Tanya
Comimos con su hermana y sobrinos que se pelaban
por la atención de Edward que trataba de complacer a ambos y no dejaba de reír.
Sin duda seria un excelente padre.
Edward tuvo que regresar a la oficina por un par de
reuniones, pero no se fue sin antes decirle a Alice que no me agotara y también
le dio su tarjeta para que hiciera las compras.
Alice estaba muy entusiasmada con las compras y más
al ver que tenía crédito ilimitado. Ella me iba explicando como quedaría cada
cosa en la habitación y con sólo imaginármelo me sentía como en un sueño, más
tuve que quitar un par de cosas ya que se me hacía exagerado, podía que ellos
tuvieran dinero pero quería que mi hijo creciera de manera sencilla.
Con las compras terminadas regresamos al
departamento de Edward donde lo
encontramos jugando con los niños y Jasper.
encontramos jugando con los niños y Jasper.
Me despedí de Alice y su familia ya que se
marcharían al día siguiente, ella prometió regresar en un par de semanas en las
que las cosas llegarían para poder comenzar a decorar y hacer la habitación más
acogedora; los niños dijeron que nos extrañarían, me dieron un beso y
nuevamente me llamaron tía. Edward me llevó a casa y me ayudó a llevar un par
de bolsas de las compras.
— Alice está loca por las compras— dijo dejando un
montón de bolsas sobre la cama de uno de los cuartos de invitados.
— ¿Y me lo dices ahora?— rodé los ojos y soltó una
carcajada.
—Date una ducha y te prometo que preparé tu cama y
te daré un masaje para que duermas como un bebé.— me empujó hacia la habitación
principal y me dejó sola para que me diera una ducha y lo hice sin dejar de
pensar que sus manos tocarían mi cuerpo y eso me hará sentir un agradable
cosquilleo.
Me tomé mi tiempo y me paré frente al espejo para
verme con el vientre más abultado y al mirar hacia abajo comprobé que ya no
veía las puntas de mis pies.
— ¿Planeas dormir en el baño?— escuché detrás de la
puerta. Me di un último vistazo en el espejo y al saber que no era la mejor
imagen salí y Edward estaba sentado en la cama.
— Parezco un pingüino embarazado. — hice un mohín y
él negó levantándose y abrazándome.
— Eres la mujer más linda. Y si fueras un pingüino
serias el más sexy. — Pegué mi rostro a su pecho que subía y bajaba por una
risita amortiguada. — luces muy hermosa.
— No me había dado cuenta de lo mucho que he
crecido. — suspiré acurrucándome en sus brazos.
— Yo si lo había notado. — me pegó un poco más a su
cuerpo acariciando mi espalda para que me relajara y sin poder evitarlo dejé
escapar un suspiro.
Levanté mi rostro de mi refugio y noté el brillo en
el rostro de él. Sin pensarlo mucho me levanté de puntillas y dejé que nuestros
labios se encontraran, al principio había estado renuente a este tipo de
contacto más ahora era algo indispensable: era mi droga. El beso fue
interrumpido al sentir un movimiento en mi interior y por la mirada de Edward
supe que el también lo había alcanzado a sentir.
— ¿Fue lo que creo que fue?— preguntó tomando mi
vientre entre sus manos y mirándome con la alegría reflejada en su rostro.
—Se movió— dije conteniendo las lágrimas y posando
mis manos sobre las de él.
— ¿Te hace daño?— preguntó preocupado.
—Para nada, es sólo que no me lo esperaba y fue
algo agradable.
— Al menos ahora sabemos que nuestro chico está
bien— dijo con completa felicidad.
Nos besamos un momento más y cuando sentí mi cuerpo
comenzar a reaccionar de una manera inesperada nos separamos; y él cumplió con
su promesa de darme un masaje que me dejó completamente relajada y adormilada.
—Mañana vendré por ti, cosita. — Me dio un beso
para callar mis protestas— descansa mi amor.
Un mes después estaba ansiosa porque no habíamos
podido iniciar con los arreglos de la recámara del bebé ya que los muebles no
habían sido entregados. El trabajo seguía manteniéndome ocupada, lo único que
me entristecía era el tener que comenzar con las entrevistas para mí remplazo;
muchas de esas mujeres eran obvias las razones por las que se habían
presentado: conquistar a mi Edward.
El ascensor timbró y por él apareció una mujer de
mediana edad que retorcía sus manos por los nervios y me miró casi con pánico.
— Vengo por la entrevista. — dijo con renovada
seguridad.
— Debes ser Leslie— ella asintió.
Tomé el teléfono y marqué la extensión de Edward
que me contestó al tercer timbrazo con su habitual tono dulce le avisé que
estaría en una entrevista por si necesitaba algo y no me encontraría.
Llevé a la chica a la salita en la que Ángela me
había entrevistado.
— ¿Algo de beber? —Pregunté al tiempo que yo me
serbia un poco de agua, sólo la mitad ya que mi vejiga parecía no tener mucha
capacidad debido a la presión del bebé.
— Agua estaría bien. — le entregué el vaso y me
senté frente a ella, tomé una hoja donde tenía las preguntas que había
elaborado con Edward. — relájate, es sólo una entrevista.
— Lo siento es que es mi primera entrevista después
de un año.
—Comencemos.
Era una mujer que era mucho mejor que yo y también
que conocía el campo y se adaptaría a las exigencias del trabajo, cuando le
hablé de las horas extras ella hizo una ligera mueca pero dijo que no había
problema. Al llegar a su estado civil me dijo que acababa de divorciarse y
tenía una hija de cinco años que dependía de ella ya que el padre no quería
darle lo que le correspondía. Tomé su mano y le aseguré que las cosas
mejorarían.
Se marchó un poco más animada y cuando salí de la
salita vi a una rubia sexy entrar a la oficina de Edward empujándolo a él y
cerrando la puerta de un golpe. La escena me recordó lo que había presenciado
con Jacob y me negaba a que nuevamente me sucediera lo mismo, seguro había
visto mal.
Tuve que bajar a recepción por un paquete y cuando
regresé me encontré a Edward sentado en mi silla mirándome ceñudo.
—No tenías porque bajar. Sólo debes de decir que te
lo traigan.
—Tengo que caminar un poco, no es bueno que siempre
esté sentada. —le dije entregándole el paquete.
Evité tocar el tema de la mujer rubia que había
estado en su oficina ya que aún no estaba segura de que fuera verdad o sólo una
alucinación mía.
Tuvo que marcharse temprano porque debía de pasar a
ver los avances en una obra, mientras que yo me quedé en la oficina esperando
una carta importante y adelantaba un poco el trabajo. Fue cerca de las siete
que llegó, en un arranque de valentía tomé mis cosas y decidí que sería bueno
que fuera a esperarlo a su casa.
Tomé un taxi para ir su casa que estaba a sólo
quince minutos, cuando llegué entré saludando al portero que me informó que él
estaba en casa. Al llegar al departamento arreglé mi cabello antes de llamar a
la puerta, presioné el timbre y escuché un par de pasos que se acercaban,
delante de mí estaba Nicolás que al verme sus ojos se abrieron por completo y
parecía que hubiera visto un fantasma.
—Buenas noches Nicolás. —lo saludé y el hombre
continuó sin apartarse de la puerta.
—Señorita Isabella…¿el señor sabía que iba a venir?
—preguntó sin moverse.
—Fue una decisión de último minuto. —dije con una
leve sonrisa.
—Adelante. —dijo haciéndose a un lado. —Le avisaré
que está aquí. —me dijo después de dejarme en la sala.
Lo vi marcharse por el pasillo, fui tras él
sabiendo que estaba ocurriendo algo de lo cual no querían que me enterara. Me
detuve fuera donde claramente escuché una voz femenina que protestó por la
intromisión del hombre.
— ¿Qué parte de la que no queríamos ser molestados
es la que no entendiste? —gruñó una mujer.
—La señorita Swan, está aquí. —dijo Nicolás, me
acerqué lentamente tratando de no ser descubierta.
— ¿Quién es esa?
—Nadie que te importe. —contestó Edward, no sabía
porque pero esa respuesta me hirió. El mal presentimiento que había tenido se
había hecho realidad temía que al mirar dentro de esa habitación me encontrara
con algo desagradable, pero tenía que descubrirlo cuanto antes.
—Seguro que es esa mujer, ¡Es horrible! ¿Cómo
pudiste cambiarme por alguien tan insignificante como esa? que deja ver a
simple vista que es una muerta de hambre que lo único que quiere es tu dinero.
—el escuchar como hablaba hizo que me hirviera la sangre y saliera de mi
escondite entrando en la habitación donde encontré a una preciosa rubia sentada
en uno de los sillones y a Edward junto a una de las ventanas.
— ¡Cállate Tanya!
—Lamento la intromisión, pero sólo traje la carta
que esperabas. —dije dejándolo en la mesita que estaba más cerca de la puerta.
—Buenas noches.
Fue lo último que dije antes de salir de ahí
prácticamente corriendo, el ascensor se estaba abriendo cuando llegó y salía
Emmett al que prácticamente hice a un lado para entrar. Antes de que el hombre
reaccionara había presionado el botón para cerrar las puertas. Ya en la calle
no sabía a dónde debía de ir, pero de lo que estaba segura es que no podía ir
al departamento ya que es el primer lugar donde me buscaría.
Caminé hasta un pequeño restaurante para pensar que
es lo que haría. Estaba dándome ánimos para morder el emparedado que había
pedido cuando mi móvil comenzó a timbrar y al ver que era Edward lo apagué para
que no me pudiera localizar.
—Pero que pequeño es el mundo. —dijo una voz que
reconocí ya que sólo hacia unos minutos que la había escuchado. — ¿Quién diría
que te encontraría aquí? — se mantuvo delante de mi sin sentarse, sabía que el
que estuviera ahí no era coincidencia.
— ¿Puedo ayudarla? —pregunté tratando de no
demostrar lo mal que me estaba sintiendo, no sabía en que había pensado cuando
creí que Edward se podía fijar realmente en mí después de haber estado junto a
una mujer como la que tenía en frente.
— ¿Así qué de verdad, creíste que Edward se fijaría
en ti? ¿Es qué no te has visto en un espejo? Das asco. — bajé la mirada y me
mordí la lengua para no contestarle— si tienes un poco de dignidad déjalo
tranquilo y márchate; Edward no tiene que hacerse cargo de esa cosa.
— Puede insultarme todo lo que quiera, pero no a mi
bebé. —le dije sintiendo como la sangre en mi interior comenzaba a hervir.
— ¿Sabes quién es el padre?— preguntó — es que las
mujeres como tú es muy difícil que lo lleguen a saber, ya que están con varios
hombres.
— No todas actúanos como usted— dije apretando los
dientes y ella se puso roja de ira. Muchas de las personas que estaban ahí ya
nos estaban mirando.
— Aléjate de lo que es mío antes de que yo me
encargue de quitarte de mi camino— amenazó inclinándose sobre la mesa y
derramando el vaso que contenía limonada, me aparaté justo a tiempo para evitar
que el liquido mojara mi ropa, el vaso rodo hasta caer al suelo y partirse en
varios trozos. — Deja de engañarte, yo he regresado y tú ya no le importas.
Después de esas palabras se marchó dejando que
todas las personas me miraran y comenzaran a hablar por lo bajo, sentía como
mis ojos comenzaban a humedecerse, sabía que no tardaría mucho en ponerme a
llorar pero tenía que salir antes de que me siguiera humillando.
Al salir del restaurante tomé un taxi y fui hasta
el departamento al que entré hasta estar segura de que Edward no estaba ahí, el
portero me informó que no tenía mucho que se había marchado lo que me dejaba un
tiempo reducido antes de que el volviera a llegar. Tomé una mochila y coloqué
algunas de mis cosas; hoy no quería dormir ahí ya que no quería ver a Edward
por ninguna circunstancia. Me fui a un hotelito que estaba a media hora. Había
tenido que salir por la puerta de emergencia sin que nadie se diera cuenta, ya
que uno de los hombres de Emmett estaba ahí y no quería que supiera donde me
encontraba, al menos no por esta noche.
La habitación era muy pequeña, pero al menos estaba
limpio. Me di una ducha sintiendo el dolor regresar, cerré los ojos y dejé que
el agua golpeara mi rostro mientras las imágenes de Jacob y Edward se mezclaban
en una pesadilla horrible y quería despertar cuanto antes.
EVOP
Antes de ir con Bella, fui a mi departamento para
darme una ducha ya que estar en la construcción me había hecho ensuciarme y lo
que menos deseaba era que ella me viera en ese estado. Pero con lo que no
contaba era que ahí había una mujer esperándome, una que había esperado nunca
más volver a ver. Pensaba que había sido claro cuando la eché de mi oficina por
haberse atrevido a aparecer de nuevo en mi vida. Mas ahora estaba en mi casa
esperándome.
— ¿Qué haces aquí? —pregunté apenas verla, ella se
levantó con una sonrisa y dio un paso hacia mí pero yo me alejé dejando claro
que no quería tenerla cerca.
—Tenemos que hablar Edward.
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, así que
márchate.
—Escúchame Edward. —me pasé la mano por el cabello
y fui directamente hacia mi despacho sabiendo que esa mujer iba detrás de mí,
pero eso era lo que menos me importaba, necesitaba algo fuerte que tomar.
Apenas la puerta se había cerrado se había echado a
llorar tratando de recordar todos aquellos momentos que habíamos vivido juntos
y que para mí ya habían pasado al olvido. Desde que estaba con Bella todo lo
demás había pasado a segundo plano. Esta visita sólo me estaba reafirmando que
Tanya había sido una ilusión de algo que esperaba y que no había importado
mucho el perderla, que mi comportamiento sombrío había sido por la humillación
que había pasado no por la mujer que la había ocasionado.
La dejé que hablara y que tratara erróneamente de
envolverme en sus mentiras, en algún momento un par de lágrimas y sus palabras
de arrepentimiento habían funcionado pero ahora eso ya no servía de nada porque
había encontrado a la mujer que quería a mi lado.
—Esta vez todo es diferente Tanya. —dejé el vaso
sobre la mesita y la mire. —Tú ya no me interesas hay alguien más en mi vida.
—Eso no es verdad, tú me amas a mí.
—Sentía un cariño por ti, pero no era precisamente
amor. —sin poderlo evitar miré la foto que había en mi escritorio, en ella
estaba junto con Bella que estaba sonrojada pero con una linda sonrisa.
Ella se acercó y miró la foto que estaba viendo,
soltó una carcajada.
—Esa mujer no tiene clase, es obvio que sólo quiere
tu dinero.
—Ella no es como tú, Tanya, ella de verdad me
quiere. —lo último lo dije sin estar completamente convencido de que así fuera,
pero tenía la esperanza de que en algún momento ella me quisiera tan
intensamente.
—Yo te…
—No digas que me querías porque sabes que lo único
que te interesaba era mi apellido y mi dinero.
—Pero ella no encaja contigo, tú necesitas una
mujer hermosa a tu lado, no una cosa como esa.
—Ella es preciosa, a veces menos es más y su
simpleza es lo que la hace ser tan hermosa.
Estábamos discutiendo cuando Nicolás entró en la
habitación, mi mundo se fue abajo cuando escuché que Bella estaba aquí justo en
el momento equivocado, pero antes de que pudiera pensar en hacer algo para que
ella no se diera cuenta de la mujer con la que estaba apareció por la puerta y
de inmediato noté como sus ojos mostraban el dolor que estaba sintiendo, se
sentía traicionada justo cuando comenzaba a confiar en mí.
Dejó algo sobre la mesita y se marchó del
departamento, estaba tan aturdido que no reaccioné en el acto, pero unos
segundos después saqué a Tanya del lugar y me aseguré de dejar claro que ella
no era bienvenida en el edificio. Fui hasta mi auto haciendo que Emmett me
llevara a casa con Bella, tenía que hablar con ella y hacerla ver que las cosas
no eran como parecían.
Al llegar a su departamento el conserje nos dijo
que ella no había llegado, pero aún así fui para ver que era cierto lo que
había dicho, más nadie abrió y Emmett me informó que uno de sus hombres había
estado ahí desde hace horas y decía que Bella no había llegado. Iba a ir a
buscarla en los lugares que sabía la podía encontrar.
Busqué en sitios que Bella solía frecuentas
esperando que estuviera ahí tratando de tranquilizarse, pero no tuve suerte en
ninguno de ellos. Estaba por bajar del auto cuando recibí una llamada del
conserje del edificio de Bella informándome que ella había regresado, hice que
Emmett se dirigiera de vuelta al apartamento de Bella.
Me froté las sienes con los dedos. Había visto la
mirada de Tanya al notar el vientre abultado de mi ángel, y me habían entrado
ganas de estrangularla. Bella y el bebé eran lo único que me importaba.
— Bella estaba muy afectada. ¿Qué hacia esa mujer
ahí?— dijo Emmett que no me había dicho nada durante todo el camino, se había
mantenido al margen comportándose como mi guardaespaldas.
—Tengo que hacer que me escuche. —dije volviendo la
vista el frente y mirando el tráfico que nos hacia ir lento, — tengo que verla.
Me iré caminando, veme ahí
— No...
— En este momento me importa muy poco lo que
pienses, quiero ver a Bella y lo haré aunque tenga que caminar, además sólo son
dos cuadras. — asintió y yo me bajé del auto y me encaminé al edificio donde me
encontré al chico de Emmett y al portero, ambos me saludaron y yo fui
directamente al departamento.
Tomé aire y llamé al timbre un par de veces y al no
obtener respuesta golpe la puerta.
— Se que estás molesta, pero quiero hablar cariño.
Déjame ver que ambos están bien— dije frustrado golpeando la puerta más fuerte.
Lo hice un par de veces pero no sucedió nada.
Saqué mi móvil y llamé al suyo de nuevo, pero de
inmediato me mando a buzón lo que me indicó que estaba apagado o sin batería;
estaba comenzando a preocuparme seriamente por ambos.
— Isabella si no abres esta puerta la echaré abajo.
¿Me estás escuchando? Contaré hasta 5— conté hasta cinco y al ver que no pasaba
nada me lancé contra la puerta olvidando que estaba reforzada y que echarla
abajo sería una tarea titánica.
— Creo que esto te puede ayudar— Emmett me entregó
las llaves del departamento y se lo agradecí; las introduje en la cerradura y
al entrar todo estaba en silencio, el pánico me invadió y fui hacia habitación
rogando porque nada les hubiera sucedido. La habitación estaba tan desierta
como el resto de la casa.
— No está aquí. ¿Dónde está?— gruñí furioso y
Emmett estaba asustado lo veía en su mirada. Habló por radio con el hombre que
supuestamente la vigilaba y que no se había dado cuenta cuando se había
marchado, pasaron unos minutos en los que yo revise su pieza y noté que
faltaban cosas.
— Salió por la puerta de emergencia — escuché al
hombre que entró al departamento preso del pánico.
—Quiero que la encuentren— les grité.
— ¿Alguna idea de dónde comenzamos a buscarla? —
miré a mi jefe de seguridad que no se amedrentó ante mi mirada.
— Donde tengan que buscarla: hospitales, clínicas,
hoteles. La daré por desaparecida si es necesario para que la policía la busque.
Es su responsabilidad encontrarla bien. — estaba desesperado por no verla, no
podía permitir que se alejara de mi, solo por la aparición de Tanya.
Tenía que encontrarla.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
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