa me recordó a aquellas a las que íbamos cuando estuvimos
con el ministro de Dinamarca—la vi acariciar su mano y yo solo pude girar mi
rostro como si de pronto lo que había hacia mi derecha fuera más importante
—Admito que fue buena, pero no la pude disfrutar en
su totalidad—se quejo mi esposo
—La hubieras disfrutado si hubieras bailado
conmigo—apreté los dientes ante su comentario
—Todos mis bailes están reservados para una sola
mujer y esa es mi esposa—se sentó en la silla vacía a mí izquierda, tomo mi
mano y la beso
—Es una lástima que no lo hayas acompañado
entonces—el tono de irritación no paso desapercibido
—Alguien debía de quedarse al frente de la empresa
aquí en New York—le señale lo obvio, sin dejar que se notara mi molestia ante
su presencia.
— ¿Y te dejan eso a ti sola?—bebió un poco de su
copa—Bella porque no nos acompañas con algo más fuerte
—No gracias con mi agua mineral estoy bien
—Insisto—llamo a uno de los meseros y le señalo su
copa indicándole una mas—Edward así que te conseguiste a una chica que no sabe
beber
—Se beber, pero hay ocasiones que prefiero no
hacerlo—el mesero dejo la copa frente a mí como se lo indico Jessica
—Sabes que es de mala educación despreciar algo que
te invitan—tomo su copa e insistió para que hiciera lo mismo, pero tome mi vaso
con agua mineral
—Edward te casaste con una niña, o es que la
quieres hacer que se adapte a ti, una mujer de tu edad fue un reto demasiado
grande para el gran Edward Cullen— sabia que ahora estaba intentando irritarlo
para de esa manera alejarlo de mi.
—Honestamente el mayor reto a sido mi esposa, a
pesar de su corta edad es una mujer simplemente maravillosa, opaca a cualquier
mujer que se ponga a su lado, ella tiene un brillo propio mientras que otras
solo resaltan por su apellido, ya que no tienen una pisca de cerebro o
gracia—estuve por ahogarme con el agua, Edward se estaba refiriendo a ella.
—Edward que clase de comentario es ese—el silencio
nos invadió, note el pestañeo insistente y la manera en que paso su lengua por
sus labios— ¿Sabes a quien vi en mi estadía en Berlín?—al no recibir respuesta
continuo—a Dylan, ya sabes nuestro eterno compañero de fiestas.
—Se mudo a Berlín, así que no es sorprendente verlo
en la ciudad.
—La última vez que salimos juntos fue cuando tu y
yo estábamos en la fiesta por el cumpleaños de mi tío Alec, difícil de olvidar
no lo crees—me gire para ver a Edward que mantenía su mirada fija en la mujer
que tenia frente a él, parecía que su comentario no le había agradado en lo
absoluto y a decir verdad mi paciencia se estaba agotando—Vamos a brindar por
los viejos tiempos, acompáñanos Bella—acerco nuevamente la copa
—Ya dije que no me apetece— ya no me moleste en
fingir mi enojo
—Hay dos opciones, primera no sabes beber o segunda
tienes problemas con la bebida y estas en tratamiento—se burlo
—Las razones por lo que yo me atenga a beber no es
de tu incumbencia—conteste molesta y de manera cortante y libere mi mano de la
de Edward.
—Te lo dije Edward es una niña, como es posible que
te casaras con una chica como ella, habiendo mujeres de verdad a tu
alrededor—esto había sido el colmo, me levante arrojando mi servilleta sobre la
mesa, ya no iba a seguir permitiendo que me siguiera humillando y hablara como
si yo no estuviera aquí, Edward tomo mi mano antes de que me alejara
—Suéltame por favor —murmure sintiendo mis ojos
arder, sabía que estaba por llorar y lo que menos quería era darle ese placer a
esa mujer
—Espera amor—se levanto y me pidió que me sentara
de nuevo, me negué por un minuto pero cedí ante su voz suplicante, beso mi mano
regalándome una hermosa sonrisa.
—Hubiera sido una lástima que te fueras—su voz
denotaba el sarcasmo pero aun así sonrió de lado
—Ya fue suficiente, Bella es mi esposa y como tal quiero
que la respetes—entrelazo nuestras manos
—Edward ella es…
—Ella es la mujer más maravillosa que he conocido y
es por eso que la elegí para ser mi esposa, ella es única—me estremecí ante sus
palabras, y note el semblante contraído de la chica que lo miraba con
resentimiento
—Dime que te puede dar esta niña que no te pueda
dar yo por ejemplo—Edward apretó mi mano notando mi intranquilidad y es que en
verdad quería salir huyendo del lugar
—Ella es la mujer que yo he buscado, y tiene una
cantidad de cosas de las que tú careces
—Como pudiste cambiarme a mí por esta chiquilla, no
es bonita siquiera—lo dijo entre dientes apretando la servilleta
—Tienes razón Bella no es bonita—la sonrisa
apareció en el rostro de Jessica hice el ademan de levantarme de nuevo pero me
lo impidió apretando mi cintura—Bella es perfecta, no podría describirla como
bonita porque es una palabra que se queda corta ante la belleza de mi mujer y
debo de decir que soy afortunado de tenerla a mi lado.
—Como puedes hablar de esa manera, es que ya
olvidaste lo que vivimos juntos
—Ya te lo dije una vez, tu eres su pasado y YO soy
su presente—la mire desafiante, tomo su copa y en un segundo vi a Edward
levantarse y sostener su mano
—No te atrevas—gruño, le hizo una seña a uno de los
meseros y le dijo algo por lo bajo, el asintió y se marcho
—Dejémonos de discusiones y brindemos—rodé los
ojos, aquí estábamos de nuevo al inicio de una discusión, rechace la copa que
me acerco y una sonrisa burlona apareció en su rostro—Lo siento olvide que no
sabes, pero no te avergüences querida—se acomodo en su silla acariciando con su
dedo el contorno de la copa—Eres la primera chica con la que esta Edward que no
bebe
—Al menos no soy otra del montón
—No puedes estar con ella, me niego a saber que
elegiste a una cosa tan insignificante—antes de darme tiempo a reaccionar me
lanzo el contenido de su copa logrando que las miradas se posaran en nosotros,
me levante de golpe limpiando mi blusa
— ¡Es el colmo!—aunque me vi tentada a hacer lo
mismo no lo hice porque yo al menos tenía una educación de la cual ella
carecía, lance nuevamente la servilleta sobre la mesa, tome mis cosas y me
marche ignorando las miradas curiosas, pero me dolía mas notar que Edward se
había quedado junto ella en la mesa, cerré mi abrigo intentando ocultar mi
blusa mojada. Tome el primer taxi que paso, parecía que después de todo el
final estaba a la vuelta de la esquina y yo debía de hacerme a un lado para
dejar que Edward rehiciera su vida.
Me importo poco cerrar la puerta sin una pizca de
cuidado, arroje mi abrigo sobre el perchero y subí rápidamente a mi habitación,
necesitaba darme una ducha y cambiarme, el olor del vino se había impregnado en
mi ropa y estaba consiguiendo marearme. El chorro de agua caliente consiguió
relajarme un poco, mas no tranquilizarme, me cambie y regrese a la habitación
esperando contar con el tiempo suficiente para salir de esta casa y no tener
que ver a Edward, pero me fue imposible. Entro como un huracán en un par de
zancadas ya estaba delante de mí, di un par de pasos hacia atrás pero mi cadera
choco con el borde el tocador.
—Vamos a hablar—arrastro las palabras sin dejar de
observarme de una manera fría
—Yo no…
— ¡Cállate!, porque saliste de esa manera—se
inclino para dejar su rostro a mi altura y encerrándome entre su cuerpo y el
tocador.
—¿Para que querías que me quedara?, me lanzo el
vino encima, y la manera tan descarada en la que te estaba coqueteando delante
de mí, Edward me estaba dejando en ridículo, no sabía cuánto tiempo más podía
soportar sin darle su merecido, además todos en este momento me ven como una
estúpida—golpe su pecho
—Cuantas veces debo de decirte que entre ella y yo
no hay nada—lo grito
—Eres un maldito mentiroso, ¡te odio! ¡te
odio!—golpe su pecho varias veces dejando que las lagrimas brotaran, el se
mantuvo inmóvil dejando que mis puños dieran de lleno en su pecho una y otra
vez hasta que ya no pude mas, dejo caer sus brazos a sus lados dejándome en
libertad, no lo pensé dos veces y abandone la habitación, el único lugar donde
podía estar era una de las recamaras de huéspedes que estaba al otro lado del
corredor, me tumbe sobre la cama y cubrí mi rostro con la almohada importándome
poco que alguien pudiera escuchar mis lamentos, me odiaba por ser tan ingenua y
darme el lujo de pensar que teníamos al menos una posibilidad de cambiar las
cosas
—Escúchame por favor—cubrí mi cabeza con la
almohada—Ya te dije que no hay nada entra esa mujer y yo, ella lo que quiere es
separarnos y lo está consiguiendo, que no te das cuenta de que solo me importas
tu.
—Ya no se qué creer Edward ya me canse de esta
situación
—Yo estoy cansado de que desconfíes de mi,
justamente ayer hablamos de esto y parecía que las cosas habían quedado claras,
pero solo basto encontrarte con ella para que todo se arruinara, te quiero
pequeña—me quito la almohada del rostro y su semblante se veía afligido, me
tomo de los brazos para levantarme y envolverme en los suyos—le deje en claro
un par de cosas que si es lista tomara en cuenta.
— ¿Que le dijiste? —limpio las lagrimas de mis mejillas
—Le advertí que no quería que siguiera molestándote
o de lo contrario me vería obligado a olvidar de algunos principios con los que
contaba y su padre se daría cuenta de la clase de mujer que es, ella sabe que
eso no le conviene y te dejara tranquila amor.
—Que puedes saber que sea lo suficientemente
importante para que ella renuncie a ti
—Es sobre la vida que lleva, su padre desconoce
hasta qué punto ha llegado para conseguir lo que tiene, ella dice que es
gracias a su trabajo pero te aseguro que no tiene nada que ver con lo que
estudio, solo que… olvídalo
—Sé que no debo de actuar así, pero no dejo de
pensar en lo que ella me dijo, tú necesitas a una mujer a tu lado y yo soy solo
una niña—aparte mi mirada de la suya no podía ver su rostro
—No eres una niña mi amor, eres la mujer más
hermosa que he conocido—negué— ¿dime que debo de hacer para que me creas?
—Estoy muy confundida, esta relación me vuelve
loca—ya había comenzado ahora tenía que seguir ¡Bravo Bella!, acabas de ganarte
el premio a la chica más estúpida.
—Ambos sabíamos que esto no sería fácil pero lo
hicimos por las personas que nos importan, ¿que eso no es suficiente?
—Sabía que al aceptar mi vida iba a cambiar pero no
pensé que el cambio fuera de esta magnitud.
— ¿Que esperabas? —Se levanto dándome la espalda—
en un matrimonio no todo es color de rosa, hay momentos buenos pero también
malos, aunque nosotros parecemos siempre estar en los malos.
— ¡Esto no es un matrimonio real! —grite haciéndolo
callar y que se volviera para mirarme— que no te das cuenta de que esto se nos
salió de las manos, ¡estoy embarazada!
— ¿Tanto te pesa estarlo? —murmuro con una voz
suave como la seda pero que erizaba la piel
—Esto no debía de pasar
— ¿Que sugieres entonces?. ¡oh! creo que ya lo
entendí después de todo—su voz se hizo más ronca y su mirada más fría, intente
adivinar lo que él estaba pensando pero no lo entendía, un par de segundos
después lo vi sacar su billetera y extraer un par de billetes que lanzo sobre
la cama y mi desconcierto creció—Espero que te sea suficiente
— ¿Suficiente? —vi su rostro que estaba rígido
—Si, supongo que lo que deseas es deshacerte de
nuestro bebé—en mi cuerpo se incremento la furia y deje que mi mano se
estampara en su mejilla tan fuerte que lo hizo tambalearse
—Yo jamás sería capaz de hacer algo tan ruin como
eso, ¡eres un estúpido!
—Cuida tus palabras Isabella—me tomo por los
hombros ejerciendo un poco mas de presión de la necesaria—La paciencia de
cualquiera tiene un límite y la mía se está agotando—dio media vuelta y
desapareció dejándome en un profundo silencio.
Me deje caer junto a la cama, el me había dicho que
podía terminar con la vida de nuestro hijo como si a él no le importara de
verdad, me había dolido saber que después de todo el no quería tanto a este bebé
como me lo había hecho creer, abrace mis piernas y deje escapar un grito de
frustración y dolor, me odiaba por ser tan débil. Los minutos siguieron pasando
y el dolor iba disminuyendo lo único de lo que estaba segura es que no podía
estar en esta casa un minuto más tenía que hacer algo de inmediato y solo se me
ocurrió una solución
—Hola Ali, ¿estas muy ocupada? —era la única que
conocía la verdad y en la que podía confiar, necesitaba a mi amiga conmigo,
necesitaba no sentirme sola.
—Jamás estaré ocupada para ti, dime que es lo que
sucede
— ¿Podemos vernos?
—Te parece si voy a tu casa o prefieres venir al
taller—pregunto aunque yo sabía que ella sabia la respuesta que le daría
—Llego en un rato— corte la llamada y me arme de
valor para salir de esta habitación y entrar en la mía, rogaba porque Edward no
estuviera ahí y me alegre cuando me di cuenta de que no estaba en el lugar, me
cambie con algo mejor un jeans y una blusa, agarre mi cabello en una trenza y
fui directamente al garaje.
—Perdóname, no debí de actuar de esa manera—me
paralice ante su tacto, su mano había tomado la mía evitando que subiera al
auto
—Pero lo hiciste y no hay manera de borrar las
palabras—abrí la puerta de mi auto pero él la cerró—Podrías quitarte tengo que
salir
— ¿Bella dime que tengo que hacer?
—Solo déjame ir—mi voz sonó mas a una súplica que a
otra cosa, no sabía si ese déjame ir significaba solo por el momento o
definitivamente
—No quiero dejarte ir. Bella mírame, por favor
mírame—levanto mi mentón obligándome a verlo—te quiero pequeña, pero me duele
ver que desconfíes de mi, sé que no soy el hombre perfecto y estoy lejos de ser
el hombre que tu siempre añoraste, puede que el embarazo llego en el momento
menos oportuno pero ambos amamos a ese pequeño que crece aquí dentro—dejo su
mano sobre mi vientre mordí mi labio intentando callar el sollozo que pugnaba
por salir—Se que me altere y bien merecidas tengo tus palabras y todo lo demás.
—El embarazo me tiene con los sentimientos a flor
de piel, pero yo…
—Solo necesito saber que me perdonas—su rostro
estaba a la altura del mío, en sus ojos había una súplica, una que me fue
suficiente para dejarme envolver de nuevo aun sabiendo que estaba regresando a
un lugar donde solo encontraría dolor, me acerque lentamente a sus labios sin apartar
el contacto visual, esperaba que en cualquier momento me rechazara pero no lo
hizo cuando nuestros labios se encontraron sus manos se envolvieron en mi
cintura levantándome y haciendo que envolviera mis piernas en su cintura, me
separe solo un par de veces para tomar un poco de aire y después seguía
sintiendo el embriagador sabor de su boca, me dejo volver de nuevo a pisar el
suelo y sentí como poco a poco sus manos quitaban la ropa de mi cuerpo.
—Aquí no—cerré mi blusa ante su mirada divertida
—Cielo estamos en nuestra habitación—me gire y
comprobé que era verdad, había estado tan inmersa besándolo que no me había
dado cuenta de cuando habíamos abandonado el garaje y había llegado a nuestra
habitación, lo único que esperaba es que ninguna las chicas de servicio nos
hubiera visto en esta situación.
—Dime que nadie nos vio—una pequeña sonrisa adorno
su rostro indicándome que posiblemente alguien nos había visto ingresar en la
casa de una manera un tanto desagradable. Es que a quien le gusta ve a una pareja
desbordando pasión.
—Nadie nos vio—sonrió más ampliamente retirando la
blusa de mi cuerpo y besando mis hombros mientras hacía que el sujetador
cediera.
Olvide el incidente o el hecho de que alguien nos
hubiera visto en tal situación, me deje llevar por las caricias y los besos
desenfrenados del momento, sintiendo cada roce de su piel con la mía y
disfrutando del inmenso placer que regocijaba en mi interior, era
extremadamente dulce como no recordaba que lo hubiera sido y escuchar mi nombre
desprenderse de sus labios era como música para mis oídos.
Nos quedamos ahí tendidos, mantenía mi cabeza en su
pecho y mi brazo sobre su cintura, este había sido un momento mágico, me había
sentido amada de verdad, me perdí en su mirada que no solo demostraba el deseo si
no también me veía con adoración una de la cual no había sido consiente hasta
este momento.
— ¿En qué piensas? —beso mi cabello y sus dedos
dibujaron círculos en la piel de mi hombro
—Si te lo dijera tendrías que morir—reí por lo bajo
—Podría arriesgarme a morir
—Es solo que… bueno esta vez fue diferente
— ¿Te hice daño? —levante mi rostro y leí la duda
en el suyo
— ¡Por supuesto que no!, eso solo que fue una
sensación diferente, de plenitud—apostaba a que me había sonrojado y su sonrisa
y sus dedos acariciando mis mejillas me lo confirmaron
—Ahora sabes porque las reconciliaciones son las
mejores, aunque debo de admitir que esta vez fue más intenso y sumamente
placentero, aunque me encanto la sensación espero que no sea necesario el
pelear para poder hacer el amor con esta intensidad.
— ¡Por dios! — estire mi mano para alcanzar el
teléfono y marcar a Alice que de seguro aun me seguiría esperando y con todo lo
que había sucedido la había olvidado
— ¿Sucede algo pequeña?—coloque mi mano sobre su
boca
—Hola Alice, discúlpame pero me surgió un ligero
contratiempo—sus manos comenzaron a acariciar mis caderas y subían lentamente,
le lance una mirada de advertencia pero pareció divertirlo porque continuo—te
parece si nos vemos mañana
—Claro que nos veremos mañana, me tienes que
contar un par de cosas de las que me acabo de enterar—suspire al saber que
a estas alturas ya se habían enterado de lo sucedido en el restauran
—Hasta mañana Ali—corte la llamada y deje el
teléfono de lado—Es que en ningún momento te puedes estar quieto—quite la mano
de su boca ganándome una enorme sonrisa
—Yo no tengo la culpa de que mi esposa sea
absolutamente irresistible—comenzó a besar mi cuello delineándolo de manera
lenta y sensual, era una clara invitación a repetir las sensaciones de hace un
par de minutos.
—Edward—solté una carcajada al escuchar un
"hmmm" —Edward deja de hacer lo que estás haciendo.
—No quiero—hizo un mohín adorable, era como un niño
que le han dicho que no coma más dulces.
—Y si te dijera que es por algo sumamente
importante—enarco una ceja y dejo de besarme para verme fijamente—tengo
hambre—oculte mi rostro en su pecho sintiendo como se movía ante su risa
—Como fui tan tonto y olvide que no habías
comido—hice círculos en su pecho y volví a verlo
—Puede que hayas estado ocupado en otras cosas que
nublaron tu atención en pequeños detalles que ahora son importantes—cerré los
ojos y me sonroje al escuchar mi estomago gruñir.
Una carcajada se desprendió de sus labios y después
de vestirnos bajamos a la cocina donde encontré mis ravioles que había pedido,
la metí al horno y espere mientras buscaba algo de beber en el refrigerador.
Sara nuestra ama de llaves y cocinera nos saludo y note un tenue sonrojo y la
mirada de Edward me comprobó que ella nos había visto subir a nuestra
habitación en una posición no muy buena.
—No tiene nada de malo, eres mi esposa—me susurro
cuando estaba sirviendo dos vasos de limonada que acaba de preparar
—Pero no es lo correcto—pase mis brazos por su
cuello y me levante de puntillas para rozar sus labios
—Es nuestra casa y aquí dejan de importar las
normas que la sociedad nos tiene marcadas, aquí solo somos una pareja que ama
su privacidad — se acerco lentamente cuando una alarma sonó.
— ¡Hora de comer! —lo separe para ir a sacar la
comida del horno con cuidado de no quemarme.
— ¿Me cambias por unos cuantos ravioles? —se sentó
junto a mi comiendo de mi comida.
—Están deliciosos, ¡Gracias! —le di un corto beso
para llevarme nuevamente el tenedor a la boca.
La tarde la pasamos viendo televisión pero sin
separarnos, estar en sus brazos es lo que más me gustaba y dormir junto a él
era lo mejor, mentiría si dijera que la noche fue tranquila ya que fue de lo
más estimulante y algo de lo que estaba acostumbrada.
Al día siguiente comí con Alice quien no me juzgo
por lo que había sucedido, es mas estaba molesta por lo que había sucedido con
Jessica y me hizo prometer que si volvía a hacer algo se lo diría, además de
que me mostro unos bocetos de lo nuevo en lo que estaba trabajando, la abrace y
deje escapar un par de lagrimas al ver la ropita para bebé.
—He diseñado para ambos ya que no sabemos que es,
pero cuando lo sepas quiero que me lo digas para poder hacer unos cuantos mas y
elegir los colores correctos.
—Es demasiado apresurado, para el primer ultrasonido
aun falta un poco más de una semana
—No me importa quiero que cuando sepas que es me lo
digas, no dejare que mi sobrino o sobrinita vistan cualquier cosa—asentí
divertida ante su actitud seria
—Lo haré, no te prometo que seas la primera en
saberlo pero te lo diré.
—No el primero en saberlo debe de ser el
papá—asentí imaginando su rostro al conocer el sexo de su bebé, que es lo que
el desearía un niño con quien compartir juegos o una niña a quien consentir.
Regrese a casa después de haber pasado toda la
tarde en el taller junto a Alice observando los modelos de su nueva colección,
además fue su modelo para los vestido de las damas de honor de Rose, aunque el
mío debía de sufrir un par de modificaciones ya que para ese entonces debería
de tener cerca de 8 meses y mi barriga seria prominente.
Dos días después me desperté al sentir unos labios
sobre los míos, instintivamente rodeé su cuello con mis brazos atrayéndolo
hacia mí, dejo escapar un gruñido y se incorporo levantándome con suavidad, me
envolvió en sus brazos y mordió mi labio inferior
—Buenos días gatita
—No quiero que te vayas—apreté mas mi agarre
logrando que bufara, recordando que era el día que se alejaría nuevamente.
—No quiero hacerlo pequeña, pero tengo que estar en
Londres una semana, sabes que tengo que viajar y tú debes de permanecer aquí
dando las autorizaciones de las compras, no me gusta la idea de separarnos pero
tenemos que hacerlo.
—Lo sé—suspire resignada
—Te recompensare cuando esté de vuelta, te llamare
todos los días y prometo que no te olvidaras de mi.
—Como si fuera eso posible—lo bese nuevamente y lo
deje partir antes de que perdiera su avión—Pórtate bien Cullen
—Lo haré pequeña—me deje caer de vuelta en la cama
cuando abandono la habitación, apenas era miércoles y las chicas estaban
ocupadas ya que el viernes comenzaba la semana de la moda y el sábado era el
desfile de Alice.
Fue extraño estar en casa sola sin la compañía de
Edward, me hablo justo antes de dormir y me conto lo que había estado haciendo
además de que me dijo que había comprado un par de cosas que sabia me
gustarían, cada mañana exactamente a las 10 llegaba a mi oficina un ramo de
rosas y tulipanes, en la tarjetita solo aparecía escrito
"Te quiero no lo olvides y faltan 7 días para
vernos"
Edward
Cada arreglo era una cuenta regresiva de los días
que restaban para volver a estar juntos, podía ser algo cursi pero para mí era
un hermoso detalle.
El sábado me prepare para el desfile de mi amiga,
estaba sentada en primera fila junto a mi madre, Esme y la madre de Alice, en
cuanto el desfile comenzó quede maravillada con cada uno de los diseños, si
cuando los había visto en su taller me habían gustado verlos ahí siendo
modelados me habían enamorado, Rose y Tanya fueron las modelos principales lo
que le dio cierta distinción al desfile, ellas eran modelos de fama mundial y
que estuvieran modelando la ropa de Alice hablaba muy bien de mi amiga como
diseñadora, la mantendría en la mira de los medios y pronto estaría siendo una
de las mejores.
Mi amiga me había indicado detrás de cual vestido
vendría el que está confeccionado pensando en mi, ahí estaba era un vestido
simplemente hermoso, straple marcado en el pecho debajo adornado por brillantes
y suelto en una tela vaporosa, era de un hermoso color azul aquí, mis amigas
por su parte modelaron los vestidos hechos pensando en ellas y debo de decir
que Alice capto la esencia de cada una, eran perfectos.
Me levante de mi asiento cuando Alice salió a
agradecer, Rose y Tanya la acompañaron y la abrazaron, yo tuve que esperar
hasta estar tras bastidores para poder felicitarla, diferente medios estaban
congregados ahí intentando entrevistarla mientras ella no paraba de saltar de
un lado al otro dando indicaciones y recibiendo las felicitaciones. Después de
casi una hora nos fuimos a un bar a celebrar el éxito obtenido, bailamos y nos
divertimos a lo grande, Emmett se encargo de llevarme a casa ya que se lo había
prometido a mi esposo.
El domingo desayune junto a mis padres y mis
suegros, fue un día maravilloso. Esme y mi madre estuvieron en nuestra casa
anotando las ideas para la decoración de la habitación del bebé, unos días
antes habían mandado sacar los muebles para pintarla de un color neutro, pedí
que esperaran a conocer el sexo pero ellas se negaron y siguieron haciendo
planes sobre que muebles y todo lo que iría en la habitación, termine sentada
en el suelo mientras ellas no paraban de hablar y yo ya estaba cansada solo de
pensar en todo lo que me esperaba.
El lunes por la mañana me desperté algo cansado y
con un dolor en la espalda, debía de ser a la posición en la que había dormido.
Comencé mi día como habitualmente lo hacía, una ducha, desayunar y de ahí al
trabajo. Recibí la visita de James que me platico de su maravilloso fin de
semana con Victoria mientras comenzábamos a revisar los detalles que debía de
verificar en la empresa que visitaría en Carolina del Sur, me levante por un
poco de agua pero el vaso se me resbalo de las manos al sentir un pequeño
calambre en mi interior, respire profundo hasta que la molestia se disipo.
— ¿Ahora tienes manos de mantequilla?
—Un accidente—llame para que fueran a limpiar el
desastre y seguir concentrándome en el trabajo
—Sabia que aquí estarías muchacho—me reí ante la
frase de mi padre, sabía que cuando mi amigo no estaba en su oficina estaba en
la mía "trabajando"
—Y yo que pensé que venias a verme a mí.
—Por supuesto cariño—beso mi mejilla y se sentó en
la silla detrás de mi escritorio— Pero antes quiero verificar que James tiene
todo para su viaje.
—Ya lo revisamos cinco veces y sabe lo que tiene
que hacer, es una tarea difícil jamás pensé que nos veríamos en la necesidad de
cerrar un par de pequeñas empresas.
—Lo sé hija, pero en este momento no podemos darnos
el lujo de mantener una empresa que solo nos genera gastos y ninguna ganancia.
—No dejo de pensar en la gente que perderá sus
empleos.
—Cuando las cosas regresen a su estado habitual
veremos la manera de abrir nuevas fuentes de empleo, mientras tanto debemos de
hacernos a la idea.
—Es por eso que no iras tu Bells, tienes un enorme
corazón y no te atreverías a hacer el trabajo sucio al menos no ahora. —señalo
mi amigo
—Pero sé que tu lo harás bie…, ¡Oh por dios!—tuve
que inclinarme y abrazar mi vientre ya que el dolor se había intensificado,
cerré los ojos y apreté la mandíbula para no gritar aunque no soporte mucho y
deje salir un alarido.
— ¿Bella que es lo que sucede? —la voz de mi padre
me indico que estaba junto a mí, sentí sus manos rodeándome, me incline un poco
mas ante un nuevo espasmo aun más intenso que me traspaso hasta la espalda,
escuche como los sonidos parecían alejarse, las voces de mi padre y de James se
oían distante un golpe seco fue lo último que escuche antes de perder la
conciencia.
Comencé a escuchar un par de voces y un pequeño
pitidito lo que me recordaba a las maquinas del hospital, moví mi mano para
comprobar que tenía algo en mi dedo que ejercía cierta presión.
—Descansa hija, duerme un poco mas—abrí un poco los
ojos para encontrarme con el rostro de mi madre, quise hablar pero me sentía
adormilada y pronto volví a perderme en un profundo sueño.
No sé cuánto tiempo más volví a dormir, pero fue
despertada cuando sentí una presión en mi brazo y como mi mano se enfriaba,
abrí los ojos y vi a una mujer de blanco que me regalo una sonrisa.
—Solo reviso tu presión y que la solución este
pasando perfectamente—la mire sin entender, levante mi mano suavemente para ver
que me habían canalizado, escuche la puerta abrirse
— ¡Hija! —mi madre se acerco sigilosa hasta mi
mientras la enfermera quitaba el brazalete del baumanometro con el que me había
estado revisando la presión
— ¿Qué sucede? —La vi girar el rostro y me
sorprendió ver la figura que se acerco a mi cama— ¿Qué haces aquí?
—Donde esperabas que estuviera— intente
incorporarme pero solo conseguí un tirón en mi interior, que me hizo hacer una
mueca—No te muevas amor
—Edward…—se sentó en mi cama, tomo mi mano y se la
llevo a los labios, su mirada no era aquella radiante que había visto antes de
que se marchara a Londres, sus ojos mostraban dolor, cerré mi ojos y comencé a
recordar los hechos de este día, el dolor de espalda, el espasmo que había
provocado que se me resbalara el vaso y el peor de todo el que me había llevado
a un estado de inconsciencia y al hospital, salte y abrí los ojos al darme
cuenta de algo sumamente importante que había pasado por alto.
— ¿Como te sientes Isabella? — John el médico de la
familia había llegado junto a nosotros
—Aun me siento un poco adolorida.
—Mandare a que te administren un poco mas de
analgésicos—hizo unas anotaciones en una hoja.
—Eso no…—me detuve de completar mi frase al notar
como Edward presionaba mi mano y la mirada que había intercambiado con John—
¿Qué sucede?
—Bella…—tomo aire y miro nuevamente a
Edward—Hicimos lo…
—Dime que mi bebé está bien —me lleve una de mis
manos a mi vientre, aunque seguía sintiéndolo igual sentí un vacio en ese
momento, el solo negó confirmándome que había perdido a mi bebé, había
abortado.
Mi esposo se había inclinado colocando su rostro en
el hueco de mi cuello, sentí su respiración un tanto errática pero yo aun
estaba en shock, no podía creer que había perdido a nuestro hijo, tenía que
estar en un maldito sueño.
—Eso no es verdad—logre articular con la voz
quebrada, Edward levanto su rostro y me mostro su mirada triste—Edward dime que
no es verdad
—Lo siento mi amor—me apretó contra su cuerpo al
momento que un sollozo lleno de dolor salía de mi garganta, me dolía saber que
había perdido a esa pequeña criaturita que estaba creciendo en mi interior, esa
pequeña parte que era lo mejor de Edward y mío, había desaparecido, lo había
perdido.
—Tranquilízate amor—susurro contra mi oído pero no
podía hacerlo, sentí un gran dolor, no era un dolor físico como el que había
sentido antes, me sentía vacía y como la peor mujer.
—Edward yo no… te juro que yo…
—Lo sé amor, no tienes que jurarme nada
—Mi bebé… quiero a mi bebé—deje que una parte del
dolor saliera, sentía mi corazón latir con rapidez al igual que la maquina no
dejaba de pitar, mi pecho me dolía y la respiración era acelerada, quería
desaparecer, quería despertar de este horrible sueño, dejar de sentir, quería
reaccionar y encontrarme con que esto no era verdad, no podía ser verdad, un
grito desgarrador salió de mi garganta, escuchaba voces que me llamaban pero no
entendí mi mente estaba en otro sitio.
—Bella mi amor tranquilízate—escuche como en un
susurro la voz de Edward pero nada era real solo este dolor que me carcomía por
dentro, sentí un pinchazo en mi brazo y poco a poco me fui relajando pero al
mismo tiempo me fui quedando dormida, pero aunque en apariencia parecía haberme
relajado el dolor seguía oprimiendo mi pecho y la idea de perder a mi bebé aun
me parecía estúpida, eso no podía haber sucedido, tenía que tratarse de una
pesadilla y cuando volviera abrir los ojos me encontraría en mi cama.
Al despertarme me di cuenta de que todo había sido
real, el sol se había puesto y la oscuridad reinaba en mi habitación, junto a
la ventana pude ver una silueta que reconocería en donde quiera, era Edward que
hablaba por teléfono
—Tuvieron que sedarla para tranquilizarla, la
noticia la altero demasiado… no hace falta nada mamá, claro que se lo diré…
hasta mañana— guardo el teléfono en la bolsa de su pantalón, pero mantuvo
su posición viendo hacia afuera.
Después de unos minutos parecía sentir mi mirada porque
se giro y al notar que estaba despierta se acerco. Se acomodo junto a mi
envolviéndome en sus brazos, deje mi rostro descansar sobre su pecho sin decir
una sola palabra, la sensación de vacío que me acompañaba me hizo morderme el
labio para no llorar pero no lo conseguí.
—Descansa mi pequeña
—Lo siento—murmure solo para que el alcanzara a
escuchar mis palabras
—No tienes porque sentirlo mi amor, no… no es tu
culpa—su voz de había quebrado nuevamente, beso mi cabello y acaricio mi
espalda reconfortándome pero no del todo.
— ¿Puedo pedirte algo? —levanto mi mentón y sonrió
aunque era una sonrisa vacía
—Claro pequeña, lo que tú quieras
—Quiero estar sola, quiero que te vayas
—No planeo moverme de tu lado—me presiono mas
contra su cuerpo rompiéndome, comencé a llorar intentando sacar lo que me
lastimaba, pero parecía que entre más llorara el dolor aumentaba. Me permitió
llorar liberándome de toda la frustración que sentía en este momento, beso mi
cabello y acaricio mi espalda, me fui tranquilizando pero no me separe de su
cuerpo, me quede ahí sintiendo como su pecho subía y bajaba lentamente, levante
mi rostro y observe que tenía los ojos cerrados pero pequeñas lagrimas bajaban
por sus mejillas.
...
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