Mi nueva vida con un playboy: Capítulo 17



Reencuentros


El día era soleado ya que la primavera estaba por comenzar, los campos estaban reverdeciendo y el calor comenzaba a sentirse.

Levanté el rostro dejando que el sol me diera de lleno y tomé una bocanada de aire llevando mis manos a mi vientre que ya era completamente notorio.

Antes de aceptar viajar con Félix había ido a mi primera revisión con una ginecóloga amiga de mi madre que no había preguntado ni juzgado.

Me había removido nerviosa cuando supe que me realizarían el primer ultrasonido, fue un momento que jamás olvidaría. No solo había sido el momento en que había escuchado que todo iba bien y que no había peligro, también había sido el momento en que había descubierto que no era un bebé sino dos pequeños los que se estaban desarrollando en mi interior.

Mi madre me abrazó cuando sin poder contenerme me convertí en un mar de lágrimas, me había costado hacerme a la idea de que sería madre, que una personita dependería completamente de mí, y ahora había resultado que no solo era uno si no dos los pequeños o pequeñas que iba a criar. Y en este momento estaba aterrada.

¿Qué sucede Bells?—preguntó mi madre deteniendo el auto al lado del camino.

—Ésto es inesperado, tal vez no sea una buena madre. —dije entre sollozos, me rodeó entre sus brazos y me permitió llorar.

Serás una buena madre, esos dos pequeñines son muy afortunados. — acarició mi mejilla con dulzura secando las lágrimas. —además de que tendrán unos abuelos que los consentirán.

Sé que...

El pasado es eso cariño, ahora solo hay que pensar en el presente y el futuro.— me mostró una sonrisa.— creo que tendremos que acondicionar una habitación más grande para los pequeñines.— dijo dándome una palmadita en la rodilla y volviendo a poner el auto en marcha.

Durante el camino no dejó de hablar sobre todo lo que necesitaba para la nueva habitación, ella estaba completamente entusiasmada mientras que yo aún estaba asustada pero sabía que tenía a mi madre conmigo.

La hora de la cena fue el momento en que mi madre le dio la gran noticia a Charlie que estuvo por ahogarse, duró unos segundos en silencio y después junto con mi madre comenzó a dar ideas sobre cuál será el lugar propicio para la habitación de los bebés.

— ¿Qué haces afuera tan temprano?—preguntó Sam, haciéndome volver a la realidad; Era uno de los tantos hombres que trabajaban para Félix entrenando a sus caballos.

—Hace un lindo día—dije mirándolo con los ojos entrecerrados por el sol.

—Sería mucho mejor si preparas esos hot cakes que tanto le gustan a Félix y a mí. — solté una carcajada, este hombre me había parecido serio casi aburrido pero ahora era muy agradable y gracioso, pero sobre todo parecía no tener fondo ya que siempre tenía hambre.

—Solo si prometes que me dejarás ir a conocer a las nuevas crías. — dije con una sonrisa.

—Cuando te vi la primera vez pensé que eras de esa clase de chicas que temen mancharse, que les desagrada la vida en el campo.

—Puede que viviera en la ciudad pero soy una mujer de campo y no comprendo cómo pude dejarlo esto es tan... relajante.

—Es agradable tenerte aquí. —Pasó un brazo por mis hombros. — Ninguno esperaba que una chica llegara a darnos órdenes.

—Alguien debía de poner un poco de orden en este lugar. —Recosté mi cabeza en su pecho. —Nadie protestó cuando supieron que era un ex agente del FBI.

—Félix siempre habló de lo mucho que te gustaba tu trabajo y de lo buena que eras. ¿Por qué dejarlo?

—Un par de razones muy grandes. —Dije tocando mi vientre. —Es un trabajo arriesgado y mis bebés solo me tendrán a mí, así que tuve que elegir y mis bebés son mi prioridad.

—Unos pequeños afortunados. —Revolvió mi cabello con dulzura. — siempre tendrán unos hot cakes deliciosos. Se una buena chica y prepara unos cuantos.

— ¿No piensas en otra cosa que no sea comida?—pregunté mirándolo de manera severa.

—Claro que lo hago, pero con solo pensar en esos esponjosos hot cakes todo desaparece y solo puedo pensar en ese dulce sabor...

—Eres muy convincente—solté una carcajada—En menos de media hora estarán listos, asegúrate de llegar a tiempo.

Regresé a casa mientras veía como Sam se daba prisa para ir a los establos a revisar que todo estuviera bien para después ir a desayunar a casa.

Sam no solo era un trabajador más, era el mejor amigo de Félix y por lo tanto era frecuente que estuviera en casa desayunando con ambos, pasaba tiempo conmigo cuidando de que no hiciera alguna locura y cuidando de que los demás empleados no fueran groseros o dijeran cosas desagradables.

Al principio muchos mal interpretaron mi cercanía con Sam, pensando que él estaba dejando de lado a una chica de la que él siempre había dicho estaba enamorado pero su familia no lo aceptaba muy bien, pensando que solo buscaba ascender en la sociedad. Pero todo había cambiado cuando Emily sufrió un accidente que le dejó una parte del rostro con cicatrices, muchos la habían dejado pero no Sam, él se había mantenido junto a ella cuidándola y tratando de que la depresión no la sobrepasara. Había hablado con ella que parecía creer que yo pretendía robarle a Sam, cuando lo único que veía en ese hombre era un buen amigo. Cuando todo había sido aclarado había encontrado en Emily una muy buena amiga al igual que al lado de Heidi una chica que siempre había estado detrás de Félix pero que éste la había ignorado porque decía que era muy pequeña, que 10 años era una enorme diferencia. Más eso había quedado en el olvido cuando ella había comenzado a salir con un chico del pueblo que no tenía muy buena fama y mi adorado primo se las había ingeniado para presentarse en cada una de sus citas hasta que finalmente se le había declarado y ella lo rechazó pensando que yo era su novia cosa que habíamos aclarado y finalmente ambos mantenían una relación que parecía ir a la perfección.

En los dos casos, una y otra habían pensado que yo pretendía quitarles a los hombres que ellas querían cuando en realidad ambos eran como mis hermanos. Mi estancia en el rancho sin duda hubiera sido muy diferente si no estuvieran las chicas, ya que con ellas podía disfrutar de las pequeñas cosas, tenía con quien hablar y sobre todo de ambas había recordado cada una de las tareas que había en el campo.

Una de mis partes favoritas había sido el pequeño invernadero que había en el rancho y en el que Emily pasaba mucho tiempo y me hizo comenzar a involúcrame, pero ahora junto con Heidi íbamos a comenzar a plantar algunas flores en los jardines para darle un poco de color. Félix siempre había dicho que las flores no iban bien en el jardín de su casa, pero había bastado que ella se lo pidiera para que aceptara y hasta la había acompañado para elegir las flores que adornarían el jardín.

Estaba feliz por mi primo que después de su rompimiento con aquella modelo rusa al fin había encontrado la felicidad junto a una chica que lo quería, cuidaba y se preocupaba por él. Mentiría si dijera que no los envidiaba, la felicidad que emanaban era contagiosa pero al mismo tiempo era un recordatorio de lo que había vivido y perdido.

Justo como lo había dicho en menos de media hora Sam y Félix estaban en el comedor disfrutando y alabando mis hot cakes que devoraron rápidamente, y de los cuales tuve que pelear unos cuantos ya que ambos creían que solo eran para ellos sin pensar en mí y mis pequeños. Félix fue el primero en marcharse ya que ir a buscar al veterinario para que revisara a una de las crías.

Yo me fui junto con Sam a los establos donde estaban dos pequeños potrillos que habían nacido hace tres días, saludé a algunos de los trabajadores que estaban limpiando el lugar. Me detuve al ver a la yegua que había montado un par de veces y supe que no estaría mal que lo hiciera, era un animal tranquilo y no me pondría en peligro. Le pedí a uno de los hombres que la ensillara ya que deseaba dar un paseo.

Al inicio fue una pequeña discusión con Sam, pero que terminó cediendo cuando le recordé que ya lo había hecho un par de veces antes, claro que siempre me acompañaba Félix, más prometí que no me alejaría. Con su ayuda me acomodé en la silla de montar y una sonrisa en mi rostro.

— ¡Isabella Marie Swan! — me giré para ver al hombre que se abría paso gritando mi nombre y que al llegar junto a mi me tomó con suavidad de la cintura para bajarme del caballo en el que me acababa de montar. — ¿Qué demonios crees qué haces?

—Solo quería salir a pasear. —dije resistiéndome a que me bajara golpeando suavemente sus manos.

—No debes de hacerlo sola.

— ¿Me acompañas? —le pedí con una enorme sonrisa. Se encogió de hombros y bufó suavemente, no tardó casi nada en estar junto a mí y dejando que yo eligiera qué camino tomar.

Aún se sentía la brisa helada del invierno que ya estaba por terminar. El tiempo había transcurrido rápidamente como un suspiro, el estar con mi primo lejos de todo me había ayudado a ir encontrándome nuevamente a mi misma y darme cuenta de las tonterías que había hecho para agradar un hombre que siempre había sabido que lo nuestro no tenía un futuro, él conocía que se iba a casar con Jane y aún así me había paseado de su brazo dejando que los demás hablaran de mí y me señalaran como una mujerzuela cuando solo era una mujer enamorada.

Aunque la noticia de que Annett no era su hija sino su hermana se me hacía poco creíble, aún cuando los medios habían jurado que habían conseguido información completamente confiable, ellos podían decir eso pero yo no era tan tonta para creer que era verdad, no cuando había visto ya un par de imágenes de esa niña que era tan parecida al hombre al que un día le había entregado mi corazón y solo lo había pisoteado. Eso era pasado y debía de ver solo hacía adelante a un futuro con mis hijos sin él.

Me detuve en una colina que dejaba a la vista las tierras y donde la brisa golpeaba suavemente mi rostro.

— ¿Qué piensas pequeña? —preguntó deteniéndose junto a mí.

—En lo tonta que fui. En ese momento lo único que deseaba era demostrar que lo nuestro tenía futuro, que parecía que no éramos el uno para el otro pero que en verdad lo éramos. Yo lo quería. —dije apretando las riendas y cerrando los ojos con fuerza. — Me entregué por completo a un hombre que solo me vio como una más en su lista.

—Deja de pensar en ello Bells. —se acercó a mí y tomó mi mano con cuidado.

—No me puedo perdonar que a pesar de que muchos me lo advirtieron yo los ignoré, di todo de mí tragándome mi orgullo y haciendo de lado las humillaciones, todo por un hombre que sabía perfectamente lo que estaba haciendo y no le importó. ¡Jamás le importé! — su mano abandonó la mía y escuché como desmontaba, en seguida tomó mis manos e hizo que soltara la rienda, y tomándome de la cintura y me ayudó a bajar con cuidado abrazándome.

—Pero aunque no fue una buena relación, puedes agradecer que de ella tendrás a dos pequeños que serán el motor de tu vida. —beso mi coronilla. — Nunca estarás sola Bells, siempre tendrás a tu familia que sin importar lo que decidas o hagas siempre estaremos apoyándote.

—Sé que mis padres hubieran deseado todo esto de otra manera.

—El hubiera no existe cariño, debes de dejar de aferrarte al pasado y comenzar a planear el futuro. Un futuro donde tendrás que ver no solo por ti. —me apretó mas contra él y suspiró. —Hay veces que no tomamos las mejores decisiones y entregamos nuestro corazón a las personas equivocadas, y eso nos ayuda a ver que las apariencias no lo son todo. Mírame a mí. —levantó mi rostro. — Siempre busqué a mi mujer ideal en otros lados cuando siempre estuvo frente a mis ojos, la quiero y sé que después tú encontraras a un hombre que te sepa valorar y que te quiera de verdad.

—Me engañé creyendo que me quería solo porque me había pedido que me casara con él. —vi el brillo en los ojos de Félix, sabía que él no conocía esa parte. —Lo hizo y yo me negué ya que no lo conocía, y al final después de todas esas semanas sigo sin conocer al verdadero Edward Cullen.

—Es un bello día para oscurecerlo con recuerdos tristes. Mañana tengo que ir a Houston y pensé que tal vez te gustaría acompañarme.

— ¿Heidi no irá? —pregunté extrañada.

