Pérdidas
EPOV
Hace solo dos días aún podía decir que éramos una
familia, pero desde que mi padre había sido honesto con mi madre todo parecía
ir en pique, ellos apenas se hablaban. En este momento me sentía solo, no podía
acudir a nadie ya que las únicas personas en las que podía confiar estaban
pasándola tan mal como yo.
Estar en mi departamento no ayudaba demasiado, cada
parte de él me recordaba un poco a Bella, si cerraba los ojos aún podía jurar
que la escuchaba andar por la casa. Me hacía falta tenerla conmigo, por las
noches la cama me parecía enorme, me había acostumbrado a sentir su calor y
como parecía buscarme y estar en mis brazos.
Me llevé ambas manos al cabello y reprimí un grito
de frustración.
—Señor, tiene una llamada. —dijo mi ama de llaves
mirándome con compasión.
—Gracias. —tomé el teléfono sin ganas y tuve que
fingir una voz suave y dulce para que la pequeña que estaba al otro lado de la
línea no se percatara de mi verdadero estado de ánimo.
Para muchos era una estupidez que hubiera permitido
que pareciera que fuera mi hija cuando era un error de mi padre. Pero es que
aunque miles de veces me habían dicho que no había sido mi culpa yo no lo creía
de esa manera, porque había sido yo el que insistió que contratara a Charlotte cuando
él había querido que fuera una mujer mayor y con más experiencia y no ella. Me
había extrañado cuando ella había renunciado pero creí ingenuamente cuando dijo
que había surgido un puesto mejor y no lo había podido rechazar cuando la
verdad es que ella estaba embarazada y solo estaba poniendo tierra de por
medio. Me había enterado cuando había notando extraño a mi padre y tras varias
veces de negarlo lo seguí, aguardé en la sala de espera y me quedé de piedra
cuando un doctor lo felicitó por su hija, la primera en verme fue Charlotte que
perdió el rubor de su rostro y se puso completamente pálida. Había esperado
solo una confirmación sobre lo que había oído y cuando la obtuve me había
marchado y de la ciudad. Unos días después fui a casa donde había tenido una
charla con mi padre que me explicó la situación y aunque era comprensible en
cierto aspecto porque él creía que su matrimonio ya se había terminado, fue
cuando me enteré de que ella no quería pedirle nada a mi padre y él no sabía
qué hacer, así que hablé con Charlotte y después de mucho la convencí de que lo
mejor es que la niña llevara el apellido pero que sería yo el que aparecería
como su padre y no quien verdaderamente lo era, que si en algún momento se
llegaba a descubrir esto ninguno de los dos se vería seriamente afectado.
Un desliz por soledad y trae consecuencias
desastrosas para terceras personas, un dolor que había intentado apartar de mi
madre ya lo estaba sintiendo. Solo esperaba que pudieran salir de ésta, no era
de los que creía que se debe perdonar una infidelidad, pero mi padre no había
vuelto a ver a otra mujer que no fuera mi madre.
Tenía demasiadas preocupaciones en este momento,
aún me quedaba el compromiso para poder ir a buscar a Bella.
La noche de navidad llegó y como cada año fuimos a
una fastuosa fiesta que había sido organizada por amigos de mis padres, de mi
brazo iba Jane que parecía como una niña asustada, en el trayecto no había
hablado con ella y cuando llegamos al lugar donde sería la fiesta la ayudé a
bajar pero solo porque sabía que las miradas estaban en nosotros.
Mis padres habían asistido juntos, pero aunque
querían ocultar lo que estaba ocurriendo en su matrimonio, se notaba cierta
frialdad en ellos y como evitaban que sus miradas se cruzaran. Fui al aseo y
cuando regresaba a la mesa la orquesta comenzó a tocar y las parejas comenzaron
a llenar la pista, en ese momento tuve una gran idea, caminé por la pista y vi
como Jane parecía sonreír pensando que la sacaría a bailar, pero en lugar de
hacerlo fui a una mesa continua donde estaba una amiga que tenía tiempo sin ver
y la llevé a la pista ante la mirada incrédula de Jane y muchos de los
presentes.
Perdí la cuenta de cuantas piezas bailé y con
cuantas chicas, pero estaba saltando de alegría internamente al ver la mirada
herida de Jane y como ella se estaba humillando públicamente. Al regresar a la
mesa tomé un sorbo de mi copa y ella cerró su mano en mi brazo tratando de
ejercer presión.
— ¿Qué se supone que haces dejándome en ridículo?
—Me gruñó furiosa. — Soy tu prometida.
—Por imposición no porque yo lo quisiera, no soy el
príncipe azul que pensabas y será mejor que te hagas a la idea. —toqué su
mejilla con delicadeza. — tu limítate a ver cómo me divierto porque no si
bailas con alguien más que no sea yo o tu padre la gente comenzará a murmurar.
— ¡Estúpido! —dijo por lo bajo.
—Esto apenas es el comienzo de tu cuento de horror.
— le di una suave palmadita en la mano y me levanté para llevar a mi madre a
bailar.
Jane estaba furiosa por verme divertirme mientras
ella estaba en su sitio sola, ya que hasta sus padres estaban en la pista.
Cuando alguien se acercaba a preguntar por qué no estaba bailando había
inventado que cuando venía se había lastimado un pie y le estaba molestando.
La llevé a su casa y no dejó de decir lo humillada
que se sentía y eso fue como música para mis oídos, detuve el auto frente a su
casa y ella me miró al notar que no había apagado el motor.
— ¿No vas a acompañarme?
—Por algo el auto sigue encendido. —golpeé
ligeramente el volante. — ¿Vas a bajarte hoy?
— ¡Te odio!
—El sentimiento es mutuo. — le dije cuando estuvo
fuera del auto, arranqué y miré complacido por el retrovisor como el vestido de
Jane se había ensuciado de barro y como ella estaba furiosa, al menos me
divertiría un poco haciéndola quedar mal, la humillación que le había causado a
Bella la pagaría con creces.
El día después de navidad no fue la gran
celebración, mis padres ya dormían en habitación separadas y no se encontraron
en el comedor, yo por mi parte traté de mantenerme neutral y dejar que fueran
ellos los que arreglaran todo este embrollo, hablaba con cada uno pero nunca
tocaba el tema central. Además hablé con Annett que agradeció los regalos que
le había enviado junto con uno de mi padre.
El miércoles asistí a una cena de la empresa en la
que Jane apareció y parecía dispuesta a querer avergonzarme por lo que había
hecho en la cena de navidad, pero los hombres que estaban ahí la ignoraron y
ella cansada de no poder hablar comenzó a tratar de introducirse en la
conversación pero la pobre no entendía muy bien de que iba todo haciendo que
los hombres rieran por su falta de conocimiento pero ella estúpidamente creía
que reían con ella.
— ¿Dónde ha estudiado Srta. Benedic? —preguntó uno
de los presentes.
—En un instituto exclusivo para señoritas en Suiza.
—dijo con orgullo.
—Espero que me pueda dar el nombre, para no enviar
a mis hijas ahí. —dijo el más joven de todos que ya estaba un poco desinhibido
por el alcohol. Los demás estallaron en sonoras carcajadas y ella se sonrojó mientras
se mostraba indignada y me miraba tratando de que dijera algo en su defensa.
—Por eso yo no tendré hijos, no sea que esto sea
hereditario. —dije logrando hacerla enfurecer y yo reí encantado por continuar
humillándola.
Hizo un ademán de levantarse, pero se lo impedí
tomando su mano con rudeza y susurrando por lo bajo que no debía de hacer una
escena a no ser que quisiera ser la comidilla de todos al día siguiente, se
mantuvo callada y escuchando nuestra conversación y soportando una que otra
broma por su falta de conocimientos en asuntos básicos.
Esta vez en lugar de llevarla detuve un taxi para
que la llevara a su casa lo que no le hizo gracia y estuvo a punto de estallar.
—Yo no te traje aquí, así que agradece que al menos
pague tu regreso. —mantuve la puerta abierta hasta que subió y le indiqué la
dirección al taxista para después pagar no sin antes advertirlo del
temperamento de su pasajera.
Asistimos a la cena de año nuevo con las personas
que pertenecían a nuestro círculo, al igual que la vez anterior pasé de Jane,
pero en esta oportunidad estuve más con mi madre que estaba cada día más
apagada y comenzaba a resentir que sus amistades comenzaran a ver el problema
que había en su familia.
Solo dos días después de año nuevo encontré a mi
padre en mi oficina, pero no me sorprendió cuando me dijo que finalmente mi
madre le había pedido el divorcio ya que ella no podía perdonar una infidelidad
y ya no soportaba tenerlo cerca. En ese momento solo pude apoyarlo con palabras
y hacerlo ver que siempre estaría ahí para él, del mismo modo lo hice con mi
madre que decía no merecer mi afecto después de que ella alejara a Bella de mi
vida y que por protegerla a ella de un escándalo hubiera aceptado estar con una
chica como Jane.
Trataron de mantener todo el asunto del divorcio
con discreción y lo estaban consiguiendo, me entristecía el saber que pronto mi
familia estaría separada y que mi madre había decidido que viviría en Francia
lo que la alejaba aún más y no la vería tan a menudo.
Mi padre se había mudado conmigo para darle
tranquilidad a mi madre que parecía estar confinada a su habitación ya que no
salía mientras mi padre estuviera en la casa.
El viernes por la noche después de cenar en un
restaurante cercano llegamos a casa y nos sentamos en el sillón con un buen
vaso de whisky escocés.
—Esto ya ha salido a la luz, espero que termines
ese compromiso con la hija de Eleazar. —me dijo sirviéndose otro poco.
—Esperare a que mamá esté más tranquila, las
murmuraciones la están matando. —dije y mi padre asintió. — además me estoy
divirtiendo con Jane, le estoy haciendo pagar la humillación a la que sometió a
Bella.
— ¿No has pensado en buscarla? —preguntó
—En unas semanas viajaré a New York, creo que esto
se lo debo decir de frente aunque no sé si me escuche antes de que me dé una
paliza. —mi padre soltó una risita. —En serio papá, puede parecer una chica
indefensa, pero es muy astuta y fuerte, me lo demostró una vez.
—Esa chica siempre me gustó. —me guiñó un ojo.
—Es mi mujer perfecta. — susurré sin poder evitar
una sonrisa.
Una semana después mi padre se había incorporado de
nuevo al trabajo para tratar de sobrellevar el mal momento, pero sin abusar.
Pero este día él no se había presentado lo que me extrañó y cuando lo llamé me
dijo que llegaría tarde ya que estaba hablando con Charlotte y vería a Annett.
Por la noche mientras tomaba una ducha escuché que
mi móvil timbraba de manera insistente, cuando atendí la llamada solo deseé que
se tratara de una broma de pésimo gusto, me vestí en tiempo record y conduje hasta
el hospital del que me habían llamado.
— ¿Edward Cullen? —preguntó un hombre de bata
blanca antes de que llegara junto a una enfermera.
— ¿Qué sucedió? ¿Puedo verlo? —el hombre me guió
entre corredores hasta un ascensor y de ahí por otro par de pasillos.
—Las heridas son serias y no estamos seguros de que
pase la noche. —presionó mi hombro. — Ya hicimos todo lo que estaba en nuestras
manos, lo que falta le corresponde a él.
— ¿Iba solo? —pregunte al recordar que había estado
con Charlotte y Annett, de solo pensarlo un miedo me invadió.
—Una mujer lo acompañaba. —me detuve y miré al
médico. —la mujer murió en el lugar, al parecer el auto patinó por el hielo en
la carretera, se salieron del camino y…
Entré a ver a mi padre que estaba conectado a una
serie de aparatos, pero su cuerpo presentaba cardenales y cortes. Tomé su mano
y él la apretó al tiempo que abría los ojos.
—Tienes que ponerte bien. —le dije y el pestañeó un
par de veces al tiempo que intentaba decir algo. —no comprendo, pero no debes
de hablar. — pero él seguía insistiendo por lo que me acerqué y escuché
claramente "Cuida de Annett, a tu madre y busca a Bella" — Lo haré, ¿Dónde está Annett?
—En casa. — me dijo con esfuerzo.
—No te preocupes yo cuidaré bien de ellas. —prometí
y con eso se relajó.
Estuve toda la noche despierto y preguntando a las
enfermeras si había un cambio en su condición ellas cabizbajas me decían que no
con un movimiento de cabeza, cerca de las cuatro de la mañana los aparatos
comenzaron a timbrar como locos y en cuestión de segundos un equipo llegó a
atenderlo y me sacaron de la habitación, solo escuchaba que estaban tratando de
reanimarlo, pero nada parecía funcionar y a cada minuto parecía que las
esperanzas se iban perdiendo, me quedé apoyado en la pared en cuclillas cubriendo
el rostro con mis manos.
—Sr. Cullen. —Levanté el rostro para ver al médico
y solo con ver su mirada compasiva supe lo que había sucedido—Lo lamento mucho.
Me quedé un largo rato en la misma posición hasta
que llegó el momento de comenzar a arreglar todos los papeles para llevarme el
cuerpo de mi padre. Cuando hube firmado todo, en lugar de llamar a casa fui
para hablar con mi madre, en el trayecto llamé a casa de Charlotte donde una
mujer me contestó y me aseguró que se haría cargo de la niña mientras yo podía
ir por ella.
Cuando llegué a casa de mi madre, el valor que
había conseguido se esfumó, pero sabía que debía entrar y decírselo. Cuando
ingresé a su habitación después de llamar un par de veces se sorprendió al
verme a esas horas allí.
— ¿Tuviste algún problema? —preguntó tomando mi
mano y llevándome a uno de los sillones que había.
—Mamá…—tomé una enorme bocanada de aire y evité
mirarla a los ojos. —hay algo que tengo que decirte y que no son buenas
noticias.
— ¿Le paso algo a Carlisle? —preguntó con temor. —
¡Contesta de una vez!
—Tuvo un accidente. —con esas tres palabras ella
rompió a llorar y me permitió envolverla en mis brazos para tratar de
reconfortarla, aunque las últimas semanas ambos se habían separado sabía que lo
que ella sentía por mi padre aún estaba presente y parecía que ahora también se
sentiría algo culpable por estar lejos de él durante los últimos días.
Muchas personas se congregaron para estar junto a
mi madre y darnos las condolencias por la lamentable pérdida que habíamos
sufrido, aunque sabía que muchas de ellas no eran sinceras aún así tuve que
agradecer y mostrarme agradable.
Lo más duro fue tener que dar las últimas palabras
antes de que lo sepultaran, hablar sin que la voz se me cortara fue un gran
reto y en ese momento deseé que Bella estuviera ahí conmigo, ella era la única
en que sabía podría apoyarme en este momento, pero no la tenía.
Al día siguiente tuve que partir a Newcastle donde
los restos de Charlotte habían sido incinerados y estaban esperando mi llegada
para finalizar con el entierro, en comparación con el de mi padre al de ella
habían asistido muy pocas personas y la pequeña se mantuvo aferrada a mí
preguntando por su madre. Decirle que ella ya no regresaría porque se había
marchado al cielo había sido una tarea muy difícil y más cuando la pequeña se
había echado a llorar por un rato muy largo.
— ¿Me vas a dejar? —preguntó cuando llegamos a la
que hasta ese día había sido su casa.
—No cariño, yo cuidaré de ti. —le dije acunándola
en mis brazos. — nos llevaremos tus cosas favoritas.
— ¿A dónde vamos?
—Vivirás conmigo en Londres. —le dije sabiendo que
en realidad ella no comprendía mucho todo, la ventaja es que era pequeña y se
podía adaptar a una nueva vida.
Al día siguiente una de las vecinas se ofreció a ayudarme
a guardar las pertenencias de Charlotte en lo que decidía que hacer con ellas.
Los primeros días fueron un completo caos, tenía
que estar en la empresa atendiendo cada uno de los asuntos pero, al mismo
tiempo, haciéndome cargo de la pequeña que no hacía otra cosa más que jugar,
gritar y tratar de dibujar solecitos. Dos veces había dibujado solecitos en
documentos importantes que mi secretaria había tenido que imprimir de nuevo,
aunque estaba molesto no haría nada que la lastimara, tendría que acostumbrarme
a ella ya que era mi responsabilidad.
Dos semanas después ya había contratado una niñera
que se hacía cargo del pequeño mostrito mientras yo trabajaba.
Esa día en los periódicos se habló de que mi padre
no iba solo en el auto y que su acompañante también había muerto. Cuando me
pidieron declaraciones dije que eran mentiras, pero ahí no ceso todo y pronto
me encontré con que habían encontrado pruebas y estaban divulgándolas por todos
los medios. ¿Es qué la prensa no sabía respetar el momento que estábamos
viviendo?
Como era de esperarse mi madre fue la más afectada
que comenzó a sentirse señalada por sus supuestas amigas que hablaban a sus
espaldas. Pero lo peor de todo fue cuando Jane en un intento de venganza dio a
la prensa la información que tenía su padre y todo se salió de control.
Mi madre comenzaba a deteriorarse mientras que la
seguridad de Annett peligraba, tenía que cuidar de ambas y solo encontré una
solución que quitaría de la mira a mi madre. Iba a declarar públicamente que
Annett era mi hija y que los papeles que había obtenido Eleazar eran falsos,
pero antes de poder programar la entrevista, los medios habían conseguido la
información verdadera dada por enfermeras, y el mismo médico que atendió a
Charlotte durante todo el embarazo hasta la hora del parto. Ante esas
declaraciones no había nada que pudiera hacer para minimizar el daño que había
provocado Jane, lo único bueno de todo esto era que con la verdad al
descubierto el maldito compromiso con Jane se había terminado.
Fui a casa de Eleazar donde lo encontré enfurecido
y gritándole a Jane y Carmen que la había intentado defender. Me detuve para
ver el temor reflejado en las miradas de ambas mujeres.
—Lamento interrumpir esta adorable muestra de
afecto familiar. —dije con sarcasmo.
—Lo que Jane…
—Lo que Jane hizo fue quitarme un enorme peso de
encima, gracias a que sacó a la luz esa información yo ya no estoy obligado a
casarme con ella. —dije mirándola con una enorme sonrisa. —Gracias, al final de
cuentas fuiste de gran ayuda.
—No puedes dejarme sin la ayuda que…—protestó
Eleazar.
—No solo no recibirás la ayuda que tanto
necesitabas, si no que encontré información muy importante que servirá para que
vayas a prisión. —dije con alegría al recordar la información que había
recibido esa mañana. —En éste momento ya debe de estar en manos de las
autoridades y no me extrañaría que vinieran a buscarte en cualquier momento,
creo que deberás explicar que hiciste con el dinero de varias viudas que
dejaste en la calle.
—Te vas a arrepentir si lo haces y…
—No más amenazas Eleazar. —el hombre tenía una
mirada de pánico. —Esto demostrará que nunca debes de juzgar a los demás,
quisiste chantajearnos con una información confidencial y eso te costará no
solo la libertad, sino la pérdida de tus bienes y reputación.
El hombre me había intentado atacar pero gracias a
que un par de mis hombres habían estado conmigo no había pasado de simples
amenazas que me servirían para agregar a su historial y un castigo mayor.
Ese mismo día, después de que me marchara de su casa,
habían llegado las autoridades con una orden de aprensión y se lo habían
llevado ante algún par de medios a los que yo amablemente había avisado de lo
que sucedería y sería una gran exclusiva y se encargarían de difundirla
rápidamente terminando con la reputación de esa familia. Al menos no solo la
mía estaría en medio de un escándalo mediático.
Los días seguían pasando y yo me mantenía al frente
de la empresa haciendo que se mantuviera entre una de las mejores. Además con
todo el escándalo de la aventura de mi padre los medios parecían multiplicarse
en torno a nosotros tratando de conseguir una mejor fotografía de la pequeña
Cullen y como mi madre estaba viviendo tras el escándalo de que su perfecto
matrimonio no había sido tan perfecto. Para mi madre era casi como un exilio,
muchas de sus supuestas amistades continuaban murmurando a sus espaldas, y
aunque la seguían invitando a sus reuniones, sus pláticas siempre llegaban a un
punto: la infidelidad de mi padre. Era por eso que me esforzaba porque tanto mi
madre como Annett estuvieran siempre bien vigiladas ya que no quería ni pensar
lo que esas personas serian capaz de provocar por una estúpida fotografía.
Estar al frente de la empresa y cuidar de ambas
mujeres era una tarea ardua, ya que ahora también debía de dedicar bastante
tiempo a una pequeña que me esperaba cada noche a cenar y un par de veces me
había sorprendido diciendo que había ayudado al chef a preparar la cena, esa
pequeñita tenía en la palma de su mano a cada uno de mis empleados y a mí. La
única que se habían mantenido al margen era mi madre, decía no estar lista para
conocerla personalmente pero ya la había visto en un par de imágenes que habían
salido en algunos medios de comunicación y había dicho que sin duda era una
Cullen que tenia los rasgos de los padres de Carlisle, los que yo también había
heredado.
Eran inicios de marzo cuando finalmente pude viajar
a New York, durante el vuelo no pude evitar sentir esa sensación de regocijo
porque finalmente podía encontrarme con esa bella mujer que desde que la había
conocido no había abandonado mi cabeza.
—Tengo sueño. —dijo la pequeña que iba dibujando
frente a mí, se talló sus ojitos y dejó escapar un bostezo dejando ver el
espacio vacío donde hacía falta ya un diente.
—Entonces duerme pequeñita, aún falta un rato para
llegar. — me levanté de mi lugar y la tomé en brazos para llevarla al cuarto
que tenía el jet donde había una cama enorme que le permitiría dormir con
tranquilidad.
La dejé bajo el cuidado de su niñera que había
demostrado ser una mujer cariñosa y que trataba muy bien a Annett, me había
ayudado a adaptarme a esta nueva etapa explicándome cuidadosamente los cuidados
y las necesidades primarias de una niña de su edad.
Al llegar a la ciudad no podía evitar reír al ver
como la pequeña se mantenía pegada al cristal de la ventana mirando y señalando
las cosas nuevas que veía y que llamaban su atención, me había hecho prometer
que le llevaría a conocer ya varios lugares. Las dejé en el departamento que
había sido mi hogar por un tiempo, dejé un par de mis hombres y un chofer con
ellas para que pudieran salir si lo deseaban mientras que yo iba en busca de
Bella e intentar hablar con ella.
Al llegar a las oficinas centrales del FBI, muchos
se sorprendieron de verme pero no me impidieron el paso cuando dije que iba a
hablar con uno de los directivos, pero antes de llegar a la planta superior me
detuve en la que recordaba se encontraba la pequeña oficina de Bella, tomé aire
y entré sin llamar encontrándome con un hombre rubio de ojos oscuros y que me
miró enarcando una ceja.
—Lo lamento, me equivoqué. Sé que querrás matarme
y… —dije cerrando la puerta y pensando que tal vez la habían promovido, así que
en lugar de ir abriendo puertas me dirigí hacia la oficina de su superior.
Al llegar, la mujer que me había dado la dirección
de Bella me miró con asombro y yo le sonreí amablemente.
— ¿Podría hablar con el agente Demetri? —pregunté y
ella inmediatamente levantó el auricular, dijo unas palabras y me guió hasta la
oficina que estaba casi al final del pasillo.
Al entrar el hombre estaba sentado en su silla
detrás del escritorio de manera rígida y con la mirada llena de odio, despidió
a su secretaria y esperó unos segundos antes de moverse un poco.
—Siéntate. —me indicó una de las sillas y así lo
hice. —Me sorprende que estés aquí. Debes de agradecer mi entrenamiento o en
este momento ya estarías muerto.
— ¿Muerto? —pregunté in entender sus palabras.
—No sabes el esfuerzo que me está tomando el no
dispararte en este mismo instante. —gruñó.
—Estoy aquí solo porque quiero saber donde está
Bella. —dije tratando de no demostrar que me estaba intimidando por su
conducta. —Fui a la que era su oficina pero ya no está ahí, necesito hablar con
ella, hay muchas cosas que…
—Renunció. —fue lo único que dijo y sentí como mi
sangre dejaba de fluir, escuchar que ella ya no estaba ahí me paralizó e hizo
que por un segundo todas mis esperanzas de hablar y arreglar las cosas con ella
desaparecieran.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
OMG No puede ser!!! El cap estuvo buenísimo, hay me encanta cuando pasan cosas así y estas super metido en la historia porque sientes incluso la adrenalina, la tristeza y el cansancio, CP (capitulo perfecto) felicidades
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