Decisiones
— ¿Ahora entiendes por qué no puedes ir a esa
misión? — me dijo sentándose en la silla junto a la mía. —Es muy arriesgado que
vayas en tu estado.
—No puedes dejarme fuera de esta misión, sabes que
soy mucho mejor que Nadine. —dije tomando sus manos y mirándolo de manera
suplicante más el comenzó a evitar mi mirada
—No te puedo arriesgar. —dijo en un gruñido.
—Esta es mi última oportunidad para demostrar que
puedo permanecer en la agencia. Te prometo que no me arriesgaré y que no haré
tonterías. —él negaba y decía palabras que no lograba entender.
Seguí tratando de hacerlo cambiar de opinión pero
la respuesta era la misma y con eso mis esperanzas de regresar a mi antiguo
trabajo eran nulas. El resto del día me la pasé revisando documentos y archivando
casos que ya habían sido resueltos. Delante de mi oficina paso la chica que se
haría cargo de la misión que había sido mía y que por mi estado ya no podría
cumplir.
Al marcharme a casa la verdad me golpeó de manera
brusca. Estaba embarazada y justo ahora me detenía a pensar la manera en que
ese pequeño detalle cambiaria mi vida de manera radical.
Al entrar en la cocina abrí el refrigerador y me
hice un emparedado de jamón con mucha verdura y muchas aceitunas negras. Cuando
iba a darle la primera mordida a mi emparedado solté una risita nerviosa al
percatarme de que durante la semana anterior había comido muchas aceitunas
negras cuando ¡Yo las detestaba! ¿Cómo no me había dado cuenta de ello antes?
Me pregunté dándole una mordida.
Ahora no sólo debía de pensar en mi, también debía
de pensar en la pequeña vida que se está formando en mi interior, podía que su
padre fuera un ser ruin y detestable que sólo me había utilizado, pero él o
ella era un ser inocente que no sabría lo que era el rechazo ya que siempre lo
protegería y amaría. Había sido fruto de un amor verdadero, al menos por mi
parte.
Me fui a la cama con una nueva esperanza para
recuperarme y tratar de olvidar el mal momento por el que había pasado, después
de todo no todo había sido tan malo, esa noche dormí sin soñar con él.
Me desperté con una extraña energía y al ver que
era temprano me coloqué mi ropa deportiva y fui a caminar al Central Park y
sonreí al ver que aún seguían asistiendo hombres que sólo iban ahí para
impresionar a alguna chica que se creyera que poseían una buena condición
cuando la realidad era que corrían sólo delante de ella y cuando sabían que ya
no los veían, se detenían y tomaban grandes bocanadas de aíre y poco les
faltaba para tener la lengua afuera.
Éste era un día nuevo, tenía que pensar en él bebé.
Con una actitud nueva fui a la oficina y me puse a trabajar sin lamentar el
estar haciendo un trabajo que no me gustaba del todo. Había veces que nuestros
actos traían desagradables consecuencias y una de ellas era haber perdido mi
puesto de agente y ahora era seguro que sería designada a tareas de oficina.
—Swan. —levanté la vista al ver a Nadine que me
miró de manera fría y no de esa manera arrogante con la que me había mirado
ayer. —Demetri quiere hablar contigo.
Fui detrás de ella sin decir una sola palabra, al
llegar saludé a la secretaria de Demetri y entré.
—Es todo Nadine, regresa a tus labores. —le dijo a
la chica que salió bufando. — ¿No te parece que es arrogante?
—Tú lo has dicho. —dije encogiéndome de hombros.
—Necesito una agente que sepa cuál es su lugar y no
una que trate de manejar las cosas a su antojo. —lo miré enarcando una ceja y
sintiendo un revoloteo en mi interior al percibir lo que estaba diciendo.
— ¿Quiéres decir que estoy de regreso en la misión?
—pregunté ilusionada.
—Pero antes debes de jurar que no harás una
estupidez, serás el guardaespaldas directo del senador pero habrá agentes
vigilándolos y a la primera señal de peligro tú saldrás del campo de batalla.
—se colocó en cuclillas delante de mí. —Soy responsable de ti y con eso también
de tu bebé. Muchos no estuvieron de acuerdo, pero es una misión urgente y saben
que Nadine no nos sirve así que decidieron permitírtelo.
—No te fallaré. —le prometí con una enorme sonrisa.
Durante esa semana recibí las instrucciones y un
pequeño entrenamiento sin ser demasiado agresivo ya que había ejercicios que no
eran muy buenos al igual que había pesos que no eran recomendables para mí.
Tenía que viajar a Washington para estar junto al senador que debía de asistir
a un par de eventos en los cuales había sido amenazado.
Dentro del equipo que iba encubierto estaba Jake lo
que me hacía sentir más segura, había un amigo cuidando mi espalda. Al conocer
al hombre me llevé una sorpresa, no era tan joven como lo imaginaba, podía
asegurar que tenía un par de años más que mi padre, pero eso sólo lo descubrías
al ver las arruguitas que se formaban en su rostro. Al principio se rehusó un
poco al tenerme a su lado ya que pensaba que era demasiado pequeña para
protegerlo y que tal vez sería una presa sencilla para la clase de hombres que
estaban detrás de las amenazas.
Tuve que adaptarme a usar peluca para esconder mi
verdadero color de cabello, lentillas de un color verde que me trajo malos
recuerdos y vestidos que se amoldaban a mi cuerpo que ya comenzaba a mostrar
rastros de la vida que se estaba formando; Pero que aún se podía disimular.
Asistí a cenas, donde el senador tenía que estar
presente y recibí miles de elogios por mi apariencia y eso sólo me recordaba lo
que había vivido hace unas semanas, pero mantenía una sonrisa y la frente en
alto al recordar que estaba haciendo esto porque era mi trabajo. Nos tomó una
semana el encontrar a los responsables de las amenazas que resultaron ser
enviados por otros miembros del senado que no estaban conformes con sus
propuestas y esperaban que asuntándolo él les diera la razón y aceptara sus
propuestas. Durante esa semana llegué conocer al hombre detrás de esa careta de
frialdad y resultó ser un hombre como cualquier otro que al conseguir estar en
uno de los mejores puestos había descuidado a su familia y la había perdido y
hace sólo un par de años, habían muerto en un accidente de auto; era un hombre
solitario que aunque era visto con diferentes mujeres, él solo buscaba compañía
sincera, ya que no era la clase de hombres que las coleccionaba.
— ¿Sabe?… me es extrañamente familiar. —me dijo una
noche que estábamos cenando en casa y no pude evitar sentirme vulnerable. — ¿Es
usted la mujer que salía con ese empresario británico? Ya sabe ese hombre que
tiene sus oficinas en New York y que estuvo amenazado de de muerte.
Evité contestar llevándome un enorme trozo de
zanahoria a la boca, él me miró con curiosidad y sonrió de lado.
—Por su silencio creo que acerté y que esa relación
ha terminado. —yo asentí sin mirarlo. —Sólo puedo decir que ese hombre es un
estúpido, tenerla a usted y dejarla marchar no es de alguien inteligente.
—Somos muy diferentes. —dije tímidamente
—Eso es medieval. —tomó mi mano con delicadeza. —
Usted es una chica hermosa y si yo tuviera unos 20 años menos tal vez
intentaría algo. —solté una risita nerviosa. — ¿Y él sabe de su estado? —abrí
los ojos por completo y él hombre se disculpó por la pregunta.
—No le entiendo. —fingí
—Puede que sea hombre pero he sido padre un par de
veces y recuerdo ese brillo en los ojos de mi esposa cuando estaba embarazada,
además de que aunque su vientre apenas es perceptible, ya es algo notorio. —me
mordí el labio.
—No estoy segura si se lo diré. Las cosas no
terminaron bien entre nosotros y estoy segura que no me quiere ver. —solté una
risita histérica. — además ahora necesito el trabajo y ahorrar para la llegada
del bebé.
— ¿La vida junto a él fue muy cara? —dejé el
tenedor junto al plato— Es que él…
—Yo no quise depender de él, mis gastos corrieron
por mi cuenta. —lo miré molesta por su intromisión. —Y si no le molesta no
quiero hablar de mi vida privada, estoy aquí para protegerlo.
Ese fue el último día que hablé con él, me mantenía
a distancia cuando no estábamos representando un papel. El día de marcharnos
llegó y el hombre estaba agradecido por quitar las amenazas de encima.
—Isabella…—me llamó antes de marcharme. —lamento mi
intromisión, no deseaba molestarte pero parece que despertaste la fibra
paternal que poseo. Si hay algo que pueda hacer por ti estaré encantado de
hacerlo.
—Lamento mi comportamiento, agradezco su
ofrecimiento pero no hay nada en lo que me pueda ayudar ahora. —me despedí
Al llegar a New York Demetri estaba encantado con
nuestro trabajo, aunque no me gustara la idea sabía que no era correcto que
Edward no supiera la existencia de su hijo, ya sabía que no sería el primero,
pero él debía de saberlo por lo que decidí que el fin de semana viajaría a
Londres donde le contaría la noticia. Bien podía hacerlo por teléfono pero era
una noticia que no se podía dar de esa manera.
Arreglé mi equipaje y fui al aeropuerto. Estaba
mirando los horarios cuando la revista que leía una mujer llamó mi atención,
ahí aparecía el rostro de Edward; moví mi cabeza para poder leer el titular y
cuando leí que se había comprometido un repentino mareo me invadió haciéndome
casi caer, pero un hombre me sostuvo antes de que cayera.
— ¿Se encuentra bien? —preguntó en tono amable y yo
negué respirando con un poco de dificultad. —Quiere…
— ¿Puede ayudarme a llegar a la silla más próxima?
—el hombre me ayudó y cuando estuve ahí una mujer mayor me extendió una botella
de agua y acarició mi mejilla con ternura. —Gracias.
Esperé hasta que me recuperé y después me marché de
regreso a casa, agradecía ver la noticia del compromiso antes de tomar ese
avión, había intentado hacer las cosas bien pero ahora que sabía que él ya me
había olvidado no tenía acaso volver a presentarme, sólo me humillaría y es lo
que menos deseaba. El domingo estaba limpiando mi pequeño departamento cuando
alguien llamó a la puerta de manera desesperada.
— ¡Ya voy! —grité furiosa, pero ni eso logró evitar
que los ruidos cesaran. Al abrir la puerta me encontré con una sorpresa.
— ¡Bella! —exclamó una duende abrazándome
— ¿Qué hacen aquí? —les pregunté dejándolos entrar
y lamentándome por ir vestida en tan malas condiciones.
—Nos enteramos de que estabas en la ciudad y
quisimos venir a verte, además de que vimos algo en las revistas que no nos
gustó y…
—Prefiero no hablar de ello. —les dije, las chicas
abrieron la boca para protestar pero bastó una mirada de Jasper para que no
dijeran nada y se los agradecí.
— ¿Te apetece salir con nosotros?, sólo estaremos
hoy ya que esta noche tomaremos un vuelo hacia unas vacaciones en la playa.
—dijo Alice con una sonrisa.
—Sólo denme unos minutos y estaré presentable.
Me di una ducha rápida y me vestí con ropa
calientita ya que estábamos en diciembre y el frío no tenía compasión de nadie.
Además eso ayudaría a disimular mi estado y no harían una sola pregunta.
El estar con ellos fue algo sumamente relajante,
escuchar las bromas de Emmett y sus aventuras en el equipo de futbol, así como
las historias de las chicas y sus clientas más excéntricas que habían pedido
las cosas más ridículas.
—Debiste verme en ese partido. —estalló Emmett
colocándose de pie de al salto haciendo que la mesa se tambaleara y que los
presentes nos miraran extrañados.
—Siéntate Emmett. —gruñó Rose tirando de su brazo y
obligándolo a tomar su lugar. — ¿Cuándo entenderás qué con las palabras es más
que suficiente?
—Eso no es nada como cuando nos contó un partido
que no vimos. —aseguró Alice riendo. — En ese partido derribó a muchas defensas
y Jasper comprobó que tiene demasiada fuerza.
— ¡Por dios! —me llevé las manos a la boca por el asombro
y al mismo tiempo para a ocultar una sonrisa.
—No me rompió un hueso de milagro. — dijo el rubio
que se alejó antes de que Emmett le diera una palmadita en la espalda.
—Jamás me cuentes tus partidos de esa manera. No
quiero hacerte daño. —le dije guiñándole un ojo y el soltó una carcajada que
retumbó por todo el lugar.
—Esta chica me sigue gustando, ¿cuántas son capaces
de decir que no tienen miedo de enfrentarse a un jugador de futbol americano?
—acarició mi mejilla. —Bueno Rose también entra en esa categoría, es más fuerte
que yo.
—Sólo conozco los puntos débiles que te hacen
comportarte muy bien. —le dijo palmeando su pierna y él abrió los ojos, al
instante comprendimos a donde iba la conversación y sentí como un ligero rubor
se extendía en mis mejillas.
— ¿Qué harás para Navidad? —preguntó Alice
desviando la conversación.
—Me iré con mis padres, toda mi familia se reúne
para estas fechas. —dije dando un sorbo a mi refresco y eso pareció bastar para
que no se hablara más del tema.
Después de una comida agradable paseamos por la
quinta avenida donde las chicas parecían un niño en dulcería, yo me limité a
mirarlas, comprar y ver lo que había en los aparadores.
—Si en algún momento quieres hablar con alguien
puedes hacerlo conmigo. —me dijo Jasper con una suave sonrisa y besó mi
coronilla. — Cuando lo hagas te sentirás mejor.
—No lo sé. Pero gracias. —me encogí de hombros.
La tarde pasó de una manera veloz, cuando
detuvieron el auto frente a mi edificio me bajé sintiendo un nuevo vacío en mi
interior. Podía que no los conociera de hace mucho y que no nos frecuentáramos
continuamente, pero ellos eran mis amigos y esperaba que eso no cambiara.
—No olvides llamarnos de vez en cuando. —pidió Rose
—Lo haré. —prometí ya fuera del auto.
— ¡Qué tengas una linda navidad!. —deseó Alice.
—Disfruten sus vacaciones, nos veremos el próximo
año. —Me despedí. El auto comenzó a alejarse y yo aún seguía moviendo mi mano
hasta que el auto desapareció de mi vista.
El estar ahí con ellos era como una bocanada de
aire fresco. Y sin duda me había ayudado a no pensar en nada que no era
agradable en este momento.
El lunes llegué puntual a mi trabajo y me
sorprendió encontrarme con Demetri en mi oficina.
— ¿Estás cómodo? —le dije al verlo en mi silla.
—La mía lo es más. —se levantó ágilmente y me
sonrió de la manera que lo solía hacer siempre, una sonrisa auténtica no como
la que les mostraba a los demás. — ¿Qué harás para las navidades?
— ¿Me estás invitando a salir? —pregunté y el negó
rodando los ojos. —Iré con mis padres, ya les había prometido que estaría en
casa para estos días.
—No es que quiera presionarte, pero ¿ya has pensado
qué es lo que harás? —preguntó.
—Justo de eso quería hablar contigo.
—Adelante, te escucho.
...
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
Okey olvida el comentario anterior con esto arreglaste todo ;)
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