No me dejes caer: Capítulo 11



Cullen y Baile


No me moleste en cerrar la puerta con la delicadeza que se esperaba, estaba molesta… más que molesta y no pretendía ocultarlo, quería ser yo sin tener que fingir más. Me desnude y entre en el cuarto de baño tratando que una ducha me relajara algo que parecí servir y me ayudo. Acto seguido me coloque mi pijama y sin saber qué es lo que me poseía tome mi laptop y con ella apoyada en mis piernas comencé a escribir. Mire el cursor parpadeante y no pude hacer más que sonreír de manera nostálgica, este era mi sueño uno que se había frustrado ya que no era lo que se tenia decidido para mi, tal vez tenía el talento o eso era lo que dijeron las dos únicas personas a las que les permití leer algo, aunque tal vez solo lo decían por compromiso.


Ignorando ese pensamiento comencé a escribir la historia de una joven que tras lo que parecía ser la vida perfecta todo se derrumbo, paso de ser una princesa a ser la bruja del cuento, poco a poco su vida se fue tornando en desilusiones, sueños rotos, error tras error y cada uno peor que el anterior. Sabía que era mi historia, la única manera que tenia de expresarme con libertad sin tener que preocuparme por el que dirán.

Mi teléfono no paraba de sonar ya que estaba segura quien era y la verdad es que no quería escuchar su voz, el solo recuerdo de lo bajo que había caído era suficiente para hacerme sentir como cualquiera de las chicas de mi circulo social, justo la clase de chica que me había jurado no ser. Cerca de la dos y sin tener nada más que escribir apague mi laptop y a continuación me deje caer sobre la cama y en seguida me quede dormida. Por primera vez en mucho tiempo soñé con los pocos recuerdos de mi infancia, cuando mi padre llegaba temprano a casa para poder jugar conmigo, mi madre se dedicaba a ayudarme con mis tareas y hasta llegábamos a hornear galletas juntas, aunque debía de destacar que ella no era muy buena y yo tampoco.

—¡Isabella! — desperté y me incorpore sobresaltada ante el grito de mi madre que no solo me había gritado sino que también aparto las cobijas de mi cuerpo.

—¿Qué sucede? —pregunte de mala gana aun con ojos entrecerrados. Me levante  tomando la bata y fui hacia mi armario.— Ya me disculpe ayer por la noche así que no entiendo que es lo que haces aquí y si te importa me tengo que arreglar

—Como si eso fuera posible— la escuche murmurar antes de salir de mi habitación.

Me duche, me vestí como de costumbre, el pelo lo deje suelto, me maquille rápidamente y en menos de 20 minutos ya estaba fuera de casa. Conduje hasta llegar al trabajo y en un abrir y cerrar de ojos estaba en mi oficina y eso que apenas eran las 7:30, me deje caer sobre la silla, apoyando mis manos sobre mi rostro.

—Srta. Swan

—Megan solo tráeme un café sin azúcar. —especifique cerré los ojos por unos segundos y cuando los abrí ella aun seguía ahí por lo que enarque una ceja.—Solo tráeme un café.

Unos minutos llego con mi pedido y la agenda. Comencé a beberlo escuchando cada una de las actividades programadas que tenia para el día, sólo se trataba de un ajuste de presupuestos con el director de la compañía con la que contábamos en Chicago a las 10 y después de eso no tenía nada más. Sin saber porque le indique que saldría de nuevo y que de necesitarme para algo importante me llamara de lo contrario no me molestara.

Con un poco de sutileza le indique que se marchara y así lo hizo. Intente concentrarme haciendo unas simples correcciones a mi proyecto pero mi cabeza la tenía en otro sitio, a las 10 en punto estuve en contacto con el director de Chicago para revisar el ajuste, uno que nos llevo cerca de una hora, en cuanto terminamos apague todo y salí de la empresa sintiéndome libre. Esta salida era completamente improvisada por lo que me dirigí a Central Park disfrutando de la belleza del lugar que tanto me gustaba y que tan buenos recuerdos me traía, después de casi tres horas me encamine hasta mi departamento que a estas alturas debía de estar casi listo. Al entrar me detuve unos segundos para apreciar la decoración en colores sobrios lo que lo hacía un lugar elegante.

—No puede estar aquí. — dijo alarmada una chica pelirroja que mantenía unas copas en una de sus manos y en otra algunos cubiertos lo que me indicaba que estaba terminando de arreglar la cocina.

— Este departamento es mío. — le mostré las llaves.

—Usted debe de ser la Srta. Isabella Swan—asentí quitándome el abrigo y comenzando a ver cada una de las áreas que al parecer ya estaban casi terminadas. — Patrick salió a revisar otro departamento, pero no tardara.

—¿Cuál es tu nombre?

—Mady— le sonreí al tiempo que le indicaba que vería como estaban las demás habitaciones, momento que ella aprovecho para volver a su trabajo.

Este departamento es lo que siempre había soñado, libertad que era lo que deseaba, añoraba esa sensación aunque fuera solo una vez. Abrí cada una de las puertas, el estudio ya estaba amueblado pero aun faltaban algunas cosas, las recamaras estaban en proceso, y la recamara principal aunque aún no estaba terminada lucia fantástica una cama enorme sus mesitas de noche y el lugar para una enorme y  maravillosa tv de plasma.

—¿Le gusta como está quedando?

—¡Por dios! — Me lleve las manos al pecho y salte graciosamente hacia atrás.— Me asusto.

—Lo lamento tanto. — Se disculpo verdaderamente avergonzado.

Le hice algunas preguntas sobre los espacios que permanecían vacios y saber que es lo que pretendía colocar en cada lugar, recorrimos de nuevo todo el departamento compartiendo ideas y el estaba tomando en cuenta algunas modificaciones que le estaba sugiriendo. Lo que más me gusto fue saber que en solo algunos días estaría terminado y listo para que me mudara. Lo deje que siguiera en su trabajo y yo me retire con una sonrisa en los labios, solo un poco mas y estaría fuera del infierno en que vivía, lo disfrutaría poco, pero sabía que todo valdría la pena, al menos cuando todo terminara yo sabría lo que se sentía ser independiente.
Sin saber que mas hacer recordé los accesorios que mi madre pretendía que usara con el vestido que utilizaría en la gala del día siguiente, por lo que me dirigí al centro comercial dispuesta a buscar algo más apropiado. Coloque mis anteojos de sol sobre mi cabeza para mirar un par de vitrinas con ropa preciosa que estaba diseñada para mujeres más delgadas que yo…

—¡Bella! — Me gire para ver quién me llamaba y al instante sentí unos brazos. —¿Cómo estas?

—Bien y tu. — pregunte aturdida a Alice que me estaba sonriendo.

Tras esa sola pregunta descubrí que estaba ahí con toda su familia consiguiendo los trajes para sus hermanos, lo que me puso en alerta de inmediato, levante la mirada para ver si se encontraban cerca o si tenía oportunidad de escapar, pero cuando pensaba que aun podía huir los vi, estaban todos incluyendo quien debía de ser su padre.

—¿Como te encuentras? ya sabes por lo de ayer.

—Estoy bien, eso solo fue agotamiento.

—Ven, a papá le gustara conocerte. — tiro de mi, pero yo me mantuve en mi sitio provocando que me mirara. —Sé lo que estas pensando, pero te aseguro que no incomodas y papá estará encantado de conocerte.

—Alice…—proteste  algo que ella ignoro y me llevo junto a su familia.

—Hola Bella ¿Cómo estas cariño? — saludo Esme abrazándome algo que de nuevo me tomo por sorpresa.

—Así que tú eres la famosa Bella— pregunto el que supuse era el padre de Alice, y que me sorprendió ver lo joven que lucía, me tendió una  mano que yo estreche.

—No sé si famosa, pero si soy Bella.

—El es mi papa: Carlisle Cullen. —reí al ver que Alice lo abrazaba y como el hombre solo rodaba los ojos y besaba el tope de su cabeza con cariño. Alice no sabía lo afortunada que era.

Hablamos un poco y me señalo que se sentarían con nosotros y los Hale en la gala del día siguiente, algo que de solo recordarlo me hacía sentir un poco enferma. De pronto Emmett lanzo una queja y mire divertido que se frotaba el brazo en el que evidentemente Esme lo había golpeado y me señalaba con la cabeza lo que me desconcertó y más cuando Emmett le dio lo que traía en sus manos a Edward y me abrazo levantándome del suelo y dejándome sin aire.

—No necesitas ser tan brusco con ella— señalo Edward golpeando a su hermano que me dejo de nuevo en el suelo y me permitió respirar.

—Lo siento Bella. No había podido agradecerte….— solo sonreí al saber a lo que se refería. —Me quede con el empleo. Te dije que era bueno.

—Recuerdo que no decías lo mismo hace algún tiempo, pero me alegro que lo hayas conseguido, lo que importa es que estarás en una gran firma, creo que nos veremos muy a menudo

—Cuándo necesites un buen abogado me tendrás a mí. —paso un brazo sobre mis hombros y levante el rostro para verlo y sonreír.

Estaba aun un poco aturdida cuando Alice pregunto sobre si tenía prisa o algo más que hacer y dije a verdad por lo que me vi arrastrada a pasar gran parte del tiempo con ellos.

El resto del día fue interesante, no podía creer que un chico pudiera ser tan ocurrente y gracioso, su apariencia era temible, pero era tan cálido que bien en su otra vida pudo ser un oso de peluche. Sus padres eran una pareja enamorada, Alice era una compradora compulsiva, pero con un gusto envidiable y Edward era… no tenia palabras para describirlo, lo único que podía decir es que su imagen estaría en mi mente por mucho tiempo y eso no era nada bueno, era algo de que estaba tratando de huir.

La ultima tienda fue Victoria's Secret donde solo entramos las chicas mientras ellos se perdieron por el centro comercial, debo de admitir que no me gustaba la clase de batas que Alice exigía que me probara ¡eran diminutas!

Intente hacerla entrar en razón y hacerla ver que debía de comprarse anteojos ya que esas batas tan diminutas no iban conmigo y mi cuerpo que aun no tenía las proporciones que pretendía. Ella solo enarco una ceja y me continúo pasando prendas ya que ella juraba que en un futuro se lo agradecería, me probé cada una de las prendas y las dejaba de lado asegurando que no me agradaban aun cuando algunas de ellas se me hacían preciosas.

En mi canasta solo coloque un par de conjuntos y una bata de la que me había enamorado. Cuando llego la hora de pagar Alice le sugirió a Esme que me mostrara un conjunto azul que decía me quedaría de maravilla, así que dejamos a Alice en la fila y acompañe a Esme, iba con la idea de negarme a comprarlo, pero tenía que admitir que era exquisito. Cuando volvimos Alice ya estaba pagando y tenía dos enormes bolsas sobre el mostrador y estaban comenzando a pasar la mí, por lo que le indique a la chica que eso era aparte

—Tú no traías tanta ropa—le señale las bolsas mientras pagaba lo mío.

—Una parte es de Esme.

Salimos para encontrarnos ya con los tres hombres sentados en una banca fuera de una tienda con todas las bolsas, al ver a Alice solo los vi negar y Carlisle se giro hacia otro sitio como si con eso consiguiera desaparecer las compras de su hija.

—¿Que no habías comprado ropa suficiente la semana pasada?. — soltó Emmett.

—Había cosas nuevas.

—Es no me interesa

—Eso lo dices porque no está Rose aquí. —lo vi que iba a responder y por su sonrisa no sabía que era lo que pretendía y no lo descubrí ya que Esme intervino.

—Siempre son así— me susurro Edward lo que me hizo sonreír

—Al menos no te aburres.

—Créeme no lo hago, aunque algunas veces cansan escucharlos pelear como niños pequeños.

En ese instante llego el momento de marcharnos y tras asegurar que llevaba mi auto nos despedimos y nuevamente Emmett me dejo sin aire. Edward y Alice me acompañaron hasta mi auto ya que decían que su auto estaba en el mismo nivel.

Caminamos junto hasta dar con mi auto que por casualidad estaba justo frente al de Edward, abrí la cajuela de mi auto para meter mis bolsas y antes de que pudiera cerrarla Alice introdujo una de la de mayor tamaño, intente sacarla pero ella me lo impidió cerrando el maletero.

—Es un pequeño regalo. Sabes que eran fabulosos y sé que en algún momento los necesitaras. Descansa. — le quito las llaves de la mano a Edward y se subió al auto.

Ambos nos quedamos sin saber que decir lo que me causo un poco de risa haciendo que él me mirara raro.

—Lo siento, solo que es un momento algo incomodo.

—Un poco—se toco el pelo  sonrió. — gracias por soportar a mi familia

—Es encantadora. Creo que nos veremos mañana.

—Hasta mañana. — abrió la puerta de mi auto y me ayudo a entrar, pero antes de cerrarla me miro fijamente. — Me entere de lo que sucedió ayer.

—Estoy bien— le asegure tratando de sonar creíble. —Hasta mañana. —arranque cuando el subía al suyo.

Llegue directo a mi habitación, esa noche dormí como hacía tiempo no lo hacía, me desperté un poco más optimista que de costumbre, pero tenía que trabajar medio día, el cual agradecí que pasara sin inconvenientes..

En definitiva prefería un día de trabajo con bastante trabajo, que estar sentada frente al espejo mientras me maquillaban y peinaban, pero lo peor era tener a mi madre junto a mi hablando mal de cualquiera de sus amistades, no entendía como podía ser tan hipócrita. Me cambie y me mire al espejo para comprobar que lucía hermosa, el cabello lo tenía recogido en un medio moño permitiendo que otra parte callera en rizos perfectos.

A las 8 en punto estaba junto a mi padre esperando a Renée

—¿Y los accesorios que había elegido? —gruño apenas llegar junto a mi tocando uno de los pendientes.

—Me parecieron bastante ostentosos y le restaba personalidad al vestido.

—Después podrán discutir por los accesorios, debemos de llegar a la gala. Ya vamos retrasados. —nos apuro mi padre empujándome y ofreciéndole el brazo a mi madre.

El trayecto fue en completo silencio hasta que llegamos al lugar del evento, apenas puse un pie fuera del auto cuando un sin número de luces me cegaron, mi madre estaba feliz de la atención de los medios, como siempre sonreía y respondía con monosílabos, la prensa siempre intentaba leer entre líneas y creaban su propia historia.

Después de varias fotos de la familia perfecta entramos al salón, el cual estaba abarrotado, nos guiaron a la mesa donde ya se encontraban los Hale y los Cullen, mi mamá inmediatamente le lanzo una mirada despectiva a Esme, para después ver a su alrededor, no lo entendía porque odiaba a Esme si apenas la conocía, esa mujer era todo lo que yo desearía que fuera Renée.

—¿Como estas Bella? —pregunto con amabilidad. Estaba por responder cuando la voz de mi madre me interrumpió saludando a Giselle y Charles.´

Giselle aprovecho ese instante para que mis padres conocieran a Carlisle y Esme. Mi madre fingió su mejor rostro de agrado ante Esme, pero era evidente que le encantaba la idea de ser amiga de Carlisle quien era el nuevo director del hospital central. Renée se volvió hacia Giselle momento que aproveche para sentarme.

—Luces muy hermosa Bella.

—Muchas gracias— agradecí con sinceridad a Esme y con les sonreía a los demás en la mesa en manera de saludo. Cuando note la mirada de mi madre quite la sonrisa e intente mantener mi semblante rígido, aunque la insistente mirada de Edward me estaba poniendo un poco nerviosa desvié mi mirada hacia Emmett y Rose que tenían una enorme sonrisa en el rostro.

—Bella, acompáñame a saludar a los Watson. — me levante y disculpe con los que estaban en la mesa para acompañar a mi madre ya que eso era lo que se esperaba de mi.

Gran parte de la velada estuvimos saludando conocidos, me estaba dando cuenta de que lo que buscaba era mantenerme lejos de nuestra mesa, después de saludar a más de la mitad de los asistentes y porque mi padre comenzó a hacernos señas, regresamos a nuestra mesa donde mi madre continúo con su actitud de indiferencia con Esme.

—En verdad Giselle deberías socializar mas con esta gente— hablo mi madre en cuanto tomo su lugar junto a mi padre. — Yo me encargare de que encajes enseguida.

—Gracias Renée conozco a la mayoría, pero aun no me siento muy cómoda.

—Iremos un día de estos al club y veras como cambiaras de opinión.

—Claro, ¿nos acompañaras no es así Esme? — secundo Giselle uniendo a Esme a la conversación.

—Claro— acepto sonriendo. Sólo negué cuando escuche que mi mama murmuraba por lo bajo.

Mi madre volvió su atención a otra de las mesas donde iban llegando Jessica y Mike, una pareja que para ojos de mi madre era perfecta. En ese instante volvió al ataque tratando de saber porque yo no conseguía tener una relación estable, de manera cortante le indique que no era el lugar para tocar ese tema y antes de que me dijera algo una de sus amigas se acerco a ella. Como era de esperar me obligo a saludarla como si fuera también mi amiga.

—¿Pero que te has hecho?, estas muy delgada, tenía solo dos meses que no te veía y has adelgazado muchísimo.

—Eso mismo le digo yo, pero ya vez las chicas de ahora, se preocupan tanto por su apariencia— rodé los ojos y me deje caer sobre la silla, que siempre me decía eso, pero si siempre me decía que estaba pasada de peso, solo tenía una palabra para describirla hipócrita.

—¿Te sientes bien? —pregunto Esme tomando mi mano entre las suyas.

—Si Esme, gracias—le sonreí, me encontré con la mirada de Edward que me veía minuciosamente..

Los Cullen y los Hale se encontraban enfrascados en una plática, a decir verdad Emmett les debía de estar contando alguna de sus anécdotas ya que los tenia riendo, mientras apretaba a Rosalie a su cuerpo, mis padres hablaban en voz baja y yo solo estaba de adorno, sabía que si nos excluían de la plática era gracias a mi madre que no paraba de lanzarle miradas despectivas a Esme.

La música comenzaba a sonar, Esme y Carlisle fueron los primeros en ponerse de pie, seguidos por los Hale, mis padres no se pudieron quedar atrás y los siguieron, Emmett y Jasper fueron los siguientes dejándonos solo a Edward y a mí en la mesa

—¿Quieres bailar? —me pregunto extendiendo una mano hacia a mí que mire antes de mirarlo a los ojos. —Prometo no pisarte

—Pero yo no puedo prometer lo mismo— tome su mano.

Nos dirigimos hacia la pista lejos de mis padres lo que agradecí. Me tomo entre sus brazos con delicadeza haciéndome estremecer y maldecir el haber aceptado bailar una melodía lenta con él.

—¿Me permites decirte algo? — me pregunto susurrándomelo al oído. A lo que asentí moviéndome al compas de la música y maravillándome de lo agradable que era estar entre sus brazos. — Te vez muy hermosa esta noche, opacaste a todas la mujeres de este salón.

—Exageras.

—Hablo en serio…completamente en serio. Estas preciosa. — me pego más a su cuerpo y bailamos un par de piezas sin decir una sola palabra, el solo hecho de mantenernos uno cerca del otro era suficiente. Cerré los ojos dejando que él me guiara y a la vez que me embriagara con su deliciosa aroma.

—Se ve que están muy cómodos, pero están por servir la cena—anuncio Emmett que estaba junto a nosotros sosteniendo a Rosalie quien vestía en un vestido rojo cereza que resaltaba con su piel y cada una de sus hermosas curvas.

—Creo que debemos de volver. —asentí separándome de él sin querer hacerlo. Pasamos por algunas de las parejas que aun seguían en la pista, cuando llegue mis padre solo le dirigieron una mirada fría a Edward, pero los ignoro, retiro la silla para que me sentara y después se fue a su lugar.

Los meseros llegaron con la cena, mi madre estaba encantada con la crema de calabaza bueno a decir verdad estaba contenta con toda la cena, consiguió convencer sobre la cena a la mayoría de sus amigas que estaban en el comité organizador para este evento, todos comenzaron a comer, yo solo movía la crema con la cuchara.

—¿Qué esperas? — brinque en mi lugar al darme cuenta de que mi padre no apartaba su vista de mi.

—Esta muy caliente—murmure como excusa.

—No seas infantil y come.—Me lleve la cuchara a la boca y deje que la crema se deslizara hasta mi estomago, eso basto para que dejara de mirarme y yo cerré los ojos sintiendo la desagradable sensación, solo rogaba porque no sintiera la necesidad de vomitar.

Todos terminaron y yo pedí que se me retirara el plato, ignore que la mayoría de las miradas estaban sobre mí, sabía que habían notado que solo la había probado.

—¿Te ha gustado? — cuestiono mi madre con una radiante sonrisa.

—Claro madre— Nos colocaron el plato fuerte, de solo verlo se me revolvió el estomago y la espantosa sensación de nauseas me invadió, el estomago me dio un vuelco y retire el plato unos centímetros en lo que el mesero terminaba de colocar los platos en la mesa, cuando lo hice lo llame.

—¿Le falta algo señorita? —pregunto servicial.

—Sólo deseo que lo retire. —Lo tome y se lo entregue notando su cara de desconcierto.
Podrías llevarte el plato

—¿Que dices? — estallo mi padre bajando el plato y dejándolo de vuelta frente a mí. Cosa que provoco que todos estuvieran pendientes de nuestra conversación.

—Es solo que no tengo hambre. —volví a tomar el plato y se lo acerque al chico, pero mi padre nuevamente lo tomo y lo regreso a su sitio. —No tengo hambre.

—No has probado bocado Isabella.

—Ya te dije que no tengo hambre. —tome el plato de vuelta y esta vez el chico lo tomo.

—Déjalo en su sitio— gruño mi padre y el mesero obedeció y se marcho. —Ahora come.

—No.

—Isabella, no probaste bocado en la mañana por que ibas tarde, no comiste porque tenías mucho trabajo y te arreglarías y ahora no tienes hambre.

—Estas dando un espectáculo— se inclino mi madre cerca de mi padre para que no la escucharan los demás y me miro furiosa.

—Necesito un poco de aire— quite la servilleta de mis piernas dejándola sobre la mesa antes de levantarme y dirigirme hacia los jardines.

Al salir respire profundamente hasta que las nauseas remitieron y comencé a sentirme nuevamente en control. No podía comer y menos ahora que estaba tan cerca de mi meta, no iba a arruinar tato tiempo de trabajo y esfuerzo por una estúpida y ridícula cena.

—¡Regresa ahora! No lo voy a repetir. — me sobresalte al escuchar la voz de Charlie detrás de mí. —Te das cuenta de que cada día te vuelves más insoportable. ¿Que es lo que pasa contigo?

—Nada, no me pasa nada.

—Te has vuelto una niña insoportable, haces una rabieta cuando no consigues lo que quieres y date cuenta de que ya tienes más de 20 años y…

—Sabes que nunca he sido de rabietas es solo que estoy cansada.

— ¿Cansada de qué?, ¡no haces nada! Ahora vuelve, y come.

—No lo hare— lo enfrente, esta vez no estaba dispuesta a ceder.

—Lo vas a hacer— me tomo del brazo y me jalo rumbo al salón, intentaba oponer resistencia, pero las zapatillas no me ayudaban en nada, al contrario hacían que me llevara con mayor facilidad, atravesamos la pista, note que varias miradas estaban puestas en nosotros a decir verdad solo de nuestra mesa, deje de oponer resistencia cuando comencé e sentirme mareada, todo comenzaba a moverse.

—Charlie…

—Camina— intente detenerme ya que todo se movía, las luces se volvían más tenues, pero el 
tiro más fuerte de mi haciéndome tropezar.

No me sie…
 ...

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