Mi sol entre millones de estrellas: Capítulo 25



Complicaciones


BVOP

Con solo escuchar el grito de mi hija y una voz extraña abandone la cocina y fui al pequeño recibidor donde me quede estupefacta al ver a la mujer que intentaba entrar en nuestra casa, tome a Millie en mis brazos apretándola contra mi cuerpo, sin apartar la mirada de la mujer, la vi quedarse quieta y acomodar su ropa separándose de Edward que aun se encontraba evitando que ella pasara.


— ¿Mami?, mi hija llamo mamá a esa horrible mujer.

—No te voy a permitir que te dirijas de esa manera a Bella. —gruño Edward presionando su brazo, yo mantenía el rostro de mi pequeña pegado a mi hombro. — Bella es mi esposa y como tal debes de respetarla. Tú ni nadie vendrá a esta casa a insultarla.

— ¿Te casaste con ella? —me recorrió con la mirada de arriba abajo. —Veo que tus gustos decayeron enormemente, pasaste de mí a algo insignificante.

—Cállate. —el grito de Edward hizo temblar a la pequeñita que estaba en mis brazos.

—Puede que sea algo insignificante, pero a comparación de…

—No te puedes comparar conmigo.

—Tienes razón, no puedo compararme contigo, tú no vales nada mientras que yo sí. Puede que tú tengas cuerpo y belleza, pero al menos yo tengo cerebro y sé lo que es importante. Sé el valor de una familia y no solo regreso a ellos arrastrándome porque ya he fracasado. Y si me disculpan llevare a mi hija a su habitación. —me di media vuelta para alejar a Millie de esa situación tan tensa.

—Millie es mi hija, tu solo eres una zorra usurpadora.

—Mami teno miedo. —sus ojitos estaban bañados por sus lagrimas.

—Nadie te hará daño mi vida, papi y yo te cuidaremos. —le di un beso en la mejilla y volví a pegarla a mi cuerpo.

—Ella tiene que saber que yo….

—Llévatela Bella. — me indico Edward, subí las escaleras aun escuchando los gritos de Victoria, cerré la puerta con seguro y encendí la cajita de música que Leah le había regalado en su último cumpleaños, en ella había una hermosa bailarina.

Con ella en brazos la lleve directamente a la bañara donde llene la tina con agua tibia, cuando estuvo lista la desvestí y la metí dentro dándole sus patitos y pececitos. Se notaba algo afectada por la desagradable situación que le había tocado presenciar.

—Mami…—deje de lavarle el cabello para mirarla— ¿Quién eda esa senoda?

—Esa mujer es…—mi corazón se acelero, por primera vez no sabía que es lo que debía de decir, sabía que podía decir que era su verdadera mamá, pero eso implicaba explicar muchas cosas que la podía lastimar, y yo no quería que lastimara a mi bebita, Victoria la había abandonado y ahora no podía querer entrar en su vida como si nada. — una paciente de papi.

— ¿Poque guitaba?, me dio miedo mami.

—Jamás debes de tener miedo amor, papi y yo siempre cuidaremos de ti, no dejaremos que nadie te lastime. —bese su frente haciéndola chapotear un poco, mojándome, algo que no me importo.

— ¿Me quiedes mami? —pregunto mirándome a través de sus pestañas.

—Con todo mi corazón cielo. —aparte un par de mechones que se habían pegado a su frente.

— ¿Mas que a papi?

—A ambos los amo de manera diferente, pero ustedes dos son lo más importante para mí.

—Yo tamien te quiedo mucho mami, edes la mejod mami del mundo. —me lanzo un poco de agua sin dejar de reír.

Ante sus palabras me costó mucho el poder contener las lagrimas, jamás me hubiera esperado que mi pequeña me dijera que era la mejor madre, el que ella lo reconociera tenía un enorme significado para mi, y más ahora que Victoria venia a reclamar algo que ya no le pertenecía.

La vestí con algo calientito y tuve que ir a mi habitación por el secador de cabello momento que Tobby aprovecho para entrar junto a Millie, le seque el cabello mientras ella jugaba lanzándole una pelotita al perrito.

Note que era casi la hora de la cena así que fui por galletas y leche para mi hija, me encontré con la planta inferior sumida en la oscuridad lo que me mostro que no estaba en casa.

Lo que había sido una hermosa tarde se había convertido en un momento horrible. Millie ceno en su habitación mientras ambas veíamos la bella durmiente recostadas en su cama.

La deje sobre su cama donde se acurruco entre las almohadas, me levante para ir por una de sus mantitas que estaba en el closet.

—No me dejes mami.

—No te dejare nunca dulzura, solo voy por tu mantita rosa. —asintió dejándome ir por la mantita, cuando la cubrí se acurruco contra mi cuerpo y lentamente se quedo dormida, cuando me asegure que no despertaría apague la televisión, encendí su lamparita de noche y saque a tobby de la habitación para darle de cenar.

Le deje sus croquetas en su plato y yo me acomode en una de las sillas de la isla, con una taza de chocolate y una galleta, pero la verdad es que no tenía hambre, solo estaba preguntándome donde estaría Edward.

—Hola. —me gire al escuchar su voz, había entrado por la puerta del garaje. — ¿Millie ya está dormida?

—Sí, no tiene mucho que se quedo dormida. ¿Quieres algo de cenar? —pregunte al tiempo que tomaba una tasa y servía un poco de chocolate, se lo deje frente a él junto con unas galletas, las comió en silencio por unos minutos, ambos estábamos sentados uno al lado del otro pero nuestra mente estaba en otro sitio.

—Lo siento tanto cariño. —aparto la taza y el plato con galletas para tomar una de mis manos. —No quiero que las palabras de Victoria te afecten.

—No negare que me dolió el que me tratara como la peor mujer, me hizo sentir muy pequeña, pero solo fue unos segundo —lleve la taza de nuevo a mis labios bebiendo un poco. — Se que yo valgo más que ella, se que tú me amas como yo a ti, y nadie me quitara a mi pequeña. Dime que ella no puede quitarme a mi bebita. —pregunte con la voz entrecortada.

—Ella no puede quitárnosla, cuando yo le di el divorcio añadí una clausula en la que ella no podía reclamar a Millie después, ella no se le puede acercar.

— ¿Entonces qué es lo que hace aquí? —los pulgares de Edward limpiaron mis mejillas.

— ¿No tienes una idea de que es lo que ella quiere?

—Dinero. —lo dije son pensarlo y de inmediato Edward asintió.

—Su carrera ya no es la misma que antes, ella se encargo de acabar con ella y como ya no puede llevar la vida que tenía, creyó que llegando con un fingido arrepentimiento por abandonar a Millie la aceptaría. Pero ya le deje claro que ella ya no tiene lugar en nuestras vidas.

—Millie me pregunto quién era ella, yo solo pude… yo solo le dije que era una paciente tuya. —lo note sonreír de lado de una manera apenas perceptible. — No quiero que Millie pierda la estabilidad que le hemos dado, se que suena egoísta por querer ocultar la identidad de su verdadera madre y puede que me comporte como una mala mujer, pero no quiero que lastimen a mi bebita, no quiero perderla Edward, no lo soportaría.

El dolor que había sentido desde que vi a Victoria en la puerta se estaba haciendo presente, me envolvió en sus brazos permitiéndome llorar, acaricio mi espalda pero en ningún momento me pidió que no lo hiciera. Me separe del cuerpo de mi esposo cuando sentí las patitas de tobby en mi rodilla seguido por un ladrido.

—Parece que quiere saber qué es lo que te sucede. —acaricie la cabecita del cachorrito. —Bella… Quiero que sepas que no perderás a Millie, es nuestra bebé.

—Pero Victoria…

—Ella nunca la quiso, desde un inicio quiso deshacerse de ella, solo la ve como un medio para obtener un beneficio para ella. Y sobre el que tú seas una mala mujer no quiero que lo repitas. —me acomodo en su regazo. —Tu solo proteges a tu bebita, proteges a nuestra hija.

—Se que Millie deba de conocer…

—No tiene y Millie no sabrá nada de ella hasta que tenga edad para comprenderlo. Victoria no arruinara la vida de Millie y mucho menos la nuestra.

—Como se lo ocultaremos, estando Victoria cerca, hará lo imposible para que Millie se entere.

—Ya puse al tanto a mis abogados que llevaron el caso de mi divorcio, quedaron de que mañana Emmett estaría aquí.

—Pensé que había sido otro abogado y no Emmett. —pregunte extrañada.

—Pero Emmett está con Rose en Italia, por unos nuevos diseños. — agradecí que nuestro amigo estuviera cerca, aparte un par de mechones rebeldes del rostro de mi esposo, fue en ese momento que note que al igual que yo estaba demasiado afectado por el regreso de Victoria.

Acune su rostro entre mis manos y comencé a besarlo con dulzura, una que desapareció conforme el beso fue cobrando intensidad. Me apretó mas a su cuerpo, ambos estábamos buscando una manera placentera de sacar la frustración que sentíamos en este momento y parecía que la habíamos encontrado.

Las palabras salieron sobrando, las caricias fueron cobrando intensidad, olvidamos de todo lo que nos rodeaba solo importaba el olvidar lo que nos atormentaba en ese momento. Me levante de su regazo mordí con suavidad su labio inferior, lo tome de la camisa obligándolo a levantarse, en su rostro apareció una mirada divertida.

—Puedo saber qué es lo que pretendes. — solo sonreí tomando una de sus manos y sacándolo de la cocina y llevándolo en dirección a las escaleras, pero se detuvo halando de lo mano hasta que choque con su cuerpo, se apodero de mi boca y sin esfuerzo me levanto obligándome a envolver mis piernas en su cintura. Un pequeño muñeco de porcelana cayó al suelo haciéndose trizas.

—Me gustaba. —le dije viendo al muñeco esparcido por el recibidor

—Te prometo que lo que sigue te gustara más. —no pude contener una risa tonta que silencio nuevamente con sus labios, mi espalda choco contra una puerta y lo escuche gruñir al no poderla abrir, pero lo consiguió en un par de intentos, la cerro con el pie. Nos miramos unos segundos en los que ambos comprendimos que era lo que deseábamos en ese momento. Podía que no fuera la mejor forma para olvidar lo que nos estaba ocurriendo, pero hacer el amor siempre nos hacia olvidarnos de todo y era lo que necesitábamos, teníamos que olvidar que Victoria había regresado.

Esta vez olvidamos la ternura y solamente dejamos que nuestro cuerpo gobernara nuestros sentidos. Con suavidad me dejo sobre el suelo, e inmediatamente comenzó a desnudarme, mis jeans abandonaron mi cuerpo junto con mi ropa interior, los botones de mi blusa reventaron con la fuerza con la que había tirado de ella, en cuestión de segundo ambos estamos desnudos y listos para volvernos uno. Me levanto en brazos nuevamente dejando que mis piernas se envolvieran en su cintura haciendo que un jadeo se escapara de mis labios al sentir la dureza de su excitación. Sostuvo mi peso con una sola mano, mientras con la otra quitaba las cosas que estaban sobre el escritorio haciéndolas caer, causando que tanto papeles como figuras y plumas se desparramaran por el suelo.

El frio del escritorio hizo contacto con mi espalda, erizando mi piel, pero no hizo que desistiera, lo atraje hacia mi logrando que con un solo movimientos estuviera dentro, sus ojos se encontraron con los míos, había deseo pero también esa calidez que solo había con su familia, además del amor que siempre me profesaba. Empuje mi cadera hacia el haciéndolo entrar casi por completo, ambos gemimos cerrando los ojos, el comenzó a embestir, sus movimientos eran rápidos y precisos, extendí mis manos hacia arriba hasta alcanzar el borde del escritorio y sostenerme.

Sus labios se apoderaron de las pequeñas protuberancias rosadas que en conjunto con los movimientos me hicieron arquear la espalda, no paraba de repetir su nombre una y otra vez, sus labios subieron a mi cuello.

—Sh…—me silencio con sus labios, me hubiera avergonzado porque sabía que estaba haciendo más ruido de lo usual, pero no lo estaba, solo quería seguir en los brazos de mi esposo.

Rompí el beso cuando ambos tocamos la cima, solté mis manos del borde del escritorio para abrazar a Edward que se había quedado con el rostro en mi pecho, parecía que estábamos empezando a dejar de lado los dulces y cálidas noches en que hacíamos el amor, y ahora nos estábamos inclinando por algo mas excitante y espontaneo.

— ¿Te hice daño?

—No. —ronronee, al tiempo que deslizaba las uñas por su espalda. — Me gustaría repetirlo.

—He despertado una parte de mi esposa que…

—Digamos que has despertado la parte atrevida de tu esposa. —delinee sus labios con mi lengua haciéndolo gemir.

—Espero que estés preparada. —asentí con una enorme sonrisa, alborotando su cabello.
Nuestros labios se unieron nuevamente, pero esta vez era de manera delicada, mordí su labio inferior al tiempo escuchamos una puerta cerrarse en el piso superior, un par de ladridos que nos hizo separarnos.

— ¡Mami! ¡Papi! —escuche la voz entrecortada de mi hija, me separe del cuerpo de Edward, me ayudo a levantarme

Se vistió rápidamente dejando su torso denudo, me entrego su camisa ya que la mía había sufrido daños irreparables, pero bien habían valido la pena.

— ¡Mami! —dijo dejando escapar un sollozo. Edward abrocho su pantalón y salió cerrando la puerta con cuidado

— ¿Qué haces despierta cielo? —lo escuche hablarle mientras yo abrochaba mis jeans y me colocaba la camisa de Edward ya que mi blusa había quedado inservible. Los sollozos de mi bebita se detuvieron.

— ¿Y mami?

—Mami esta al teléfono, vamos a tu habitación y en un momento tu mami nos encontrara ahí— agradecí la pequeña mentira que sabia había funcionado.

Encendí la luz para buscar uno de mis zapatos que no encontraba, no pude dejar escapar un chillido al ver el desastre que habíamos ocasionado, el pequeño estudio se había convertido en zona de guerra. La batalla había sido completamente placentera y era algo que tendríamos que repetir. Intente poner un poco de orden.

Subí la escaleras de dos en dos y escuche a Edward hablar con Millie, me quede en el umbral de la puerta viendo a mi bebita en su cama abrazando su leoncito y Edward sentado junto a ella dándome la espalda, ambos hablando de algo que parecía interesarle a ella.

—Es hora de dormir cielo.

—Mami—extendió sus bracitos, me acomode del otro lado de la cama permitiéndole abrazarme, hundió su rostro aspirando mi aroma como lo hacía cuando quería tranquilizarse, pero esta vez fue diferente porque se separo y me miro con el ceño fruncido. — ¿Porque taes la dopa de papi?

—Porque mi blusa se mancho y papi me prestó su camisa. —ella pareció complacida con mi respuesta.

Le conté un cuento haciendo las voces de los personajes que la mantenían riendo y poco a poco se quedo dormida. Dejamos a tobby en su camita y fuimos a nuestra habitación. Edward se sentó en la cama revisando los mensajes de su celular, aproveche su distracción para acomodarme a horcadas obligándolo a recostarse.

— ¿Aun tienes energía? —pregunto con una sonrisa, le quite el teléfono de las manos y lo lance fuera de su alcance, lo escuche caer al suelo y solo pude murmurar una disculpa, pero eso no pareció interesarle, parecía mas entretenido comenzando a desnudarme nuevamente. —No sé qué es lo que poseyó de mi esposa pero, me gusta, me encanta que seas más atrevida.

— ¿Quieres probar algo nuevo? —murmure evitando el sonrojarme, sabía que la monotonía llegaba a cansar, sabía que él no decía nada porque pensaba que no estaba preparada para intentar nuevas cosas, pero ya lo estaba y seria yo quien tomara la iniciativa.

Esa noche me deje llevar, probando posiciones que en ningún momento me creí capaz de lograr, había descubierto que tenía más flexibilidad de la que había imaginado. Ambos terminamos rendidos pero completamente satisfechos y sobre todo habíamos olvidado nuestro problema.

Nos despertamos al escuchar el celular de Edward, me dio un beso en el hombro y se levanto. Lo escuche hablar y por el tono de su voz y lo que decía sabia que se trataba de Emmett, solo esperaba que tarada un poco más en llegar ya que me apetecía dormir un poco más, cuando termino de hablar volvió a la cama y suavemente comenzó a acariciar la piel desnuda de mi espalda.

—Buenos días. —le sonreí sintiendo sus labios posarse sobre los míos.

—Parece que estas cansada.

—No entiendo porque, si dormí toda la noche. — me incorpore cubriendo mi pecho con la sabana.

—Solo puedo decir que estuviste maravillosa, no me puedo quejar, tengo la mejor esposa. —lo bese antes de levantarme.

Juntos nos dimos una ducha y fuimos a la habitación de Millie y me asuste al no encontrarla, la llamé y su voz llego de la planta inferior donde la encontré con tobby comiendo galletas con leche.

—Tenía hamble. —nos sonrió al tiempo que seguía sumergiendo su galleta en el vaso con leche para después llevárselo a la boca, me acerque a ella para darle un beso en la coronilla y ella me lo devolvió dejando mi mejilla llena de migajas.

Faltaba solo unos minutos para que Maggie llegara, pero comencé a preparar el desayuno ya que Emmett no tardaría en llegar, estaba dándole la vuelta a los Hot cake cuando escuche el timbre y segundo después la voz de mi amigo, mi hija salto de la sillita y fue al encuentro de su tío.

—Pero si la ranita se acaba de levantar. —la alzo en brazo alborotándole más su cabello y haciéndole cosquillas en la barriga.

—Hasta cuando le dejaras de decir ranita. —bajo a mi pequeña y me envolvió en sus brazos.

—Yo no tengo la culpa que le encante saltar. — y como si se lo hubiera pedido dio un par de saltitos riendo. —además a ella no se queja que la llame ranita.

Maggie llego justo a tiempo para terminar el desayuno mientras nosotros platicábamos con Emmett que tenia a Millie en su regazo y disfrutaba de las galletas que mi hija le estaba dando, además ella se sintió feliz cuando Emmett la felicito al saber que ella las había preparado y prometió hacer mas.

Después del desayuno Edward puso al tanto de la situación y esperamos a que le enviaran a Emmett una copia de los papeles que Victoria había firmado, en ella había clausulas en las que se especificaba que no podía pelear por la custodia de la bebé, ella sabía que no podía hacer nada para quitárnosla, pero lo que ella quería era acercarse para lograr un beneficio, y teníamos que impedir que se acercara a nuestra bebita, no le dejaríamos que le causara daños por su avaricia.

—Tengo una idea, puede que no les guste pero podemos jugar las cartas a nuestro favor. —Edward y yo vimos a Emmett que no dejaba de jugar con una de las plumas. —por lo que me dijeron Victoria lo que quiere es dinero.

—Me lo dijo. —murmuro Edward, yo solo apreté su mano. —Ayer la lleve lejos de aquí, no quería que alterara a ninguna de las dos. Al principio intento convencerme de que se había dado cuenta de lo que había dejado atrás y que había regresado intentando que la perdonara y poder ser una madre para Millie.

— ¡Es una mentirosa! —me exalte a escuchar las mentiras que la mujer era capaz de decir.

—Lo sé. Le dije que no le creí, que ella jamás se había preocupado por Millie y que no creí que tres años después le surgiera el instinto maternal, uno que dudaba que tuviera debido a que ni la creía capaz de llegar a querer a alguien que no fuera ella misma. —tomo aire apretando mi mano que seguía entre las suyas. — con eso basto para que me dijera que su carrera se estaba desmoronando o mejor dicho ya no existía como tal, las grandes casas de moda ya no la querían contratar y sus ingresos se habían visto reducidos a una cantidad miserable, que ya no podía llevar la vida que ella adoraba.

—Puedes darle una parte de la suma que te pidío. —ambos miramos a Emmett

—Nada nos garantiza que después no regrese por más.

—Hasta donde he leído Millie lleva el apellido de Victoria. —ambos asentimos. —Podemos negociar.

—Que quieres decir con eso. —pregunte notando la mirada y la sonrisa de satisfacción en el rostro de mi amigo.

—Dale una parte de lo que te pido con la condición de que de que podamos hacer que Bella adopte a Millie, con eso Millie será completamente de ambos y ella ya no tendrá poder, no tendrá manera de volver a pedir más y además una orden de alejamiento una en la que no se pueda acercar a mi ranita.

— ¿Crees poder hacerte cargo de ello? —pregunto Edward.

— ¡Claro! Por ustedes y sobre todo por el bienestar de mi ranita. —no pude contenerme y abrace a mi amigo, nuevamente me estaba ayudando para recuperar la estabilidad y felicidad en mi vida.

Los primeros dos días fueron los más difíciles, Victoria a pesar de lo que había firmado seguía exigiendo una custodia compartida, y tanto Emmett como Edward estaban moviéndose tratando de conseguir pruebas para que se percataran de que Victoria no era una buena influencia para la pequeña. Edward había pedido unos días en el hospital ya que debía de estar presente en cada una de las reuniones que había entre los abogados.

Al llegar a casa tanto mi amigo como mi esposo estaban tensos, la frustración y furia reflejada en sus ojos pero bastaba ver a la pequeña que salía a recibirlos con un abrazo para que todo se fuera esfumando poco a poco, se olvidaban del feo momento y se dedicaban a jugar con la pequeña.

Al tercer día Edward llego completamente molesto, revolvió el cabello de mi hija que había salido a su encuentro como todos los días, ella había extendido sus bracitos pero él solo le había tocado el cabello para después perderse por las escaleras, dejando a la pequeña algo triste que pregunto si su papi estaba molesto con ella. Se dejo caer en medio del recibidor acariciando el pequeño delantal rosa que llevaba puesto, habíamos pasado toda la mañana cocinando un pastel que ella había decorado especialmente para Edward y este la recibía de la manera más fría.

—Termina de ponerle las fresas al pastel.

—Segunda que papi no está enojado conmigo.

—Papi jamás se enojaría con su pequeña princesita. —eso pareció hacerla sentir mejor, la ayude a levantarse.

Emmett con una mirada me indico que fuera con Edward, que él se hacía cargo de la pequeña.

—No dejes que tío Em se coma el pastel. —le dije a mi hija ella asintió, tomando la mano de Emmett y llevándolo a la cocina.

Al llegar a nuestra habitación esta estaba vacía pero escuche el agua de la ducha correr, tome un poco de aire antes de entrar.

— ¿Puedo saber qué es lo que te tiene tan molesto? —pregunte mirándolo a la cara, en ningún momento desvié mi mirada hacia abajo ya que sabía que sería mi perdición.

—No quiero hablar de ello Bella, puedes…

—No te estoy pregunto quieres hablar de ello, te estoy exigiendo que me lo digas. —cruce mis brazos contra mi pecho.

—No quiero discutir por algo sin importancia cariño, dame unos minutos y prometo que te lo diré.

—Para mi tiene importancia, no sé qué es lo que paso pero estas molesto y prácticamente ignoraste a Millie, paso la mañana cocinándote un pastel, ella extendió sus brazos para que la estrecharas y la besaras …¿Y que recibió a cambio? —enarque una ceja, el bajo la mirada— solo revolviste su cabello y la dejaste a la mitad del recibidor. Entiendo que estés molesto y si quieres puedes pelear, pero hazlo conmigo, per no voy a permitir que le hagas esa clase de desplantes a mi hija.

—Bella…

—Así que mueve tu estúpido trasero y ve a arreglar lo que dañaste. —antes de que contestara, salí del cuarto de baño cerrando la puerta con fuerza, me quede unos segundo con la espalda recargada en la puerta, para después ir a la cocina donde Millie sobre una silla colocando las fresas en el pastel mientras Emmett tenía el recipiente donde había estado el merengue y se lo estaba comiendo .

En cuestión de minutos Edward apareció en la cocina y en cuanto Millie lo vio solo grito ¡Sopesa!, Edward la abrazo y permitió que la pequeña le diera un par de besos, note su semblante cambiar cuando ella le dijo que si estaba enojada con ella, a lo que negó y dijo que eran cosas de adultos pero que no volvería a pasar.

La comida fue tranquila escuchaban atentos como Millie les platicaba la elaboración del pastel y cuando lo estaban comiendo la felicitaron. La lleve a su habitación ya que era hora de la siesta, tobby se quedo con ella haciéndole compañía y yo fui a encontrarme con los dos que estaban en el estudio que me trajo algunos recuerdos placenteros.

—Puedo saber qué es lo que paso el día de hoy. —pregunte cerrando la puerta.

—Juzgamos muy a la ligera a Victoria, no está cediendo tan fácilmente como queríamos. No logramos que acepte una cantidad menor a lo que pide y se niega a dejar que tú la adoptes. —me deje caer en el sillón con las manos en mi regazo.

—Pero ella no la quiere.

—Estamos utilizando todas nuestras armas para que ella ceda y deje de molestarnos.

—No te atormentes Bells, podemos ganarle. — la voz de Emmett era segura pero su mirada mostraba indecisión.

—No quiero que me quite a mi bebita, no quiero que ella la llegue a poner contra mi o que Millie me llegue a odiar por ocultarle que no soy su verdadera mamá.

—Eso no sucederá cariño, yo no lo permitiré. —me deje envolver por los brazos de mi esposo.

Los escuche hablar sobre diferentes estrategias y la manera en que podían hacerla caer, pero siempre había un pero. Nos olvidamos de eso cuando la princesa de la casa se nos unió y pidió jugar. Los deje jugar sin perderla de vista, no me imaginaba lejos de ella,

Esa noche no la pase muy bien, me desperté constantemente por sueños en los que me veía forzada a entregar a Millie a Victoria, o cuando mi pequeñita me decía que no me quería. Edward solo me envolvió fuertemente en sus brazos, unos que por primera vez no lograron calmar toda la ansiedad que sentía.

Por la mañana me levante envuelta en una bata y prepare un poco de café que fue agradecido por los dos hombres de la casa, me extraño escuchar el timbre cuando apenas eran las 7. Edward fue a ver de quien se trataba y yo permanecí solo unos pasos atrás de él, en cuanto abrió la puerta sonreí a me vi envuelta en un cálido abrazo. Los padres de Edward habían llegado.

Carlisle me saludo de manera rápida pero afectuosamente, pero Esme no paraba de repetir que no tenia de que preocuparme que todo saldría bien y que victoria no lograría lo que estaba buscando. Asentí aunque la verdad no sabía si podía estar tan segura de ello.
Millie despertó y comenzó a llamarme, le indique que estaba en la cocina que bajara con cuidado y cuando llego grito de emoción al ver quienes habían llegado, los mimos y regalos no se hicieron esperar.

Estaba en el desayuno cuando recibí la llamada de Tanya, mi amiga estaba muy avergonzada ya que sin querer por ella Victoria se había enterado donde nos encontrábamos, me conto que había visto una fotografía de nuestra boda y que le había sacado la información a su agente el cual ya había despedido, que lo lamentaba enormemente y que si necesitaba ayuda ella estaba dispuesta a proporcionárnosla, cuando le hable de lo que estaba intentando, ella comenzó a contarme algunas de las ultimas cosas que había hecho y porque su carrera se había ido a pique, Emmett que estaba cerca pidió hablar con ella y lo vi sonreír cuando termino de hablar con ella me dio el teléfono para despedirme de mi amiga. Cuanto colgué me abrazo y me dijo que Tanya nos ayudaría a reunir unas pruebas para comprobar que Victoria no debía de estar cerca de la pequeña y lograr nuestro objetivo.

Dos días después, gracias al par de pruebas del comportamiento de Victoria ella se vio obligada a acceder a las peticiones de Edward, con una mínima cantidad de dinero ella cedió los derechos para que yo pudiera adoptar a Millie y de esa manera ella no podría volver acercarse a la niña. Pero lo que me dio un poco de miedo fue cuando nos amenazo con que nos arrepentiríamos de lo que había hecho, algo que los demás me pidieron ignorar.

En solo una semana habían logrado conseguir que victoria se alejara de nosotros y que no pudiera acercarse a mi niña, mi corazón estaba a punto de estallar al saber que verdaderamente ya era mía, había firmado el último papel que me acreditaba como la madre de Millie, ella ya era Millie Cullen Swan.

Lo que me mantenía tranquila era el saber que la pequeña no se había enterado de nada, para ella había sido una semana en la que habíamos tenido muchas visitas pero no sabía de la existencia de Victoria. Emmett había regresado junto a Rose y Carlisle a su trabajo, pero Esme había pedido tímidamente el si podía quedarse con nosotros hasta las fiestas decembrinas, era poco más de un mes en el que no nos vendría mal tenerla con nosotros, además de que Millie estaba fascinada por tener a una de sus abuelitas con ella.

El tener a Esme en casa era muy agradable, ella no solo era mi suegra, era mi amiga. Durante las siestas de Millie platicábamos y podíamos conocernos más, me enseño a preparar algunos platillos que Edward amaba. Por las mañanas o los fines de semana la pasábamos fuera de casa para que ella se acostumbrara mas a la ciudad que estaba cubierta por nieve.

Millie disfruto el elegir el árbol de navidad, había tomado la mano de Esme y la había arrastrado entre el montón de arboles sin encontrar el que ella quería, habíamos intentado que eligiera uno que nos había gustado a los tres adultos, pero ella se negaba diciendo que no ese no era, que el que debía estar en nuestra casa tenía de ser enorme.

Casi una hora después encontró un árbol que le gustaba pero que para mi gusto era demasiado grande, pero como siempre, Edward accedió a comprarlo porque era el que su pequeñita deseaba. Lo divertido fue ver como lo acomodaba en la sala, cuando finalmente el árbol estuvo de pie Edward se notaba cansado pero sonrió a la pequeña que yo tenía en brazos y se mostraba feliz de ver el árbol que había elegido. Lo decoramos con luces blancas y adornos dorados. Finalmente Esme ayudo a que Millie colgara sobre la chimenea las botitas que habían hecho ambas.

Era miércoles mientras que yo había acompañado a Esme a visitar una galería, Edward se hacía cargo de la Millie. Cuando regresamos los encontré en el pequeño parque en una batalla de bolas de nieve y tobby corriendo detrás de mi hija que caía constantemente sin dejar de reír.

Le di un baño de agua caliente para evitar que enfermera pero esta vez no tuvimos mucha suerte, durante la cena no dejaba de toser y se limpiaba constantemente su naricita que no tardo en ponerse completamente roja.

A media noche comenzó a llorar porque se sentía malita, le di un jarabe y estuve con ella intentando bajar la fiebre e intentando que se lograra dormir. Edward había pedido que lo dejara cuidarla para que yo durmiera un poco, pero me negué ya que el tenia una cirugía a la mañana siguiente y debía de estar en perfectas condiciones y yo podía dormir por la mañana.

Cerca de las tres de la mañana la fiebre disminuyo pero seguía estado molestas, basto con recostarme junto a ella y permitir que me abrazara para que se tranquilizara un poco, pero eso no garantizo que descansara, se despertó varias veces por la noche.

Esme me regaño cuando se entero de que la pequeña se había sentido mal y no habíamos pedido su ayuda, Edward se despidió de nosotras y le pidió a Millie que se portara bien y que tomara el medicamento que yo le diera, algo que no le hizo gracia e hizo muchos gestos.

La muestra de que se sentía malita era que estuvo llorando constantemente y solo quería estar en mis brazos. La hora de las siestas la había intentado dejar en su cama pero eso la hacía despertar y llamarme, así que la había mantenido en mis brazos donde ella mantenía su rostro en mi pecho.

—Es la niña mas consentida. —se burlo Esme.

—Pero la más hermosa. —acaricie su rostro ganándome una sonrisa.

Cuando Edward llego me a quito de los brazos recibiendo una protesta pero esta fue detenida cuando la pequeña se dio cuenta de quien se trataba.

Al día siguiente ya estaba mucho mejor, comenzó a jugar con tobby y, no paraba de preguntar cuándo llegarían sus tíos y sus abuelitos que hacían falta. Pero lo que más le preocupaba era saber si este año también recibiría muchos regalos.

Después de tres días sin salir, había tenido que ir a comprar el jarabe de Millie que ya se había terminado y aun necesitaba tomarlo por un par de días más. Conduje con cuidado hasta la farmacia que estaba más próxima, el viento helado movió los mechones de mi cabello que se habían escapado de mi coleta, al regresar al auto escuche que alguien me llamaba y al girarme me encontré con Victoria.

—Espero que estés contenta con quitarme lo que es mío.

— ¿Tuyo? —pregunte con ironía abriendo la puerta de mi camioneta lanzando el jarabe dentro y cerrando la puerta de nuevo. — Tú elegiste tu carrera en lugar de Edward y Millie.

—Ellos son míos y tú no eres más que una usurpadora, pero eso está por terminar.

—Sigue con tu vida, si de verdad sientes algo por Millie no arruines la suya. —le pedí con sinceridad.

—Jamás quise a esa niña, ella fue la culpable de que mi carrera se arruinara, mi cuerpo cambio, ya no era la misma.

—No puedes culparla, tu sola arruinaste tu carrera, crees que no sé todo lo que has hecho durante este tiempo, tus fiestas y todo en lo que te has visto envuelta no es un secreto.

— ¿Cómo puedes querer a una niña que cuando sepa la verdad te puede odiar por no dejarla conocer a su verdadera madre?

—Tengo que recordarte que no puedes acercarte a ella.

—Todos se burlaron de mí, pesaron que con la miseria que me dieron se desharían de mí, pero no contaron de que me habían llevado a una mina de oro.

—No sé de que hablas y no tengo ganas de estar escuchándote, así que espero no volverte a ver. —me impidió abrir la puerta de mi camioneta.

—Quien lo diría, la perfecta nueva esposa de Edward Cullen, esconde un pasado. Uno que me ha hecho muy rica —abrí los ojos sintiendo pánico. — Les prometí que se arrepentirían de negarme lo que me pertenece, y ahora ellos perderán algo que parecen querer.

—No lo hagas Victoria. — mi voz salió entrecortada y ella solo sonrió abiertamente.

Un par de brazos me capturaron. Cuando iba a gritar un pañuelo cubrió mi boca y mi nariz logrando adormecerme y dejar de resistirme, me giro y quede de frente con el hombre que creía había desaparecido de mi vida, el que creía que después de tres años se había dado por vencido y me dejaría tranquila, me soltó y me apoye en mi camioneta intentando escapar pero solo escuchando la risa de Victoria que parecía complacida. No entendía como podía ser tan cruel y venderme a un hombre que tanto daño me había causado y más aun, me estaba alejando de las dos personas que más amaba.

—Esta vez nada nos separara preciosa. —me envolvió en sus brazos dejando que su aliento chocara en mi rostro, los ojos me pesaban y mi cuerpo parecía no responderme, todo se volvía borroso, los sonidos iban desapareciendo y mi piernas apenas podían sostenerme, y luego todo se volvió negro me vi hundida en la nada.
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