La verdad al descubierto
EPOV
La primera semana sin Bella fue la más dura, había
logrado que Eleazar no tocara el tema del compromiso, mientras que yo junto con
mi padre presionábamos a los detectives a que encontraran algo que pudiéramos
utilizar en su contra, pero hasta el momento, todo había sido inútil.
Al día siguiente de que descubrí que Bella se había
marchado intenté retomar la rutina, sabía que sería algo complicado, pero lo
más difícil es que Eleazar estaría esperando una respuesta. Tenía un dolor de
cabeza demasiado fuerte debido a la cantidad de whisky que había bebido la
noche anterior, no importaba lo bueno que fuera la cantidad siempre afectaba.
Mi secretaria me saludó con su habitual sonrisa que
se borró al verme llegar, iba a decir algo pero con un simple gesto le indiqué
que era mejor que no dijera una sola palabra, entré cerrando la puerta de mi
oficina detrás de mí, la sorpresa fue ver que mi silla no estaba vacía.
— ¿Qué haces aquí? —pregunté acercándome al
hombre que se levantó de un salto.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó
— ¿No deberías de estar aún descansando? —el se
encogió de hombros.
—Se supone que aún debería de estar haciéndolo,
pero tenía cosas de las que hablar contigo. —me señaló la silla de cuero que
estaba en un rincón. — Sé que Eleazar está esperando una respuesta y…
—Tengo a un par de detectives buscando algo que
pueda usar en su contra pero no hay nada, cuando acepté ese estúpido acuerdo
las cosas eran muy diferentes y no me importaba estar con una mujer como su
hija. —gruñí cerrando los ojos y de inmediato el rostro de Bella apareció.
— ¿Dónde está Isabella? —preguntó de pronto
haciéndome abrir los ojos y abandonar la visión de la hermosa castaña que
estaba nombrando. —Puede que Jane diga que ella es la responsable de lo que le
sucedió, pero yo tengo mis dudas.
—Yo estaba en el salón cerca de la ventana,
Bella me daba la espalda, pero parece que lo hizo. —dije con dolor. —No
entiendo ¿por qué fue capaz de hacer algo como eso?
—Si Jane es como su padre, intentará por todos
los medios conseguir lo que quiere y en este momento lo que encabeza su lista
eres tú. —me levanté furioso.
— ¿Cómo puedes ser amigo de un hombre como él?
—grité molesto. —Pensé que eras más listo.
—Él conoce algo que nos tiene en sus manos, si
lo ponemos en nuestra contra, él nos destruirá.
—Un error y nos volvemos vulnerables. —lancé al
suelo lo que tenía cerca.
Me tomó unos minutos el recuperar el control,
estaba furioso por saber que alguien me tenía en sus manos, era como si yo
fuera un títere y él el titiritero que solo le bastaba tirar de una cuerda para
que las cosas se movieran a su antojo. Siempre había sido yo quien tenía a
todos haciendo lo que deseaba y estar del otro lado era frustrante.
— ¿Dónde esta Bella? —volvió a preguntar mi
padre.
—Se marchó. —dije sintiendo un extraña sensación
en mi garganta como si se cerrara. — Fui demasiado duro con ella. Estaba
furioso por lo que había pasado y la dejé sola esa noche ya que estaba fuera de
control y lo que menos deseaba era seguir hiriéndola con comentarios
desagradables.
—Esa chica es especial y ¿sabes qué es lo mejor
de todo? —me preguntó y yo negué sin mirarlo, no sabía cómo después de todo
podía haber algo bueno. —Te quiere, ella ve al hombre y no solo el apellido.
—No puedo buscarla hasta que no solucionemos
esto. —dije con pesar
Había visitado a Jane un día porque mi madre no
dejaba de pedírmelo, había llegado con unas flores que mi madre le había
enviado. La había encontrado en la terraza leyendo una de las revistas de
espectáculo mientras tomaba lo que parecía ser Té.
— ¡Edward! —se levantó de un salto dejando al
descubierto sus piernas exhibiendo el vestidito que tenia puesto, algo que era
estúpido tomando en cuenta que estaba haciendo mucho frio.
— ¿No deberías de arroparte un poco? —le dije
entregando las flores que le había enviado mi madre y de inmediato me vi
envuelto en sus brazos y una fragancia demasiado dulce llegó a mi nariz
haciendo que mi estómago se contrajera. Tomé sus brazos con suavidad y la
aparté sin parecer grosero. —Las flores te las envió mi madre y yo solo estoy
aquí porque no dejaba de insistir en que debía de hacerlo.
—Oh— dijo con desilusión. — ¿Quieres…
—Solo era una visita rápida, tengo trabajo que
hacer. —la miré de arriba abajo solo para comprobar que la caída no la había
dañado de la manera que mi madre lo había hecho parecer. —Dime una cosa Jane.
¿Fue Bella la qué te provocó tu caída?
— ¡Ella lo hizo! —Exclamo furiosa— me acerqué a
saludarla y ella comenzó a agredirme diciendo que quería que me mantuviera alejada
de ti.
—Ella no…
—Es obvio que delante de ti mostraba una cara, pero
en realidad era muy diferente.
—Hablaremos después. —dije alejándome de la rubia y
saliendo de la casa.
Ese fin de semana me lo pasé en casa donde recibí
llamadas de Annett que me pedía que fuera a verla, pero le aseguré que me era
imposible, en estos momentos yo no era una compañía del todo agradable y quería
evitarle algún mal momento.
Durante ese fin de semana no pude dejar de pensar
en ella, en que es lo que estaría haciendo. Una parte de mi había tenido la
esperanza de que ella me llamara o me hiciera saber que estaba bien, pero era
obvio que no lo haría no después de la manera tan cruel en que la había
tratado.
La siguiente semana me sumí en el trabajo y solo
volví a la realidad cuando Eleazar se presentó en mi oficina y no espero a ser
anunciado.
— ¿Puedo saber por qué te niegas a atender mis
llamadas? —preguntó sentándose sin ser invitado. —Creo que ya tuviste tiempo
suficiente.
Cerré los puños con fuerza ignorando el dolor, era
claro que ese hombre no iba a descansar hasta que obtuviera lo que estaba
buscando y no le importaba el utilizar a su hija para conseguirlo, la pobre
chica no tenía ni idea que solo lo estaba utilizando como una moneda de cambio,
se aprovechaba de sus sentimientos.
Estaba entre la espada y la pared, sabía que solo
había una salida y ya no tenía más tiempo para alargar, si lo hacía Eleazar no
dudaría en utilizar la información que poseía.
—Tú ganas. —le dije en un gruñido.
— ¡Enhorabuena! —exclamó feliz, se levantó e hizo
el ademan de acercarse pero basto una mirada para que desistiera. —Muchacho,
serás parte de mi familia.
—No por elección. —me levanté lentamente y lo miré
a los ojos. —Estaré casado con tu hija, pero solo será sobre papel.
—Lo que tú hagas me tiene sin cuidado. —dijo sin
inmutarse, dejando claro que lo sentimientos de su hija no le importaban.
Eso había sido el miércoles y para el viernes la
noticia de mi supuesto compromiso ya había aparecido en una de las revistas de
mayor circulación lo que me revolvió el estómago, llamé a Eleazar para saber
porque lo había hecho pero el hombre no se dignó a atender la llamada. Había
entrado a una junta de negocios que me llevó gran parte de la tarde y cuando
terminó había recibido felicitación cuando lo más adecuado era una condolencia.
Al llegar a mi oficina mi secretaria me informó que mi padre esperaba que fuera
a casa esa noche para hablar de ciertos asuntos importantes, asuntos que sabia
cuales eran.
Salí de la oficina una hora antes y conduje hasta
casa de mis padres a una velocidad prudente. La verdad es que solo estaba
alargando el tiempo del trayecto ya que no me apetecía a hablar de la decisión
que había tomado.
— ¡Edward! —exclamó mi madre al verme, me envolvió
en sus brazos y me dio un par de besos. —No sabes lo feliz que me siento de que
al final estés comprometido con Jane. Es la chica indicada.
—Déjalo respirar mujer. —protestó mi padre
mirándome seriamente. —vamos a mi despacho Edward. Que nadie nos moleste Esme.
Le di un beso a mi madre que aún lucia muy feliz
por la noticia, seguí a mi padre que había dejado la puerta abierta para que
entrara.
— ¿Por qué lo hiciste?
—No tenía más opción, Eleazar fue a mi oficina y al
no tener nada que nos ayude para hundirlo es lo mejor.
—Tú no quieres a esa mujer, no puedes casarte con
Jane. —dijo mi padre mirándome con ojos suplicantes.
—No la quiero y sé que no debo de hacerlo, pero es
la única salida que tenemos en estos momentos.
—Es injusto que lo hagas, no puedes…
—Sabía que algo así le estarías diciendo. —dijo mi
madre entrando en la oficina. — No sé qué es lo que no te gusta de Jane, es una
chica de muy buena familia, tiene una educación formidable, es de su mismo
círculo…
—No puedo creer que digas eso Esme. —bramó mi
padre. — Edward no siente nada por esa rubia insípida, él quiere a otra persona
que también lo quiere a él.
—No te atrevas a hablar así de Jane. —se acercó a
mi padre furiosa. —La mujer de la que hablas lo único que quería era su dinero,
es como todas esas mujeres que han estado antes, lo único que buscan es un poco
de lujos que con su patética vida no han conseguido.
—No todas han tenido la fortuna de nacer en una
familia privilegiada como tú. —le dije mirándola con rabia, no podía creer que
siguiera hablando de esa manera. Era la primera vez que le hablaba de esa
manera.
—Es la verdad, esa mujer lo único que quería era
todo lo que pudiera conseguir de ti. Las mujeres como ella solo se les puede
llamar de una manera.
— ¡No te atrevas! —le grité, ella abrió los ojos
sorprendía por mi atrevimiento, apretó los labios y respiró profundamente antes
de contestar.
—No lo diré pero sabes que lo es.
— ¡Basta Esme! —mi padre la tomó del brazo.
No esperé para escuchar que es lo que le dacia,
giré sobre mis talones y salí de la casa, subí a mi auto y me marché con un
fuerte rechinado de llantas. Durante el fin de semana había evitado las
llamadas de mis padres y evitado a todos los medios de comunicación que
parecían querer conocer algo más sobre mi inesperado compromiso con la hija de
Eleazar.
Traté de ignorar las especulaciones que salían en
la prensa amarilla, pero lo que me molestó verdaderamente fue que comenzaran a
especular sobre un embarazo y cuando se lo habían preguntado a Jane ella solo
había dicho que no hablaría al respecto dando entender que era verdad. Esa
misma tarde fui a casa de Jane para aclara todo.
—Hola querido. —me saludó Carmen con sonrisa
soñadora.
— ¿Dónde está Jane? —pregunté mirando sobre su
hombro y viéndola en la salita. Pase de lado junto a la mujer y fui hasta la rubia
que me miró con un poco de temor.
—Edward…
— ¿Quieres explicarme qué es lo que pretendes con
esos comentarios tuyos? —grité acercándome a ella al tiempo que retrocedía.
—No es para tanto.
— ¿Te das cuenta de que ahora todo el mundo pensara
que estás embarazada?
—Cuando nos casemos…
—No te hagas ilusiones—espeté fríamente notando
como sus mejillas perdían el rubor.
— ¿Por qué? — gritó golpeado mi pecho, yo sostuve
sus manos.
—Tú no me inspiras esa clase de sentimientos, en
realidad no me inspiras ninguno. —su labio inferior comenzó a temblar y su
mirada a nublarse. — Éste matrimonio lo arregló tu padre.
—Seré tu esposa.
—Como se lo dije a tu padre, solo lo será sobre un
papel. Entre nosotros no habrá nada y será mejor que desmientas ese estúpido
rumor.
La solté con brusquedad y me di media vuelta para
marcharme.
—¡No puedes tratarme de esa manera!. — gritó
histérica. — ¿Qué tiene ella qué no tenga yo?
—Mejor no lo preguntes.
—Ella era una asquerosa prostituta que lo único que
buscaba era tu dinero, no puedes preferirla a ella que a mí. —me giré hacia
ella lleno de ira por escuchar la manera en la que la había llamado. Retrocedió
al instante al notar mi enojo.
—No la llames de esa manera.
—Es lo que es. —apreté los puños para no hacer algo
de lo que me arrepentiría y me recordaba que era una mujer la que estaba
delante de mí. — No la quité de mi camino solo para que tú me rechazaras, tú
eres mío.
— ¿Qué estás diciendo? —la tomé de los hombros con
fuerza. Estaba totalmente fuera de sí y parecía que no se daba cuenta de lo que
estaba diciendo. — ¿Qué hiciste Jane?
—Yo…—apreté más fuerte sus brazos y ella lanzó un
chillidito. — la culpé de la caída cuando lo hice yo, quería que la odiaras y
lo hiciste, la sacaste de tu vida por mí. — intentó tomar mi rostro pero yo se
lo impedí.
—Ella fue la que se marchó, yo jamás la hubiera
dejado por ti. —estaba furioso de conocer la verdad. —Pero ahora que conozco la
verdad…
—No puedes cancelar nada, mi padre me dijo que lo
harías o tu reputación…
—Veo que sabes algo del trato—aflojé el agarre. —
eso me facilita las cosas, esto lo hago por mi familia. —hice una pausa y
coloqué mi rostro a su altura y la sentí temblar. —Te prometo que si nos
casamos haré de tu vida un infierno.
—Ed.…
Antes de que dijera algo salí de la casa y fui a
ver a mi padre, al llegar vi a mi madre que estaba en la salita leyendo un
libro, al verme pasar noté un respingo de sorpresa pero no dijo nada, entré al
despacho de mi padre y lo encontré revisando unos papeles.
—No terminamos de hablar la vez anterior. —me dijo
mi padre. —Espero que durante estos días cambiaras de opinión y…
— ¿No pierdes oportunidad verdad Carlisle? Deja de
meterle ideas a tu hijo. —interrumpió nuevamente mi madre.
—Tu no entiendes nada Esme, déjanos solos.
— ¿Y dejar que lo convenzas de que deje a Jane por
esa mujerzuela?
—No la llames de esa manera mamá. Puede que no
tenga nuestros privilegios pero es una mujer honesta. Una mujer muy superior a
Jane.
— ¿Cómo puedes estar tan ciego? Jane…
—Deja de defender a esa mujer, por si no lo sabes
ella se dejó caer por las escaleras para que todos se fueran contra Bella. Nos
manipuló para que creyéramos sus mentiras, mientras que Bella decía la verdad y
nosotros la juzgamos.
—Es una mentira.
— ¡Jane es igual de manipuladora que su padre! —le
grité sin pensarlo y eso la sorprendió.
—Ella me mostró pruebas de que Isabella estaba
contigo porque sus padres necesitaban dinero, unos pobres agentes
inmobiliarios. —se burló mi madre. —no la culpo por querer salir de ese
agujero.
— ¿Agentes inmobiliarios? —pregunté mirándola sin
entender. —sus padres manejan una granja y Charlie Swan es uno de los mejores
criadores de caballos del país. Ella tiene dinero, no necesita el mío.
—Ella te mintió, confío en Jane y ella consiguió
esos papeles por medio de un detective que…
—Conozco a sus padres. — pasé la mano por mi
cabello. —Cuando todo lo del juicio terminó fui a buscarla para aclarar las
cosas y fui hasta la casa de sus padres donde estaba esos días, puede que no
vivan con todos los lujos que nosotros contamos, pero ellos no tienen porque
preocuparse por la falta de dinero, puedo asegurarte que tienen una enorme
cantidad en su banco. —miré a mi madre que parecía contrariada. —Creo que el
detective de Jane no sirve de nada y solo le sacó el dinero a ella. Bella
siempre ha sido independiente comenzó a cambiar para agradarte, ella no
aceptaba mi dinero, ella es una mujer real que me quería por quien soy no por
lo que tengo.
—Esa mujer no importa, lo que importa ahora es que
te casarás con Jane. —su dedo se encajó en mi pecho, su rostro estaba rojo por
la ira y sus ojos resplandecían.
—No lo hará. —dijo mi padre ganándose una mirada
asesina de mi madre y una incrédula de mi parte. — No tiene porque casarse con
una mujer que no despierta nada en él, no dejaré que mi único hijo sea infeliz
solo por un error.
— ¿Qué error? —preguntó mi madre.
—No papá.
—Si Edward aceptó ese trato fue para que Eleazar no
divulgara una información que posee. —Mi padre nos dio la espalda —Eleazar se
enteró de que hay una pequeña Cullen. —mi madre se llevó las manos a la boca
para ahogar un chillido y me miró con horror.
— ¿Cómo pudiste hacer eso Edward? —mi nombre lo
pronunció por lo bajo. —manchaste el nombre de esta familia.
—Él no lo hizo, fui yo. —aclaró mi padre mirando a
mi madre que se dejó caer en la silla más próxima y parecía en estado de shock.
—Esme. — se acercó mi padre hasta ella y lo que recibió fue una bofetada que le
hizo girar el rostro y dejó una marca en su mejilla.
— ¿Me engañaste? — le dio un nuevo golpe y luego me
miró a mí. —Tú lo encubriste.
—Yo me siento responsable. —dije mirándola.
—Fue hace más de cuatro años, por si lo has
olvidado estuvimos a punto de separarnos y tú te dedicaste a viajar mientras
que yo seguía a cargo de la empresa. —le recordó mi padre con serenidad. — mi
asistente se marchó y Edward me ayudó a conseguir una nueva, en ella encontré
una amiga y lentamente ese sentimiento fue cambiando y cuando menos lo
esperaba…
— ¡Basta! —pidió mi madre, cubriendo sus oídos.
—Las cosas mejoraron entre nosotros cuando descubrí
que Charlotte estaba embarazada, quise mantenerlo oculto, pero tu hijo es más
listo de lo que esperaba y me siguió un día cuando iba por Charlotte al
hospital después de que naciera Annett. —mi madre se cubría la boca ahogando
los gemidos y sus mejillas estaban bañadas de lágrimas. — Fue por eso que no
vino una larga temporada a casa, estaba molesto conmigo por traicionarte.
—Me siento culpable aún, porque yo puse a esa mujer
junto a él. —dije mirando a mi padre.
—El único culpable fui yo. A veces uno es débil y
como las cosas estaban tan mal entre nosotros no pensé que se arreglara. Así
que me refugié en el cariño y comprensión de Charlotte.
— ¿Le diste tu apellido? —preguntó mi madre con voz
temblorosa.
—Charlotte se negó a que lo hiciera, pero yo me
puse en contacto con ella y la convencí de que dejara que fuera mi nombre el
que apareciera en el acta, ella es una Cullen, no podía permitir que esa niña
viviera privada de cosas que le pertenecen y que además a nosotros no nos hacen
falta. —le dije y no pude evitar sonreír al recordar a la pequeña, era tan
parecida a mí que muchos no dudarían que era mi hija, pero todos sus rasgos los
había heredado de nuestros abuelos.
—Ella no es una Cullen, es…
—No lo digas mamá, esa niña es la menos culpable de
todo esto. —le dije tratando de acercarme a ella pero se alejó y salió de
dejándonos solos.
Vi a mi padre que estaba abatido, pero también
parecía que la carga que había estado manteniendo durante tanto tiempo se había
aligerado un poco. Apreté su hombro con suavidad y fui detrás de mi madre.
La encontré en su habitación sentada en la cama
dejando escapar sollozos lastimeros que me rompieron el corazón.
—Mamá. —dije suavemente.
— ¿Por qué jamás me dijiste nada? — dijo con la voz
entrecortada, me acerqué a ella y me mantuve de pie apoyado en una de la
columnas de la cama.
—No me correspondía a mí, yo jamás pensé que eso
sucedería.
— ¿La conoces? —preguntó levantando su mirada que
mostraba el profundo dolor que estaba sintiendo.
—Es una pequeña encantadora, es muy inteligente y…
— ¿Tu padre la ve a menudo?
—Él no la ha visto desde que nació, le provee de lo
que necesita pero la dejó de lado para estar contigo, te eligió a ti sobre
ella. —dije con melancolía. —Annett solo me conoce a mí, ella me preguntó un
día si era su papá y le dije que sí, eso le hace ilusión.
—Lo que dijiste acerca de Jane… ¿es verdad?
—preguntó.
—Si acepté este tonto compromiso fue para que
Eleazar no divulgara nada sobre Annett y sobre todo para que tú no tuvieras que
pasar por todo esto. —dije sintiéndome culpable de mentirle. — Hace un rato fui
a ver a Jane para hacer que desmintiera esos estúpidos rumores acerca de un
embarazo que han aparecido en la prensa, discutimos y terminó confesando que
lo del accidente había sido ocasionado por ella y Bella no había tenido nada
que ver.
— ¿Por qué haría algo como eso? —preguntó hipando.
—Ella ha estado obsesionada conmigo, yo solo era
amable con ella porque pensé que Eleazar era amigo de mi padre y tú te llevas
bien con su madre y con ella, pero ella no me agrada.
— ¿Ibas a casarte con ella solo por nosotros?
—Asentí— ¿Qué hay de lo que dijo de Bella? —preguntó de pronto tomándome por
sorpresa de que la llamara Bella.
—Como te dije antes conozco a sus padres y no
tienen nada que ver con los negocios inmobiliarios. Por si no lo sabes Bella
fue la agente que me protegió mientras estuve oculto, no fui nada agradable
pero ella me puso en mi lugar varias veces, poco a poco fue despertando
sentimientos en mí que no conocía y bueno…—me encogí de hombros con una
sonrisa.
— ¿La quieres? —la miré a los ojos y negué con un
movimiento de cabeza que la desconcertó. —pero acabas de decir que…
—Lo que siento por Bella va más a allá de simple
cariño. —la miré a los ojos para ver como se ensombrecían lentamente y las
lágrimas comenzaban a brotar. — ¿Qué sucede, mamá?
—Lo siento tanto. —dijo hipando y yo no comprendí,
me acerqué a ella y la envolví en mis brazos.
Parecía que los roles se habían invertido, durante
gran parte de mi vida mi madre había sido la mujer que había estado junto a mí
en los momentos difíciles, dándome palabras de aliento cuando las necesitaba. Y
ahora era yo quien estaba sosteniéndola a ella en un momento muy difícil.
—Perdóname. —dijo hipando y apretando mi camisa.
—No importa nada mamá. —besé su coronilla.
—Creí en las mentiras de Jane, traté muy mal a
Bella. —mis brazos se pusieron rígidos a su alrededor— traté por todos los
medios de que ella se diera cuenta de que no encajaba entre nosotros. Y ella me
demostraba que era la indicada por lo que me hacia enojar.
— ¿Por qué?
—Estaba cegada por las mentiras de Jane, no me
odies Edward. —me pidió y fue un enorme esfuerzo el que tuve que hacer para
sonreír. — Yo la eché de tu vida, después del incidente en la fiesta fui a
buscarla y le pagué para que se fuera.
— ¿Qué? —exclamé con voz acerada separándome de
ella como si de pronto su cuerpo me quemara.
—Yo creía que hacía lo mejor… — froté mi rostro con
mis manos y evité cualquier toqué de mi madre.
—Si necesitas algo llámame. —le dije antes de salir
de su habitación.
Durante mucho tiempo se había estado tejiendo una
red de mentiras de la que no me había dado cuenta, Bella me había dicho la
verdad sobre que mi madre no era agradable y yo me había comportado como un
niño apegado a su madre. La familia que había conocido un día se había
desmoronado, tal vez no me había dado cuenta pero ya tenía mucho tiempo que no
éramos esa familia de cuando yo era pequeño.
Siempre había tenido todo lo que había deseado y
ahora lo único que quería parecía que no lo tendría, ella se había marchado y
estaba seguro que se había enterado de mi compromiso con Jane, lo que haría que
lo que un día habíamos tenido se perdiera.
Siempre por miedo había evitado decir dos palabras
que sabía me harían ver lo vulnerable que era a ella, pero ahora estaba seguro
que de haber pronunciado un te amo haría que las cosas fueran diferentes. Ahora
que veía el tiempo que había pasado con ella me sentía asqueado porque todo ese
tiempo no la había tratado de la manera que debía, más bien la había hecho
sentir como una aventura; egoístamente siempre había pensado que ella estaría
ahí hasta que yo dijera que era suficiente pero la verdad es que eso no
llegaría a suceder. Yo la necesitaba conmigo y ahora ya no la tenía más a mí
lado.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, jejeje dejare de cantar por que mi madre me esta mirando raro pero por fin! el idiota de Edward ya se dio cuenta, de verddad que este capitulo te quedo perfecto, yo no le cambiaria nadada; felicidades :) clau
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