—Tiene que ayudar a su madre en algunas cosas. —Se encogió de hombros— Además me dijo de que tal vez te gustaría ir para comprar algo de ropa.

—Estoy engordando a una velocidad impresionante. —bufé pero no podía molestarme ya que sabía que era por una buena razón.

— ¿Qué esperabas? ¡Son gemelos! —me dijo revolviendo mi cabello.

—Me encantaría ir contigo, siempre y cuando no altere los planes que tienes.

—Tengo unas reuniones, mientras las atiendo tú puedes estar en el centro comercial y yo te alcanzaré para la hora de la comida. ¿Estás de acuerdo?

—Completamente.

Al día siguiente nos marchamos antes de que el sol saliera ya que estábamos a un par de horas de camino, me dejó en la entrada de uno de los centros comerciales cuando las tiendas estaban abriendo.

En lugar de comenzar con las compras fui a una pequeña cafetería que estaba en la acera de enfrente y desayuné tranquilamente mientras hacía una pequeña lista de todo lo que necesitaba. Mi último trabajo en la agencia me había dado una buena suma, pero lo más sorprendente fue cuando el Senador me había enviado una cantidad considerable que había tratado de regresar pero él se había negado.

Tómelo como agradecimiento por su protección. —me dijo cuando finalmente había logrado hablar con él.

La agencia ya cubrió esa misión.

Soy un hombre viejo agente Swan, y todo lo que tengo se quedara aquí cuando me marche, como recuerdas ya no tengo familia a quien dejarle algo, así que irá a instituciones y organizaciones que luchen por alguna causa justa. —suspiró. — sé que usted tal vez no lo necesite, pero quiero que lo tome como un pequeño obsequio para su futuro. Es una mujer noble que pasó por un momento no muy agradable y si usted fuera mi hija no la dejaría desprotegida, usted despertó mi instinto paternal y es por eso que le ruego que lo acepte.

Es muy amable Senador, pero no es correcto.

No es nada malo, es solo dinero que la ayudará a proporcionar una vida mejor a su hijo. Acéptelo Isabella. — me había quedado en silencio sabiendo que no estaba bien, pero la verdad es que mi capital se había reducido en el tiempo que había estado con Edward, había tenido que disponer de mis ahorros para comprar la mayoría de las cosas que me harían parecer más una chica de su mundo.

Gracias Senador. Es muy amable de su parte. —dije tragándome mi orgullo.

Un placer Isabella, espero tener noticias suyas pronto. —su voz se notaba un poco más alegre, parecía que el hombre había encontrado en mi ese sentimiento que había perdido cuando su familia había muerto.

Gracias a la generosidad del Senador había recuperado la cantidad que había gastado y parecía como si jamás hubiera utilizado mis ahorros, unos que ahora me eran muy útiles.

Después de un desayuno me preparé para una mañana de compras, algo que no era mucho de mi agrado pero que tenía que hacer o de lo contrario pronto no tendría que ponerme. Visité varias tiendas y por sorprendente que pareciera compré varias cosas que me gustaron y que sabía podía combinar con diferente atuendo.

Cuando menos lo esperaba me encontré con Félix que me estaba buscando ya que se acercaba la hora de la comida, me llamó la atención de verlo con una bolsa de una de las tiendas que había visitado lo que dejaba claro que era algo para mí ya que era exclusiva de maternidad y Heidi no estaba en este estado ¿o sí?

— ¿Algo que deba saber? —pregunté señalando la bolsa en sus manos.

—Es algo para ti. — dejé escapar un suspiro audible como de alivio que el interpretó perfectamente y se echó a reír. — Heidi y yo aún no hemos llegado a eso.

—Demasiada información para mí. — dije

—Sé que te gustará, lo veras cuando lleguemos al restaurante. —me arrastró hasta uno de los que estaban en el lugar, me quitó las bolsas que estaban en mis manos. — Me alegro de que no te guste ir de compras, no me quiero imaginar que sería si te gustara. —rodó sus ojos y yo solo pude reír.

Al llegar al lugar ordenamos y mientras esperábamos me entregó la bolsa que abrí con curiosidad, dentro me encontré una playera que saqué y solté una risita al mirar las palabras "bebé a bordo"

—Lo siento pero no había ninguna que dijera bebés.

