Millie
Me desperté como cada mañana, con una sonrisa en el
rostro. Aun no podía creer que tenía ya dos semanas casada con un maravilloso
hombre.
Me levante envolviéndome en la bata, acomode mi cabello
mientras escuchaba el correr del agua de la ducha.
Antes de ir a la cocina entre sigilosamente a la
habitación de mi pequeña que aun seguía durmiendo, su pecho subía y bajaba de
manera lenta, acomode la mantita sobre su cuerpo e intente sacar de su boquita,
una de las patitas del león que se había convertido en su favorito.
Fui directamente a la cocina encendí la cafetera
mientras preparaba el pequeño desayuno de Edward, como cada mañana cuando el
entro a la cocina, en la mesa ya estaba esperándolo una taza de café y un plato
de fruta.
—Buenos días. — lo salude levantando mi rostro para
que me besara.
—Sabes que no es necesario que cada mañana hagas
esto. — apunto el plato de fruta con su tenedor. Me encogí de hombros.
— ¿Tiene algo de malo que quiera consentirte un
poco?
—Es solo que yo puedo hacerlo solo. —suspire y me
senté junto a él.
—Se que eres perfectamente capaz de hacerlo, pero
ahora me tienes a mi—acaricie su cabello aun húmedo. — Solo déjate consentir un
poco.
—No tengo más opción. — dijo con una enorme sonrisa
y volviendo a besarme.
Hablamos mientras terminaba de desayunar, pero tuve
que dejarlo cuando mi presencia fue solicitada en el piso superior, basto con
verme para que sus gritos cesaran y fueran sustituidos por balbuceos alegres,
la cambie y fuimos a acompañar a su papá que no tardo en marcharse y dejarnos
solas.
La acomode en su sillita mientras preparaba el
desayuno de mi pequeñita, desde que habíamos regresado de Grecia había
comenzado a cambiar su dieta. Ya estaba comenzando a comer alimentos sólidos,
al principio se había resistido a probarlos y hacia constantes pucheritos, pero
habíamos descubierto que la pera y la manzana le gustaban.
Por otro lado mi trabajo seguía avanzando con bueno
pronósticos, me habían informado que dentro de poco se juntaría el grupo de
pacientes en los que llevaría a cabo mi investigación. No podía estar más
feliz, después de tanto dolor, de nuevo las cosas estaban volviendo a su lugar
y lo mejor es que ya no estaba solo junto a mí siempre tendría dos personas muy
importantes.
En un abrir y cerrar de ojos el tiempo continuo
pasando, las cosas con Edward iban de manera normal. Habíamos tenido un par de
discusiones por un par de tonterías, pero las arreglamos antes de dormir, era
algo que nos habíamos prometido, jamás nos iríamos a la cama sin arreglar
nuestros problemas.
Algo que se había vuelto cotidiano en mi vida eran
las llamadas de Alice, ambas estábamos trabajando en casa mientras cuidando a
nuestros angelitos. Podía decir que Alice se había convertido en una de mis
mejores amigas, con ella podía hablar de lo que quisiera y ella siempre
escuchaba atenta intentando aconsejarme y lo mejor es que me había dado algunos
tips para manejar a su hermano, es ahí cuando veo las ventajas de tener una
excelente relación con tu cuñada.
Estaba con Millie en la sala de entretenimiento, mi
pequeña había comenzado a gatear y yo me divertía junto con ella, me alejaba de
ella y ella me seguía intentando conseguir un osito que Edward le había
regalado hace unos días, cuando se acercaba a mi sonreía pero al volverme
alejar hacia un adorable pucherito, las últimas veces le alejaba de ella
gateando y la volteaba a ver para asegurar que me siguiera, pero fue cuando
estaba distraída observándola como iba detrás de mí que choqué con un par de
piernas.
—Pensé que mi linda esposa ya había pasado por la
etapa del gateo. —me guiño un ojo y me extendió una mano para ayudar a
levantarme, me dio un beso rápido para después ir a buscar a su pequeñita que
se había sentado y extendía sus bracitos pidiendo que la abrazara.
