Sincera
El sábado después de desayunar nos dirigimos a mi
departamento, los chicos se hicieron cargo de subir todas las cosas, claro que
necesitaron un poco de ayuda pero después de un poco más de una hora todas las
cajas ya estaban dentro de cada una de las habitaciones, Edward y yo no
habíamos hablado, aunque nuestras acciones hablaban por si solas.
—Me gusta tu departamento. —aseguro Emmett saliendo
de la cocina.
—Puedes venir cuando quieras— acepte la botella de
agua que me extendió el grandulón.
—No lo sacaras de tu casa. —intervino Alice tomando
otra de las botellas de agua que su hermano tenía en sus manos.
—Rose me ayudara en eso. —les dije señalando a la
rubia que se mostraba mas amigable.
—Tenlo por seguro.
Jasper que había explorado la casa se detuvo junto
a la puerta corrediza que daba a la terraza y me felicito por la vista que
tenia, una que me encantaba y que era la principal razón por la que me quede
con el lugar, además de la ubicación.
— ¿Y qué harás esta noche? —pregunto Emmett pasando
un brazo por mis hombros.
—Me dedicare a acomodar las cosas. Esto me tomara
algo de tiempo, pero es agradable saber que este lugar me pertenece.
—Deberías de venir con nosotros. — intervino Rose
recordándome que esa noche cenarían en casa de sus padres junto con Emmett y
Alice. Aunque sabía que la invitación era sincera yo no podía aceptar.
—Gracias Rose, pero en verdad necesito poner en
orden este de departamento.
—Pero estaremos temprano mañana para ayudarte.
—Que no sea demasiado temprano, quiero dormir un
poco— sonreí.
Tardaron una hora en marcharse, y durante ese
tiempo conseguimos arreglar varias de las habitaciones, cuando todos se
marcharon me di cuenta de que Edward tenía tiempo de haberse ido por una
emergencia de trabajo y me dio un poco de pena el que no se despidiera de mi
algo que deje de lado cuando Alice insistió en llevarme algo para que cenara ya
que aunque no lo dijo abiertamente la realidad era que no confiaba en que lo
hiciera y para que se quedara mas tranquila acepte la propuesta de Alice que se
fue mucho mas feliz por salirse con la suya. Cuando las puertas del ascensor se
cerraron me dirigí a la terraza y con el viento acariciando mi rostro no pude más
que sonreír al recordar la agradable sensación de despertar en los brazos de
Edward, como su mano acariciaba mi cuerpo consiguiendo esa corriente eléctrica
que se centro en mi estómago cuando sus labios rozaron mi hombro.
Nos tomo un tiempo el conseguir levantarnos, él
evidentemente se encontraba bastante cómodo, sus labios acariciaron mi cuello
dejándome claro en lo que estaba pensando algo a lo que no me quería oponer mas
tenía que hacerlo ya que aun era demasiado pronto para traspasar esa línea, no
antes de contarle todo, no quería convertirme en solo una de las chicas que
paso por su cama.
Tome un largo baño en la tina que resulto ser
bastante relajante. Por primera vez en todo esa semana me sentía de nuevo sola,
era increíble la maneta en que habían logado cambiar mi vida con tan solo una
semana, mas me recordé que no debía de acostumbrarme a su compañía, ellos tenían
una vida y no siempre iban a estar a mi lado, nadie permanecía a mi lado por un
largo tiempo. Salí de la tina cuando el agua comenzó a estar fría, me envolví
en una toalla para buscar una pijama decente que usar, mas solo encontré las
que Alice me había dado que aunque eran cómodas no eran la clase de camisones
que me gustaban para dormir, estos camisones estaban diseñados para que alguien
los disfrutara.
Escuche el timbre sonar, sabía que se trataba de
Alice y me agradaba que fuera ella ya que debía de hacerla que me regresara mis
pijamas. Al abrir la puerta mis protestas murieron en mi garganta al ver que no
era Alice si no Edward que recorrió mi cuerpo con su mirada provocando que inconscientemente
cerrara mas la bata evitando que mirara el camisón que llevaba debajo.
—Hola
—Hola, traje la cena.
— ¿Y Alice?— tire del dobladillo de la bata
intentando que me cubriera un poco más, me sentía avergonzada de que Edward me
viera de esta manera
—Jasper paso antes por ella, ¿te gusta la comida
italiana?
—Es una de mis favoritas— lo seguí hasta la cocina
donde sirvió dos platos, los observe detenidamente hasta notar cual era el que tenía
menos y ese fue el que tome. — vamos a ver la tele, está por comenzar una de
mis series favoritas.
— ¿Cual?
—Criminal Minds
—También me gusta, pero no es de mis favoritas,
prefiero Dr. House.
—Bastante predecible Dr. Cullen. —me burle
consiguiendo que sonriera.
Nos sentamos frente al enorme televisor,
manteniendo nuestra distancia, no mentí cuando era una de mis favoritas, pero
en este momento no lograba concentrarme de manera completa ya que sentía la
mirada de Edward, comí menos de la mitad de lo que había en mi plato, gran parte del tiempo me dediqué a jugar con
la comida y cuando me canse lo deje sobre la mesita y abrace uno de los cojines
sin despegar la vista del programa.
— ¿No quieres más? —pregunto señalando mi plato
casi intacto.
—Así estoy bien. —asegure recibiendo una mirada
severa. Que se suavizo de pronto y se acomodo de lado y sus dedos tomaron un
mecho de cabello.
—Hay algo que debo de pedirte.
— ¿Que sucede?— me tense sin saber qué es lo que me
pediría.
—Sé que no soy nadie, pero quiero pedirte que te
alejes de tus "amigos", ellos no son buenos para ti y menos en estos
momentos que estas dispuesta a recibir ayuda. Nosotros estaremos a tu lado.
—Lo sé y tenerlos a ustedes lo hace más llevadero.
—Entonces— acaricio mi mejilla.
—Cuando te dije que yo no era para ti hablaba en
serio.
—Y yo te di…— coloque uno de mis dedos sobre sus
labios.
—He cometido muchos errores, cada uno peor que el
anterior, hay algunos que los hice sin pensar en las consecuencias, bueno en
realidad las sabia pero no me importaron porque yo tenía mi rumbo tomado. — se
mantuvo en silencio mas su mirada me indico que esperaba que siguiera
hablando.—No soy la chica buena que tú piensas, creo que eso es más que obvio
después de lo que hice, que niña buena consume drogas, tiene trastornos y…
—Y…— su mirada era indescifrable, sabía que era la
única oportunidad para decirle lo que había pasado, aun estaba preparada para
afrontar que él se alejara, después me sería imposible dejarlo ir.
—La semana pasada, después de una discusión con mi
padre, tener que soportar las superficialidades de mi madre y el hecho de que
no podía sacarte de mi mente, yo…
— ¿Sacarme de tu mente? —pregunto tratando de
contener la sonrisa que estaba formándose y que sabia se desvanecería ante mi
confesión.
—Es extraño, pero desde que hablamos en Central
Park, te adentraste en mí, yo tenía mi plan para terminar con… todo, quería
provocar un escándalo para que todos se dieran cuenta la mentira que es mi
familia y de pronto llegaste interponiéndote en mis planes, me
desestabilizaste, no estaba preparada.
—Me importas Bella y sé que tú eres consciente de
la atracción que hay entre ambos, me resultas irresistible y quiero permanecer
a tu lado, quiero que nos demos una oportunidad y te demostrare que tenemos un
futuro.
—Escúchame Edward, no soy una chica que merezca a
un hombre como tú, he cometido miles de errores cada uno peor que el anterior,
ese día que quería sacarte de mi mente cometí el peor—llene mis pulmones— me
acosté con Demetri por despecho, por estúpida…
— ¿Con Demetri? —mencionar su nombre le costó
trabajo y lo que mas me dolió fue el notar que ya no me miraba.
—Tenia que decírtelo, él cree que me tiene en sus
manos y yo me siento sucia como una…—no
podía decir esa palabra en voz alta, pero la verdad es que me sentía como una prostituta,
al menos ella sacaban dinero por acostarse con algún tipo, en cambio yo sería
chantajeada con ello, que estúpida había sido, me levante de mi lugar y me
encamine a mi habitación a paso lento, no podía verlo a los ojos después de lo
que le había dicho, al fin se había dado cuenta de la clase de chica que decía
sentirse atraído, aunque me doliera él se merecía algo mejor que yo, alguien
que no se acostara con alguien por despecho o por desaparecer a alguien de su mente,
espere escuchar la puerta principal cerrarse.
—Bella— su mano tomo la mía.
—Edward te acabo de confesar que me acosté con otro
por estúpida y aun así no decides alejarte de mí.
—Cuando una persona te importa de la manera que tú
me importas puedes perdonar sus errores, yo me he acostado con otras y eso no
me hace menos.
—No, pero tú no lo hiciste por los motivos que yo.
—Bella yo… te quiero y no me importa si te
acostaste con él, porque sé que él no te importa.
—Pero el…
—Yo me encargare de él.
—Edward…
—Vamos Bella, aun no termina la serie y quiero ver
quién es el asesino— me llevo de vuelta al sillón donde estábamos solo que esta
vez su mano se aferraba a mi cintura, beso mi frente un par de veces, otro par
termino en mi cuello haciendo que la temperatura subiera, beso mi cuello y
sentí su respiración sobre mi oído sin poder contenerme deje escapar un jadeo,
gire mi rostro y me encontré con sus labios que se amoldaron a los míos de
inmediato cuando me separe de él me di cuenta de que me encontraba a ahorcadas
con mis manos sobre su cabello
—Lo siento.
—Yo no lo siento— deshice el nudo de mi bata
dejando al descubierto mi diminuto camisón, sus ojos viajaron de mi rostro,
deteniéndose en mi estómago hasta llegar a mis piernas.
—No tientes mi autocontrol— hecho la cabeza hacia
atrás, bese su cuello haciendo gruñir— Bella…
—Tal vez yo no quiero tu autocontrol en este
momento.
—Eres demasiado tentadora, desde que entre a este
departamento me he estado conteniendo y con esto…— señalo mi diminuto conjunto,
en este momento es cuando se lo agradecía a la duendecilla, no creo que con
otra de mis pijamas hubiera tenido el mismo efecto.
—Tu lo comenzaste— bese sus labios, sus manos se
cerraron alrededor de mi cintura, pegándome más a su cuerpo, me removí haciendo
que me liberara.
— ¿Que haces?— pregunto desconcertado, sonreía y
moviendo mi cuerpo deshice el nudo de mi bata y me la quite lentamente hasta
que esta cayó al piso, él intento atraparme mas fui mas rápida y me aleje de
él, de espaldas y sin dejar de mirarlo
comencé a andar hacia mi habitación, apenas llegar al marco de la puerta él se
levanto y comenzó a seguirme hasta que
tomo mi cintura pegándome a su cuerpo dejándome sentir su excitación.
—Es demasiado tentadora Srta. Swan.
—No tanto como usted Dr. Cullen— me levanto sin
ningún problema a lo que enrede mis piernas en su cintura y con desesperación
busque sus labios en los que me perdí nuevamente, mi espalda choco con la
puerta que se abrió sin dificultad, la luz procedente de los edificios cercanos
era lo único que iluminaba la habitación, soltó una exclamación cuando choco
con la base de la cama en la que caímos.
—Lo siento. —se disculpo al tiempo que se acomodaba
para no dejarme sentir todo su peso, sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo
acaricio mi vientre, descendió besando mi cuello hasta el borde de mi camisón
que cubría mis senos, recorrió la tela para comenzar a besar mis senos, su boca
presiono uno de los pezones mientras son su otra mano separaba mis piernas y se
adentraba… un jadeo salió de mi garganta cuando sus delgados dedos comenzaron a
rozar esa zona tan sensible haciendo arquear mi espalda.
—Detenme Bella—suplico contra mis labios.
—No — mis manos comenzaron a desabotonar su camisa.
—Después no podre hacerlo— gruño entrecerrando los
ojos al sentir mi mano llegar hasta el borde de su pantalón.
—No quiero que lo hagas, además quiero probar que
tan cómoda es esta cama— le sonreí pícaramente y el hizo lo mismo.
Desabroche su pantalón introduciendo mi mano dentro
hasta tocar su miembro consiguiendo que soltara un ronco gruñido de
satisfacción, cerré los ojos disfrutando de la manera en que me acariciaba sin
dejar de hacer yo lo mismo con él. En pocos segundo nuestras prendas salieron
volando de nuestros cuerpos haciendo que por primera vez nuestra piel desnuda
entrara en contacto provocando que una descarga aun mayor me recorriera.
—Eres completamente hermosa— me sentí un tanto
insegura de su mirada sobre mi cuerpo intente cubrirme pero él me lo impidió.
Al notar que sus palabras eran sinceras deje de lado la inseguridad de mostrar
mi cuerpo y coloque mis manos sobre su pecho recorriéndolo lentamente, sus ojos
se cerraron disfrutando de mi tacto, este hombre era como un sueño, un dios,
deslice mis manos hasta llegar a su cuello atrayéndolo hacia mi besando sus
labios, su mejilla hasta llegar a morder el lóbulo de su oreja.
—Quiero ser tuya…— le susurre.
—Siempre— me beso de manera más intensa, nuestras
lenguas emprendieron una danza extraña pero excitante, su mano descendió por mi
vientre hasta llegar a mis piernas separándolas su mano se posiciono en el
punto más sensible, cortándome la respiración por unos segundos y después dejar
escapar un prolongado y audible gemido que lo hizo reír y a mi sonrojarme. Sus
labios se adueñaron de los míos mientras lo sentía acomodarse entre mis piernas.
—Protección— fue lo único que salió de mis labios,
sus besos y el movimiento de su mano aun en mi entrepierna no me dejaban pensar
con claridad.
—No tengo. — se dejo caer a un lado cubriendo sus
ojos con uno de sus brazos. Evidentemente frustrado, mas recordé el regalo de
las chicas y en mis adentros se los agradecí.
—Espera— estire mi mano hasta alcanzar el pequeño
paquetito que había en mi mesita de noche, el se dio cuenta de lo que quería
conseguir y aprovechando que estaba un poco mas cerca los tomó.
—Estabas preparada— murmuro aun con la voz
entrecortada y yo me di cuenta de lo que debía de estar pensando de mí, mas su
sonrisa torcida hizo acto de presencia dejándome claro que ninguna de esas
ideas cruzaba por su cabeza y lo agradecí.
—Las chicas— murmure tratando de explicar aun
cuando parecía que no era necesario, le quite la cajita de las manos. —déjame
hacerlo a mí. —propuse tomando un preservativo y abriéndolo.
—Bella…— roce sus labios con mi lengua y dejando un
camino húmedo por su pecho hasta llegar debajo de su ombligo para colocar el
preservativo lentamente provocando que gruñera,
deslice mis manos por su pecho hasta quedar recostada sobre él, pase una de mis
manos por su cabello y con la otra acaricie sus labios entreabiertos que fueron
capturados. — Eres mi perdición.
—Te lo dije. —murmure con nostalgia, recordando que
él merecía algo mejor.
—Si para estar contigo es necesario ir al infierno,
ahí es donde iré. — Aseguro volviendo a dejarme bajo su cuerpo y acomodarse
entre mis piernas. — ¿estas lista?
Solo pude asentir, cerré mis ojos al sentir la
presión de su miembro que se deslizaba lentamente, mordí mi labio inferior para
no gemir ante la dulce tortura a la que me estaba sometiendo. Se quedo quieto en
lo que mi cuerpo se acostumbraba a él, pegue mi cadera a la suya cuando estuve
lista y de inmediato comenzó a moverse haciendo tocar el cielo por primera vez.
Susurrábamos nuestros nombres entre los jadeos que se desprendían de nuestros
labios, encaje mi uñas en su espalda cuando iba a llegar al punto máximo de
placer y cuando lo hice fue una experiencia nueva y completamente única,
segundos después el me alcanzo, tras el éxtasis dejo apoyada su cabeza sobre mi
pecho, me limite a acariciar su cabello
húmedo.
Esta había sido la mejor noche, sabía que esto no
había sido solo sexo fue algo mas, sus caricias, sus besos y hasta sus jadeos
me dejaron claro que yo no era una más en su lista que le importaba como me decía,
estaba segura que si le hubiera pedido que se detuviera él lo hubiera hecho, él
no era como todos los demás que solo buscan su satisfacción, él ponía primero
la mía que la suya y eso era una novedad para mí.
—Eres extraordinaria—murmuro dejando que sus labios
rozaran la piel que estaba entre mis senos, se giro dejándome de vuelta sobre
él.
—No mas que tu. —asegure.
—No me cansare de decirte que eres hermosa. —repitió
retirando el cabello de mi rostro y su otra mano masajeando la curva de mi
trasero.
—Si sigues insistiendo con ello, terminare por creerlo.
—Mas vale que lo hagas, porque es la realidad ¿tienes
frio?
—Es solo por tus caricias— murmure sonrojándome.
—Lo siento.
—No es malo, es solo que es un mar de sensaciones –
bese sus labios, antes de acomodarme a su lado y que él me rodeara pegando su
pecho a mi espalda
—Descansa.
—Buenas noches— murmure.
Estaba segura que esta vez conseguiría descansar de
verdad. Mi sueño se vio interrumpido por el sonido insistente que taladraba mis
oídos. ¡Maldito aparato! Abrí mis ojos
maldiciéndome a mí por no haber apagado la alarma, tras apagarla me
lleve la almohada al rostro mientras, me detuve al escuchar una melodiosa risa,
instintivamente me lleve las manos a mi cuerpo para comprobar que estaba
desnuda solo cubierta por la fina sabana… no lo había soñado, en verdad había
sucedido
—Creo que alguien aun no está lista para levantarse—
dijo divertido al tiempo que se movía.
—Aun es muy temprano y es domingo. —sabiendo que no
volvería a dormir quite la almohada de mi rostro y me senté cubriéndome con la
sabana. —Buenos días.
—Créeme que lo son— sus labios se acomodaron en la
parte baja de mi espalda haciéndome reír
—Basta Edward— me moví bruscamente intentado
alejarme de él aun entre risas logrando casi caer
—En verdad preciosa tienes serios problemas de
equilibrio.
—Y esto no es nada— sabía que mi sonrisa debía de
ser completamente tonta, su cercanía y sus palabras me hacían sentir especial.
—voy a darme un baño.
—Es una buena idea ya que los demás no tardaran en
llegar. — murmuro estirándose a lo largo de la cama, mire el reloj solo para
ver que apenas eran las siete y no podía creer que ellos no tardaran en llegar.
El pareció adivinar mi pensamiento porque continuo — El que sea tan temprano eso
no es un impedimento para ellos.
Se levanto mostrando su cuerpo desnudo lo que me
avergonzó a mí y no a él que no pareció darse cuenta de mi turbación, tomo su
ropa interior y se la puso.
—En lo que te das un baño yo me encargo del
desayuno.
— ¿Sabes cocinar? —pregunte sorprendida, era un
hombre lleno de sorpresas.
—Claro. —aseguro con fingida indignación.
—Eso tengo que probarlo.
—Lo harás.
En menos de 20 minutos llegue a la cocina vestida
de manera simple, como tenía mucho sin hacerlo, jeans y una blusa sport,
combinados con zapatillas de deporte. Ahí en la cocina estaba él ya vestido
completamente metido en su tarea.
—Huele bien. — asegure dirigiéndome a la cafetera
que ya estaba lista. — ¿Quieres café?
—Si y espero que te guste el omelet— serví ambas
tazas en lo que el servía los platos, los dejo sobre la isla donde nos
acomodamos uno junto al otro.
Mire el omelet por unos segundos antes de tomar mis
cubiertos y cortar un pequeño trozo que introduje en mi boca y trague con
cierta dificultad.
—Sabe delicioso, es eso o que tenía mucho sin comer
un omelet— lo dije sinceramente al mismo tiempo que para romper el silencio, no
era incomodo pero me sentía extraña después de lo que había pasado la noche
anterior.
—Me quedare con la primera opción. — de nuevo esa
sonrisa torcida, negué con la cabeza y continúe comiendo, solo tres pequeños
trozos mas ya que mi estómago protesto al mismo tiempo que me sentí incomoda.
Deje los cubiertos de lado y empuje el plato hacia delante. — No es ni la mitad.
—Es con lo que puedo, ¿no crees que es un gran
avance?
—Come un poquito más o pensare que mentiste cuando
dijiste que te había gustado.
—Eso se llama chantaje— él negó frunciendo el ceño,
pero no insistió más. Cuando termino yo me encargue de lavar los platos en lo
que el tomaba una ducha, salí a la terraza y me perdí observando el paisaje que
se extendía ante mí, era hermoso claro quitando el ruido de los autos.
—Te dará un resfriado— negué con la cabeza sin
mirarlo—Me dirás que soy un loco, bueno en realidad creo que lo soy
—De que hablas— me gire para verlo sonreí al ver
que estaba sonrojado. Era único y me encantaba.
—Lo de ayer.
— ¿Te arrepientes?— pregunte temerosa, me había hecho
ilusiones cuando sabía que no debía de hacerlo…
—Claro que no tontita, es solo que no quiero que
pienses que no significo nada para mí. —Sus manos me aprisionaron— ya te lo
dije y no me cansare de decírtelo te necesito junto a mí y después de lo de
anoche me di cuenta de sin ti nada tiene sentido además de que lo nuestro no es
solo atracción, sé que es algo mas profundo.
—Edward…
—Se que apenas tenemos una semana o un poco mas de
conocernos, y eso es lo que lo hace parecer una locura— coloque mi dedo sobre
sus labios.
—Una hermosa locura. —murmure con una sonrisa que
el imito
— ¿Quieres ser mi novia?
—Yo…
—Basta, deja de menospreciarte. Eres simplemente
magnifica, yo soy el que debe de temer no estar a tu altura.
—Tú eres un gran hombre, uno que se merece algo
mejor.
—Y tu una gran mujer, una que quiero que sea
completamente mía.
—En verdad estás loco.
—Piénsalo y me das tu respuesta. — Su aliento tibio
choco contra mi oreja haciéndome estremecer.
—No necesito pensarlo—acune su rostro. — Creo que
no eres el único loco aquí también sufro de lo mismo.
—Eso significa…
—Si quiero ser tu novia— nuestros labios se
unieron, era una danza lenta en la que él me marcaba el ritmo, me separe aun
manteniendo su sabor. — Solo quiero que esto quede entre nosotros, mis padres…
— ¿Por qué les temes?
—No les temo por lo que me puedan hacer, ya no me
pueden herir mas, solo no quiero que te lastimen a ti, creo que debo de darles
una noticia a la vez, primero será decirles que tengo mi propia casa y que no estaré
mas bajo el mismo techo. —me encogí de hombros.
—No importa lo que digan, sabes que me tienes a mí.
—No tienes ni idea de lo que significan esas
palabras.
Llegamos al acuerdo de decírselos a su familia una
semana después por si las dudas a alguno se les escapara algo y llegara a oídos
de mis padres. Volvimos al interior y nos acomodamos en uno de los sillones
donde nos fundimos en un beso que se fue intensificando hasta que el timbre sonó
de manera insistente, en lugar de apartarse profundizo el beso unos segundos.
—Es por los que no te daré durante el día— negué
sonriendo.
Me levante y fui a abrir para encontrarme con los
chicos, Alice fue la primera en entrar y me abrazo.
—Buenos días, veo que te caíste de la cama.
—Algo así. — murmure sonriendo provocando que
Edward que acababa de llegar me imitara al recordar que poco había faltado.
— ¿Que haces aquí Edward? —pregunto Emmett con
seriedad, tratando de mostrar ese papel de hermano mayor que sin proponérmelo había
adquirido.
—Se quedo a dormir, nos entretuvimos viendo un par
de películas y le pedí que se quedara así ya no me sentiría tan sola. —
intervine tratando de no sonrojarme ante la mirada de todos.
—Ya veo— la sonrisa de Alice me hizo sonrojar— Mamá
espera que podamos comer en casa, pretende pasar una día familiar.
—Pero yo…
—No tienes opción, eres parte de la familia. —
agrego Edward recordándome que de esa manera me veía su madre y ahora lo era al
salir con él.
—Iré por mis cosas— camine lentamente hasta mi
habitación la cual estaba hecha un completo desorden, mi camisón estaba aun en
el suelo lo levante y acomode un poco la cama justo a tiempo.
— ¿Cubriendo la evidencia? — Pregunto una divertida
Rosalie consiguiendo asustarme. —Lo siento— me ayudo a terminar de arreglar la
cama— ¿así que Edward durmió aquí?
—En realidad fue en la otra habitación.
—Claro y nosotras vamos a creer esa mentira—
susurro Alice cerrando la puerta a sus espaldas.
—No tengo por qué mentirles.
—Y por eso estas tan nerviosa.
— ¡No lo estoy!
—Al menos vemos que nuestro regalito fue utilizado—
agrego Rose señalando la cajita de preservativos que estaba abierta o mejor
dicho destrozada sobre una de las mesitas de noche.
— ¿Que tienes que decir a tu defensa? —cuestiono
Alice sentándose sobre la cama y mirándome con una ceja enarcada. No la culpaba
por qué no quisiera que me involucrara con su hermano.
...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario