El día de regresar a
casa había llegado, debíamos de volver a nuestras actividades normales y
mostrarnos ante la sociedad como una feliz pareja, no negaré que lo éramos, nos
entendíamos mejor de lo que pensé en un inicio, pero la gentileza y la
cordialidad no se comparaban con el amor que yo había esperado encontrar, entre
nosotros solo había una gran amistad unida por intimidad.
—Pequeña despierta,
ya llegamos— susurró para despertarme suavemente cuando el avión aterrizó en el
aeropuerto de la ciudad. Tomamos nuestro equipaje y subimos al automóvil que
Carlisle había mandado a que nos buscara, para conducirnos hasta nuestra casa.
Era extraño tener que llamar hogar a este lugar. Al llegar nos encontramos con
una mujer de cerca de 40 años y 2 chicas más jóvenes que nos recibieron
presentándose como las que se encargarían de arreglar la casa, tanto mi madre
como Esme las habían contratado por ordenes de Edward.
Tomó mi mano y me
dirigió hacia nuestra habitación para poder arreglarnos y presentarnos en
nuestros puestos. La habitación era enorme contaba con dos amplios armarios y
un baño espléndido dónde había una tina de hidromasaje, el espejo era de cuerpo
completo justo lo que toda mujer desea.
—Veo que te gusta la
habitación— entró abrochándose la camisa, se acercó a besar mi cuello—date
prisa o no llegarás a tiempo.
—Tienes razón, me iré
a cambiar— fui al armario donde se encontraba toda mi ropa, tome un vestido
ajustado de manga corta y cuello redondo, una zapatillas y solo faltaba el
maquillaje y los accesorios. Me maquillé frente al espejo del tocador y busqué
entre los cajones hasta dar con la cajita donde guardaba parte de mis joyas, la
encontré después de una larga búsqueda y tome unos pendiente, entre al baño
para lavarme los dientes y acomodar mi cabello.
—Bellísima—susurró,
Haciendo que colocara los ojos en blanco. Noté el nudo de su corbata algo
chueco, enjuagué mi boca y deshice el nudo de su corbata para rehacerlo. Él
solo enarcó una ceja.
— ¿Es que acaso Esme
es la que te arreglaba la corbata?— me burlé mientras la acomodaba a su cuello.
—Lo hacía yo, pero
veo que tú querrás hacerlo.
—No te acostumbres,
Cullen—palmeé su pecho. Tomé un bolso con lo esencial y salí rumbo al garaje
donde esperaba estuviera mi auto. Me alegré de ver que ahí estaba mi hermoso
Audi rojo. Quité el seguro y antes de subir una mano se cerró en torno a uno de
mis brazos.
—El rojo te queda
bien— señalé sus labios que se habían impregnado de mi labial, los acaricié con
los míos antes de subir a mi auto y salir de ahí. Noté que iba detrás de mí
hasta llegar a una de las avenidas principales que él tomó y yo tomé un camino
más corto.
Las miradas se
posaron en mí al entrar en el edificio. Aunque todos se mostraban indiferentes,
sabía que aún se preguntaban la razón de mi repentino matrimonio. Entré en la
sala de juntas mientras veía a todos acomodándose en sus habituales asientos,
la sonrisa burlona de James me advirtió que pronto habría un interrogatorio. Me
acerqué a mi padre que se levantó con una enorme sonrisa.
—Buenos días cariño,
veo que fue una excelente viaje—me abrazó.
—La pasamos muy bien,
pero creo que eso lo hablaremos después, es hora de comenzar—asintió, al momento
que mandaba a todos a tomar su lugar y comenzar con el tema a tratar. Mientras
yo leía el informe que tenía delante, escuché a varios de los miembros dar sus
puntos de vista, como siempre.
— ¿Qué nos puede
decir al respecto Isabella?
