Sorpresas
Siempre me había gustado la quinta avenida por
muchas razones, pero la principal de todas por lo cerca que estaba Central
Park. Me adentre en un elegante edificio donde de inmediato localice a mi cita.
— ¿Sr. Jackman?— pregunte al hombre que estaba
junto al ascensor jugando con un par de llaves y que no rebasaba los cuarenta.
—Srta. Swan— asentí y estreche su mano.
—Lamento la demora, el tráfico estaba un poco
pesado. —me disculpe al notar que habían pasado solo un par de minutos.
—No se preocupe, sígame.— subí al ascensor en una
plática de lo más trivial, llegamos al piso 25, respire hondo al salir del
ascensor y seguirlo hasta detenernos frente a una puerta doble, introdujo la
llave en la cerradura y me permitió entrar primero.
La luz iluminaba toda la estancia. Deje que mi mirada
recorriera rápidamente todo el departamento mientras una sonrisa se iba
formando en mi rostro.
—Cuenta con 3 habitaciones, 4 baños, estudio,
cocina completa, sala, cuarto de entretenimiento, de lavado y por supuesto una
pequeña terraza—Me encamine hasta los enormes ventanales y abrí la puerta
corrediza que permitía el acceso a la terraza, desde este lugar se apreciaba
Central Park en todo su esplendor.
—La vista es divina.
—Creo que en su totalidad el departamento es
increíble, está muy bien ubicado. — mira hacia ambos lados donde había un par
de edificios y se escuchaba el ruido de la transitada calle que estaba debajo
de nosotros, pero nada de eso le restaba esplendor al departamento.
—Sr. Jackman, usted es el primer asesor
inmobiliario que comprendió que es lo que estaba buscando.
—Y eso que aun no ha visto lo demás— me mostro cada
una de las habitaciones, la recamara principal contaba con un enorme armario.
Justo lo que necesitaba.
—Simplemente fantástico— dije al momento que veía
una repisa especial para colocar mis zapatillas, lo que haría más sencillo
encontrar los adecuados.
—Hay otras opciones, pero lamentablemente no se
encuentran tan cerca de Central Park.
—No entiendo cómo es que no se ha vendido este
departamento.
—Por su precio. —froto sus manos contra su chaqueta
lo que lo hacía parecer algo nervioso. — a muchos les ha gustado, pero cuando
ven el precio deciden que tienen que ver otras opciones.
— ¿Cual es? — me enseño el pecio que había en el
contrato. Solo debo de decir que contenía muchos ceros.
—Es uno de los más caros, entiendo si desea ver
otro…
—Este departamento lo vale, a nombre de quien debo
de hacer el cheque o es que prefieren una transacción.
— ¿Lo va a comprar? —pregunto sorprendido, pero a
la vez parecía satisfecho de venderlo.
— ¡Por supuesto! Este lugar me encanto, es todo lo
que estaba buscando.
—Cualquiera de las formas son aceptadas.
Acordamos que después de dos horas nos
encontraríamos para firmar los papeles correspondientes en compañía de mis
abogados. Él hombre se encontraba emocionado y no podía ocultarlo, al igual que
yo no podía ocultar la alegría de comprar la que sería mi refugio.
—Me sorprende que alguien tan joven sea capaz de comprar
un departamento como este. —comento de manera casual sacándome de mis
pensamientos y volviendo a prestarle toda mi atención. — siento si parezco
entrometido, ¿pero es usted familiar del Sr. Charlie Swan?
—Es mi padre.
—Por supuesto… Swan
— ¿Entonces en 2 hrs en su oficina?
—Si lo prefiere puedo ir personalmente a la suya.
— ¡No!, preferiría que fuera en la suya, además
quiero pedirme un enorme favor. —Asintió—Quiero que esta compra se mantenga solo
entre nosotros, no quiero que nadie y eso incluye a mi padre sepan de esta
compra. ¿Puedo contar con ello?
—Por supuesto. —dijo de inmediato pero me di cuenta
de la mirada de duda en su mirada. — La estaré esperando para firmar los
papeles.
Llegue al vestíbulo junto con el asesor quien aún
seguía sorprendido por la venta. Nos dependimos al salir del edificio y camine
rumbo a mi auto, cuando mi móvil comenzó a sonar un número desconocido apareció
en la pantalla y me debatí en contestar, pero finalmente lo hice ya que podía
ser algo del trabajo y muy importante.
—Si
— ¿Bella?
—Sí, ¿quien habla?
—Soy Rose
—¿Rose? — murmure tratando de recordar y de
inmediato supe de quien se trataba— En que puedo ayudarte Rosalie —pregunte con
curiosidad, era la última persona que esperaba que me llamara.
—Sé que te habíamos invitado a comer mañana, pero
hoy decidimos ir a cenar y queríamos ver si nos deseas acompañar.
—No sé qué es lo que pretenden y porque se aferran
a salir conmigo. Entiendo que son nuevos en la ciudad y que tal vez mi madre te
haya hecho creer que soy algo así como una guía turística, pero no lo soy. Ya
accedí a salir con ustedes mañana ¿Qué más quieren? —pregunte irritada.
—Yo solo intentaba ser amable y tú no eres más que
una de esas niñas ricas: engreída, altanera y berrinchuda; sabes que, olvida lo
esta noche y haz lo que quieras con tu vida—corto la comunicación, retire el móvil
y lo mire incrédula, me había colgado… ¿quien se creía para hacerme a mí algo
como eso? Esa rubia aun tenía mucho que aprender y una de las cosas más
importantes era que yo era superior a ella. “Maldita rubia engreída”
Aproveche que tenía mi móvil en mis manos, para hacer
un par de llamada, la primera fue a uno de nuestros abogados al que más
confianza le tenía, la segunda fue a Megan para que se encargara de buscarme el
numero los números de los mejores decoradores de interiores de la ciudad, ella
pensó que lo que pretendía era remodelar la oficina y solo pude sonreír y
asegurarle que no se trataba de eso, pero que cuando estuviera ahí se lo contaría.
Tras ver que no tenía nada en las dos horas siguientes le asegure que nos veríamos
mas tarde y que me consiguiera un té para cuando llegara.
Durante el tiempo que tenía que esperar visite
algunas de las tiendas que se encontraban cercar comprando solo un par de
cosas, al mirar que faltaba menos de media hora fui a mi auto y me dirigí hasta
las oficinas de mi asesor inmobiliario donde ya me esperaba Scott Wright mi
abogado.
—Bella, la duda me carcome, ¿qué hacemos aquí?
—Quiero que revises un contrato, acabo de comprar
un departamento.
— ¿Charlie al fin te dejara vivir lejos de él?
—enarco una ceja sorprendido, ya que al ser uno de nuestros abogados conocía a
mi padre y sabia lo renuente que era a dejarme vivir por mi cuenta.
—Él aun no lo sabe y espero que siga siendo así.
—dejo escapar un resoplido y asintió.
Una hora después salí del lugar con los papeles
firmados y las llaves de mi nuevo departamento, necesitaba encontrar un buen
decorador que hiciera su trabajo lo más rápido posible.
No tarde en llegar de nuevo a la oficina, lo
primero que vi al llegar a mi piso fue a Megan moviéndose inquieta.
— ¿Te sucede algo?
—Bella, tu té esta sobre tu escritorio. —deje
escapar una sonrisa al saber que es lo que mantenía a mi secretaria en ese
estado de inquietud.
—Entra— reí al ver que se había levantado de un
salto y entraba detrás de mí.
—Me has tenido con esa pregunta todo el día, ¿con
quién fue tu cita? Y ahora porque quieres un decorador de interiores si no
modificaras esta oficina.
—Eres tan predecible. —me senté en mi silla tomando
una taza de té. —Mi cita fue con un asesor inmobiliario.
— ¿Asesor inmobiliario?
—Acabo de comprar un departamento precioso, es por
eso que necesito un decorador de interiores: uno muy bueno, quiere que esté
listo lo antes posible porque necesito mudarme.
— ¿Ya se lo dijiste a tu padre?
—No se lo diré hasta que mi departamento esté listo
y no pueda hacer nada para quitármelo.
—Me avisas con tiempo, quiero estar preparada para
la tercera guerra mundial.
—Se que será malo, pero tengo que hacerlo, ya me
canse de estar viviendo bajo el mismo techo. Yo tengo mi propio dinero, y es
hora de que lo utilice. — le dije sabiendo que si conseguía lo que estaba
buscando no tendría mucho tiempo para disfrutar lo que con tanto trabajo y
esfuerzo me había ganado.
—Lo sé.
—Megan, me conseguiste lo que te pedí.
— ¡Por supuesto que lo conseguí! No olvides que
tienes la secretaria más eficiente, solo no se lo digas a los demás se pueden
sentir celosas.
—Claro que no les diré nada. —salió para ir por lo
que le había pedido. —Gracias Megan
—Su nombre es Patrick Dixon, es el mejor decorador
de New York. ¿Te comunico con él? —asentí
Después de media hora, acordamos vernos en el
departamento esa misma tarde justo cuando terminara mi trabajo.
Así lo hice, me encontré con él. Le mostré el
departamento y sus ideas combinadas con las mías parecían simplemente geniales,
lo que era una ventaja era que él se
encargaría de comprarlo todo y yo pagaría directamente en las tiendas, pero lo
mejor de todo esto era que me había asegurado que podía tenerlo listo en una
semana, solo una semana más me daba el tiempo justo para pensar que decirle a
mis padres.
En vez de dirigirme a mi auto, decidí caminar un
rato por Central Park, sabía que con zapatillas me cansaría rápidamente, pero
valía la pena, disfrutaba hacer esto, aunque siempre lo disfrutaba mas cuando
no lo hacía sola, los recuerdos de cuando pasaba la tarde caminando y riendo
con Jake me hicieron recordar la manera en que lo había tratado y lo tanto arruinado
nuestra amistad.
Él solo quería ayudarme y yo sólo me había
comportado como la clase de chica que fingía ser y que cada vez me quedaba más claro que se
estaba apoderando de mí.
— ¡Cuidado!— me sobresalte al sentir que halaban de
mí. Choque contra algo completamente duro pero de un aroma muy peculiar, abrí
los ojos lentamente y de inmediato sentí como si alguien me tirara agua fría.
— ¡Por favor!, ¿ahora me vigilas?— me separe de sus
brazos y él no opuso resistencia.
—Solo me dirigía a Central Park te vi caminando y
te quise saludar, fue cuando note que cruzarías la calle. —señalo los autos que
pasaban a toda velocidad.
—No me di cuenta.
— ¿Ibas al Parque?
—Creo que es obvio ¿Por qué me querías saludar si
tu y yo no somos amigos?—cruce mis brazos sobre mi pecho y mirándolo con
frialdad— te he tratado mal y sigues insistiendo en hablarme ¿es que eres
masoquista?
— ¿Somos tan inferiores a ti, es que acaso te
avergüenza que te vean con nosotros?
—No— quise decir que sí pero no lo podía hacer
porque mentiría.
—Entonces porque no dejas que nos acerquemos a ti,
Jasper y Rosalie son los hijos del nuevo socio de tu padre y nosotros somos sus
amigos, no conocemos a nadie en esta ciudad.
—No soy la mejor amistad— cruce la calle cuando el
tráfico se encontraba detenido, no me sorprendió que Edward siguiera a mi lado.
—Creo que eso nos toca decidirlo a nosotros. ¿No
crees?
—Les evito que pierdan su tiempo.
—Sé que no nos conocimos de la mejor manera, pero
quizá podamos iniciar de nuevo. —se coloco delante de mí y extendió su mano. —
Hola mi nombre es Edward Cullen, soy Medico— enarque una ceja y mire su mano
que seguía extendida, dude si debía de hacerlo o no.
— Isabella Swan, pero prefiero que me llamen Bella
y podría decirse que soy una ejecutiva en proceso—estreche su mano sintiendo
una pequeña corriente que me hizo retirar mi mano enseguida.
—Un honor conocerla Srta. Swan, he escuchado mucho
sobre usted.
—Espero que cosas buenas, aunque lo dudo mucho. —me
encogí de hombros, evitando su mirada.
—Aunque no lo creas, no fueron cosas malas, todo lo
contrario. —volvió a
colocarse a mi lado. Reanudamos nuestro
camino y poco a poco nos adentramos en el parque.
—Como es posible que ustedes sepan de mi, mientras
yo los desconozco totalmente— intentaba mantener mi rosto rígido, pero de vez
en cuando no podía evitar que una ligera sonrisa se escapara de mis labios.
—No es difícil no conocer nada de ti, eres una
chica importante.
—Mi padre lo es, yo no—gire mi rostro como si el
niño persiguiendo su perro fuera algo fascinante.
—Tú tienes brillo propio, aunque no lo creas. Tu
nombre es muy conocido, aunque solo sea como la chica más dura y de la que
deben de temer.
—Al menos me conocen, ¿cuántos años tienes?
—pregunte mirándolo a los ojos para asegurarme de que no me mintiera.
—Tengo 26.
— ¿En verdad? —me sorprendí, ya que aparentaba ser
más joven.
—De cuantos me veo
—Hubiera jurado que eras de la edad de Alice. Dijiste
que eras medico, ¿qué especialidad?
—Cardiología. —metió las manos en sus bolsillos y
se concentro en mirar al frente.
—Excelente, creo que el ser medico es grandioso,
son personas sorprendentes, su entrega para ayudar a los demás. Personas dignas
de admirar.
—Es grandioso —admitió— creo que siempre es una
satisfacción el ayudar a los demás, el ver que eres aquel que los hace sentirse
felices, pero cuando no puedes hacerlo también es decepcionante.
—Pero apuesto que la mayoría del tiempo está lleno de
satisfacciones.
—En su mayoría. —Sonrió— Como en todo, la vida no
es siempre color de rosa, tiene sus matices.
—En cambio en mi trabajo es algo complicado,
logrando que los demás sufran logras tu felicidad.
— ¿Cómo?
—Para llegar a ser una de las empresas más
importantes, debimos de arruinar a unas cuantas. Orillándolas como si se
tratara de un animalito indefenso y cuando sus defensas estaban por romperse
les ofreces una ayuda que sabes no rechazaran y que finalmente obtendrás lo que
deseabas y siempre por una cantidad inferior, pero que se ven obligados a
vender o quedarse sin nada.
—Suena como algo…
—¿Despiadado, cruel? Sí, eso es lo que soy—por
primera vez en mucho tiempo me sentí extraña de decir estas palabras, siempre
que las escuchaba parecían música para mis oídos, pero decírselas a Edward me
habían hecho sentir… como una especie de monstruo.
Nuestra plática siguió su curso, hasta me olvide lo
detestable que me parecía, era un chico bastante sencillo, hablamos un poco de
todo, me dejo conocerlo un poco más y hasta me inspiro confianza para
platicarle algunas cosas… claro nada relevante
ni revelador.
—Creo que ya es un poco tarde, quedamos de cenar
con los chicos, ¿por qué no vienes?
—No, creo que no sería conveniente. No fui muy
amable con Rosalie.
—Si escuche eso
— ¿Lo escuchaste?
—Estábamos comiendo cuando te llamo y… escuchamos
todo. —dijo como si no tuviera la mayor importancia.
—Si escucharon eso, ¿porque me sigues hablando?
herí a una de tus amigas.
—Ella también tiene un carácter algo irritable. —se
encogió de hombros.
—Gracias por llamarme irritable. —agradecí de
manera sarcástica.
Se disculpo y yo solo le reste importancia.
—¿Vienes con nosotros a cenar? Entiendo que no
pudiste acompañarnos para comer por una cita.— era mi imaginación o su voz
había sonado algo acerada.
—Eran Negocios.
— ¿En algún momento descansas?
—Sí, lo hago. ¿Te han dicho que eres demasiado
curioso?
—Eres la primera. ¿Tu cita era muy importante?
—Si te lo dijera tendría que asegurarme de que no
se lo dijeras a nadie, tal vez te corte la lengua.
— ¿Amenaza? —dijo con diversión.
—Promesa— reí junto él.
—Estoy preparado, solo promete que utilizaras
anestesia— caminábamos rumbo a la quinta avenida donde estaba mi auto y supongo
que su auto, bueno… si tenía uno.
—Sera doloroso… muy doloroso.
—Puedo resistirlo.
— ¿Eres masoquista? —lo mire con curiosidad.
—No que yo sepa. Me lo puedes decir, prometo que no
diré nada
—No sé porque te lo cuento— estábamos cruzando la
calle, cuando me tomo de la mano y se echo a correr, llegamos a la acera justo
cuando los autos comenzaban a avanzar.
—Por poco. —murmuro señalando los autos con las
mirada y sin soltar mi mano que recupere
de inmediato.
—Por cierto, gracias por ambas veces.
—No me agradezcas, mejor cuéntame que hiciste esta
tarde.
—Me reuní con un asesor inmobiliario, compre un
departamento.
— ¿Un departamento? —parecía sorprendido.
—Necesito estar lejos de mis padres.
—Suena como si no te gustara estar con ellos.
—Solo pasamos por un momento difícil— me reprendí
por hablar de mas. Estaba bien que le contara algunas cosas pero él no tenía
porque saber los problemas reales, si con simples sospechas no me podía
deshacer de ellos, no quería ni imaginar si se enteraban de lo que pasaba por
mi cabeza en estos momentos.
— ¿Segura? — asentí escuchando una voz en mi mente
gritar "Mientes, ambos se odian"
—Claro, además necesito independencia.
—Sé lo que es eso, yo aun sigo buscando el mío.
—La inmobiliaria nguyen es buena, deberías de
visitarlos. Recuérdamelo mañana, tengo el número en mi oficina.
—No lo olvidare, además mañana iremos a comer, y no
tienes manera de escapar.
—No iré a ningún lado, ¿tú no estarás ahí?
—Tengo que presentarme mañana en el hospital, pero
estaré para la comida, solo tengo medio turno en estos momentos— me sentí extraña
y desanimada cuando vi que estábamos a unos pasos de mi auto.
—Que te diviertas en tu trabajo— sonreí de manera
sincera.
—Y tú en el tuyo.
—Claro me divertiré aplastando a unos cuantos— por
primera vez no me sentí para nada bien el decir esas palabras, abrió la puerta
de mi auto para que subiera.
—Creo que eso aparentas, pero tal vez seas
diferente.
—Se nota que no me conoces.
—Conozco solo lo que me has contado, pero me
gustaría conocerte en su totalidad, sin duda eres una chica fascinante.
—Buenas noches Edward— subí a mi auto antes de
cerrar la puerta lo escuche susurra un buenas noches, arranque sin mirar atrás.
Tome mi móvil, tenía que hacer algo, en verdad que
era urgente, necesitaba una escapatoria y replantearme mis objetivos, uno el
cual era el principal no debía de cambiar aunque debía de comenzar a actuar más
rápidamente antes de que alguien se interpusiera para arruinarlo.
…
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