¿Muy arriesgado?
EVOP
Aún después de un par de días no podía borrar la
sonrisa de estúpido que estaba en mi rostro, una que me acompañaba desde que la
había sorprendido en su clase de pre-parto. Verla triste era algo que me partía
el corazón así que tomé la decisión y supe que lo conseguí al ver su rostro,
pero lo mejor fue darme cuenta que ella estaba feliz de tenerme a su lado y que
me permitió compartir ese momento con ella. Había tomado su vientre con un poco
de miedo ya que no sabía si le dolería o la lastimaría de alguna manera, más
tener mis manos en su abultado vientre me hizo sentir una sensación muy
agradable una que me moría por repetir, pero sabía que ella se extrañaría si le
pedía que me dejara tocarla nuevamente, que me dejara sentir la redondez de su
barriguita.
El resto de la semana se había mostrado algo seria
y se había mantenido aparatada de mi y todo debido a que no me había podido
contener y la había besado en la comisura de los labios lo que había sido el
peor error, ya que ahora me moría por probarlos. Le di su espacio para que no
se sintiera incómoda, pero no podía dejar de pensar que en un par de días ella
sabría que detrás de los detalles que recibía cada día estaba yo.
El sábado llegué unos minutos antes que ella y me
mantuve en mi auto. La vi llegar y como uno de los meseros salía para llevarla
a la mesa que había reservado.
— ¿Planeas quedarte aquí en el auto o vas a ir con
Bella? —preguntó Emmett divertido al ver mi nerviosismo.
—Deséame suerte.
—Estaré al pendiente por si debo de llevarla a su
casa en unos minutos. —lo miré frunciendo el ceño y él soltó una carcajada.
Salí del auto y fui hasta el interior del
restaurante, dejé mi abrigo y me dirigí hasta donde la vi sentada de espaldas a
la puerta como había pedido, me acerqué sigilosamente y dejé delante de sus
ojos el arreglo con sus flores favoritas, las tomó en sus manos y se giró
lentamente.
—Edward. —susurró borrando la sonrisa que había
estado en su rostro. — ¿Qué haces aquí?
—Creo que es más que obvio. —dije sentándome
delante de ella.
— ¿Te divertiste? — gruñó molesta haciendo un
ademan de ponerse de pie. — ¿Por qué lo hiciste?
—No te vayas Bella. —tomé su mano y moví mi silla
para quedar junto a ella. —Si hice esto es porque me interesas.
—Ya fue suficiente Edward, creo que…—coloqué un
dedo en sus labios.
—Quiero que sepas que inventé todo esto del
admirador secreto para poder acercarme un poco más a ti, desde hace tiempo mis
sentimientos por ti cambiaron y me interesas. —acomodé uno de mis brazos en el
respaldo de su silla y la otra la mantuve tocando sus manos. —Fui un cobarde y
no te dije de frente por miedo a tu rechazo, pero cuando noté que no era tan
indiferente decidí que era momento de que supieras que era yo quien estaba detrás
de todo.
— ¿Por qué yo, Edward? —preguntó con la voz rota y
apreté más sus manos.
— ¿Y por qué no? —ella esbozó una sonrisita rota. Y
liberó una de sus manos y señaló su vientre que estaba cubierto por la fina
blusa de color rosa pálido. — El que estés embarazada no cambia nada.
—Yo no abandonaría a mi bebé. —me miró con los ojos
cristalinos.
—Y yo nunca te pediría que lo hicieras. —la atraje
hacia mi envolviéndola en mis brazos y dejando mi mano sobre su vientre. —Yo
quiero cuidar de ambos.
— ¿Por qué querrías comprometerte con una mujer
embarazada cuando puedes tener a una que no?
—Tu estado no me incómoda, me gusta la mujer que
eres. Eres más de lo que estaba buscando.
—Edward yo no…
— ¿Cómo puedes decir que no a algo cuando no has
probado siquiera si funcionará? —le pregunté tratando y rogando porque ella no
se marchara y entendiera que me interesaba de verdad, y que su estado no me
importaba, que yo querría a ese bebé como si fuera mío.
—Es una locura y lo sabes. ¿Qué pensarán tus
padres? —reí por lo bajo y moví mi mano sobre su vientre haciéndola estremecer.