—Con honestidad en
este momento no soy capaz de hablar sobre este tema ya que no es de mi total
conocimiento— apunté, jugando con la pluma que tenía en mis manos, no me
gustaba admitir que no podía dar una opinión, pero era mejor admitirlo que
decir una tontería.
—¿Es que ahora qué te
has casado planeas dejar la empresa para convertirte en una típica ama de
casa?—Cuestionó uno de los hombres quien hasta ahora era quien parecía odiarme.
No pude evitar molestarme.
—Dorian, sé que lo
que esperas es que yo renuncie para ascender a la vicepresidencia de esta
empresa—comencé con voz sedosa— pero quiero que sepas que si yo estoy en este
puesto no es por ser una Swan, es por mi capacidad para los negocios, algo de
lo que tú careces aparentemente.
—Hasta cuando te
darás cuenta de que este es un negocio para hombres y tu solo estas aquí por
ser una Swan—levantó la voz.
—Basta Dorian—amenazó
mi padre.
—Yo he demostrado ser
eficiente, algo que tú no has podido debido a tu incapacidad, y lo que yo
decida hacer con mi vida es algo que solo me concierne a mí, el hecho de que
esté casada no cambia nada, seguiré manteniendo mi puesto como lo he hecho
hasta ahora— lo dije lentamente con voz amenazante
—El primer día y ya
nos mostró que es incapaz de un equilibrio, no puede estar al pendiente de la
empresa y su matrimonio, es mejor que deje este trabajo para los que realmente
son capaces y se dedique a las labores del hogar.
—Sabes que tengo
razón Charlie, ésta es una profesión para hombres— se levantó rojo de la ira.
—En eso difiero con
usted, Isabella ha demostrado ser una excelente ejecutiva, es una lástima que
esté en el pasado y no se dé cuenta de que tanto hombres como mujeres tenemos
las mismas oportunidades, y debemos de aceptar que algunas veces ellas son
mejores que nosotros en áreas que nosotros creíamos que no podían serlo, Bella
nos ha demostrado que es una mujer capaz y experta— me giré para ver a mi
esposo con el semblante molesto, estaba parado en la entrada junto a Carlisle.
—Creo que el ser su
esposo le impide ver con claridad las cosas— noté que iba a protestar, así que
me adelanté.
—Yo soy capaz y
siempre lo he demostrado, por algo obtuve este puesto y lo he mantenido, aunque
por lo que recuerdo estábamos hablando de las cuentas McCartney y no de por qué
estoy como vicepresidenta de esta empresa.
—Terminaremos
después— señaló mi padre. Me levanté tomando mis cosas y saliendo de la sala,
estaba furiosa, ese hombre se había extralimitado y más encima Edward había aparecido
como mi salvador dejándome como si yo no pudiera arreglar estos asuntos por mi
cuenta.
—Sra. Cullen—me
detuve al escuchar la manera en que mi secretaria me había llamado, aún no me
lograba acostumbrar a este cambio.
— Podrías traerme un
café cargado y con una cucharadita de azúcar—asintió al tiempo que me entregaba
un par de carpetas con documentos que debía revisar de manera inmediata. Entré
a mi oficina dejando los papeles sobre mi escritorio y encendí la computadora
para comenzar a trabajar, la puerta se abrió y vi a James entrar con el café en
sus manos.
—Gracias—recibí
agradecida la taza que me extendía.
—Dorian fue grosero y
esta vez tu padre estaba furioso.
—Y crees que yo no me
siento de esa manera, ese hombre me llamo incompetente, cuando el único
incompetente en esta empresa es él, si no ha subido de puesto es por su
incapacidad—tomé un sorbo de mi café quemándome la lengua y provocando la risa
de mi amigo.
—Siempre te sucede lo
mismo—negó sonriendo abiertamente ante mi pequeño accidente.
—Idiota—murmuré
logrando que su sonrisa se ampliara—Te importaría si me…—me detuve al escuchar
la puerta abrirse, sin decir una sola palabra entró Edward— James me permites
hablar con mi esposo y más tarde espero un informe de los movimientos que hubo
durante mi ausencia.
—Gracias— salió no
sin antes saludar a Edward. Me levanté de mi lugar y me paré frente a mi
escritorio.
—¿Ese hombre siempre
es así contigo?— apoyé mi cadera en el escritorio.
—¿Por qué te metiste
en un asunto que no te concierne?—le recriminé tensándome al ver que se
acercaba.
—Eres mi esposa y no
voy a permitir que nadie te hable de la manera que lo hizo ese hombre.
—Puedo defenderme
sola, que no te das cuenta que con ello solo le diste a entender que necesito
quien me defienda y no es así, yo me puedo defender sola ¡Maldita sea!
—No dudo que puedas
hacerlo, pero todos deben de saber que cuando se meten contigo se meten
conmigo, y nadie hace eso si sabe lo que le conviene.
—Estoy acostumbrada a
lidiar con esta clase de hombres, y quede claro no soy de tu propiedad— gruñí.
—Eres mía, mi esposa
y mi mujer en todos los sentidos—me estremecí al escucharlo proclamarme como
suya.
—Eso no justifica que
te metas en mis asuntos, desde ahora quiero que me dejes arreglar las cosas por
mí, no quiero que interfieras de nuevo—le advertí golpeando su pecho con mi
dedo.
—Me meteré cuantas
veces sea necesario, entiende que nadie se mete con lo que me pertenece.
—Si es así, no te
quiero en mi territorio.
— ¿Tu territorio?, es
que ahora vamos a marcar límites— tomó mis brazos y me acercó a su cuerpo.
—Vete, no quiero
seguir viéndote.
—Cuánto lo siento. Me
tendrás que ver porque soy tu esposo ¿y adivina?, me darán una oficina aquí, ya
que este edificio será el central después de nuestra fusión.
—Inconcebible—gruñí—entonces
vete a tu nueva oficina y déjame sola.
—No.
—¡Has dicho que
no!—estaba molesta y el parecía divertirse.
—Eso fue lo que dije.
—Te quiero lejos,
ahora—intenté zafarme, pero apretó más su agarre. Antes de que volviera a
protestar me pegó a su cuerpo y unió nuestros labios. Intenté separarme de él,
pero no me dejó, colocó una mano en mi nuca y la otra me obligó a sentarme
sobre el escritorio y se metió entre mis piernas hasta donde mi vestimenta le
permitía, rompí el contacto en busca de oxigeno.
—Parece que logré
controlar a la fierecilla—Se burló. Bufé molesta, separándolo de mi cuerpo para
poder bajarme del escritorio y acomodar mi vestido—eres como una gatita.
—Ahora me comparas
con animales, ¡Perfecto! — levanté los brazos exasperada.
—A lo que me refiero
es que eres como una gatita, tierna cuando está relajada, saca las garras
cuando está molesta y apasionada en la cama— entrecerré los ojos abriendo y
cerrando mi boca al escuchar su conclusión, me acomodé en mi silla nuevamente.
—Largo— señalé la
puerta
—No amor—se acercó
atrapándome, se inclinó apoyando sus manos en los brazos de la silla, si él
quería jugar esta vez seria yo la que tomaría las riendas. Tomé su rostro entre
mis manos y lo atraje a mis labios, lo besé con mayor intensidad de lo que lo
había hecho antes. Claro siempre que era yo quien iniciara los besos que eran
pocas hasta ahora. Mordí su labio inferior arrancándole un gruñido muy
satisfactorio.
—Lamento interrumpir—
me giré bruscamente al ver a mi padre apoyado en la puerta con una ceja
levantada, sonrió de lado al ver que tenía nuestra atención— Ven a mi oficina
Bella.
—Voy— aventé a Edward
cuando la puerta se cerró, él solo sonrió— es tu culpa.
—Tú fuiste la que me
besó— dijo antes de abrir la puerta y dejarme salir, le saqué la lengua y él
rodo los ojos.
—Nos vemos para
comer— me robó un beso antes de marcharse hacia el otro extremo del pasillo, le
lancé una mirada dura a Lauren que no dejaba de ver a mi esposo, ella pareció
captar el mensaje ya que regresó su atención al cuaderno que tenía delante.
Tomé el ascensor para
subir al piso donde se encontraba la oficina de mi padre. Lo ocurrido esta
mañana en la sala de juntas había sido completamente una proclamación de
guerra, ese hombre deseaba mi puesto y lo quería obtener de cualquier manera.
Saludé a la secretaria de mi padre que me indicó que me estaba esperando. Un
par de golpecitos en la puerta y un "pase", fue lo que me hizo
entrar, me indicó que me sentara mientras atendía una llamada, me levanté y me
serví una taza de café en lo que el terminaba, le di un pequeño sorbo cuidando
de esta vez no quemarme.
—Lo siento cariño,
una llamada importante.
—Sobre el incidente
de esta mañana.
—Sabes que ese hombre
aún piensa que el puesto que tengo es solo por ser una Swan, pero nosotros
sabemos que no es así, si tengo este puesto es porque soy eficiente, soy la
persona calificada para llevar las riendas de ésta empresa, fui evaluada al
igual que todos los que se habían postulado para obtener la Vicepresidencia.
—Eso lo sé cariño y
el resto también lo sabe, pero Dorian se empeña en que él debía de ser el
Vicepresidente.
—No porque sea socio
implica que deba de obtener ese cargo.
—Estuvimos hablando
muy seriamente de su comportamiento y decidí que si este incidente se repite
compraré sus acciones y quedara fuera, no permitiré que siga…
—Puedo hacerme cargo
de esto papá.
—Sé que eres capaz de
hacerlo, pero no permitiré que siga sucediendo esto— enarqué una ceja y pareció
comprender—Edward estaba muy molesto y yo lo entiendo.
—Ya se lo dije a
Edward, quiero que me dejen hacer cargo de mis cosas, siempre he sido
independiente y el hecho de que esté casada no cambia nada, y espero que tú te
sigas manteniendo al margen de esta situación—tomó mi mano acariciando el dorso
con su pulgar.
—Lo entiendo mi niña,
mejor cuéntame ahora que tal les fue.
—Bien papá— no pude
evitar sonrojarme.
—No me cabe la menor
duda después de lo que vi hace un rato, pero me intriga algo.
— ¿Qué es eso? —pregunté
aunque sabía de lo que se trataba.
—Sé que este no es un
matrimonio normal, es algo que ambos aceptaron y es extraño encontrarlos en esa
clase de situaciones, era más razonable encontrarlos peleando, ya que tú no
eres lo que se denomina dócil.
—Sé que no es el
matrimonio esperado, pero las circunstancias nos llevaron a esto y ambos
decidimos intentar que funcione— tomé un poco más de café y giré para ver por
la ventana.
—Lo siento cariño, me
siento culpable de que tuvieras que hacer esto, sé que hubieras deseado de otra
manera.
—No lo niego, pero
hay cosas que valen la pena y esta es una de ellas— y vaya que tenía sus ventajas, las maravillosas noches
no las cambiaría por nada, pero también era consciente de que esto era una
farsa y cuando el peligro pasara, él querría recuperar su libertad y yo debería
de seguir, en esta relación no podía haber sentimientos de por medio, no podía
dejarme envolver.
—¿Por qué no me
extraña?, pensé que al llegar, mi madre me estaría esperando en mi oficina.
—La conoces bastante
bien—se burló.— eso planeaba hacer, pero la persuadí de que era mejor que se
vieran hasta la cena ya que estarías muy ocupada.
—Gracias papá. ¿Me
podrías explicar cómo está eso de que Edward se establecerá en este edificio?
—La fusión se ha
realizado así que decidimos con Carlisle elegir un Edificio como el principal y
elegimos este ya que esta mejor ubicado, además…— me obligó a levantarme, me
llevó a la ventana y me señaló un edificio que estaba en reparación junto al
nuestro— ese edificio lo compró Carlisle, están terminando la remodelación para
instalarse, se agregará un puente para conectar ambos edificios.
—Ya tienen todo
arreglado— él asintió.
—Edward estará aquí
cuidando de cerca las inversiones de nuestra fusión.
—Entiendo.
Platicamos un rato
más sobre asuntos de la empresa, me dio un par de inversiones a revisar y me
pidió que le avisara a Edward sobre nuestra cena de esta misma noche, le dejé
los papeles a Lauren para que los dejara sobre mi escritorio y llamara a James
mientras yo iba a la oficina de mi flamante esposo. La chica fuera de su
oficina no debía de ser mayor que yo y estaba envuelta en un latero de papeles,
me saludó de manera amable y avisó a mi esposo de mi presencia, me indicó que
me esperaba y entré para encontrarme a Edward frente a su computadora y una
chica junto a él indicándole un par de cosas, claro dejando sus atributos al
descubierto, era tan vulgar.
—Espero no
interrumpir— la chica me lanzó una mirada penetrante, con eso me había
demostrado que no sabía quién era.
—Claro que
no—Respondió mi esposo. Me acerqué hasta quedar frente a su escritorio.
—Mi padre me informó
que han hecho reservaciones en un restaurante para cenar esta noche, ya que
tanto Esme como mi madre están ansiosas por vernos, aunque a mi parecer quieren
saber todos los detalles— sonreí de lado y él me imitó.
—Ahora entiendo por
qué se llevan tan bien ambas— enarqué una ceja sin dejar de mirar a la chica
que prácticamente me estaba asesinando con la mirada— lo siento, Bella te
presentó a Stella, es el remplazo de mi asistente y Stella, ella es mi esposa.
—Isabella Swan—le
lancé una mirada de advertencia que al parecer comprendió ya que se reincorporo
ocultando sus atributos—Los dejo para que sigan "trabajando" —resalté
la última palabra antes de dirigirme a la puerta.
—Bella…
En mi oficina me
encontré con James que giraba en mi silla como un niño pequeño, me vio cuando
entré, pero no se quitó de mi lugar, simplemente se acomodó dejando sus manos
sobre el escritorio.
—Bueno Srta. Swan,
disculpe, Sra. Cullen, ¿por qué me ocultaste durante tanto tiempo tu relación
con Cullen?—y el interrogatorio de mi amigo había comenzado, tenía que guardar
la calma y pensar bien mis respuestas.
—Hay cosas que
prefiero mantener en privado y esta fue una de esas, prefería que nadie lo supiera
por si esto no resultaba.
—Bella, jamás pensé
que tú serías la que sacaría del mercado a Edward Cullen— rodé los ojos.
—No hables como si se
tratara de una mercancía, sé que no soy el tipo de chicas con las que estaban
acostumbrados a verlo, pero sucedió—me encogí de hombros.
—Hay algo más que no
me quieres contar.
—Mejor pongamos manos
a la obra si quiero salir temprano de esta oficina— lo obligué a que se
levantara y comenzamos a trabajar, alternando tiempo para respirar y hablar de
otras cosas, su relación con Victoria iba mejor de lo que me lo hubiera pensado
cualquiera, se disculpó para salir a comer viendo que yo no tenía intensiones
de hacerlo.
Y la verdad es que no
tenía hambre, aún tenía en mi cabeza la imagen de esa chica que estaba junto a
Edward. Ella poseía las curvas que a mi me faltaban, tenía la seguridad para
mostrar su cuerpo aunque fuera de una manera vulgar. ¿Por qué me sentía de esta
manera?, no podía ser lo que creía que era, no podía estar celosa, para estarlo
debería de sentir algo más por él y era algo que no me podía permitir, eché mi
cabeza hacia atrás cubriendo mi rostro con mis manos.
— ¿Ya viste la hora
que es? — Negué sin verlo, regrese la vista a la pantalla— pasan de las 3 y
Lauren me dijo que no habías salido a comer.
—Tengo que terminar
un par de notas y después iré a comer— me giré y lo vi con una cajita de comida
china.
—Mejor me aseguro de
que lo hagas—me la entregó y tomó asiento.
—No planeas quedarte
o ¿sí? —me senté frente a él mientras comía lo que me había llevado, debo de
admitir que había sido la mejor elección, platicamos de la manera en que
manejaríamos lo de la fusión, se marchó cuando James regresó para seguir
trabajando, evité los comentario burlones de mi amigo al respecto de que mi
esposo me había llevado algo de comer.
Salí de la oficina
con el tiempo encima, tomé un par de atajos hasta llegar a casa, estacioné mi
auto y entré corriendo a mi habitación. Me desvestía mientras observaba qué es
lo que usaría para esta noche, tomé un conjunto de falda amplia que mi madre me
había regalado de su último viaje a Milán, hace menos de un mes y que no había
tenido oportunidad de usar, lo extendí sobre la cama y entré a la ducha. En
menos de 10 minutos estaba de regreso en la habitación, retiré la toalla de mi
cuerpo para vestirme.
—Podrías darte prisa,
tenemos poco menos de una hora para estar en el restaurante—le lancé la toalla
mojada que él atrapó antes de que lo golpeara.
—Quizá nos tardemos
un poco— me besó apretándome contra su cuerpo, me dejó jadeante y queriendo
más.
—No podemos, tenemos
que estar con nuestros padres.
—Ellos entenderán
pequeña— me tumbó sobre la cama atrapándome con su cuerpo, repartiendo pequeños
besos en mi cuello hasta mi escote.
—Tienes que
arreglarte o me iré sin ti— lo separé de mí, gruñendo y diciendo cosas que no
logré entender. Entró en el baño y me reí al escuchar su grito
"Regresaremos pronto", me peiné y maquillé justo en el tiempo que le
tomó a Edward estar listo.
Apenas entramos al
restaurante vi a mi madre y Esme levantarse para llamarnos, caminé hasta llegar
junto a mi madre quien me abrazó efusivamente, seguida por Esme. Me acomodé en
la silla junto a mi padre y Edward a mi lado. Ordenamos de cenar mientras
disfrutábamos de una excelente copa de vino, la mano de Edward se acomodó en mi
rodilla provocando que brincara.
—Cuéntenos como les
fue en su luna de miel— preguntó Esme ignorando la mirada severa de Carlisle.
—Fue magnífica, nos
dio tiempo para nosotros—sonreí.
—No puedes quejarte
de las Bahamas cariño, cualquiera desearía que la llevaran ahí en su luna de
miel.
—Por esa parte no
puedo quejarme—me alegré de ver que la comida había llegado, seguimos hablando
mientras escuchaba las bromas de mi padre con Carlisle, las miradas asesinas
lanzadas por mi madre y las negativas de Esme, eran divertidas.
Cambie de lugar a mi
padre para sentarme junto a mi madre y Esme que no paraban de preguntar un par
de cosas, intentando entrar en detalles más profundos. Me mantenía sonrojada
ante la cantidad de cosas que se les podía ocurrir a este par, me sentí
aliviada cuando mi padre indicó que era mejor que nos marcháramos ya que era
tarde y al día siguiente debíamos trabajar. Me despedí de mis suegros y mi
padre, al final de mi madre que me desconcertó con su comentario "Espero
que te estés cuidando", me dio un beso y se marchó junto con mi padre.
Tres meses habían
pasado y nuestra relación era la misma que un inicio, había afecto, pero no
amor, me había acostumbrado a estar con él, compartíamos varios intereses lo
que nos hacía más llevadero este matrimonio, amábamos la música clásica y las
buenas obras de teatro, acudir a las galerías para admirar los excelentes
cuadros y las esculturas de un artista nuevo, las cenas y compromisos de
sociedad no se hacían esperar, pero lo que más disfrutaba era estar en nuestra
maravillosa casa, me permitía ser yo misma sin ningún tipo de máscaras, podía
estar simplemente en jeans con una hermosa blusa, dejaba las formalidades para
cuando estuviéramos fuera de este lugar.
Los negocios iban
marchando bien y es por estos que durante dos semanas apenas y nos vimos, ambos
viajamos a diferentes ciudades. Me encantaba la intimidad que compartíamos, me
había enseñado a mostrarme más atrevida en la cama y de verdad que eso me hacía
disfrutar más del placer que me proporcionaba y de la misma manera retribuirle
un poco.
Seguía frecuentando a
mis amigas que seguían con sus agitadas vidas. Tanya seguía en la busca de ese
hombre perfecto que le diera todo lo que deseaba y que estuviera dispuesto a
compartir su vida loca, las noches en los bares, los desayunos de sociedad, y
las cenas de beneficencia; Rose seguía junto con el oso, ambos eran famosos,
pero juntos formaban una de las parejas más impresionantes. Él era guapo, por
su complexión tenía un aspecto temible pero si lo observabas bien parecía un
niño, en estos momentos él se estaba tomando una semana libre antes del próximo
juego y sorprendentemente se había ido a Sídney donde Rose casualmente estaba
haciendo una sesión fotográfica; claro y no puedo olvidar a mi amiga la duende,
estaba histérica y hasta se había vuelto algo bipolar, Jasper había regresado y
lo primero que había hecho era ir a buscar a mi amiga que no paró de reclamar
su abandono y comenzó a ignorarlo, después aceptó volver a salir, un día
hablaba de lo grandioso que era y lo mucho que lo amaba y al siguiente se
quejaba de alguna cosa que no le hubiera parecido, o simplemente por el hecho de
que se había ido por un largo tiempo. Todas contaban sus aventuras mientras que
yo solo hablaba de mi vida color de rosa, esa que fingíamos tener, pero que no
era más que una pantalla ya que no era suficiente, yo quería que Edward me
quisiera de verdad, que sintiera ese sentimiento especial y no solo me viera
como su amiga o su compañera en turno.
—Vamos Edward, tú
debes de estar justo ahí—señaló la despampanante rubia que se había
colgado del brazo de mi esposo quien sonreía.
—No veo la razón
de tener que estar en ese sitio—respondió envolviendo mi cintura con su
brazo libre.
—Eres uno de los
principales patrocinadores para este evento—aunque sabía que era verdad y
que su lugar estaba donde la chica señalaba, al menos durante la subasta, pero
eso no justificaba que se colgara de su brazo— ¿Verdad que no te molesta que
me lo lleve unos minutos?
—No hay problema
entiendo que debes de estar al frente—tomé lo que restaba en mi copa,
nuestras miradas se mantuvieron fijas, sabía que estaba intentando leer lo que
pasaba por mi mente en ese momento.
—Ves Edward, es
hora de irnos—tomó su mano y justo en ese momento tomé su mano libre,
ganándome la atención de ambos.
—Diviértete, pero
no olvides que a casa regresas conmigo, cariño—le di un beso en los labios
dejando a la chica aturdida por mis palabras y Edward con una sonrisa burlona,
pero había sorpresa en sus ojos, di media vuelta y desaparecí entre los
asistentes.
Lo admito, fue una
situación que me sobrepasó, me comporté como una niña que deja en claro sus
pertenencias, pero no me importó, sé de lo que muchas mujeres son capaces por
conseguir algo que desean y sé que lo que muchas desean es estar en la cama de
Edward y no las culpaba, Edward era un excelente amante como lo había dicho en
un principio, solo que ahora no estaba dispuesta a compartirlo con nadie.
Esa noche al llegar a
nuestra habitación él aún poseía la sonrisa en su rostro, esa que había
aparecido después de que dejé claro que él era mío, me odiaba por dejar que mis
celos salieran a flote. Me quité los pendientes y las horquillas dejando mi
cabello suelto sobre mis hombros.
—Tengo algo para
ti—me giré para verlo, pero note que sus manos estaban vacías—Está en el baño.
Ahí en el lavamanos
estaba une bolsa rosa que solo podía ser de una tienda Victoria's Secret. Me
pregunte si debía ver su contenido, finalmente la abrí con cuidado como si de
ahí dentro fuera a salir algo que me mordiera, me encontré con un babydoll de
dos piezas simplemente divino, era negro con pequeñas bolitas blancas y encaje
en el pecho, me mordí el labio debatiéndome en ponérmelo o ir a buscar algo
más.
Sin pensarlo más me
desvestí y me coloqué el regalo, me desmaquillé y agarré mi cabello en una
coleta. Respiré profundamente antes de decidirme a regresar a la habitación,
apagué la luz del baño. Cuando abrí la puerta nuestra habitación solo era
iluminada por una luz tenue, me detuve en seco al verlo sentado en el borde de
la cama con la vista fija en mí, mis mejillas ardieron y me tensé al verlo
acercarse con la mirada oscurecida.
—Mucho mejor de lo
que me imaginaba—sus dedos se deslizaron por mis brazos haciéndome cerrar los
ojos para disfrutar de esa sensación—aunque falta algo—pensé si había olvidado
algo más en la bolsa, pero sus manos soltaron mi cabello dejando que callera
sobre mi espalda como una cascada de rizos castaños—Mucho mejor, me encantas
con el cabello suelto.
—Creo que debo de
agradecérselo a tu asistente—me tomó de la cintura levantándome, obligándome a
envolver mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello, se apoderó de mis
labios, hundí mis dedos en su cabello, moví mi cadera para acomodarme
provocando un jadeo de su parte, me dejó caer sobre la cama, abrí los ojos y
noté su mirada recorrerme, un escalofrió me atravesó, se acomodó sobre mí hasta
dejar su frente sobre la mía, solo nuestro aliento se mezclaba.
—No tienes nada que
agradecerle a mi asistente, este camisón lo compré yo—intenté encontrar en su
mirada si mentía, pero me decía la verdad.
— ¿Entraste a
Victoria's Secret?
—Fui a un desayuno
con unos nuevos clientes y tomé un atajo que me dejó cerca de la tienda y en
cuanto la vi solo pude pensar en ti, así que entré y creo que no están muy
acostumbradas a ver hombres ahí ya que parecían sorprendidas, pero valió la
pena, luces divina.
— ¿En verdad lo
hiciste? —no pude evitar sonreír.
—No fue muy gracioso,
por primera vez me sentí fuera de lugar, escuché a una mujer murmurar que si
era posible que yo fuera Homosexual—aunque estuve a punto de reír no lo hice y
solo acaricié su rostro con el dorso de mi mano.
—Esa mujer está muy
equivocada.
— ¿Te gustó tu
regalo?
Tomé su rostro entre
mis manos obligándolo a besarme, dejé que la pasión se desbordara una vez más,
esta noche me podría volver a engañar fingiendo que él sentía algo más, que
esto no era solo sexo si no que hacíamos el amor, me entregaba nuevamente en
cuerpo y alma aún sabiendo que esto solo haría más doloroso el final, pero eso
no importaba, esta noche al igual que las anteriores solo importábamos nosotros
y lo que compartíamos, ya habría tiempo para lamentar mi debilidad.
...
Gracias por leer mis locuras, y gracias al curso de betas que se encargo de corregir este capítulo.
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