— ¿Bella? —me giré al escuchar mi nombre y detrás de mi encontré a una hermosa rubia que me miró lentamente y después el mensaje de la playera que aún sostenía en mis manos.

— ¡Rose! — me levanté torpemente y abracé a mi amiga que aún parecía desconcertada.

—Ya vuelvo. —se disculpó Félix que salió a atender una llamada.
Cuando me separé de Rose aún parecía en shock, le indiqué una silla junto a mí, lo dudo unos segundos pero finalmente se sentó y removía sus manos.

— ¡Wow! —fue lo primero que dijo cuando salió de su estado y me miró con una sonrisa enorme. — ¿Estás embarazada?

—Solo un poco. —dije acariciando mi vientre y riendo haciendo que ella también lo hiciera.

—Lo siento fue una pregunta estúpida, pero te ves fantástica.

—Gracias. —agradecí con timidez. — ¿Qué haces aquí?

—Emmett tiene un partido hoy en la ciudad y ya que no teníamos trabajo lo acompañé, justo ahora está en los entrenamientos así que vine a dar una vuelta por aquí. — se encogió de hombros, llamó al mesero que tomó su orden y nuevamente nos dejo solas. — ¿Puedo preguntar algo?

—Claro. —me removí nerviosa al saber lo que se avecinaba.

— ¿Él es el padre del bebé? —preguntó señalando a Félix que caminada de un lado al otro con el móvil en la oreja y moviendo un mano con violencia.

En un inicio me vi tentada a decir que lo era ya que estaba segura que ellas seguirían viendo a Edward. Pero supe que era una mala idea, sabía que bastaría con pedirles que guardaran el secreto y lo harían.

—Es mi primo. —le dije tomando la pajilla de mi limonada en mis labios y sorbiendo un poco.

—Entonces…

—Sí— solté con un suspiro y miré mis manos. —pero por favor no se lo digas.

— ¿No se lo has…?—dejó escapar un resoplido. —creo que es claro porque quieres mantenerlo oculto. —se acomodó en su silla y tomó una de mis manos que estaba sobre la mesa. — Sabía que era un playboy, pero jamás pensé que ocultaría tantas cosas… mira que encubrir el engaño de su padre haciendo pasar a la niña como suya… ¿o crees que sea realmente suya? Además de que es horrible que muriera en ese accidente y todo el escándalo que lo secundó.

—Pensé en decírselo en un inicio, pero me enteré a tiempo de su compromiso con esa mujer, que es exactamente igual que él. Aunque pensaba que debía de decirlo supe que no le importaría cuando su futura esposa estaba ya embarazada. — dije recorriendo el contorno de mi vaso con el dedo. — Me gustaría poder creer que esa niña es su hermana, pero se parece tanto a él que no me sorprendería que fuera realmente suya. Aunque es bueno que finalmente la niña dejara de permanecer en las sombras como la había mantenido hasta ahora. — miré mi vientre y luego a mi amiga. — Es una pena que Carlisle muriera de esa forma tan horrible. Yo lo conocí y fue la única persona amable y que parecía no importarle que Edward y yo no fuéramos de la misma clase, era un buen hombre y puede que cometiera un error o solo lo estén inculpando.

—Sí es una pena que muriera, —dijo con pesar, se removió en la silla. — ¿Sabías que Edward tenía una hija y por eso te separaste de él?

—Lo supe después de separarme de él. Pero luego salió la historia de que era su hermana y muchos creyeron dejando limpio el nombre de Edward, pero yo no me uno a ello. — tomé aire. — lo dejé cuando me enteré de que estaba comprometido con otra mujer y aún así él seguía manteniéndome a su lado mostrándome ante los demás como…

—Shhh…— puso uno de sus dedos en mis labios. — Eres una mujer valiosa es él quien se merece lo peor.

—Aunque no fuera sincero debo de agradecerle lo que me dio. —sonreí y limpié con el dorso de mi mano una pequeña lágrima que abandonó uno de mis ojos.

—Ver esa playera me desconcertó, discúlpame.

—No importa, yo estaba sorprendida cuando me enteré ni siquiera lo había notado y no te imaginas cuando supe que eran dos.

— ¡¿DOS? —gritó y después se llevó las manos a la boca. — ¡Es fantástico!

—Claro porque no eres tú la que se pone como pelota. —dije y después solté una carcajada.

—Estás diciendo que…

—Quiero a mis bebés, es solo que en algún momento debo de quejarme de algo, eso hacen muchas mujeres y es mi forma de fastidiar a mi primo. —me encogí de hombros.

—Tú luces preciosa y debo de pedirte que me dejes ser madrina de uno de ellos, ¿porque son ellos, verdad?

—No lo sé, la próxima semana iré a mi cita y tratarán de ver el sexo, las últimas dos veces no lo han permitido. —apreté la mano de Rose. —me encantaría que tú fueras madrina de mi bebé, aunque no sé qué ejemplo le dará Emmett.

—Yo me encargaré de que sea uno bueno.

—Lo lamento, una llamada del rancho. —se disculpó Félix. Se giró hacía Rose y extendió su mano. —Félix Swan.

—Rosalie McCarty—saludó mi amiga.

—Ella es una amiga que conocí en Forks, es la esposa de uno de los jugadores de los gigantes de New York.

—Ahora entiendo porque tu apellido se me hacía conocido. Soy fanático de ese equipo ¿Puedes conseguirme un autógrafo de tu esposo? —rodé los ojos y mi amiga soltó una carcajada.

—Lo intentaré. —le guiñó un ojo.

La comida fue bastante agradable, hablamos de diversas cosas y de lo bien que les estaba yendo en la ciudad, sabía que tenían talento y solo era cuestión de que trabajaran para las personas adecuadas para se abrieran las puertas que necesitaban para escalar y eso es lo que había sucedido, un par de trabajos con personas influyentes y ya estaban colocadas entre las mejores de la ciudad y ya habían obtenido un par de trabajos en otros estados.

Lo más duro fue la despedida, me hubiera gustado quedarme un poco más para hablar con ella pero sabía que debía de regresar a casa. Prometí que me mantendría en contacto.
Al siguiente día me coloqué un lindo overol que me había comprado y que me hacía verme bastante mona, también tomé el sombrero que Félix me había regalado y que no usaba con regularidad, pero que me sería útil ya que estaría ayudando a Heidi a plantar las flores en el jardín.

Esa labor nos llevó gran parte de la mañana, yo terminé siendo solo una compañía ya que me cansaba de estar en una posición y con el movimiento de los pequeños hacía esa tarea aún más difícil. Pero me sentí orgullosa de decir que había plantado unas cuantas.

Al día siguiente por la mañana fui a dar un paseo con Félix que revisaba los alrededores del rancho donde estaban pastando algunos de los caballos y el ganado que recientemente había adquirido. Regresé para disfrutar de un delicioso desayuno y finalmente caminé hasta la cerca donde estaba Sam entrenando uno de los caballos que Félix pretendía introducir a las competencias del siguiente año.

Escuché el sonido de un auto al detenerse en seco y como levantaba una capa de polvo, coloqué la mano sobre mis ojos tratando de cubrir el sol para ver al recién llegado, pero no reconocí de quien se trataba. Seguro que buscaban a Félix así que regresé mi atención a mi amigo que continuó hablándome de lo bien que lo había pasado con Emily la noche anterior en su salida al cine.

—Bella. —mis piernas estuvieron por fallarme al escuchar esa voz. Me giré lentamente sin apartar la mano de la cerca.

—Edward. —dije al verlo delante de mi e instintivamente me llevé una de mis manos a mi abultado vientre.

Noté como su mirada viajaba a mi vientre y un destello de sorpresa recorría sus ojos. Me sentí desfallecer cuando un fuerte brazo me tomó por la cintura al alzar mi rostro me encontré con el rostro moreno de Sam.

— ¿Te encuentras bien, cariño? —me preguntó acariciando mi mejilla ignorando al recién llegado pero yo noté por el rabillo del ojo como su mandíbula se tensaba y como apretaba los puños.

Ahora él sentiría en carne propia lo mismo que yo.


Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

1 comentario:

  1. Ja tómala Edward aun que tambien pobre cito ya sufrió bastante :P

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