Asecho
Baje del auto y prácticamente corrí hacia la puerta
sin siquiera girarme a ver a Edward, sabía que mis palabras habían sido duras y
aunque sabía que eran mentiras no podía dejar que Edward conociera la verdad,
era ponerlo en riesgo a él y a Millie, quien ya era demasiado importante, más
de lo que hubiera deseado. Lo más duro de todo era alejarme de la pequeña
Millie esa niña se había ganado mi corazón y porque la quería demasiado no
podía arriesgarla.
Esa noche me fue imposible cenar el hambre había
desaparecido, solo sentía un feo nudo en el estomago, la contestadora se
accione un par de veces y en ella solo se escuchaba una voz conocida que
siempre me mantenía con los nervios de punta.
Mire la hora y al comprobar que aun no era
demasiado tarde tome mi celular y marque un número que me sabía de memoria,
timbro un par de veces y justo cuando pretendía cortar respondió.
—No esperaba que me llamaras hermosa—apreté el
teléfono y deje escapar un suspiro.
—Hola Em—intente que mi voz no reflejara el mi
estado de ánimo.
—No te escuchas bien. Estoy terminando de revisar
un aso que tengo que llevar mañana a tribunal, déjame terminar y te llamo de
inmediato.
—Está bien— colgué levantándome, pero me quede de
pie, no sabía a dónde ir, de nuevo me sentía atrapada.
Entre a mi habitación quitándome la ropa que
llevaba y colocándome algo mas cómodo, aun no me pondría mi bata de dormir ya
que primero deseaba un baño pero ahora no podía dármelo porque tenía que
esperar a que Emmett me llamara, al cabo de media hora mi teléfono sonó y
conteste cuando comprobé que se trataba de mi amigo.
— ¿Qué sucede? —pregunto sin rodeos
—Me encontró—escuche un ruido sordo, señal de que
había lanzado lo que había tenido cerca, solo esperaba que no fuera algo muy
valioso.
—¿Pero cómo?, ¿Estas segura?
—Me encontré en un restaurante a Steve Watson y
este se lo dijo
—Maldita sabandija, ese hombre solo lo hizo para
ganarse unos dólares más.
—¿De qué estás hablando? —pregunte ya que no había
comprendido su frase.
—Demetri estuvo en mi despacho cuando solo tenias
un par de días de haberte marchado, me ofreció una cantidad bastante fuerte por
decirle dónde estabas, pero me negué. Luego me entere de que algunos de sus
hombres recibirían una recompensa por encontrarte y creo que eso es lo que
recibió Steve—dijo molesto—dime que ha sucedido hasta ahora.
—Consiguió tanto mi número de celular y el de mi
casa, sabe donde estoy trabajando, lo mismo de siempre, de nuevo tendré que
cambiar mi número de celular y el de mi casa. —dije con resignación.
—Ha roto la orden de alejamiento recuerda que…
—Se que no se puede acercar a menos de 400 mts.
Pero no la ha roto, el único día que me pareció verlo estaba del otro lado del
bar, pero creí que era una tontería y que solo se trataban de alucinaciones
mías.
—Debiste de llamarme de inmediato—gruño molesto
—Ya te dije que pensé que solo era mi subconsciente
que me estaba traicionando, y no quería parecer una mujer paranoica.
—Quiero que me mantengas informado de cualquier
cosa que el haga, no permitiré que se acerque a ti de nuevo.
—Daño mi auto. Sé que fue una señal para que
supiera que él está más cerca de lo que creo. —respire profundamente—No puedo
hacer nada porque él no ha violado la ley, sabes que cuando comenzó con todo
esto intente que las autoridades se encargaran pero lo dejaron pasar porque él
no había roto la orden de alejamiento y las grabaciones de mi contestadora
desaparecieron súbitamente.
—Justo cuando pensé que al fin tendrías un buen
tiempo para regresar a tu vida parece ese loco.
—Solo te llame para que lo supieras, eres mi
abogado…
—No solo soy tu abogado hermosa, también soy tu
amigo. No olvides tener a la mano los números de…
—Me sé de memoria los números de emergencia Em.
Cuídate y suerte en tu caso de mañana.
Después del baño me metí debajo de las mantas de mi
cama intente dormir pero no lo conseguí, tome un té y fue hasta cerca de las 4
de la mañana que conseguí dormir, a las 7 me levante sintiéndome completamente
agotada, tome un taxi y me fui directamente al hospital intentando olvidar lo
que asechaba mi vida.
Me encamine a mi consultorio saludando a Abi que ya
estaba en su lugar, me senté en mi silla revisando la agenda para ver cuántas
consultas tenía el día de hoy, al ver que tenía el día lleno fui a piso a
revisar a los que estaban internados, me detuve a hablar con algunos que ya
estaban despiertos y no dejaban de quejarse por estar ahí.
Regrese a mi consultorio tomando otro camino que
sabía muy pocos elegían debido a que era más largo, pero eso no me importaba lo
único que tenía que hacer era evitar a Edward a toda costa, comencé con las
consultas viendo lo típico de la temporada demasiados niños con resfriado o
dolores de garganta, aplicación de vacunas y mi día se había detenido cuando mi
paciente del medio día no llego, tome mi celular que había dejado en mi
escritorio y revise los mensajes de voz: el primero era de mi madre que me
avisaba que viajaría con Phil a un partido y que intentaría después viajar a
Seattle para asegurarse que estuviera bien, el segundo era de Rose que llamaba
para saludarme y preguntar como estaba, el tercero era de Jacob uno de mis
amigos que estaba en Los Ángeles y me pedía que me comunicara con él, no solo
era mi amigo, él al igual que Emmett era abogado y conocía mi situación. Los
siguientes dos mensajes eran de él el solo escuchar su voz los elimine, no
quería escuchar esas cosas detestables que tenía que decirme. Lo primero que
hice fue llamar a Jacob como lo había pedido, el teléfono sonó solo dos veces
antes de que su secretaria me contestara.
—Buenas tardes Bella, solo llame pare ponerte al
tanto de…
—De que Demetri está en Seattle—le corte sabiendo
que era lo que me tenía que decir, escuche un suspiro y un sí—Lo sé Jacob, ya
me lo hizo saber.
—Dime que es lo que ha hecho.
—Volvió a obtener mi número de celular, el teléfono
de mi casa y por lo que me dijo sabe donde vivo y trabajo, ¡Estoy harta!
—respire profundo evitando que las lagrimas salieran de mis ojos, no quería
demostrar lo impotente que me sentía en este momento.
—¿Ha roto la orden de alejamiento?, sabes que no
puede acercarse a menos de 400 metros
—Se perfectamente que no se puede acercar, ya lo
sabe Emmett se lo conté ayer por la noche—solo escuche un "perfecto",
tome aire para continuar— que hay de las llamadas, son números diferentes.
Quiero seguir con mi vida Jacob, quiero poder salir a la calle sin sentirme
vigilada —dije con la voz entrecortada sin poder evitarlo
—Lo sé Bella, y estoy tratando de hacer algo para
que te deje tranquila, eres mi amiga—eche la cabeza hacia atrás haciendo que mi
respiración se tranquilizara—Aun tienes los teléfonos en caso de emergencia.
—Los tengo Jake
—Tengo que colgar, pero quiero que me mantengas
informado de cualquier cosa, al menos indicio de peligro quiero que me llames o
en su caso a las autoridades y por favor cuídate.
—Lo hare Jake, tu también cuídate—colgué y me quede
mirando el celular que descansaba en mi escritorio, ¿Cómo no me di cuenta del
error que había cometido?, porque el amor te ciega a ver lo que ocurre y cuando
te das cuenta ya es demasiado tarde, porque creí sus palabras vacías de que
cambiaria.
Los siguientes días evite pasar por la guardería ya
que no podría abstenerme de abrazar a la pequeña, me envolví en mi trabajo. Las
llamadas continuaron y cada día eran peores ya se había atrevido a llamarme
prostituta porque me veía platicar con mis colegas, sabía que me vigilaba pero
jamás lo había visto, era un acoso constante que me impedía dormir lo
necesario, comía solo por inercia pero no podía dejar de estar ansiosa y sabia
que eso a la larga afectaría mi trabajo, en realidad ya lo estaba afectando.
Cambie mi numero de celular al ya no poder seguir
escuchando la cosas desagradables que decía, apenas teníamos cerca de un año
con esta situación y yo ya había cambiado mi numero de celular más veces de las
que pudiera recordar, cuando mi madre se entero de que nuevamente había
cambiado el numero supo la razón y volvió a preocuparse, intente tranquilizarla
de que no pasaría nada y que lo más probable es que me tendría que mudar
nuevamente, solo tenía que encontrar un lugar.
Dos semanas habían pasado y aunque me esforzaba por
continuar con mi vida el cansancio y la ansiedad me estaban afectando. Había
tenido que ceder un par de cirugías porque no estaba en condiciones de entrar a
asistirlas.
En todo este tiempo no había visto a la pequeña; me
había encontrado con Edward varias veces por los pasillos y solo me había
lanzado una mirada dura para después girarse y hacer como si yo no estuviera
cerca, me dolía de una manera muy diferente al dolor que había experimentado
pero me afectaba. Había días en los que quería acercarme a él ya que también se
notaba algo cansado y sabía que la razón era una pequeña de casi tres meses.
Era miércoles y estaba en mi consulta de la tarde,
me sentía ansiosa por que era el día que tenía que revisar a Millie y no sabía
si podría mantenerme distante con ambos, me era imposible no hacer algún mimo a
la pequeña que hacía saltar mi corazón con una sola sonrisa. Mi nerviosismo
termino cuando Ángela entro a mi consulta por el expediente de Millie ya que
Edward la había llevado con ella, se lo entregue sin decir una sola palabra, me
miro por unos segundos esperando una respuesta pero al ver que no diría nada se
despidió y se marcho a atender a mi pequeña.
Iba a mi consultorio después de revisar a un niño
con un bracito lesionado al resbalarse del árbol al que se estaba subiendo
cuando sus papas no lo veían. Me quite el estetoscopio del cuello y lo metí en
el bolsillo de mi bata, cuando levante la vista me detuve en seco al ver al
hombre que estaba parado junto a la puerta mirándome fijamente. Miro su reloj y
lo vi coquetear con una de las enfermeras que paso cerca de él y que dejo
escapar una risita tonta, mi amigo siempre seria igual, jamás cambiaria. El
decía amar su libertad pero la verdad es que aun no encontraba a la mujer que
lo hiciera perder la cabeza, prefería las aventuras que una relación estable.
–Emmett – fue lo único que dije antes de salir
corriendo y dejar que me envolviera en sus brazos.
–Siento venir hasta ahora, pero el trabajo me lo
impedía.
–Todo está bien–le dije separándome de él
–Dime cuando fue la última vez que te viste en un
espejo–suspire al saber a lo que se refería–¿Puedes tomarte el resto de la
tarde?
–Tengo que ver un par de pacientes y creo que
después podre tomarme el resto del día–asintió acompañándome hasta la consulta,
me indico que me esperaría en una de las salitas de espera ya que no quería que
lo vieran raro por ser el único hombre entre un montón de mujeres con niños.
Las tres consultas que tenia tardaron más de la
cuenta, ya que la segunda mujer no solo fue a una revisión de su hijo, si no
que termino contándome parte de su vida como si además de pediatra ahora me
hubiera convertido en terapeuta; una profesión que no iba para nada conmigo
debido a todo lo que me sucedía, finalmente pude salir y busque a Emmett para
encontrarlo platicando con Edward ambos parecían enfrascados en una plática
interesante y pude notar el rostro contraído de Edward.
–Hola–salude haciéndome notar–Podemos irnos Emmett.
–Nos veremos en otra ocasión McCarty–palmeo su
espalda, para después quedar frente a mí y obligarme a verlo, parecía que iba a
decir algo pero se detuvo y se marcho sin decir una sola palabra.
Nos marchamos en mi auto y nos fuimos a mi
departamento, prepare un poco de café y lo serví en la salita por donde
podíamos ver a ciudad que se comenzaba a iluminar.
–¿Conoces a Edward Cullen? – pregunte dando un
pequeño sorbo a mi café sin quitar la vista de los ventanales.
–Nuestro buffet de abogados trabaja con su padre y
por lógica con él, uno de nuestros amigos es quien llevo a cabo lo de su
divorcio.
–Espero que no le hayas dicho nada de lo que
ocurría conmigo. No quiero que más personas sepan por la horrible situación que
pase, no soportaría sentir la lastima de nadie.
–¿Porque no contárselo a alguien?, Te vendría bien
tener a alguien a quien recurrir en caso de emergencia, alguien que además esta
muy cerca de ti.
–Ya lo hemos hablado miles de veces, no involucrare
a más personas en todo esto. Él es un maniático y no se tentara el corazón de
lastimar a alguien más y Edward tiene a su hija una pequeña que lo necesita.
–Sé que eres autosuficiente pero no olvides que
siempre necesitamos de los demás. Y tú más que nadie necesita de alguien. Estamos
trabajando para localizar a Demetri pero es demasiado escurridizo.
—No es que sea escurridizo, es solo que tiene el
dinero suficiente para comprar a quien quiera y que estos finjan que no lo
encuentran. — dije sabiendo que esa era la razón por la que seguía libre, el
dinero siempre estaba por encima de todo.
—No siempre se saldrá con la suya, pero mientras
tanto tienes que ser muy cuidadosa, si es posible disminuir tus horas de
trabajo para evitar que salgas muy tarde.
–Necesito mi trabajo y su acoso constante me tiene
con los nervios de punta, he tenido que ceder un par de cirugías por qué no
estoy en condiciones. Está terminando con mi vida profesional está terminando
con todo lo que me importa–lance la tasa sobre la mesa, deje apoyada mis codos sobre
mis rodillas y oculte mi rostro en mis manos.
–Haré lo que esté en mis manos para regresar la
tranquilidad a tu vida. Jacob hablo con Sam y este está movilizando a su gente
para ayudarnos a localizarlo y así mismo poder hacer que te deje tranquila…
–¿Has dicho Sam? –Me levante molesta–¿Cuanta gente
más sabe de esto?, lo único que te pedí fue de que no involucraras a más
personas y es lo que estás haciendo.
–Sabes que el equipo de investigadores con el que
cuenta es el mejor y…
–Y no olvides que Demetri es hijo de uno de los
hombres más importantes de este país, gracias a eso sigue libre, ustedes no
pueden hacer nada y yo ya me estoy cansando de seguir fingiendo llevar una vida
normal–grite frustrada y con las lagrimas bajando por mis mejillas. —Mi vida no
es normal y jamás lo será, esto es un maldito infierno que me está agotando.
–¿Que estás diciendo? –gruño levantándose arrojando
su tasa junto a la mía, se acerco a grandes zancadas logrando que yo
retrocediera hasta que mi espalda choco con la pared.
–No. Por favor–cerré los ojos cubriendo mi rostro
con las manos y solo escuche un golpe sordo en estante de madera que estaba
cerca.
–Jamás te lastimaría pequeña, yo no soy como ese
animal, yo jamás podría tocarte–me envolvió en sus brazos. – De mi jamás debes
de temer preciosa–esas palabras me hicieron estremecer.
–¿Cómo te atreviste a faltar?–arrojo el plato de
ensalada que descansaba en la mesita central de la cocina.
–Tenia una niña con convulsiones, ella era
importante y no iba a dejarla para ir a una cena–le dije apagando la estufa
donde tenía calentando la cena.
–Era una cena importante, tus pacientes no me
importan, tú debías de esta presente como mi esposa.
–Cuando nos casamos tu sabias lo importante que
es mi carrera y también te dije que nada cambiaria. No sé porque ahora intentas
cambiarme. No pase largas noches en vela estudiando y preparándome para ser una
de las mejores y ahora que lo estoy logrando pretendes que solo me dedique a
ser una simple ama de casa–gruñí molesta
–Mi madre se dedica a la casa, a las obras
benéficas y se comporta como la esposa de un Volturi
–¡No soy tu madre!, soy tu esposa y las cosas
cambian. Ella puede que está contenta con la vida que lleva pero yo necesito
más que lo que ella hace.
–Escúchame bien Isabella, esta es la primera y
la última vez que no asistes a una cena en la que tienes que estar presente
–No si tengo trabajo
–No te estoy preguntando– retrocedí al notar la
furia en su mirada, di media vuelta para alejarme de él antes de que las cosas
se salieran de control, me detuve al sentir que tiraba de mi cabello–no me des
la espalda cuando te hablo.
–Suéltame Demetri me estas lastimando
–¡Cállate! –me aventó logrando que me golpeara
el estomago en el filo de la mesa del comedor, intente levantarme pero él me lo
impidió, con una de sus manos apretó mi mandíbula obligándome a mirarlo– Jamás
te atrevas a dejarme hablando y tampoco cuestiones mis decisiones, tu
obedecerás lo que te digo ¿Esta claro? –asentí levemente, me soltó logrando que
mi cabeza se golpeara con una de las sillas.
–Limpia este desorden y espero que esta noche
estés lista para comportarte como mi esposa y no salgas con alguna estupidez
"me duele la cabeza o estoy muy cansada"
–Bella me estas escuchando–apreté la solapa de su
saco ocultando mi rostro en su pecho dejando que las lagrimas continuaran
fluyendo.
–Estoy cansada de vivir con miedo y de estar
ocultándome, jamás recuperare mi vida y no creo soportar por más tiempo esta
situación; ya es un año de esto y siempre es lo mismo, ya no tengo fuerzas para
continuar, termino conmigo y con mi carrera.
–No hables de esta manera Bella, no me hagas pensar
lo peor–levanto mi barbilla obligándome a verlo, pero rehuí su mirada. –Te
prometí que haría todo lo que estaba en mis manos para librarte de ese hombre y
lo voy a cumplir, pero no quiero que sigas diciendo eso, no quiero pensar que
puedes hacer algo para dañarte.
–No haré nada–le dije antes de separarme. "Al
menos no por ahora".
—Sabes que encontraremos la forma de terminar con
todo esto.
—Gracias por hacer esto por mi Em. Quiero que me
prometas algo—tome sus manos mantuve la mirada fija en él.
—Te escucho.
—Primero promételo—negó y por unos minutos nos
mantuvimos en silencio, bufo al saber que no se lo diría hasta que lo
prometiera así que lo hizo. —Quiero que si las cosas se complican aun más y eso
te pone en riesgo te alejaras y me dejaras sola.
—Estas loca, no te dejare sola en manos de ese
maniático—gruño molesto
—No quiero que les suceda algo a ustedes por mi
culpa, tú al igual que Jake y Sam son importantes y si algo les llegara a pasar
por mi culpa no me lo perdonaría jamás. Ya lo prometiste así que se que lo
harás.
—Jugaste sucio—sabía que era un hombre de palabra y
cuando prometía algo lo cumplía por muy difícil que esto fuera así que estaba
mas tranquila sabiendo que se alejaría cuando las cosas se complicaran, al
menos eso quería pensar. —Me iré mañana después del medio día por si necesitas
algo.
—Lo tendré en cuenta, pero tengo el día muy ocupado
—Cuídate mucho—bese su mejilla y cerré la puerta
detrás de él activando el sistema de seguridad.
Cocine una de las recetas de mi madre, acomode la
mesa dispuesta a comer un poco cuando el teléfono de mi casa comenzó a sonar y
solo escuche la voz de Demetri.
"Veo que ya llamaste a tu abogadito, pero
no olvides con quien estas tratando. Jamás podrás esconderte de mi
preciosa"
Ese mensaje me quito el hambre, guarde la comida y
la metí al refrigerador antes de recostarme un rato sobre mi mullida cama; me
quede con la vista perdida en el techo viendo como mi habitación comenzaba a
oscurecerse debido a que el día estaba terminando y la noches estaba
comenzando. En algún punto me quede profundamente dormida pero no logre
descansar los recuerdos eran tan reales que me hicieron despertarme con las
mejillas húmedas, la respiración agitada y el corazón latiendo de manera
descontroladle.
Como cada noche prepare un poco de té y tome alguno
de los libros de la estantería para leer intentando que el sueño regresara a mi
pero lo conseguí demasiado tarde solo dormí dos horas. Tome mi auto para ir a
mi trabajo sintiéndome peor que nunca, estaba realmente agotada, sabía que no
estaba bien pero aprovecharía que ya seria fin de semana y me tomaría un par de
pastillas para poder dormir y olvidarme de todo lo que me atormentaba. Tome un
taxi ya que sabía que sería algo imprudente que manejara sintiéndome tan
agotada como me sentía y no solo me arriesgaba yo si no también a los demás.
—¿Noche dura? —pregunto Heidi que había llegado
junto a mi mientras esperaba mi café
—No pude dormir
—Alguien que te quitara el sueño o demasiada
actividad—por la expresión de su rostro y el tono de su voz comprendí que se
refería a otra clase de actividades.
—Nada de eso. —dije un poco molesta, para mí esa
clase de actividad no había sido la más agradable, creo que solo una vez había
sido lo que esperaba las demás no habían sido agradables y solo podía recordar
el dolor y no el placer que muchas encontraban, para la mayoría era hacer el
amor, para mí solo había sido sexo y más después de que me había enterado que
no podía ser madre y eso había complicado aún más las cosas, haciéndome sentir
utilizada y no amada como lo esperaba.
—¿Puedo saber qué es lo que sucede? —pregunto
cuando estuvimos sentadas en una de las mesas de la cafetería.
—No es nada—le reste importancia al momento que le
daba un sorbo a mi café, levante mi rostro cuando Ángela se sentó junto a
nosotros.
—Angie crees que esta mentirosilla está bien—me
señalo con un movimiento de cabeza.
—No. Para comenzar tu aspecto es de alguien
enfermo, ya no rindes de la misma manera y siempre estas algo nerviosa—dijo
antes de llevarse un poco de fruta a la boca. — además de que aun me pregunto
qué fue lo que sucedió entre tú y Edward. Algo es que ambos tengan demasiado
trabajo pero ya no se hablan y comenzó a llevar a su hija conmigo la cual por
cierto tengo que ir a ver cada tercer día a la guardería está muy inquieta pero
su mirada es algo triste.
—Porque no me lo habías dicho antes—antes de que
ellas dijeran algo me levante y salí de la cafetería para ver a la pequeña, me
detuve cuando estuve por llegar, iba a arruinar las semanas en las que me había
mantenido alejada. Entre ignorando mis pensamientos y me encontré a Millie en
brazos de Sara solo estaba hipando y sus ojitos estaban rojos.
—Dra. Swan—me saludo al verme
—Me permites abrazarla—asintió entregándomela,
comenzó a sollozar lo que me extraño ya que era una niña bien portadita. —Hola
mi amor.
Comencé a cantarle y mecerla logrando que se
tranquilizara y escondiera su rostro en mi pecho, siguió hipando pero se relajo
cuando mis dedos acariciaron su mejilla. Me perdí por un largo rato hasta que
ella se tranquilizo y me lo hizo saber con su dulce mirada, me incline dejando
que mi nariz chocara con la suya ganándome una sonrisita.
—No sabes lo mucho que te he echado de menos
princesa—me senté en una de las sillas intentando que se durmiera, pero ella
parecía no querer hacerlo, sus ojitos estaban puestos en mi.
Se la entregue a Sara sintiendo inmediatamente un
vacio en mi brazos, en su rostro se formo un pucherito pero no despertó, le di
un beso antes de marcharme a mi consultorio y comenzar con las consultas de la
tarde y cuando termine me dirigí a piso ya que nuevamente estaba Luke y por lo
que me habían dicho estaba solo.
—Toc, Toc—dije cuando entre a la habitación
ganándome una sonrisa del pequeño
—¡Bella! —se incorporo dejándome un espacio junto a
él
—¿Que tal te están tratando? —acaricie su cabello
—Susy es buena, me dio un dulce—me dijo en voz baja
a lo que yo solo pude sonreír—Puedes encender la televisión, por favor.
—¿Veremos las caricaturas de siempre? —el asintió
con una enorme sonrisa, y yo no pude más que sentirme algo frustrada ya que aun
lograba entenderlas con totalidad. Me senté junto a él permitiéndole que se
recostara sobre mí mientras volvía a explicarme todo de nuevo.
—No puedo creer que aun no lo entiendas Bella—se
llevo la mano a la frente riendo.
—Lo siento no soy buena en estas cosas, además solo
contigo veo caricaturas
—¿Entonces qué vez?
—Programas aburridos de adultos, pero reo que
comenzare a ver mas esta caricatura para la próxima vez que nos veamos no
tengas que volver a explicármela.
—Este es mi capitulo favorito—chillo, así nos
mantuvimos hasta que llego su mamá que me dirigió una enorme sonrisa a veré ahí
con Luke. Me agradeció como lo hacía siempre.
Di la última ronda antes de ir a mi consultorio por
mis cosas, me despedí de Abi que se estaba acomodando la bufanda. Salí por la
puerta principal para tomar un taxi, cerré mi abrigo al sentir una ráfaga de
viento golpearme y alborotar mi cabello, hice la parada a un par de taxis pero
estos iban ocupados, no pude hacer otra cosa más que bufar no solo tardaría
mucho en llegar a casa sino que también tenía mucho frio. Salte y di un gritito
ahogado cuando sentí una mano en mi hombro.
—Lo siento no planeaba asustarte. —lo mire
incrédula por unos segundos, intente que un taxi se detuviera pero sucedió lo
mismo que con el resto; paso de largo. — Con este clima será difícil conseguir
un taxi.
—Creo que tomare …
—O porque simplemente no me dejas llevarte a tu
departamento. —me señalo su auto que estaba a unos pasos de nosotros. —Además
hay alguien en el auto que le encantara verte.
—Gracias pero no—le hice la parada y milagrosamente
el taxi se detuvo.
—Bella…—lo ignore marchándome, no comprendía porque
de la nada volvía a intentar acercarse a mí, es que mis palabras no habían sido
suficientes.
Con solo entrar a mi departamento la realidad me
golpeo nuevamente, una voz en la contestadora me hizo dejar de divagar en otros
asuntos. Tenía un problema y tenía que mantenerme lejos de Edward y de Millie,
esta ultima era mucho más difícil esta tarde que la había tenido en mis brazos
todo lo malo que me sucedía había desaparecido.
Al día siguiente hice lo mismo, mi vida se estaba
convirtiendo en algo muy monótono y eso la hacía aburrida, entre a mi
consultorio dejando las cosas sobre mi escritorio, inmediatamente abandone mi
celular en el fondo del cajón sentándome para revisar la agenda. Un par de
golpecitos en la puerta me separaron de la agenda y solo vi el reloj para
comprobar que se trataba de Abi, la hice pasar.
—Buenos días. —levante mí rostro y me encontré con
las dos personas que me moría por ver pero que a la vez sabia que debía de
alejar
—Ángela no tardara en llegar—le dije evitando mirar
a la pequeña que se removía en sus brazos
—No me interesa hablar con Ángela, estoy aquí
porque quiero hablar contigo—me dijo sentándose en una de las sillas frente a
mi escritorio, no había salida, tendría que escucharlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario