Mi nueva vida con un playboy: Capítulo 13



Decisiones


— ¿Ahora entiendes por qué no puedes ir a esa misión? — me dijo sentándose en la silla junto a la mía. —Es muy arriesgado que vayas en tu estado.

—No puedes dejarme fuera de esta misión, sabes que soy mucho mejor que Nadine. —dije tomando sus manos y mirándolo de manera suplicante más el comenzó a evitar mi mirada

—No te puedo arriesgar. —dijo en un gruñido.

—Esta es mi última oportunidad para demostrar que puedo permanecer en la agencia. Te prometo que no me arriesgaré y que no haré tonterías. —él negaba y decía palabras que no lograba entender.

Seguí tratando de hacerlo cambiar de opinión pero la respuesta era la misma y con eso mis esperanzas de regresar a mi antiguo trabajo eran nulas. El resto del día me la pasé revisando documentos y archivando casos que ya habían sido resueltos. Delante de mi oficina paso la chica que se haría cargo de la misión que había sido mía y que por mi estado ya no podría cumplir.

Al marcharme a casa la verdad me golpeó de manera brusca. Estaba embarazada y justo ahora me detenía a pensar la manera en que ese pequeño detalle cambiaria mi vida de manera radical.

Al entrar en la cocina abrí el refrigerador y me hice un emparedado de jamón con mucha verdura y muchas aceitunas negras. Cuando iba a darle la primera mordida a mi emparedado solté una risita nerviosa al percatarme de que durante la semana anterior había comido muchas aceitunas negras cuando ¡Yo las detestaba! ¿Cómo no me había dado cuenta de ello antes? Me pregunté dándole una mordida.

Ahora no sólo debía de pensar en mi, también debía de pensar en la pequeña vida que se está formando en mi interior, podía que su padre fuera un ser ruin y detestable que sólo me había utilizado, pero él o ella era un ser inocente que no sabría lo que era el rechazo ya que siempre lo protegería y amaría. Había sido fruto de un amor verdadero, al menos por mi parte.
Me fui a la cama con una nueva esperanza para recuperarme y tratar de olvidar el mal momento por el que había pasado, después de todo no todo había sido tan malo, esa noche dormí sin soñar con él.

Me desperté con una extraña energía y al ver que era temprano me coloqué mi ropa deportiva y fui a caminar al Central Park y sonreí al ver que aún seguían asistiendo hombres que sólo iban ahí para impresionar a alguna chica que se creyera que poseían una buena condición cuando la realidad era que corrían sólo delante de ella y cuando sabían que ya no los veían, se detenían y tomaban grandes bocanadas de aíre y poco les faltaba para tener la lengua afuera.
Éste era un día nuevo, tenía que pensar en él bebé. Con una actitud nueva fui a la oficina y me puse a trabajar sin lamentar el estar haciendo un trabajo que no me gustaba del todo. Había veces que nuestros actos traían desagradables consecuencias y una de ellas era haber perdido mi puesto de agente y ahora era seguro que sería designada a tareas de oficina.

—Swan. —levanté la vista al ver a Nadine que me miró de manera fría y no de esa manera arrogante con la que me había mirado ayer. —Demetri quiere hablar contigo.

Fui detrás de ella sin decir una sola palabra, al llegar saludé a la secretaria de Demetri y entré.

—Es todo Nadine, regresa a tus labores. —le dijo a la chica que salió bufando. — ¿No te parece que es arrogante?

—Tú lo has dicho. —dije encogiéndome de hombros.

—Necesito una agente que sepa cuál es su lugar y no una que trate de manejar las cosas a su antojo. —lo miré enarcando una ceja y sintiendo un revoloteo en mi interior al percibir lo que estaba diciendo.

— ¿Quiéres decir que estoy de regreso en la misión? —pregunté ilusionada.

—Pero antes debes de jurar que no harás una estupidez, serás el guardaespaldas directo del senador pero habrá agentes vigilándolos y a la primera señal de peligro tú saldrás del campo de batalla. —se colocó en cuclillas delante de mí. —Soy responsable de ti y con eso también de tu bebé. Muchos no estuvieron de acuerdo, pero es una misión urgente y saben que Nadine no nos sirve así que decidieron permitírtelo.

—No te fallaré. —le prometí con una enorme sonrisa.

Durante esa semana recibí las instrucciones y un pequeño entrenamiento sin ser demasiado agresivo ya que había ejercicios que no eran muy buenos al igual que había pesos que no eran recomendables para mí. Tenía que viajar a Washington para estar junto al senador que debía de asistir a un par de eventos en los cuales había sido amenazado.

Dentro del equipo que iba encubierto estaba Jake lo que me hacía sentir más segura, había un amigo cuidando mi espalda. Al conocer al hombre me llevé una sorpresa, no era tan joven como lo imaginaba, podía asegurar que tenía un par de años más que mi padre, pero eso sólo lo descubrías al ver las arruguitas que se formaban en su rostro. Al principio se rehusó un poco al tenerme a su lado ya que pensaba que era demasiado pequeña para protegerlo y que tal vez sería una presa sencilla para la clase de hombres que estaban detrás de las amenazas.

Tuve que adaptarme a usar peluca para esconder mi verdadero color de cabello, lentillas de un color verde que me trajo malos recuerdos y vestidos que se amoldaban a mi cuerpo que ya comenzaba a mostrar rastros de la vida que se estaba formando; Pero que aún se podía disimular.

Asistí a cenas, donde el senador tenía que estar presente y recibí miles de elogios por mi apariencia y eso sólo me recordaba lo que había vivido hace unas semanas, pero mantenía una sonrisa y la frente en alto al recordar que estaba haciendo esto porque era mi trabajo. Nos tomó una semana el encontrar a los responsables de las amenazas que resultaron ser enviados por otros miembros del senado que no estaban conformes con sus propuestas y esperaban que asuntándolo él les diera la razón y aceptara sus propuestas. Durante esa semana llegué conocer al hombre detrás de esa careta de frialdad y resultó ser un hombre como cualquier otro que al conseguir estar en uno de los mejores puestos había descuidado a su familia y la había perdido y hace sólo un par de años, habían muerto en un accidente de auto; era un hombre solitario que aunque era visto con diferentes mujeres, él solo buscaba compañía sincera, ya que no era la clase de hombres que las coleccionaba.

— ¿Sabe?… me es extrañamente familiar. —me dijo una noche que estábamos cenando en casa y no pude evitar sentirme vulnerable. — ¿Es usted la mujer que salía con ese empresario británico? Ya sabe ese hombre que tiene sus oficinas en New York y que estuvo amenazado de de muerte.

Evité contestar llevándome un enorme trozo de zanahoria a la boca, él me miró con curiosidad y sonrió de lado.

—Por su silencio creo que acerté y que esa relación ha terminado. —yo asentí sin mirarlo. —Sólo puedo decir que ese hombre es un estúpido, tenerla a usted y dejarla marchar no es de alguien inteligente.

—Somos muy diferentes. —dije tímidamente

—Eso es medieval. —tomó mi mano con delicadeza. — Usted es una chica hermosa y si yo tuviera unos 20 años menos tal vez intentaría algo. —solté una risita nerviosa. — ¿Y él sabe de su estado? —abrí los ojos por completo y él hombre se disculpó por la pregunta.

—No le entiendo. —fingí

—Puede que sea hombre pero he sido padre un par de veces y recuerdo ese brillo en los ojos de mi esposa cuando estaba embarazada, además de que aunque su vientre apenas es perceptible, ya es algo notorio. —me mordí el labio.

—No estoy segura si se lo diré. Las cosas no terminaron bien entre nosotros y estoy segura que no me quiere ver. —solté una risita histérica. — además ahora necesito el trabajo y ahorrar para la llegada del bebé.

— ¿La vida junto a él fue muy cara? —dejé el tenedor junto al plato— Es que él…

—Yo no quise depender de él, mis gastos corrieron por mi cuenta. —lo miré molesta por su intromisión. —Y si no le molesta no quiero hablar de mi vida privada, estoy aquí para protegerlo.

Ese fue el último día que hablé con él, me mantenía a distancia cuando no estábamos representando un papel. El día de marcharnos llegó y el hombre estaba agradecido por quitar las amenazas de encima.

—Isabella…—me llamó antes de marcharme. —lamento mi intromisión, no deseaba molestarte pero parece que despertaste la fibra paternal que poseo. Si hay algo que pueda hacer por ti estaré encantado de hacerlo.

—Lamento mi comportamiento, agradezco su ofrecimiento pero no hay nada en lo que me pueda ayudar ahora. —me despedí

Al llegar a New York Demetri estaba encantado con nuestro trabajo, aunque no me gustara la idea sabía que no era correcto que Edward no supiera la existencia de su hijo, ya sabía que no sería el primero, pero él debía de saberlo por lo que decidí que el fin de semana viajaría a Londres donde le contaría la noticia. Bien podía hacerlo por teléfono pero era una noticia que no se podía dar de esa manera.

Arreglé mi equipaje y fui al aeropuerto. Estaba mirando los horarios cuando la revista que leía una mujer llamó mi atención, ahí aparecía el rostro de Edward; moví mi cabeza para poder leer el titular y cuando leí que se había comprometido un repentino mareo me invadió haciéndome casi caer, pero un hombre me sostuvo antes de que cayera.

— ¿Se encuentra bien? —preguntó en tono amable y yo negué respirando con un poco de dificultad. —Quiere…

— ¿Puede ayudarme a llegar a la silla más próxima? —el hombre me ayudó y cuando estuve ahí una mujer mayor me extendió una botella de agua y acarició mi mejilla con ternura. —Gracias.

Esperé hasta que me recuperé y después me marché de regreso a casa, agradecía ver la noticia del compromiso antes de tomar ese avión, había intentado hacer las cosas bien pero ahora que sabía que él ya me había olvidado no tenía acaso volver a presentarme, sólo me humillaría y es lo que menos deseaba. El domingo estaba limpiando mi pequeño departamento cuando alguien llamó a la puerta de manera desesperada.

— ¡Ya voy! —grité furiosa, pero ni eso logró evitar que los ruidos cesaran. Al abrir la puerta me encontré con una sorpresa.

— ¡Bella! —exclamó una duende abrazándome

— ¿Qué hacen aquí? —les pregunté dejándolos entrar y lamentándome por ir vestida en tan malas condiciones.

—Nos enteramos de que estabas en la ciudad y quisimos venir a verte, además de que vimos algo en las revistas que no nos gustó y…

—Prefiero no hablar de ello. —les dije, las chicas abrieron la boca para protestar pero bastó una mirada de Jasper para que no dijeran nada y se los agradecí.

— ¿Te apetece salir con nosotros?, sólo estaremos hoy ya que esta noche tomaremos un vuelo hacia unas vacaciones en la playa. —dijo Alice con una sonrisa.

—Sólo denme unos minutos y estaré presentable.

Me di una ducha rápida y me vestí con ropa calientita ya que estábamos en diciembre y el frío no tenía compasión de nadie. Además eso ayudaría a disimular mi estado y no harían una sola pregunta.

El estar con ellos fue algo sumamente relajante, escuchar las bromas de Emmett y sus aventuras en el equipo de futbol, así como las historias de las chicas y sus clientas más excéntricas que habían pedido las cosas más ridículas.

—Debiste verme en ese partido. —estalló Emmett colocándose de pie de al salto haciendo que la mesa se tambaleara y que los presentes nos miraran extrañados.

—Siéntate Emmett. —gruñó Rose tirando de su brazo y obligándolo a tomar su lugar. — ¿Cuándo entenderás qué con las palabras es más que suficiente?

—Eso no es nada como cuando nos contó un partido que no vimos. —aseguró Alice riendo. — En ese partido derribó a muchas defensas y Jasper comprobó que tiene demasiada fuerza.

— ¡Por dios! —me llevé las manos a la boca por el asombro y al mismo tiempo para a ocultar una sonrisa.

—No me rompió un hueso de milagro. — dijo el rubio que se alejó antes de que Emmett le diera una palmadita en la espalda.

—Jamás me cuentes tus partidos de esa manera. No quiero hacerte daño. —le dije guiñándole un ojo y el soltó una carcajada que retumbó por todo el lugar.

—Esta chica me sigue gustando, ¿cuántas son capaces de decir que no tienen miedo de enfrentarse a un jugador de futbol americano? —acarició mi mejilla. —Bueno Rose también entra en esa categoría, es más fuerte que yo.

—Sólo conozco los puntos débiles que te hacen comportarte muy bien. —le dijo palmeando su pierna y él abrió los ojos, al instante comprendimos a donde iba la conversación y sentí como un ligero rubor se extendía en mis mejillas.

— ¿Qué harás para Navidad? —preguntó Alice desviando la conversación.

—Me iré con mis padres, toda mi familia se reúne para estas fechas. —dije dando un sorbo a mi refresco y eso pareció bastar para que no se hablara más del tema.

Después de una comida agradable paseamos por la quinta avenida donde las chicas parecían un niño en dulcería, yo me limité a mirarlas, comprar y ver lo que había en los aparadores.

—Si en algún momento quieres hablar con alguien puedes hacerlo conmigo. —me dijo Jasper con una suave sonrisa y besó mi coronilla. — Cuando lo hagas te sentirás mejor.

—No lo sé. Pero gracias. —me encogí de hombros.

La tarde pasó de una manera veloz, cuando detuvieron el auto frente a mi edificio me bajé sintiendo un nuevo vacío en mi interior. Podía que no los conociera de hace mucho y que no nos frecuentáramos continuamente, pero ellos eran mis amigos y esperaba que eso no cambiara.

—No olvides llamarnos de vez en cuando. —pidió Rose

—Lo haré. —prometí ya fuera del auto.

— ¡Qué tengas una linda navidad!. —deseó Alice.

—Disfruten sus vacaciones, nos veremos el próximo año. —Me despedí. El auto comenzó a alejarse y yo aún seguía moviendo mi mano hasta que el auto desapareció de mi vista.

El estar ahí con ellos era como una bocanada de aire fresco. Y sin duda me había ayudado a no pensar en nada que no era agradable en este momento.

El lunes llegué puntual a mi trabajo y me sorprendió encontrarme con Demetri en mi oficina.

— ¿Estás cómodo? —le dije al verlo en mi silla.

—La mía lo es más. —se levantó ágilmente y me sonrió de la manera que lo solía hacer siempre, una sonrisa auténtica no como la que les mostraba a los demás. — ¿Qué harás para las navidades?

— ¿Me estás invitando a salir? —pregunté y el negó rodando los ojos. —Iré con mis padres, ya les había prometido que estaría en casa para estos días.

—No es que quiera presionarte, pero ¿ya has pensado qué es lo que harás? —preguntó.

—Justo de eso quería hablar contigo.

—Adelante, te escucho.
...

Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

1 comentario:

  1. Okey olvida el comentario anterior con esto arreglaste todo ;)

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