—Mis padres están más que contentos con la idea.
—levantó su rostro y me miró sorprendida. — Ya se los conté y te diré que fue
mi padre quien me dio la idea de cortejarte lentamente.
—Ellos pensarán que yo…
—A ellos les caíste muy bien y no debes de
preocuparte de nada más que de cuidar de ti y tu bebé. —quité la mano de su
barriga y la utilicé para levantar su barbilla. — ¿Podemos intentarlo?
—Yo no sé si podré darte lo que buscas, somos muy
diferentes.
—Somos más afines de lo que crees. Podemos tratar
de que lo que hay entre nosotros funcione. Se que también sientes algo, aunque
trates de ocultarlo. — dejé mis labios en su mejilla y sonreí al notar como su
respiración se veía interrumpida y su pulso se aceleraba, seguido de un gruñido
de su estómago.
—Lo siento. — se disculpó muy avergonzada ocultando
su rostro en mi pecho.
—Es hora de cenar. — acomodé mi silla para quedar
de nuevo delante de ella y llamé al mesero para que tomara nuestra orden,
ordené por ambos y pedí que lo trajera lo más pronto posible.
Al principio ella mantuvo la mirada en sus manos y
parecía que no dejara de darle vueltas a lo que le acababa de decir. Estaba muy
nervioso porque ella aún no aceptaba y ahora que ella conocía mis sentimientos
temía que no sólo me rechazara sino que también se marchara lejos de mí
intentando evitar que me acercara más a ella.
Levantó su mirada y sus ojos aún estaban
cristalinos, pero en ella noté un brillo agradable y su sonrisa tímida fue lo
que hizo saltar mi corazón, ella parecía haber tomado una decisión y había
elegido darnos una oportunidad. Dejó su mano sobre la mesa y noté el ligero
temblor que estaba presente en su cuerpo, estiré mi mano hasta cubrir la suya
con la mía y dejar que la agradable sensación recorriera mi cuerpo.
—Yo los protegeré. —ella lo dudo unos segundos pero
asintió levemente.
La velada transcurrió de manera normal, traté de
hacerla sentir cómoda y ella se relajó y comenzó a reír con mis chistes aunque
la mayoría eran muy malos y estaba seguro que sólo se reía para que yo no me
sintiera mal. La ayudé a ponerse su abrigo y llevé sus flores mientras salíamos
del restaurante, fuera ya nos esperaba Emmett que sonrió ampliamente al ver que
la llevaba de la cintura.
La acompañé hasta el departamento y la ayudé a
encontrar un florero para su ramo. Lo llevó a su habitación y regresó con las
mejillas sonrojadas lo que la hacia lucir muy hermosa.
—Me tengo que ir, pero mañana aquí estaré para
llevarte a almorzar. —le dije envolviendo en mis brazos y besando su coronilla.
—Descansa, cariño.
Me alejé de ella antes de que perdiera mi
autocontrol y la besara.
Esa noche dormí completamente relajado y sin poder
contenerme le envié un mensaje a Bella deseándole dulces sueños.
BVOP
Acurrucada entre las mantas aún no podía creer todo
lo que me había sucedido esta noche. Mi admirador secreto resultó ser Edward.
No sabía si había hecho bien en creerle pero ya lo había hecho. Lo que más me
tenía sorprendida era que el realmente quisiera a mi bebé, cuando me había
dicho lo que sentía por mi pensé que también me pediría que dejara a mi bebé,
pero al contrario él me había dejado claro que no haría nada por separarme de
mi bebé, que haría todo por asegurar su bienestar. Me quedé mirando las flores
y me sumí en un profundo sueño que como los anteriores me hizo revivir cosas
del pasado unas que pretendía olvidar.
Estaba en el baño de mi departamento sosteniendo la
prueba de embarazo y esta era positiva. Mi rostro se iluminó.
Pensé sorprenderlo y fui hasta su oficina donde la
secretaria me lanzó una mirada tímida y de inmediato le avisó a Jake de mi
presencia.
— ¿Estás muy ocupado? —le dije al tiempo que
entraba en su oficina y cerraba la puerta detrás de mi.
—Lo que estoy es sorprendido ¿sucede algo? —me
mostró una sonrisa y eso me dio valor para darle la gran noticia.
— ¿Puedes salir a comer? —pregunté tímidamente.
—Tengo mucho trabajo cariño, pero si hay algo
que quieras decirme. — apoyó su barbilla en sus manos y me miró sin dejar de
sonreír.
—No quería decírtelo aquí. — di un paso adelante
y sonreí ampliamente. — Estoy embarazada, Jake. Vamos a tener un bebé.
— ¡¿Qué? — gruñó molesto levantándose en un
movimiento brusco que me hizo retroceder. Y en un abrir y cerrar de ojos sus
manos estaban cerradas en mis brazos y me movió con brusquedad. —repite lo que
has dicho.
—Me haces daño Jacob. Suéltame. — le pedí
intentando zafarme.
—Dime que estas bromeando y que no estás
embarazada.
—Lo estoy. —dije en un susurro.
—Esto no puede estar pasando, es un
inconveniente desagradable que tenemos que solucionar. — dijo soltándome y
tomando su móvil.
—Es un bebé de ambos, sé que no fue planeado
pero…—tomé aire. — ¿Es qué no te agrada la idea de un bebé?
— ¿Eres estúpida? — se apoyó en el escritorio y
me miró con una sonrisa. — Dime una cosa antes querida, ¿estás segura que es
mío?
Sus palabras me habían dolido y después de eso no
dejó de gritar que era una oportunista, una caza fortunas que sólo deseaba
conseguir salir de la pobreza en la que estaba, las cosas de su escritorio
comenzaron a volar en diferentes direcciones mientras seguía gritando y yo
solté un grito de terror al ver que se acercaba y antes de que llegara a donde
estaba fue uno de sus guardaespaldas que me protegió con su cuerpo reteniendo a
Jacob que amenazó con despedirlo y su secretaria me sacó de la oficina
tambaleándome de la impresión del enorme rechazo de Jacob.
Me llevó a una de las salitas que estaba cerca y me
dio un té tratando de que me tranquilizara pero me dejó sola cuando el teléfono
comenzó a timbrar.
—Dile a Jacob que estoy aquí. —escuché una
arrogante voz femenina.
—El señor esta indispuesto.
—Para mí nunca lo está. — no pude evitar la
curiosidad y me levanté de la silla dejando la taza sobre el platito y vi a una
hermosa mujer que retocaba su labial y acomodaba su cabello oscuro, la puerta
se abrió y yo me oculté, vi como la chica se lanzaba a los brazos de Jacob que
la recibía como si nada hubiera sucedido, el estómago se me revolvió al ver la
manera en que la besaba y desaparecían en su oficina diciendo que no quería que
lo molestaran.
Salí de la salita y aferrando mi bolso me acerqué a
la secretaria que estaba pálida y me veía con una mezcla de dolor y compasión.
— ¿Esa mujer es…—dejé la pregunta incompleta por
el nudo que se formo en mi garganta, pero aunque sabía que debía de ser su
amante quería estar segura.
—Será mejor que te vayas querida. Un taxi te
espera. — apreté mi bolso y Salí de ahí tratando de que nadie notara lo
afectada que estaba, la imagen de Jacob con la morena me perseguía constátenme.
Me desperté jadeando y me llevé la mano al vientre
para asegurar que mi bebé estaba bien, me dejé caer de nuevo sobre las
almohadas llevando la mano a mi frente que se encontraba cubierta de una fina
capa de sudor frio. Al ver que eran cerca de las seis intenté volver a dormir y
cuando lo hice agradecí que esta vez los sueños fueran agradables.
Me había despertado poco después de las nueve y me
había metido de inmediato debajo de la ducha y arreglado, ya que no sabía en
que momento llegaría Edward y lo que menos deseaba era que me encontrara mal
vestida. Cuando el timbre sonó, fui a abrir con una sonrisa y él me abrazó
apenas tuvo oportunidad.
— ¿Cómo dormiste? —preguntó acariciando debajo de
mis ojos y supe que debía de tener un par de líneas que delataban que no había
dormido muy bien.
—Tuve una pesadilla, pero nada que no pueda
solucionar. —dije apartándome de sus brazos.
— ¿Hay algo que quieras hacer hoy? —negué tomando
mi bolso y un suéter que ya había dejado cerca.
La mañana la pasamos paseando y la tarde en su
departamento donde agradecí ya que cada vez me cansaba más.
—Túmbate y te daré un masaje que te va a encantar.
— me propuso Edward con una sonrisa mientras se inclinaba y quitaba mis
zapatillas. — Deja que te consienta un poco.
—No es necesario.
—Sólo túmbate y deja que te consienta. — aunque no
quería me obligó en un par de movimientos y aunque me resistí en un inicio al
final lo disfruté y fue tan bueno que terminé dormida.
Estaba nerviosa por temor a que alguien en la
empresa se diera cuenta de que estaba saliendo con Edward y comenzaran a decir
que mi trabajo lo había obtenido no precisamente por mi desempeño laboral.
Cuando llegué me encontré con un arreglo floral
nuevo y una caja de chocolates con una pequeña notita.
Que tengas un lindo inicio de semana, cosita, y que
tu jefe no se aproveche de ti haciéndote trabajar horas extras.
Edward.
La volví a meter en el sobrecito cuando él salió de
su oficina, se acercó lentamente hasta llegar delante de mí y me dio un beso en
la nariz.
— ¿Qué tal dormiste esta vez?
—Bien. — me levanté de puntillas y lo besé en la
mejilla. — Espero que tú también pasaras una buena noche, aunque parece que
saliste temprano de casa. —le dije acariciando su rostro que dejaba claro que
no se había afeitado.
—Había olvidado que tenía que enviar algo ayer así
que llegué temprano, pero prometo que me afeitaré en un rato libre que tenga.
—No te queda mal.
—Si te gusta me la dejaré.
—Es tu decisión no la mía. —me acercó más a su
cuerpo y rozó su insipiente barba contra mi mejillas haciéndome cosquillas.
—Ahora tú también puedes opinar cosita. —me susurró
para después dejar un beso en mi mejilla y separarse de mí.
Me tomó unos minutos el recuperarme de sus muestras
de afecto y centrarme en lo que era mi trabajo. Revisé la agenda y le recordé
un par de compromisos de los que debía de hacerse cargo y para ellos tendría
que salir, lo que por primera vez no pareció hacerle mucha gracia.
—No olvides ir a comer. — me dijo antes de
marcharse junto a Emmett que lo había ido a buscar.
La semana estuvo muy ocupada pero eso no impidió
que me acompañara de nuevo al curso pre-parto, que se quedara a cenar conmigo y
que siguiera teniendo pequeños detalles todos los días. Las secretarias de la
empresa seguían preguntándose aún quien era el que estaba detrás de los
obsequios y cuando me preguntaban yo solo fingía no saber nada aún, pero para
lo que no estaba preparada era para que el fin de semana llegaran sus padres y
hermana para comprobar que Edward había dicho la verdad y que estábamos
saliendo.
— ¿No puedes decir que me sentí indispuesta? —pedí
cuando estábamos en el ascensor subiendo a su departamento.
—Ellos sólo quieren verte. —apreté su mano entre
las mías y pegué mi rostro en su brazo.
Al entrar al departamento intenté apartarme de él,
más esta vez no me lo permitió y me llevó tomada de la mano hasta donde estaban
los miembros de su familia.
— ¿Así que no mentía? —murmuró Alice con seriedad y
se acercó a nosotros. — Bienvenida a la familia Bella. —me dio un abrazo.
—Que gusto el verlos juntos. — me besó Esme y
después a Edward.
—Cualquier cosa que te haga no dudes en hacérmelo
saber. — apuntó Carlisle. — Yo le daré su merecido.
— ¿Tienen planes para el fin de semana? —preguntó
Alice con una enorme sonrisa y sentí como Edward apretaba más mi mano y pegué
mi rostro a su brazo cuando soltó un chillido que nos aturdió.
—No hagas eso Alice. — gruñó su madre.
—Ya falta muy poco para la llegada del bebé y es
tiempo de que decoremos su habitación. —yo miré a Edward y él me rodeó con su
brazo. — Iremos de compras.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
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