Verdades que duelen
Los primeros dos días mis amigos no trataron de
hacerme hablar y sólo me platicaban de lo que había ocurrido durante mi
ausencia, trataba de ser amable y cálida con ellos, pero los recuerdos eran mas
fuertes.
— ¿Qué sucedió? —preguntó Leah que se sentó en la
mesita de centro y quedó frente a mi.
—Fui una estúpida. —me encogí de hombros. — Mañana
me presentaré en la oficina de Demetri para volver al trabajo, es lo que
necesito.
—No se si es buena idea Bells. —tomó mi mano y me
obligó a mirarla.
—Es lo que necesito, si tengo la mente ocupada no
pensare en él. —ella sólo se encogió de hombros pero no dijo nada.
Al día siguiente me vestí como lo hacia siempre que
estaba trabajando, al llegar a las oficinas la mayoría me saludó y veía como
algunos murmuraban, sabía que todos debían de saber lo que había tenido con
Edward, pero eso era pasado y pronto dejarían de hablar de mi.
Al llegar a la oficina de Demetri, él estaba en una
junta por lo que decidí esperarlo. No tardó más de media hora y cuando me vio
pareció sorprendido y avisó a su secretaria de que no quería interrupciones ya
que tendría que hablar conmigo.
— ¿Qué haces de vuelta? —preguntó mirando el
calendario. — Aún tienes un par de semanas de vacaciones.
—Quiero volver. —lo miré a los ojos y él mantuvo la
mirada sin decir una palabra y cuando tomó una enorme bocanada de aire supe que
había comprendido la situación.
— ¿Así que finalmente te diste cuenta de que esa
relación no tenía sentido? —preguntó colocando las manos detrás de su cabeza. —
¿Qué sucedió Bella?
—Preferiría no hablar de ello y agradecería que me
dejaras incorporarme de inmediato.
—No te importaría perder las semanas que te quedan
de vacaciones. —preguntó y aunque me dolía un poco negué. — No las perderás.
—Necesito reincorporarme al trabajo.
—Con el comité tenemos que evaluar tu caso, ya no
es tan simple. Eres la mejor de nuestras agentes.
— ¿Qué quieres decir con eso? —pregunté sintiendo
un enorme nudo en el estómago, ¿acaso me estaban echando? — Pensé que a la
agencia no le importaba mi vida personal y…
—Y no nos importa Bella. Pero tu mantuviste una
relación con un hombre millonario fuiste fotografía infinidad de veces, tu
rostro es conocido en todos los lugares. —me llevé la mano a la boca para
ocultar el gemido de sorpresa.
—Yo no…
—Tú siempre eras la mujer que enviábamos a misiones
encubiertas, nadie se imaginaba que detrás de ese rostro angelical se escondía
una mujer peligrosa. Era sencillo ya que nadie te conocía, pero ahora… todo es
diferente.
—Éste trabajo es mi vida, luché tanto para llegar
hasta donde estoy.
—Yo fui testigo de lo mucho que te esforzaste
Bella, pero como te dije el que salieras con Cullen trajo más problemas de los
que podíamos esperar. —apoyó las manos en su escritorio y me miró fijamente.
—siempre fuiste una chica lista y me sorprende que no vieras que esto
sucedería.
—Arruiné mi carrera. —cubrí mi rostro con mis
manos.
No sólo había permitido que me utilizara y se
burlara de mi, también lo había dejado que arruinara la carrera que me había
tomado tanto tiempo forjar y que con mucho esfuerzo había conseguido ser una de
las mejores. El que me hubieran fotografiado con él haría que los medios
estuvieran al pendiente mío por un largo tiempo y eso sólo entorpecería el
trabajo de la agencia y lo peor es que si los medios investigaban y lograban
descubrir que trabajaba para el FBI atarían cabos y sabrían que era la misma
mujer que había protegido a Edward y mi carrera se había terminado.
Mi carrera se terminaría sólo por unas cuantas
noches de placer. ¡Que estúpida había sido!
