Instinto de protección
Emmett detuvo el auto en la entrada de uno de los
hoteles más caros de la ciudad. Edward acarició el dorso de mi mano como si
supiera lo nerviosa que me encontraba, me ayudó a bajar y me guió hasta uno de
los salones, donde apenas entrar la mayoría de las miradas se pusieron en
nosotros.
Ángela llegó envuelta en un hermoso vestido perla.
—Luces Hermosa.
—No mas que tu. — le aseguré dándole un abrazo.
— ¿De verdad tienen que viajar mañana? —volvió a
preguntar haciendo un mohín, esperando que los planes se hubieran cancelado u
pudieras quedarnos a su boda.
—Negocios Angie, pero vinimos a la cena de ensayo y
ya cuenta de algo. —le dijo sin dejar de sonreír.
—Mis padres quieren saludarte. — Le indico a Edward
y después se giro a mí— y también te quieren conocer, les he hablado tanto de
ti.
— ¿A mí?
—A quien más tonta, quieren conocer a la magnífica
mujer que será mi remplazo.
Unos instantes después conocí a sus padres, a sus
amigas que serían sus damas de honor y algunos de sus familiares que estaban
ahí reunidos, todos eran muy amables y carismáticos como la misma Ángela. Y de
Ben solo podía decir que era magnífico y que se notaba a simple vista lo mucho
que adoraba a su futura esposa. Cuando hablamos con él se mostro tan atento y
simpático como el par de veces que lo había visto en la oficina, mas lo que no
esperábamos era que Edward entre sus felicitación también incluyera una clara
advertencia sobre el hacer enojar a Ángela, ya que podía ser una chica de
cuidado.
—Gracias por la advertencia, pero ya llega un poco
tarde; ya he sido víctima de su temperamento. —dijo sin borrar su
resplandeciente sonrisa.
Edward fue a saludar a algunos conocidos, yo me
excuse para ir al tocador, pero la realidad era que no quería interferir en sus
amistades y que se viera obligado a cuidar de mí durante la velada y no poder
disfrutar bailando con alguien más. Me mantuve alejada mirando como el
rápidamente se acoplaba a un grupo y parecía robar la atención; mientras que yo
me sentía completamente fuera de lugar, sentía claramente como no encajaba y mi
pecho se comenzó a oprimir cuando noté las miradas que estaban posadas en él,
las mujeres mayores solo le dedicaban unos minutos de su atención, mientras que
las mas jóvenes trataban de hacerse notar y cuando lo lograban él solo les
mostraba una resplandeciente sonrisa.
— ¿Parece que no te diviertes? — me gire para ver
al dueño de la voz, y fue un hombre que no debía de rebasar los 27 y que era
obvio que ya tenía unas copas de más y me veía de una manera no muy agradable:
estaba incomoda.
—Estoy bien, gracias. —dije fríamente pero sin
dejar de ser cortes, antes que nada no debía de olvidar que era un invitado de
Ángela y era su fiesta.
—Ayúdame a entender como una Hermosa chica puede
estar sola. —acarició mi mejilla y yo di un salto hacia atrás haciéndolo reír
ante mi reacción—No muerdo… a menos que así lo quieras.
—Solo me gustaría que se alejara. —pedí dando un
par de pasos hacia atrás y chocando con algo sólido que me rodeó la cintura con
un brazo.
—Joseph, ve a molestar a alguien más, pero a ella
déjala tranquila o hare que te echen. — el hombre hizo una mueca, nos dio la
espalda y se marcho. —Discúlpalo, se pone pesado cuando bebe. —mire a Ben que
estaba muy avergonzado.
—No pasa nada, creo que no hay un borracho al que
se pueda soportar, algunos ríen, otros lloran y más de uno le da por cantar.
—le dije tratando de aligerar el momento y al parecer funcionó.
—No conforme con quitarme a mi secretaria ahora me
quieres quitar al remplazo. —soltó una carcajada y quitó la mano que rodeaba mi
cintura y las levanto sobre su cabeza a modo de rendición.
—Solo la salve de un pariente que la estaba
incomodando.
—Gracias Ben. —dije sinceramente mirando a Ángela
que se abría paso entre la multitud. —Parece que te buscan.
—Que puedo decir… no vive sin mí. —Ángela rodo los
ojos y le dio un golpe levantando una serie de risas de los que habían
presenciado la escena. —Aun no estamos casados y ya soy maltratado. — antes de
que Ángela protestara la cayo con un beso.
—Esperen a su noche de bodas. —dijo Edward divertido
viendo el sonrojo de ambos.
Se disculparon y se marcharon dejándonos solos.
—Las mujeres en tu estado no deben de beber. —antes
de que pudiera protestar me había quitado la copa y se la había llevado a los
labios. — ¿Ponche?
— ¿Que esperabas? —recuperé mi copa y evite
mirarlo, aun no entendía porque había hecho eso, había sido un gesto un poco
intimo ya que se había preocupado por mi y hacia tanto que alguien no lo hacía
de verdad.
—Solo quería asegurarme. —me guiño un ojo.
Por unos minutos nos quedamos en silencio y sin
movernos, solo miramos a las personas que se movían de un extremo al otro del
salón, pase el peso de mi cuerpo a un solo pie; el estar junto con Edward hacia
que las miradas estuvieran dirigidas hacia nosotros, algunas me lanzaban
miradas asesinas, pero cuando miraban a Edward eran miradas seductoras y el
apenas las miraba, a lo mucho les dedicaba una leve sonrisa que se veía
forzada.
— ¡Edward! —una mujer rubia de buen cuerpo y con un
vestido que apenas cubría lo necesario, lo había abrazado haciéndome a un lado
de un empujón, le estaba coqueteando descaradamente mientras él se notaba
incomodo. — ¿Vienes solo?
—No. —tomó mi cintura logrando que una descarga
recorriera mi cuerpo. —Vengo con Isabella.
—Un placer. —dijo recorriéndome con la Mirada
descaradamente, tomo aire y volvió toda su atención a él como si yo no
estuviera. —Pensé que podríamos disfrutar de nuestra compañía y recordar…
— ¿Recordar? —la interrumpió Edward quien no le
importa sonar grosero. —Nos conocimos en un baile, coincidimos en unos mas y se
acabo la historia. —la mujer se sonrojo. — Si nos disculpas, a mi hermosa
acompañante le apetece bailar.
Me llevo a la pista ante la mirada de desconcierto
de la rubia que se perdió entre las personas, sin duda había herido su orgullo
y a Edward parecía no importarle en lo absoluto.
—No sé bailar. —dije recordando uno de los últimos
bailes en los que había asistido con Jacob y este me dijo de manera fría que no
le pidiera bailar ya que no era para nada Buena y solo levantaría las miradas
de los demás por ser…ligeramente torpe.
—Lo harás bien. El secreto es quien te guía. Deja
que me preocupe yo. —me costó un poco confiar, pero cuando lo hice note que el
tenia razón, con él guiándome resultaba más sencillo y parecía como si flotara.
El resto de la velada no se aparto de mí, bailamos
y me presentó ante algunos de sus conocidos, pero el detalle más lindo fue que
no permitió que nadie me hiciera sentir incomoda.
Nos despedimos de los novios deseándoles lo mejor y
que de verdad lamentábamos el no poder estar al día siguiente como nos
gustaría.
Ya en el auto recordé que pasaría la noche en el
departamento de Edward y eso me llevo a preguntarme ¿Algunas vez Ángela pasaría
la noche ahí? ¿Qué pensaría Ben al respecto? Sabía que era una tontería pensar
en eso pero es que era extraña la manera en la que se comportaba conmigo ¿Dónde
se había visto a un jefe tan preocupado por una de sus empleadas? Dejé de
pensar en eso cuando el auto se detuvo y antes de bajar Edward le recordó a
Emmett que debía de estar por nosotros a las cinco, el asintió y se marchó en
cuanto estuvimos en el edificio que era vigilado por varios de sus hombres.
Edward me llevo a mi habitación y antes de dejarme,
tomó mi mano obligándome a verlo y sintiendo ese extraño pero placentero
cosquilleo que iba de mi mano al resto de mi cuerpo.
—Gracias por acompañarme.
—Prácticamente me secuestraste. —le recordé con una
sonrisa y solo se encogió de hombros. — La pasé muy bien, lo único malo de todo
esto es que tú pagaras…
—Es lo que menos importa, además luces preciosa y
esa es la mejor paga. —acarició mi mejilla y una alarma se activo en mi
interior, había atracción y el que dejara que fluyera solo me traería
problemas.
—Es tarde deberíamos dormir—Asintió inclinándose y
di un paso atrás evitando su contacto. —Buenas noches Edward. — cerré la puerta
y, me quedé apoyada en la puerta. Cerré los ojos y me pareció ver a Jake
después de una de nuestras citas.
—Fue una noche grandiosa. —murmuré acariciando
mi mentón para después seguir con mi labio; un temblor sacudió mi cuerpo.
—Yo también la pasé muy bien. —asintió hasta
dejar sus labios apoyados en los míos, los entreabrió con suavidad y sus manos
envolvieron mi cintura.
— ¡Basta!—me dije molesta, era una estupidez que
siguiera pensando en él, debía de recordar que solo había jugado conmigo,
aunque lo intentaba su recuerdo aun me perseguía y parecía que entre más
intentaba olvidarlo más se aferraba. Era una estúpida por no poder dejar de
amarlo.
Limpié mis mejillas con brusquedad y busqué mi
pijama en la valija que aun estaba donde la había dejado, entre en el baño para
desmaquillarme y quitarme el vestido que Edward había comprado. Solo era un
recordatorio de que él solo me veía como un objeto y no como una mujer.
Esa noche fue muy larga, cada que cerraba los ojos
recordaba a Jacob y como había aparentado ser otra persona, todo para conseguir
que me acostara con él y finalmente sacarme de su vida.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente y me sentía
de nuevo atrapada.
Estaba de nuevo en la habitación blanca y la mujer
que revisaba que la solución continuara pasando, después desparecía y cuando
regresaba no lo hacía sola, junto a ella estaba un hombre de bata blanca. El
pánico me invadió al reconocer aquel lugar, era ese horrible hospital.
—Por favor—rogué removiéndome intentando que el
hombre que acaba de entrar me dejara marchar. —No lo haga yo lo quiero. —lleve
las manos a mi vientre.
—Bella—oí mi nombre y como el hombre se
inclinaba y tocaba mi mejilla.
—Suéltame. — grité abriendo los ojos e
incorporándome agitada y pegando mi espalda a la cabecera.
—Tranquila Bella. Soy yo. — miré a Edward que
acerco sus manos hasta dejarlas en mis brazos y yo comencé a sollozar.
—Lo siento. —me disculpé levantándome de prisa para
poder escaparme al baño y evitar la humillación.
Pero no alcance a dar más de tres pasos cuando me
envolvió en sus brazos y al sentir la calidad de su abrazo me rompí y me eché a
llorar apoyada en su pecho.
— ¿Qué sucede? —preguntó en mi oído, yo negué
intentando separarme más, él dudó unos segundos y finalmente me lo permitió.
—Un mal sueño. Lamento si te desperté.
—Ya casi es hora de alistarnos. — dijo restándole
importancia pero aun me sentía avergonzada.
—Edward, yo…— negó lentamente
—Me lo dirás cuando estés lista para hacerlo; yo
solo quiero que sepas que nadie te lastimará y mucho menos a tu bebé. —abrí los
ojos con sorpresa ante sus palabras. —Yo cuidare de ambos.
Antes de que pudiera decir algo, él había salido.
Por una parte sentí alivio al saber que de verdad él nos cuidaría, porque hasta
el momento había cumplido sus promesas… pero también recordé las promesas de
Jacob, unas que había roto, había prometido cuidarme y al contrario me había
lastimado y lo peor…
—Solo seremos tú y yo. —le dije a mi bebé, después
me levante para alistarme.
Durante el viaje a New Jersey me había hecho
conocerlo un poco más, me había llevado a la construcción para que viera su
trabajo en directo; antes de entrar me colocó un casco y al notar mi indecisión
me tomo del brazo y me llevo con él. Cuando se había acercado a una de las
orillas, yo me había mantenido alejada ya que estábamos en una de las plantas
más altas y ver hacia abajo me causaba vértigo, aunque estaba dando
indicaciones en ningún momento dejo de cuidarme, constantemente me miraba para
asegurarse que seguía ahí y yo solo sonreía para indicarle que todo estaba
bien.
Había tomado notas en el par de reuniones que había
tenido. Me cautivó mas al ver su determinación y como no dejaba que hombres
mayores trataran de hacer su trabajo inferior a los de ellos, él tenía
experiencia y lo demostraba con cada palabra y defendiendo sus propuestas de
manera concreta y de manera que nadie pudiera decir que estaban mal.
Cuando finalmente habíamos dejado la construcción
para volver al hotel y cenar, habíamos hablado del trabajo y de boda de Ángela
quien a esa hora ya estaría disfrutando de su fiesta, lo que agradecía es que
no tocara el tema del sueño.
El lunes llegue antes que cualquiera a la empresa y
me sorprendí de ya encontrar a Edward que me saludo amablemente y me dejo una
lista enorme de las cosas de las que me debía de ocupar durante la mañana. Mi
trabajo había comenzado y tenía que demostrarle que era tan buena como Ángela
había sido.
Durante la primera semana la mayoría de los días
había salido un poco más tarde que los demás, aunque se había ofrecido a
llevarme me había negado, recibiendo una mirada reprobatoria por parte de
Emmett al que ya consideraba un amigo. Ese fin de semana me relaje ya que
Edward viajó al cumpleaños de su sobrina con la que lo había escuchado hablar
un par de veces durante la semana, cada vez que lo hacia sus ojos brillaban y
una hermosa sonrisa adornaba su rostro. El jueves me había hecho salir con él
porque necesitaba mi ayuda, y sonreía al darme cuenta de que se trataba, me
había hecho acompañarlo a una juguetería para elegir el regalo de la festejada
y otro para su hermano. Sin duda sería un gran padre cuando la oportunidad se
le presentara.
Deje esos recuerdos de lado y fui a mi cita con la
ginecóloga de la pequeña clínica que había cerca; no pude evitar que las
lagrimas saltaran al escuchar el hermoso sonido del corazón de mi bebé; porque
solo era mío.
El domingo hice limpieza de mi pequeño departamento
y después fui al mercadillo más cercano, ahí conseguía las frutas y verduras
más frescas y a un precio razonable; lo único que no había tomado en cuenta fue
el regreso con las bolsas lo que me dejo exhausta.
El lunes Edward parecía muy relajado y cuando fui a
su oficina a dejarle el café hablamos un poco y me contó a grandes rasgos como
había estado su fin de semana y cuando preguntó por el mío me limite a decir
que bien, que había logrado hacer todo lo que deseaba.
La carga de trabajo se estaba multiplicando, para
el jueves llegue a mi casa arrastrando los pies, me di una ducha y cene un
emparedado para después irme a la cama y descansar mis piernas. El viernes
después de la comida había tenido que entrar a la oficina de Edward por un
número de teléfono y me quede observando las imágenes que aparecían en el
monitor, era la fiesta familiar: él con una mujer de ojos color caramelo que
sonreía mientras él la abrazaba, la siguiente con una mujer de cabello corto
alborotado que lo abrazaba y el parecía querer huir, la siguiente lo mostraba
con la misma mujer pero él besando su mejilla, la siguiente fue de una hermosa
niña prendada a su cuello y besando su mejilla y otra con un pequeño sobre sus
hombros.
—Son unos demonios—solté la pluma al oír su voz.
—Pero encantadores. —murmure avergonzada
inclinándome a levantar la pluma.
—Tienes razón. —se sentó en su silla las miro por
unos segundos con una sonrisa bailando en sus labios para después mirarme. —me
comunicas con Leo de la obra en Houston.
—Ahora mismo. —Salí dejándolo solo y lista para
continuar con mi trabajo.
El sábado después de salir me había invitado a
cenar ya que había salido más tarde cuando se suponía que era al medio día, le
agradecí la invitación pero me negué mintiendo que ya tenía planes y que no
podía cancelarlos. Me había prometido mantener las distancias y no salir más
con él, solo a menos que fuera estrictamente necesario y con eso me refería a
cosas de trabajo.
Cuando llegué a mi departamento el vecino tenia la
música bastante alta lo que me aseguró que no dormiría muy bien, tenía que soportarlo
ya que había escuchado que podía ser algo violento y no quería arriesgarnos.
No supe cuando me quede dormida, pero si fui
consciente del sonido de mi móvil, estiré la mano y lancé un chillido al ver
que apenas serian las siete y lo peor… ¡era domingo!
— ¿Diga?
— ¿La fiesta estuvo en grande? —me desperté por
completo al reconocer la voz de Edward.
— ¿Sucede algo?
—Lo siento de verdad Bella, pero te necesito en la
oficina en media hora. —me deje caer de nuevo sobre la cama y quise maldecir. —
Emmett ya fue por ti.
—No tardaré.
—Nos vemos.
Cuando llegué lo encontré buscando entre archivos y
la agenda, lo ayudé y rápidamente logramos enviar todas las especificaciones
para un nuevo proyecto que aseguraba sería una fortuna si se lo daban.
Desayunamos juntos en un restaurante cerca del lago Michigan, no dejó de
disculparse por hacerme trabajar en domingo, pero le recordé que era lo malo de
ser su secretaria y asistente personal, mas no estaba preparada para sus
preguntas.
— ¿Cómo va tu embarazo? —preguntó señalando mi
vientre que había comenzado a abultarse.
—Va bien, aunque pronto no entraré en mi ropa.
—dije con simpleza.
— ¿Has ido al médico? —Enarqué una ceja—mi hermana
decía que ir a revisiones era muy importante.
—Lo es. La semana pasada fui a mi cita y todo
marcha bien—sonreía al recordar el latido del bebé.
—lo noto por tu enorme sonrisa. —apretó mi mano y
no quise apartarla, las suyas eran cálidas. —Puedo saber porque estás sola en
esto y no junta al…
—Este bebé es solo mío. —aparté la mano y lo había
dicho en un tono frío.
—Lo siento no quise meterme donde no debía. Solo
que es inaceptable. —me miró intensamente. —Conmigo estás bien, ¿Me crees?
—Si—mentí después de unos minutos.
—Puedes hacerlo Bella, conmigo están seguros. — su
voz era sincera y algo en mi interior me dijo que debía de creerle y lo hice
aunque una parte de mi me decía que era un nuevo error.
Esta vez ignoró mis protestas y me llevo hasta mi
departamento, a penas entrar al barrio se tenso y no dejaba de mirar a ambos
lados tensando la mandíbula.
—Llegamos. —anuncio Emmett.
— ¿Es una broma? — me tomó de la mano evitando que
saliera.
—Aquí vivo. No tiene nada de malo.
— ¿Qué no tiene nada de malo? Es uno de los barrios
más peligrosos de la ciudad. —gruño.
—Puedo cuidarme sola. — aparté mi mano y salí del
auto. —Nos vemos mañana.
Entré en el edificio solo para ver que se marchaba,
me cambie de ropa y fui a hacer las compras y cuando regrese me encargué de
poner en orden el departamento y antes de comer me fui un rato a la cama con la
intención de tomar una pequeña siesta que se alargo más de la cuenta y solo
desperté al escuchar que alguien tocaba la puerta desesperadamente me di cuenta
de que ya estaba oscureciendo. Me tomo unos segundos ir hasta la puerta que
parecía la echarían abajo si no abría, me asomo por la mirilla y ahogue un
grito al ver a Edward.
—Bella— llamo nuevamente golpeando la puerta, quite
los cerrojos y abrí. —Pensé que tendría que tirar la puerta.
—No te falto mucho. — Dije con sarcasmo— ¿Qué haces
aquí?
—Desde que te dejé esta mañana supe que debía de
hacer algo, no puedes seguir aquí.
—Yo…
—Te dije que cuidaría de ti y es lo que pretendo.
—entró mirando el pequeño lugar y soltó un resoplido, cerró la puerta y me tomo
por los hombros. —Recoge tus cosas.
— ¿Qué pretendes? —me aparte de él.
—Me preocupa tu seguridad.
—Yo…
—No seas cabezota, lo hago por ti y por tu bebé.
—me dijo con dulzura tomando mi cintura. —Este no es un buen sitio para
ustedes.
—Edward…
—Toma lo necesario, mañana Emmett te acompañará a
venir por el resto. Ya pague por la interrupción de contrato.
— ¿Y donde pretendes que viva? —pregunte molesta,
es que no se daba cuenta que yo no tenía las posibilidades que el tenia.
—Conmigo. —dijo con simpleza haciéndome quedar
muda.
Gracias
por seguir leyendo mis locuras y siento los horrores de ortografía, pero como
es evidente este capítulo no pasó por manos de mi beta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario