Precipitado
—Bella seguimos esperando una respuesta. — dijo
Alice tratando de contener una sonrisa. Simplemente tome mis cosas y salí
escuchando la risas de las chicas que iban detrás de mí, lo mejor sin duda era
huir, no tenía nada a mi defensa
—Bella. —me gire y me encontré de frente con las
chicas y la carita de Alice con las que podía conseguir cualquier cosa. — Solo
estábamos jugando ¿no estás molesta verdad?
—No lo estoy, así que deja de verme de esa manera.
—Te dije que esta carita convence a cualquiera. —
murmuro alegre a Rose que simplemente negó con la cabeza.
—Chicas les agradecería que esto no saliera de aquí.
— les dije antes de que dieran un paso.
— ¿Porque tanto misterio?
—En verdad no conocen a mis padres. —suspire
sonoramente. —Lo que menos deseo es que se pongan pesados con Edward y con
ustedes.
—Seremos unas tumbas ¿cierto Alice? —aseguro Rose
obligando a Alice a prometer lo mismo.
Sin previo aviso Emmett tomo a Rose
acomodándola sobre su hombro. — ¿Listas?
—pregunto como sin nada.
—Bájame Emmett— pidió su novia quien trataba de
parecer enfadada, mas la situación no se prestaba para eso, por lo que sonreía
al mismo tiempo que nosotras tratábamos de no reírnos muy alto, seguimos a la
pareja para encontrarnos con Jasper y Edward que ya estaban dentro del ascensor
negando con la cabeza ante la escena.
Antes de llegar al estacionamiento Emmett bajo a
Rose que se acomodo su vestimenta y lo golpeo con fuerza en el brazo
consiguiendo que protestara.
—Ustedes se irá juntos. — nos indico Alice a Edward
y a mí. — Nosotros tenemos que hacer unas compras para la comida.
—Yo quiero hacer algo. —pedí, no quería llegar con
las manos vacías.
—Podrás ayudarnos a cocinar en casa
—No soy buena en eso, soy realmente desastrosa. —
dije por lo bajo evitando la mirada de todos, por primera vez en mucho tiempo sentí
pena de no saber hacer algo tan sencillo y que era de la vida diaria.
—Eso tengo que verlo entonces. —se burlo Emmett. —
Yo…
—Ignóralo Bella, se le quema hasta el agua. —
intervino Rose ignorando la mirada de su novio.
—No soy tan malo si me comparas con la enana que si
es un verdadero peligro en la cocina.
—No me metan en sus peleas. —protesto la aludida.
Al abrirse las puertas todos salimos y Alice le
indico a Edward que se fuera directo a casa, hasta ese momento me di cuenta de
que comería con sus padres ¿y si les daba mala impresión? Como iban a tener una
buena impresión de mí después de todo lo que había sucedido.
—Lo que sea que te este atormentando no tiene caso,
todo estará bien. Yo me encargare de eso. — mire a Edward que sonreía. Me
dirigió hasta su auto y abrió la puerta en un gesto muy caballeroso.
Rodeo el auto y tras subir detrás del volante nos
pusimos en marcha, apenas salir a la transitada calle tomo mi mano
entrelazándola con la suya.
— ¿Sucedió algo con las chicas? — pregunto de
repente consiguiendo toda mi atención, mas era un incidente algo bochornoso por
lo que era mejor que no se enterara.
—Nada de qué preocuparse. —le reste importancia,
mas deje escapar un suspiro. — Aunque si te soy honesta me siento extraña de ir
con tu familia, este es un día familiar
y yo…
—Te olvidas del pequeño detalle que tú ya eres
parte de mi familia, mis padres te ven de esa forma y aceptaste ser mi novia.
—No lo he olvidado, es solo que tu familia es
increíble, no es fácil encontrar gente como ustedes.
—No somos tan únicos. —se encogió de hombros. —relájate,
todo estará bien. — solo asentí creyendo en sus palabras. El resto del camino
no hablamos, nos limitamos a dejarnos envolver por las suaves notas de una
melodía de música clásica que había escuchado más que no conseguía identificar.
— Llegamos.
Ante esas palabras me tense, deje que el auto se
detuviera por completo delante de una hermosa casa, casi tan grande como en la
que viví durante años al lado de mis padres. Baje del auto antes de que Edward
llegara a abrir la puerta como evidentemente pretendía hacerlo.
— ¡Que bueno que llegaron! — nos saludo Esme
saliendo por la puerta principal con una enorme sonrisa.
— Hola Esme. — la salude avergonzada. Como era su
costumbre me envolvió en sus brazos y tras dirigirle unas palabras a su hijo
tomo mi mano y me llevo al interior de la casa que sin duda era un hogar, no tenía
nada que ver con la… deje de comparar ya que no me llevaría a nada bueno.—Es
una casa muy hermosa.
—Gracias cariño, aun le hacen falta algunas cosas,
pero ya estoy trabajando en eso. — me llevo con ella hasta la cocina y se giro
hacia mí. — ¿Te molestaría ayudarme en el comedor?
—No es ninguna molestia. —asegure.
— Y Edward, tu padre está en el despacho esperando
que vayas. — como si Esme intuyera que su hijo iba a decir algo se adelanto. —Estará
en buenas manos— me llevo con ella hacia el comedor donde se notaba lo había
estado arreglando, así que me ofrecí a hacerlo junto con ella, me costó un poco
de trabajo ya que no era una actividad que realizara muy a menudo, mas me
fijaba muy bien en la manera en que lo hacia Esme e imitaba lo mejor que podía.
— Esta bien cariño, yo término. — me aseguro acomodando nuevamente los
cubiertos.
— ¡Llegamos familia! — la atronadora voz de Emmett sonó
por toda la casa. Esme le indico donde nos encontraría y ahí llego en solo
segundos con varias bolsas que le extendió. —En la cocina.
Cerca de medio día todas nos fuimos a la cocina a
ayudar a Esme con la comida mientras los chicos se mantenían centrados en otras
actividades. Yo fui mas un estorbo que una ayuda, Alice picaba algunas verduras
con gran maestría, Rose le ayudaba a Esme en la preparación y yo termine
lavando los utensilios sucios, cuando terminamos nos unimos a los chicos que se
debatían en un acalorado juego de cartas, después de que Emmett perdiera en dos
ocasiones más decidieron que era hora de comer, caminamos hacia el comedor y
ayudamos a Esme a servir los platos, deje en mi lugar uno más pequeño
—Espero que eso sea solo la entrada. —murmuro
alguien muy cerca consiguiendo que saltara.
— ¡Dios, Edward!, me hiciste desayunar y esperas
que coma todo eso— susurre señalando su plato.
—Solo me preocupo por lo que comes. —aseguro
dejando su plato junto al mío y corriendo la silla para que pudiera sentarme.
Minutos después cuando todos estaban en sus
lugares, Esme se dirigió a mí.
— ¿Como te fue en tu nueva casa?
—Gracias a todos termine de poner todo en orden
antes de lo que esperaba. — mire con agradecimiento a los chicos consiguen
sonrisas sinceras.
—No olvides que el lunes comienzas con las terapias.
— intervino Carlisle en tono serio.
—Lo tengo presente, pero tengo mucho trabajo
acumulado— dije mientras intentaba tomar un chícharo con el tenedor el cual se
estaba resistiendo, tal vez era una señal de que no debía de comerlo.
—Dejemos de hablar de trabajo, mejor hablemos de
cosas más agradables. — agradecí la intervención de Alice que me guiño un ojo.
—Las compras no entran aquí.
—Muy gracioso Emmett.
—Lo que Alice quería decir es que este año
intentaremos estar en las primeras filas y parece que lo conseguiremos. — secundo Rose bastante
emocionada, algo que no había visto antes.
— ¿De qué hablan? —pregunte Emmett igualmente
perdido que yo.
—Emmett de que otra cosa pueden hablar, no olvides
el gran evento que se acerca—corto Edward con voz cansina.
Emmett se llevo una mano a la barbilla y se
concentro unos segundos después rodo los ojos. —Dios, como pude ser tan tonto
si es por lo que estas dos chicas viven.
Al parecer el ya comprendía de que iba la
conversación mas yo seguía igual.
—De que hablan— pregunte por lo bajo consiguiendo
que ambas chicas me vieran con desconcierto.
—Del gran evento que ilumina esta ciudad.
—El evento que reúne a grandes celebridades.
—Sigo sin comprender. —admití con sinceridad
consiguiendo una mirada perpleja de las chicas y una sonrisa por parte de los
chicos.
—En verdad que eres extraña pequeña – se burlo
Emmett. —Pero eso es lo que me encanta de ti.
—Bella, una chica con tu estilo es imposible que no
sepa de lo que hablamos. ¿Piensa un poco? —negué con la cabeza.
—Hablamos de la fabulosa semana de la moda. —dijo
al fin. — Es dentro solo algunas semanas y…
— ¡Demonios!— me levante casi tropezando con la
silla, camine de prisa hasta donde estaba mi bolso. ¡Dios, como lo había
podido olvidar! marque el numero de mi asistente mientras caminaba en lo
ancho del pasillo como león enjaulado, reí ante la comparación.
Cuando respondió me sentí aliviada por unos
segundos tuve miedo de que no atendiera mi llamada, me disculpe por la hora y
sobre todo por ser domingo y le explique que había olvidado la semana de la
moda consiguiendo una exclamación de sorpresa.
—No hablas en serio, te deje todo lo que me habías
pedido sobre tu escritorio.
—No he ido esta semana a la empresa, tuve… algunas
complicaciones. — le dije sin entrara en detalles.
—Mañana tienes que confirmar el lugar donde se
llevara a cabo. —me
recordó haciéndome maldecir por mi distracción, no podía arruinar este proyecto
era demasiado importante.
— ¿Cuantas opciones tenemos?— levante mi rostro y
me encontré con todos observándome, me disculpe y les di la espalda esperando
una respuesta, cuando escuche la cantidad supe que tenía trabajo por hacer y
mas por la cantidad de asistentes que se esperaban. No era cualquier evento y
estaba por arruinarlo.
— ¿Quieres que vaya a la oficina y te lo lleve a tu
casa?
—En este mismo momento salgo a la oficina, te veo
ahí en media hora. — colgué y regrese sobre mis pasos hasta donde estaba mi bolso.
— ¿Que sucede? — pregunto Edward.
—Tengo que ir a la oficina en este mismo momento.
— ¿Cuál es el problema? ¿Porque te sobresaltaste al
escuchar lo de semana de la moda? —pregunto Alice.
—Se los contare después, ahora debo de irme.
—No has comido. —me recordó Edward en un tono ya no
muy amigable.
—Lo hare después. —mentí sabiendo que en realidad
no lo haría, en este momento lo único que me preocupaba era el evento que de
arruinarlo me condenaría de por vida a que mi madre me lo recordara y darle
otra arma a mi padre para asegurar que era una inútil.
— ¡Isabella!— la mirada de Edward era penetrante
—No seas pesado.
—No seas inconsciente. ¿Que puede ser tan
importante que no pueda esperar a que comas?
— ¿Inconsciente? Tú no lo entiendes. —aparte la
mirada molesta de Edward para ver a Esme que se mantenía callada. — lo siento
tanto Esme, pero debo de marcharme.
— ¿Es muy urgente?
—Completamente, lo siento mucho de verdad. —me
disculpe de nuevo y camine hacia la puerta.
—No te llevare a ningún lado si antes no comes algo.
—me amenazo Edward como si fuera una niña pequeña lo que me molesto.
—No me amenaces Cullen, te recuerdo que no necesito
a nadie. Sé como moverme en esta ciudad.
—Bella. —me llamo aparentemente arrepentido.
—Que disfruten su tarde.
Tras conseguir salir de la casa corrí hasta cruzar
la reja llegando hasta la calle. No era
una calle muy transitada, pero tal vez si caminaba un poco daría con alguno, es
esta ciudad había demasiados taxis ¿Dónde estaban cuando uno los necesitaba?
—No era una amenaza— sentí como tomaban mi brazo. —Vamos
te llevo.
—Me iré en taxi. — le dije tirando de mi brazo para
que lo soltara.
—No seas infantil.
— ¿Te parezco infantil ahora?
—Te comportas como una niña— su voz sonaba
desesperada.
—Esta soy yo, ¿ya no te gusta lo que ves? Yo te lo advertí.
—Solo intento ayudarte, pero lo dramatizas todo.
— ¿Dramatizar? —Enarque una ceja molesta—Si en
verdad me quieres ayudar, deberías de comprender que esto es importante para mí.
—Como saber que es importante si no tengo idea de
lo que se trata, te estoy proponiendo que te llevo, pero te estás comportando
como una niña que no obtuvo uno de sus caprichos.
—Ahora soy una niña caprichosa, sabes creo que nos
precipitamos.
— ¿Que estás diciendo?
—Lo de ayer por la noche fue… ¡wow grandioso!, pero
ahí debió de quedar.
—Si eso es lo que crees, perfecto. — sus ojos se
entrecerraron y apretó sus puños
—Lo que creo es que si nos molestamos por algo tan
simple no somos el uno para el otro después de todo. Yo te dije…
—Creo que tienes razón, debemos de pensar bien las cosas,
nos dejamos llevar por lo que sucedió en una noche, si quieres marcharte hazlo.
— ¡Magnifico! soy la chica de una sola noche.
—Eso no es lo que yo pretendía decir. — murmuro
tratando de tomar mi brazo que impedí que alcanzara. Pare un taxi que se acercaba, subí antes de
que el dijera algo, fue ahí cuando me di cuenta de que no habíamos estado
solos, ahí estaban Emmett, Alice y Esme
Sé que me había comportado como una estúpida, pero
debemos de admitir lo obvio, el se merecía algo mejor que yo, su familia me
trataba como una muñequita y desprendían un amor que atemorizaba y me abrumaba,
me sentí una completa inútil al no poder ayudar en ninguna de las tareas de un
hogar, no pude ayudar a terminar de acomodar los cubiertos en el comedor,
equivocaba el lado de los cubiertos algo a lo que Esme no le dio importancia,
pero para mí la tenia. Después en la cocina no pude picar ni mucho menos ayudar
en la preparación era torpe, una niña rica que estaba acostumbrada a que le
hicieran todo, como odiaba a mi madre, jamás me dejo ser una chica normal.
—Son $5.95. —murmuro el hombre sacándome de mis
cavilaciones, tome el primer billete que encontré en mi bolso que resulto ser
de $ 10 dls y le pedí que se quedara con el cambio algo que pareció alegrar al
hombre.
Camine lentamente hasta ingresar al imponente
edificio, salude a los guardias y subí a mi oficina, bufe al notar que sobre mi
escritorio se encontraban una gran cantidad de papeles, todo el trabajo
acumulado de días y del que no me había preocupado en lo absoluto, si pretendía
ponerme al día me esperaba una larga noche. Me deje caer sobre mi silla
despidiéndome del cuento de hadas en el que me deje envolver durante los días
anteriores y dándole la bienvenida a mi realidad.
— ¿Llego a tiempo? — pregunto mi asistente que aun
venia agitada.
—Pasa, acabo de llegar.
—Los lugares están en esta carpeta, les pedí
fotografías recientes, ya sabes que a veces los espacios son muy reducidos ya
que son modificados. —asentí abriendo el sobre y mirando las fotos mientras ella
seguía hablando de los lugares y las ventajas y desventajas que ella había
encontrado en cada uno, poco a poco fui descartando uno a uno unos por su
estructuro que estaba bastante descuidada, otros por los espacios que eran
bastante reducidos.
— ¿Que es lo que buscas? —pregunto al notar que
prácticamente ninguno parecía convencerme.
—Un lugar de estructura más vanguardista, esta
fiesta debe de sobresalir de las demás, no olvides que estarán los mayores
diseñadores y lleno de modelos, actores, cantantes, compositores, estamos
hablando de grandes celebridades y no encaja con ninguno de estos lugares. —le señale
las imágenes. —Ninguno me agrada completamente, ¿que hay del Museo
Metropolitano? sé que no es vanguardista pero tiene gran estilo.
— ¿Hablas en serio?
—Absolutamente, en estas cosas nunca bromeo.
— ¿Tienes una idea de lo que pedirán por él?
— ¿Tienes una idea de lo que estoy dispuesta a
pagar por él? —respondí, notando que ella comprendía que pagaría lo que fuera
por obtenerlo.
—Conseguiré el número y llamare.
—Yo llamare solo consígueme el numero, en lo que
haces eso intentare poner un poco de orden aquí.
—Intentare no tardar.
Una semana y todo el trabajo que se acumulaba,
debía de replantearme el volver a faltar, números, cotizaciones, porcentajes, pagos,
esto era desquiciante. ¿Esto es lo que realmente quería para mí?, ¿que había de
lo que viví durante una semana? los momentos divertidos el saber que no hay que
asistir a grandes eventos o a lugares de moda para divertirme
—No vueles tan alto Isabella, el golpe puede ser
peor— me dije a mi misma por lo que me reprendí después, me estaba volviendo loca
ya que estaba acostumbrándome a hablar conmigo misma.
—Lo conseguí, llama directamente con el Sr. Gerald
Chapman, es el encargado de los eventos que se llevan a cabo. —le agradecí
tomando el numero y marque el numero rogando porque ese hombre fuera un amante
de su trabajo y estuviera ahí un domingo a las 3:30 de la tarde.
Estuve por saltar en mi silla cuando un hombre respondí
y al preguntar por el encargado me dijo que era él. NO podía tener más suerte.
Apenas presentarme me aseguro que ya nos conocíamos de un baile benéfico de la
Unicef en L.A hacia ya un par de menes, forcé mi memoria hasta conseguir
recordar quién era. Fui directamente al grano consiguiendo una negativa ya que tenía
una reserva para una fiesta de gala de arte que aun no estaba confirmada lo que
me daba una ventaja, así que simplemente duplique el pago normal para obtener
el lugar, sabía que el dinero les vendría bien ya que estaba remodelando una de
las secciones por lo que cualquier entrada de dinero extra tenía que ser
bienvenida , mas el señor Chapman se negó ya que decía no poder acceder cuando
ya se había tratado el lugar para alguien mas, utilice varias de mis tácticas
en los negocios hasta la mas simple y hacerle ver que de confirmar se quedarían
con el lugar cuando yo le estaba garantizando obtener el doble.
—No acepta un no por respuesta. —dijo de pronto con
voz divertida.
—La palabra NO, no existe en mi vocabulario, he
aprendido que todo es posible.
—Y lo hace de maravilla, cuente con el lugar. — me
levante de mi silla con una sonrisa al saber que tenia lo que quería. Le
asegure que le llevaría un adelanto del pago al día siguiente y ya cuando
estuviera de frente ultimaríamos los detalles del resto del pago. Me despedí
halagándolo asegurándole que era el mejor trato que podía haber hecho.
—Yo no podría hacer eso. —aseguro mi asistente que
sonreía.
—Es cuestión de práctica. —le reste importancia. —
Es solo hacerles ver que lo que tú les ofreces es mejor y halagándolos también
lo consigues, a un hombre le gusta.
—Ahora entiendo porque muchos te tienen miedo.
—Y deben de tenerlo. —asegure apoyándome en el
respaldo de mi silla. — Siento haberte echo venir, ya puedes regresar a tu
casa. Nos vemos mañana
—Hasta mañana, no te agotes demasiado aun te ves
algo pálida.
—No olvides que siempre he sido así.
—Sabes de lo que hablo, cuídate.
—Gracias.
El resto de la tarde estuve terminando mi trabajo,
agradecí que en esta ocasión los reportes estuvieran bien ya que el tener que
corregirlos implicaba más tiempo. Mi móvil sonó un par de veces las mismas que
lo ignore, estaba segura de quien se trataba y la verdad es que no quería
hablar con ninguno de ellos, opte por apagarlo y de esa manera dejar de
escucharlo y concentrarme en mi trabajo librándome de todo pensamiento que
tuviera que ver con las semana que había concluido.
Cerca de las 8 tome lo que me había hecho falta por
terminar que eran pocos y me fui a mi departamento, detuve un taxi y el
trayecto fue bastante corto por el poco tráfico. Al entrar al edificio salude
al portero que me recibió con una sonrisa cálida. Al llegar a mi departamento
encendí la luz del pasillo y me quede con la espalda recargada en la puerta contemplando el lugar ladee la cabeza al
tiempo que presionaba los papeles contra mi pecho, era un lugar que se parecía
tanto a mí. Tenía su propia personalidad, era imponente y lujoso, pero eso no
le quitaba que fuera un lugar vacio, la apariencia era lo que reinaba, así era
yo.
Me dirigí al despacho y deje sobre el escritorio
los papeles. Sabía que había cometido grandes errores en mi vida, algunos que
eran más difíciles de arreglar pero otros se podían solucionar. Lo cierto es
que yo jamás rogaría, pero al menos podía pedir una disculpa, decidida tome mi
móvil en la bolsa, lo encendí y busque el numero, sabía que debía de hablar con
él y disculparme por mi comportamiento, pero no toda la culpa era mía, él
también tenia no ayudo en nada con sus comentarios consiguiendo una reacción
defensiva de mi parte. Cuando escuche su voz me quede momentáneamente muda.
—Hola Jake— lo salude tentativamente esperando que
me colgara.
—Pero si la que me habla es la Princesa de Hielo. ¿Qué
se te ofrece? —cuestiono
en tono era cortante
—Solo quería hablar contigo. — tome aire y me senté
en el sillón mas cercano. —Lo lamento, sé que no debí de echarte de mi oficina
—Cambiaste, ya no eres mi Bells.
—Todos debemos de cambiar, a veces son las
circunstancias las que te obligan a hacerlo simple sobrevivencia.
—Sabes que no es una justificación, creo que esto
no es bueno hablarlo por teléfono. ¿Estás en tu casa?
—Sí— respondí mirando la habitación recordando que
este departamento era mi nuevo hogar.
— Sabes, me mude. Compre un departamento.
—Ya era hora, era el momento de la rebelión. ¿Puedo ir y platicamos, o
estás muy ocupada?
—Te estaré esperando— le di mi dirección antes de
cortar la llamada y sonreír, al menos mi amigo aun parecía poder perdonarme.
Deje el trabajo de lado y me fui directamente a la
cocina donde encendí la cafetera, una de las pocas cosas que podía hacer bien.
No pasaron ni 15 minutos cuando el timbre sonó, al abrir me encontré con mi
amigo que me veía con una enorme sonrisa y movía una bolsita de papel delante
de mis ojos de papel con el logotipo grabado de una pastelería que hacía mucho
tiempo no visitaba y que ambos habíamos descubierto hace años y a la que nos
hicimos adictos.
—Traje pastel de chocolate, no me dirás que no te
gusta.
—Aun me gusta, pero creo que solo comeré un poco,
hoy comí demasiado. — le dije tratando de sonar segura.
—No sé por qué dices eso, ¿te has visto en un
espejo?— me hice a un lado para que entrara y apenas ver el lugar se olvido de
lo que estaba diciendo. — Esto es increíble.
— ¿Quieres café?
—Sabes que si— fui hasta la cocina con el detrás.
Serví dos tazas que me quito de las manos y nos fuimos a la terraza, dejando
que el viento jugara con mi cabello.
—Jake…
—Solo quiero saber donde esta mi amiga— lleve la
taza a mis labios sin beber— se que nos distanciamos, pero aun antes de
marcharte el semestre pasado a la universidad aun había rastros de mi amiga.
—Cielos Jacob, hablas como si mi universidad
estuviera a kilómetros de aquí y te recuerdo que está en esta misma ciudad. —
le dije rodando los ojos por la exageración.
—Tienes razón, el punto es que eres otra, se que tu
padre aun es un ogro pero no debes de cambiar por él ni por nadie, eres
grandiosa como eres… mejor dicho como eras.
—Se que no debo de hacerlo, pero estoy cansada de
que me tome por una inútil. —dije evitando su mirada.
—Bells, tú no eres nada de eso. — aseguro con voz
suave tomando una de mis manos y dando un ligero apretoncito.
—Podemos dejar de hablar de mis padres y mejor
hablar de nosotros. —pedí.
—Háblame de tus nuevos
amigos— enfatizo las dos últimas palabras y con supe a quienes se dirigía por
lo que simplemente me limite a negar con la cabeza.
—Sabes que no son mis amigos, son compañeros de
facultad, conocidos del mismo círculo social. Sé que a muchos no les gustan
pero son la clase de personas que me tienen rodeada, creo que no tengo otra
alternativa.
—Simplemente alejarte de ellos, sabes no me gustan
para nada, las chicas son catalogadas como unas fáciles— sonreí ácidamente— y
los chicos… no quieres saberlo.
—Eso lo sé Jake, no es nuevo, así es el mundo de
los “niños ricos”— hice unas comillas en el aire en las dos últimas palabras
para después tomar un trozo de pastel con la punta de mi cuchara.
—Tú no eres una de ellos, que hay de nuestra
diversión, ya sabes recorrer el subterráneo, los paseos por central park y
comer hot dog en la calles…
—Aun recuerdas cuando nos perdimos y gracias a eso
conocimos gran parte de las líneas.
—Dios fue casi todo el día ahí abajo, hasta que un
guardia amablemente nos indico como salir. — me sonrió con nostalgia.
—Sí, pensé que dormiríamos ahí.
— ¿Recuerdas la vez que te caíste al lago en
central park?— pregunto antes de soltar una carcajada que me hizo fruncir el
ceño.
—Tú me lanzaste. ¿Ya lo olvidaste? —le recordé como
ese inofensivo empujoncito me hizo perder el equilibrio y caer dentro del lago.
—Fue un ligero empujoncito, que seas completamente
descoordinada no es mi culpa— bufe ignorando la carcajada de mi amigo y me tuve
que levantar al escuchar el teléfono timbrar, me disculpe y fui a contestar en
la sala que era donde estaba el mas cercano.
—Diga
— ¿Donde te habías metido Isabella? — separe el
aparato de mi oreja unos centímetros ante el grito de Alice.
—Hola Alice.
—No me vengas con eso. Te estuvimos marcando a tu
móvil, pero termino enviándonos a buzón, fuimos a buscarte a tu casa y no
estabas, después fuimos a la empresa y ya te habías marchado… ¿Dónde estuviste?
—Estuve trabajando, después vine a mi casa. Esa es
la historia. — dije en tono cansino.
—Si te tardas tu café se enfriara Bells. — grito Jake recordándome que
estaba ahí.
— ¿Quien está contigo? —pregunto la voz grave de
Emmett, una que solo parecía usar cuando estaba molesto.
— ¿Alice, me tienes en altavoz?— pregunte comenzando
a molestarme.
—Todos estamos preocupados por ti.
—Estoy bien, así que no tienen por qué preocuparse.
Y si me disculpas será mejor que hablemos después.
— ¿Cómo que hablar después? ¿Quien está contigo?
—No es posible que tenga que darles explicaciones.
— Me gire desesperada y descubrí a Jake cambiando mi taza por la suya que debía
de estar vacía— Te estoy observando, hay más en la cocina no seas flojo y ve
por mas. —lo reprendí tapando la bocina, mas al parecer de nada sirvió ya que
conseguí que siguieran insistiendo con quien estaba, podía decirlo para que se
tranquilizaran un poco, mas no estaba obligada a darles explicaciones de lo que
hacía o dejara de hacer, una cosa era que aceptara su ayuda y dejara que
estuvieran cerca a mí y otra muy diferente era tener que entregarles cuentas de
cada uno de mis movimientos. —Nos vemos después. — corte justo cuando Jake
entraba con ambas tazas.
—Te serviré un poco más, ya esta frio— asentí
regresando a la terraza, donde regreso unos segundos después con ambas tazas
llenas. — ¿Quien era?
—Nadie importante. —asegure restándole importancia.
— ¿Que harás esta semana? — pregunto bebiendo un
sorbo de su café para después sacar la lengua de manera graciosa, evidentemente
se había quemado.
—Tengo que terminar mi trabajo de titulación,
además Charlie llega el martes. — recordé con pesar, el que ellos regresaran a
la ciudad solo implicaban problemas.
—El ogro regresa al pantano.
—Y se avecina una gran pelea.
—No siempre vas a estar con él. —tomo mi mano. — Ya
era hora de que se diera cuenta de que su mina de oro se ha independizado.
—Hablas como si yo fuera un objeto.
—Lo siento Bells, pero desde hace mucho tiempo tu
padre te ve de esa forma, gracias a ti se ha mantenido entre uno de los hombres
más ricos— eche la cabeza hacia atrás. —Te vez algo agotada.
—Me duele un poco la cabeza. — le dije acariciando
mis sienes.
—Descansa, se dónde vives y el que no esté tu madre
que me trate como un perro pulgoso, me anima mas a venir a verte mas a menudo.
Ya no podrás librarte de mí.
—Nunca quise librarme de ti. Y mi madre…— deje la
frase flotando ya que no había manera de defenderla,
—Bells, tu madre no era y sigue sin ser la mujer
más dulce conmigo.
—No lo es con nadie. — se encogió de hombros
poniéndose de pie. Me ayudo a recoger las cosas y llevarlas a la cocina. Lo
acompañe hasta la puerta donde nos despedimos de una manera amigable, me
aseguro que volvería antes de lo que imaginaba y me dio un beso en la mejilla.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron yo
regrese al interior y puse los platos y tazas a lavar al mismo tiempo que
tiraba los restos de pastel que sabia solo serian una tentación y que no debía
de comer. Me quede un par de horas mas despierta acabando el trabajo que tenía
acumulado y cuando este estuvo listo me estire y apagando todas las luces me
fui a mi cama.
Dentro de unas horas comenzaba una nueva semana, en
la que todo regresaría a la normalidad.
El cuento de hadas se había terminado.
...
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