—No puedo perderlo todo. —miré a Demetri
—A mi sería él que más le dolería perderte. Hablaré
con los directivos y trataré de ver que se puede hacer. —soltó un suspiro y se
levantó bruscamente. — ¡Demonios! ¿Por qué lo hiciste?
—Me dejé engañar, fui una estúpida.
—Sabía que las cosas con ese hombre no terminarían
nada bien Bells. ¿Cómo caíste con un hombre como él?
—No puedo cambiar lo que ya sucedió, pero no
volveré a cometer un error como éste.
— ¡Echaste a perder tu carrera por un hombre que no
ve más allá de sus propios intereses! —golpeó el escritorio con rabia. —Tú
siempre has sido como mi hermana pequeña y me duele ver como tu carrera se
derrumba.
—Cometí un error al creer que él sentía algo por
mi—me levanté de mi asiento para encararlo—intenté hacer que las cosas
funcionaran pero…
—Contéstame una pregunta muy simple Bella ¿Te
quiere? ¿Cuantas veces te lo dijo en este tiempo que estuvieron juntos?
—preguntó
—Él me qu…—dejé la frase inconclusa al darme cuenta
de que todo ese tiempo nunca me había dicho un te quiero o un te amo, sólo eran
palabras vacías de te deseo o te necesito. Me había engañado creyendo que ese
par de frases significaban lo mismo, pero era obvio que sólo se trataba de
atracción no de algo más profundo.
— ¿Bella? —estaba delante de mi secando mis
lagrimas con sus pulgares y me sentí estúpida.
—Nunca lo hizo. —al pronunciar esas palabras la
opresión en mi pecho fue aún mayor. — Jamás me quiso, sólo era simple atracción
y estúpidamente siempre estuve ahí. Yo lo quería y él sólo se aprovechó de lo
que yo sentía.
—Hombres como él están acostumbrados a conseguir lo
que quieren y tal parece que tu sólo fuiste una más en su lista. —evité mirarlo
ya que estaba sumamente avergonzada de mi comportamiento.
—Quiero volver, aquí está mi vida.
—Haré todo lo posible. —apretó una de mis manos.
—Antes de que te vayas quiero entregarte algo que estoy seguro no sabes del
hombre con el que viviste este tiempo.
—No me interesa saber nada de él. Quiero olvidarlo.
—Es muy importante Bella, creo que esto ayudará a
que veas la clase de hombre que es en realidad y dejes de engañarte y tratar de
disculpar lo que sea que hizo. —sacó un sobre de uno de sus cajones y me lo
entregó. —Lo mandé investigar justo cuando te marchaste con él, al principio no
encontraron nada pero indagué y me encontré con algo que la gente ignora y que
sin duda la prensa se volvería loca con la noticia.
—Demetri…
—Revísalo cuando estés lista y te llamaré en unos
días para ver a que acuerdo pudimos llegar. —beso mi coronilla. —cuídate mucho
pequeña.
Esa tarde la pasé sola en mi departamento que
aunque pequeño era muy acogedor, estaba sentada en el sillón frente a la
ventana con el sobre que me había entregado Demetri en el suelo. Lo primero que
se me había ocurrido era quemarlo y evitar conocer su contenido, pero si lo
hacía seria una cobarde por no querer saber que era eso que podía causar tantos
problemas. Mirando como el cielo estaba tomando matices naranjas y amarillos
cerré los ojos y pensé en la enorme decepción que sentirían mis padres al saber
que había perdido mi trabajo y todo por un hombre que sólo me había utilizado.
Mi madre siempre se había mostrado algo molesta por
mi profesión, pero la última vez que habíamos hablado me dejó claro que me
apoyaba y que comprendía lo que este trabajo significaba para mí. Por un
momento de diversión había perdido años de trabajo y esfuerzo.
Dejé la taza de café que había mantenido en mis
manos y tomé el sobre que seguía en el suelo, con las manos ligeramente
temblado, lo abrí y saqué un par de papeles que leí sin encontrar nada
realmente interesante y de gran valor para la prensa. Pero me llevé la mano a
la boca al encontrar aquello que era tan valioso y que habían logrado ocultar.
En mis manos tenía una copia de un registro de una
niña que en este momento debía de tener 4 años y que era hija de Edward, ahí en
esa hoja estaba escrito su nombre como el padre de la niña. Vi el nombre de la
pequeña y recordé el par de veces que vi como aparecía ese nombre en su móvil
cuando timbraba, él se alejaba de mí diciendo que era una llamada de trabajo
cuando en realidad sólo hablaba con su hija. Sentía como si alguien estuviera
encajando una daga en mi corazón lentamente, todo este tiempo había vivido
junto a un hombre que estaba lleno de secretos y que me mentía todos los días,
estaba asqueada de haber estado junto a un hombre como él.
—Una hija—me repetí en voz alta sin dejar de mirar
la hoja que permanecía en mi mano.
Leí los demás papeles para ver que otro secreto me
encontraba, pero ya no era nada demasiado importante o eso creía hasta que
llegué a unas escrituras de propiedad de una casa en Newcastle que estaban a
nombre de Edward y Annett. También había información sobre la madre de la niña
y me sorprendió el ver que la mujer sólo tenía un año menos que Edward. Ahora
entendía todos esos viajes de supuestos negocios que hacia a Newcastle y por
qué nunca permitió que le acompañara, sabía que si iba me enteraría de la
existencia de esa familia que él mantenía oculta y lo dejaría. Me preguntaba
¿Jane sabría esto? Me encogí de hombros y decidí que eso es lo que menos
importaba, eso ya no era problema mío.
A pesar de lo que había descubierto me era muy
difícil el poder odiarlo, sentía una rabia en mi interior y como crecía
rápidamente y se extendía por todo mi cuerpo, pero después recordaba los
momentos que habíamos pasado juntos y todo ese sentimiento que me carcomía
comenzaba a desaparecer y no podía evitar extrañarlo, era una tontería, pero
aún no podía olvidarlo del todo. Había sido el único hombre del que realmente
me había enamorado y él sólo había jugado conmigo.
Fue el domingo por la noche que Demetri me llamó y
me pidió que me presentara a la agencia al día siguiente ya que había logrado
convencer a los directivos para que volviera y que se presentaba una misión muy
importante de la cual querían que me hiciera cargo y que si conseguía tener
éxito volvería al trabajo como si nada hubiera sucedido y obtendría el ascenso
que había conseguido cuando protegí a cierto Playboy. Estaba feliz de saber que
volvería de nuevo al trabajo, mi mente estaría ocupada y no pensaría tanto en
el hombre que me había traicionado.
Me presenté en la oficina de Demetri cerca de diez
minutos antes y me explicaron la situación, sólo se trataba de hacerme pasar
por la novia de uno de los senadores ya que su vida estaba siendo amenazada por
un grupo de hombres que trataban que el senador aprobara un par de reformas a
las que se estaba oponiendo sabiendo que si lo hacía causaría problemas, así que
necesitaban que alguien estuviera con él a toda hora sin levantar sospechas de
que estaba siendo protegido y tratando de saber quienes estaba detrás de las
amenazas.
No pude evitar sonreír al saber que se trataba de
un trabajo fácil y que no me costaría nada poder realizarlo, accedí cuando me
dijeron que debía de utilizar algún atuendo para no revelar mi identidad ya que
aún estaba muy reciente lo de mi relación con Edward y los medios estarían
sobre mi si me vieran del brazo del senador y sólo provocaría entorpecer toda
la misión. Muchos se preguntaron porque me habían asignado al caso sabiendo de
ante mano que implicaba un gran trabajo, la respuesta es que me estaban
poniendo a prueba, querían asegurarse de que estar en la agencia era lo que
importaba y que estaba dispuesta a hacer lo que fuera para continuar.
Como era costumbre llegó el momento de los análisis
de todo el personal, era un momento que no a todos nos gustaba ya que debían de
extraer una muestra de sangre y eso implicaba que un objeto afilado atravesaba
nuestra piel. De sólo pensarlo la piel se me erizó. Cuando fue mi turno saludé
a la mujer que se acercó sosteniendo un tubito y evité mirar la mano con la que
sostenía una aguja, cerré los ojos con fuerza y mordí mi labio inferior al
sentir como limpiaba la zona y colocaba la liga sobre mi codo para ejercer
presión, luego sentí como la aguja atravesaba mi piel.
—Listo. —anunció la mujer con una sonrisa.
— ¿Hasta cuándo dejarás de temer a un piquetito?
—se burló Jacob que entró y se acomodó en el lugar donde yo había estado.
—Odio las agujas. —la mujer regresó e hizo el mismo
procedimiento que conmigo, sólo que mi amigo miró la aguja y cuando la mujer se
acercaba este se movió bruscamente haciendo la que la silla se fuera hacia
atrás. Lo que me hizo reír con ganas.
—Antes no eran tan grandes, eso tiene el mismo
grosor que mi vena. —la mujer lo miró enarcando una ceja.
—Sólo será un piquetito.
—Vamos Jake, cuando salgas de aquí te compro un
helado. —palmeé su hombro y sonrió.
Minutos después estábamos fuera del edificio en
camino para comprar el helado. No me había dado cuenta de lo mucho que había
extrañado estas cosas tan simples. Con Edward solíamos visitar sitios elegantes
y nunca se había detenido en lugares pequeños. Siempre habíamos sido completamente
distintos y era obvio que lo nuestro estaba destinado al fracaso, más yo era
feliz con mi vida simple y era algo que no cambiaria por nada. El estar del
otro lado viviendo junto a un hombre importante me hacia valorar y querer mi
estilo de vida sencillo en el que la gente que se acercaba a mi era amable y lo
hacía sin esperar nada a cambio.
— ¿Te quedarás sólo mirando los helados o vas a
pedir alguno? —me dijo mientras el ya se estaba comiendo uno
—Quiero uno de chocolate.
Antes de que yo pagara lo hizo Jake que me arrastró
fuera sin darme tiempo a protestar. Al llegar a la oficina nos pusimos a
trabajar archivando y revisando casos que nos habían enviado, eran cosas
simples de pura investigación, pero eso nos hizo mantenernos ocupados.
Por la noche me quedé hasta tarde mirando una serie
de televisión que era nueva y muy divertida. Cuando llegué a mi oficina al día
siguiente la secretaria de Demetri me dijo que me estaba esperando en su
oficina por lo que fui sabiendo que querría hablar de la misión a la que me
marcharía en un par de días.
—Hola, buenos días. —saludé cerrando la puerta
detrás de mi.
—Siéntate Bella. —enarqué una ceja al ver su
comportamiento tan seco.
— ¿Sucede algo? —Él solo asintió— ¿Qué es lo que
pasa?
—Nadine será la que tome tu lugar en la misión.
—Ella no tiene la misma experiencia que yo, ¿Por
qué Aro me dejó fuera?
—No fue Aro quien te dejó fuera. Fui yo. —lo miré
sin poder creer sus palabras y sólo movía la boca de la cual no salía una sola
palabra.
—No puedes hacerme esto. —chillé y me levanté
molesta. — Sabía que era una prueba y sé que la pasare. Sabes…
—Siéntate por favor y tranquilízate. —volví a mi
lugar y respiré profundamente un par de veces. —Si lo hice es porque no puedo
enviarte.
—No te comprendo. —me extendió un hoja y con la
mirada me indicó que la leyera, negué con la cabeza y bajé la mirada a la hoja,
la leí con cuidado y me llevé la mano a la boca al ver el porque me había
dejado fuera. — Es imposible. No puede ser verdad.
— ¿Estás segura? —enarcó una ceja y me miró
fijamente con una pequeña sonrisa en sus labios y un brillo de diversión en su
mirada. —Puedo explicarte la manera en que puede suceder.
—Demetri, yo…
—Creo que ya comprendiste.
—Estoy embarazada. —dije con la voz apenas
imperceptible, llevé las manos a mi vientre aún plano y mirándolo como buscando
recibir una respuesta.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
aggghh sin ofender pero eso ya todos lo esperaban bueno de todas maneras me encanto el cap, lo sabes pero me hubiera encantado que no se enterara hasta que estuviera con el senador y haya recibido un disparo
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