DECLAIMER: Los personajes de esta historia le pertenecen a la
gran escritora Stephenie Meyer. La idea central del Fic le pertenece a
mi amiga Aime Cullen quien me pidió que escribiera esta historia yo solo
me adjudico el desarrollo de la misma.
Èl
Sentado en el sillón de mi oficina no dejaba de
recordar lo sucedido hace menos de cuatro meses; era un arquitecto reconocido,
no solo por ser un Cullen, tenía fama que me seguía. Había sido un estúpido al pensar
que Tanya era la mujer indicada; era hermosa, se movía con completa naturalidad
en nuestro círculo social. Habíamos mantenido una relación por más de dos años,
también habíamos terminado un par de ocasiones, ya que consideraba que trabaja
de mas y le dedicaba poco tiempo, pero siempre volvíamos lo que erróneamente me
había hecho creer que estábamos destinados a estar juntos y que en este tiempo
ella había comprendido lo importante que era mi trabajo y ya no se quejaría
mas.
Eche la cabeza hacia atrás y cerré los ojos solo para verla de nuevo y ver como
su rostro se había iluminado con mi propuesta y había parecido muy emocionada
por llevar nuestra relación a otro nivel.
La había llevado a un restaurante elegante y había
mantenido una fingida atención a su platica de lo bien que lo había pasado de
compras en Paris, mientras que la verdad yo solo pensaba en si la propuesta
saldría de la manera adecuada.
— ¿Quieres postre? —pregunte y ella enarco una
ceja y negó.
—Sabes que no soporto los dulces, demasiadas
calorías en una porción muy pequeña. —Me encogí de hombros y pedí solo café
para ambos. — ¿Te sucede algo? Te noto algo distante.
—Es solo que desde hace un tiempo estuve
pensando las cosas, en realidad estuve pensando en nosotros y…
—No me dirás que piensas terminar cuando nuestra
relación esta en su mejor momento, se que antes hemos decidido darnos un tiempo
pero las cosas no estaban bien entre nosotros, pero ahora…
—No planeo terminar nuestra relación, en
realidad si. —me levante y ella me miro con un poco de dolor y rabia. —Quiero
que dejes de ser solo mi novia para que te conviertas en mi prometida. —Se
llevo las manos a la boca y yo me hinque delante de ella y le mostré el anillo
que había elegido, era de oro blanco una piedra enorme. — ¿Cásate conmigo?
—Si, me casare contigo. —extendió su mano para
que le colocara el anillo y cuando lo tuvo en su dedo lo miro por unos segundo
con una enorme sonrisa y después me abrazo y beso.
Solo pude apretar los puños con fuerza ignorando el
dolor que sentía y como la rabia volvía a tomar mi cuerpo, le había concedido
cada uno de sus caprichos ignorando lo que esto me costara, no me importó que
ella quisiera que fuera por todo lo alto y que hubiera muchos medios cubriendo
el enlace, deje escapar una sonrisa irónica al darme cuenta que esos mismos
medios habían sido los que se había encargado de difundir la noticia de como la
novia había cambiado de idea solo unas horas antes y en lugar de llegar a la
iglesia se marcho en el primer vuelo que salió del país a Noruega y me había
dejado frente al altar ante la mirada incrédula de los más de 400 invitados.
Estaba nervioso moviéndome en mi habitación ansioso
por que en menos de tres horas mi vida estaría unida a una mujer que aunque era
muy hermosa y me hacia sentir el centro de su universo también sabia que era
una mujer que esperaba llevar una vida de reina pero me lo podía permitir y lo
mejor es que tendría la oportunidad de crear mi propia familia. Para muchos no
era la clase de hombre que se interesaba por algo que no fueran las
construcciones, pero la verdad es que yo añoraba tener mi familia.
— ¿Listo para el gran momento? —pregunto mi
padre entrando en la habitación y yo asentí con nerviosismo. —Es normal estar
nervioso en este momento, pero cuando la veas entrar por esa puerta veras que
nada mas importara.
— ¿También es normal sentir dudas? —enarco una
ceja indicándome que no comprendía, pero que deseaba que me explicara. —Las he
tenido desde el inicio, temo que esto no funcione.
—No funcionara si los dos no ponen de su parte.
Deben de saber que esta es una nueva etapa para ambos y que deben de estar
juntos, cuando estén casados solo serán ustedes y nosotros como sus padres solo
los apoyaremos mas no tendremos porque meternos en sus decisiones.
Después de esa charla con mi padre llego mi madre
que estaba conteniendo las ganas de llorar, pero cuando la abrace y gire con
ella sus lagrimas corrieron por sus mejillas y me golpeo por arruinar su
maquillaje que debía de arreglar ya que no quería parecer mapache.
—Veo que es enserio. —dijo entrando y cerrando
la puerta tras de ella.
—Después de todo lo de la organización aun lo
dudabas. —pregunte y ella se encogió de hombros y me envolvió en sus brazos.
—Te deseo lo mejor Edward, aunque siempre espere
que te casaras con alguien mas, se que tu la elegiste pero aun pienso que esa
mujer no es la indicada, mis padres piensan lo mismo pero al igual que lo
hicieron conmigo te apoyan y pase lo que pase te apoyaremos. —escuchar sus
palabras me hacían pensar si realmente estaba haciendo lo correcto, yo la
quería y sabia que Tanya también me quería, podía que no fuera la clase de
mujer afectuosa, pero sabia que lo hacia a su manera.
Cuando llego la hora me marche a la iglesia y me
mantuve en un salón cerca del alatar hasta que fue casi la hora. Cuando me
detuve al final del altar note la cantidad de personas que estaban en la
iglesia y como todas iban vestidas con sus mejores prendas y me sonreía con
cortesía, algunas de esas personas jamás las había visto en mi vida y estaba
seguro que eran invitados por parte de Tanya. El tiempo siguió transcurriendo y
nada cambiaba solo el número de invitados que iba aumentado, ya se había
retrasado tres minutos, no le di importancia y pensé que solo se debía a un
atasco en el tráfico.
Mas diez minutos después cuando vi entrar a la
madre de Tanya mirándome con la vergüenza escrita en su rostro supe que este
era el comienzo de la mayor humillación a la que me había visto expuesto.
Golpee el escritorio con los puños, jamás le
perdonaría tal humillación que me había causado, de lo que estaba seguro era
que jamás podría volver a confiar en ninguna mujer y que lo único que ahora
valía la pena era mi trabajo y que las mujeres serian algo eventual.
—Sr. Cullen— me enderece y presione el botón del
intercomunicador.
— ¿Que sucede Ángela?—pregunte aun con la voz
áspera por la rabia que me había ocasionado los recuerdos.
—Me han avisado de recepción que el Sr. Hudson ya
está subiendo a la sala de juntas.
—Asegúrate de que estén todos, ya voy— me pase las
manos por el rostro antes de levantarme e ir a intentar hacer entrar en razón a
ese hombre que no obstante con ya habernos hecho hacer 3 cambios en su edificio
ahora se le había antojado un helipuerto sin contar que debido a las fuertes
corrientes de aire que hay en esa altura, era un peligro por no llamarlo un
suicidio.
Tome los dibujos con alternativas y salí para
encontrarme con Ángela que me entrego unos papeles con costos y me sonrió aun
cuando mi rostro mostraba se había mantenido en silencio y no ha mi hecho ningún
comentario sobre el desastre que había resultado mi boda, solo me había dicho
que Tanya no era para mí; se había encargado de quitar de los periódicos de las
secciones donde seguían hablando de mi fracaso, había atendido a cada uno de
los molestos reporteros que había llamado para obtener una exclusiva y había
mantenido los cuchicheos de la oficina fuera de mi alcance.
Había trabajado cerca de 12 hrs al día, mi trabajo
era lo único que me mantenía con la mente suficientemente ocupada para no
recordar el único fracaso en mi vida y el que todos se habían enterado, pero me
había prometido que no volvería a fracasar.
Con ese pensamiento en mente entre a la sala de
juntas para solucionar el pequeño problema y hacer quebrar nuevo edificio fuera
tan bueno como todos los que se había hecho cargo de la constructora Cullen.
No había sido un trabajo sencillo pero después de
un par de horas logre hacer que el hombre entrara en razón y se diera cuenta de
que no era tan sencillo como él pensaba, la obra se atrasaría un poco mas
debido a que debíamos de hacer algunas reformas para poder hacer viable la
implantación del helipuerto aun con los traicioneros vientos de la ciudad de
chicago.
—No deberías de trabajar tanto—. Iba a protestar
pero Ángela mantenía una ceja enarcada y sostenía mi saco en una de sus manos
lo que era una clara invitación a que me marchara. —Trabajas demasiado y eso no
te hará ningún bien, en vez de seguir aburriéndote sal a divertirte.
—Me marchare en un rato más. —le dije mirando que
mi reloj ya marcaba cerca de las ocho de la noche y la mayoría de los empleados
ya se habían marchado.
—Sabes que no lo harás. —Cerró la puerta tras de sí
y sin esperar a que le indicara que se sentara ella lo hizo sin dejar de
mirarme. — Te la vives en esta oficina, cuando me marcho a casa tu siempre te
quedas y cuando llego por la mañana no importa lo temprano que sea tu ya estás
trabajando. ¡Necesitas regresar a tu vida normal!
Me levante de mi silla y me dirigí al ventanal que
me permitía ver la ciudad que ya estaba iluminada, debajo en la calle se veían
los autos pasar, algunos más rápido que otros, pero el tráfico era constante.
Ya había perdido la cuenta de la cantidad de noches que me había quedado solo
mirando a la nada, refugiándome en el único lugar donde sabia que nadie se
atrevería a recordarme lo sucedido, mas yo me encargaba de no olvidarlo.
—Edward. —metí las manos a los bolsillos de mi
pantalón y me gire para mirar a Ángela que se había levantado y me miraba con
dulzura, ¿o tal vez seria compasión?
— ¿Cómo pretendes que olvide la humillación? —gruñí
molesto y ella no se inmuto, al contrario de lo que hubieran hecho muchos ella
se acerco hasta quedar junto a mí, pero en seguida dio un paso hacía atrás ya
que le aterraban las alturas.
—Afuera hay muchas mujeres que valen la pena.
— ¿Me estás diciendo que estas disponible?
—pregunte mirándola con picardía y ella me golpeo en el brazo con su cuaderno
de notas que tenía en sus manos.
— ¡Estoy comprometida! — me mostro el anillo que
descansaba en su mano y que a pesar de no ser una gran joya ella parecía estar
feliz.
—Podemos arreglar que el novio desaparezca
misteriosamente, tu solo dímelo. —le dije metiendo la mano al bolsillo del
interior de mi saco donde estaba mi móvil.
Ella sonrió y negó sabiendo que estaba bromeando.
—A Ben no lo cambiaria, ni siquiera por ti.
—Sin duda Ben es un hombre afortunado, algunas
mujeres preferirían los lujos a la persona que quieren. Eres la única mujer que
conozco que vale la pena, eso sin contar a mi hermana y mi madre. —Ella toco mi
brazo y solo pude sentir la calidez de su tacto, mas no había ninguna otra
sensación.
—Mas que tu secretaria sabes que soy tu amiga y no
me gusta verte de esta manera. Tienes que volver a ser el Edward de antes,
aquel que sonreía constantemente, que bromeaba y no el que parece estar molesto
la mayor parte del tiempo y que se está convirtiendo en un amargado ermitaño. —
acuno mi rostro y sonrió con melancolía. — Te queremos de regreso, puede que no
le des importancia pero tu familia está muy preocupada porque saben que no
sales y que tu mundo gira en torno a tu trabajo y eso no está bien.
— ¿Se los dijiste? — gruñí furioso separándome de
ella.
—Esme me pregunto y yo solo dije la verdad. — se
encogió de hombros y gracias a esa revelación entendía porque mi madre me había
estado llamando últimamente y parecía tan interesada en las actividades que
realizaba día con día. — No olvides que la próxima semana comenzaremos con las
entrevistas para la chica que tomara mi lugar.
—No puedes dejarme. — le dije en un susurro
tratando de que ella se apiadara de mi y reconsiderara el marcharse.
—Sabes perfectamente que el trabajo de Ben esta en
Houston y que donde el este debo de estar yo.
—No puedes verlo solo los fines de semana; yo pago
tus vuelos. —le dije sonriendo y ella soltó una carcajada y palmeo mi mejilla.
—Eso no es un matrimonio Edward. —me abrazo y me
entrego mi saco. —ahora será mejor que nos marchemos a casa, a ti te vendría
bien dormir un poco más.
—Lo intentare pero antes quiero ir a cenar.
—entrecerró los ojos como si creyera que le estaba mintiendo, pero al ver que
me ponía el saco y tomaba mis cosas sonrió satisfecha.
— ¿Quieres que haga alguna reservación? —pregunto y
yo solo negué. Lo que menos deseaba era salir a alguno de los restaurantes que
frecuentaba con Tanya o en el que sabía me encontraría con alguna de nuestras
amistades que me la recordaría o en el peor de los casos que me siguieran
viendo con lástima porque continuaba solo.
Espere hasta que ella recogió sus cosas y la
acompañe hasta su auto, para después subir al mío que estaba a unos metros del
suyo. Cuando salí del edificio me sentí perdido y no tenía una idea de a qué
lugar sería bueno ir, en ese momento pasando por un par de cafeterías recordé
que Ángela me había mencionado que el café de una de ellas era delicioso y que
la comida no estaba mal, así que me arriesgué y decidí llegar a un lugar donde
sabia que nadie me molestaría porque no me reconocerían y quien lo hiciera se
abstendría de hacer algún comentario.
Me estacione cerca de la pequeña cafetería, me
quite la corbata y desabotone el botón del cuello de mi camisa, quería parecer
un poco más informal. Camine a paso lento y al entrar en la cafetería una
campanilla sonó y un par de personas se giraron a verme, de manera rápida entre
y fui a una de las mesas que estaba en la zona que había menos gente y que daba
a la calle, este lugar me recordó a una pequeña cafetería que solía frecuentar
cuando estaba en la universidad.
—Buenas noches. —escuche una dulce voz y al
levantar la mirada vi a una chica de unos hermosos ojos chocolate, pero aunque
mostraba una tímida sonrisa su mirada reflejaba cansancio. Me entrego el menú,
pero lo deje de lado y solo pedí una taza de café, pero ella pareció no
escucharme por lo que moví mi mano delante de sus ojos haciéndola reaccionar y
sonrojarse de una manera muy inocente. ¿Pero qué mujer era realmente inocente?
para algunas de ellas solo era una jugada para hacer que los hombres se fijaran
en ellas.
Intente mirar por la ventana pero no estaba viendo
lo que sucedía afuera, estaba mirando el reflejo de la chica que me había
atendido y la manera en que se movía por el local, hasta finalmente dejar mi
taza frente a mí.
—Gracias—. Susurre y ella sonrió alejándose
mientras miraba su reloj de muñeca, la vi retirar algunos de los platos de una
mesa de un par de mujeres que no le prestaron atención y la manera en que le
acomodo la servilleta a un niño que estaba disfrutando de una hamburguesa o
mejor dicho embarrándosela en el rostro, le acaricio el cabello y fue hacia el
hombre que estaba detrás de la caja.
Mire el menú y cuando lo deje de nuevo sobre la
mesa me gire para buscar a la chica pero, ella ya no estaba, en su lugar estaba
una chica pelirroja que se movía como si se tratara de un concurso de belleza,
espere un rato para ver si la volvía a ver, pero no volvió a aparecer. Me
levante dispuesto para irme, saque mi billetera y cuando estaba dejando lo del
café vi pasar a la chica frente a la ventana, ella se acomodaba el abrigo y
miraba su reloj; sin pensarlo Salí fuera intentando encontrarla pero ella había
desaparecido entre la multitud y fue en ese momento que me di cuenta de que
aunque la hubiera alcanzado no sabría que decirle.
Seguro que este comportamiento era solo por las
horas excesivas de trabajo.
El lunes estaba de muy mal humor, habíamos perdido
un proyecto pero lo que más me había afectado era el hecho de no poder olvidar
los ojos chocolate que había visto en aquella cafetería. Sabía que era una
estupidez, aunque en más de una ocasión me vi tentado a ir a ese lugar me
detuve sabiendo que solo era un error, así que me mantuve ocupado en el
trabajo. El martes estaba inquieto y me convencí de que no pasaría nada si solo
iba a verla, además podía aprovechar para cenar algo ya que no había tenido
tiempo de comer.
Me acomode en el mismo lugar y ella se acerco con
el menú en su mano, lo tome al tiempo que le pedía un café, la vi alejarse y en
ese momento mi móvil comenzó a timbrar y al ver que era mi madre decidí
contestar y parecía alegre cuando le dije que estaba fuera de la oficina, lo
que no me agrado fue que no pude hablar con la chica ya que mi madre no paraba
de hablar. Termine mi cena y al verla ocupada me marche.
Al día siguiente me asegure de terminar mi trabajo
para poder ir a la cafetería y esta vez hablaría con ella, sabía que me estaba
comportando como un adolescente, pero había algo en ella que me llamaba la
atención y sabia que hasta que no lo descubriera, esa castaña de ojos chocolate
no saldría de mi cabeza. Y tenerla presente la mayor parte del tiempo me estaba
atormentando. Yo no quería saber nada de mujeres, pero aquí estaba esperando
paciente a que trajera mi pedido y cuando lo hizo le sonreí y ella devolvió la
sonrisa y se marcho.
Al día siguiente hice lo mismo, pero esta vez mi
suerte fue muy mala y ella estaba demasiado ocupada con otros clientes por lo
que fue otra chica la que me atendió, una que se mostraba demasiado amable y no
dejaba de mostrar sonrisas coquetas, y agradecí cuando otra chica tomo su
lugar. Durante toda lo noche la mire la mayor parte del tiempo, seguía tratando
de descifrar que es lo que me había llamado la atención de ella. Jamás me había
fijado en una castaña, siempre había preferido a las rubias, pero ella me
intrigaba.
El resto de la semana paso bajo la misma rutina,
iba a esa cafetería y cenaba mientras trataba de descifrar que es lo que tenía
esa simple mujer. El sábado en vez de intentar elegir el menú, le pedí su
opinión y ella me señalo alguno de los platillos pero al final la deje que ella
lo hiciera, lo que pareció dejarla atónita, pero asintió; sin poder evitarlo
roce su mano para pedir mi café que había olvidado y pude sentir la suavidad de
su piel y como un pequeño cosquilleo viajo por mi brazo hasta mi estómago. Mi
orden la llevo otra chica y ella no me miro una sola vez mas, lo que era obvio
de que no le había agradado que la hubiera tocado, pero la sensación había sido
diferente pero agradable.
La siguiente semana tuve que viajar a Asia, pero
durante ese tiempo no deje de pensar en esa chica y si tal vez la volvería a
ver. El sábado justo una semana después de la última vez que la había visto
había llegado a la ciudad y lo primero que hice fue ir a esa cafetería, mi
chofer y guardaespaldas parecía extrañado pero no dijo una palabra. Cuando
bajaba del auto la vi salir y mezclarse entre la gente, sin pensarlo fui tras
ella ya que no perdería la oportunidad y me sorprendí al verla entrar en una
galería. Por un rato me permití verla admirar las obras hasta que decidí
acercarme.
—Creo que el fotógrafo logro plasmar, la felicidad,
inocencia y libertad que refleja esa niña. —dije con soltura y ella sonrió
asintiendo, mas se sorprendió al verme lo que me indico que sabia quien era.
Me presente y no pude contenerme de besar su mano
en un gesto de caballerosidad muy antiguo. Le pedí acompañarla para ver la
exposición, ignore el hecho de que yo había estado en la inauguración. Ver como
su rostro se iluminaba con las imágenes me tenia maravillado, era una chica que
tenia clase aunque era obvio que no los medios. Cada vez me intrigaba más.
— ¿Qué harás ahora? —pregunte cuando estábamos
delante de la última imagen.
—Iré a casa. —se encogió de hombros.
— ¿Me acompañarías a cenar? —pregunte con una
sonrisa torcida.
—No creo que este bien. —dio un pequeño paso hacia
atrás.
— ¿Que tiene de malo? —metí las manos en los
bolsillos de mi pantalón y me mantuve en mi sitio no quería que se sintiera
amenazada.
—No nos conocemos.
—Por eso. Quiero conocerte y es por lo que te
invito a cenar. —dije con simpleza
— ¿Por qué? —su confusión era palpable.
—Eres una chica especial, algo tienes que incitas a
que te miren. Y me has dejado cautivado con lo bien que sabes expresarte acerca
de arte, no había conocido a alguien que sintiera esa pasión al ver cada
fotografía. —dije con sinceridad y su rostro se ilumino y sus mejillas se
tiñeron de un leve rosado.
—No creo que sea buena idea.
—Por favor. —suplique y ella suspiro lo que me hizo
pensar que me había salido con la mía y que la tendría para mí por un rato mas.
—Lo siento pero no puedo.
Fueron sus últimas palabras antes de marcharse y
aunque intente seguirla Emmett mi guardaespaldas me lo impidió.
—Sabes que ahora no puedes andar sin seguridad, lo
de hace un rato fue una locura, pero ahora no te me escapas. —resignado fui con
él hasta donde estaba el auto y subí sabiendo que el lunes la iría a buscar y
no descansaría hasta que ella accediera a salir conmigo.
…
Esta historia os la recomiendo a todas. Es de las que no se pueden olvidar, se te mete en el corazón. Felicidades Titi.
ResponderBorrarEsmeralda
Es absolutamente Fantastico..!!! por fin puedo LEER Tus FICS !! eres BUENA...!!! ;) L.Jane
ResponderBorrarGracias Laurita, espero que disfrutes de la lectura ;)
BorrarSaludos!
hola titi, empezando a leer otra vez esta hermosa historia., es de mis favoritas, y bueno empieza el cortejo de edward, vamos a ver como le va con bella., saludos titi
ResponderBorrarGracias a ti Angelica por leer y sobre todo por dejarme saber lo que te parece. Disfruta de la lectura.
BorrarSaludos!
Es la quinta vez que leo tu historia... No me canso Jajaja es hermosa
ResponderBorrarEMPEZANDO ESTA HISTORIA CON UNA GRAN ILUSION HACE MUCHO TIEMPO TE LEI OTRA HISTORIA Y RECUERDO QUE ME ENCANTO, AHORA QUE YA SE POR DONDE ANDAS, HASTA EL FINAL.
ResponderBorrarSALUDOS. CARLOTA
Estoy de regreso por fin puedo volver a leer tus historias
ResponderBorrarMuy genial el como se pondran las cosas
saludos
Releyendote wapa.. Miss your history's
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