Dolorosa traición: Capítulo 4



Verdades Inesperadas

Una hora después Ángela dio por terminada la entrevista y me dijo que en caso de obtener el puesto me llamarían al día siguiente.

— ¿Quieres saludar a Edward? — me pregunto con una sonrisa.

—No, él debe de estar ocupado y yo tengo cosas por hacer. — mentí y ella se encogió de hombros y no insistió. —Gracias por la oportunidad.

Camine por las calles sin rumbo alguno, solo quería despejarme y rogaba por que la entrevista hubiera salido bien; pero al mismo tiempo tenía miedo de estar con él. No quería confiar en nadie y mucho menos en un hombre al que apenas acababa de conocer. Tal vez Emmett tenía razón y Edward era diferente, pero en instante recordé a Tyler ¿Y si Edward después salía con una proposición estúpida como la de Tyler? Sacudí la cabeza para sacar esa idea absurda. Ahora que lo pensaba mejor, el presentarme a la entrevista había sido otro error.

EVOP

— ¿De nuevo temprano a casa? —pregunto Ángela al verme salir con mis cosas.

—Así es.

—No sé quién es esa chica, pero me alegro de que ella logre hacerte salir temprano de la oficina. —no proteste y solo le guiñe un ojo. —Puedo saber el nombre.

—Solo la estoy conociendo Ángela, hay algo en ella que me intriga.

—Pero estás bastante interesado. —me tomo del brazo y juntos entramos al ascensor.

—Ya sabes que jamás volveré a cometer el mismo error, ninguna chica me va a importar más que mi trabajo.

—Es una lástima que pienses de esa manera. —me acomodo el saco y sonrió. — Impresiónala Cullen.

—Ya te dije…

—Ya lo sé Edward. Ve a verla ya que eso te ha tenido de muy buen humor estas semanas. Pero antes quiero un nombre.

—Para que quieres saberlo. — solo se encogió de hombros. — Isabella.

—Tiene lindo nombre. Suerte Cullen.

Trate de ignorar las palaras de Ángela ya que no podía estar involucrándome más de la cuenta, era obvio que la hora más esperada era aquella en la que me sentaba en la cafetería y la veía moverse entre las mesas y me encantaba mas cuando podía hablar con ella. ¿Era un estúpido por querer acercarme a la chica?

Cuando entre a la cafetería no la vi en su trabajo y pensé que tal vez se había tomado el día, me tome un café y me marche.

El miércoles cuando llegue a mi oficina, sobre mi escritorio estaban las entrevistas de tres de las candidatas que se habían presentado al puesto de mi secretaria y eso me hizo recordar que Bella no se había presentado y además no la había visto el día anterior ¿Estaría bien?

—Son las tres mejores y las que encontré más aptas. —Ángela interrumpió mis pensamientos.

— ¿Cuál de las tres es tu favorita? —pregunte leyendo de manera rápida.

—Las tres son buenas, mas las tres tienen un pero. —bufe arrojando los papeles, Ángela se sentó en una de las sillas frente al escritorio. —La primera se niega a salir tarde cuando se requiera, ella quiere que se respete su horario y no está dispuesta a hacer horas extra.

—Elimínala—dije si preámbulos.

—La segunda no sabe nada de contabilidad, así que no habrá quien los vigile y los mantenga a raya.

—No me sirve, quiero que al menos tenga nociones. Elimínala también.

—La tercera, conoce lo básico de todas las áreas, habla un par de idiomas. El detalle es que en unos 7 meses tendrás que prescindir de ella. —Enarque una ceja y me lleve una mano al cabello— Licencia por maternidad.

— ¡Por favor! —gruñí frustrado.

—Es tu elección. — me miro ceñuda. — puedo seguir entrevistando.

—En verdad tienes que casarte en tres semanas. —pregunte por centésima vez.

—Son dos semanas y si me voy a casar. Mira Edward, he entrevistado a muchas chicas y muchas de ellas no tenían ni idea de lo que este trabajo requiere, solo les interesaba por estar cerca de ti, estas tres fueron las más aptas. Nadie es perfecto.

—Llama a la tercera. Creo que puedo contratarla por un tiempo y antes del parto ella puedo dejar a su remplazo.

—Bien pensado— sonrió satisfecha. — La llamare para que venga por la tarde.

—Que sea el viernes, yo tengo que salir de la ciudad y no tendré tiempo de hablar con ella.

—La citare en la tarde. —la mire ya que no había entendido mi orden. — Ya la elegiste y entre más pronto comience, será más fácil para ella adaptarse a todas tu exigencias. Solo bromeaba.

—Te adoro. Tú sabes lo que significa cada segundo.

—Cada segundo vale oro, siempre lo dices. — me recordó tomando los papeles y saliendo de la oficina.

Mi padre me llamo para recordarme que debía de viajar a Boston. Deje que Ángela se hiciera cargo de revisar que las reservaciones estuvieran en orden. Me lamente de que Bella no estuviera en la cafetería para poder despedirme de ella, ahora tendría que esperar hasta el viernes que era el día que estaría de vuelta en la ciudad.

El viaje a Boston fue tranquilo y ya en el aeropuerto me esperaba mi padre que al igual que yo estaba ahí para revisar el avance de un edificio para una empresa china que abriría una sucursal en la ciudad.

El trayecto a la construcción solo hablamos de trabajo y tratamos de dar una solución más adecuada a los pequeños problemas que se habían dado hasta el momento. Al entrar en la construcción vi un par de rostros conocidos y muchos nuevos que se sorprendieron al ver que no me importaba ayudar a un par de obreros con una mezcladora y a otros los ayude a ajustar una de las vigas, pero lo que parecía sorprenderlos mas fue el ver que mi padre y yo comiéramos con ellos como un obrero mas y no con los dueños de la obra.

Desde que había tenido edad y más cuando decidí ser arquitecto, mi padre me había llevado a sus construcciones y me había puesto a hacer todo tipo de trabajo, me había dicho "Un buen arquitecto es aquel que conoce y maneja todo a la perfección y para eso no hay rangos, todos valen lo mismo" al termino de la jornada nos marchamos a nuestro hotel y posteriormente a cenar.

— ¿Ya encontraste el remplazo de Ángela? —. Pregunto tras ordenar su cena.

—Podría decir que si— me miro sin entender. — Ángela entrevisto a las solicitantes, ninguna cumplió todos los criterios y la que es más apta está embarazada, lo que me hará buscar nuevamente en un par de meses.

—No es la mejor opción ya que durará poco tiempo, pero si es a mejor hay en este momento debes de darle la oportunidad. No obstante debes de ser un tanto considerado y no hacerla trabajar más de la cuenta y no vayas a dejarla sin tiempo para sus comidas. —me advirtió mi padre.

—La trataré bien.

—Sabes que dentro de un mes es el cumpleaños de Ally y, Alice quiere hacer una barbacoa, invitara a la mayoría de sus compañeros del jardín de niños. — la sonrisa de mi padre era enorme y sabía que era por sus nietos.

A pesar de que Alice era unos años menor que yo, se había casado antes que yo y ya era madre de dos hermosos niños: la mayor Allyson o Ally para la familia que cumpliría 4 años y Mark de 2 años. No los veía con regularidad pero hablaba constantemente con mi hermana que me contaba las nuevas hazañas de sus hijos y la manera en que no la dejaban tener un minuto de tranquilidad.

—Jasper me lo había mencionado y ya lo tengo contemplado.

—Tu madre y yo nos preguntamos hasta cuando volverás a ser el mismo de antes y dejar de lado lo que paso con Tanya e intentaras rehacer tu vida. —tome de un solo trago el contenido de mi vaso y pedí uno más.

—Lo de Tanya es pasado. — dije fríamente.

—Pues demuestras lo contrario, te sumergiste en el trabajo dejando una pobre vida social y no has salido con ninguna chica.

—He salido con un par de chicas, pero no estoy en busca de una relación, en este momento lo más importante es mi trabajo—volví a tomar un trago de mi bebida que habían dejado frente a mí. —Por algo estamos entre los mejores.

—Siempre es mejor tener a alguien con quien compartir tus logros, alguien que te mantiene en la realidad. Sin tu madre no sería el hombre que soy.

—No quiero arriesgarme y encontrarme a otra mujer como Tanya, pensé que le importaba y la realidad fue que solo quería el apellido Cullen. — sonreí con amargura. — me alegro que haya encontrado a alguien más y que lo nuestro no sucediera ya que todo hubiera terminado en un divorcio.

—Pero no tienes porque perder la fe, hay mujeres que aun se guían por sus sentimientos y no por el dinero.

— ¿Y cómo voy a saberlo? ¿Tengo que fingir que no soy un Cullen y que no tengo dinero? —dije con la amargura que me acompañaba desde que Tanya me había abandonado.

Siempre había creído que mi apellido era una bendición pero fue Tanya que me demostró que también podía ser una maldición, que muchos solo les interesaba lo que podía darles materialmente y no se interesaban en mi como ser humano. Por eso me había prometido no involucrarme sentimentalmente con nadie. Mas con ese pensamiento recordé a Bella, era una mujer que me intrigaba y de la cual deseaba conocer el misterio que encerraba para poder quitármela de la cabeza, ella tenía que ser un capricho y era mejor que no se presentara a la entrevista, si verla por unos minutos me afectaba, creo que el tenerla todo el día me causaría estragos, unos que podía estar seguro nos serian los mejores.

— ¿Edward? — Salí de mis pensamientos al recordar que estaba con mi padre. Le preste atención y seguí escuchando como trataba de convencerme que el aislamiento y la carga de trabajo excesiva eran perjudiciales, pero aunque fingía escucharlo a realidad es que solo me apetecía escuchar la voz de Bella, perderme en la profundidad de sus orbes chocolate enmarcados por unas enormes pestañas.

El jueves apenas pude pensar en Bella, pero fue porque tuve que poner toda mi atención en el proyecto y cuando pensé que habíamos terminado fuimos a cenar como unos amigos de mi padre que no hablaron de otra cosa que no fuera trabajo. Lo bueno de esa cena fue que conseguí que nos tomaran en cuenta para un proyecto ambicioso en Dubái, era una obra que si llegaba a nuestras manos nos haría estar en la boca de todo mundo. El viernes me despedí de mi padre y tome mi vuelo de regreso a Chicago, uno que se me hizo eterno.

Al llegar a la oficina Ángela me dio cada uno de los recados que debía atender y planos que revisar, lo que me aseguraba un día ocupado. El escritorio frente al de Ángela estaba en orden y unas flores lo adornaban, lo que me recordó que tenía que hablar con la chica nueva.

— ¿Hiciste una buena elección? — pregunte señalando el escritorio vacio.

—Ya lo creo. Es como una esponja. — puse los ojos en blanco, en ese momento me imagine a una muy embarazada chica ¿Pero que no es hasta el segundo trimestre que se les notaba? — No seas tonto Edward. Me refiero a que aprende rápidamente, absorbe como una esponja, tiene iniciativa, se mueve con soltura y acepta comentarios para mejorar la calidad de su trabajo.

— ¿Y donde esta?

—Llega a la una—enarque una ceja y antes de que dijera algo, comenzó a ponerme al corriente de todo lo que debía hacer lo que quedaba de día.

—Cuando llegue quiero hablar con ella.

—Sera cuando regreses de la comida con los ingeniaron de la obra. —asentí. — Comienza a trabajar o no te irás hoy a casa.

—Eres peor que mi madre—le dije con burla. —Pero aun así te quiero.

—Lo sé, ahora muévete.

BVOP

Llegue a la oficina 5 minutos antes, mi trabajo como temporal había terminado y ahora comenzaría como la nueva secretaria de Edward Cullen. Tenía miedo de que pensara que no era lo que él buscaba. Aun podía recordar el rostro de Ángela cuando le había mencionado que estaba embarazada durante la entrevista, la había visto serena hasta llegar a ese punto donde había fruncido el ceño mas tenía el trabajo, lo más difícil seria decirle a Edward mi estado.

—Llegas temprano. ¿Todo bien?

—Todo bien—. Deje mis cosas y me senté en mi silla.

—Edward fue a una comida de negocios y llegará como a las tres y como te imaginarás quiere hablar contigo. —Me guiño un ojo— se llevara una sorpresa cuando te vea.

— ¿Sorpresa?

—No le dije que te habías presentado y el te eligió sin saber que se trataba de ti. —tenía esa mirada picara, era la mirada de una niña que acaba de confesar una travesura.

— ¿Por qué lo hiciste? — me entrego unos papeles para evitar contestar.

La hora de la comida estuve ansiosa, sabía que cuando regresara me encontraría con Edward y no podía imaginarme su rostro de sorpresa al verme, pero lo que más me inquietaba era lo de mi embarazo. Jamás me avergonzaría de él, podía que no había sido concebido en el mejor momento y que su padre no lo quisiera, pero yo le demostraría todo mi amor y jamás le faltaría nada.

Regrese a mi sitio y Ángela noto mi nerviosismo y me pareció verla sonreír, la hora del regreso de Edward había llegado y el aun no aparecía, pero olvide ese detalle y me concentre en mi trabajo.

—Podrías ir por unos archivos que tiene la secretaria de Daniel. Es que no hay quien los pueda traer y me urgen.

—El del noveno piso. —asintió.

Cuando las puertas se abrieron, varias miradas estaban en mí, aun era a novedad y muchas estaban verdes de envidia porque había conseguido uno de los mejores puestos que había en la empresa. Pero muchas lo que deseaban era estar cerca de Edward para conquistarlo. Fui por los papeles y regrese con Ángela.

—Gracias Bella. Por cierto Edward ya está en su oficina y quiere verte. —asentí. Alise mi falta y me dirigí con paso seguro hasta la puerta, llame a la puerta y la abrí cuando escuche un adelante al estar dentro lo vi enfrascado en unos planos.

—Hola. — apreté los puños, mi saludo había estado fuera de lugar, debía de recordar que era mi jefe.

— ¿Bella? — su semblante cambio, una sonrisa se formo en su rostro y se acerco a mí. —Justo deseaba verte.

—Estoy aquí porque pediste verme. —Su cara era de desconcierto— Soy el remplazo de Ángela.

—Pero no hiciste la…

—Claro que la hice. Cambie de opinión y me arriesgue por el puesto. — lo note quedarse en silencio y después de unos segundos su mirada viajo a cierta parte de mi cuerpo que apenas comenzaba a mostrar rastros de que una vida estaba creciendo en mi interior.

—No creo que seas la misma persona. Ángela me dijo que la chica esta…—se aclaro la garganta y tiro del cuello de su camisa.

— ¿Embarazada? —asintió. —Lo estoy. Es por eso que tenía dos empleos. — su silencio y su actitud distante me hizo darme cuenta de que aceptar el empleo había sido una equivocación.

— ¿Por qué no me lo habías dicho? —evito mirarme y su voz era un tanto áspera.

—No es algo que suela comentar a todo mundo, además es algo privado. — dije serenamente, aunque un nudo se formaba en mi garganta. —Lamento el que perdieras tiempo.

Le sonreí, di media vuelta y apenas había tomado el pomo de la puerta cuando escuche su voz:

—Aun no hemos hablado de tu salario y de lo que espero como mi nueva secretaria.

— ¿Aun quieres que sea tu secretaria? —asintió y me señalo una silla—Pensé que saber que estoy embarazada…

—Tu estado no cambia la capacidad que has demostrado. Solo puedo felicitarte. — me sonroje— el padre del niño…

—Es solo mío. —le corte.

— ¿Quieres decir que estás sola? —su semblante rígido comenzó a suavizarse.

—No quiero lastima, soy capaz de cuidarme y a mi bebé.

—No lo dudo, pero…

—Estamos hablando de trabajo, no de mi vida privada. ¿Recuerdas? — me lleve las manos a la boca, había sido una grosera. — lo siento, no quise decir eso.

—Quisiste decirlo y que lo hicieras demuestra que eres la indicada para el puesto. Ángela me regaña constantemente y me dice las cosas como las piensa y veo que serás igual. —Tomo mi mano— Me alegro de que aceptaras la entrevista.

—Yo espero que sea lo correcto.

Escuche atenta cada una de sus palabras, la mayoría de las cuales Ángela ya me había dicho, pero que volví escuchar sin protestar. Él esperaba que fuera una excelente secretaria. Si quería cumplir con sus demandas debía poner mucha atención a las indicaciones de Ángela.

—Supongo que Ángela te hablo que hay días en los que tendrás que quedarte hasta tarde y otras en las que tendrás que estar temprano. — Asentí sin apartar la mirada— pero por tu embarazo haremos varias concesiones.

—Mi embarazo no limita mi trabajo— le asegure.

—Te creo. Me gusta un trato informal, solo me llamaras Sr. Cullen cuando este alguien fuera de la empresa presente. — Volví a asentir— ¿Queda todo claro?

—Perfectamente. Veras que no te voy a defraudar.

—Ve a continuar con tu trabajo. — me levante y Salí sigilosamente.

— ¿No fue grosero? —pregunto Ángela evaluándome con la mirada

—Para nada, al contrario, fui yo quien hablo de más.

—Ya está acostumbrado, es un buen hombre pero hay veces que necesita un buen jalón de orejas—me extendió un par de cartas. — puede parecer algo intimidante, pero no lo es. Puedes contestarlas y enviarlas.

La hora de salida había llegado y Edward aun permanecía en su oficina, fue veinte minutos después que solo salió para decirnos que aun tenía trabajo por terminar y que podíamos marcharnos.

La semana siguiente fue dura. Edward era un hombre que esperaba lo mejor y exigía un 100% de compromiso en cada tarea. Pero lo que más me gustaba era ver la manera en que trataba a cada empleado, trataba con la misma amabilidad a un empleado de limpieza o un ejecutivo. Edward era dedicado en su trabajo, el cual amaba.

Había tenido que salir un par de veces tarde y él había enviado a Emmett a que me llevara a casa ya que no contaba con un auto. Seguía invitándome a cenar pero yo me había negado ya que no era ético salir con mi jefe y lo que menos deseaba era que se comenzaran a esparcir rumores y nuestro trabajo se viera afectado.

Lo había intentado muchas veces pero siempre terminaba comparando a Edward con Jacob, este último podía ser el hombre más ruin pero seguía siendo el padre de mi bebé, un pequeño que aun no nacía y ya se había enfrentado al rechazo. Sabía que debía de visitar a un especialista ya que no podía seguir pensando en Jacob después de lo que había estado a punto de lograr.

La última semana de Ángela fue llena de trabajo y ella se notaba nostálgica porque cada día se acercaba mas el momento en que dejaría la constructora. Me levante cuando vi a Ángela salir de la oficina de Edward, me sonrió limpiándose las mejillas; le extendí un pañuelo que acepto.

— ¿Todo bien? —le pregunte señalando la puerta por la que acababa de salir.

—Todo bien, es solo que es difícil despedirme de él, fue muy bueno conmigo y no solo era mi jefe, era un amigo. Y espero que la relación entre ustedes sea tan buena o mejor que la nuestra. — rodeo mi escritorio y me abrazo. — se que Edward está en buenas manos y que tu lo sabrás poner en su lugar.

—Sabes que no es un niño al que deba de llamarle la atención por sus actos. Él sabe lo que hace. —replique.

—Ya verás que deberás de hacerlo.

—Solo espero que no me despida por ser demasiado sincera.

—No lo hará. — tomo mis manos y me miro fijamente. — Cuídate mucho y sobre todo a ese bebé, el siempre estará orgulloso ya que tendrá a una gran mujer como madre.

En los días que pasamos juntas en ella había encontrado a una amiga; habíamos platicado como si nos conociéramos de toda la vida. Después de tanto tiempo al fin había logrado poder hablar con alguien. Le había contado una parte de la historia mas no la más dolorosa y el escuchar que estaba haciendo lo correcto me motivo y me hizo sentir en paz después de mucho tiempo. Esas eran las palabras que había esperado de mi familia, pero ellos me habían dado la espalda, haciéndome sentir aun peor de lo que ya me sentía, era una vergüenza para mi familia y tonta por dejarme engañar por un hombre sin escrúpulos.

— ¿Bella? —Volví al presente al escuchar mi nombre— promete que iras a la cena de ensayo esta noche.

—Ángela…—moví mis manos nerviosa— yo no tengo nada apropiado para asistir—me ruborice ante mi confesión.

—Ahí estaremos Ángela. —me sorprendí de ver a Edward observándonos.

—Los estaré esperando. — tomo su bolso y una caja donde iban las ultimas de sus pertenencias. La vimos desaparecer en el ascensor y yo tome mi nuevo lugar.

— ¿Tenemos algo que hacer? —pregunto señalando la agenda.

—No. — el asintió y entro en su oficina. Soltando un suspiro abrí su correo para revisar si había algo nuevo, pero me vi interrumpida.

—Apaga eso y toma tus cosas. — di un salto por no haberlo escuchado y se disculpo.

— ¿A dónde vamos? —pregunte con mi suéter y mi bolso en mano.

—Algo de último momento, pero será algo rápido.

Durante el camino Edward iba ocupado en una llamada y Emmett solo me dirigía una sonrisa. Al salir del auto estábamos frente a una de las boutiques más exclusivas e inmediatamente me detuve, mas Edward entrelazo nuestras manos y me llevo dentro. Una mujer me lanzo una mirada fría y me recorrió con la mirada, pero su examen se detuvo al ver que no iba sola y que iba de la mano con Edward, su semblante cambio.

—Sr Cullen ¿En qué puedo ayudarle? — dijo la mujer que al instante llamo a otra.

—Un vestido de noche para la señorita.

—No puedes hacerlo— proteste en voz baja

—Escuche tu charla con Ángela. — Me sentí aun mas avergonzada— si el detalle que te impide ir es tan simple, déjame solucionarlo.

—Deben de valer una fortuna. —apreté aun mas su mano.

—Te aseguro que me harán un buen descuento. —me susurró

— ¿Cliente frecuente? —dije con irritación al darme cuenta de que no era la primera mujer que llevaba.

—La tienda es de mi madre y la mayoría de los diseños son de mi hermana. — me sentí estúpida y no importo que protestara. — asegúrense de que no vea un solo precio.

—Te pagare cada centavo. — le dije antes de ir con la mujer que me llevo a uno de los probadores.

En solo unos minutos ya había una gran cantidad de vestidos. Eran muy lindos pero todos los sentía demasiado llamativos, yo siempre me había inclinado por algo más sencillo y que no llamara la atención de los demás; al quinto vestido sabía que era el indicado aunque mostraba más piel de la que pretendía, tirantes delgados, espalda baja y escote pronunciado y en una caída vaporosa.

—Te sienta mejor que los demás. Tú no necesitas tantos detalles para resaltar. — sonreí y en un descuido intente ver el precio pero la mujer me sonrió mostrándome la etiqueta. — Solo sigo órdenes.

—Pero es absurdo.

—Deja que te consienta, él puede hacerlo. — iba a aclarar que no éramos pareja pero creo que eso solo ocasionaría comentarios mal intencionados y no me interesaba que creyeran que era su nueva aventura.

Después de tener el vestido, me llevo a probarme zapatillas y un abrigo a juego lo que me pareció un gasto innecesario. Podía apostar que con lo que costaban podría comprarme un auto y comer bien durante algunos meses.

—Pensé que demorarías más. —me dijo al verme llegar junto a él, se levantó de uno de los sillones en el que había estado esperándome.

—Esto es ridículo. — gruñí molesta.

—Claro. — dijo con una sonrisa.

En el auto me mantuve callada ya que aun no podía creer que hubiera permitido que el pagara mi nueva ropa, y sabia que si hablaba solo diría cosas que después me arrepentiría. Él mantenía una sonrisa torcida que me daban ganas de hacer desaparecer de un golpe.

—Un minuto más y puedo apostar que hubiera sido seriamente lesionado. — murmuro él con diversión bajando del auto para después ayudarme a mí.

— ¿Dónde estamos? — pregunte al entrar en un lujoso edificio.

—En mi casa. —dijo con simpleza empujándome hacia el ascensor y presiono el botón de la planta más alta.

Al llegar había solo una puerta doble que se abrió cuando estábamos acercándonos y ahí estaba un hombre que se mantuvo serio.

—Bella, el es Nicolás. — le sonreí pero solo hizo una inclinación con la cabeza de manera de saludo.

— ¿Qué hacemos aquí? — mire todo con detenimiento, cuidando de que ninguna expresión de asombro se me escapara. Era un departamento lujoso, con todas las comodidades que un soltero rico pudiera querer, había una mezcla entre el minimalismo y lo clásico, pero sobre todo era cálido.

—Lo decoro mi madre y mi hermana. Solo agradezco que no pusieran detalles rosados.

—Tienen buen gusto—suspire y no pude evitar imaginarme lo que sería vivir en un sitio como este.

—Sr. llegaran en diez minutos. — dijo para después desaparecer.

—Te mostrare tu habitación. — me detuve y él se paso la mano por el pelo. — pedí que la prepararan para que pudieras arreglarte.

—Edward. — negó y me guió hasta una hermosa habitación con cama matrimonial.

—Creo que sería bueno que pasaras la noche aquí ya que mañana volaremos a primera hora. —me recordó el viaje que teníamos programado a New Jersey y por el que no íbamos a poder asistir a la boda de Ángela. —mientras estamos en la fiesta Emmett puede ir por tu equipaje a tu casa ¿Ya lo dejaste preparado?

—Sí, ya está preparado; pero creo que Emmett no tiene porque hacerlo. — tomó mi rostro entre sus manos. — esto es demasiado Edward.

—Date un baño ya que en menos de diez minutos llegará un grupo de estilistas para ayudarte a maquillarte y peinarte. — beso mi nariz y antes de que protestara salió de la habitación cerrando la puerta con delicadeza.

Me di un baño rápido y me envolví en un albornoz para salir y ver el vestido extendido en la cama junto a una pequeña cajita, al abrirlo supe que me había ruborizado por el calor que sentí en mis mejillas: era un conjunto de lencería que era adecuada para el vestido que iba a utilizar. Dos mujeres llegaron y se encargaron de maquillarme y peinarme, me sentí como una muñeca. Una hora y media después me miraba al espejo y no podía creer que esa chica fuera yo, mire mi vientre y ahí parecía más ajustado mas no daba la impresión de que estuviera embarazada.

Debía de mantener los pies sobre la tierra y no dejar que mi mente comenzara a armar castillos en las nubes.

—Luce preciosa Srta. Swan. —me gire para ver a Edward un traje oscuro.

—Tú tampoco luces mal. — él sonrió.

— ¿Nos vamos? —asentí.

Me ofreció su brazo y lo tome con un ligero temblor en mis manos, ya en la puerta nos esperaba Nicolás con los abrigos de ambos. Edward me ayudo a ponerme el mío para poder salir y que el frio no me afectara.

En el auto recordé una vez que había asistido con Jacob a una cena y me había comprado ropa y todo lo que necesitaba, yo había pensado que lo había hecho solo como un regalo, pero el solo había pretendido que luciera como otra persona, una que no lo avergonzara como lo hubiera hecho yo. Estaba segura que Edward lo había hecho para que los que estuvieran en esa fiesta no supieran, que su nueva secretaria y yo éramos la mima persona.

—Puedo escuchar como tu cerebro está trabajando. —toco mi sien. — solo relájate y disfruta de la noche. La familia de Ángela es muy cálida y sé que te sentirás cómoda.

No pude más que asentir, él pensaba que estaba preocupada por la familia de Ángela, pero en ellos no había pensado en lo absoluto, lo que realmente me afectaba era lo que él me estaba haciendo, de nuevo estaba permitiendo que me convirtiera en el juguete de un hombre rico, para el cual solo sería un adorno en su brazo.


Gracias por seguir leyendo mis locuras y siento los horrores de ortografía, pero como es evidente este capítulo no pasó por manos de mi beta.

2 comentarios:

  1. diana martinez1/1/14, 1:17 p.m.

    décima no se que vez que me leo la historia, ya hasta me se algunos diálogos de memoria... nena como amo tus historias, en especial esta y mi sol entre millones de estrellas... gracias por dejare disfrutarlas.

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  2. titii te vuelvo a leer jajajaj oiee apoyo tus historias originales ehh pero ya deja leerlo en libro me duelen los ojos aka jajajajan saludos wapa...!!

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