Mi nueva vida con un playboy: Capítulo 10



Cruel despertar


La esperada noche del baile había llegado, Esme y Jane esperarían que me presentara en un vestido que ellas habían elegido y del cual sabía sería la burla de todos. Pero ellas no contaban con que lo había cambiado y elegido un vestido provocativo sin ser vulgar y que se amoldaba a mi cuerpo como una segunda piel.


Jane me había dejado claro que ella quería a Edward y que ya se había ganado a Esme. Pero ella no contaba que él que tenía la última palabra, era él y no su madre, esta noche haría que todos me miraran y que Edward se sintiera orgulloso de llevar con él a la mujer más hermosa y que además gracias al par de libros que había comprado sabía como comportarme como si hubiera nacido en este mundo.

—Bellísima. —sonreí complacida al descubrir que Edward no podía apartar su mirada de mí, acomodé su saco y besé suavemente sus labios. — ¿Lista?

—Nunca estuve más lista que ahora.

—Falta algo. — me mostró una hermosa gargantilla de diamantes y rubíes. —Esto te hará lucir aún más hermosa.

—Debió de costar una fortuna. —la toqué casi con miedo como si se fuera a romper.

—Tú lo vales cariño. —me dio un beso en mi hombro desnudo y yo solo sonreí.

Una cosa es que hubiera permitido que me comprara un par de vestidos y zapatillas, al igual que camisones y un par de conjuntos de lencería que él disfrutaba más que yo. Pero ésta gargantilla era una exageración, pero no protesté ya que sólo discutiríamos y lo que menos deseaba era estar molestos ésta noche.

Pronto estuvimos en el auto Edward llevaba entrelazadas nuestras manos. Parecía algo inquieto cosa que era muy extraña en él.

— ¿Nervioso? —él me miró y sonrió. —No te voy a dejar en ridículo.

—Jamás lo harías preciosa, sólo que aunque lo evite siempre estoy pensando en el trabajo.

—No es bueno, ésta noche deberías de relajarte un poco.

—Contigo a mi lado es seguro. Lo que más estaré esperando es el poder regresar a casa. — golpeé su mano que estaba aprovechando la abertura del vestido para tocar mi pierna.

— ¿Puedes controlarte Cullen?

—Contigo es imposible cariño. —me dio un beso en el cuello y nos mantuvimos en silencio hasta llegar a la enorme mansión que estaba iluminada y un par de hombres se encargaban de abrir la puerta de los autos y dar la bienvenida.

Tomé una enorme bocanada de aire cuando atravesamos las puertas y me encontré en un lugar completamente extraño, donde lo que resaltaba era la elegancia y noté como la mayoría de las mujeres iban cubiertas de joyas.

—Edward. — me aferré más al brazo de Edward y él presiono mi mano con delicadeza. Jane se acercaba a nosotros y complacida contemplé como se había sorprendido de verme en otro vestido que no era el feo que ella junto con Esme había pretendido que utilizara. —Luces muy bien Isabella.

—Gracias, tu no luces nada mal.

—Pensé que utilizarías otro vestido, el que había elegido Esme. —entrecerré los ojos sabiendo que ese comentario lo había hecho con la intención de que Edward pensara que era otra muestra de recelo contra su madre.

—Tuve problemas con uno de los tirantes y al no poderlo arreglar me pidieron que eligiera otro. —mentí con maestría y Edward pareció comprenderlo.

Ella me lanzó una mirada fría y yo una de superioridad, si planeaba dejarme en ridículo ahora sabía que le costaría más que lo que había hecho hasta ahora. Era algo que se podía imaginar ya que ella sabía perfectamente que era una agente y que era capaz de vencer los obstáculos que se me presentaran y ella representaba uno que sería fácil de saltar y dejar atrás.

Al entra al salón principal muchas de las miradas se posaron en nosotros y Edward comenzó a saludar a muchas personas, en menos de cinco minutos había conocido a empresarios de los más importantes, presidentes, al ministro de Gran Bretaña y un par de personas de la nobleza. Finalmente después de poder apartarnos de las personas llegamos a una mesa donde estaban sus padres y un par de parejas más.

—Buenas noches. —interrumpió Edward haciendo que toda la atención se volcara en nosotros.

—Luces muy hermosa. —murmuró Carlisle que se levantó para saludarnos seguidos por los demás miembros de la mesa.

—Lindo vestido. —murmuró Esme enarcando una ceja.

—El otro tuvo un problema. —murmuró Edward. —Es sólo un vestido mamá.

—Lo sé. —tomó aire y mostró una sonrisa, abrazó a Edward y después besó mi mejilla y tomó mi mano como si fuéramos grandes amigas. —Ella es Isabella.

Me sorprendió que me presentara y me pidió que me sentara junto a ella y más sorprendente fue cuando me involucró en cada una de sus conversaciones. Sus amigas no paraban de halagarme y ella se unía a ellas diciendo "es lo que siempre le digo, es una chica hermosa" sonreía pero estaba enterrando mis uñas en las palmas de mis manos por la rabia de escuchar a esa mujer mentir tan bien.

Antes de que la cena fuera servida los padres de Jane junto con ella agradecieron la presencia de todos y pidieron que disfrutaran de la velada que había sido organizada principalmente por la rubia que sonrió con una timidez que no me creía. La cena fue deliciosa y noté como Esme se sorprendió de ver que una vez más no me equivoqué al tomar los cubiertos, además de que hablaba con soltura con cada una de sus amigas que al parecer ya me las había ganado.

Edward se mostró muy atento conmigo, aunque parecía estar envuelto en conversaciones con el resto de los hombres su mano permanecía en mi pierna y de vez en cuando se inclinaba para susurrarme un par de palabras divertidas que me hacían reír o me deba un pequeño beso en la mejilla cuando nadie lo veía. Eran pequeños detalles que me dejaban saber que él estaba cuidando de mí.

Una orquesta tomó su lugar cuando la mayoría ya había terminado de tomar el café, otra prueba se me estaba presentando y esperaba no arruinarlo.

— ¿Me concedes esta pieza? —levanté la cabeza y miré a Carlisle que me sonreía cálidamente, Edward me indicó con un movimiento de cabeza que fuera y aún un poco indecisa tomé la mano de Carlisle y dejé que me llevara al centro de la pista donde ya estaban bailando un par de parejas.

—Es sólo un baile. —susurró con diversión al notar mi nerviosismo.

—No soy muy buena.

—Sólo relájate y yo me encargo de guiarte. —solté un poco de aire y dejé que me guiara y resultó ser realmente fácil. — Mi hijo no pudo elegir a una chica mejor que tú.

—Creo que pudo elegir a alguien mejor. —el chasqueó la lengua y negó.

—Yo veo que tú quieres al Edward que cuanta un par de chistes muy malos y que le gusta ver películas de horror y leer libros clásicos. —suspiró. —Me alegra de ver que ves al hombre y no sólo te dejas guiar por el apellido como lo hace la mayoría. Eres una buena chica y estoy encantado de tenerte en la familia.

—Yo lo quiero, al principio lo odiaba porque era desquiciante, pero pronto descubrí que sólo era una careta y cuando me dejó conocer al hombre que es en realidad no pude evitar enamorarme de él. —me sonrojé al descubrir que le había confesado mis más secretos sentimientos al hombre que prácticamente era mi suegro.

Noté como Edward bailaba con su madre que no dejaba de hablar con él y el sólo sonreía y de vez en cuando negaba y rodaba los ojos causando una suave sonrisa. Terminamos de bailar y me llevó hasta donde estaba Edward con su mujer y pidió que intercambiaran parejas.

Estar en los brazos de Edward era lo que más me gustaba, me hacía sentir relajada y sobre todo protegida. No fui consciente de cuantas piezas fueron las que bailamos pero lo único de lo que estaba consiente era de la cantidad de miradas que estaban puestas en nosotros.

—Causas revuelo. —me susurró al oído al tiempo que me pegaba más a su cuerpo.

—Compórtate. —golpeé suavemente su pecho y soltó una risita.

— ¿Tienes idea de la cantidad de hombres que te miran con deseo? —me estremecí y él sonrió. —Pero eres solo mía.

—Completamente. —lo miré a los ojos y supe que me iba a besar, pero lo que menos deseaba era dar más de que hablar así que gire mi rostro con suavidad dejando que sus labios terminaran en mi mejilla.

Le pedí sentarnos ya que teníamos mucho tiempo de pie bailando, él no se opuso y me guio hasta nuestra mesa, pero antes de que pudiéramos llegar a nuestro destino un par de hombres comenzaron a hablar con Edward que al principio trató de librarse de ellos alegando que era una fiesta y no quería hablar de trabajo, pero hubo algo que llamó completamente su atención y comenzó a hablar de negocios y yo sólo presioné su mano en señal de que me marchaba, más no fui a nuestra mesa. Salí a la terraza que estaba iluminada, me recargué en la barandilla de piedra cerca de la escalera que llevaba al hermoso jardín iluminado.

Cerré los ojos y pude relajarme después de estar ya varias horas dentro de ese salón, fingiendo ser alguien perfecta para Edward.

—Luces demasiado segura. —me giré y vi a Jane que se acercaba contoneándose. —Puede que creas que Edward es tuyo, pero yo siempre consigo lo que quiero.

—Parece que esta vez no lo conseguirás. —le aseguré.

—En estos momentos él te muestra como un trofeo, pero jamás pasaras de calentar su cama. —apreté los labios y mis puños para no golpearla. — ¿Es lo que haces, no?

—Puedes decir lo que quieras, pero tú jamás sabrás lo que es estar en sus brazos y sentir…—enarqué una ceja al escuchar su risa. —Me alegra que tengas sentido del humor.

—No puedo creer que seas tan estúpida, para él no eres más que una aventura. —se acercó hasta quedar a sólo unos pasos de mí. — ¿En verdad creíste que sentía algo por ti?

—No sé que es lo que estás buscando, pero más vale que de una vez te des cuenta de que Edward es un imposible para ti. Para él no existes.

—Si no existo como…—sonrió ampliamente y dejo sus manos en su cintura. — ¿cómo explicas que estemos comprometidos?

—Estas realmente enferma—pero noté que ella seguía sonriendo y como saludaba a alguien, a mis espaldas al girarme miré a Edward y como su semblante se ensombreció de pronto.

—Toda esta gente te mira no por que creas que luces hermosa, todos te miran porque saben que eres su amante. Él te muestra a todos como un trofeo. —se encogió de hombros y soltó una suave risita. —Que mal estar en tu lugar.

—Edward no haría eso. —gruñí molesta y ella me dio la espalda quedando cerca de las escaleras.

—Este compromiso no es de ahora, aunque no me agradaba era mejor permitir que Edward tuviera un par de aventuras sabiendo que al final sería solo mío. Tu eres una más en su lista.

—Cállate—murmuré sintiendo como todo lo que había creído se iba rompiendo y como mi corazón me dolía de una manera que no había sentido nunca.

— ¿Quien es la estúpida ahora? —se burló y yo solo sentí como las ilusiones que había albergado se esfumaban. — Haré que él no te perdone.

— ¿Qué pretendes…— su semblante cambio como si pareciera asustada y di un paso hacia atrás, tardé un segundo en darme cuenta lo que pretendía, ella perdió el equilibrio, intenté tomar su brazo pero ella lo apartó y cayó por las escaleras ante mis ojos.

Todo fue demasiado rápido antes de que pudiera reaccionar vi a Jane llegar al final y escuché que alguien gritaba su nombre detrás de mí, alguien y me tomó del brazo y me apartó bruscamente y en seguida noté que había sido Edward que bajaba los escalones de dos en dos hasta llegar a Jane que sonrió al verlo y estar en sus brazos.

— ¿Qué fue lo que hiciste? —unas uñas se encajaron en mi brazo y no pude evitar una mueca de dolor, intente apartar mi brazo de la mano de Esme, pero ella no lo permitió.

—Ella perdió el equilibrio.

— ¡Jane! —gritó una mujer que llegó hasta nosotros y bajó los escalones de prisa, intercambio unas palabras con Edward y subió de nuevo las escaleras y entró corriendo al salón gritando el nombre de su esposo provocando que todos quisieran saber que es lo que había sucedido.

Edward la tomó en sus brazos y ella se acurrucó en su pecho, quise apartarme de su camino pero al girarme choqué con un camarero que llevaba una charola con copas que terminaron estrellándose en el suelo y un par de ellas en mi vestido, me giré sólo para ver que había visto mi torpeza y me lanzó una mirada fría. Yo no la había empujado como parecían creer, sabía que debía de salir de ahí.

Entré al salón para tomar mi bolso y cuando lo tenía en mi poder una mano se cerró en mi brazo haciéndome daño.

—Quiero que te largues de esta casa. —la voz era dura y noté que la mirada de Eleazar estaba oscurecida por la rabia.

—Yo no…

—No quiero volver a verte, esto te costara muy caro. —me soltó y yo salí lo más deprisa que mis pies me permitieron, bajé las escaleras corriendo, al final resbalé y caí de rodillas en el camino de grava haciéndome daño en las manos, me levanté como pude y comencé a caminar tratando de alejarme del lugar.

— ¡Perfecto! —gruñí al sentir que comenzaba a llover y mi vestido se estaba empapando. Pero que importaba, nada podía salir peor.

No tenía idea de cuanto llevaba caminando y mucho menos sabía si iba por el camino correcto, el agua ya me había empapado y sentía como mi moño se estaba destrozando y como algunos mechones se habían escapado pegándose a mi rostro.
Un auto se detuvo unos metros delante de mí y vi a Edward salir del auto, fue hasta mí y me tomó del brazo sin una pizca de delicadeza y me lanzó dentro.

—Yo…

—Hablaremos llegando a casa. —gruñó sin mirarme y le gritó al chofer que se diera prisa.

Estaba pegada en una de las orillas del asiento mientras que él iba en otro extremo murmurando palabras que no lograba entender, pero sabía que estaba molesto. Cuando el auto se detuvo bajé y entré sin mirar atrás, pero me alcanzó cuando llegué al ascensor, me tomó del brazo y me empujó por el pasillo hasta llegar a la puerta del departamento y me hizo entrar.

— ¿Cómo pudiste? —gritó apenas la puerta se cerró.

—Yo no la empujé.

—A lo que yo vi parece que lo hiciste y ella asegura que así fue.

—Está mintiendo. —grité furiosa. — dijo que haría algo para que tu te enfadaras y lo consiguió.

—Jamás haría algo tan estúpido como eso. Ella es una chica delicada mientras que tú no puedes entrar en esa categoría.

— ¿Entonces qué es lo que soy? —pregunté aparatando los mechones que se habían pegado a mi rostro.

—Por tu entrenamiento en el FBI, eres más fuerte que cualquier chica.

—Tienes que creerme, yo no la empujé. ¿Qué ganaría yo? —me acerqué a él e intenté tocarlo pero se apartó de mí. — ¡Claro! Entre ella y yo, su palabra tiene mayor peso.

—Es que desde donde yo estaba pareció que la empujaste.

—Es ahora cuando debes de confiar en mí. —le dije, más él sólo miró el suelo dándome a entender que no me creía en lo absoluto, eso me hizo enfurecer aún más, una serie de temblores sacudieron mi cuerpo, no era por el frio sino por el dolor de que después de tanto tiempo el aún no confiara en mi, entonces me pareció estar escuchando la voz de Jane que repetía lo de su compromiso y como había jugado conmigo. — ¿Te divertiste jugando conmigo? —grité cerrando los puños y dándole un golpe en el pecho sabiendo perfectamente que le había hecho daño.

—No hablas con el más mínimo sentido. —tomó mis muñecas con fuerza y me separó antes de girarse y dirigirse a la puerta.

— ¿Vas con ella? —pregunté furiosa sintiendo como mi corazón latía rápidamente provocando un dolor que no iba a demostrar. Estuve tentada a decirle que si se marchaba yo lo haría, pero no tuve el valor ya que me negaba a perderlo, tenía que escuchar de sus labios si ese compromiso era verdad, él no me podía estar engañando por tanto tiempo.

— ¿A dónde más? Hablamos mañana. —fueron sus últimas palabras antes de salir y dejarme sola en el vestíbulo. Me dejé caer y me permití llorar.

Él se había marchado y me había dejado sin escucharme de verdad, a él le había preocupado más el estado de Jane, era obvio que la rubia tenía razón y yo en realidad nunca había representado nada importante, sólo había sido una aventura, alguien con quien se acostaba y mostraba a los demás como trofeo, conmigo demostraba que no había nadie que se resistiera al gran Edward Cullen.

Me odié por ser tan estúpida pero antes de tomar una decisión tenía que hablar con él. Tenía que escuchar de sus labios que yo no le importaba y que lo que había dicho Jane era verdad. Aunque las señales eran claras tenía que escucharlo de él, me negaba a creer lo que estaba claro.

Perdí la noción del tiempo y cuanto fue el tiempo que estuve en el pasillo llorando y lamentando mi estupidez, me levanté sabiendo que necesitaba una ducha y tal vez si conseguía dormir un poco al día siguiente podía ver las cosas de manera diferente y… nada iba a cambiar todo había terminado.

Me di una ducha y me metí en la cama donde me la pasé llorando casi toda la noche, esperaba que Edward llegara, pero eso no sucedió. La mañana no tardó en llegar y yo había dormido muy poco, así que sabiendo que no podría me levanté y fui a prepararme un café agradeciendo que ese fuera el día libre del ama de llaves.

Me quede de pie frente al ventanal al final del pasillo donde podía observar la ciudad. Todo se había terminado y yo estúpidamente aún me intentaba aferrar a que fuera una mentira y que todo lo de la noche anterior fuera una pesadilla.

Cuando el timbre sonó, limpié las lágrimas de mis mejillas, dejé la taza en una mesita que estaba en el pasillo, abrí la puerta lentamente pero esta se abrió de golpe haciéndome perder el equilibrio y caer al suelo, levanté la mirada para encontrarme de frente con Esme que me estaba mirando con odio.

—Me vas a escuchar. —fueron sus palabras antes de cerrar la puerta de golpe y mirarme despectivamente.



Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

1 comentario:

  1. Aaaaaaaahh odio a Edward, Jane y Esme; no te preocupes la historia te quedo estupenda pero es que GGGRRRRRRRR MALDITOS

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