La dulce espera
La celebración de Nochebuena termino a eso de las
tres de la mañana. Millie permanecía dormida en mis brazos, mientras que Joshua
estaba en los de Alice. En un par de ocasiones Edward había intentando quitar a
Millie de mis brazos pero ella se había soltado a llorar por lo que había
impedido que lo intentara nuevamente. Pero no tuve más opción que dejar que la
abrazara cuando llego la hora de ir a la cama.
—Tú no edes mami —reí al ver a mi esposo rodar los
ojos.
—Yo solo te llevo a la cama, no olvides que mami no
te puede llevar. —ella asintió acurrucándose contra su cuerpo y volviendo a
quedarse dormida, mi madre me ayudo a cambiarla mientras Esme y Edward se
hacían cargo de acomodar la cama y a Tobby que había permanecido la mayor parte
del tiempo en la habitación evitando a Joshua que no dejaba de hacerle
travesuras.
Salimos con cuidado de no despertarla, apenas
estuvimos fuera Edward me tomo en brazos haciendo que nuestras madres lo
reprendieran por hacer ese movimiento.
—Yo solo lo hago para que ya no camine más, y
ustedes me regañan. —les dio un beso a ambas que nos desearon buenas noches
para ir cada una a su habitación.
Abrió la puerta de la nuestra y el cerro con el pie
haciendo más ruido de lo que pretendía, me dejo con cuidado en la cama.
EVOP
La noche había sido completamente maravillosa y lo
mejor era ver que nuestra familia se había alegrado por la noticia de la
llegada de un nuevo Cullen, pero lo que era aun mejor era ver a nuestra hija
aceptar tan bien la llegada de su nuevo hermanito o hermanita, el verla correr
a abrazar nuevamente a Bella, nos indico que no era para ella, si no para la
pequeña vida que seguía desarrollándose en su interior.
Desde que me había enterado que sería padre por
segunda vez, no podía sentirme más feliz, mi sueño de tener un bebé con Bella
se había cumplido, pero lo mejor de todo era que ella podía cumplir uno de sus
más grandes anhelos, no podía evitar acariciarla o dejar mi mano cerca de su
vientre que aun seguía plano.
—Edward—volví a la realidad cuando escuche su voz
llamándome. —Me puedes ayudar con la cremallera.
—Una tarea difícil. —dije mirando lo tentadoramente
hermosa que seguía luciendo.
— ¿Me estás diciendo…—su protesta murió cuando mis
labios se unieron a los suyos
—Lo que quería decir con difícil, es que me
resultas muy tentadora. —le dije ayudándole con la cremallera, la deslice lentamente
dejando que mis dedos tocaran la suavidad de su piel, deje de respirar cuando
me di cuenta de que no llevaba sujetador.
— ¿Sucede algo? —negué apartándome de ella, para ir
por mi pantalón de pijama.
Sin poder contenerme la vi colocarse el pijama y
meterse bajo las mantas, me tomo un poco más de tiempo el recuperar mi
autocontrol y seguirla bajo las mantas, de inmediato se acomodo junto o mejor
dicho sobre mí como lo hacía cada noche, solo que esta vez me estaba costando
más trabajo el resistirme.
—Buenas noches. —me dio un beso en el pecho
haciéndome gemir. — ¿Te sientes bien? —pregunto entre sorprendida y divertida,
yo solo pude asentir cerrando los ojos con fuerza.
—Parece que te estuvieran torturando. —abrí uno de
mis ojos y la descubrí mirándome fijamente con una enorme sonrisa, se apoyo en
mi pecho y comenzó a dejar un par de besos.
—Detente. —le dije con la voz completamente ronca
por el deseo que sentía en ese momento, pero ella parecía no escucharme y
continuo con su jueguito que estaba terminando con mi paciencia. Tuve que
alejarla de mi y levantarme de la cama de un salto que provoco que casi cayera
al suelo.
— ¿Qué sucede? —pregunto sentándose con la sabana
pegada a su pecho, verla con el cabello un poco revuelto y su mirada dulce,
además de que la parte superior de su pijama dejaba claro la falta de una
prenda me impedía pensar con claridad, solo pude apretar el punta de mi nariz.
—Dame unos minutos. —le pedí saliendo de la
habitación y bajando a la cocina por un vaso de agua. Necesitaba despejar mi
mente y sobre todo lograr que el deseo que sentía por mi esposa quedara
controlado.
— ¿Hice algo mal? —me gire para verla detenerse
junto a mí, se mordía el labio inferior y no dejaba de verme con una mirada que
reflejaba culpa.
—Si…bueno no. —me lleve la mano al cabello y me
gire sin levantarme para dejarla entre mis piernas y abrazarla. Note la
confusión que mis palabras le habían provocado. —Solo eres demasiado tentadora
y mi autocontrol se iba a derrumbar en cualquier segundo.
— ¿Y qué importa? —deje mi rostro apoyado en su
pecho permitiéndole acariciar mi cabello, lo cual no había sido una magnífica
idea, inmediatamente sentí como una parte de mi cuerpo comenzaba a responder a
sus caricias.
—No podemos hacerlo. —la separe dejando mis manos sobre
sus brazos.
—Pero si ambos lo deseamos— su labio inferior
sobresalió levemente, pero el brillo de sus ojos demostraba la verdad de sus
palabras.
—No podemos hacerlo hasta que estemos seguros de
que él o ella está bien. —le dije acomodando mi mano en su vientre.
—antepondremos nuestras necesidades hasta que sepamos que todo está en
perfectas condiciones, no quiero que nada le sucede al bebé y mucho menos a ti.
— ¿Así que no haremos nada hasta después del
ultrasonido? —solo pude asentir. — ¡Eso es injusto! Para eso faltan semanas
—Hablas como si fueran muchas semanas, y te
recuerdo que son solo dos.
— ¡Es una eternidad! —reí con ganas al ver la
desesperación que sentía, jamás dejaría de sorprenderme.
—Puedes hacerlo cariño, podemos soportar.
—Sé que no es normal en mí, pero deseo mucho el
poder estar juntos… —se mordió el labio ocultando su rostro en mi cuello—
quiero que me hagas el amor.
—No estás ayudando. —le dije con voz entrecortada
lo que la hizo sonreír y pedir una disculpa.
—Lo siento. —ambos suspiramos, odiaba estar en esta
situación, pero no haríamos nada hasta no saber que nuestro bebé estaba
perfectamente bien. La tome en brazos para llevarla de vuelta a nuestra
habitación, donde después de un rato ambos pudimos dormir.
El día después de navidad la casa estuvo llena y el
ambiente era muy agradable, todos nuestros amigos estaban ahí, las risas y los
comentarios divertidos estaban presentes en cada una de las habitaciones. Rose
no paraba de hablar con Bella que no dejaba de sonreír y parecía que
inocentemente mantenía su mano en su vientre protegiendo a nuestro bebé, por su
parte Emmett se estaba divirtiendo a lo grande con Millie y Joshua, el era como
el tercer niño de la casa lo que era divertido.
La celebración de año nuevo pintaba que sería casi
igual a la de navidad pero hubo otra enorme sorpresa que nos alegro a todos.
Exactamente al inicio de un nuevo año, Emmett le había pedido a Rose que se
casara con él, y como era de esperarse ella acepto encantada dando un
espectáculo no apto para niños, por lo que me vi obligado a cubrir los ojos de
mi hija y recordarles donde se encontraban y que más tarde podrían seguir donde
se habían quedado, algo que me dijo que harían.
La mayoría de nuestra familia se marcho los primero
días, pero no sin antes hacernos prometer que los mantendríamos informados
sobre el embarazo. Los únicos que se quedaron en casa fuero Renee que cuidaría
de Bella hasta estar segura de que tanto ella como el bebé estaban bien. Y
claro que tamicen se quedo Emmett que siguió haciendo todo lo posible para que
Victoria y Demetri tuvieran su merecido.
El día del ultrasonido llegó. Tenía dos días que a
Bella le habían quitado la férula de la pierna dándole mayor libertad pero aun
seguía moviéndose con cuidado. Estaba sentada en la camilla moviendo sus
piernas que colgaba y sus manos no dejaban de apretar el borde de su blusa.
—Todo estará bien. —le dije abrazándola y
permitiendo que dejara descansar su cabeza en mi pecho.
—No sé porque estoy tan nerviosa. —susurro
—Creo que es normal, solo recuerda que todo estará
bien y que yo estoy contigo. —la bese con suavidad y antes de que nuestro beso
se intensificara, nos vimos interrumpidos por Dana que era mejor ginecóloga del
hospital y es por eso que le había pedido que se hiciera cargo de mi esposa.
—Espero que Edward te haya hablado bien de mí. —le
dijo mientras encendía todo y le levantaba la blusa para dejar al descubierto
su vientre.
—Me hablo de lo buena que eres—le sonrió con
amabilidad apretando mi mano y viendo al monitor que aun no mostraba ninguna
imagen.
—Si alguien me hubiera dicho que sería yo la
encargada de vigilar el embarazo de Isabella S…Cullen no lo hubiera creído,
¿tienes una idea de lo famosa que eres? —le dijo poniéndole un gel sobre el
vientre haciéndola saltar suavemente, la mire y ella solo dijo "frio"
— Es hora.
Le di un beso en la frente y dibuje círculos en el
dorso de su mano con mi pulgar, imágenes borrosas se comenzaron a mostrar en la
pantalla, se detuvo para permitirnos ver una pequeña imagen y escuchar un
sonido que ya nos era familiar, era nuestro bebé.
—Creo que no necesito explicarles nada. —ambos
dijimos un tenue no, yo estaba maravillado viendo la pequeñita figura que tenía
un corazón latiendo, nos estaba demostrando que era más fuerte de lo que
imaginábamos, él o ella había pasado unos días muy duros junto con Bella y aun
así seguía aferrándose a la vida, sin duda era nuestro.
Sin poder contenerme le di un beso en los labios de
Bella y limpie las mejillas húmedas por las lagrimas que no dejaban de bajar,
no estaba preocupado porque sabía que esas lagrimas no eran de dolor o tristeza
estas eran de felicidad una que compartíamos.
—Por lo que leí en el expediente, el bebé estaba en
los latidos más bajos, pero ahora está en los límites normales, además como
ustedes pueden ver—señalo la imagen donde estaba nuestro bebé— está
perfectamente implantado y listo para seguir creciendo.
—Eso quiere decir que no hay peligro…
—No. Pero quiero que la próxima semana venga a un
nuevo ultrasonido, solo para asegurarnos que las cosas siguen marchando bien.
—limpio el vientre de Bella. —los veo en mi consultorio.
Salimos del hospital donde varios de mis compañeros
de trabajo se acercaron a Bella para felicitarla por su embarazo y aliviados
porque estuviera en perfectas condiciones. Fuimos directamente a casa donde ya
nos esperaba Renee y Millie, la pequeña se aferro a la cintura de su mami y no
paro de preguntar si había visto a su hermanito, por lo que le mostré la imagen
que Dana nos había entregado.
—No veo a mi hemanito. —Bella me dio un golpe suave
en la cabeza por no explicarle con detenimiento, así que me acomode a su altura
y le explique cada parte de la imagen logrando que su boquita formara una
hermosa O. — Ta muy chiquito.
—Por eso está en la barriga de mami, ahí está protegido.
—Yo lo cuidade tabien. —envolvió la cintura de
bella besando su vientre y diciéndole al bebé que ella también lo cuidaría.
Renee estuvo a punto de llorar cuando vio la imagen
de su próxima nieta o nieto. Para celebrar lo bien que iban las cosas las lleve
a cenar a un restaurante que eligió la princesa de la casa, cenamos pizza
mientras Millie se divertía en los juegos que había en el lugar, Bella se pego
a mí y solo pude abrazarla y susurrarle lo mucho que la amaba.
—No puedo creer que cuando los vi juntos por
primera vez me opuse, ustedes están hechos el uno para el otro. —dijo con
emoción, Bella me rodeo la cintura con sus brazos.
—Edward y Millie son todo para mi, aunque eso está
por cambiar—dijo acariciando su vientre. —Al fin conseguí todo lo que he
deseado.
—Te lo mereces—susurre besando su cabello y dejando
mi mano sobre la suya que descansaba en su vientre.
Nos tomo más tiempo de lo que esperábamos convencer
a Millie de que había llegado la hora de marcharnos a casa, en el auto no
dejaba de quejarse por marcharnos a casa tan pronto y no dejarla jugar un poco
más.
Después de un baño obligo a Bella a recostarse
junto a ella para poder abrazarla mientras yo le contaba un cuento para que
pudiera dormir.
— ¿Porque solo abrazas a tu mami?
—Abazo a mami y al bebé. Lee el cuento papi.
—resignado comencé a leer el cuento que me había indicado, no tardo en
dormirse, pero lo más gracioso fue ver que Bella también estaba por quedarse
dormida, se levanto adormilada cubriendo a la pequeña y encendiendo la lamparita
e indicándole a Tobby su camita para que acomodara.
Cerré la puerta con cuidado para tomar en brazos a
mi bella esposa que acomodo su cabeza en mi hombro y no protesto como lo
esperaba, la deje con cuidado sobre la cama, le di un beso en los labios para
después ir a la ducha.
Al salir me encontré con mi bella esposa dormida,
me acomode en mi sitio y la atraje hacia mí con cuidado de no despertarla.
—Te amo. —le susurre.
—Yo también te amo. —dijo media dormida, sus ojos
se abrieron pero se notaba que luchaba por mantenerlos abiertos.
—Ahora solo duerme pequeña.
—Tengo algo más en mente. —sin darme tiempo a
reaccionar se acomodo sobre mí. —prometiste que si todo estaba bien…
—Sé lo que prometí, pero no olvides que tenemos
visita…—su boca se posiciono sobre la mía, se notaba el deseo y la impaciencia
que había acumulado en su hermoso cuerpo que tembló con solo dejar mis manos
tocar una sección de su anatomía.
—Por favor. —murmuro contra mis labios, frotándose
contra mí. Se incorporo quedando sentada y desabrochándose lentamente la parte
superior de su pijama dejando al descubierto la hermosa piel que poseía, pero
mi boca se seco al notar sus senos al descubierto, mis manos tocaron sus
piernas subiendo suavemente rozando su cadera hasta llegar a la piel desnuda de
su cintura y subir por sus costados sintiendo la suavidad de su piel. —hazme el
amor, Edward. Te deseo.
—No quiero lastimarte, no estoy…—uno de sus dedos
se detuvo en mis labios.
—Ambos somos médicos y, sabemos que esto no pone en
riesgo la vida de nuestro bebé. —cerré los ojos intentando que mi cuerpo no
reaccionara de la manera que lo estaba haciendo, no quería que fuera algo como
la última vez.
La obligue a inclinarse hacia mí para poder
capturar sus labios en los míos, mis manos acariciaban su piel que parecía ser
de seda, abandone sus boca para descender por su cuello hasta sus hombros
dejando que mis manos entraran bajo el pantalón de su pijama acariciando una
zona que solo me estaba permitida a mí.
Los besos y las caricias se hicieron más demandantes,
pronto no había ninguna barrera sobre nuestros cuerpos, la fricción que había
entre ellos nos hacía sentir el calor y la necesidad de cada uno, gemí
suavemente al sentir el calor de su feminidad sobre mi excitación y el roce de
sus duros pezones sobre mi pecho. Mantenía su rostro ligeramente hacia atrás
permitiéndome apreciar cada uno de sus hermoso gestos, sus ojos cerrados, sus
mejillas sonrojadas y sus labios entreabiertos que dejaban escapar sus suaves
jadeos.
La acomode sobre la cama, para poder recorrer sus
cuerpo con mayor libertad, bese su garganta, sus hombros, seguí por cada uno de
sus senos con los que jugué con las duras puntas para seguir descendiendo hasta
llegar a su vientre donde deje un par de besos sin apartar mi mirada de la suya,
en ella me encontré el amor y el deseo unidos.
Cuando hube disfrutado de cada una de las partes de
su cuerpo me prepare para al final poder unirnos en uno solo, separe sus
piernas con suavidad hasta posicionarme en el lugar indicado, deje que
lentamente su intimidad me envolviera, deje mis manos justo al lado de su
cabeza.
—Te amo. —repetí antes de besarla nuevamente y
comenzar a moverme en su interior.
Aunque deseaba hacerlo mucho más rápido tenía miedo
de lastimarla por lo que me mantuve en un ritmo intermedio haciéndola gemir y
hacer que sus caderas se mecieran al mismo ritmo que las mías, intento un par
de veces que nuestros cuerpos estuvieran completamente unidos y no solo por la
pelvis, pero me opuse ya que no quería que ella soportara todo mi peso, sus
manos se cerraron en torno a mis brazos y sus uñas se encajaban tras cada
embestida que la hacía estremecer.
Nuestros labios se vieron forzados a separarse en
repetidas ocasiones en busca de aire, pero tuve que capturarlos nuevamente al
escuchar su gemidos demasiado altos lo que nos pondría en evidencia, mi nombre
y gemidos de placer era lo único que abandonaba sus labios, y yo no podía parar
de repetir su nombre, la sentí presionarme entre sus paredes, sus uñas se
enterraron en mi piel y como su espalda se arqueaba para lanzar un gritito de
pura satisfacción, un par de minutos después fue el tiempo de que alcance el
éxtasis y me libere dentro de ella. Salí con cuidado para dejarme caer a su
lado atrayéndola hacia mí.
Deje que nuestras respiraciones se hicieran mas
uniformes para poder decirle lo maravillosa que era, pero en lugar de eso solo
pude soltar una risita y cubrirla, se había quedado completamente dormida, pero
sabía que lo había hecho estando absolutamente satisfecha.
A la mañana siguiente me desperté antes que ella
que permanecía dormida boca abajo dejando al descubierto su espalda, le di un
par de besos antes de levantarme y meterme bajo el agua de la ducha. Al
terminar me envolví la toalla en la cintura para ir en busca de mi ropa.
—Buenos días mi Bella durmiente. —me apoye en la
cama para poder alcanzar sus labios. — ¿Dormiste bien?
—Buenos días amor. —se giro cubriendo su desnudes
con la sabana.
Entre al armario para tomar uno de los pantalones
que me pude para poder regresar a la habitación, fui hasta la cómoda en busca
del resto de las prendas mientras de reojo veía a mi hermosa esposa
debatiéndose si levantarse o no.
— ¿Tienes cirugía esta tarde? —pregunto sentándose
en el borde de la cama mientras halaba de la sabana para poder levantarse.
—Solo una a las 3 pero es larga. —dije abrochando
mi camisa. —Bella…—alcance a llegar junto a ella para envolverla en mis brazos
y evitar su caída, apoyo su rostro en mi pecho sin soltar la sabana que la
cubría. —recuéstate un poco más.
—Solo creo que me levante muy de prisa y todo me
dio vueltas.
—Parece que alguien ya le comenzara dar un poco de
lata a mamá. —acaricie su vientre besándola con suavidad.
Estuve al pendiente de cada uno de sus movientes,
juntos salimos de la habitación a la cocina donde estaba una Renee alegre
platicando con Maggie que preparaba el desayuno.
—Hoy madrugaste mamá. —la abrazo para sentarse
junto a ella y robar una fresa de su plato. La salude como cada mañana y me
senté al otro lado de mi esposa comenzando a desayunar, pero me tuve que
levantar al escuchar celular sonar.
BVOP
La noche había sido completamente magnifica, al
principio él había puesto un poco de resistencia y hasta creí que me
rechazaría, pero al final todo había resultado perfecto, ambos habíamos
disfrutado nuestra unión, teníamos semanas sin pasar una noche tan apasionante
como la que habíamos disfrutado y sabia que no sería la última, solo esperaba
que el no me encontrara repugnante cuando mi vientre aumentara varias veces su
tamaño.
— ¿Sucede algo? —le pregunte a mi madre que parecía
divertida, removí mi té antes de llevármelo a la boca y comprobar que tenía el
sabor perfecto.
—Es solo que deberían de moderar su efusividad.
—sin poder evitarlo escupí el poco contenido de té que había en mi boca.
— ¡Mamá! —limpie mis labios sintiendo mis mejillas
arder, — ¡Es vergonzoso!
—Solo lo digo para que lo tomen en cuenta.
— ¿Qué debemos de tomar en cuenta? —mis mejillas
ardieron aun mas al escuchar la pregunta de Edward. — ¿Te sientes bien cariño?
—Solo esta avergonzada. —respondió mi madre
divertida. Y Edward me miro sin comprender.
—Nuestra noche no fue tan discreta. —le susurre y
el inmediatamente abrió los ojos completamente, se sonrojo como pocas veces lo
había visto y bajo la mirada para no ver a mi madre que había comenzado a reír.
—Solo es para que lo tomen en cuenta hijos, no los
estoy juzgando porque se lo que las hormonas hacen en nosotras. —me puse aun
mas roja si podía, cubrí mi rostro con ambas manos. No podía creer que mi madre
estuviera hablando de eso con tanta tranquilidad, además de que sonaba muy
divertida.
—No ayudas mamá. —dije pegando mi rostro al cuerpo
de mi esposo que comenzó a reír.
Después de que Edward se fue al trabajo Millie no
tardo en despertar y bajar a la cocina donde sabía que nos encontraría. Esa día
Edward llego mas tarde de lo habitual y se notaba algo abatido, lleve a mi
pequeña a la cama y estuve con ella hasta que se durmió, platique un poco con
mi madre y finalmente entre a nuestra habitación que estaba vacía.
Espere por un largo tiempo pero mi esposo no
aparecía por lo que fui a buscarlos. Lo encontré en el estudio con un vaso de
brandy en la mano y la mirada perdida en la ventana.
—Solo espero que no tengas planeado besarme después
de beber eso. —le dije logrando su atención, miro su vaso y a mí y finalmente
dejo su vaso de lado. Me acomode sobre su regazo acariciando su rostro. — ¿Qué
sucede?
—Nada. —enarque una ceja obligándolo a suspirar.
—Recuerdas que te dije de una cirugía—asentí—murió.
—Pero no es tu culpa amor. —acune su rostro
besándolo.
—Sé que no lo fue, pero la esposa del hombre me
culpo de lo sucedido y toda la tarde he estado pensando si realmente hice todo
lo que estaba en mis manos o cual fue mi error.
—Sé que hiciese todo lo que estaba en tus manos. No
te culpes por algo que sabes perfectamente no es tu culpa, no siempre se logran
salvar todas las vidas, y eso tú lo sabes. —apoyo su cabeza en mi pecho, al
tiempo que envolvió mi cintura con sus brazos. —Perder a un ser amado es
doloroso y a veces es más sencillo culpar a alguien más, pero hay ocasiones en
las que por más que lo intentes las cosas no cambiaran.
— ¿Qué haría sin ti?
—Lo pasarías muy mal. Ahora vamos a la cama que
tengo sueño. —me levante tomando su mano y llevándolo conmigo a nuestra
habitación.
Una semana después mi madre se despidió de nosotros
y nos obligo a prometer que seriamos discretos y sobre todo que la
mantendríamos informada de cómo el embarazo iba progresando.
La segunda cita a la ginecóloga fue a la semana
como estaba programada y esta vez tuvimos una pequeña acompañante que no dejaba
de preguntar y parecía tener encantada a Dana. Cuando me indico las vitaminas y
todo lo que debía de tomar Millie se ofreció a cuidar de que lo hiciera.
EVOP
Habían pasado un par de semanas que habían sido
bastante duras. Demetri había salido del hospital y había ido directamente a
los juzgados donde mi esposa había tenido que ir a declarar para que ese hombre
al fin recibiera su merecido. Había sido duro, pero ella había sido fuerte y
respondido a cada una de las preguntas sin mirar a los padres y al mismo
Demetri. Yo no podía estar más orgulloso de ella.
El viernes por la mañana en todos los periódicos
más importantes del Reino Unido y del mundo, se dio a conocer que uno de los
Volturi iría preso, pero la noticia contaba las razones por lo que su familia
se vio sumida en un escándalo que afecto los negocios y quitándolos de la lista
de una de las familias más importantes.
Por su parte Victoria también tuvo su merecido por
aliarse con Demetri, una cosa llevo a conocer todo en lo que ella se había
visto envuelta, lo que provoco un escándalo y se vio completamente sola y sabia
que al salir de prisión tendría que buscar un trabajo que no tuviera nada que
ver con el modelaje o el espectáculo, nadie la contrataría después del
escándalo en el que se veía envuelta, además de que no podría acercarse jamás a
nuestra familia.
Emmett se había marchado de la ciudad cuando todo
estaba arreglado, estaba impaciente por ver a su prometida.
De nuevo todo volvía a la normalidad y yo
disfrutaba de ver la felicidad en el rostro de mi esposa, lo mejor era ver que
su cuerpo había comenzado a tener cambios, su vientre se había abultado un poco
pero se negaba a ir a comprar ropa premamá ya que insistía que aun podía
utilizar la suya.
A mediados de febrero tuve que ir a dar una
conferencias fuera de la ciudad, al principio me había negado pero Bella me
había alentado a ir sabiendo que eso haría aun más conocido. Había estado fuera
durante una semana que me había parecido eterna y cuando regrese al abrir la
puerta escuche la risa de mis dos chicas y el inconfundible aroma de pastel de
chocolate.
— ¡Papi! —mi pequeña se bajo del banco en el que
estaba sentada para saltar a mis brazos y llenar mi rostro de besos. —Cuide a
mami y mi hemanito. Tobby tabien me ayudo.
—No me dejaban hacer nada. —la vi llevándose una
trozo de pastel a la boca, baje a mi hija con cuidado para acercarme a ella.
Me detuve cuando estuve frente a ella, en esa
semana su vientre se había abultado un poco más, la blusa que llevaba en lugar
de ocultar la protuberancia la hacía más notoria, parece que mi mirada la puso
un tanto nerviosa ya que comenzó a morder su labio e intento cubrir su vientre.
—Te ves hermosa. —la abrace con cuidado hasta dejar
que su barriguita chocar contra mi cuerpo, me incline hasta capturar sus labios
en un beso en el que le demostraba lo mucho que la había extrañado y lo mucho
que la amaba.
Ese fin de semana fuimos de compras para llenar su
armario con la ropa que ella necesitaba, Millie ayudo a elegir varias de las
prendas que Bella decidió comprar, era agradable ver que la llegada de un bebé
no era algo que afectara a nuestra princesa, al contrario, ella parecía encantada
con la idea de tener un hermanito o hermanita.
A finales de abril tuvimos que viajar a Italia
donde se celebro la boda de Rosalie con Emmett, al inicio de la ceremonia la
primera en entrar fue Millie que era la niña de las flores, iba dejando caer
pétalos de rosa por el camino y no paraba de saludar cuando veía a alguien
conocido lo que la hacía lucir muy encantadora, Emmett la levanto solo para
darle un beso y dejar que fuera a tomar su lugar junto a su abuela. Durante
toda la ceremonia no pude apartar mi brazo de la cintura de mi esposa que
permanecía apoyando su rostro en mi hombro suspirando, sabía que nuestra boda
no había sido lo que yo hubiera deseado que fuera, pero en ese momento no
podíamos arriesgar la seguridad y la tranquilidad que habíamos conseguido.
—Lo siento. —le susurre cuando nuestros amigos
decían sus votos, ella levanto su rostro y me miro extrañada. —Se que nuestra
boda no fue…
—Nuestra boda fue perfecta. —me dio un pequeño
beso. —Yo no necesitaba un vestido de princesa de cuento de hadas, tampoco una
ceremonia llena de invitados y mucho menos que fuera lujosa. Lo único que yo
necesitaba era tenerte junto a mí.
—Creo que el novio es una pieza clave en una boda.
—me burle haciéndola reír con suavidad, la apreté contra mi cuerpo dejando mis
labios en su sien.
La fiesta fue en una Villa que se encontraba
rodeada de grandes y verdes prados. Podía decir que la fiesta era algo grande,
en ella había desde actores, cantantes y jefes de estado, pero la mujer más
hermosa era la que mantenía en mis brazos, el vestido lo había diseñado mi
hermana, resaltaba sus senos que habían crecido por el embarazo y qué decir de
su vientre.
Disfrutamos de la alegría de nuestros amigos que al
caer la noche se despidieron para ir a celebrar su luna de miel, el cual aun
ignorábamos el destino, pero conociendo al grandulón sabia que sería bueno ya
que él hacia todo lo posible por complacer a su ya esposa.
Fue en Italia junto a nuestra familia que le pedí a
Bella él volver a Seattle para estar más cerca de nuestra familia.
— ¿Qué hay de tu trabajo? —pregunto mirándome
sorprendida.
—Hable con Louis y está encantado de volver a
tenerme en su hospital, además de que dijo que seria maravilloso que tu
regresar. —le dije sabiendo que ella quería volver a trabajar, quería estar de
vuelta laborando en un hospital y esta era una buena oportunidad, además ya no
había nada que temer del volver a nuestro país, para poder estar cerca de nuestra
familia.
— ¿Ya lo tenía planeado y no me habías dicho nada?
—No quería decirte nada hasta no tener todo listo.
Ya conseguí una casa y mi madre se hizo cargo de la decoración, claro que una
habitación está esperando a que seas tú la que la decore. —dudo por unos
segundo pero después me envolvió en sus brazos dejando que su barriga chocara
contra mi abdomen.
— ¿Lo sentiste? —pregunto dejándome claro que el
movimiento no había sido mi imaginación, nuestro bebé se había movido
dejándonos saber que estaba entre nosotros.
— ¿Es la primera vez que lo hace? —ella asintió
dejando mi mano en su vientre, y dejo escapar un par de lagrimas cuando volvió
a hacerlo, pensé que le dolía pero ella me dejo claro que solo era por la
emoción de sentirlo moverse, era simple felicidad.
En julio ya estábamos de vuelta en Seattle,
habíamos decidió el no vender nuestra casa en Londres ya que era una ciudad que
nos encantaba y era bueno tener donde llegar cada vez que deseáramos ir de
vacaciones. Bella estaba siendo atendida por Heidi quien al vernos no paro de
gritar y estuvo más que encantada de ser la ginecóloga de Bella.
Era viernes por la tarde, detuve el auto fuera de
nuestra casa que estaba a las afueras de la ciudad por lo que era una zona muy
tranquila, justo lo que ambos queríamos, había prados que permitirían a
nuestros hijos el jugar libremente y no verse encerrados en la casa por los
peligro s que los rodeaban al salir de casa, era una zona perfecta para criar a
nuestros hijos.
Entre a la casa escuchando una suaves notas
provenientes de la planta superior , las llame un par de veces pero ninguna
respondió por lo que solo seguí el sonido de la música y las encontré en la
habitación de bebé, Bella tenía su espalda recargada en la ventana mientras que
Millie no dejaba de acariciar la hablar con su hermanito.
—No habíamos quedado en terminar de pintar mañana.
—le dije al ver la ropa y los rostros de ambas manchada de pintura azul.
—Pero mañana estará aquí Esme y Alice para ayudarme
a acomodar las cosas del bebé, recuerda que mañana las traerán. —me recordó.
Millie le dio un beso en el vientre y se levanto
para ir a saludarme y manchar mi camisa favorita de pintura azul, ella se
disculpo y mi linda esposa no podía parar de reír antes lo que acababa de
ocurrir.
—Lo siento papi. —se disculpo mi pequeñita
limpiando sus manitas en su ropa que ya estaba completamente manchada.
—No te preocupe princesa, ya era hora de comprar
una nueva. —le dije besando su frente, aunque en realidad me dolía la perdida
de mi camisa preferida.
—Hora del baño señorita. —anuncio Bella haciendo
que Millie corriera a su nueva habitación que había sido decorada por ambas y
había quedado como el de una princesa. — ¿Me ayudas?
La ayude a levantarse y la deje ir a cuidar a
Millie mientras esta se daba una ducha. Dejamos que nuestra pequeña jugara con
tobby mientras que nos dábamos una ducha, tuve que salir después que ella, ya
que necesitaba un poco de agua helada.
Salí con la toalla envuelta en mi cintura y me
quede de pie mirando como Bella se movía de un lado al otro en busca de algo,
se había vestido con un vestido floreado que enmarcaba sus pechos y su hermosa
barriguita.
— ¿Qué perdiste esta vez? —le pregunte divertido.
—Mis bailarinas. ¿Podrías ver si están debajo de la
cama? —me encogí de hombros y me asome debajo de la cama donde los encontré y
la ayude a colocárselos.
Los antojos no habían sido como el de muchas
mujeres, no me había obligado a levantarme en la madrugada para ir en busca de
helado, al contrario se había obsesionado por las aceitunas y la mermelada de
fresa lo que me resultaba repulsivo pero ella parecía adorarlo, por lo que me
limitaba a comentar algo al respecto.
Conforme su vientre había crecido habíamos que
tenido que adoptar nuevas posturas para cuando queríamos estar juntos, y es que
Renee había tenido mucha razón al decir que las hormonas eran algo que la
mantendrían descontrolada, al principio su deseo había aumentado, no es que me
quejara de hacer el amor cada noche si no al contrario es algo que me gustaba
ya que se había vuelto completamente desinhibida, lo más gracioso había sido
cuando una noche me había preguntado que si era algo normal o se estaba
convirtiendo en una ninfómana.
— ¿En que piensas? —pregunto besando mi pecho, lo
que erizo mi piel.
—En que tengo una esposa ninfómana. —bufo dando un
golpe en mi pecho.
—No es gracioso. —acune su rostro para poder
besarla. —las hormonas me vuelven loca.
—Y me encanta.
BVOP
El cambio había sido en el momento adecuado,
nuestra casa era simplemente perfecta y Millie estaba encantada de saber que
sus abuelos y sus tíos estaban más cerca por lo que podría verlos muy a menudo.
El decorar la habitación de mi bebé era lo que me
mantenía ocupada y muy contenta, mi sueño estaba completo y era muy divertido
ya que contaba con la ayuda de mi pequeña que estaba impaciente por la llegada
de su hermanito, al principio me había rehusado a saber si era niño o niña,
pero al final había terminado cediendo a la curiosidad y había pedido que me
dijeran lo que seria y cabe decir que Edward había quedado fascinado con la
noticia.
La llegada de Esme y Alice había provocada que
nuestra casa se convirtiera en un gran alboroto, Joshua y Millie jugaban y
discutían con regularidad pero se les pasaba en cuestión de minutos. Entre las
tres logramos decorar la habitación del bebé, lo que me dejo terriblemente
cansada, me recosté un rato y cuando desperté me encontré con un pequeño
cuerpecito pegado al mío, era mi hermosa princesita que estaba en el mundo de
los sueños.
Una semana había pasado y nuestra visita seguía en
casa, no es que me quejara pero había momento en los que desearía que mi cuñada
no tuviera tanta energía y me dejara descansar un poco. Habíamos ido de
compras, a comer, al spa, a la juguetería y a todos los lugares que el duende
había deseado. Edward se había molestado un poco al ver que me dejaba exhausta.
—No seas gruñón Edward—le dijo Alice mordiendo una
manzana, mientras yo mantenía mi espalda pegada al cuerpo de mi esposo que
masajeaba mis hombros.
—No olvides que Bella esta en las últimas semanas.
—Pero solo hemos hecho lo necesario, hacían falta
cosas para el bebé y además tenía que mimarse un poco.
— ¡El bebé ya tiene más ropa de la que estoy seguro
va a utilizar!
—Solo deseo que mi sobrino tenga todo lo que
necesita.
— ¡Basta! No van a discutir por algo como esto.
—intervine mirándolos a ambos que no dejaban de lanzarse miradas y al final
Alice levanto los brazos a manera de rendición.
Los siguientes días los pasamos acomodando la ropa
del bebé en los cajones y aprovechamos para acomodar la mochilita que sería la
que me llevaría al hospital para cuando naciera. Las noches se las dedicaba a
mi pequeña que había pasado de estar siempre con una sonrisa a apartarse en su
habitación con tobby, pero lo que más me dolió fue notar que me estaba evitando
a mí.
La cena fue preparada por Esme y debo de decir que
era sumamente deliciosa, me levante para servirme un poco más y me incline para
besar la mejilla de mi hija pero ella se aparto dejando en claro que no me
quería cerca, lo que provoco un silencio, se levanto sin terminar de cenar y se
fue a su habitación.
— ¡Millie Cullen! —le grito Edward al ver que
desaparecía por la puerta, lo tome del brazo impidiendo que fuera detrás de
ella.
— ¿Qué fue eso? —preguntó Esme
—No lo sé pero lo averiguare en un momento. —le
entregue mi plato a Edward y le pedí que me dejara hacerme cargo. Subí las
escaleras y me detuve fuera de la puerta de mi péquela donde claramente podía
escuchar unos sollozos.
—Toc, toc. —dije abriendo la puerta y viéndola
echada en la cama con la carita oculta en las almohadas y Tobby intentado subir
a su cama para ver que le sucedía. — ¿Puedo pasar princesa?
—No. Vete —resople y entre cerrando la puerta
detrás de mí, me acerque hasta acomodarme junto a ella y acariciar su cabello,
pero ella intento separar mi mano y se alejo de mi.
—Que es lo que sucede mi amor. —sus ojitos azules
se posaron en los míos, con el dorso de su manita limpio sus mejillas y su
naricita.
—Ya no… ya no me quieden—lleve mis manos a mi pecho
al sentir la opresión que habían ocasionado sus palabras.
— ¡Te amamos! —me acerque un poco más para retirar
los mechones de cabello que cubrían su rostro.
—Todos quieden más al bebé.
—No queremos más al bebé que a ti corazón, lo
queremos de la misma manera que te queremos a ti.
—No es cieto, ya no jugan comigo. —hale de ella
obligándola a acercarse a mí para poder abrazarla, hundió su rostro en mi pecho
para comenzar a llorar de nuevo, apreté su cuerpecito sintiendo como se
contraía.
—Lo siento cariño, pero tú sabes que te amamos.
—Ya no quiedo un hemanito. —se sentó frente a mi
cruzando sus piernitas y limpiando nuevamente su naricita y sus mejillas.
—El bebé te quiere. —le dije recordando las veces
que se había movido al escuchar la voz de su hermana que no dejaba de
platicarle.
—Quiedo que lo manden a la casa en londesh, ¡no lo
quiedo aquí! —grito molesta, lo que me rompió el corazón. Sin darme cuenta
había sido una mala madre, había descuidado a mi pequeña por estar envuelta en
la llegada de nuestro nuevo bebé.
— ¿Te gustaría que yo me fuera? —pregunte temerosa
de que su respuesta fuera sí.
—Solo quiedo que él se vaya. —señalo mi vientre.
Tome una enorme bocanada de aire.
—Si quieres que tu hermanito se vaya a Londres yo
tendría que irme con él. —le dije conteniendo las ganas de llorar.
—No quiedo que te vayas, yo te quiedo mami. —se
levanto con dificultad y me envolvió en sus bracitos, hundí mi rostro en su
cuello. Le repetí lo mucho que la quería.
—Puede que el bebé tenga más atenciones pero es
porque es pequeño, pero tú siempre serás mi niña especial, eres mi princesita y
eso nada lo va a cambiar, yo te amo. —le dije apartando las lagrimas de sus
mejillas. —Además no olvides que tú serás la hermana mayor de este pequeñín.
— ¿Pode cuídalo?
— ¡Claro!, ¿que dices su vamos a terminar de cenar?
Cuando regresamos a la cocina todos nos miraron
pero no dijeron nada, ambas terminamos de cenar y me sentí bien al notar que mi
pequeña volvía a sonreír alegremente, vimos la televisión un rato hasta que mi
pequeña se quedo profundamente dormida en mis piernas. Ayude a Edward a ponerle
el pijama para después irnos a nuestra habitación donde me ayudo a ponerme el
pijama.
—Ahora puedo saber qué es lo que sucedió
—Se sintió desplazada por la llegada del bebé, noto
que todos estábamos mas absortos en los preparativos del bebé, que de ella y sintió
celos.
—Creo que debemos de tener más cuidado en nuestras
acciones. —asentí tratando de encontrar una posición mas cómoda para dormir,
pero ya me era casi imposible debido a que mi pequeño elegía los peores
momentos para moverse.
Esa noche me desperté un par de veces y no pude
contenerme de bufar lo que hizo que Edward se levantara de un salto.
—Lo tengo. —lo mire sin entender, entro corriendo
al armario.
— ¿Qué haces Edward? —le pregunte intentando
incorporarme, pero vaya que me costaba trabajo.
—No te preocupes cielo. —salió del armario con un
pantalón deportivo, una sudadera y colocándose los tenis.
—Edward…
—Respira ya lo tengo. —tomo la mochilita que Esme
había preparado para mí.
— ¡Detente! —grite desesperada al ver que no estaba
poniendo atención, se detuvo y me miro como si fuera la primera vez que me
viera.
—Estas muy tranquila para…
—No estoy en trabajo de parto, solo me queje porque
este pequeñito se estaba moviendo y no me dejaba dormir.
—Pudiste decírmelo antes. —rodee los ojos.
— ¡Lo intente! —le dije dejándome caer con cuidado,
la parte buena de toso este show fue que se desvistió lentamente dándome una
excelente vista de su cuerpo.
A la mañana siguiente se lo conté a Esme y Alice
que no pararon de reír y mi esposo solo gruño pero no se quejo, ahora cada vez
que emitía un ruidito extraño me preguntaba si era hora o solo estaba incomoda.
Dos semanas después estábamos todos reunidos en
nuestra nueva casa celebrando que Carlisle había recibido un reconocimiento por
sus años de servicio y por ser uno de los neurocirujanos más importantes,
además de que Rose y Alice habían recibido una carta donde les pedían
participar en la semana de la moda de New York y Milán.
Estábamos sentados en el comedor riendo porque
Alice había contado el incidente de la falsa alarma y mi esposo no paraba de
defenderse alegando que solo se había preocupado por mí, pero eso no lo salvo
de ser la burla de Emmett por un cuarto de hora, hasta que Rose comenzó a
contar algunas de él lo que nos tenia riendo y a él mirando molesto a su rubia
esposa. Contuve la respiración al sentir un dolor en mi vientre que me llego
hasta la columna habiéndome presionar la pierna de mi esposo que solo acaricio
mi mano sin dejar de reír.
—Edward—lo llame por lo bajo, pero el solo me dio
un beso en el cabello y sigue participando en los comentarios, comencé a
respirar intentando que la contracción se me pasara para poder hablar.—Edward…
—Lo sé cariño, solo Emmett puede hacer algo
así…—levante mi rostro y mire a mi pequeña que me miraba fijamente, por lo que
evite hacer alguna mueca de dolor, apreté aun más fuerte la pierna de mi
esposo.
— ¡auch! —se quejo viéndome fijamente y poniéndose
pálido. — ¿Cariño?
—No hagas un escándalo, no quiero asustar a Millie,
pero es hora.
— ¿Es hora? —asentí.
Se levanto de su asiento empujando la silla que
cayó al suelo lo que puso sobre aviso a todos y comenzaron a moverse como
locos, las chicas fueron a la habitación por las cosas y las subieron al auto,
todos corrían de un lado al otro.
— ¿Estas bien? —pregunto Esme que se acomodo junto
a mi apretando mi mano mientras veíamos a todos correr de un lado al otro.
Me levante para ir a la entrada y poder subir a la
camioneta donde ya estaban las chicas, antes de llegar Emmett se subió en el
lado del copiloto, Edward se subió en el lado del conductor de un salto y
arranco dejándome ahí de pie, no sabía si llorar por la contracción o reír por
lo que estos hombres tonto estaban haciendo, la camioneta se detuvo en seco y
regreso hasta detenerse junto a mí, a penas la puerta se abrió escuche a las
chicas gritar y hacer que Emmett bajara y muy rojo me ayudo a subir.
—Iremos detrás de ustedes, respira cariño. —me
indico Esme antes de cerrar la puerta y dejarnos marchar.
Edward se las ingenio para conducir con una mano,
mientras que con la otra mantenía mi mano apretada, llegamos al hospital por el
área de urgencias donde Heidi ya estaba esperándome junto con un camillero y
una silla de ruedas para llevarme dentro.
Las chicas se ocuparon de estacionar la camioneta
en el lugar de Edward mientras él me acompañaba, me instalaron en una
habitación y comenzaron a monitorear las contracciones.
—Al paso que va, en unas horas tendremos a alguien
con nosotros. —anuncio Heidi emocionada y me aseguro que seria Ángela quien la
asistiría.
Las chicas llegaron con mi bolsa y la del bebé, se
mantuvieron conmigo y junto con Edward que estaba bastante nervioso, parecía
padre primerizo lo que lo hacía verse a un más tierno.
Me tuve que levantar ya que me canse de estar
recostada, cuando una contracción llegaba solo podía ocultar mi rostro en el
pecho de mi esposo que me estrechaba en sus brazos acariciando mi espalda.
—Yo esperaba gritos algo así de ¡No volverás a
tocarme Cullen! —gire mi rostro para ver al oso entrar con mi hija en brazos
que se removió para que la bajara y correr a abrazarme.
—Podrías callarte Emmett. —le pedí apretando los
labios por una nueva contracción y tratando de no gesticular mucho por la
presencia de mi pequeña.
— ¿Ya va a nace mi hemanito? —pregunto a lo que yo
solo asentí— ¿Cómo?
Ante esa pregunta Emmett se echo a reír y yo tuve
que apretar los dientes y aferrarme a mi esposo al sentir que la contracción en
lugar de disminuir seguía aumentando, me sostuvo para volver a acomodarme en la
cama donde mi pequeña se acomodo junto a mí y le pidió a su hermanito que no me
lastimara tanto.
Cerca de dos horas después todos tuvieron que salir
de la habitación y me llevaron a quirófano ya que estaba algo agotada y no
sabían si podía soportar que fuera un parto natural, al principio me sentí algo
avergonzada de ver tantas caras conocidas y yo estaba ahí completamente expuesta, pero todo se me olvido cuando me indicaron que era momento de comenzar
a pujar para darle la bienvenida a nuestro pequeño.
Edward se mantenía a mi lado susurrándome lo mucho
que me amaba y que ya faltaba poco para que nuestro bebé estuviera entre
nosotros.
—Solo un poco mas cielo, solo un poco. —pidió
dejando una escapar un chillido de dolor al sentir la presión de su mano.
El tiempo se me hacia eterno y el dolor era más
grande de lo que me había imaginado, mi frente estaba bañada en sudor por el
esfuerzo y cuando creía que ya no podía mas, escuche el llanto más hermoso que
me hizo sonreír aun con los ojos cerrados. Escuche que Heidi dejaba que Edward
cortara el cordón y como todos se ponían en movimiento, sabía que estaban
revisando que mi pequeño estuviera en perfectas condiciones, eso yo l había
hecho miles de veces.
—Es precioso. —abrí mis ojos para encontrarme de
frente con mi esposo que me beso con dulzura, limpio mi rostro para después
alejarse y cuando regreso no lo hizo solo.
—Alguien quiere conocer a su mami.
Me lo mostro dejando que viera la hermosa mata de
cabello cobrizo, le di un beso en la cabecita lo que provoco que abriera sus
ojitos dejándome ver sus hermoso orbes verdes, era una copia de Edward y eso lo
hacía más precioso, era nuestro bebé.
Ángela se llevo a mi pequeño prometiendo que lo
cuidaría muy bien, además de que no tendría oportunidad de extrañarlo porque lo
tendría pronto en mi habitación.
Me alegre de que antes de que todos entraran a
conocer al nuevo miembro, me dieran la libertad para amamantarlo, al principio
sentí una ligera molestia pero después de un momento me acostumbre a sentir
como succionaba, acaricie su rostro con la yema de mis dedos como si en
cualquier momento fuera a desaparecer.
—Te ves aun más linda con ese pequeñito en tus
brazos, veo que ya hay otro hombre en tu vida. —se acomodo junto a mi
contemplando como el movimiento de su boquita se iba haciendo más lento hasta
soltarse por completo, cubrí mi seno y lo acomode para golpear su espaldita y
obligarlo a sacar el aire acumulado.
—Tienes que acostumbrarte que hay otro hombre en mi
vida, pero sabes que ninguno sustituirá lo que siento por ti. —lo bese acunando
a mi bebé.
—Ya están poniéndose melosos. —me separe irritada
por que Emmett hablara tan fuerte.
Poco a poco la habitación se fue llenando, estire
mi cuello intentando encontrar una pequeña figura, pero no la encontraba y
antes de que preguntara la vi aparecer entre las piernas de las chicas, en sus
manos llevaba un osito. Edward la ayudo a subir a la cama y
lentamente se acerco hasta quedar junto a mí y ver a su hermanito.
— ¿Es para tu hermanito? —pregunte señalando el
osito y ella asintió dejándolo sobre el cuerpo del bebé. — ¿Quieres darle un
beso? —asintió.
Edward la tomo en brazos para levantarla un poco y
yo incline un poco a mi pequeñito que recibió el beso de su hermana mayor.
Se lo entregue a Edward para que permitiera que los
demás lo conocieran, mientras que yo mantenía a mi hija en mis brazos que se
acurruco y se quedo dormida.
La habitación estaba completamente llena y en
cuestión de horas comenzaron a llegar arreglos florales por parte del personal
del hospital que nos conocían y sabían que el pequeño Cullen había nacido.
— ¿Y cómo le pondrán? —pregunto Rose que lo tenía
en sus brazos.
—Ethan Cullen. —contesto Edward abrazándome y
acariciando el rostro de Millie que se removió.
Ya había pasado una semana, y aun no podía
acostumbrarme a tener a mi bebé conmigo, aun me parecía que un día despertaría
y me encontraría sola, que estaría en donde todo comenzó, sin Edward sin Millie
y sin mi bebé.
Pero me bastaba escuchar su dulce llanto para ver
que era una realidad.
Era de noche y estaba de pie junto a la cuna
mirando a mi hijo dormir plácidamente, mientras mi princesita dormía en el
sillón que estaba cerca de la cuna, me había ayudado a cuidar de él, al
principio me había dado un poco de pena amamantarlo frente a ella por temor a
sus preguntas, pero tenía que agradecer a mi madre y Esme que me habían
ahorrado el explicar todo el proceso y ya era algo normal para ella.
—Hasta cuando te vas a convencer de que todo esto
real. —susurro en mi oído envolviéndome en sus brazos, yo solo deje descansar
mis manos sobre ellos y me pegue completamente a su cuerpo.
—Aun me parece un sueño.
—No es un sueño, todo esto es real. —beso mi
cuello.
Gire mi rostro para que pudiera capturar mis
labios. Era completamente feliz, había conseguido obtener todo lo que había
soñado y que creía no era más que simples fantasías, cuando me había dado por
vencida había encontrado al hombre perfecto que había sanado mis heridas y me
había dado la oportunidad de ser madre cuando yo lo creía imposible, el era
unió y lo mejor de todo es que era solo mío,
Al principio había dejado de creer en los finales
felices. Había creído vivir en un cuento de hadas, solo para darme cuenta de
que era un cuento de horror, la peor pesadilla que cualquier mujer puede vivir
y, cuando me había dado por vencida, había encontrado un par de razones por las
cuales luchar, ambos me habían mostrado que debía de seguir luchando para
cumplir mis sueños.
— ¿En que piensas? —pregunto girándome en sus
brazos.
—En lo afortunada que fui de encontrarlos a ambos.
Entre millones de hombres, el mejor fue el que llego a mi vida.
Sin poder contenerme me apodere de sus labios, era
algo de lo que no me cansaría jamás, sabía que nuestra vida no sería perfecta,
¿Pero quién tiene una vida perfecta?
De lo que estaba segura, es que ambos lucharíamos
para hacer que nuestro matrimonio fue lo más cercano a la perfección. Teníamos
todo lo que deseábamos y lo mejor de todo es que había un gran amor de por
medio y dos pequeños que eran la alegría de nuestra vida.
Ayyy me que me pongo a llorar..!! esta historia es simplemente PRECIOSA e INCREIBLE !! TitiCullen eres estupenda me gustan tus FICS !! wapa ;)
ResponderBorrarEl saber que te gusto y que disfrutaste de ella es mi única paga. Gracias por tomarte el tiempo para leer una de mis locuras =)
BorrarHermoso tu fic! Realmente uno de los mejores. Creo que lo que mas amo es a nuestra pareja y me los imagino en cada secuencia a medida que voy leyendo. Otra cosa quiero un capi de Falsa identidad!!! Besos
ResponderBorrarQue Hermosa historia TiTi Cullen....
ResponderBorrarEs muy bello todo lo que escribes, pero me ha encantado como sanaron sus diferentes heridas se unieron y se amaron...
cada una de tus historias tiene su encanto y esta no fue la excepcion.
Muchas gracias por tus palabras Pasquini, para mi es una gran satisfacción saber que has disfrutado de la lectura.
BorrarBuen inicio de semana!
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