Todo termino.
Me levanté con cuidado sosteniendo la mirada a la
mujer que apartó un mechón de cabello de su rostro.
—Lo de ayer fue el error más grande. Nos dejaste en
ridículo delante de todos nuestros amigos—apretó los labios. — ¡Quiero que
salgas de la vida de Edward ya!, desde que estas con él, cambiaste todo.
—Ella perdió el equilibrio, yo intenté ayudarla.
—me llevé las manos al pecho—Ella lo hizo con el propósito de que me culparan.
—Siempre dejaste claro tu desagrado hacia Jane.
Aprovechaste un momento y la quisiste quitar de tu camino.
—Ella fue la que junto con usted me atacaban, yo
sólo me defendía con palabras, más nunca sería capaz de lastimarla sin razón.
—mi labio temblaba y sentí que en cualquier momento me echaría a llorar. Por
más que intentaba defenderme y dejar claro como habían sucedido las cosas,
todos ya me habían condenado y estaban seguros que yo la había empujado cuando
la había intentado sostener y evitar su caída, pero ella había evitado que la
tocara.
—No te creo, Jane asegura que la empujaste después
de que ella te dijera la verdad.
— ¿La verdad? —Pregunté sintiendo ese dolor
punzante en mi pecho— ¿En verdad se va a casar con Edward?
— ¿Creíste que mi hijo realmente te veía como algo
serio? —negó con la cabeza. —Pobrecilla, mi hijo tiene este compromiso desde
hace años y estoy segura de que no cambiaría a una chica de buena posición por
una cualquiera como tú.
—No soy una cualquiera. —gruñí molesta y en el
interior de mi cabeza me repetía que todo era un mal sueño.
—Todos los hombres se dejan engañar por una mujer
que sabe darles los que quieren. —ladeó la cabeza y sonrió con pena.
—Edward no pudo hacer eso. — lo dije más para mí
que para ella. No podía creer que las palabras de su madre fueran ciertas y que
después de tanto tiempo había elegido al hombre incorrecto. Muchos me lo habían
advertido y yo estúpidamente había creído que esto podría funcionar.
—No te engañes más Isabella, para él sólo fuiste
una chica con la que podía pasar un rato agradable. Todas esas cosas que te
compró sólo eran el pago a tus servicios. —mordí mi labio y apreté el borde de
mi playera. —Para los demás y para él solo eres una prostituta.
— ¡No soy ninguna prostituta! —grité cerrando los
ojos, era un puñal que se iba clavando en mi corazón.
—La verdad duele, pero eso es lo que fuiste para
Edward, ahora es mejor que desaparezcas y dejes que él pueda ser feliz con su
futura esposa.
—No me iré hasta que hable con él. —la miré
directamente a los ojos sintiendo como mi corazón se seguía partiendo muy lentamente.
—Tengo que escuchar de sus labios que yo no le importo, que nunca le importé.
—No te humilles más. —su tono era frio pero firme.
Abrió su bolso y me extendió un papel que al tomarlo en mis manos vi que se
trataba de un cheque con demasiados ceros. —Eso debe de ser suficiente para que
salgas de nuestras vidas.
—Yo no estoy a la venta. —le traté de regresar el
cheque pero ella no lo recibió.
—No planeó darte más, esa cantidad es muy generosa.
—Su dinero es lo que menos importa. Si estaba con
Edward era por que lo quería, si no tuviera dinero lo querría igual. —soltó una
carcajada.
—No me engañas niña. Se perfectamente que estabas
con Edward buscando salir de tu patética vida, pero date cuenta de que
cometiste un grave error.
—Usted planea que Edward se case con una mujer que
lo único que busca es un hombre que mantenga su estilo de vida, a ella no le
importa su hijo sólo su apellido y su dinero.
—Conozco perfectamente a Jane y sé que esto sólo
dices por despecho. —me lanzó una mirada fría. — Será mejor que te vayas, no
entiendo porque seguir humillándote. El que hables con Edward no cambia que
seas una prostituta.
Mi mano llegó a su mejilla y a pesar de lo que
había pensado no sentí una pizca de remordimiento, esa mujer desde un inicio me
había mostrado que me detestaba, se tocó la mejilla y me miró con incredulidad,
pasé junto a ella que aún parecía no se había recuperado de la impresión de que
alguien se atreviera a ponerla en su sitio, abrí la puerta y me giré hacia
ella.
— ¡Fuera de aquí! —gruñí molesta.
Pasó a mi lado sin decir una sola palabra y yo
cerré la puerta con brusquedad, aún sostenía el pedazo de papel con el que esa
mujer me había pretendido comprar, lo rompí en varios trozos y lo tiré en el
cesto de la basura de la cocina, me quedé unos momentos mirando a la nada. Fui
a mi habitación y tomé mi móvil, instintivamente marqué el número de Edward
pero colgué al saber que era un error. Busqué hasta dar con el que necesitaba,
timbró un par de veces.
—Diga. —escuché una voz somnolienta y supe que ahí
debía de ser una hora inapropiada más era algo que ya no me importaba, sólo
necesitaba salir.
— ¿Jake? —pregunté con la voz entrecortada.
— ¿Bella? ¿Qué sucede cariño? —preguntó preocupado.
—Necesito salir de aquí, tengo que regresar a New
York.
—Matare a ese h…
—No vale la pena Jake, sólo ayúdame a regresar lo
antes posible.
—Arregla tus cosas ya mismo arreglo lo de tu
regreso. —soltó una palabrota y un suspiro. —Cuando estés aquí hablaremos.
No perdí tiempo y fui a la habitación a tomar sólo
las cosas que me pertenecían, ahí en el armario dejé los vestidos y la ropa que
me había comprado él, la mayoría estaba nueva y sabía que no la utilizaría.
Llamé a un taxi y mientras llegaba tomé una hoja y me debatí en que escribir,
después de mucho pensar sólo escribí una línea y la dejé sobre su escritorio,
en su despacho, junto con las tarjetas de crédito y las llaves de su
departamento.
Tomé mis cosas y salí del departamento sin mirar
atrás, todo había terminado.
EVOP
Me costó el levantarme de la cama después de la
pésima noche que había pasado, aún me negaba a creer que Bella hubiera empujado
a Jane por las escaleras, pero ella había demostrado que no le simpatizaba,
después de dejarla en el departamento regresé a casa de Eleazar para ver como
estaba Jane, y me alegré de ver que no le había sucedido nada y sólo se había
tratado de un susto.
En lugar de regresar al departamento me fui
directamente a un hotel y ahí me quedé, pero me fue imposible el poder dormir.
Al cerrar los ojos veía a Bella que lloraba y aseguraba que ella no la había
empujado, más desde donde yo había estado me parecía que lo había hecho y que
Jane lo asegurara no podía ser más que la verdad. Podía que le pasara muchas
cosas, pero lo que le había hecho a Jane no podía perdonarlo ya que había
puesto en ridículo el apellido de la familia.
Un par de veces tomé mi móvil y marqué el número,
pero antes de llamar desistía y sabía que debía de dejar que se tranquilizara
para que después hablara con la verdad. Así pasaron dos días en los que no me
paré en el departamento y ella no me llamó. El martes por la tarde decidí que
había sido suficiente, me marché temprano de la empresa y fui al departamento
preparándome para una discusión.
Al entrar todo estaba en silencio y era extraño ya
que ella acostumbraba estar en casa a esas horas. Fui a la habitación y algo me
llevó al armario donde vi que estaba la mayoría de su ropa, sólo noté que
hacían falta algunas de las prendas que había traído desde New York, más no me
preocupó ya que desde hacía un par de semanas ella había dejado de usar su ropa
de siempre para vestir de una manera más adecuada, no me extrañaría que se
hubiera desecho de ella.
Fui a la sala y tomé una copa de whisky y regresé a
mi habitación donde me recosté en la cama mirando el televisor, debido a lo que
poco que había dormido no tarde en cerrar los ojos. Cuando desperté la
televisión seguía encendida pero ya había oscurecido. Miré el reloj y noté que
eran cerca de las nueve y ya era hora de que Bella hubiera regresado, salí de
la habitación para encontrar todo oscuro, la llamé un par de veces pero saltó
de inmediato al buzón. Preparé algo de cenar y apenas probé bocado ya que me
estaba preocupando de no recibir noticias de ella.
La llamé una vez más al ver que ya pasaban de las
diez y no respondió, de inmediato fui a mi despacho para llamar a las
autoridades y reportarla como desaparecida. Encendí la luz y cuando tomé el
teléfono miré un par de tarjetas de crédito que reconocí de inmediato, un juego
de llaves y una nota que sólo tenía un par de palabras.
"Eres libre. Que seas feliz"
Esas palabras sólo podían indicar una cosa, aún
manteniendo la nota en mi mano fui corriendo a la habitación y miré el interior
del armario de manera detenida y noté como la ropa que estaba ahí eran las
cosas que yo le había comprado, abrí el cajón de su mesilla de noche y en el
lugar donde había siempre un libro y otros papales no había nada, en el tocador
ya no estaba su perfume favorito y un par de cremas, en el baño no estaba su
cepillo de dientes, una muestra más de que ella se había marchado.
Regresé a la habitación y pateé la cama sin
importar el dolor, no podía creer que me hubiera dejado. Bella se había
marchado y estaba seguro que esta vez no la recuperaría. ¿Por qué se había
marchado si ella no había hecho nada? Tenía que hablar con ella para aclarar de
una vez las cosas, mi orgullo estaba herido ya que era la primera mujer que se
marchaba de mi lado. Ya lo había hecho una vez y me había asegurado que si ésta
vez las cosas no salían bien ya no habría otra oportunidad. Tal vez eso lo
pensara en un principio pero sabía que la podía convencer de lo contrario.
Quería tomar el primer avión a New York o Montana,
sabía que en cualquiera de esos dos lugares la encontraría, pero si la iba a
buscar ahora sólo conseguiría que me rechazara, más debía de ser un poco
inteligente y permitir que las cosas se tranquilizaran para que ella se diera
cuenta que el marcharse había sido un error y que nadie le daría lo que yo le
estaba ofreciendo. Nadie podría comprar las cosas que yo le regalaba. Le daría
un par de semanas antes de viajar y encontrarme con ella.
BVOP
El vuelo había sido tranquilo, pero no había podido
dormir en lo absoluto, en mi cabeza se repetían los acontecimientos del fin de
semana, como una noche que parecía ser perfecta se había arruinado de tal
manera. Sabía como habían sucedido las cosas y si nadie me creía lo lamentaba
mucho, aunque mi pecho me dolía me había prometido que ya no derramaría una
sola lágrima por un hombre que sólo me había utilizado. Estúpidamente había
creído sus palabras de que yo era importante para él, me sentía flotar y sin
poder evitarlo volé demasiado alto y la caída fue demasiado dura.
Me llevé las manos a la boca para ahogar un gemido
de dolor, me había traicionado. Era inaceptable que él me llevara del brazo y
me hiciera estar presente con él en diferentes eventos, pensaba que las miradas
eran duras porque sabían que no éramos del mismo circulo, pero la realidad es
que todas esas mujeres sabían que era la mujer que se estaba acostando con
Edward cuando él ya estaba comprometido con otra mujer. Me había utilizado como
una prostituta, los vestidos y las joyas eran como el pago de que yo estuviera
con él.
Había prometido que no cambiaria, que seguiría
siendo la misma Isabella Swan que lo había protegido. Pero basto sólo un par de
palabras de su madre para querer demostrar que yo no era la indicada, no me
importó cambiar mi manera de vestir, mi manera de comportarme y todo por un
hombre que no sentía nada por mí.
Estaba asqueada de mi comportamiento, me sentía
sucia, utilizada, humillada. Quería gritar y descargar toda la rabia que
sentía, pero no era el lugar y mirando el reloj noté que faltaban un par de
horas antes de llegar al aeropuerto y encontrarme con mis amigos, las personas
que a pesar de todo sabía estaban ahí conmigo, en las que podía confiar de
verdad.
Cuando llegué al aeropuerto ya era tarde, fui por
mis cosas y me dispuse a salir, más me detuve en seco al ver a mi amigo
mirándome con severidad, unos segundos después su mirada cambio por una cálida
y se acercó de manera lenta hasta estar a sólo un par de pasos de mi. Mordí mi
labio y dejé caer mi mochila para lanzarme a los brazos de mi amigo que me
recibió sin chistar y me apretó contra su cuerpo.
—Tranquila cariño, ya estás en casa. —me susurró al
oído al sentir como mi cuerpo parecía temblar.
Me separé de él un poco avergonzada y noté como
varias personas nos miraban enternecidas, pensando que había sido el
reencuentro de dos enamorados, cuando era algo completamente diferente.
—Vámonos de aquí. —levantó mi mochila y con la mano
libre tomó una de las mías y me sacó del aeropuerto.
Fuera estaba Leah apoyada en el auto de Jacob, al
verme me sonrió y me abrazó. La alejé sabiendo que si seguía un poco más así me
echaría a llorar y lo que menos deseaba era que tantas personas fueran testigos
de mi corazón roto. Me había querido engañar con que lo nuestro podía funcionar
cuando en realidad siempre había sabido que se trataba de una estupidez.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
aiwww este capitulo me a dejado llorando, incluso sigo y sigo derramando lagrimas por ese infeliz desgraciado :'(
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