En buenas manos
—Gracias— volví a colocar mi cara contra su pecho,
su respiración tranquila me hacia tranquilizarme de igual manera, no supe en
qué momento me quede profundamente dormida, después de mucho tiempo ese gran
peso que sentía sobre mis hombros y que oprimía mi pecho no era tan intenso.
Escuchaba sonidos que poco a poco se fueron
haciendo más perceptibles hasta reconocer las voces y como estos hablaban en
susurros.
—Emmett, eso no fue muy cordial. —lo reprendió su madre,
consiguiendo que Emmett se quejara como un niño pequeño echando la culpa a su
hermana que se defendió. Lo que me sorprendió fue escuchar la voz de Rosalie
que estaba pidiendo que recordaran que yo seguía dormida
— ¿Desde cuándo te preocupas por ella Rose? —inquirió su novio con cierta
diversión.
—Me importa es el punto, así que si no te callas en
este momento Emmett Cullen te irás fuera de esta habitación. —lo amenazo, consiguiendo la aprobación
de Esme quien parecía divertida.
—Mama esta es la parte en que me ayuda, si no lo
recuerdas yo soy tu hijo.
—Deberían de guardar silencio o nos sacaran de aquí. —recordó Jasper que se había
mantenido en silencio.
—Edward— moví mi mano y me encontré con la cama
vacía y mi rostro chocaba con algo completamente mullido, debía de ser la
almohada, su pecho era más duro y su aroma más agradable.
—Hola cariño, como te sientes— abrí los ojos
perezosamente para encontrarme con el rostro de Esme.
—Despertaste bella durmiente— Saludo Emmett antes
de sacudir mi cabello
—Déjala tranquila Emmett. — lo reprendió Alice
golpeándolo en el brazo
— ¿Y Edward? —pregunte al no notar su presencia en
la habitación.
—Lo llamaron uno de sus pacientes tuvo una
complicación, tuvo que salir pero dijo que regresaría en seguida.
—Nosotros te cuidaremos bien. —aseguro Alice.
Una mujer entro en la habitación y dejo una bandeja
con lo que evidentemente era la comida.
—Tu comida se ve deliciosa. — sentencio Emmett
obligándome a mirar la bandeja y de solo ver su contenido mi estómago se
contrajo, era demasiada comida.
—No tengo hambre— me acomode de lado.
—Tu desayuno quedo intacto. —recordó Esme.
—Solo pruébalo, esa crema se ve deliciosa.
—Todo lo que sea comida se ve delicioso para ti Em.
— murmuro su hermana consiguiendo que todos rieran y yo solo sonreí.
—Solo un poco— pidió Esme, me senté y al instante
ya tenía la mesita delante de mí, tome la cuchara removí un poco, la probé
dejando que descendiera por mi garganta de manera lenta y sentí cuando llego a
mi estómago como una masa pesada, algo que debía de ser mi imaginación ya que
no era nada solido.
— ¿Esta buena?
—Si, ¿la quieres?— empuje el plato hacia donde
estaba Emmett que negó regresando el plato donde estaba.
—Se los dije papá, pero le dieron 5 mg, en lugar de
de.5mg. — me removí
un tanto nerviosa al reconocer la voz de Edward.
—Debes de tener más cuidado en las notas, no se
puede volver a repetir.
—Estaba indicado correctamente, pero las enfermeras
no ponen atención, se lo repetí 5 veces a Myrna y estaba en las indicaciones,
mas parece que es más importante ligar con el nuevo residente que atender sus
tareas de manera adecuada.
—En algún momento podrían dejar de hablar de trabajo—
reprendió Alice a los recién llegados.
—Es nuestro trabajo. — Le recordó su padre con una
sonrisa—Veo que ya estas comiendo— solo me encogí de hombros.
—Hola— me saludo Edward como si no hubiera nadie más
en la habitación. Mi corazón salto al ver como se acercaba lentamente, se sentó
junto a mí dándoles la espalda a los demás.
—Hola. — respondí suavemente.
—Lo siento, tuve que salir, pero sé que te quedaste
en buenas manos.
—Cuidaron bien de mí.
—Deberías de acabar de comer, antes de que se
enfrié— lleve la cuchara dos veces más a mi boca, antes de dejarla de lado.
—Llevas tres, te las estoy contando— señalo Emmett.
—Come otro poco.
—Me duele el estómago. —proteste sintiendo esas
nauseas terribles.
—Un poco más. — volvió a pedir Edward.
—En verdad.
—Solo un poco más hermosa— cerré los ojos al sentir
su aliento mientras lo susurraba. La risa estridente de Emmett nos hizo
separarnos recordándonos de que no estábamos solos.
— ¡FUERA! —gruño Rosalie señalando la puerta. —No
estoy jugando Emmett Cullen. Lo siento Bella, esperaremos afuera.
—Nosotros los acompañaremos— los siguió Alice llevándose
con ellos a Jasper que solo se encogió de hombros y salió con los demás.
—Ya que estamos solo nosotros quisiera hablar
contigo. — hablo Carlisle con tono serio lo que me hizo sentir un tanto
nerviosa.
—Lo siento, yo no... —me disculpe de manera torpe.
—Pero porque te disculpas cariño— los brazos de
Esme me envolvieron tomando por sorpresa y consiguiendo que me pusiera rígida.
—Ustedes solo intentaban ayudarme y yo he sido muy
grosera. —murmure disfrutando el abrazo cálido.
—Eso es lo que menos importa, lo que nos importa es
saber que has aceptado nuestra ayuda, aunque eso se lo debemos completamente a
Edward. — señalo Carlisle a su hijo que me guiño un ojo. —De lo que quería
hablar es que debes de ver a varios especialistas.
—Lo sé.
— ¿Estas de acuerdo que te hagamos algunas citas? —
simplemente asentí con la cabeza.
—Yo te acompañare. —se ofreció Edward o mejor dicho
me aviso que lo haría.
—No puedes hacerlo, no puedes olvidar tu trabajo.
—Acomodare los horarios, pero prometí que estaría
contigo y ahí estaré. No pasaras por esto tu sola.
—No creo que sirva de mucho el pedirle que no lo
haga, este hombre puede llegar a ser algo terco.
— ¡Mamá!
—Soy sincera, más vale que Bella este enterada.
—Creo que es bueno saberlo. —asegure dirigiéndole
una tímida sonrisa a Esme que había aflojado su abrazo, mas se mantenía a mi
lado.
—No creas que olvide que aun no terminas de comer. Solo
un poco más. — pidió por lo que nuevamente tome la cuchara mas con solo
hundirla en la crema la deje ahí.—Bella.
—Te juro que si como un poco mas voy a vomitar.
—Está bien, pediré que le traigan algo ligero para
que comas antes de la cena. — Fruncí el ceño
ante la idea de tener que estar comiendo. —Será algo sencillo, es solo
para que tu estómago se comience a acostumbrar.
— ¿No me dejaras otra alternativa? — él simplemente
negó con la cabeza y una enorme sonrisa en los labios. Aparte la mirada de
Edward y la pose en Carlisle—Es normal que tenga tanto sueño— pregunte,
mientras cubría un bostezo involuntario.
—Sí, es debido al medicamento que te están
administrando. —aseguro Carlisle. —Descansa, nosotros iremos a comer algo y
regresaremos—asentí mientras sentía los labios de Esme sobre mi frente.
—Tú deberías de ir a comer algo. — le sugerí a
Edward.
—Comí algo en el hospital, ya sabes en el lapso
entre pacientes.
—Eso no está bien. —lo reprendí.
—Tengo mis prioridades.
—Te notas cansado, deberías de ir a descansar.
—Tú deberías de hacerlo, se te cierran los ojos
pequeña.
—No es ver…dad— bostece mientras mis ojos se
cerraban, solo escuche su melodiosa risa. —Odio este medicamento— le dije
intentando mantener abiertos mis ojos
—No seas testaruda y duerme un rato.
—No… no qui…ero— mis ojos se hacían más pesados,
deje de insistir cuando empecé a escuchar como tarareaba una canción que
desconocía, no sé si fue mi imaginación pero sentí como si sus labios se
hubieran posado sobre los míos, mi imaginación estaba volando mas lejos de que
debería.
—Creo que deberíamos de despertarla, debe de cenar.
—No te preocupes mamá, aquí nuestro caballero se
encargara de que lo haga.
— ¿Que no te tienes que ir Emmett? —gruño Edward.
—No, aún es temprano, además me quiero despedir de
mi nueva pequeña hermanita.
—Yo te despediré de ella.
—Eddie, parece que te quisieras deshacer de mí.
—No lo parece, es lo que quiero, no dejas de decir
tonterías.
—Hola Emmett— dije aun con los ojos cerrados y
reacomodándome en la dura cama.
—Torpe, la despertaste. —lo regaño Alice y por
sonido y la protesta de este supuse que lo habían golpeado.
—En la cabeza no Alice, no vez que puedes afectar
su cerebro.
— ¿Tienes cerebro Em?— todos estallaron en
carcajadas.
—Ríanse todo lo que quieran.
—Ya dejen al pobre de Emmett— intervine abriendo
los ojos y tratando de contener las ganas de reír.
—Ven, Bella me defiende, es la única que me
comprende— exclame de sorpresa al sentir un gran abrazo, aunque el aroma era
agradable, no se comparaba con la que me volvía loca, ¿dije loca? eso es en lo
que me estaba convirtiendo.
— ¿Como te sientes?— pregunto tímidamente la rubia.
—Mejor, gracias— un sonido conocido inundo a
habitación consiguiendo regresarme a la realidad, donde ninguno de los Cullen
figuraba. — Es mi teléfono.
—Lo había olvidado, aquí están tus cosas— me
entrego Jasper mi bolso. Saque el aparatito y me debatí en contestar o no
hacerlo, pero al final termine haciéndolo.
—Hola Charlie.
— ¿Se puede saber qué es lo que sucede contigo? —grito
como saludo consiguiendo que apartara levemente el aparato de mi oreja.
—Si estoy bien. — respondí con ironía.
—Que importa eso, quiero saber qué es lo que sucede
contigo. Ayer dejaste escapar un cliente importante y hoy te das el lujo de no
ir a la empresa. ¿Crees que por ser mi hija tendré alguna consideración
contigo?
—Charlie yo hice todo lo posible por retenerlo, que
hayas puesto a Samuel a intentar cerrar ese trato no es mi culpa, sabes que es
un incompetente.
—Tú no estás tan lejos Isabella.
—Solo hablaste para recordarme lo incompetente que
soy para ti o es que se te ofrece algo mas— mantenía la visita fija en la
sabana con la que estaba jugando, salte al sentir una mano acariciar mi espalda.
— ¿Quien te crees para hablarme así?
—Sabes, estoy cansada, así que si no me dirás algo
de vital importancia hablaremos mañana.
—Ni te atrevas a colgarme Isabella Swan. —me
mantuve en silencio esperando que dijera algo, lo escuche soltar una bocanada
de aire de la manera que lo hacía cuando estaba molesto. —Quiero saber dónde
demonios estuviste todo el día.
—Si tanto quieres saberlo estoy en el hospital.
—Y para eso necesitas todo el día, dijeron que solo
sería un chequeo.
—Dije estoy en el hospital no estuve en lo hospital
lo que significa que estoy hospitalizada— dije desesperada.
— ¿Te encuentras bien?
— ¿No crees que es un poco tarde para preocuparte?
Mejor dime para que me llames, así tú puedes seguir disfrutando de lo que
quiera que estés haciendo y me permitas descansar.
—Me haces sentir como el peor padre, pero quiero
que mañana me envíen un reporte de las inversiones de los Watson, los últimos
movimientos de la bolsa.
—Los tendrás mañana antes de las 3. —prometí.
—Bella… tu madre quiere hablar contigo— respire
hondo.
—Que fue lo que paso, porque estas en el hospital,
dime que no fue muy público.
—Agradezco tu preocupación— dije de manera acida—
no tienes de que preocuparte ninguna de tus amistades se dio cuenta, puedes
estar tranquila, no estarás en boca de nadie.
—No me hables en ese tono niña.
—Es lo único que te preocupa realmente— sentir a
Edward cerca me estaba dando una valentía de decirle algunas verdades a mi
madre.
—Ya me está cansando tu actitud de mártir.
—Mamá no me siento bien, así que si no me vas a
decir nada más…
—Quien te crees para decirme lo que tengo que hacer
o que no. Si yo quiero seguir hablando tú me vas a escuchar, alguien tiene que
ponerte en tu sitio.
—Nadie te está diciendo nada de eso, solo quiero
que entiendas que me siento mal y me gustaría descansar.
—Eres insoportable.
—Es lo que siempre me dices.
—Hablaremos cuando regrese, en estos momentos vamos
de camino a cenar con…
—Que disfruten su cena— corte haciéndola bufar de
coraje.
—Tu padre quiere hablar contigo nuevamente. —suspire
sonoramente y espere solo unos segundos en lo que mi papá se ponía de nuevo en
la línea.
—Bella, ¿en verdad te encuentras bien?
—Me siento cansada. —fue mi respuesta dando por
terminada la conversación.
—Hasta pronto— no conteste y solo corte la llamada,
sentía la mirada de todos sobre mí, más mantuve mi mirada aun en la sabana, no
quería ver la lástima que les estaba provocando.
—Deberías de cenar— intervino Esme rompiendo el
silencio, no proteste y comí un poco de lo que me había llevado antes de
apartar el plato.
—Se que no debería de meterme, pero no creo que
estés en condiciones de asistir a la empresa. — sentencio Jasper obligándome a
mirarlo, pero el miraba a Edward y Carlisle en busca de apoyo.
—Tengo cosas pendientes— le dije consiguiendo que
todos me vieran como bicho raro.
—Bella, te das cuenta de que no es conveniente de
que vayas a trabajar.
—Ya se los dije tengo cosas pendientes. —bufe
exasperada. — Ya perdí un día y el trabajo debe de estar acumulándose en mi
escritorio…
—No saldrás de aquí en un par de días.
— ¿Días? —repetí las palabras de Carlisle a lo que
él afirmo de manera tajante.
—El trabajo se me acumulara. Estoy al frente de la
compañía. No puedo estar tanto tiempo fuera.
—Deja de preocuparte por la empresa, en este
momento debes de preocuparte solo por ti. — intervino Edward.
— ¡Tu no entiendes! —exclame irritada de que no
comprendiera lo importante que era para mí.
—Si te hace sentir mejor, mañana te traeré lo que
necesites para entregar el trabajo que te pidió tu padre, pero después debes de
prometer descansar. —propuso Jasper ganándose una mirada envenenada de su novia
y hermana. Mas esa alternativa me hizo sentir aliviada, ya que había fracasado
en mi cometido, tenía trabajo que hacer, en mi área un día fuera era una pila
de trabajo acumulado. —Pero a cambio de que prometas descansar los días
siguientes.
—Lo prometo.
—Me encargare de que lo cumplas— sentencio Edward.
—Es hora de que nos vayamos, la hora de visitas
está por terminar—les recordó Carlisle mirando su reloj de pulsera.
Todos se despidieron deseando una buena noche y
prometiendo que estarían ahí al día siguiente lo que en verdad esperaba que
sucediera. Su compañía era agradable y sincera que era lo más importante.
Los vi a todos salir, agradecía estos minutos a
solas en verdad que los necesitaba, todo esto era demasiado para mi, el sentir
el contacto de Edward y saber que todos ellos me apoyaban me daba fuerzas para
continuar y enfrentare a mis padres, sabía que la manera en que les había
hablado no se quedaría así, cuando regresaran me darían un sermón de horas.
— ¿En qué piensas? —pregunto Edward regresando a la
habitación donde evidentemente parecía pasaría la noche.
—Deberías de ir a tu casa a descansar, si mal no
recuerdo dijiste ayer no dormiste bien.
—No me planeo separar de ti, además esa silla no es
tan incómoda. —observe la silla que no tenía nada de especial y que sin duda
seria una tortura pasar la noche ahí.
Estuvimos platicando hasta que el sueño me venció,
de nuevo lo escuche tararear una melodía y sus labios posarse sobre mi frente,
sentí un dolor en mi mano derecha, me había movido de manera brusca, lastimándome
la muñeca, al despertar, tarde en acostumbrarme a la poca luz que había en la
habitación, Edward tenía mi mano izquierda tomada entre las suya y su cabeza
recargada en la cama, era una posición realmente incomoda, este hombre era
único.
—Edward— susurre mientras acariciaba su rostro con
cuidado, solo se removió un poco — Edward.
— ¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo? ¿Qué sucede?—
no pude evitar reír al notar su confusión.
—Estoy bien, solo que creo si sigues durmiendo en
esa posición amanecerás con un dolor abrumante de cuello y espalda.
—No te preocupes por mi y vuelve a dormí hermoso
ángel— me sonroje al escuchar cómo me había llamado, agradeciendo que la poca
luz no le permitiera ver la manera en que me afectaron sus palabras.
—Esta cama es algo espaciosa, te puedo hacer un
lugar— me recorrí de tal manera que hubiera lugar suficiente para él, me vio
por unos segundos y accedió, se acomodo junto a mí, me atrajo hacia él y de
nuevo gracias a su respiración y su aroma me quede dormida.
Horas mas tarde me desperté al sentir una molestia
en la mano en donde tenía puesta la intravenosa y abrí los ojos al notar que no
estaba ese calor cálido que desprendía el cuerpo de Edward en el que había
estado apoyada.
—Lo lamento, no quise despertarla— se disculpo la
mujer al tiempo que me ponía el termómetro, recorrí la habitación y no encontré
rastros de él, suspire resignada. — Todo está bien, puede volver a dormir.
—Lo intentare. —prometí.
—No lo intentes solo hazlo— me gire para ver al
recién llegado que venía con otra ropa.
— ¿Que hora es?
—Apenas van a ser las 7, pensé que no notarias que
me había ido.
—Es difícil no notar cuando no estás. — maldije
ante mi confesión.
—Duerme
Ese día como el anterior Esme estuvo conmigo gran
parte de la mañana cuidándome, cerca de las 9 llego Jasper con lo que le había
indicado que necesitaría y aunque Esme se oponía estuvo al pendiente de que no
me estresara de más, a la hora de la comida estaba terminando de rectificar el
archivo que le mandaría mi padre.
—Creo que buscare la manera de que te prohíban
trabajar dentro de esta habitación. —sentencio Edward apenas llegar.
—Ya casi término— asegure sin despegar la vista de
mi Laptop
—Así ha estado todo el día. — me acuso Esme
secundada por Jasper.
—Es lo único que hará hasta que la den de alta. —recordó
Edward.
—Lo sé. —admití para no crear otra discusión, mas
buscaría la manera de trabajar, no podía darme el lujo de dejar que el trabajo
se acumulara
Como se lo prometí después de ese día no había
trabajado en nada, aunque lo quisiera hacer no podía ya que llevaron todo lo que
me causara alguna tentación. Tres días después me sentía realmente bien, debía
de admitir que todo era a los maravillosos cuidados de todos los Cullen, en
especial de Edward quien no se separaba de mí como lo prometió.
Finalmente llego el día en que me dieron de alta y
extrañamente sentí un vacio al darme cuenta que con eso de terminaban las
noches en compañía de Edward y que volvería a pasarlas sola, aunque era poco el
tiempo el dormir a su lado se convirtió en una especie de ritual, sabía que las
enfermeras hablaban sobre ello, o mejor dicho se preguntaban cómo era posible
que un chico como él estuviera con una chica como yo, yo misma no conseguía
comprender que es lo que veía en mi.
Edward se encargo de ir a buscarme al hospital para
llevarme a casa, el camino fue en silencio, pero nada que ver con los silencios
con mis padres este era agradable y el que mantuviera una de mis manos
entrelazada con la suya me reconfortaba.
—Echare de menos nuestras platicas antes de dormir—
confesé aun sabiendo que me estaba sonrojado.
—Yo también las echare de menos. — aseguro
apartando momentáneamente la vista del camino. — Sé que aun no regresan tus
padres y espero que no te moleste pero las chicas planean quedarse contigo
— ¿Hablas en serio? —pregunte sin poder ocultar mi
alegría.
—Sí, no queremos correr riesgos, debemos de
mantenerte bajo vigilancia.
—No soy una niña pequeña. —gruñí por lo bajo sin
evitar un mohín.
—Haciendo esos pucheros, si lo pareces. — dijo
divertido acariciando el dorso de mi mano con el pulgar. — ¿Que sucedió con tu
nuevo departamento? —pregunto de pronto.
—Debe de estar listo, espero mudarme en un par de
días.
— ¿Tan pronto?
—Quiero hacerlo antes de que regresen mis padres,
además debo de comenzar a pensar que es lo que les diré. —me hundí en el
asiento.
—Me alegro de que lo hagas, creo que eso te
ayudara, solo dime cuando lo deseas hacer y nosotros te ayudaremos.
—Gracias.
El resto de la semana fue bastante interesante, las
chicas se habían quedado conmigo y por las noches hablábamos durante horas, era
interesante ver las similitudes que teníamos, aunque en algunas cosas diferíamos
pero eran mínimas. Las visitas de los chicos era sin duda las más divertidas,
entre todos me ayudaron a empacar mis cosas para mudarme este mismo fin de
semana ya que mis padres habían hablado para informar que regresarían a mas
tardar el martes por lo que debía de darme prisa
—Flash Back —
Acabábamos d terminar de empacar las cosas y ya
estaban distribuidas entre la camioneta de mi padre, el volvo de Edward y el
Jeep de Emmett que debo de admitir lo hacía único solo él podía andar en un
monstruo como ese, la primera vez que lo vi me reí se veía bastante gracioso ya
que parecía un auto que utilizaría cualquier chico menos un abogado como él.
— ¿Que les parece si vemos unas películas? —sugirió
Alice.
Todos aceptamos ya que nos serviría para descansar
un rato, los conduje hasta la habitación acondicionada como nuestra sala de
cine particular, apenas entrar los chicos silbó y Emmett me recordó que amaba
mi casa, frase que había repetido en cuando entro al garaje y sobre todo a la
cocina.
—Son buenos algunos de estos lujos, pero el costo
es demasiado alto— les dije mirando la habitación antes de salir rumbo a la
cocina, sabía que Emmett tenía razón esta casa era grandiosa y en verdad que me
gustaba aunque a veces insistía que era demasiado lujosa y el costo de vivir en ella era demasiado alto.
— ¿Dije algo malo?
— ¡Me asustaste!— exclame llevándome una mano al
pecho, estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta de que Emmett
me había seguido.
—Hey no soy feo. — murmuro fingiendo estar
ofendido.
—Solo eres un poco aterrador.
—Puedo ser tu guardaespaldas.
—Odio los guardaespaldas, en algún tiempo tuve a
uno, pero simplemente no es mi estilo, con alguien detrás de mi no podía hacer
nada sin que mis padres se enteraran, me gusta mi libertad y sobre todo mi
privacidad.
—Sabes, la primera vez que te vi pensé que eras una
heredera mimada que creía que el mundo gira a su alrededor, pero aunque es lo
que aparentas al conocerte uno se da cuenta que era una chica sencilla y muy
agradable.
—Creo que el dinero no lo es todo en esta vida y
gracias por considerarme agradable, es algo que no escucho con bastante
frecuencia. ¿Qué se te antoja? — pregunte para cambiar de tema, me ayudo a
sacar todo lo que se le antojaba, para mi seguía siendo un misterio como podía
comer tanto y mantenerse en forma.
—En verdad que me perdería en esta casa ¿no tienes
un mapa?
—No, pero prometo hacerte uno. ¿Como un hombre tan
intimidante como tú puede ser tan tierno como un osito?
—No me llames así.
— ¿Osito?— reí al ver su fingido enojo.
—Nadie se atreve decirle osito al gran Emmett
—Osito— me eche a correr sintiendo como Emmett iba
detrás de mí, en pocos segundos me tomo
de la cintura y me coloco sobre su hombro.
— ¡Bájame!— grite entre risas, mientras intentaba
que me soltara.
—Eres demasiado débil. —se burlo de mis pobres
intentos por liberarme
— ¿Que es lo que le estás haciendo?— deje de reír
al escuchar la voz áspera de Edward ¿estaría molesto?
—Ella se lo busco. — repuso Emmett acomodándome
mejor sobre su hombro.
—Bájala Emmett. — ordeno lo que sin duda no fue la
mejor idea.
—Toma Eddie atrápala— en un rápido movimiento me
bajó de su hombro y me lanzo a los brazos de Edward que me atrapo y me pego mas
a su cuerpo.
—Hey, no soy un balón.
—Sé que no lo eres, pero eres igual de divertida.
—Me las pagaras. — lo amenace consiguiendo que
riera estridentemente y se marchara por el pasillo de regreso a la cocina por
las cosas.
— ¿Estas bien?
—Si, gracias. — murmure removiéndome hasta
conseguir que me dejara en el suelo.
Fue una película de suspenso, bastante buena, en
algunas ocasiones saltaba de mi lugar al igual que las chicas consiguiendo que
los chicos no dejaran de reír, después de que esta termino nos quedamos
platicando hasta darnos cuenta de que era bastante noche, así que les pedí que
se quedaran en la casa y ellos aceptaron, perecía que lo habían estado pidiendo
en su interior, cerca de la media noche cada uno se fue a su habitación.
Debía de admitir que esta semana había sido la
mejor en mucho tiempo, por fin me sentía completa, sabía que ellos les
importaba y esta vez nada tenía que ver el apellido, estar con ellos era una
bocanada de aire fresco, me recordaba que no tenía que asistir a lugares de
moda para divertirnos, lo cual era grandioso, baje hacia la cocina por un vaso
con agua, me encontraba aun sumida en mis pensamientos cuando sentí que alguien
me observaba.
— ¿No se supone que deberías de estar dormida?
—Tenia un poco de sed— le señale el vaso casi vacío
que estaba frente a mi— ¿quieres uno?
—Claro—se lo deje junto al mío, haciendo que se
sentara a mi lado.
—Tú también deberías de estar dormido.
—Eso es cierto, pero te escuche salir de tu habitación.
¿Estas bien?— sentí su mano acariciar mi mejilla, cerré los ojos
inconscientemente para escuchar su melodiosa risa.
—Creo que nunca me había sentido tan bien.
—Me alegro que cumpliera uno de mis objetivos.
— ¿Cuales son los otros?
—Si te los dijera debería de matarte— reí al darme cuenta
que esas palabras eran mías.
—Creo que no suena tan mal.
—Isabella, no vuelvas a decir eso.
—Lo siento. — bebí lo último que había en mi vaso
—No entiendo como no vez lo buena que eres en
realidad, eres una chica valiosa y es algo que no debes de olvidar.
—Soy un caso perdido— sonreí con un poco de
tristeza. —Creo que deberíamos de regresar a nuestra habitación.
— ¿Está huyendo de mi?
— ¿Debería de hacerlo?
—No. pero eso parece.
—No te tengo miedo— levante mi rostro para
encontrarme con el suyo, me acorralo contra la mesita central.
—No deberías de haber dicho eso. — murmuro
divertido.
—No me asustas— nuestras respiraciones se estaban
haciendo entrecortadas, sentía su aliento chocar contra el mío.
—Deberías de estar temblando.
—En tus su…sueños— esa sonrisa curva que se foro en
su rostro era absolutamente sexy, estaba perdida.
—Siempre estás en mis sueños— sus labios
acariciaron los míos, cerré los ojos y rompí la distancia que nos separaba, sus
labios se movían suavemente pera a la vez frenéticos, sus manos se acomodaron
en mi cintura y las mías en su nuca atrayéndolo más a mí, su sabor era
inigualable, solamente nos separamos por la falta de aire, su frente quedo
unida a la mía, abrí los ojos lentamente para encontrarme con los suyos.
—Vamos a dormir— dije aun con mis respiración
entrecortada, tome su mano y juntos nos fuimos hasta donde estaban las
habitaciones, nos detuvimos al llegar delante de la mía.
Abrí la puerta mas antes de entrar él me dio un
beso en la mejilla y antes de que se alejara tome su mano y le pedí que se
quedara conmigo como las veces que lo había hecho en el hospital, lo pensó por
unos segundos pero al final acepto. Cerró la puerta a su espalda y me siguió
hasta la cama, se recostó a mi lado atrayéndome a él.
—Buenas noches pequeña— sus labios besaron mis
cabellos.
—Buenas noches, Edward.
—Fin Flash Back—
Era posible que fuera tan egoísta, que quisiera
mantener a Edward a mi lado aun sabiendo que no era la chica que él se merecía,
no debería de estar dándole falsas esperanzas, esa era algo que me daba vueltas
en mi cabeza y la otra cosa que no dejaba mi mente era el hecho de que yo me
sentía de una manera nueva a su lado, eran sensaciones diferentes, no podía
decir que estaba enamorada ya que aun era demasiado pronto. La manera en que
Edward me trataba dejaba claro que yo le importaba, se aferraba a la idea de
que era una chica valiosa, tenía que
contarle mis errores tal vez al conocerlos cambiaria de opinión o podía haber
la posibilidad de que no le importaran y podríamos permitirnos ver hasta dónde
nos llevaría la atracción que evidentemente estaba entre nosotros.
...
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