El trato que unió nuestras vidas: Capitulo 8





  TORPE

El día de regresar a casa había llegado, debíamos de volver a nuestras actividades normales y mostrarnos ante la sociedad como una feliz pareja, no negaré que lo éramos, nos entendíamos mejor de lo que pensé en un inicio, pero la gentileza y la cordialidad no se comparaban con el amor que yo había esperado encontrar, entre nosotros solo había una gran amistad unida por intimidad.


—Pequeña despierta, ya llegamos— susurró para despertarme suavemente cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de la ciudad. Tomamos nuestro equipaje y subimos al automóvil que Carlisle había mandado a que nos buscara, para conducirnos hasta nuestra casa. Era extraño tener que llamar hogar a este lugar. Al llegar nos encontramos con una mujer de cerca de 40 años y 2 chicas más jóvenes que nos recibieron presentándose como las que se encargarían de arreglar la casa, tanto mi madre como Esme las habían contratado por ordenes de Edward.

Tomó mi mano y me dirigió hacia nuestra habitación para poder arreglarnos y presentarnos en nuestros puestos. La habitación era enorme contaba con dos amplios armarios y un baño espléndido dónde había una tina de hidromasaje, el espejo era de cuerpo completo justo lo que toda mujer desea.

—Veo que te gusta la habitación— entró abrochándose la camisa, se acercó a besar mi cuello—date prisa o no llegarás a tiempo.

—Tienes razón, me iré a cambiar— fui al armario donde se encontraba toda mi ropa, tome un vestido ajustado de manga corta y cuello redondo, una zapatillas y solo faltaba el maquillaje y los accesorios. Me maquillé frente al espejo del tocador y busqué entre los cajones hasta dar con la cajita donde guardaba parte de mis joyas, la encontré después de una larga búsqueda y tome unos pendiente, entre al baño para lavarme los dientes y acomodar mi cabello.

—Bellísima—susurró, Haciendo que colocara los ojos en blanco. Noté el nudo de su corbata algo chueco, enjuagué mi boca y deshice el nudo de su corbata para rehacerlo. Él solo enarcó una ceja.

— ¿Es que acaso Esme es la que te arreglaba la corbata?— me burlé mientras la acomodaba a su cuello.

—Lo hacía yo, pero veo que tú querrás hacerlo.

—No te acostumbres, Cullen—palmeé su pecho. Tomé un bolso con lo esencial y salí rumbo al garaje donde esperaba estuviera mi auto. Me alegré de ver que ahí estaba mi hermoso Audi rojo. Quité el seguro y antes de subir una mano se cerró en torno a uno de mis brazos.

—No planeabas irte sin despedirte—enarqué una ceja y él se apoderó de mis labios provocando que mis piernas flaquearan—es solo para que me tengas presente.

—El rojo te queda bien— señalé sus labios que se habían impregnado de mi labial, los acaricié con los míos antes de subir a mi auto y salir de ahí. Noté que iba detrás de mí hasta llegar a una de las avenidas principales que él tomó y yo tomé un camino más corto.

Las miradas se posaron en mí al entrar en el edificio. Aunque todos se mostraban indiferentes, sabía que aún se preguntaban la razón de mi repentino matrimonio. Entré en la sala de juntas mientras veía a todos acomodándose en sus habituales asientos, la sonrisa burlona de James me advirtió que pronto habría un interrogatorio. Me acerqué a mi padre que se levantó con una enorme sonrisa.

—Buenos días cariño, veo que fue una excelente viaje—me abrazó.

—La pasamos muy bien, pero creo que eso lo hablaremos después, es hora de comenzar—asintió, al momento que mandaba a todos a tomar su lugar y comenzar con el tema a tratar. Mientras yo leía el informe que tenía delante, escuché a varios de los miembros dar sus puntos de vista, como siempre.

— ¿Qué nos puede decir al respecto Isabella?

—Con honestidad en este momento no soy capaz de hablar sobre este tema ya que no es de mi total conocimiento— apunté, jugando con la pluma que tenía en mis manos, no me gustaba admitir que no podía dar una opinión, pero era mejor admitirlo que decir una tontería.

—¿Es que ahora qué te has casado planeas dejar la empresa para convertirte en una típica ama de casa?—Cuestionó uno de los hombres quien hasta ahora era quien parecía odiarme. No pude evitar molestarme.

—Dorian, sé que lo que esperas es que yo renuncie para ascender a la vicepresidencia de esta empresa—comencé con voz sedosa— pero quiero que sepas que si yo estoy en este puesto no es por ser una Swan, es por mi capacidad para los negocios, algo de lo que tú careces aparentemente.

—Hasta cuando te darás cuenta de que este es un negocio para hombres y tu solo estas aquí por ser una Swan—levantó la voz.

—Basta Dorian—amenazó mi padre.

—Yo he demostrado ser eficiente, algo que tú no has podido debido a tu incapacidad, y lo que yo decida hacer con mi vida es algo que solo me concierne a mí, el hecho de que esté casada no cambia nada, seguiré manteniendo mi puesto como lo he hecho hasta ahora— lo dije lentamente con voz amenazante

—El primer día y ya nos mostró que es incapaz de un equilibrio, no puede estar al pendiente de la empresa y su matrimonio, es mejor que deje este trabajo para los que realmente son capaces y se dedique a las labores del hogar.

—Al término de esta junta, en mi oficina Dorian— gruñó mi padre.

—Sabes que tengo razón Charlie, ésta es una profesión para hombres— se levantó rojo de la ira.

—En eso difiero con usted, Isabella ha demostrado ser una excelente ejecutiva, es una lástima que esté en el pasado y no se dé cuenta de que tanto hombres como mujeres tenemos las mismas oportunidades, y debemos de aceptar que algunas veces ellas son mejores que nosotros en áreas que nosotros creíamos que no podían serlo, Bella nos ha demostrado que es una mujer capaz y experta— me giré para ver a mi esposo con el semblante molesto, estaba parado en la entrada junto a Carlisle.

—Creo que el ser su esposo le impide ver con claridad las cosas— noté que iba a protestar, así que me adelanté.

—Yo soy capaz y siempre lo he demostrado, por algo obtuve este puesto y lo he mantenido, aunque por lo que recuerdo estábamos hablando de las cuentas McCartney y no de por qué estoy como vicepresidenta de esta empresa.

—Terminaremos después— señaló mi padre. Me levanté tomando mis cosas y saliendo de la sala, estaba furiosa, ese hombre se había extralimitado y más encima Edward había aparecido como mi salvador dejándome como si yo no pudiera arreglar estos asuntos por mi cuenta.

—Sra. Cullen—me detuve al escuchar la manera en que mi secretaria me había llamado, aún no me lograba acostumbrar a este cambio.

— Podrías traerme un café cargado y con una cucharadita de azúcar—asintió al tiempo que me entregaba un par de carpetas con documentos que debía revisar de manera inmediata. Entré a mi oficina dejando los papeles sobre mi escritorio y encendí la computadora para comenzar a trabajar, la puerta se abrió y vi a James entrar con el café en sus manos.

—Gracias—recibí agradecida la taza que me extendía.

—Dorian fue grosero y esta vez tu padre estaba furioso.

—Y crees que yo no me siento de esa manera, ese hombre me llamo incompetente, cuando el único incompetente en esta empresa es él, si no ha subido de puesto es por su incapacidad—tomé un sorbo de mi café quemándome la lengua y provocando la risa de mi amigo.

—Siempre te sucede lo mismo—negó sonriendo abiertamente ante mi pequeño accidente.

—Idiota—murmuré logrando que su sonrisa se ampliara—Te importaría si me…—me detuve al escuchar la puerta abrirse, sin decir una sola palabra entró Edward— James me permites hablar con mi esposo y más tarde espero un informe de los movimientos que hubo durante mi ausencia.

—Claro, le diré a Lauren que me llame en cuanto te desocupes.

—Gracias— salió no sin antes saludar a Edward. Me levanté de mi lugar y me paré frente a mi escritorio.

—¿Ese hombre siempre es así contigo?— apoyé mi cadera en el escritorio.

—¿Por qué te metiste en un asunto que no te concierne?—le recriminé tensándome al ver que se acercaba.

—Eres mi esposa y no voy a permitir que nadie te hable de la manera que lo hizo ese hombre.

—Puedo defenderme sola, que no te das cuenta que con ello solo le diste a entender que necesito quien me defienda y no es así, yo me puedo defender sola ¡Maldita sea!

—No dudo que puedas hacerlo, pero todos deben de saber que cuando se meten contigo se meten conmigo, y nadie hace eso si sabe lo que le conviene.

—Estoy acostumbrada a lidiar con esta clase de hombres, y quede claro no soy de tu propiedad— gruñí.

—Eres mía, mi esposa y mi mujer en todos los sentidos—me estremecí al escucharlo proclamarme como suya.

—Eso no justifica que te metas en mis asuntos, desde ahora quiero que me dejes arreglar las cosas por mí, no quiero que interfieras de nuevo—le advertí golpeando su pecho con mi dedo.

—Me meteré cuantas veces sea necesario, entiende que nadie se mete con lo que me pertenece.

—Si es así, no te quiero en mi territorio.

— ¿Tu territorio?, es que ahora vamos a marcar límites— tomó mis brazos y me acercó a su cuerpo.

—Vete, no quiero seguir viéndote.
—Cuánto lo siento. Me tendrás que ver porque soy tu esposo ¿y adivina?, me darán una oficina aquí, ya que este edificio será el central después de nuestra fusión.

—Inconcebible—gruñí—entonces vete a tu nueva oficina y déjame sola.

—No.

—¡Has dicho que no!—estaba molesta y el parecía divertirse.

—Eso fue lo que dije.

—Te quiero lejos, ahora—intenté zafarme, pero apretó más su agarre. Antes de que volviera a protestar me pegó a su cuerpo y unió nuestros labios. Intenté separarme de él, pero no me dejó, colocó una mano en mi nuca y la otra me obligó a sentarme sobre el escritorio y se metió entre mis piernas hasta donde mi vestimenta le permitía, rompí el contacto en busca de oxigeno.

— ¿Qué es lo que crees que haces? — golpeé su pecho, mi voz era entrecortada, me volvió a besar mientras acariciaba cada relieve de mi cuerpo, poco a poco me fui relajando hasta que envolví mis brazos en su cuello, sintiendo como pegaba mi cadera a la suya, sabía que a esas alturas mi vestido debía de estar demasiado arriba de su lugar, me separé de sus labios sin poder evitar pasar mi lengua sobre los míos.

—Parece que logré controlar a la fierecilla—Se burló. Bufé molesta, separándolo de mi cuerpo para poder bajarme del escritorio y acomodar mi vestido—eres como una gatita.

—Ahora me comparas con animales, ¡Perfecto! — levanté los brazos exasperada.

—A lo que me refiero es que eres como una gatita, tierna cuando está relajada, saca las garras cuando está molesta y apasionada en la cama— entrecerré los ojos abriendo y cerrando mi boca al escuchar su conclusión, me acomodé en mi silla nuevamente.

—Largo— señalé la puerta

—No amor—se acercó atrapándome, se inclinó apoyando sus manos en los brazos de la silla, si él quería jugar esta vez seria yo la que tomaría las riendas. Tomé su rostro entre mis manos y lo atraje a mis labios, lo besé con mayor intensidad de lo que lo había hecho antes. Claro siempre que era yo quien iniciara los besos que eran pocas hasta ahora. Mordí su labio inferior arrancándole un gruñido muy satisfactorio.

—Lamento interrumpir— me giré bruscamente al ver a mi padre apoyado en la puerta con una ceja levantada, sonrió de lado al ver que tenía nuestra atención— Ven a mi oficina Bella.

—Voy— aventé a Edward cuando la puerta se cerró, él solo sonrió— es tu culpa.

—Tú fuiste la que me besó— dijo antes de abrir la puerta y dejarme salir, le saqué la lengua y él rodo los ojos.

—Nos vemos para comer— me robó un beso antes de marcharse hacia el otro extremo del pasillo, le lancé una mirada dura a Lauren que no dejaba de ver a mi esposo, ella pareció captar el mensaje ya que regresó su atención al cuaderno que tenía delante.

Tomé el ascensor para subir al piso donde se encontraba la oficina de mi padre. Lo ocurrido esta mañana en la sala de juntas había sido completamente una proclamación de guerra, ese hombre deseaba mi puesto y lo quería obtener de cualquier manera. Saludé a la secretaria de mi padre que me indicó que me estaba esperando. Un par de golpecitos en la puerta y un "pase", fue lo que me hizo entrar, me indicó que me sentara mientras atendía una llamada, me levanté y me serví una taza de café en lo que el terminaba, le di un pequeño sorbo cuidando de esta vez no quemarme.

—Lo siento cariño, una llamada importante.

—No te preocupes, sé lo es eso, dime de qué deseas hablar— se levantó y se acomodó en la silla junto a mí.

—Sobre el incidente de esta mañana.

—Sabes que ese hombre aún piensa que el puesto que tengo es solo por ser una Swan, pero nosotros sabemos que no es así, si tengo este puesto es porque soy eficiente, soy la persona calificada para llevar las riendas de ésta empresa, fui evaluada al igual que todos los que se habían postulado para obtener la Vicepresidencia.

—Eso lo sé cariño y el resto también lo sabe, pero Dorian se empeña en que él debía de ser el Vicepresidente.

—No porque sea socio implica que deba de obtener ese cargo.

—Estuvimos hablando muy seriamente de su comportamiento y decidí que si este incidente se repite compraré sus acciones y quedara fuera, no permitiré que siga…

—Puedo hacerme cargo de esto papá.

—Sé que eres capaz de hacerlo, pero no permitiré que siga sucediendo esto— enarqué una ceja y pareció comprender—Edward estaba muy molesto y yo lo entiendo.

—Ya se lo dije a Edward, quiero que me dejen hacer cargo de mis cosas, siempre he sido independiente y el hecho de que esté casada no cambia nada, y espero que tú te sigas manteniendo al margen de esta situación—tomó mi mano acariciando el dorso con su pulgar.

—Lo entiendo mi niña, mejor cuéntame ahora que tal les fue.

—Bien papá— no pude evitar sonrojarme.

—No me cabe la menor duda después de lo que vi hace un rato, pero me intriga algo.

— ¿Qué es eso? —pregunté aunque sabía de lo que se trataba.

—Sé que este no es un matrimonio normal, es algo que ambos aceptaron y es extraño encontrarlos en esa clase de situaciones, era más razonable encontrarlos peleando, ya que tú no eres lo que se denomina dócil.

—Sé que no es el matrimonio esperado, pero las circunstancias nos llevaron a esto y ambos decidimos intentar que funcione— tomé un poco más de café y giré para ver por la ventana.

—Lo siento cariño, me siento culpable de que tuvieras que hacer esto, sé que hubieras deseado de otra manera.

—No lo niego, pero hay cosas que valen la pena y esta es una de ellas— y vaya que  tenía sus ventajas, las maravillosas noches no las cambiaría por nada, pero también era consciente de que esto era una farsa y cuando el peligro pasara, él querría recuperar su libertad y yo debería de seguir, en esta relación no podía haber sentimientos de por medio, no podía dejarme envolver.

—Hicimos reservaciones para cenar esta noche en un restaurante nuevo que sugirió Esme, cabe destacar que ambas están ansiosas de verlos.

—¿Por qué no me extraña?, pensé que al llegar, mi madre me estaría esperando en mi oficina.

—La conoces bastante bien—se burló.— eso planeaba hacer, pero la persuadí de que era mejor que se vieran hasta la cena ya que estarías muy ocupada.

—Gracias papá. ¿Me podrías explicar cómo está eso de que Edward se establecerá en este edificio?

—La fusión se ha realizado así que decidimos con Carlisle elegir un Edificio como el principal y elegimos este ya que esta mejor ubicado, además…— me obligó a levantarme, me llevó a la ventana y me señaló un edificio que estaba en reparación junto al nuestro— ese edificio lo compró Carlisle, están terminando la remodelación para instalarse, se agregará un puente para conectar ambos edificios.

—Ya tienen todo arreglado— él asintió.

—Edward estará aquí cuidando de cerca las inversiones de nuestra fusión.

—Entiendo.

Platicamos un rato más sobre asuntos de la empresa, me dio un par de inversiones a revisar y me pidió que le avisara a Edward sobre nuestra cena de esta misma noche, le dejé los papeles a Lauren para que los dejara sobre mi escritorio y llamara a James mientras yo iba a la oficina de mi flamante esposo. La chica fuera de su oficina no debía de ser mayor que yo y estaba envuelta en un latero de papeles, me saludó de manera amable y avisó a mi esposo de mi presencia, me indicó que me esperaba y entré para encontrarme a Edward frente a su computadora y una chica junto a él indicándole un par de cosas, claro dejando sus atributos al descubierto, era tan vulgar.

—Espero no interrumpir— la chica me lanzó una mirada penetrante, con eso me había demostrado que no sabía quién era.

—Claro que no—Respondió mi esposo. Me acerqué hasta quedar frente a su escritorio.

—Mi padre me informó que han hecho reservaciones en un restaurante para cenar esta noche, ya que tanto Esme como mi madre están ansiosas por vernos, aunque a mi parecer quieren saber todos los detalles— sonreí de lado y él me imitó.

—Ahora entiendo por qué se llevan tan bien ambas— enarqué una ceja sin dejar de mirar a la chica que prácticamente me estaba asesinando con la mirada— lo siento, Bella te presentó a Stella, es el remplazo de mi asistente y Stella, ella es mi esposa.

—Isabella Swan—le lancé una mirada de advertencia que al parecer comprendió ya que se reincorporo ocultando sus atributos—Los dejo para que sigan "trabajando" —resalté la última palabra antes de dirigirme a la puerta.

—Bella…

—Tengo mucho trabajo así que no podré comer contigo— Salí sin dejar que dijera una sola palabra más.

En mi oficina me encontré con James que giraba en mi silla como un niño pequeño, me vio cuando entré, pero no se quitó de mi lugar, simplemente se acomodó dejando sus manos sobre el escritorio.

—Bueno Srta. Swan, disculpe, Sra. Cullen, ¿por qué me ocultaste durante tanto tiempo tu relación con Cullen?—y el interrogatorio de mi amigo había comenzado, tenía que guardar la calma y pensar bien mis respuestas.

—Hay cosas que prefiero mantener en privado y esta fue una de esas, prefería que nadie lo supiera por si esto no resultaba.

—Bella, jamás pensé que tú serías la que sacaría del mercado a Edward Cullen— rodé los ojos.

—No hables como si se tratara de una mercancía, sé que no soy el tipo de chicas con las que estaban acostumbrados a verlo, pero sucedió—me encogí de hombros.

—Hay algo más que no me quieres contar.

—Mejor pongamos manos a la obra si quiero salir temprano de esta oficina— lo obligué a que se levantara y comenzamos a trabajar, alternando tiempo para respirar y hablar de otras cosas, su relación con Victoria iba mejor de lo que me lo hubiera pensado cualquiera, se disculpó para salir a comer viendo que yo no tenía intensiones de hacerlo.

Y la verdad es que no tenía hambre, aún tenía en mi cabeza la imagen de esa chica que estaba junto a Edward. Ella poseía las curvas que a mi me faltaban, tenía la seguridad para mostrar su cuerpo aunque fuera de una manera vulgar. ¿Por qué me sentía de esta manera?, no podía ser lo que creía que era, no podía estar celosa, para estarlo debería de sentir algo más por él y era algo que no me podía permitir, eché mi cabeza hacia atrás cubriendo mi rostro con mis manos.

— ¿Ya viste la hora que es? — Negué sin verlo, regrese la vista a la pantalla— pasan de las 3 y Lauren me dijo que no habías salido a comer.

—Tengo que terminar un par de notas y después iré a comer— me giré y lo vi con una cajita de comida china.

—Mejor me aseguro de que lo hagas—me la entregó y tomó asiento.

—No planeas quedarte o ¿sí? —me senté frente a él mientras comía lo que me había llevado, debo de admitir que había sido la mejor elección, platicamos de la manera en que manejaríamos lo de la fusión, se marchó cuando James regresó para seguir trabajando, evité los comentario burlones de mi amigo al respecto de que mi esposo me había llevado algo de comer.

Salí de la oficina con el tiempo encima, tomé un par de atajos hasta llegar a casa, estacioné mi auto y entré corriendo a mi habitación. Me desvestía mientras observaba qué es lo que usaría para esta noche, tomé un conjunto de falda amplia que mi madre me había regalado de su último viaje a Milán, hace menos de un mes y que no había tenido oportunidad de usar, lo extendí sobre la cama y entré a la ducha. En menos de 10 minutos estaba de regreso en la habitación, retiré la toalla de mi cuerpo para vestirme.

—Ese color te va bien— levanté la toalla y cubrí mi cuerpo de nuevo, la risa de Edward inundó la habitación. Bufé ignorándolo y comenzando a vestirme.

—Podrías darte prisa, tenemos poco menos de una hora para estar en el restaurante—le lancé la toalla mojada que él atrapó antes de que lo golpeara.

—Quizá nos tardemos un poco— me besó apretándome contra su cuerpo, me dejó jadeante y queriendo más.

—No podemos, tenemos que estar con nuestros padres.

—Ellos entenderán pequeña— me tumbó sobre la cama atrapándome con su cuerpo, repartiendo pequeños besos en mi cuello hasta mi escote.

—Tienes que arreglarte o me iré sin ti— lo separé de mí, gruñendo y diciendo cosas que no logré entender. Entró en el baño y me reí al escuchar su grito "Regresaremos pronto", me peiné y maquillé justo en el tiempo que le tomó a Edward estar listo.

Apenas entramos al restaurante vi a mi madre y Esme levantarse para llamarnos, caminé hasta llegar junto a mi madre quien me abrazó efusivamente, seguida por Esme. Me acomodé en la silla junto a mi padre y Edward a mi lado. Ordenamos de cenar mientras disfrutábamos de una excelente copa de vino, la mano de Edward se acomodó en mi rodilla provocando que brincara.

—Cuéntenos como les fue en su luna de miel— preguntó Esme ignorando la mirada severa de Carlisle.

—Fue magnífica, nos dio tiempo para nosotros—sonreí.

—No puedes quejarte de las Bahamas cariño, cualquiera desearía que la llevaran ahí en su luna de miel.

—Por esa parte no puedo quejarme—me alegré de ver que la comida había llegado, seguimos hablando mientras escuchaba las bromas de mi padre con Carlisle, las miradas asesinas lanzadas por mi madre y las negativas de Esme, eran divertidas.

Cambie de lugar a mi padre para sentarme junto a mi madre y Esme que no paraban de preguntar un par de cosas, intentando entrar en detalles más profundos. Me mantenía sonrojada ante la cantidad de cosas que se les podía ocurrir a este par, me sentí aliviada cuando mi padre indicó que era mejor que nos marcháramos ya que era tarde y al día siguiente debíamos trabajar. Me despedí de mis suegros y mi padre, al final de mi madre que me desconcertó con su comentario "Espero que te estés cuidando", me dio un beso y se marchó junto con mi padre.

No tardamos en llegar a casa. En el camino estuve en silencio intentando descifrar las palabras de mi madre, justo cuando el auto se detuvo fue que todo se aclaró, lo que no comprendía es como ella se había dado cuenta de lo que compartíamos con Edward, bueno supongo que no era difícil de imaginar. Había tomado mis precauciones, desde hace tiempo yo tomaba la píldora para regular mi ciclo y a la vez me mantenía protegida; algo que agradecía ya que pocas eran las veces que Edward había tomado la iniciativa de cuidarse. Bajé del auto evitando alejar pensamientos extraños, entré directamente hasta nuestra habitación y a los pocos segundos Edward se me unió y comenzó a besarme, le respondí con la misma intensidad, sintiendo sus manos quitar las prendas que cubrían mi cuerpo, me tumbó sobre la cama cuando solo estaba en ropa interior, el juego previo fue corto, pero no por eso menos placentero, me dejé guiar por sus caricias y los movimientos rápidos de su cuerpo que me hacían vibrar.

Tres meses habían pasado y nuestra relación era la misma que un inicio, había afecto, pero no amor, me había acostumbrado a estar con él, compartíamos varios intereses lo que nos hacía más llevadero este matrimonio, amábamos la música clásica y las buenas obras de teatro, acudir a las galerías para admirar los excelentes cuadros y las esculturas de un artista nuevo, las cenas y compromisos de sociedad no se hacían esperar, pero lo que más disfrutaba era estar en nuestra maravillosa casa, me permitía ser yo misma sin ningún tipo de máscaras, podía estar simplemente en jeans con una hermosa blusa, dejaba las formalidades para cuando estuviéramos fuera de este lugar.

Los negocios iban marchando bien y es por estos que durante dos semanas apenas y nos vimos, ambos viajamos a diferentes ciudades. Me encantaba la intimidad que compartíamos, me había enseñado a mostrarme más atrevida en la cama y de verdad que eso me hacía disfrutar más del placer que me proporcionaba y de la misma manera retribuirle un poco.

Seguía frecuentando a mis amigas que seguían con sus agitadas vidas. Tanya seguía en la busca de ese hombre perfecto que le diera todo lo que deseaba y que estuviera dispuesto a compartir su vida loca, las noches en los bares, los desayunos de sociedad, y las cenas de beneficencia; Rose seguía junto con el oso, ambos eran famosos, pero juntos formaban una de las parejas más impresionantes. Él era guapo, por su complexión tenía un aspecto temible pero si lo observabas bien parecía un niño, en estos momentos él se estaba tomando una semana libre antes del próximo juego y sorprendentemente se había ido a Sídney donde Rose casualmente estaba haciendo una sesión fotográfica; claro y no puedo olvidar a mi amiga la duende, estaba histérica y hasta se había vuelto algo bipolar, Jasper había regresado y lo primero que había hecho era ir a buscar a mi amiga que no paró de reclamar su abandono y comenzó a ignorarlo, después aceptó volver a salir, un día hablaba de lo grandioso que era y lo mucho que lo amaba y al siguiente se quejaba de alguna cosa que no le hubiera parecido, o simplemente por el hecho de que se había ido por un largo tiempo. Todas contaban sus aventuras mientras que yo solo hablaba de mi vida color de rosa, esa que fingíamos tener, pero que no era más que una pantalla ya que no era suficiente, yo quería que Edward me quisiera de verdad, que sintiera ese sentimiento especial y no solo me viera como su amiga o su compañera en turno.

Había caído en el lugar que había querido evitar, me había enamorado de mi esposo, era un hombre encantador, caballeroso, Inteligente, carismático, bondadoso entre muchas cosas más, pero para el yo no era más que su amiga, esa con la que el compartía demasiada intimidad. Los celos me rodeaban cuando veía a esas exuberantes chicas que se le acercaban, tocaban su brazo o reía de una manera escandalosa para llamar su atención, es justo por esta razón que había comenzado a odiar asistir a esos eventos de caridad que solo me provocaban dolores de estómago, él sonreía y hablaba con cada una de las chicas que morían por terminar en su cama, recordé el ultimo evento de caridad al que habíamos asistido y aún me sonrojaba al recordar mis palabras.

Vamos Edward, tú debes de estar justo ahíseñaló la despampanante rubia que se había colgado del brazo de mi esposo quien sonreía.

No veo la razón de tener que estar en ese sitio—respondió envolviendo mi cintura con su brazo libre.

Eres uno de los principales patrocinadores para este evento—aunque sabía que era verdad y que su lugar estaba donde la chica señalaba, al menos durante la subasta, pero eso no justificaba que se colgara de su brazo— ¿Verdad que no te molesta que me lo lleve unos minutos?

No hay problema entiendo que debes de estar al frente—tomé lo que restaba en mi copa, nuestras miradas se mantuvieron fijas, sabía que estaba intentando leer lo que pasaba por mi mente en ese momento.

Ves Edward, es hora de irnos—tomó su mano y justo en ese momento tomé su mano libre, ganándome la atención de ambos.

Diviértete, pero no olvides que a casa regresas conmigo, cariño—le di un beso en los labios dejando a la chica aturdida por mis palabras y Edward con una sonrisa burlona, pero había sorpresa en sus ojos, di media vuelta y desaparecí entre los asistentes.

Lo admito, fue una situación que me sobrepasó, me comporté como una niña que deja en claro sus pertenencias, pero no me importó, sé de lo que muchas mujeres son capaces por conseguir algo que desean y sé que lo que muchas desean es estar en la cama de Edward y no las culpaba, Edward era un excelente amante como lo había dicho en un principio, solo que ahora no estaba dispuesta a compartirlo con nadie.

Esa noche al llegar a nuestra habitación él aún poseía la sonrisa en su rostro, esa que había aparecido después de que dejé claro que él era mío, me odiaba por dejar que mis celos salieran a flote. Me quité los pendientes y las horquillas dejando mi cabello suelto sobre mis hombros.

—Tengo algo para ti—me giré para verlo, pero note que sus manos estaban vacías—Está en el baño.

—Voy a desmaquillarme y veré lo que dejaste en el baño—me quedé frente al espejo fingiendo estar desabrochando la gargantilla, pero en realidad estaba viendo la manera en que él se desprendía de la corbata y su camisa, moví mi cabeza un par de veces y entré al baño cerrando la puerta tras de mí.

Ahí en el lavamanos estaba une bolsa rosa que solo podía ser de una tienda Victoria's Secret. Me pregunte si debía ver su contenido, finalmente la abrí con cuidado como si de ahí dentro fuera a salir algo que me mordiera, me encontré con un babydoll de dos piezas simplemente divino, era negro con pequeñas bolitas blancas y encaje en el pecho, me mordí el labio debatiéndome en ponérmelo o ir a buscar algo más.

Sin pensarlo más me desvestí y me coloqué el regalo, me desmaquillé y agarré mi cabello en una coleta. Respiré profundamente antes de decidirme a regresar a la habitación, apagué la luz del baño. Cuando abrí la puerta nuestra habitación solo era iluminada por una luz tenue, me detuve en seco al verlo sentado en el borde de la cama con la vista fija en mí, mis mejillas ardieron y me tensé al verlo acercarse con la mirada oscurecida.

—Mucho mejor de lo que me imaginaba—sus dedos se deslizaron por mis brazos haciéndome cerrar los ojos para disfrutar de esa sensación—aunque falta algo—pensé si había olvidado algo más en la bolsa, pero sus manos soltaron mi cabello dejando que callera sobre mi espalda como una cascada de rizos castaños—Mucho mejor, me encantas con el cabello suelto.

—Creo que debo de agradecérselo a tu asistente—me tomó de la cintura levantándome, obligándome a envolver mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello, se apoderó de mis labios, hundí mis dedos en su cabello, moví mi cadera para acomodarme provocando un jadeo de su parte, me dejó caer sobre la cama, abrí los ojos y noté su mirada recorrerme, un escalofrió me atravesó, se acomodó sobre mí hasta dejar su frente sobre la mía, solo nuestro aliento se mezclaba.

—No tienes nada que agradecerle a mi asistente, este camisón lo compré yo—intenté encontrar en su mirada si mentía, pero me decía la verdad.

— ¿Entraste a Victoria's Secret?

—Fui a un desayuno con unos nuevos clientes y tomé un atajo que me dejó cerca de la tienda y en cuanto la vi solo pude pensar en ti, así que entré y creo que no están muy acostumbradas a ver hombres ahí ya que parecían sorprendidas, pero valió la pena, luces divina.

— ¿En verdad lo hiciste? —no pude evitar sonreír.

—No fue muy gracioso, por primera vez me sentí fuera de lugar, escuché a una mujer murmurar que si era posible que yo fuera Homosexual—aunque estuve a punto de reír no lo hice y solo acaricié su rostro con el dorso de mi mano.

—Esa mujer está muy equivocada.

— ¿Te gustó tu regalo?

—Sabes, no sé si este regalo es precisamente para mí, tú pareces disfrutarlo más—asintió abiertamente—pero gracias, es hermoso, además es mejor ya que lo elegiste tú.

Tomé su rostro entre mis manos obligándolo a besarme, dejé que la pasión se desbordara una vez más, esta noche me podría volver a engañar fingiendo que él sentía algo más, que esto no era solo sexo si no que hacíamos el amor, me entregaba nuevamente en cuerpo y alma aún sabiendo que esto solo haría más doloroso el final, pero eso no importaba, esta noche al igual que las anteriores solo importábamos nosotros y lo que compartíamos, ya habría tiempo para lamentar mi debilidad.


...

Gracias por leer mis locuras, y gracias al curso de betas que se encargo de corregir este capítulo.

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