No me dejes caer: Capítulo 15


 Sincera



El sábado después de desayunar nos dirigimos a mi departamento, los chicos se hicieron cargo de subir todas las cosas, claro que necesitaron un poco de ayuda pero después de un poco más de una hora todas las cajas ya estaban dentro de cada una de las habitaciones, Edward y yo no habíamos hablado, aunque nuestras acciones hablaban por si solas.


—Me gusta tu departamento. —aseguro Emmett saliendo de la cocina.

—Puedes venir cuando quieras— acepte la botella de agua que me extendió el grandulón.

—No lo sacaras de tu casa. —intervino Alice tomando otra de las botellas de agua que su hermano tenía en sus manos.

—Rose me ayudara en eso. —les dije señalando a la rubia que se mostraba mas amigable.

—Tenlo por seguro.

Jasper que había explorado la casa se detuvo junto a la puerta corrediza que daba a la terraza y me felicito por la vista que tenia, una que me encantaba y que era la principal razón por la que me quede con el lugar, además de la ubicación.

— ¿Y qué harás esta noche? —pregunto Emmett pasando un brazo por mis hombros.

—Me dedicare a acomodar las cosas. Esto me tomara algo de tiempo, pero es agradable saber que este lugar me pertenece.

—Deberías de venir con nosotros. — intervino Rose recordándome que esa noche cenarían en casa de sus padres junto con Emmett y Alice. Aunque sabía que la invitación era sincera yo no podía aceptar.

—Gracias Rose, pero en verdad necesito poner en orden este de departamento.

—Pero estaremos temprano mañana para ayudarte.

—Que no sea demasiado temprano, quiero dormir un poco— sonreí.

Tardaron una hora en marcharse, y durante ese tiempo conseguimos arreglar varias de las habitaciones, cuando todos se marcharon me di cuenta de que Edward tenía tiempo de haberse ido por una emergencia de trabajo y me dio un poco de pena el que no se despidiera de mi algo que deje de lado cuando Alice insistió en llevarme algo para que cenara ya que aunque no lo dijo abiertamente la realidad era que no confiaba en que lo hiciera y para que se quedara mas tranquila acepte la propuesta de Alice que se fue mucho mas feliz por salirse con la suya. Cuando las puertas del ascensor se cerraron me dirigí a la terraza y con el viento acariciando mi rostro no pude más que sonreír al recordar la agradable sensación de despertar en los brazos de Edward, como su mano acariciaba mi cuerpo consiguiendo esa corriente eléctrica que se centro en mi estómago cuando sus labios rozaron mi hombro.

Nos tomo un tiempo el conseguir levantarnos, él evidentemente se encontraba bastante cómodo, sus labios acariciaron mi cuello dejándome claro en lo que estaba pensando algo a lo que no me quería oponer mas tenía que hacerlo ya que aun era demasiado pronto para traspasar esa línea, no antes de contarle todo, no quería convertirme en solo una de las chicas que paso por su cama.

Tome un largo baño en la tina que resulto ser bastante relajante. Por primera vez en todo esa semana me sentía de nuevo sola, era increíble la maneta en que habían logado cambiar mi vida con tan solo una semana, mas me recordé que no debía de acostumbrarme a su compañía, ellos tenían una vida y no siempre iban a estar a mi lado, nadie permanecía a mi lado por un largo tiempo. Salí de la tina cuando el agua comenzó a estar fría, me envolví en una toalla para buscar una pijama decente que usar, mas solo encontré las que Alice me había dado que aunque eran cómodas no eran la clase de camisones que me gustaban para dormir, estos camisones estaban diseñados para que alguien los disfrutara.

Escuche el timbre sonar, sabía que se trataba de Alice y me agradaba que fuera ella ya que debía de hacerla que me regresara mis pijamas. Al abrir la puerta mis protestas murieron en mi garganta al ver que no era Alice si no Edward que recorrió mi cuerpo con su mirada provocando que inconscientemente cerrara mas la bata evitando que mirara el camisón que llevaba debajo.

—Hola

—Hola, traje la cena.

— ¿Y Alice?— tire del dobladillo de la bata intentando que me cubriera un poco más, me sentía avergonzada de que Edward me viera de esta manera

—Jasper paso antes por ella, ¿te gusta la comida italiana?

—Es una de mis favoritas— lo seguí hasta la cocina donde sirvió dos platos, los observe detenidamente hasta notar cual era el que tenía menos y ese fue el que tome. — vamos a ver la tele, está por comenzar una de mis series favoritas.

— ¿Cual?

—Criminal Minds

—También me gusta, pero no es de mis favoritas, prefiero Dr. House.

—Bastante predecible Dr. Cullen. —me burle consiguiendo que sonriera.

Nos sentamos frente al enorme televisor, manteniendo nuestra distancia, no mentí cuando era una de mis favoritas, pero en este momento no lograba concentrarme de manera completa ya que sentía la mirada de Edward, comí menos de la mitad de lo que había en mi plato,  gran parte del tiempo me dediqué a jugar con la comida y cuando me canse lo deje sobre la mesita y abrace uno de los cojines sin despegar la vista del programa.

— ¿No quieres más? —pregunto señalando mi plato casi intacto.

—Así estoy bien. —asegure recibiendo una mirada severa. Que se suavizo de pronto y se acomodo de lado y sus dedos tomaron un mecho de cabello.

—Hay algo que debo de pedirte.

— ¿Que sucede?— me tense sin saber qué es lo que me pediría.

—Sé que no soy nadie, pero quiero pedirte que te alejes de tus "amigos", ellos no son buenos para ti y menos en estos momentos que estas dispuesta a recibir ayuda. Nosotros estaremos a tu lado.

—Lo sé y tenerlos a ustedes lo hace más llevadero.

—Entonces— acaricio mi mejilla.

—Cuando te dije que yo no era para ti hablaba en serio.

—Y yo te di…— coloque uno de mis dedos sobre sus labios.

—He cometido muchos errores, cada uno peor que el anterior, hay algunos que los hice sin pensar en las consecuencias, bueno en realidad las sabia pero no me importaron porque yo tenía mi rumbo tomado. — se mantuvo en silencio mas su mirada me indico que esperaba que siguiera hablando.—No soy la chica buena que tú piensas, creo que eso es más que obvio después de lo que hice, que niña buena consume drogas, tiene trastornos y…

—Y…— su mirada era indescifrable, sabía que era la única oportunidad para decirle lo que había pasado, aun estaba preparada para afrontar que él se alejara, después me sería imposible dejarlo ir.

—La semana pasada, después de una discusión con mi padre, tener que soportar las superficialidades de mi madre y el hecho de que no podía sacarte de mi mente, yo…

— ¿Sacarme de tu mente? —pregunto tratando de contener la sonrisa que estaba formándose y que sabia se desvanecería ante mi confesión.

—Es extraño, pero desde que hablamos en Central Park, te adentraste en mí, yo tenía mi plan para terminar con… todo, quería provocar un escándalo para que todos se dieran cuenta la mentira que es mi familia y de pronto llegaste interponiéndote en mis planes, me desestabilizaste, no estaba preparada.

—Me importas Bella y sé que tú eres consciente de la atracción que hay entre ambos, me resultas irresistible y quiero permanecer a tu lado, quiero que nos demos una oportunidad y te demostrare que tenemos un futuro.

—Escúchame Edward, no soy una chica que merezca a un hombre como tú, he cometido miles de errores cada uno peor que el anterior, ese día que quería sacarte de mi mente cometí el peor—llene mis pulmones— me acosté con Demetri por despecho, por estúpida…

— ¿Con Demetri? —mencionar su nombre le costó trabajo y lo que mas me dolió fue el notar que ya no me miraba.

—Tenia que decírtelo, él cree que me tiene en sus manos y yo me siento sucia  como una…—no podía decir esa palabra en voz alta, pero la verdad es que me sentía como una prostituta, al menos ella sacaban dinero por acostarse con algún tipo, en cambio yo sería chantajeada con ello, que estúpida había sido, me levante de mi lugar y me encamine a mi habitación a paso lento, no podía verlo a los ojos después de lo que le había dicho, al fin se había dado cuenta de la clase de chica que decía sentirse atraído, aunque me doliera él se merecía algo mejor que yo, alguien que no se acostara con alguien por despecho o por desaparecer a alguien de su mente, espere escuchar la puerta principal cerrarse.

—Bella— su mano tomo la mía.

—Edward te acabo de confesar que me acosté con otro por estúpida y aun así no decides alejarte de mí.

—Cuando una persona te importa de la manera que tú me importas puedes perdonar sus errores, yo me he acostado con otras y eso no me hace menos.

—No, pero tú no lo hiciste por los motivos que yo.

—Bella yo… te quiero y no me importa si te acostaste con él, porque sé que él no te importa.

—Pero el…

—Yo me encargare de él.

—Edward…

—Vamos Bella, aun no termina la serie y quiero ver quién es el asesino— me llevo de vuelta al sillón donde estábamos solo que esta vez su mano se aferraba a mi cintura, beso mi frente un par de veces, otro par termino en mi cuello haciendo que la temperatura subiera, beso mi cuello y sentí su respiración sobre mi oído sin poder contenerme deje escapar un jadeo, gire mi rostro y me encontré con sus labios que se amoldaron a los míos de inmediato cuando me separe de él me di cuenta de que me encontraba a ahorcadas con mis manos sobre su cabello

—Lo siento.

—Yo no lo siento— deshice el nudo de mi bata dejando al descubierto mi diminuto camisón, sus ojos viajaron de mi rostro, deteniéndose en mi estómago hasta llegar a mis piernas.

—No tientes mi autocontrol— hecho la cabeza hacia atrás, bese su cuello haciendo gruñir— Bella…

—Tal vez yo no quiero tu autocontrol en este momento.

—Eres demasiado tentadora, desde que entre a este departamento me he estado conteniendo y con esto…— señalo mi diminuto conjunto, en este momento es cuando se lo agradecía a la duendecilla, no creo que con otra de mis pijamas hubiera tenido el mismo efecto.

—Tu lo comenzaste— bese sus labios, sus manos se cerraron alrededor de mi cintura, pegándome más a su cuerpo, me removí haciendo que me liberara.

— ¿Que haces?— pregunto desconcertado, sonreía y moviendo mi cuerpo deshice el nudo de mi bata y me la quite lentamente hasta que esta cayó al piso, él intento atraparme mas fui mas rápida y me aleje de él,  de espaldas y sin dejar de mirarlo comencé a andar hacia mi habitación, apenas llegar al marco de la puerta él se levanto y comenzó a seguirme  hasta que tomo mi cintura pegándome a su cuerpo dejándome sentir su excitación.

—Es demasiado tentadora Srta. Swan.

—No tanto como usted Dr. Cullen— me levanto sin ningún problema a lo que enrede mis piernas en su cintura y con desesperación busque sus labios en los que me perdí nuevamente, mi espalda choco con la puerta que se abrió sin dificultad, la luz procedente de los edificios cercanos era lo único que iluminaba la habitación, soltó una exclamación cuando choco con la base de la cama en la que caímos.

—Lo siento. —se disculpo al tiempo que se acomodaba para no dejarme sentir todo su peso, sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo acaricio mi vientre, descendió besando mi cuello hasta el borde de mi camisón que cubría mis senos, recorrió la tela para comenzar a besar mis senos, su boca presiono uno de los pezones mientras son su otra mano separaba mis piernas y se adentraba… un jadeo salió de mi garganta cuando sus delgados dedos comenzaron a rozar esa zona tan sensible haciendo arquear mi espalda.

—Detenme Bella—suplico contra mis labios.

—No — mis manos comenzaron a desabotonar su camisa.

—Después no podre hacerlo— gruño entrecerrando los ojos al sentir mi mano llegar hasta el borde de su pantalón.

—No quiero que lo hagas, además quiero probar que tan cómoda es esta cama— le sonreí pícaramente y el hizo lo mismo.

Desabroche su pantalón introduciendo mi mano dentro hasta tocar su miembro consiguiendo que soltara un ronco gruñido de satisfacción, cerré los ojos disfrutando de la manera en que me acariciaba sin dejar de hacer yo lo mismo con él. En pocos segundo nuestras prendas salieron volando de nuestros cuerpos haciendo que por primera vez nuestra piel desnuda entrara en contacto provocando que una descarga aun mayor me recorriera.

—Eres completamente hermosa— me sentí un tanto insegura de su mirada sobre mi cuerpo intente cubrirme pero él me lo impidió. Al notar que sus palabras eran sinceras deje de lado la inseguridad de mostrar mi cuerpo y coloque mis manos sobre su pecho recorriéndolo lentamente, sus ojos se cerraron disfrutando de mi tacto, este hombre era como un sueño, un dios, deslice mis manos hasta llegar a su cuello atrayéndolo hacia mi besando sus labios, su mejilla hasta llegar a morder el lóbulo de su oreja.

—Quiero ser tuya…— le susurre.

—Siempre— me beso de manera más intensa, nuestras lenguas emprendieron una danza extraña pero excitante, su mano descendió por mi vientre hasta llegar a mis piernas separándolas su mano se posiciono en el punto más sensible, cortándome la respiración por unos segundos y después dejar escapar un prolongado y audible gemido que lo hizo reír y a mi sonrojarme. Sus labios se adueñaron de los míos mientras lo sentía acomodarse entre mis piernas.

—Protección— fue lo único que salió de mis labios, sus besos y el movimiento de su mano aun en mi entrepierna no me dejaban pensar con claridad.

—No tengo. — se dejo caer a un lado cubriendo sus ojos con uno de sus brazos. Evidentemente frustrado, mas recordé el regalo de las chicas y en mis adentros se los agradecí.

—Espera— estire mi mano hasta alcanzar el pequeño paquetito que había en mi mesita de noche, el se dio cuenta de lo que quería conseguir y aprovechando que estaba un poco mas cerca los tomó.

—Estabas preparada— murmuro aun con la voz entrecortada y yo me di cuenta de lo que debía de estar pensando de mí, mas su sonrisa torcida hizo acto de presencia dejándome claro que ninguna de esas ideas cruzaba por su cabeza y lo agradecí.

—Las chicas— murmure tratando de explicar aun cuando parecía que no era necesario, le quite la cajita de las manos. —déjame hacerlo a mí. —propuse tomando un preservativo y abriéndolo.

—Bella…— roce sus labios con mi lengua y dejando un camino húmedo por su pecho hasta llegar debajo de su ombligo para colocar el preservativo  lentamente provocando que gruñera, deslice mis manos por su pecho hasta quedar recostada sobre él, pase una de mis manos por su cabello y con la otra acaricie sus labios entreabiertos que fueron capturados. — Eres mi perdición.

—Te lo dije. —murmure con nostalgia, recordando que él merecía algo mejor.

—Si para estar contigo es necesario ir al infierno, ahí es donde iré. — Aseguro volviendo a dejarme bajo su cuerpo y acomodarse entre mis piernas. — ¿estas lista?

Solo pude asentir, cerré mis ojos al sentir la presión de su miembro que se deslizaba lentamente, mordí mi labio inferior para no gemir ante la dulce tortura a la que me estaba sometiendo. Se quedo quieto en lo que mi cuerpo se acostumbraba a él, pegue mi cadera a la suya cuando estuve lista y de inmediato comenzó a moverse haciendo tocar el cielo por primera vez. Susurrábamos nuestros nombres entre los jadeos que se desprendían de nuestros labios, encaje mi uñas en su espalda cuando iba a llegar al punto máximo de placer y cuando lo hice fue una experiencia nueva y completamente única, segundos después el me alcanzo, tras el éxtasis dejo apoyada su cabeza sobre mi pecho,  me limite a acariciar su cabello húmedo.

Esta había sido la mejor noche, sabía que esto no había sido solo sexo fue algo mas, sus caricias, sus besos y hasta sus jadeos me dejaron claro que yo no era una más en su lista que le importaba como me decía, estaba segura que si le hubiera pedido que se detuviera él lo hubiera hecho, él no era como todos los demás que solo buscan su satisfacción, él ponía primero la mía que la suya y eso era una novedad para mí.

—Eres extraordinaria—murmuro dejando que sus labios rozaran la piel que estaba entre mis senos, se giro dejándome de vuelta sobre él.

—No mas que tu. —asegure.

—No me cansare de decirte que eres hermosa. —repitió retirando el cabello de mi rostro y su otra mano masajeando la curva de mi trasero.

—Si sigues insistiendo con ello, terminare por creerlo.

—Mas vale que lo hagas, porque es la realidad ¿tienes frio?

—Es solo por tus caricias— murmure sonrojándome.

—Lo siento.

—No es malo, es solo que es un mar de sensaciones – bese sus labios, antes de acomodarme a su lado y que él me rodeara pegando su pecho a mi espalda

—Descansa.

—Buenas noches— murmure.

Estaba segura que esta vez conseguiría descansar de verdad. Mi sueño se vio interrumpido por el sonido insistente que taladraba mis oídos. ¡Maldito aparato! Abrí mis ojos  maldiciéndome a mí por no haber apagado la alarma, tras apagarla me lleve la almohada al rostro mientras, me detuve al escuchar una melodiosa risa, instintivamente me lleve las manos a mi cuerpo para comprobar que estaba desnuda solo cubierta por la fina sabana… no lo había soñado, en verdad había sucedido

—Creo que alguien aun no está lista para levantarse— dijo divertido al tiempo que se movía.

—Aun es muy temprano y es domingo. —sabiendo que no volvería a dormir quite la almohada de mi rostro y me senté cubriéndome con la sabana. —Buenos días.

—Créeme que lo son— sus labios se acomodaron en la parte baja de mi espalda haciéndome reír

—Basta Edward— me moví bruscamente intentado alejarme de él aun entre risas logrando casi caer

—En verdad preciosa tienes serios problemas de equilibrio.

—Y esto no es nada— sabía que mi sonrisa debía de ser completamente tonta, su cercanía y sus palabras me hacían sentir especial. —voy a darme un baño.

—Es una buena idea ya que los demás no tardaran en llegar. — murmuro estirándose a lo largo de la cama, mire el reloj solo para ver que apenas eran las siete y no podía creer que ellos no tardaran en llegar. El pareció adivinar mi pensamiento porque continuo — El que sea tan temprano eso no es un impedimento para ellos.

Se levanto mostrando su cuerpo desnudo lo que me avergonzó a mí y no a él que no pareció darse cuenta de mi turbación, tomo su ropa interior y se la puso.

—En lo que te das un baño yo me encargo del desayuno.

— ¿Sabes cocinar? —pregunte sorprendida, era un hombre lleno de sorpresas.

—Claro. —aseguro con fingida indignación.

—Eso tengo que probarlo.

—Lo harás.

En menos de 20 minutos llegue a la cocina vestida de manera simple, como tenía mucho sin hacerlo, jeans y una blusa sport, combinados con zapatillas de deporte. Ahí en la cocina estaba él ya vestido completamente metido en su tarea.

—Huele bien. — asegure dirigiéndome a la cafetera que ya estaba lista. — ¿Quieres café?

—Si y espero que te guste el omelet— serví ambas tazas en lo que el servía los platos, los dejo sobre la isla donde nos acomodamos uno junto al otro.

Mire el omelet por unos segundos antes de tomar mis cubiertos y cortar un pequeño trozo que introduje en mi boca y trague con cierta dificultad.

—Sabe delicioso, es eso o que tenía mucho sin comer un omelet— lo dije sinceramente al mismo tiempo que para romper el silencio, no era incomodo pero me sentía extraña después de lo que había pasado la noche anterior.

—Me quedare con la primera opción. — de nuevo esa sonrisa torcida, negué con la cabeza y continúe comiendo, solo tres pequeños trozos mas ya que mi estómago protesto al mismo tiempo que me sentí incomoda. Deje los cubiertos de lado y empuje el plato hacia delante. — No es ni la mitad.

—Es con lo que puedo, ¿no crees que es un gran avance?

—Come un poquito más o pensare que mentiste cuando dijiste que te había gustado.

—Eso se llama chantaje— él negó frunciendo el ceño, pero no insistió más. Cuando termino yo me encargue de lavar los platos en lo que el tomaba una ducha, salí a la terraza y me perdí observando el paisaje que se extendía ante mí, era hermoso claro quitando el ruido de los autos.

—Te dará un resfriado— negué con la cabeza sin mirarlo—Me dirás que soy un loco, bueno en realidad creo que lo soy

—De que hablas— me gire para verlo sonreí al ver que estaba sonrojado. Era único y me encantaba.

—Lo de ayer.

— ¿Te arrepientes?— pregunte temerosa, me había hecho ilusiones cuando sabía que no debía de hacerlo…

—Claro que no tontita, es solo que no quiero que pienses que no significo nada para mí. —Sus manos me aprisionaron— ya te lo dije y no me cansare de decírtelo te necesito junto a mí y después de lo de anoche me di cuenta de sin ti nada tiene sentido además de que lo nuestro no es solo atracción, sé que es algo mas profundo.

—Edward…

—Se que apenas tenemos una semana o un poco mas de conocernos, y eso es lo que lo hace parecer una locura— coloque mi dedo sobre sus labios.

—Una hermosa locura. —murmure con una sonrisa que el imito

— ¿Quieres ser mi novia?

—Yo…

—Basta, deja de menospreciarte. Eres simplemente magnifica, yo soy el que debe de temer no estar a tu altura.

—Tú eres un gran hombre, uno que se merece algo mejor.

—Y tu una gran mujer, una que quiero que sea completamente mía.

—En verdad estás loco.

—Piénsalo y me das tu respuesta. — Su aliento tibio choco contra mi oreja haciéndome estremecer.

—No necesito pensarlo—acune su rostro. — Creo que no eres el único loco aquí también sufro de lo mismo.

—Eso significa…

—Si quiero ser tu novia— nuestros labios se unieron, era una danza lenta en la que él me marcaba el ritmo, me separe aun manteniendo su sabor. — Solo quiero que esto quede entre nosotros, mis padres…

— ¿Por qué les temes?

—No les temo por lo que me puedan hacer, ya no me pueden herir mas, solo no quiero que te lastimen a ti, creo que debo de darles una noticia a la vez, primero será decirles que tengo mi propia casa y que no estaré mas bajo el mismo techo. —me encogí de hombros.

—No importa lo que digan, sabes que me tienes a mí.

—No tienes ni idea de lo que significan esas palabras.

Llegamos al acuerdo de decírselos a su familia una semana después por si las dudas a alguno se les escapara algo y llegara a oídos de mis padres. Volvimos al interior y nos acomodamos en uno de los sillones donde nos fundimos en un beso que se fue intensificando hasta que el timbre sonó de manera insistente, en lugar de apartarse profundizo el beso unos segundos.

—Es por los que no te daré durante el día— negué sonriendo.

Me levante y fui a abrir para encontrarme con los chicos, Alice fue la primera en entrar y me abrazo.

—Buenos días, veo que te caíste de la cama.

—Algo así. — murmure sonriendo provocando que Edward que acababa de llegar me imitara al recordar que poco había faltado.

— ¿Que haces aquí Edward? —pregunto Emmett con seriedad, tratando de mostrar ese papel de hermano mayor que sin proponérmelo había adquirido.

—Se quedo a dormir, nos entretuvimos viendo un par de películas y le pedí que se quedara así ya no me sentiría tan sola. — intervine tratando de no sonrojarme ante la mirada de todos.

—Ya veo— la sonrisa de Alice me hizo sonrojar— Mamá espera que podamos comer en casa, pretende pasar una día familiar.

—Pero yo…

—No tienes opción, eres parte de la familia. — agrego Edward recordándome que de esa manera me veía su madre y ahora lo era al salir con él.

—Iré por mis cosas— camine lentamente hasta mi habitación la cual estaba hecha un completo desorden, mi camisón estaba aun en el suelo lo levante y acomode un poco la cama justo a tiempo.

— ¿Cubriendo la evidencia? — Pregunto una divertida Rosalie consiguiendo asustarme. —Lo siento— me ayudo a terminar de arreglar la cama— ¿así que Edward durmió aquí?

—En realidad fue en la otra habitación.

—Claro y nosotras vamos a creer esa mentira— susurro Alice cerrando la puerta a sus espaldas.

—No tengo por qué mentirles.

—Y por eso estas tan nerviosa.

— ¡No lo estoy!

—Al menos vemos que nuestro regalito fue utilizado— agrego Rose señalando la cajita de preservativos que estaba abierta o mejor dicho destrozada sobre una de las mesitas de noche.

— ¿Que tienes que decir a tu defensa? —cuestiono Alice sentándose sobre la cama y mirándome con una ceja enarcada. No la culpaba por qué no quisiera que me involucrara con su hermano.

...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Playlist