—Pensé que hoy llegarías mas tarde.
—Hubo un par de cancelaciones en las cirugías
programadas, así que al tener la tarde libre vine directamente con mis dos
chicas favoritas.
Comimos con el interminable balbuceo de nuestra pequeña,
Edward disfrutaba darle las papillas y yo disfrutaba ver la cantidad de caras
que le hacía a la pequeña que no dejaba de sonreír, sin lugar a dudas era un
padre maravilloso al igual que un magnifico esposo.
Fue a finales de abril cuando nos toco separarnos
por unos días, Edward tuvo que viajar a Alemania para atender a un pariente del
ministro de aquel país. El estar en el aeropuerto despidiéndome de él me
recordó la vez pasada la primera vez que me había dicho que me amaba.
—Regresare en dos días. —me dijo levantando mi
rostro que sin darme cuenta había mantenido la vista fija en el suelo, me dolía
el tener que separarme de él, no es que fuera completamente dependiente de él.
— Sabes que te amo.
—No me hagas caso. —intente sonreír y el dejo
escapar un suspiro, acomodo a Millie en su lado derecho recibiendo una protesta
ya que ella estaba intentando meter a su boquita parte del cuello de la camisa
de su camisa favorita.
Acaricio mi mejilla con el dorso de su mano, se
inclino hasta capturar mis labios, el movimiento era lento pero me demostraba
el amor que siempre me profesaba, entreabrí un poco más para darle un mejor
acceso y disfrutar de la calidez y el exquisito sabor que lo caracterizaba, nos
separamos al sentir una manitas en nuestros rostros y un balbuceo que nos
recordó donde estábamos.
—Lamento ponerme así, es que… te voy a extrañar.
—Yo también te voy a echar de menos y sobre todo
por las noches. —dijo con picardía ganándose un golpe suave en su brazo. Me
entrego a nuestra bebita que inmediatamente acomodo su cabecita en mi hombro
llevándose el dedo a la boquita. — Y tu princesita, mantén ocupada a mami.
—Eso no es necesario que se lo pidas, ella lo hace
siempre. —le di un beso en su cabello que ya había crecido unos cuantos
centímetros, pero seguía siendo igual de suave y perfecto como el de su papá.
—Es hora de irme, no olviden que las amo. —nos dio
un último beso a cada una.
—También te amamos y te estaremos esperando. —tome
la manita libre de Millie y la moví para que le dijera adiós a Edward que
sonrió y se perdió entre las personas.
El resto de la tarde no había sido tan difícil,
Millie se había encargado de mantenerme completamente ocupada. Estar detrás de
ella cuidando de que no se echara nada encima era una tarea entretenida y más cuando
comenzaba a buscar apoyo para ponerse en pie por ella misma, había evitado que
callera dos veces cuando no se había sostenido perfectamente bien de uno de los
muebles.
Después de explorar la casa fuimos directamente al
baño, algo que seguía disfrutando. A nuestra hora del baño se había incorporado
dos pequeños patitos de hule que ella doraba lanzar y ver como salpicaba agua
por todas partes incluso mojándome a mí, pero la dejaba al escuchar su hermosa
risa.
La hora de la cena consistía en una papilla y justo
antes de dormir su último biberón mientras le leía un cuento. Cuando se quedo
profundamente dormida fui a mi habitación darme una ducha rápida y meteré bajo
las mantas, fue cuando mas eche de menos a Edward, la cama parecía enorme sin
él, abrace su almohada justo cuando el teléfono comenzó a timbrar, verifique el
número y comprobar que se trataba de mi esposo.
—Hola amor. —salude intentando que mi voz no
mostrara la falta que me estaba haciendo.
—Creo que fue un error —suspiro y estaba casi
segura de que se había pasado la mano por su cabello. — Creo que debí de
traerlas conmigo.
—Solo son un par de días. —intente sonar lo más
optimista que podía, platicamos de todo lo que habíamos hecho durante el día,
fue cerca de una hora después que dimos por finalizada nuestra llamada y me
fundí en un profundo sueño.
Los días que se esperaba Edward estuviera fuera
aumentaron debido a unas complicaciones que él debía de solucionar antes de
dejar a su paciente en manos de otros médicos que solo se encargarían de ayudar
en la recuperación.
Eso me puso un poco de malas al saber que tendría
que soportar un poco mas sin verlo, pero mi enojo se olvido cuando por la noche
escuche el llanto incesable de mi pequeña, la había llevado conmigo mientras
intentaba averiguar la razón de su molestia. Me sentía completamente impotente
de no saber qué es lo que tenía mi pequeñita y me dieron ganas de llorar con
ella.
—Por favor mi amor, ya no llores mas. —la mecí en
mis brazos viendo como su rostro se contraía, sus ojitos estaban muy rojos y su
llanto me partía el corazón.
La deje sobre la cama e intente ignorar su llanto
para poder revisarla nuevamente y ver si había pasado algo por alto, no era
posible que yo siendo una pediatra no pudiera saber qué es lo que le pasaba a
mi bebita. Pero al finalizar la revisión el resultado fue el mismo y ya solo
tenía una opción era ir al hospital, me quite la bata dejándola junto a ella
para ir a buscar algo que ponerme. Estaba tan estresada buscando que ponerme
que no me di cuenta cuando el llanto había cesado, pero al dejar de escucharlo
me asuste y corrí de regreso junto a ella para encontrarla con sus mejillas
bañadas por sus lágrimas y mordiendo la tela de la manga de mí bata que estaba
junto a ella.
Le quite la bata de su boquita y solo pasaron unos
segundo cuando ella comenzó a llorar de nuevo, fui al baño y me lave las manos
cuando una idea cruzo mi mente, regrese junto con ella, y con uno de mis dedos
acaricie su encía inferior, mi dedo se vio atrapado en su boquita mientras
ellas lo mordía, basto ese simple gesto para darme cuenta de lo que estaba
sucediendo, con mucho cuidado acaricie su encía y fue en la parte de los
incisivos centrales que sentía algo mas inflamado y la causa de nuestra
molestia.
— ¿Así que es solo por dientes? —le pregunte
pegando mi rostro al de ella y limpie sus mejillas con mis besos, sin aparatar
mi dedo de su boquita que parecía tenerla tranquila.
Me la ingenie para alcanzar el teléfono y llamar a
una de las farmacias de 24 horas para que me llevaran un gel que sabia le
adormecería las encías quitando la molestia y dejándola dormir tranquilamente.
Al día siguiente ambas dormimos un poco más de lo
habitual debido a nuestras molestias nocturnas, podía que fuere ella quien se
sintiera mal, pero el verla llorar con tanto sentimiento me hacia sentir su
dolor, después de la comida volvimos a dormí y fue la manera en que Edward nos
encontró, me desperté al escuchar la pequeña carcajada de mi bebita que ya no
estaba en mis brazos, me incorpore desorientada y la encontré en los
protectores brazos de su papá.
— ¿Te sientes bien? —asentí acercándome a él para
capturar sus labios, me había hecho falta más de lo que él se imaginaba.
—Pensé que llegarías en un par de días.
—Las cosas mejoraron y ya no era necesaria mi
presencia. —levanto a la pequeña sobre su cabeza repetidamente ganándose muchas
sonrisas.
El resto de la tarde lo pasamos hablando y le conté
la razón por la que había estado dormida a mitad de la tarde, el se disculpo
por no estar ahí conmigo para ayudarme, pero era claro que no era su culpa, uno
no sabía a ciencia cierta cuando un acontecimiento como la salida de los
primeros dientes iba a ocurrir.
Lo que nos causo una extremada ternura fue el ver
que Millie permanecía junto a Edward, lo que era un claro indicio de lo mucho
que lo había extrañado. Edward disfruto de la atención que según su palabra
sentía mucho tiempo sin recibir, se escondió un par de veces detrás del sillón
logrando que nuestra bebita comendara a gritar irritada. Le mostré donde se
escondía y comenzó a reír cuando lo vio.
Me quede tendida en el sillón viendo a Edward en el
piso junto con Millie jugando, primero con los peluches, después con la pelota
y finalmente en un jueguito que le había enviado Emmett, era de muchos colores
y emitía una gran cantidad de sonidos que la divertía, el rostro y la risa de
Edward me mostraba que el también estaba encantado.
A la hora de dormir Edward fue el que pidió dormir
a la pequeñita que estuvo encantada en los brazos de su papá, lo estaba
esperando en nuestra habitación y al ver que tardaba más de lo habitual fui a
buscarlos y lo encontré hablando con Millie quien aun estaba despierta sentada
en el regazo de Edward que le estaba mostrando algo y ella parecía emocionada,
cuando me acerque vi que lo que Edward le mostraba era una foto de nuestra
boda.
—Intentémoslo de nuevo, ma…má—mi corazón se
contrajo al ver que él le señalaba mi imagen en la fotografía, la estaba
alentando a que mamá fuera su primera palabra, Millie balbuceaba sin lograr
articular la palabra que Edward le estaba repitiendo.
Tan sigilosamente como había entrado deje la
habitación, no quería que se diera cuenta de que lo había escuchado intentar
hacer hablar a mi bebita. Poco más de una hora fue lo que el tardo en ir a la
habitación y tumbarse junto a mí.
—Pensé que ya estarías dormida.
—Te estaba esperando… ¿Por qué tardaste tanto?
—Esa pequeñita no quería dormir así que… platicamos
y me dijo lo bien que la tratas. —me acurruque en sus brazos.
—Me alegro de saber que ella no tiene quejas sobre
mí. — me estire para alcanzar sus labios y aprovechando su momento de debilidad
para dejar que su espalda chocara contra el colchón y yo quede sobre el
moviéndome suevamente, logrando una fricción entre nuestros cuerpos que los
hizo despertar del letargo en que se habían sumido, por nuestra separación.
—Había olvidado las hermosas bienvenidas que sueles
darme. —sus manos apretaron mi cadera pegándome aun mas a su cuerpo para sentir
lo que había provocado con mis sutiles movimientos, un jadeo fue lo que arranco
de mis labios.
Me entregue a él como cada vez que estábamos
juntos, el me llevaba a lo más alto, lograba que todo lo que estaba a mi
alrededor desapareciera y solo me hundiera en el mar de hermosas sensaciones
que solo él me hacía sentir. Me quede dormida en sus brazos, pero el sueño no
duro mucho tiempo, ya que el monitor de mi pequeña comenzó a emitir sonidos,
dejando claro que alguien estaba inquieta nuevamente, antes de que comenzara a
llorar me vestí y fui hasta a su habitación por ella y comencé a masajear sus
encías con el gel que aliviaba sus malestares.
Me acomode en el sillón con ella sobre mi pecho
acurrucada, le cante mientras ella se iba quedando dormida ya sin la dolorosa
sensación de malestar que le provocaban los dientes, en algún punto me quede
profundamente dormida con ella aun en mis brazos.
EVOP
Estire mi brazo intentando encontrar el cálido
cuerpo de mi esposa, pero me encontré con la sorpresa de que no estaba en la
cama y la puerta de nuestra habitación estaba entre abierta, por lo que podía
imaginar donde se encontraba, y no me equivoque. La encontré recostada en el
sillón con Millie cómodamente en su pecho, ambas estaban sumergidas en un
profundo sueño.
En uno de los extremos encontré un tubito que
identifique como el gel para calmar las molestias de mi pequeña, nuevamente se
había sentido inquieta y Bella como buena madre la había atendido sin
protestar, gruñí internamente cuando me imagine a Victoria tratando de lidiar
con las molestias de nuestra pequeñita, ella no se merecía un solo pensamiento
y Bella no merecía que la comparara con esa mujer.
Con cuidado quite a Millie de sus brazos y ambas se
removieron e hicieron un pucherito al sentirse separadas, era increíble el
vinculo tan grande que se había creado entre ambas, era como si en verdad Bella
fuera su madre biológica, era cierto que no lo era, pero desde que la conoció
se comporto como una, era una mujer entregada por el bienestar de su familia.
Deje a Millie en su cuna arropándola y después con cuidado lleve a Bella en
brazos a nuestra habitación.
—vuelve a dormir cielo. —le susurre cuando despertó
momentáneamente, se levanto asustada al ver sus brazos vacios. —Ella está en su
cuna y será mejor que tú duermas un poco.
— ¿Dejaste su leoncito junto a ella? —asentí al
recordar que mi hija amaba ese animalito y era lo primero que abrazaba al
despertar y si no lo tenía cerca comenzaba a llorar con desesperación. Ambos
nos metimos debajo de las mantas e inmediatamente Bella se acurruco contra mi
cuerpo, permitiéndome dormir tranquilamente, como no lo había hecho en estos
últimos días.
Durante la siguiente semana aprovechaba los
momentos que estaba a solas con Millie para comenzar a enseñarla que dijera
mami, sabía que Bella se pondría muy feliz cuando nuestra bebita la llamara
mami, porque eso era lo que ella era, Bella era su mamá.
Disfrutaba pasara tiempo con ambas y lo mejor de
todo era ver a mi pequeña divertirse con sus juguetes, en realidad ambos nos
divertíamos. Yo disfrutaba estar junto a ella oprimiendo botones y descubriendo
los diferentes sonidos, imitaba sus expresiones de asombro y ella no hacía otra
cosa más que reír.
El trabajo en el hospital iba de maravilla, mi
trabajo había aumentado y me gustaba el poder salvar un par de vidas, pero
había algunas que solo podía mantener en el mejor estado ya que su final estaba
cerca, el trabajar con personas enfermas de cáncer era algo complicado, pero
era una profesión que me apasionaba, no había alegría más grande que el saber
que yo había salvado un par de vidas, que yo era el responsable de volver la
sonrisa a los rostros de los familiares de mis pacientes.
Pero el trabajo no lo era todo, había algo mucho
mejor que salvar vidas, lo más importante eran mis dos lindas mujeres que
siempre estaban en casa cuando regresaba a casa, verlas jugar o escucharlas
reír era todo lo que necesitaba para sentir mi corazón saltar de alegría,
apenas atravesar el umbral de la puerta me transformaba, dejaba de lado mi
faceta de medico serio y comprometido, para convertirme en un padre cariñoso y
un esposo ejemplar.
El viernes por la tarde regrese a la misma hora de
siempre, pero me encontré con la sorpresa de que mis dos chicas no estaban en
casa y recordé que Bella había tenido una nueva cita con el jefe del centro de
investigación donde ella estaba trabajando.
Me di una ducha para salir en busca de unas
películas y una pizza, quería que fuera una noche relajada. La llame para que
no preparara nada si llegaba y no me encontraba, pero solo escuche su voz
cuando el buzón de voz se activo, deje el mensaje sabiendo que lo escucharía.
Tarde una hora en regresar a casa y me extraño el no encontrarlas, por lo que
volví a llamarla pero no respondió, al ver que solo eran las 8:30 no me
preocupe y espere unos minutos más, pero el resultado fue el mismo, la lame un
par de veces y me comencé a poner ansioso cuando no respondía mis llamadas,
tome las llaves de mi auto dispuesto a salir pero la puerta se abrió de manera
brusca y vi a mi esposa entrar con Millie en brazos que se mantenía jugando su
cabello.
—Podrías decirme porque no respondías mis llamadas.
—tome a mi hija en brazos, quien dejo sobresalir su labio inferior por ser
separada de su mamá.
—No me lo recuerdes. —fue lo único que dijo
entrando en la cocina para toma un vaso con agua.
—Solo fue una pregunta.
—Me perdí. —dejo en vaso sobre la isla de la mesa y
mirándome a través de sus pestañas
— ¿Cómo que te perdiste? —pregunte extrañado.
—Salimos del centro de investigación, y por
contestar una llamada tome la calle equivocada llegando a una zona desconocida,
luego nos atrapadas a la mitad de trafico
—Lamento que te perdieras cielo, pero eso no
explica porque no atendías mis llamadas.
—El teléfono cayó debajo de uno de los asientos y
no podía alcanzarlo.
—No puedo imaginar que te perdieras. —me burle
abrazándola con mi brazo libre y capturando sus labios entre los míos.
—No es algo gracioso, además el tener el volante
del otro lado aun no es algo con lo que está completamente familiarizada, hay
momentos que me confundo. —pego su rostro en mi pecho y de inmediato unas
manitas acariciaron su cabello a lo que ella sonrió.
—Que te parece si te das una ducha mientras esta
hermosura y yo alistamos todo para nuestra noche de películas. — asintió
prometiendo que no tardaría en volver.
Con Millie en brazos estuve llevando las cosas al
piso superior donde estaba la salita de entretenimiento. Mientras esperábamos
que Bella regresaba, ambos nos pusimos a jugar con algunos de sus juguetes, la
hacía gatear en busca de su leoncito y cuando lo coloque sobre el sillón ella
se incorporo apoyándose en el mueble e intento alcanzarlo, era encantador verla
intentando tomarlo entre sus manitas, cuando no lo alcanzo hizo un pucherito y
estaba dispuesta a llorar, pero su llanto fue detenido cuando Bella se lo
entrego y ella lo abrazo perdiendo el equilibrio y cayendo en el suelo
alfombrado que amortiguo su caída, algo que no le importo porque tenía su
leoncito en sus brazos.
Bella se encargo de darle una papilla de pera que
era una de las favoritas de Millie, ambas hacían unas lindas caras Bella
intentando que abriera la boquita y nuestra pequeña disfrutaba del dulce sabor
de la fruta.
Ambos disfrutamos de la pizza sin perder de vista a
la pequeñita que estaba bastante entretenida tomándose sus piecitos e intentado
llevarlos a su boquita algo que alcanzo a lograr la mayoría de las veces, pero
nosotros lo retirábamos provocando un dulce pucherito.
El teléfono comenzó a sonar y Bella fue a atender
la llamada, así que aproveche el momento para intentar que Millie dijera las
palabras que un día antes había estado a punto de decir y para mi alegría
después de dos intentos logro decir mamá, la felicite levantándola en brazos,
meciéndola y besando sus mejillas.
— ¿Celebramos algo? —escuche la voz de mi esposa a
nuestra espaldas, le indique que se sentara junto a mí y así lo hizo.
Acomode a Millie en mi regazo y le susurre que
dijera mamá, pero ella solo balbuceo mirándome con sus hermosos ojos azules.
—Vamos pequeña, solo dilo de nuevo. —le pedí viendo
la cara de confusión de Bella.
—Creo que llevare los platos sucios a la cocina
para poder ver alguna de las películas que elegiste. —vencido asentí, y mire a
mi hija que parecía querer comerse su mano.
Bella se levanto y comenzó a levantar los platos
sucios, yo le volví a pedir a nuestra pequeña que dijera mamá como lo había
hecho hace unos minutos, pero no lograba que ella lo hiciera y me di por
vencido, sabiendo que ella lo diría cuando quisiera y no cuando yo la
presionara.
—Ma…má. —los platos resbalaron de las manos de
Bella y se giro para mirar a la pequeña que sonreía sin dejar de mirarla.
—¿Me llamo ma…mamá? —me pregunto atónita, y yo solo
pude asentir con una enorme sonrisa que se borro al ver las lagrimas de mi
esposa.
—Bella…
—En verdad me llamo mamá. — le extendió sus brazos
y Millie de inmediato extendió los suyos pidiendo que la abrazara, sabía que
amaba estar entre sus brazos, yo era consciente de lo que era estar envuelto en
los brazos de esta hermosa mujer que estaba compartiendo su vida conmigo o
mejor dicho con nosotros.
—Mamá. —repitió nuevamente soltando una dulce
carcajada al ver que ambos estábamos sonriendo.
—Te dije que mamá, sería su primera palabras. —le
recordé a Bella antes de besarla.
Nuestra nueva vida era perfecta.
...
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