Cullen y Baile
No me moleste en cerrar la puerta con la delicadeza
que se esperaba, estaba molesta… más que molesta y no pretendía ocultarlo,
quería ser yo sin tener que fingir más. Me desnude y entre en el cuarto de baño
tratando que una ducha me relajara algo que parecí servir y me ayudo. Acto
seguido me coloque mi pijama y sin saber qué es lo que me poseía tome mi laptop
y con ella apoyada en mis piernas comencé a escribir. Mire el cursor
parpadeante y no pude hacer más que sonreír de manera nostálgica, este era mi
sueño uno que se había frustrado ya que no era lo que se tenia decidido para
mi, tal vez tenía el talento o eso era lo que dijeron las dos únicas personas a
las que les permití leer algo, aunque tal vez solo lo decían por compromiso.
Ignorando ese pensamiento comencé a escribir la
historia de una joven que tras lo que parecía ser la vida perfecta todo se
derrumbo, paso de ser una princesa a ser la bruja del cuento, poco a poco su
vida se fue tornando en desilusiones, sueños rotos, error tras error y cada uno
peor que el anterior. Sabía que era mi historia, la única manera que tenia de
expresarme con libertad sin tener que preocuparme por el que dirán.
Mi teléfono no paraba de sonar ya que estaba segura
quien era y la verdad es que no quería escuchar su voz, el solo recuerdo de lo
bajo que había caído era suficiente para hacerme sentir como cualquiera de las
chicas de mi circulo social, justo la clase de chica que me había jurado no
ser. Cerca de la dos y sin tener nada más que escribir apague mi laptop y a
continuación me deje caer sobre la cama y en seguida me quede dormida. Por
primera vez en mucho tiempo soñé con los pocos recuerdos de mi infancia, cuando
mi padre llegaba temprano a casa para poder jugar conmigo, mi madre se dedicaba
a ayudarme con mis tareas y hasta llegábamos a hornear galletas juntas, aunque
debía de destacar que ella no era muy buena y yo tampoco.
—¡Isabella! — desperté y me incorpore sobresaltada
ante el grito de mi madre que no solo me había gritado sino que también aparto
las cobijas de mi cuerpo.
—¿Qué sucede? —pregunte de mala gana aun con ojos
entrecerrados. Me levante tomando la
bata y fui hacia mi armario.— Ya me disculpe ayer por la noche así que no
entiendo que es lo que haces aquí y si te importa me tengo que arreglar
—Como si eso fuera posible— la escuche murmurar
antes de salir de mi habitación.
Me duche, me vestí como de costumbre, el pelo lo
deje suelto, me maquille rápidamente y en menos de 20 minutos ya estaba fuera
de casa. Conduje hasta llegar al trabajo y en un abrir y cerrar de ojos estaba
en mi oficina y eso que apenas eran las 7:30, me deje caer sobre la silla,
apoyando mis manos sobre mi rostro.
—Srta. Swan
—Megan solo tráeme un café sin azúcar. —especifique
cerré los ojos por unos segundos y cuando los abrí ella aun seguía ahí por lo
que enarque una ceja.—Solo tráeme un café.
Unos minutos llego con mi pedido y la agenda.
Comencé a beberlo escuchando cada una de las actividades programadas que tenia
para el día, sólo se trataba de un ajuste de presupuestos con el director de la
compañía con la que contábamos en Chicago a las 10 y después de eso no tenía
nada más. Sin saber porque le indique que saldría de nuevo y que de necesitarme
para algo importante me llamara de lo contrario no me molestara.
Con un poco de sutileza le indique que se marchara
y así lo hizo. Intente concentrarme haciendo unas simples correcciones a mi
proyecto pero mi cabeza la tenía en otro sitio, a las 10 en punto estuve en
contacto con el director de Chicago para revisar el ajuste, uno que nos llevo
cerca de una hora, en cuanto terminamos apague todo y salí de la empresa
sintiéndome libre. Esta salida era completamente improvisada por lo que me dirigí
a Central Park disfrutando de la belleza del lugar que tanto me gustaba y que
tan buenos recuerdos me traía, después de casi tres horas me encamine hasta mi
departamento que a estas alturas debía de estar casi listo. Al entrar me detuve
unos segundos para apreciar la decoración en colores sobrios lo que lo hacía un
lugar elegante.
—No puede estar aquí. — dijo alarmada una chica pelirroja
que mantenía unas copas en una de sus manos y en otra algunos cubiertos lo que
me indicaba que estaba terminando de arreglar la cocina.
— Este departamento es mío. — le mostré las llaves.
—Usted debe de ser la Srta. Isabella Swan—asentí
quitándome el abrigo y comenzando a ver cada una de las áreas que al parecer ya
estaban casi terminadas. — Patrick salió a revisar otro departamento, pero no
tardara.
—¿Cuál es tu nombre?
—Mady— le sonreí al tiempo que le indicaba que vería
como estaban las demás habitaciones, momento que ella aprovecho para volver a
su trabajo.
Este departamento es lo que siempre había soñado,
libertad que era lo que deseaba, añoraba esa sensación aunque fuera solo una
vez. Abrí cada una de las puertas, el estudio ya estaba amueblado pero aun
faltaban algunas cosas, las recamaras estaban en proceso, y la recamara
principal aunque aún no estaba terminada lucia fantástica una cama enorme sus
mesitas de noche y el lugar para una enorme y maravillosa tv de plasma.
—¿Le gusta como está quedando?
—¡Por dios! — Me lleve las manos al pecho y salte
graciosamente hacia atrás.— Me asusto.
—Lo lamento tanto. — Se disculpo verdaderamente
avergonzado.
Le hice algunas preguntas sobre los espacios que
permanecían vacios y saber que es lo que pretendía colocar en cada lugar,
recorrimos de nuevo todo el departamento compartiendo ideas y el estaba tomando
en cuenta algunas modificaciones que le estaba sugiriendo. Lo que más me gusto
fue saber que en solo algunos días estaría terminado y listo para que me
mudara. Lo deje que siguiera en su trabajo y yo me retire con una sonrisa en
los labios, solo un poco mas y estaría fuera del infierno en que vivía, lo
disfrutaría poco, pero sabía que todo valdría la pena, al menos cuando todo
terminara yo sabría lo que se sentía ser independiente.
Sin saber que mas hacer recordé los accesorios que
mi madre pretendía que usara con el vestido que utilizaría en la gala del día
siguiente, por lo que me dirigí al centro comercial dispuesta a buscar algo más
apropiado. Coloque mis anteojos de sol sobre mi cabeza para mirar un par de
vitrinas con ropa preciosa que estaba diseñada para mujeres más delgadas que
yo…
—¡Bella! — Me gire para ver quién me llamaba y al
instante sentí unos brazos. —¿Cómo estas?
—Bien y tu. — pregunte aturdida a Alice que me
estaba sonriendo.
Tras esa sola pregunta descubrí que estaba ahí con
toda su familia consiguiendo los trajes para sus hermanos, lo que me puso en
alerta de inmediato, levante la mirada para ver si se encontraban cerca o si tenía
oportunidad de escapar, pero cuando pensaba que aun podía huir los vi, estaban
todos incluyendo quien debía de ser su padre.
—¿Como te encuentras? ya sabes por lo de ayer.
—Estoy bien, eso solo fue agotamiento.
—Ven, a papá le gustara conocerte. — tiro de mi,
pero yo me mantuve en mi sitio provocando que me mirara. —Sé lo que estas
pensando, pero te aseguro que no incomodas y papá estará encantado de
conocerte.
—Alice…—proteste
algo que ella ignoro y me llevo junto a su familia.
—Hola Bella ¿Cómo estas cariño? — saludo Esme abrazándome
algo que de nuevo me tomo por sorpresa.
—Así que tú eres la famosa Bella— pregunto el que
supuse era el padre de Alice, y que me sorprendió ver lo joven que lucía, me tendió
una mano que yo estreche.
—No sé si famosa, pero si soy Bella.
—El es mi papa: Carlisle Cullen. —reí al ver que
Alice lo abrazaba y como el hombre solo rodaba los ojos y besaba el tope de su
cabeza con cariño. Alice no sabía lo afortunada que era.
Hablamos un poco y me señalo que se sentarían con
nosotros y los Hale en la gala del día siguiente, algo que de solo recordarlo
me hacía sentir un poco enferma. De pronto Emmett lanzo una queja y mire divertido
que se frotaba el brazo en el que evidentemente Esme lo había golpeado y me
señalaba con la cabeza lo que me desconcertó y más cuando Emmett le dio lo que
traía en sus manos a Edward y me abrazo levantándome del suelo y dejándome sin
aire.
—No necesitas ser tan brusco con ella— señalo
Edward golpeando a su hermano que me dejo de nuevo en el suelo y me permitió
respirar.
—Lo siento Bella. No había podido agradecerte….—
solo sonreí al saber a lo que se refería. —Me quede con el empleo. Te dije que
era bueno.
—Recuerdo que no decías lo mismo hace algún tiempo,
pero me alegro que lo hayas conseguido, lo que importa es que estarás en una
gran firma, creo que nos veremos muy a menudo
—Cuándo necesites un buen abogado me tendrás a mí. —paso
un brazo sobre mis hombros y levante el rostro para verlo y sonreír.
Estaba aun un poco aturdida cuando Alice pregunto
sobre si tenía prisa o algo más que hacer y dije a verdad por lo que me vi
arrastrada a pasar gran parte del tiempo con ellos.
El resto del día fue interesante, no podía creer
que un chico pudiera ser tan ocurrente y gracioso, su apariencia era temible,
pero era tan cálido que bien en su otra vida pudo ser un oso de peluche. Sus
padres eran una pareja enamorada, Alice era una compradora compulsiva, pero con
un gusto envidiable y Edward era… no tenia palabras para describirlo, lo único
que podía decir es que su imagen estaría en mi mente por mucho tiempo y eso no
era nada bueno, era algo de que estaba tratando de huir.
La ultima tienda fue Victoria's Secret donde solo
entramos las chicas mientras ellos se perdieron por el centro comercial, debo
de admitir que no me gustaba la clase de batas que Alice exigía que me probara ¡eran
diminutas!
Intente hacerla entrar en razón y hacerla ver que debía
de comprarse anteojos ya que esas batas tan diminutas no iban conmigo y mi
cuerpo que aun no tenía las proporciones que pretendía. Ella solo enarco una
ceja y me continúo pasando prendas ya que ella juraba que en un futuro se lo
agradecería, me probé cada una de las prendas y las dejaba de lado asegurando
que no me agradaban aun cuando algunas de ellas se me hacían preciosas.
En mi canasta solo coloque un par de conjuntos y
una bata de la que me había enamorado. Cuando llego la hora de pagar Alice le
sugirió a Esme que me mostrara un conjunto azul que decía me quedaría de
maravilla, así que dejamos a Alice en la fila y acompañe a Esme, iba con la
idea de negarme a comprarlo, pero tenía que admitir que era exquisito. Cuando
volvimos Alice ya estaba pagando y tenía dos enormes bolsas sobre el mostrador
y estaban comenzando a pasar la mí, por lo que le indique a la chica que eso
era aparte
—Tú no traías tanta ropa—le señale las bolsas
mientras pagaba lo mío.
—Una parte es de Esme.
Salimos para encontrarnos ya con los tres hombres
sentados en una banca fuera de una tienda con todas las bolsas, al ver a Alice
solo los vi negar y Carlisle se giro hacia otro sitio como si con eso
consiguiera desaparecer las compras de su hija.
—¿Que no habías comprado ropa suficiente la semana
pasada?. — soltó Emmett.
—Había cosas nuevas.
—Es no me interesa
—Eso lo dices porque no está Rose aquí. —lo vi que
iba a responder y por su sonrisa no sabía que era lo que pretendía y no lo descubrí
ya que Esme intervino.
—Siempre son así— me susurro Edward lo que me hizo sonreír
—Al menos no te aburres.
—Créeme no lo hago, aunque algunas veces cansan
escucharlos pelear como niños pequeños.
En ese instante llego el momento de marcharnos y
tras asegurar que llevaba mi auto nos despedimos y nuevamente Emmett me dejo
sin aire. Edward y Alice me acompañaron hasta mi auto ya que decían que su auto
estaba en el mismo nivel.
Caminamos junto hasta dar con mi auto que por
casualidad estaba justo frente al de Edward, abrí la cajuela de mi auto para
meter mis bolsas y antes de que pudiera cerrarla Alice introdujo una de la de
mayor tamaño, intente sacarla pero ella me lo impidió cerrando el maletero.
—Es un pequeño regalo. Sabes que eran fabulosos y
sé que en algún momento los necesitaras. Descansa. — le quito las llaves de la
mano a Edward y se subió al auto.
Ambos nos quedamos sin saber que decir lo que me
causo un poco de risa haciendo que él me mirara raro.
—Lo siento, solo que es un momento algo incomodo.
—Un poco—se toco el pelo sonrió. — gracias por soportar a mi familia
—Es encantadora. Creo que nos veremos mañana.
—Hasta mañana. — abrió la puerta de mi auto y me
ayudo a entrar, pero antes de cerrarla me miro fijamente. — Me entere de lo que
sucedió ayer.
—Estoy bien— le asegure tratando de sonar creíble. —Hasta
mañana. —arranque cuando el subía al suyo.
Llegue directo a mi habitación, esa noche dormí
como hacía tiempo no lo hacía, me desperté un poco más optimista que de
costumbre, pero tenía que trabajar medio día, el cual agradecí que pasara sin
inconvenientes..
En definitiva prefería un día de trabajo con
bastante trabajo, que estar sentada frente al espejo mientras me maquillaban y
peinaban, pero lo peor era tener a mi madre junto a mi hablando mal de
cualquiera de sus amistades, no entendía como podía ser tan hipócrita. Me
cambie y me mire al espejo para comprobar que lucía hermosa, el cabello lo
tenía recogido en un medio moño permitiendo que otra parte callera en rizos
perfectos.
A las 8 en punto estaba junto a mi padre esperando
a Renée
—¿Y los accesorios que había elegido? —gruño apenas
llegar junto a mi tocando uno de los pendientes.
—Me parecieron bastante ostentosos y le restaba
personalidad al vestido.
—Después podrán discutir por los accesorios,
debemos de llegar a la gala. Ya vamos retrasados. —nos apuro mi padre
empujándome y ofreciéndole el brazo a mi madre.
El trayecto fue en completo silencio hasta que
llegamos al lugar del evento, apenas puse un pie fuera del auto cuando un sin
número de luces me cegaron, mi madre estaba feliz de la atención de los medios,
como siempre sonreía y respondía con monosílabos, la prensa siempre intentaba
leer entre líneas y creaban su propia historia.
Después de varias fotos de la familia perfecta
entramos al salón, el cual estaba abarrotado, nos guiaron a la mesa donde ya se
encontraban los Hale y los Cullen, mi mamá inmediatamente le lanzo una mirada
despectiva a Esme, para después ver a su alrededor, no lo entendía porque
odiaba a Esme si apenas la conocía, esa mujer era todo lo que yo desearía que
fuera Renée.
—¿Como estas Bella? —pregunto con amabilidad.
Estaba por responder cuando la voz de mi madre me interrumpió saludando a
Giselle y Charles.´
Giselle aprovecho ese instante para que mis padres
conocieran a Carlisle y Esme. Mi madre fingió su mejor rostro de agrado ante
Esme, pero era evidente que le encantaba la idea de ser amiga de Carlisle quien
era el nuevo director del hospital central. Renée se volvió hacia Giselle
momento que aproveche para sentarme.
—Luces muy hermosa Bella.
—Muchas gracias— agradecí con sinceridad a Esme y
con les sonreía a los demás en la mesa en manera de saludo. Cuando note la
mirada de mi madre quite la sonrisa e intente mantener mi semblante rígido,
aunque la insistente mirada de Edward me estaba poniendo un poco nerviosa
desvié mi mirada hacia Emmett y Rose que tenían una enorme sonrisa en el
rostro.
—Bella, acompáñame a saludar a los Watson. — me
levante y disculpe con los que estaban en la mesa para acompañar a mi madre ya
que eso era lo que se esperaba de mi.
Gran parte de la velada estuvimos saludando
conocidos, me estaba dando cuenta de que lo que buscaba era mantenerme lejos de
nuestra mesa, después de saludar a más de la mitad de los asistentes y porque
mi padre comenzó a hacernos señas, regresamos a nuestra mesa donde mi madre continúo
con su actitud de indiferencia con Esme.
—En verdad Giselle deberías socializar mas con esta
gente— hablo mi madre en cuanto tomo su lugar junto a mi padre. — Yo me
encargare de que encajes enseguida.
—Gracias Renée conozco a la mayoría, pero aun no me
siento muy cómoda.
—Iremos un día de estos al club y veras como
cambiaras de opinión.
—Claro, ¿nos acompañaras no es así Esme? — secundo
Giselle uniendo a Esme a la conversación.
—Claro— acepto sonriendo. Sólo negué cuando escuche
que mi mama murmuraba por lo bajo.
Mi madre volvió su atención a otra de las mesas
donde iban llegando Jessica y Mike, una pareja que para ojos de mi madre era
perfecta. En ese instante volvió al ataque tratando de saber porque yo no
conseguía tener una relación estable, de manera cortante le indique que no era
el lugar para tocar ese tema y antes de que me dijera algo una de sus amigas se
acerco a ella. Como era de esperar me obligo a saludarla como si fuera también
mi amiga.
—¿Pero que te has hecho?, estas muy delgada, tenía solo
dos meses que no te veía y has adelgazado muchísimo.
—Eso mismo le digo yo, pero ya vez las chicas de
ahora, se preocupan tanto por su apariencia— rodé los ojos y me deje caer sobre
la silla, que siempre me decía eso, pero si siempre me decía que estaba
pasada de peso, solo tenía una palabra para describirla hipócrita.
—¿Te sientes bien? —pregunto Esme tomando mi mano
entre las suyas.
—Si Esme, gracias—le sonreí, me encontré con la
mirada de Edward que me veía minuciosamente..
Los Cullen y los Hale se encontraban enfrascados en
una plática, a decir verdad Emmett les debía de estar contando alguna de sus
anécdotas ya que los tenia riendo, mientras apretaba a Rosalie a su cuerpo, mis
padres hablaban en voz baja y yo solo estaba de adorno, sabía que si nos
excluían de la plática era gracias a mi madre que no paraba de lanzarle miradas
despectivas a Esme.
La música comenzaba a sonar, Esme y Carlisle fueron
los primeros en ponerse de pie, seguidos por los Hale, mis padres no se
pudieron quedar atrás y los siguieron, Emmett y Jasper fueron los siguientes
dejándonos solo a Edward y a mí en la mesa
—¿Quieres bailar? —me pregunto extendiendo una mano
hacia a mí que mire antes de mirarlo a los ojos. —Prometo no pisarte
—Pero yo no puedo prometer lo mismo— tome su mano.
Nos dirigimos hacia la pista lejos de mis padres lo
que agradecí. Me tomo entre sus brazos con delicadeza haciéndome estremecer y
maldecir el haber aceptado bailar una melodía lenta con él.
—¿Me permites decirte algo? — me pregunto susurrándomelo
al oído. A lo que asentí moviéndome al compas de la música y maravillándome de
lo agradable que era estar entre sus brazos. — Te vez muy hermosa esta noche,
opacaste a todas la mujeres de este salón.
—Exageras.
—Hablo en serio…completamente en serio. Estas preciosa.
— me pego más a su cuerpo y bailamos un par de piezas sin decir una sola
palabra, el solo hecho de mantenernos uno cerca del otro era suficiente. Cerré
los ojos dejando que él me guiara y a la vez que me embriagara con su deliciosa
aroma.
—Se ve que están muy cómodos, pero están por servir
la cena—anuncio Emmett que estaba junto a nosotros sosteniendo a Rosalie quien
vestía en un vestido rojo cereza que resaltaba con su piel y cada una de sus
hermosas curvas.
—Creo que debemos de volver. —asentí separándome de
él sin querer hacerlo. Pasamos por algunas de las parejas que aun seguían en la
pista, cuando llegue mis padre solo le dirigieron una mirada fría a Edward,
pero los ignoro, retiro la silla para que me sentara y después se fue a su
lugar.
Los meseros llegaron con la cena, mi madre estaba
encantada con la crema de calabaza bueno a decir verdad estaba contenta con
toda la cena, consiguió convencer sobre la cena a la mayoría de sus amigas que
estaban en el comité organizador para este evento, todos comenzaron a comer, yo
solo movía la crema con la cuchara.
—¿Qué esperas? — brinque en mi lugar al darme
cuenta de que mi padre no apartaba su vista de mi.
—Esta muy caliente—murmure como excusa.
—No seas infantil y come.—Me lleve la cuchara a la
boca y deje que la crema se deslizara hasta mi estomago, eso basto para que
dejara de mirarme y yo cerré los ojos sintiendo la desagradable sensación, solo
rogaba porque no sintiera la necesidad de vomitar.
Todos terminaron y yo pedí que se me retirara el
plato, ignore que la mayoría de las miradas estaban sobre mí, sabía que habían
notado que solo la había probado.
—¿Te ha gustado? — cuestiono mi madre con una
radiante sonrisa.
—Claro madre— Nos colocaron el plato fuerte, de
solo verlo se me revolvió el estomago y la espantosa sensación de nauseas me
invadió, el estomago me dio un vuelco y retire el plato unos centímetros en lo
que el mesero terminaba de colocar los platos en la mesa, cuando lo hice lo
llame.
—¿Le falta algo señorita? —pregunto servicial.
—Sólo deseo que lo retire. —Lo tome y se lo
entregue notando su cara de desconcierto.
Podrías llevarte el plato
—¿Que dices? — estallo mi padre bajando el plato y
dejándolo de vuelta frente a mí. Cosa que provoco que todos estuvieran
pendientes de nuestra conversación.
—Es solo que no tengo hambre. —volví a tomar el
plato y se lo acerque al chico, pero mi padre nuevamente lo tomo y lo regreso a
su sitio. —No tengo hambre.
—No has probado bocado Isabella.
—Ya te dije que no tengo hambre. —tome el plato de
vuelta y esta vez el chico lo tomo.
—Déjalo en su sitio— gruño mi padre y el mesero
obedeció y se marcho. —Ahora come.
—No.
—Isabella, no probaste bocado en la mañana por que
ibas tarde, no comiste porque tenías mucho trabajo y te arreglarías y ahora no
tienes hambre.
—Estas dando un espectáculo— se inclino mi madre
cerca de mi padre para que no la escucharan los demás y me miro furiosa.
—Necesito un poco de aire— quite la servilleta de
mis piernas dejándola sobre la mesa antes de levantarme y dirigirme hacia los
jardines.
Al salir respire profundamente hasta que las
nauseas remitieron y comencé a sentirme nuevamente en control. No podía comer y
menos ahora que estaba tan cerca de mi meta, no iba a arruinar tato tiempo de
trabajo y esfuerzo por una estúpida y ridícula cena.
—¡Regresa ahora! No lo voy a repetir. — me
sobresalte al escuchar la voz de Charlie detrás de mí. —Te das cuenta de que
cada día te vuelves más insoportable. ¿Que es lo que pasa contigo?
—Nada, no me pasa nada.
—Te has vuelto una niña insoportable, haces una
rabieta cuando no consigues lo que quieres y date cuenta de que ya tienes más
de 20 años y…
—Sabes que nunca he sido de rabietas es solo que
estoy cansada.
— ¿Cansada de qué?, ¡no haces nada! Ahora vuelve, y
come.
—No lo hare— lo enfrente, esta vez no estaba
dispuesta a ceder.
—Lo vas a hacer— me tomo del brazo y me jalo rumbo
al salón, intentaba oponer resistencia, pero las zapatillas no me ayudaban en
nada, al contrario hacían que me llevara con mayor facilidad, atravesamos la
pista, note que varias miradas estaban puestas en nosotros a decir verdad solo
de nuestra mesa, deje de oponer resistencia cuando comencé e sentirme mareada,
todo comenzaba a moverse.
—Charlie…
—Camina— intente detenerme ya que todo se movía,
las luces se volvían más tenues, pero el
tiro más fuerte de mi haciéndome
tropezar.
—No me sie…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario