Un mal comienzo
La
fiesta siguió su curso, Edward y yo nos mostramos como cualquier pareja de
recién casados, hicimos lo tradicional, disfrutamos de la compañía de nuestros
amigos, llegó un momento que me olvide de que todo se trataba de una farsa y me dispuse a disfrutar, parece que Edward
tuvo la misma idea, bailamos algunas de las melodías que nos gustaban, me hizo
girar un par de veces logrando arrancar una sonrisa, hacía algunos pasos
exagerados lo que nos mantenía riendo, en ese punto hasta me olvidé de los
demás y no me importó hacer el ridículo. Me senté un momento y lo vi bailar
junto con Esme, ambos mantenían una hermosa sonrisa, una que no había vistos en
Edward, lo vi asentir un par de veces logrando que Esme sonriera aún más.
—Así
que fuiste la que cazó al gran Edward Cullen.— Me giré para encontrarme a un
chica hermosa de piel cobriza, de cabello negro y unas enormes pestañas, además
de facciones definidas.— Lo siento, mi nombre es:
Leah.
—Mucho
gusto.—le dediqué una sonrisa, aunque aún me sentía extrañada, ¿acaso ella era
una de las tantas que querían a mi ahora esposo?
—Cuando
nos lo dijo la semana que estuvo en Londres, no lo podíamos creer.—Se sentó en
la silla junto a mí y sonrió abiertamente viendo a mi esposo que seguía
bailando con Esme.
—Tan
difícil es creer que hubo quien lo hizo dar este gran paso.
—No,
¡claro que no!, lo que nos sorprendió fue ver con quién lo hacía.—Seguro que
mostré alguna reacción porque ella reaccionó en seguida.—No pienses mal, eres
una mujer hermosa, pero una que estaba muy lejos del alcance de Edward y
lograste lo que muchas han intentado y jamás han logrado.
—Solo
esperemos que no se arrepienta.—Sonreí y ella me imitó, no entendía como ella
se atrevía a decir que yo, "precisamente
yo" estaba fuera del alcance de Edward, era como si yo fuera demasiado
para él, pero eso era completamente imposible.
—Veo que conociste a Leah.— Edward interrumpió a Leah, me abrazó besando mi mejilla
—Sí, ella me estaba diciendo que jamás te imaginaron casado.—Él sonrió llevándose la mano al cabello.
—Veo que conociste a Leah.— Edward interrumpió a Leah, me abrazó besando mi mejilla
—Sí, ella me estaba diciendo que jamás te imaginaron casado.—Él sonrió llevándose la mano al cabello.
—Pero
ahora lo estoy y si me permites te robo a mi esposa.—Me despedí de Leah con un
simple movimiento de mano y nos adentramos de nuevo en la pequeña pista donde bailaban
algunas parejas.
—Tus
amigos parecen agradables.—Rompí el silencio.
—Lo
son, espero que estés lista.— Enarqué una de mis cejas, me presionó más contra
su cuerpo y sus labios rozaron mi oído— no olvides que después de la boda hay
algo que se llama luna de miel.
—No
hablamos de eso.—Murmuré irritada, odiaba que este hombre me dejara de lado en
algunas decisiones. Además, jamás lo habíamos hablado y honestamente yo lo
había olvidado.
—No creías que no haríamos ese viaje, además, te lo mereces.
—No creías que no haríamos ese viaje, además, te lo mereces.
—Pudiste
decírmelo.
—Arruinaría
la sorpresa, pequeña.—Hice un mohín, pero solo recibí un beso de su parte—te
parece si nos vamos a cambiar antes de que sea más tarde y perdamos el vuelo.
— ¿Vuelo?
—No
pensarás que nos quedaríamos en la ciudad.— Se burló
—Podría
ser una opción.
—Chicos
es hora.—Me giré para encontrarme con mi madre, tomó mi mano y me guió entre
las mesas hasta salir del salón, tomamos uno de los elevadores y entramos a una
habitación desde donde se podía apreciar una vista hermosa de la ciudad.— Antes
de que digas algo, sé que este viaje te hará bien, es por eso que acepté el no
decirte nada, igualmente, se divertirán.
—
¿Pero qué hay de mis cosas?
—Yo
hice tu equipaje, en realidad lo hicimos con tus damas de honor.—La última
parte me hizo temblar, con las chicas metidas en esto estaba segura de que lo
que me encontraría dentro de mi mochila me haría temblar. Me ayudó a quitarme
el vestido y me entregó un traje sastre de color perla, unas zapatillas a juego
y un bolso donde llevaba lo necesario.
—Gracias
mamá.
—Luces
tan bien, apenas y puedo creer que ya eres una mujer casada.—La besé tomando
mis cosas, pasándoselas al chico encargado de llevarlas, en ese momento me di
cuenta de que ayer había sido la última vez que había dormido en mi habitación,
cuando regresáramos de la "luna de miel" llegaría a nuestra casa.
Apenas
se abrieron las puertas del elevador vi a Edward que hablaba con sus padres,
besó la frente de su madre y limpió sus mejillas, era una mujer muy buena que
siempre consideró a Edward un gran hijo sin importar todo lo que se decía, se
giró y nuestras miradas se encontraron, rompí el contacto al notar que mi papá
se acercaba aflojando el nudo de su corbata, cosa que hacía solo cuando estaba
nervioso.
—Bueno
cariño, disfruta de este viaje, sé que no fueron los motivos correctos, pero sé
que Edward es un hombre recto.—señaló mi padre.
—Crees
que si no lo fuera habría aceptado casarme con él.—Negó abrazándome
fuertemente.
—Nos veremos en una semana.— Abrí los ojos al enterarme de que estaríamos fuera una semana.
—Nos veremos en una semana.— Abrí los ojos al enterarme de que estaríamos fuera una semana.
—Debemos
irnos o el avión nos dejará.—Escuché la voz de Edward detrás, abracé a mis
padres y mis amigas que acababan de llegar, no pude reprimir una risita al
escuchar los consejos de mis amigas y el no olvides tomar muchas fotografías de
Alice, lo que me indicó que ellas sabían mi destino, lo cual era injusto.
Llegamos
al aeropuerto con el tiempo justo, registramos nuestro equipaje y pasamos a la
sala de espera donde tuvimos que esperar por cerca de 2 horas debido a un
retraso y problemas en la terminal, cuando nos anunciaron el retraso, la
primera hora la pasamos mirando una revista, la hora siguiente Edward había ido
a conseguir un café y después se había terminado peleando con las chicas de la
aerolínea, dejé la revista en mi asiento y me dirigí hacia donde se encontraba.
—Lo
sentimos señor, pero estamos trabajando en ello, lamentamos la demora de su
vuelo…
—Es la primera vez en años que me sucede esto.—Gruñó al que parecía ser el encargado—Tenían que elegir precisamente el día de hoy para retrasar los vuelos.
— ¡Edward!—Apreté su mano.
—Es la primera vez en años que me sucede esto.—Gruñó al que parecía ser el encargado—Tenían que elegir precisamente el día de hoy para retrasar los vuelos.
— ¡Edward!—Apreté su mano.
—Esperamos
que su vuelo salga en menos de veinte minutos.
—Es
lo menos que pueden hacer, no pagué para que me mantuvieran aquí sentado en la
sala de espera—rodé los ojos y me disculpé por el temperamento irritable de mi
esposo.
—Podrías tranquilizarte, no ganarás nada peleándote con el personal.
—Podrías tranquilizarte, no ganarás nada peleándote con el personal.
—En
este momento deberíamos de estar ya cómodamente en asientos de primera clase y
no en estas horribles sillas.
—Pareces
un niño pequeño Edward, ni yo me quejo tanto.—Me burlé.
—No
planeaba quedarme varado en el aeropuerto para comenzar nuestra luna de miel,
no es el mejor comienzo.—Entrelazó su mano con la mía.
—Como
si hubiéramos comenzado de la mejor manera, nuestro matrimonio es todo menos
normal.
—Y
si sigues con esa actitud será difícil que al menos nos llevemos bien.—Me quedé
en silencio, me había dejado sin palabras, después de media hora comenzaron a
llamarnos para abordar el avión, tomé mi bolso y camine junto a Edward que
llevaba los boletos de ambos, tomamos nuestros lugares sin decir una sola
palabra, despegamos y de inmediato me levanté al baño, me hubiera agradado ver
si podían moverme de asiento, pero no lo haría.
—Me
permites tomar mi lugar—Le pedí ya que estaba estorbándome el paso, me acomodé
en mi asiento dándole la espalda e intentando dormir.
—
¿Desean algo de beber? —Me giré al escuchar una voz femenina, Edward pidió un
poco de licor mientras que yo opté por un té.
—Pequeña,
no comencemos mal, es nuestra luna de miel y debemos de disfrutarla.—Haló de mi
brazo hasta dejarme apoyada en su pecho.
—No
ayudo con mis comentarios, pero entiende que es un poco complicado asimilar
todo esto.
—Las
cosas van a cambiar.—Se inclinó para besarme, pero la chica regreso, se
disculpó y desapareció, tomé el té lentamente para después acomodarme de vuelta
en mi asiento y dejar que el sueño hiciera efecto.
Desperté
al escuchar un ruido extraño, me moví solo para descubrir que tenía mi cabeza
en el pecho de Edward, un brazo rodeaba su cintura que me mantenía unida a su
cuerpo, levanté mi rostro para encontrarlo plácidamente dormido, el aroma que
desprendía era dulce, pero sin dejar de lado lo masculino, me acurruqué para
volver a dormir
—Bella, pequeña.—Me incorporé aún con los ojos medio cerrados.— Estamos por aterrizar.
—Muy bien.—Me abroché el cinturón y arreglé mi cabello, revisé que mi maquillaje no se viera demasiado afectado.
—Bella, pequeña.—Me incorporé aún con los ojos medio cerrados.— Estamos por aterrizar.
—Muy bien.—Me abroché el cinturón y arreglé mi cabello, revisé que mi maquillaje no se viera demasiado afectado.
—
¿Dormiste bien?
—Lamento
si te moleste, debiste despertarme.—Lo miré apenada.
—Creo
que es algo a lo que me puedo acostumbrar.—Me guiñó un ojo y supe que me había
sonrojado así que opté por girar mi rostro al lado contrario.
Al
llegar fuimos por nuestro equipaje y salimos donde nos esperaba un automóvil
del hotel, no solo me había traído a las Bahamas, sino que había reservado en
el hotel más caro, me empujó dentro del auto y de inmediato emprendimos la
marcha, llegamos en menos de 20 minutos para registrarnos y nos llevaron a una
de las mejores habitaciones, me perdí observando el hermoso color del mar y la
arena dorada.
—
¿Te gusta? — Susurró cerca de mi oído, se estaba volviendo una costumbre para
él hacer eso, es que no veía lo mucho que me afectaba.
—Sí,
aunque creo que como siempre exageraste, no era necesario gastar tanto en…
—Me pareció perfecto, dicen que este es el mejor hotel, además es una ocasión muy especial, que dices si vamos a caminar y después a comer algo en alguno de los restaurantes.—Asentí dirigiéndome al interior de la habitación, él tenía razón al decir que este era uno de los mejores hoteles, siempre me habían dicho que si decidía viajara a las Bahamas debía llegar a este hotel, recordé la voz de Rosalie "Con mamá hicimos la sesión en el Atlantis y debo de decir que es un paraíso". Abrí mi mochila conteniendo la respiración, no sabía que es lo que habían empacado para mí, ahogué un gritito al ver todo lo que se encontraba dentro.
—Me pareció perfecto, dicen que este es el mejor hotel, además es una ocasión muy especial, que dices si vamos a caminar y después a comer algo en alguno de los restaurantes.—Asentí dirigiéndome al interior de la habitación, él tenía razón al decir que este era uno de los mejores hoteles, siempre me habían dicho que si decidía viajara a las Bahamas debía llegar a este hotel, recordé la voz de Rosalie "Con mamá hicimos la sesión en el Atlantis y debo de decir que es un paraíso". Abrí mi mochila conteniendo la respiración, no sabía que es lo que habían empacado para mí, ahogué un gritito al ver todo lo que se encontraba dentro.
—
¿Estás bien?—Preguntó detrás de la puerta.
—Sí,
no es nada.—Saqué algunas de las prendas para ver que en definitiva mis amigas
habían ayudado en la elaboración, yo no iba a dormir con esas mini prendas, los
bikinis eran hermosos pero no me gustaba del todo mostrar mi cuerpo, estaba
perdida.
Me di una ducha y me vestí, me gustaba lo que el espejo me mostraba, pero era demasiado simple en comparación con las chicas a las que Edward estaba acostumbrado, había salido con actrices, modelos, diseñadoras y gente de la aristocracia, no era de sabios darse cuenta que solo bastaba que me viera bien una sola vez para marcharse. Recogí mi cabello y salí del baño para encontrarme con Edward recostado sobre la cama, su mirada era profunda y no supe de qué manera interpretarla.
—Vamos.— Se veía realmente bien, en bermudas con una camisa delgada y el cabello más despeinado, lucía aún más guapo, caminé junto a él y no pude evitar notar las miradas que la mayoría de las chicas le dirigían, crucé mis brazos y dirigí mi vista hacia el lado contrario , no era agradable ver ese tipo de escenas, pero era algo a lo que sin duda debía de acostumbrarme, las viviría muy a menudo. Pasó un brazo en mi cintura y besó mi cabello al detenernos cerca de una las lagunas con las que contaba el hotel.
—Solo tengo ojos para una chica.—Levanté mi mirada y él sonreía ampliamente.—Solo puedo ver a mi esposa, a la cual le falta un poco… bueno en realidad mucha seguridad.
—Creo que debo de acostumbrarme a las miradas que te lanzan.— Me encogí de hombros y él me presionó más contra su cuerpo.
Me di una ducha y me vestí, me gustaba lo que el espejo me mostraba, pero era demasiado simple en comparación con las chicas a las que Edward estaba acostumbrado, había salido con actrices, modelos, diseñadoras y gente de la aristocracia, no era de sabios darse cuenta que solo bastaba que me viera bien una sola vez para marcharse. Recogí mi cabello y salí del baño para encontrarme con Edward recostado sobre la cama, su mirada era profunda y no supe de qué manera interpretarla.
—Vamos.— Se veía realmente bien, en bermudas con una camisa delgada y el cabello más despeinado, lucía aún más guapo, caminé junto a él y no pude evitar notar las miradas que la mayoría de las chicas le dirigían, crucé mis brazos y dirigí mi vista hacia el lado contrario , no era agradable ver ese tipo de escenas, pero era algo a lo que sin duda debía de acostumbrarme, las viviría muy a menudo. Pasó un brazo en mi cintura y besó mi cabello al detenernos cerca de una las lagunas con las que contaba el hotel.
—Solo tengo ojos para una chica.—Levanté mi mirada y él sonreía ampliamente.—Solo puedo ver a mi esposa, a la cual le falta un poco… bueno en realidad mucha seguridad.
—Creo que debo de acostumbrarme a las miradas que te lanzan.— Me encogí de hombros y él me presionó más contra su cuerpo.
—Eso
no me importa, que te parece si disfrutamos nuestra luna de miel.— Tomó mi
mentón y me besó, un beso que no respondí, se separó y me miro fijamente.— ¿Qué
sucede?, pensé que lo intentaríamos pero parece que no quieres hacerlo.
—Solo
que eres malo besando.—Entrecerró los ojos y yo reí divertida, había golpeado
su ego, pero la verdad es que temía responder uno de sus besos porque no sabría
si podría detenerme.
—
¿Así que eso te parece? — Me encogí de hombros.— Sabes que practicando puedo
mejorar.
—Vamos a la playa.—Le indiqué al ver que me iba a besar de nuevo, rodeó mi cintura y yo la de él.
—Vamos a la playa.—Le indiqué al ver que me iba a besar de nuevo, rodeó mi cintura y yo la de él.
Caminamos
hasta llegar a la playa, me quité mis sandalias para hundir mis pies en la fina
arena, llegamos hasta donde el agua podía tocar nuestra piel, era tibia e
incitaba a entrar, pero aunque me apetecía no quería hacerlo por miedo a
mostrar mi cuerpo, me guió hasta unos camastros debajo de una palapa, se quitó
la camisa y yo me quedé sentada desviando la mirada, él era perfecto y yo lo
opuesto.
—No
creo que quieras mojar tu vestido.
—No
planeo entrar, prefiero quedarme aquí.
—Sé
que quieres hacerlo, lo supe en cuanto el agua toco tu piel.
—Prefiero
quedarme.
—Tú
decides si quieres mojar tu vestido.
—¿No
puedo solo quedarme?—Se inclinó y tomó la parte baja de mi vestido y en un solo
movimiento lo levantó, yo intenté evitarlo, pero él fue más hábil, llevé mis
manos a mi pecho y vientre.
—No
te cubras, eres perfecta.—Extendió su mano, pero yo la ignoré.— Veo que tengo
que obligarte.
—No
te atrevas…—Me tomó en brazos y me colocó sobre su hombro. Amenacé con gritar,
pero él solo se burló, golpeé su espalda y sentí que me dejaba de nuevo sobre
mis pies, el agua acaricio mi piel, tomo mi mentón para levantar mi rostro,
sentí nuevamente sus labios contra los míos, me apretó contra su cuerpo
manteniéndome inmóvil. Lo escuche suspirar, justo cuando sus movimientos se
hicieron más lentos, comencé a responder el beso, coloqué mis manos sobre su
pecho, sintiendo el relieve de sus bien formados músculos, me apretó más contra
su cuerpo y un jadeo se escapó de mis labios.
—Aún
opinas que soy malo besando.—No pude evitar sonreír al escuchar su voz
entrecortada.
—No he cambiado de opinión.—Besó mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja.
—Cambiarás de opinión.—Lo separé de mi cuerpo y escuché como uno de los camareros lo llamaba con un teléfono en su mano, le indiqué que no había problema y fue hasta el chico que mantenía con el aparato, yo me adentré con cuidado, sintiendo como el agua tocaba mi piel, me vi salpicada y un cuerpo cayó cerca de mí, una mano rozo una de mis piernas y vi emerger a un hombre alto, moreno y cabello castaño.
—Lo lamento.—Su voz mostraba lo que sus ojos gritaban, su mirada era libidinosa y la sentía sobre mi cuerpo.
—No he cambiado de opinión.—Besó mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja.
—Cambiarás de opinión.—Lo separé de mi cuerpo y escuché como uno de los camareros lo llamaba con un teléfono en su mano, le indiqué que no había problema y fue hasta el chico que mantenía con el aparato, yo me adentré con cuidado, sintiendo como el agua tocaba mi piel, me vi salpicada y un cuerpo cayó cerca de mí, una mano rozo una de mis piernas y vi emerger a un hombre alto, moreno y cabello castaño.
—Lo lamento.—Su voz mostraba lo que sus ojos gritaban, su mirada era libidinosa y la sentía sobre mi cuerpo.
—No
hay problema.—Le di la espalda para salir pero tomó mi muñeca evitando que me
alejara.
—Tal vez no fue la manera correcta de acercarme, me llamo Steve, no pude resistirme al ver a una chica tan hermosa sola, dime qué te parece si hacemos algo más divertido.
—Suélteme.—Halé mi brazo liberándome, di media vuelta y caminé de nuevo hacia la orilla, intenté encontrar a Edward, pero no lo veía por ninguna parte, sentí una mano deslizarse por mi cintura.
—Tal vez no fue la manera correcta de acercarme, me llamo Steve, no pude resistirme al ver a una chica tan hermosa sola, dime qué te parece si hacemos algo más divertido.
—Suélteme.—Halé mi brazo liberándome, di media vuelta y caminé de nuevo hacia la orilla, intenté encontrar a Edward, pero no lo veía por ninguna parte, sentí una mano deslizarse por mi cintura.
—
¡Suélteme!
—Vamos,
solo dime cómo te llamas, hermosa.
—Quiero
que me suelte.— Me estaba entrando un poco de miedo, me sentía vulnerable,
estaba en un lugar desconocido y vistiendo algo diminuto, además de que había
poca gente y éstas parecían más entretenidas en otras cosas.
—Una
cena y por qué no disfrutar de nuestra compañía.
—
¡No! Y quiero que me suelte o voy a gritar.
—Tengo
una manera de hacer que no lo hagas.— Haló de mi mano hasta tenerme cerca de
él, con mi mano libre lo empujé y el parecía divertirse.—No te resistas,
preciosa.
— ¡SUÉLTEME! —Grité y él se acerco peligrosamente a mí, su aliento chocó en mi rostro y noté que había estado bebiendo. Giré mi rostro, una mano se ciñó en mi brazo y después vi al hombre caer de espalda contra la arena.
— ¡SUÉLTEME! —Grité y él se acerco peligrosamente a mí, su aliento chocó en mi rostro y noté que había estado bebiendo. Giré mi rostro, una mano se ciñó en mi brazo y después vi al hombre caer de espalda contra la arena.
—
¿Estás bien amor?—Asentí, besó mi frente y se colocó delante de mí.
—No
te metas, ella y yo…
—Ella
es mi esposa, así que lárgate antes de que te enseñe a respetar.— El hombre se
levantó, le lanzó un golpe a Edward quien lo esquivó, pero él no corrió con la
misma suerte. Envolví la cintura de mi esposo y pegué mis rostro a su espalda,
su respiración era acelerada.
—Edward…
— ¿Está todo bien? —Preguntó un hombre que portaba el uniforme del hotel, debía de ser el encargado y detrás de él venían dos más.
— ¿Está todo bien? —Preguntó un hombre que portaba el uniforme del hotel, debía de ser el encargado y detrás de él venían dos más.
—Este
hombre estaba molestando a mi esposa, lanzó el primer golpe y yo solo me
defendí.—Sentí las manos de Edward posarse sobre las mías.—Y es inaceptable que
algo así suceda en un hotel de esta categoría.
—Lo
sentimos señor….
—Cullen.—
El hombre abrió los ojos sorprendido, lo que me indicó que ellos debían de
saber quién era, es más, quién no conocía el nombre de Edward.
—Lo
sentimos Sr. Cullen, lamento este horrible incidente, nosotros nos haremos
cargo de que este hombre no se acerque a usted o a su esposa, señora por favor
acepte nuestras disculpas.—El hombre le indicó a sus acompañantes que se
llevaran al tipo que me había estado molestando.
—Un
lo siento no es suficiente, quiero hablar con el gerente.
—Sr.
Cullen esto no es necesario…
—Cuando
se trata de mi esposa, yo decido lo que es necesario, así que quiero hablar con
el gerente y asegurarme de que esto no se repetirá o de lo contrario bien sabe
que cuento con los medios para…
—Le
diremos al gerente de lo sucedido.
—Quiero
hablar con él personalmente.—Me obligó a soltarlo para abrazarme—Estaremos en
el restaurante de comida internacional.
—Se
lo diremos.—fuimos por nuestras cosas y me coloqué el vestido que él me había
quitado.
—Edward… gracias.—Tomé mi bolso, lista para ir al restaurante.
—Edward… gracias.—Tomé mi bolso, lista para ir al restaurante.
—No
tienes porque agradecerme, eres mi esposa y yo te cuidaré.—Posó su mano en mi
cintura baja y me guió hasta el restaurante, nos dieron una mesa cerca de una
de las peceras las que contaban con cierta intimidad.
Me
quedé absorta mirando los peces que se movían libremente en el agua, aunque en
realidad ya no eran tan libres, estaban atrapados entre muros de cristal, eran
de colores hipnitozantes, salí de mi trance al escuchar cómo se aclaraban la
garganta, el mesero estaba llamando nuestra atención para que ordenáramos
nuestra comida.
— ¿En qué piensas? —Sus dedos rozaron mi mano provocando que una pequeña corriente me recorriera el cuerpo.
— ¿En qué piensas? —Sus dedos rozaron mi mano provocando que una pequeña corriente me recorriera el cuerpo.
—Es
un lugar muy hermoso, gracias por traerme aquí.
—Deja
de agradecer por los regalos que te dé, es un lugar que se disfruta más con
compañía que solo.
—
¿Ya habías estado aquí? —Pregunté con curiosidad.
—Hace
un par de meses, estuve aquí para relajarme, pero la verdad es que no lo pase
tan bien, me hizo falta compañía.
—Y
porque no trajiste a alguna de tus… "amigas"
—
¿En verdad importa? —Se inclinó sobre la mesa sin apartar la mirada.
—En
realidad no, pero es simple curiosidad.
—Me
cansé de estar envuelto en chismes, en que algunas de las mujeres solo
estuvieran conmigo para parecer en revistas por una supuesta relación con uno
de los solteros más codiciados, puede que algunas de las mujeres con las que
salía fueran famosas por cuenta propia, pero lo único que les importaba en
realidad era encabezar las portadas de las revistas sensacionalistas.—Bebió el
contenido de su copa.— Es por eso que vine aquí queriendo descansar, pero solo
me aburrí ya que es esto es para disfrutar con alguien más y que mejor que
hacerlo con mi esposa.
—En
verdad te cansaste de la vida que llevabas o son solo palabras.
—Llega
un punto en que decides madurar y reorganizar tus prioridades.—Enarqué una ceja
y antes de que siguiera con el interrogatorio, un hombre que de inmediato se
identificó como el gerente del hotel, llegó junto a nosotros, Edward besó mi
mano y se levantó alejándose con el hombre.
Los
vi sentarse en la barra del bar, Edward tenía el rostro contraído y parecía
molesto, poco a poco pareció irse relajando hasta asentir y regresar junto a
mí.
—Edward…
—Todo
está bien.—Aseguró.
Comimos
en silencio, pero intercambiando miradas en las que claramente se leía la
incertidumbre que había en el interior de cada uno, la mía era por conocer
cuáles eran sus prioridades en este momento, el conocer al verdadero Edward
Cullen y no al hombre del que todo mundo hablaba.
Después
de la comida nos dirigimos a una de las piscinas y nos acomodamos debajo de una
sombrilla, me ayudo a colocarme bronceador y yo hice lo mismo. Tomé un poco de
sol mientras el leía un libro que no sabía de dónde lo había sacado, pero no
importo, yo solo me quería relajar. Entró a la piscina y comenzó a lanzarme
agua como un niño pequeño, me senté en el borde dejando solo mis pies dentro
del agua, sus manos se deslizaron por mis piernas hasta llegar a mi cintura y
meterme dentro.
—Tienes
idea de las miradas que levantas.—Lo miré sin comprender.
—Tú
eres el que levanta miradas por donde pasa.
—
¿Por qué eres tan insegura, cariño?, eres una mujer perfecta.
—Deja
de decir tonterías.—Acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Siento
que sucediera ese desagradable incidente amor, prometo que no se repetirá, no
te dejaré sola de nuevo.— Me estremecí al escuchar cómo me había llamado, sentí
el agua llegar casi a la altura de mi pecho, el sonrió y me levantó en brazos
haciendo que lo rodeara con mis piernas.
—Gracias
a ti, por cuidarme después de todo—envolví su cuello con mis brazos, me acerqué
tímidamente a sus labios temiendo que se negara, se mantuvo quieto hasta que
mis labios entraron en contacto con los suyos, su lengua acarició mi labio
inferior y le di permiso de entrar, me apreté más a su cuerpo, un nuevo jadeo
se escapó de mis labios, estaba disfrutando de esta nueva sensación.
—Nadie
se acercara a ti de nuevo, pequeña.—hice un mohín y él sonrió besando mi nariz.
Me sentía bastante cómoda junto a él, aprovechamos que estábamos en un sitio que nadie nos conocía para poder seguir conociéndonos, eran pocas las cosas que conocíamos y esta semana nos serviría para hacerlo. Lo besé un par de veces más y jugamos en el agua, sabía que estábamos levantando un par de miradas ya que nos estábamos comportando como un par de adolescentes, pero qué importaba.
—No Edward, no te atre…—no terminé la frase debido a que mi adorado esposo me levantó en brazos y me dejó caer hundiéndome, cuando emergí, estaba riendo, me lancé contra él haciéndolo sumergirse, no contando con que me abrazaría y me llevaría con él.
Me sentía bastante cómoda junto a él, aprovechamos que estábamos en un sitio que nadie nos conocía para poder seguir conociéndonos, eran pocas las cosas que conocíamos y esta semana nos serviría para hacerlo. Lo besé un par de veces más y jugamos en el agua, sabía que estábamos levantando un par de miradas ya que nos estábamos comportando como un par de adolescentes, pero qué importaba.
—No Edward, no te atre…—no terminé la frase debido a que mi adorado esposo me levantó en brazos y me dejó caer hundiéndome, cuando emergí, estaba riendo, me lancé contra él haciéndolo sumergirse, no contando con que me abrazaría y me llevaría con él.
—Ambos
podemos jugar el mismo juego.—Rozó mi labio inferior con su lengua,
lograndonque mi piel se erizara y por la sonrisa que apareció en su rostro me
di cuenta de que sabía la razón de mi estremecimiento.
—Será
mejor vayamos a arreglarnos para salir a cenar.—me separé de su cuerpo e
intenté salir, pero él me sostuvo evitando que lo lograra.—Cullen déjame salir.
—Aún
tenemos tiempo para disfrutar un poco.—susurró, después de un rato de
mantenerme prisionera salió de la piscina y me ayudó a salir también.
Finalmente
volvimos a la habitación para prepararnos para ir a cenar. Elegí un vestido corto con una sandalias altas de
finas tiras, él se inclino por un pantalón blanco de una tela delgada al igual
que la camisa. Lucía muy guapo.
—Te
ves hermosa.—Agaché la cabeza cuando lo escuché, levantó mi rostro haciendo que
lo mirara de nuevo.— No agaches la cabeza amor, eres hermosa y debes de
aceptarlo, no me cansaré de decirlo hasta que sepa que lo crees.
—Me
quieres convertir en una egocéntrica como tú.—Le recriminé sin dejar de
sonreír, apoyo sus manos en mi cadera y se inclinó para besarme, fácilmente me
podría acostumbrar a estar con él de esta manera, sentir como sus labios se
amoldaban a los míos y sentir sus manos sobre mi cuerpo despertaba nuevas
sensaciones unas que solo había sentido un par de veces, caí sobre algo mullido
deje escapar una exclamación de sorpresa
— ¿Te lastimé?
— ¿Te lastimé?
—No.—Acaricié
su mejilla hasta permitir que mis dedos se hundieran en su cabello.
—Bella…—
Su voz había pasado de ser sedosa a ronca y creo saber la razón, un par de
golpeteos en la puerta nos hicieron separarnos, se levantó gruñendo y yo me
incorporé arreglando mi vestido, al cabo de unos minutos lo vi regresar con una
tarjeta en la mano.
— ¿Sucede algo? —El negó abrazándome nuevamente y ocultando su rostro en mi
cuello.
—Solo que nos han dado un par de cenas debido al incidente, no es que me
desagrade que lo hagan, pero no quiero que parezca que nos aprovechamos de la
situación.
—Podemos aceptar una y las demás corren por nuestra cuenta.
—Podemos aceptar una y las demás corren por nuestra cuenta.
—Esa
idea me gusta, ¿lista para ir a cenar?
—Sí,
muero de hambre.— Tomó mi cintura y me guió hasta el lobby, elegimos entre el
gran número de restaurantes con los que contaba el hotel y nos decidimos por
uno de comida alemana.
Me
sentía algo ansiosa ya que estaba segura lo que sucedería esta noche, intente
disfrutar de la noche, pero me era difícil, al término de nuestra cena fuimos
un rato al casino, perdí un par de dólares, pero Edward ganó un poco.
—Recuperé
tu pérdida.— Señaló las fichas en su poder.
—Es
más de lo que perdí.— Me abrazó mientras la ruleta seguía girando, un chasquido
se escucho al ver que había perdido.
—La
suerte se terminó.—Me burlé.
—Puede
que así sea, quieres hacer algo más, o nos vamos a nuestra habitación.
—Me estás dando a elegir.—Enarqué una ceja.
—Qué
tiene de extraño eso.— Tomó mi mano y se la llevó a los labios.—Entonces
quieres hacer algo mas.
—Creo
que ya fue suficiente por hoy.— Nos dirigimos a nuestra habitación, me dirigí
al cajón donde había guardado mis camisones, no podía ponerme ninguno de ellos
sin sentirme expuesta, tomé un camisón de seda que llegaba más arriba de la
mitad de la pierna y el pecho estaba decorado de fino encaje, me miré al espejo
solo para incrementar mi nerviosismo, cómo podría dormir alguien con tan poca
ropa, tomé aire después de pasar un largo tiempo encerrada en el baño, mordí mi
labio al notar la luz encendida.
—Pensé
que planeabas quedarte a dormir en el baño.— Negué sin mirarlo sintiendo mis
mejillas arder, me deslicé dentro de la cama y apagué la luz de
la lámpara que
estaba junto a mí.
—Buenas
noches Edward.—Apreté las mantas contra mi cuerpo, cerré los ojos al sentir
movimiento en la cama.
—
¿Ya te vas a dormir?
—Eso
planeo hacer y tu deberías de hacer lo mismo.—Me moví un poco más a la orilla
alejándome de él—fue un día interesante, pero agotador.
—Por
qué no disfrutar de esta noche, además es nuestra noche de bodas—acarició mi
costado, obligándome a girarme, besó mi hombro desnudo, deslizó el tirante de
mi camisón sin dejar de besar mi hombro, subiendo por mi cuello hasta mi
mandíbula y de ahí se apoderó de mis labios, me dejé llevar.
Sus
manos acariciaron mi cuerpo deslizando los tirantes descubriendo con ello mi
pecho, sus labios comenzaron un nuevo recorrido por mi cuello hasta ese lugar
que antes había estado cubierto por el fino encaje, me tensé al sentir su
lengua cerca de uno de los pezones y una ávida mano acariciar mis muslos e
intentar adentrarse más.
—Edward…
—Hmmm—
Tomó el pezón entre sus labios y ya no pude más, tenía que detenerlo, no podía
hacer esto, no podía entregarme a un hombre que no sentía nada por mí, era un
hombre que solo buscaba satisfacción.
—
¡Detente! por favor.—Intenté separarlo de mi cuerpo, pero parecía aferrarse
más, eran sensaciones únicas, pero no podía y él parecía no escucharme.
—No
quiero Edward, déjame.—Me moví intentando liberarme de sus manos, sus labios se
ciñeron en los míos los mantuve firmemente cerrados sin darle acceso, golpeé su
pecho con mis puños, e intenté patearlo, pero no podía.
Sus
dedos se deslizaron debajo de mi camisón como si yo estuviera completamente
dispuesta a acostarme con él, sus labios bajaron a mi cuello y volví a pedir
que me dejara, no dejaba de moverme intentado zafarme su agarre, pero él era
más fuerte que yo, las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas, él
parecía no notar que me estaba resistiendo, esto era una invasión a mi
intimidad, era una violación.
—
¡Detente! —Chille moviéndome bruscamente pero no me libré de sus caricias ni de
sus labios, él era mucho más fuerte que yo, no tenía oportunidad, solo había
algo por hacer, me quedé inmóvil como si se tratara de una muñeca de trapo,
eché mi cabeza de lado y un sollozo se escapo de mis labios, sentí como se
separaba de mi cuerpo y tomaba mi rostro obligándome a mirarlo, pero yo cerré
fuertemente los ojos.
—Por favor.—Supliqué sin mirarlo, con la voz entrecortada.
—
¡Demonios!, ya lo habíamos hablado.— Gruñó furioso, antes de ponerse de pie,
entró al baño dando un portazo, acomodé mi camisón y me hice un ovillo
aferrando las mantas contra mi cuerpo, las lágrimas seguían saliendo, mi pecho
me dolía, esto se había convertido en una pesadilla, en algún punto me quedé
dormida.
...
Gracias por leer mis locuras, y gracias al curso de betas que se encargo de corregir este capítulo.
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