Inevitable: Capítulo VI

Capítulo VI




El día anterior había estado lleno de sorpresas. Primero ver como esa mujer besaba a Edward, después encontrarlo a mitad del pasillo viéndose tan bien a esa hora de la noche y luego verlo sin camisa dejándome ver sus bien formados músculos que de sólo recordarlos me hacían hervir la sangre y despertar nuevas sensaciones en mi cuerpo muy placenteras. Pero la burbuja se rompió al ver mi cercanía no era totalmente de su agrado y me lo dejó saber al echarme de su habitación de esa manera tan fría cuando yo sólo estaba tratando de ayudar.



Si él deseaba que me mantuviera a cierta distancia, eso es lo que haría.

Al día siguiente me levanté temprano para prepararle un desayuno ligero a Edward antes de que se marchara a Austin y asegurarle que las niñas estarían bien en casa conmigo y que si necesitaba algo sabía que debía pedírselo al capataz. Parecía indeciso de dejarnos pero le aseguré que todo estaría bien y que tenía que ir a ver al inversionista.

Sabiendo que era lo que tenía que hacer, se marchó.

Era extraño estar a cargo de una casa, pero en el fondo sabía que todo iría bien. Preparé un desayuno para las tres con las cosas que les gustaban a ambas. Eve gritó de alegría al ver panqueques los cuales eran sus favoritos más Lizzy no tardó en encontrarle algo que no le agradaba, ya que según ella no sabía cómo los hacia Esme, pero había sido ella quien me dio la receta, pero no me pondría a discutir con la niña y le prometí que le pediría la receta correcta a su tía. A la hora de la comida, Eve me ayudó a preparar las hamburguesas que también criticó la mayor de las niñas.

Las acompañé a los establos para su paseo vespertino. Lizzy era maravillosa montando, se notaba que era algo que se le daba de manera natural, mientras que Eve era vigilada muy de cerca para que no cayera, ya que innumerables veces soltaba las riendas para saludarme o a Lizzy que la amonestaba, por no hacer las cosas como se las indicaban, era pequeña y se distraía con mucha facilidad, pero ella deseaba aprender a montar al igual que su hermana mayor.

A la hora de la cena preparé un delicioso pastel de espinaca con pollo que sabía les encantaba, Esme lo había preparado un par de veces antes de marchase sin recibir una crítica de Lizzy cosa que pensé se repetiría, pero según la niña la salsa estaba demasiado condimentada y salada algo que era falso y me quedó claro cuando vi a Eve chuparse sus deditos y tomar doble porción.

Las dejé ver televisión y finalmente las llevé a su habitación. Mientras Lizzy se lavaba sus dientes acomodé su cama y salí diciendo un “buenas noches” sin esperar respuesta ya que al no estar su padre cerca no respondía y estaba segura que esta vez no sería diferente, pero me sorprendió cuando me dio un desganado buenas noches.

Suspiré y fui a la habitación de Eve que estaba justo al lado, la vi con su pijama mal puesta e intentado acomodar su cama cuidando de que sus ositos no cayeran al suelo al igual que su cobijita favorita. Primero le arreglé su pijama y después la cama donde la dejé entre las mantas y me dispuse a leer el cuento que le gustaba.
Como cada día se acurrucaba contra mí dejando que una de mis manos acariciara su sedoso cabello mientras que con la otra sostenía el libro que estaba leyendo.
Parecía que la actividad del día la había dejado agotada ya que pronto cayó en el mundo de los sueños y me permitió ir a tomar un baño caliente que me relajó de mi primer día de actividad completa y que resultó mucho mejor de lo que creía.

Pasé más tiempo del habitual y después me envolví en mi vieja pijama que era muy suave. La cama me gritaba por que la utilizara, más salí de la habitación y fui a la sala para esperar a Edward que llegaría de un momento a otro, sabía que tendría hambre, pero la verdadera razón era que estaba ansiosa de saber si esta vez finalmente consiguió el dinero para no tener que renunciar a su rancho.

Lo único que me ponía nerviosa es que se molestara por haberlo esperado, por unos segundos estuve tentada a regresar a mi habitación y esperar ahí despierta hasta que lo escuchara llegar. Pero no podía hacer eso, estaba segura llegaría agotado y sería desconsiderado de mi parte si no lo esperaba para calentar su cena, era lo menos que podía hacer por él.

Pasé mi dedo sobre el lomo de algunos libros que estaban en la parte superior de la estantería y me di cuenta que en mayoría eran novelas de misterio, una faceta nueva de Edward que no conocía. Tomé uno que llamó mi atención y me acurruqué en el sofá asegurándome de que la bata cubriera mis piernas antes de comenzar a leer, al inicio no era tan interesante pero lentamente me fue atrapando hasta que yo estaba tratando de descifrar quién podía ser el posible asesino.

Dejé el libro de lado cuando escuché un auto detenerse fuera de la casa, me llevé las manos al cabello y me levanté, estiré la bata y até mejor el nudo.

La puerta se abrió y yo me acerqué al pasillo para encontrarlo con la cabeza pegada a la puerta y una de sus manos apretando el pomo con fuerza. Con eso bastó para saber que no lo había conseguido.

Me acerqué sigilosamente y aún cuando recordaba que él no me quería cerca hice lo contrario y posé mi mano sobre la de él que estaba en el pomo haciendo que levantara su mirada y sonriera de lado.

— ¿Quieres cenar?—le pregunté apartando su mano y cubriéndola entre las mías para darle calor ya que estaba helado.

—Sería maravilloso y una taza de café si no es mucha molestia. — pidió.

—En lo que yo caliento la cena y preparo tu café vete a dar una ducha. —lo vi dudar pero asintió marchándose con cuidado de no hacer mucho ruido para despertar a las niñas.

Metí un gran trozo de la cena al horno y puse en marcha la cafetera. Me sentía mal de ver su expresión derrotada ante una inminente respuesta de rechazo. Escuché que bajaba justo cuando la cena estaba lista, la coloqué en la mesa de la cocina junto con una humeante taza de café.

Se detuvo unos instantes en la puerta antes de entrar.

—Está listo. —le señalé la cena. Yo tomé una taza de café con dos cucharaditas de azúcar a diferencia de él que lo tomaba solo.

Me quedé de pie frente a él pero sin mirarlo, soplaba a mi café y veía como se formaban pequeñas ondas y me mantuve en silencio sólo acompañándolo mientras él comenzaba a comer lo que estaba en su plato. Prácticamente lo devoró y dejó el plato casi limpio, lo hizo a un lado y comenzó a beber el café.

—Sé que dijiste que la esperanza es lo último que muere, pero cada vez veo más difícil que alguien invierta aquí. —murmuró mirando hacia la ventana.

Dejé mi taza sobre la mesa y sin poder contenerme me acerqué a él. Capturé una de sus majos entre las mías.

—No puedes darte por vencido. — Le dije presionando su mano. — el dinero que necesitas llegará cuando menos lo esperes.

— La cuestión es que cada vez me queda menos tiempo, cada cita espero que sea la indicada, pero es suficiente con ver su rostro contraerse para saber que será una negativa y que me darán excusas para no invertir.

—No puedes rendirte ahora, verás que las cosas van a mejorar. —lo alenté y él asintió poco convencido.

Soltó una bocanada de aire, presionó mi mano, dejó la taza sobre la mesa y me miró a los ojos.

—Renée… lo siento. — dijo y lo miré extrañada, parece que lo notó porque movió su pulgar sobre mi mano. — No debí de hablarte así cuando…

—No importa. —traté de restarle importancia.

—Para mí la tiene, es solo que… —noté que iba a decir algo más pero solo sacudió la cabeza, retiró su mano de entre las mías y se enderezó colocando un par de centímetros más entre nosotros. — ¿hubo problemas hoy? Fue tu primer día sola al frente de esta casa. —me aparté de él, ya que de pronto se había puesto un poco rígido.

—Todo estuvo perfecto. Las niñas me ayudaron en las labores de la casa y disfrutamos de las comidas. — mentí referente a las comidas, no quería que le llamara nuevamente la atención a Lizzy por un comportamiento que posiblemente cambiaría.

—No me gusta saber que estás haciendo las labores de mi casa cuando se supone sólo estarías aquí para recuperarte.

—Me sentiría muy avergonzada si no hiciera nada. —Le dije al tiempo que comenzaba a recoger la mesa. —Me siento útil y me ayuda a mantenerme ocupada y espero que esto ayude a recordar mi pasado.

—Aunque te sientas útil no creo que...

—Te advierto que seguiré haciéndome cargo a pesar de tus protestas. Tú ya estás haciendo mucho por mí dándome un lugar donde dormir y comprándome ropa y...— me detuve al ver que enarcaba una ceja. —Ya entendí, gracias.

—Gracias por esperarme despierta. —Se levantó y él se hizo cargo de lavar los platos sucios, mientras yo limpiaba la mesa —Hacia tanto que... —se quedó en silencio y sabía lo que iba a decir más se contuvo y fingió una tosecita para disimular. —Será mejor que vuelvas a la cama, ambos lo necesitamos.

—Buenas noches Edward, que descanses. —me despedí saliendo de la cocina y huyendo a mi habitación.

Cada día que pasaba notaba que continuaban los cambios en Edward que me mantenían tan confundida, un momento se mostraba atento y trataba de mantener cierto contacto físico conmigo, ya sea tomando mi mano, acomodando mi cabello o acariciando mi mejilla y de pronto notaba el cambio en su mirada, la rigidez de su cuerpo, lo veía alejarse y evitar mirarme e incluso hablarme. ¿Qué estaba haciendo mal, que ocasionaba ese comportamiento en él?

Los siguientes días seguí en mi nuevo papel, haciéndome cargo de la casa. Las habitaciones eran las zonas de la casa que mayor trabajo representaban. La de Edward era la que en mejor estado estaba. En la de Eve, la pequeña me ayudaba a colocar los juguetes en su lugar y la ropa sucia en el cesto correcto. Pero Lizzy era otro asunto, parecía que desde que yo me encargaba de la casa su habitación mostraba la presencia de un tornado o algo parecido, cada día estaba peor que el anterior.

Estaba preparando la comida cuando Lizy entró en la cocina sin limpiarse los zapatos que iban cubiertos de barro.

—Límpiate los zapatos cariño, acabo de limpiar la casa. — le dije removiendo la sopa.

—No me llames cariño. —gruñó molesta y mirándome con recelo antes de continuar su camino ignorando mi petición.

Suspirando supe que tendría que volver a limpiar todo por esa pequeñita que parecía querer complicarme las cosas sin una razón aparente, pero me encargaría de que Edward no se enterara para que no la regañara o su odio contra mí en lugar de disminuir iría en aumento.

La comida estuvo a tiempo y antes de que Edward llegara, limpié lo que la niña había ensuciado. Me acababa de dejar caer en una silla cuando escuché a Edward entrando y tomando aire, me levanté nuevamente ya que él esperaría comer. Llamó a las niñas y yo comencé a servir los platos que estuvieron en la mesa cuando ellos entraron.

El domingo por la noche recibí la llamada de Esme que me informó que el niño ya estaba con ellos, después de pasar una semana firmando papeles y de compras con todo lo necesario para vivir con ellos, al igual que las cosas que necesitaría para el ingreso a la escuela ya que al igual que Lizzy al día siguiente comenzarían las actividades escolares. Le propuse que se pasara por el rancho para así conocer al niño.

Durante la cena le hablé a Edward de que Esme vendría al día siguiente con James. Eve preguntó quién era James y Edward le explicó en pocas palabras que James no era otro que su primo y que esperaba que fueran buenas con él.

Ese lunes comenzó de manera diferente y un poco más temprano que los anteriores, el cambio era que Lizzy regresaba a la escuela y por lo tanto tenía que preparar su almuerzo para que se lo llevara. Desayunó sólo una parte de lo que le preparé ya que dijo los huevos se encontraban algo salados y no perfectamente hechos.

Edward se encargó de llevarla mientras yo comenzaba a recoger las habitaciones sin hacer demasiado ruido para no despertar a la pequeña que aún seguía durmiendo.

Fue un día tranquilo y en el que pude terminar mis actividades un poco más rápido ya que no estaba cierta niña que estuviera tratando de complicar mi trabajo. Eve seguía revoloteando a mí alrededor y me acompañó al gallinero a recolectar huevos que necesitaríamos para hacer un pastel. En el camino nos encontramos con Edward que levantó en brazos a su hija quien soltó una risita y que terminó dándole un beso y pidiendo que la bajara para poder ir al gallinero conmigo o de lo contrario no prepararíamos un delicioso pastel como postre.

—No podría perderme ese pastel. —le dijo dejándola en el suelo y guiñándome un ojo como despedida.

—Adiós, papi. —se despidió la niña tomando mi mano y tirando de mi.

Entre ambas preparamos el pastel de chocolate que estuvo en el horno antes de lo que esperábamos y que dejamos ahí mientras íbamos a la entrada del rancho que era el lugar donde el bus de la escuela dejaría a Lizzy. Intenté que Eve se quedara viendo televisión mientras yo iba por su hermana, pero ella se empeñó en acompañarme, así que le coloqué el sombrerito para protegerla del sol ya que teníamos un largo tramo por caminar.

Llegamos unos minutos antes y nos sentamos bajo un árbol y podíamos sentir la cálida brisa, la niña comenzó a cortar florecitas de diferentes colores sin alejarse demasiado, cosa que dejó de hacer cuando escuchó el ruido del bus, se mantuvo junto a mi hasta que vio a su hermana bajar y se acercó corriendo a ella que rodó los ojos y que al verme sólo frunció el ceño. Tenía mucho que hacer si quería ganarme la aceptación de esa niña.

Tomé en brazos a Eve que me tendió los suyos porque se encontraba cansada. Me dio las flores que había cortado para después apoyar su cabecita en mi hombro bostezando.

— ¿Qué tal tu día?—pregunté a Lizzy mientras regresábamos.

—Bien porque tu no estuviste ahí. —me detuve unos segundos sorprendida de su reacción.

—Lamento si te molesta, yo sólo quiero que seamos amigas como con Eve. — le señalé con la cabeza a la niña que ya estaba dormida en mis brazos.

—Tú quieres a papá como otras, pero no dejaré que nos lo quites. —me dijo mirándome con resentimiento.

—Yo no quiero quitarles a tu papá, sólo somos amigos. —agradecí que Eve estuviera dormida y que no se diera cuenta de lo que sucedía entre su hermana y yo.

— ¡Mentirosa!— exclamó antes de proseguir con su camino dejando que la siguiera.

Aun cuando era una niña sabía que no podía poner a discutir con ella, debía de recordar que ella me veía como una amenaza, pensaba que yo quería quitarle a su papá algo que no era verdad. Las cosas entre nosotros estaban cambiando, pero yo en ningún momento pretendía que las dejara fuera, ellas eran esenciales en su vida y entendía que eran lo más importante para él, además yo jamás le permitiría que las dejara de lado. ¿Qué demonios estaba pensando? Edward sólo me estaba brindando un lugar mientras recuperaba mis recuerdos, no la promesa de una familia y un hogar a su lado.

Dejé a Eve en el sillón de la sala mientras encendía la estufa y calentaba la comida y minutos más tarde apagué el horno ya que el pastel estaba listo.

Cuando fue hora, y todos estuvieron en la mesa. Lizzy parecía otra delante de su padre hasta me sonreía levemente. Cuando su padre le preguntó de su día ella se lo describió con lujo de detalles y parecía contenta. Eve se unió a la conversación protestando por aún no asistir a la escuela.

Me ocupé de limpiar todo y me sorprendí de encontrar a Lizzy en el comedor haciendo su tarea, la veía escribir y borrar continuamente. Estuve tentada a ofrecerme a ayudarla para tratar de limar asperezas, pero teniendo en cuenta mi estado no creía que fuera de gran ayuda. Por lo que le dejé sola mientras comenzaba a adornar el pastel y encendí la cafetera cuando me di cuenta que ya casi era hora de que llegara Esme.

No me equivoqué y en solo unos minutos escuché un auto detenerse y al asomarme por la ventana vi a Esme y después a un niño que miraba asombrado los alrededores y le señalaba un par de cosas que parecía ver por primera vez.

— ¡Esme! —exclamé bajando los escalones rápidamente para llegar con ella que me abrió los brazos. —Que alegría verte o mejor dicho verlos. —corregí tocando el cabello rubio del niño que me mostró una tímida sonrisa.

—Él es James. —me presentó Esme a su hijo que educadamente me extendió su mano.

—Un placer James. —me incliné y le di un beso en la mejilla. Haciéndolo sonrojar.

Los llevé al interior de la casa, donde ambas niñas recibieron con besos y abrazos a Esme pero miraban con curiosidad al niño que se mantenía de lado y que dejé que Esme presentara. Serví el café y unas rebanadas de pastel que el niño pidió repetir. Estaba por llevarle la segunda rebanada cuando en la cocina quitándose el sombrero apareció Edward.

— ¿Llegó Esme con el niño?

—Su nombre es James, y no olvides que tiene 12 años. —le recordé mientras servía el par de rebanadas de pastel, una para James y otra para Eve. Con una cucharita tomé un poco más de betún que le gustaba a Eve y antes de que tocara el plato mi mano fue detenida por la de Edward que la guió hasta su boca. Seguí cada movimiento conteniendo la respiración ante tal muestra de intimidad en ese acto.

—Delicioso. —murmuró lamiéndose los labios y haciéndome casi gemir por ese gesto que me estaba impulsando a besarlo para quitar los restos de chocolate de sus labios con los míos.

—Puedo apostar que a James le gustará conocer el rancho, cuando se bajó del auto parecía fascinado. —le dije tratando de que mi voz sonara normal pero no funcionó totalmente ya que tembló ligeramente al igual que mi mano en la cual aún permanecía la cuchara que él se había llevado a los labios, la solté y cayó en el lavado haciendo un ruido sonoro, lo ignoré y tomé otra limpia.

—Lo llevaré a dar un paseo.

Fui a la sala con él siguiéndome y cuando lleguemos nos encontramos con las dos niñas que hablaban con James que seguía mostrándose un tanto tímido. Edward se presentó y habló un poco con él antes de invitarlo a montar con las niñas.

—Sólo obedece a Edward. —le pidió Esme cuando el niño la miró con ojos brillantes.

Los cuatro salieron de casa dejándonos sólo a ambas que nos quedamos mirando cómo se dirigían a los establos y de pronto Esme soltó una suave risita que me hizo mirarla.

—Es tan extraño pero al mismo tiempo algo que había esperado impaciente. —me aseguró.

—Disfruta este momento.

— ¿Cómo van las cosas aquí?

—Bien— mentí nuevamente tratando de proteger a la niña, pero parece que algo en mi voz me delató ya que Esme me miró enarcando una ceja.

—Lizzy parecía disgustada cuando te vio llegar con Edward. —le dio un sorbo a su café y me miró sobre la taza.

—Ella cree que le quiero quitar a su papá y no entiendo por qué.

—Yo creo que sé por qué, pero ella aún no comprende bien las cosas. Es una niña maravillosa igual que Eve, cuando se dé cuenta se sentirá avergonzada por su mal comportamiento. —me aseguró y yo asentí esperando que tuviera razón, aunque me quedó cierta duda… ¿Cuáles eran esas cosas que ella aún no comprendía?

Hablamos de todo un poco y reímos antes las nuevas anécdotas que ya habían vivido con James. Salimos al porche desde donde podíamos ver a los cuatro montando e igual que las veces anteriores, Eve iba junto a Edward que se mantenía muy de cerca a James que parecía ser bueno. Cuando volvieron con nosotras sólo James y Lizzy iban sonriendo y Eve iba triste con los ojitos vidriosos. Algo en mi interior me impulsó a levantarme y colocarme en cuclillas extendiendo mis brazos donde Eve corrió a refugiarse.

— ¿Qué sucede preciosa? —pregunté levantándola en mis brazos y apretándola contra mi cuerpo.

—Ellos se dieron de mí porque dicen que no se monta y papi dice que lo
hago bien pedo…
—Yo te he visto hacerlo cielo, y eres buena. Aún mejor que yo. —apartó su cabecita de mi hombro y me miró limpiando sus mejillas y sorbiendo su nariz. —yo el día que acompañé a tu papi me caí muchas veces.

—No lo dudo, es tan... —murmuró Lizzy que fue escuchada.

—Ya hablaremos tú y yo. —aseguró Edward mirando a su hija que palideció.

— ¿Se quedarán a cenar? —le pregunté a Esme tratando de desviar la conversación de Edward y Lizzy.

—No podemos hacerlo, Carlisle espera que pasemos por él al hospital. Pero tal vez el fin de semana. —sugirió y tanto Edward como yo asentimos.

La acompañamos hasta el auto y la despedimos moviendo nuestras manos mientras el auto desaparecía. Mandé a las niñas a darse una ducha, y aproveché ese momento para hablar con Edward.

—Lo que dijo Lizzy no tiene importancia, no la regañes. — le pedí tomando su mano y haciendo que me mirara. De nuevo ahí estaba esa sensación de hormigueo que se extendía de mi brazo hasta mi estómago.

—No puedo dejar que haga ese tipo de comentarios. —protestó mirándome serio. —lo que me molesta es el tono en que lo dice y no quiero saber cómo iba a finalizar esa frase.

—No es necesario que le llames la atención, por favor. —pedí y él suspiró tocando mi mejilla con su mano y moviendo suavemente su pulgar.

—Eres demasiado buena. Esta vez no le diré nada porque tú me lo pediste, pero no le daré otra oportunidad. —me aseguró besando mi coronilla, bajando por mi nariz y aguanté la respiración al saber que sus labios posiblemente tocarían los míos. Algo que estaba esperando…

—Señor Masen...

Maldije y al mismo tiempo quise abrazar al hombre que nos interrumpió, por una parte lo odiaba por romper nuestro momento y por otra parte se lo agradecía por evitar que cometiéramos un error, como él lo llamaba.

—Señor, lo lamento pero ya está lo que pidió y...

—Ya voy —le gruñó cerrando los ojos con fuerza y se apartó lentamente de mí. — te veo en unos minutos.

—Iré a asegurarme de que Eve no se termine el agua caliente. — él sonrió y yo me dirigí a las escaleras sintiendo aún su mirada sobre mi espalda y haciéndome contener la respiración hasta que escuché sus pasos bajando por los escalones de madera del porche.

La hora de la cena consistió sólo en sándwiches ya que las niñas así lo pidieron y lo agradecí, ya que con la visita de Esme no me dio tiempo a preparar algo más. En la mesa notaba a Lizzy inquieta y como evitaba mirar a su padre, seguro estaba esperando que en cualquier momento su papá la regañara pero sólo recibió una mirada dura.

—Come —le demandó Edward al ver que la niña apenas probaba bocado.

— ¿Le hace falta algo? —le pregunté y ella negó.

—No te regañaré como quisiera porque alguien intervino para que no lo hiciera, pero…—enarqué una ceja mirándolo ya que para no regañarla parecía que lo estaba haciendo, lanzó un resoplido y le indicó que comiera y así lo hizo la niña.

El ambiente se aligeró con la inocente plática de Eve que ignoraba lo que estaba sucediendo y nos hizo a todos relajarnos.

Esa noche Lizzy se portó un tanto más accesible y sonrió un par de veces indicándome que había hecho lo correcto. Después de dormir a Eve, me fui a la cama donde rápidamente me sumí en un profundo sueño. Al inicio aparecieron las niñas y como Eve corrió a mis brazos para refugiarse de pronto la niña desapareció, sentía mi cuerpo adormecido y adolorido levanté el rostro y todo lo que veía estaba completamente borroso y sentía los parpados pesados, escuchaba voces pero no lograba entender lo que decían, sólo tenía esa sensación de desesperación y el miedo que se extendía por cada parte de mi cuerpo hasta que me hizo despertar gritando, bañada en sudor e hiperventilando.

Intenté levantarme pero lo único que conseguí fui caer de la cama. La puerta se abrió bruscamente, lancé un grito ahogado y comencé a retroceder sin poder levantarme hasta chocar con la pared.

— ¿Renée, estás bien? —preguntó Edward colocándose delante de mí acunando mi rostro y obligándome a que lo mirara.

Quise responder pero la voz no me salía, mi respiración aún era acelerada.

—Soy Edward, ¿Lo recuerdas? —asentí y cerré los ojos con fuerza tratando de controlar mi respiración y los latidos acelerados de mi corazón.

Me levantó en sus brazos y con cuidado me dejó sobre la cama, encendió la luz de la lámpara de noche.

— ¿Te encuentras mejor? —insistió apartando un mechón húmedo de mi frente.

—Es sólo un mal sueño. —le dije con voz entrecortada, llevándome la mano al pecho sintiendo como este ya no subía o bajaba tan rápidamente y como el dolor comenzaba a aminorar.

— ¿Quieres hablarme de él? —preguntó sentándose junto a mí.

—Sigue siendo confuso.

—Tuviste que ver algo o de lo contrario no entiendo porque estabas tan asustada. —acarició mi mejilla.

— ¿Desperté a las niñas? —lo miré preocupada y él negó con una sonrisa torcida.

—Ya estarían aquí viendo que es lo que sucede. Ambas estaban tan agotadas que puedo jurar no se dieron cuenta de nada. —se levantó y acomodó las mantas sobre mis piernas. —Te traeré un té.

—No es…

—Tú me curaste a mí, lo justo es que yo cuide un poco de ti ahora. — se inclinó, besó mi coronilla y salió de la habitación murmurando algo que no entendí.

Coloqué el brazo sobre mis ojos y traté de que las imágenes, aunque borrosas, regresaran a mi cabeza, pero eso no sucedió. Lo escuché subir al cabo de unos minutos y me entregó una humeante taza de té con la cantidad justa de azúcar. Él se sentó en una silla cerca de mi cama, nos mantuvimos en silencio mientras bebía y cuando lo terminé, dejé la taza sobre la mesita de noche.

Estaba acomodando las almohadas para sentarme pero Edward me detuvo.

—Será mejor que intentes dormir y apuesto que sentada no es la posición más cómoda. — asentí dándole la razón y volví a colocar las almohadas en su lugar.

Cuando puse la cabeza en la almohada dándole la espalda pensé que se marcharía, pero eso no sucedió. Durante unos minutos estuvimos en silencio, pero no podía volver a dormir y además sentía su mirada clavada en mi, suspiré y me giré para verlo mirándome fijamente con el ceño ligeramente fruncido.

— ¿Qué haces? —pregunté curiosa.

—Asegurándome de que vuelvas a dormir. —sin poder contenerme suspiré cerrando los ojos por unos segundos y los volví a abrir al sentir sus dedos acariciando mi mejilla.

—Quisiera recordar todo. Saber quién soy en realidad y que todas las preguntas que me rodean sean resueltas. Tal vez jamás lo sabré y me quedaré rodeada de dudas.

—Todo a su tiempo. Recuerda que la esperanza es lo último que muere. —me recordó mis palabras, lo que me hizo sonreír— Ahora duérmete, me quedaré contigo hasta que lo hagas.

—No es...
—No protestes y cierra los ojos. —solté una risita pero hice lo que me indicó, era agradable saber que alguien vigilaría mi sueño, era como si jamás alguien se hubiera preocupado por mí. ¿Alguien lo habría hecho? Otra pregunta sin respuesta.

Dejé de tratar de encontrar respuestas y me permití soñar que Edward me mantendría segura. Sentía algo más por él, algo que iba más allá de una amistad, tal vez podría conseguir un beso para quitar las ansias que me carcomían y apartar de mi mente a este gran hombre.
Una idea descabellada pero de la cual no tenía nada que perder. Al día siguiente intentaría robarle un beso para recordar lo que se sentía y probar el sabor de sus labios. ¿Arriesgado? Tal vez, pero esa era una duda que no estaba dispuesta a esperar que se aclarara con el tiempo.


Gracias a Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

4 comentarios:

  1. ahhhhhhhh lo volvi a leer para recordar dond habia quedadoooooo xD ahhhhh me encantaa como t ha quedado el blog FELICIDADES!!!!!! bye cudiate q estes bien

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  2. esto si no lo había leídoooooo! quiero seguir pero no puedo, mi vista ya es borrosa snif snif, pero dentro de unas horas retomare las letras!

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  3. Hola....!!!!

    Bueno aquí estoy.... la verdad no había tenido tiempo de pasar por aquí tenia tanto tiempo sin leer que tuve que releer…jajajajaja

    SALUDOS..!!!!!!!!

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  4. Me gusta este Edward, sabía que adoraría esta historia, pero no tanto. Me gusta como cuentas las cosas, el tiempo que le das, los detalles... todo TODO. Felicidades siempre Titilinda. Besos

    Esmeralda

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