Navidad Swan
BPOV
Bajé del auto y me detuve unos minutos solo
observando la casa, el porche estaba adornado por lucecitas de diferentes
colores. Parecía que no había nevado tanto como los años anteriores ya que la
capa de nieve no era muy gruesa, cerré perfectamente abrigo al sentir como una
ligera ráfaga de viento acariciaba mi rostro.
— ¡Bella! —gritó alguien a mi espalda haciéndome
saltar y perder el equilibrio, pero unos fuertes brazos me sostuvieron y
salvaron de la caída. — No pierdes la costumbre de que cuide de ti.
— ¡Félix! — grité emocionada abrazando a mi primo
que me envolvió en sus brazos.
—Luces preciosa. —me dijo mirarme a los ojos. —
¿Qué hay de diferente en ti?
—Nada, siempre he sido una chica preciosa. —le dije
sosteniéndome de su brazo y comenzando a caminar hacia la casa.
Antes de venir había hablado con mi madre que lo
primero que preguntó fue que es lo que había pasado entre Edward y yo, me tomó
un segundo el sincerarme y decirle que lo nuestro no había funcionado y que
habíamos terminado. Ella me dio palabras de ánimo y me prometió que nadie en la
casa lo mencionaría, cosa que al parecer había cumplido ya que Félix no había
dicho nada.
— ¡Renee! —gritó apenas abrir la puerta. —Encontré
algo que te pertenece. — le di un golpe sonriendo, me quité las capas de ropa
ya que la casa contaba con calefacción.
—Belly—gritó mi madre con un delantal saliendo de
la cocina y corriendo hacia mí con los brazos abiertos.
—Mamá. —me envolvió en sus brazos y me permití
disfrutar del refugio que me proporcionaban, una fibra en mi interior se activó
y me dieron tremendas ganas de llorar pero hice un gran esfuerzo para no dejar
escapar una lágrima.
—Isabella Swan. —me separé de los brazos de mi
madre y vi a mi padre que iba entrando quitándose el abrigo. — te vi desde que
te bajaste del auto, te llamé pero me ignoraste.
—Lo siento. —lo abracé sabiendo que con eso
desaparecería su fingido enojo. — Te quiero.
—Aún sabes cómo evitar que tu viejo se enfade. —me
dijo con voz alegre acariciando mi cabello.
—No estás viejo. —protesté mirándolo seriamente.
— ¿Segura? — me preguntó mostrando unas pocas canas
que se comenzaban a mezclar con su cabello oscuro.
—No acaparen a la chica, que aún hay familia aquí.
—protestó una de mis tías y fui a saludar a la familia que estaba ya congregada
en la casa.
Desayuné en medio de pláticas que iban de asuntos
serios que habían pasado durante el año hasta cosas bastante graciosas. Mi
familia era única.
Solo hacían falta dos días para navidad y toda mi
familia entraba y salía de la casa, los más pequeños corrían por los terrenos
que se encontraban cubiertos de nieve jugando a pequeñas pelas de bolas de
nieve. Yo me había mantenido ayudando a mi madre con las comidas, cuando ella
se giraba me robaba una que otra aceituna negra ya que sabía que si me veía
comenzaría a sospechar ya que no eran mis favoritas.
Esta mañana cuando bajé a desayunar una de mis tías
hizo un comentario acerca de que había ganado peso logrando que todos me
miraran evaluadoramente y que en el rostro de mis padres apareciera una mirada
de sorpresa. Me había reído y había dicho que había ganado peso durante mis
vacaciones y debido a que no había tenido demasiada actividad desde que regresé
al trabajo no había podido hacer mucho, pero que mi meta del siguiente año era
recuperar mi figura. Ese comentario había hecho que todos dejaran de prestar
atención a mi nueva figura o al menos eso es lo que había pensado.
Era la mañana de Navidad, los niños estaban jugando
y la cocina era todo un caos del que me había escapado. Había intentado ayudar
a mi madre con la preparación del pavo, pero poco a poco mis tías fueron
sumándose en la cocina hasta hacer casi imposible el moverse de un extremo al
otro, además la mezcla de aromas me estaba causando náuseas por lo que tomé una
taza de chocolate y una manta antes de salir al porche.
Me acomodé en el columpio que mi padre había
instalado cuando era pequeña. Llevé la taza a mi boca consiguiendo quemarme.
— ¿Aceptas compañía? —preguntó Félix que me indicó
con la mirada el lado vacío del columpio. Asentí y él se sentó junto a mí
pasando uno de sus brazos sobre mis hombros. — ¿Vas a contarme lo que sucedió o
tengo que torturarte?
—No soy una presa fácil. —Le advertí.
—Llevas ya dos días en casa de tus padres y estás
demasiado seria, y cuando sonríes no lo haces de verdad. ¿Qué sucede Bells? —me
estrechó entre sus brazos. — Puedes confiar en mí.
—Cometí muchos errores. —apoyé mi cabeza en su
hombro y dejé escapar un suspiro. Me quitó la taza de mis manos.
—Todos cometemos errores Bella, puede que estar con
ese hombre al final no resultara y ahora te sientas rota, pero al menos te
arriesgaste y no te quedaste con la duda si lo suyo hubiera funcionado.
—acarició mi mejilla con sus dedos. — Te comprendo mejor de lo que crees, no
olvides que salí con una guapa modelo rusa que me dejó porque yo no estaba
dispuesto a renunciar a mi vida en el campo.
—Fue el error más grande, yo no fui nada importante
para él. —me sinceré apretándome contra él.
—No es el fin del mundo Bells, pronto encontrarás a
otro hombre que estará encantado de estar a tu lado. Eres una chica hermosa y
muy noble. Cualquier hombre mataría por una chica como tú. —revolvió mi cabello
de manera juguetona. —Todo se solucionará.
—Suena tan bien. —me acurruqué en su abrazo.
— ¿Hay algo más qué deba de saber, o debo de ir a
matar a ese hombre solo con mis sospechas? —levanté el rostro y lo miré.
— ¿Qué so…sospechas? —pregunté fallando
erróneamente en sonar segura.
—Sobre tu repentina ganancia de peso, tú siempre
has sido una chica esbelta y creo que solo hay una razón.
—Félix… por favor.
—Yo no tengo por qué decir nada, pero aunque muchos
quedaron conformes con tu excusa tan pobre, debo de decirte que no me engañaste
y que hay otros que tampoco se creen eso. — con esas palabras supe que se
refería a mis padres y un profundo dolor creció en mi interior, los había
traicionado, ellos habían esperado otro comportamiento de mi parte.
—Yo…
—No estás sola pequeña Bells, si necesitas tiempo
lejos de todo vente conmigo a Texas. —él sonrió ampliamente. —Solo espero que
la vida en la ciudad no te haya convertido en una chica delicada.
—Jamás he olvidado mis raíces.
—Piénsatelo pequeña, me iré unos días después del
año nuevo. — me dio un beso en la coronilla y se levantó.
—Félix…gracias. —le sonreí agradecida.
Por la tarde ayudé a mi madre a terminar de decorar
un pastel que había preparado sabiendo lo mucho que gustaban sus pasteles, me
robé un poco del chocolate que le estaba colocando y ella me golpeó suavemente
la mano un par de veces.
—Así jamás terminaré. —se quejó con una sonrisa
apartándome, pero cuando terminó me dio el tazón donde estaba el chocolate y
permitió comer un poco del que se había quedado. —Cuando termines de comer lo
que hay en ese tazón ve a darte un baño y arréglate. Hoy es una noche especial
y deseo verte realmente feliz cariño. — me dio un beso en la mejilla y salió
gritándole a Félix que había olvidado de traer unas botellas de vino.
Me tomó cerca de dos horas el arreglarme, elegí un
pantalón que se ajustaba a mis piernas, un abrigo que no se pegaba a mi vientre
y una zapatillas, el cabello lo recogí en un coleta de lado y el maquillaje fue
sutil.
Al bajar me encontré con la mayoría de los miembros
de mi familia que ya estaban vestidos de una manera más formal, fuimos a la iglesia
del pueblo como lo hacíamos cada año antes de comenzar la fiesta.
Apenas llegamos a casa todo se comenzó a animar,
había música y todos contaban las anécdotas más graciosas que nos mantenían
riendo sin parar. La cena fue deliciosa, y prácticamente salté en mi silla
cuando llegó la hora del postre y delante de mí apareció la rebanada más grande
de pastel de chocolate. Ignoré la mirada divertida de Félix por verme comer con
tanta felicidad mi pastel, uno que sabía que mi madre había preparado exclusivamente
para mí.
Nos quedamos conversando hasta que llegó la media
noche, me vi envuelta en muchos pares de brazos, mis padres me abrazan
recordándome lo mucho que me querían y sentí un pequeño peso de culpa por no
ser totalmente honesta con ellos.
Al día siguiente llamé a Alice y Rose que me
contaron lo bien que la habían pasado y la cantidad de fuegos artificiales que
habían adornado el cielo reflejándose en las azules aguas del océano.
En un abrir y cerrar de ojos llegó la cena de año
nuevo. Los antojos cada día eran mayores y un par de veces mi papá había estado
por descubrirme comiendo aceitunas.
Me arreglé con el mismo esmero y agradecí que para
este día ya la casa no estuviera tan llena y se pudiera andar con mayor
facilidad. Entre Félix y yo acomodamos la mesa y cuando estuvo lista todos
tomaron sus respectivos lugares. Esta vez me preguntaban continuamente por qué
no estaba bebiendo lo mismo que los demás y solo pude decir que estaba tomando
un medicamento que me prohibía beber.
A la media noche el primero que me envolvió en sus
brazos fue Félix seguido de mi padre y el resto de la familia más mi madre no
estaba en la sala lo que me extrañó y fue Félix quien me indicó que había
salido hace un segundo, fui a buscarla y la encontré en el porche.
— ¿Qué haces fuera? —pregunté colocándome junto a
ella.
—Esperándote cariño. —me envolvió en sus brazos y
comenzó a susúrrame lo mucho que me quería. — Éste año será mucho mejor para ti
pequeña.
Solo me había limitado a asentir y aferrarme a su
cuerpo como un soporte, mis ojos me ardían y mi garganta comenzaba a arder por
el nudo que es estaba formando, sabía que en cualquier momento me echaría a
llorar.
—Lo que nosotros sentimos por ti no va a cambiar
pequeña. —tomó mi rostro en sus manos y me miró con dulzura. — Jamás esteremos
decepcionados de ti preciosa.
— ¿Lo sabes? —dije de manera apenas imperceptible y
ella soltó una risita nerviosa.
—Es difícil no darse cuenta, puedes engañar a
alguien que nunca ha sido madre, pero no a mí. —besó mi coronilla. —Tienes todo
nuestro apoyo Belly, pero debes de hacer lo correcto.
—Éste bebé no fue planeado, pero lo querré igual.
—Me alegra escuchar que digas eso Bells. —mi padre
había llegado con nosotras. —Nosotros pensábamos que tenías otros planes y por
eso no nos habías dicho nada.
—Si no lo había dicho era porque no quería
decepcionarlos, de verdad lo siento. —ambos me abrazaron y me permitieron llorar
de la manera que no lo había hecho desde que todo había ocurrido.
—Tú y ese bebé nos tendrán siempre. ¡Seré abuelo
Renee! —exclamó con verdadera emoción.
—Pero si serás tonto, si tú serás abuelo yo también
cariño. —dijo mi madre rodando los ojos y me hicieron reír por su
comportamiento.
En menos de cinco minutos ya estaban planeando que
es lo que harían cuando el bebé llegara y que áreas acondicionarían para que su
nieto de divirtiera.
—Creo que sería bueno que te vinieras con nosotros
ya que en New York estás sola y... — comenzó a mi padre pero yo lo silencié.
—Me iré un tiempo con Félix, quiero tener un tiempo
para mí, pero estaré aquí antes de que el bebé nazca. —les aseguré.
El que mis padres supieran la verdad me hacía
sentir mejor, la carga había desaparecido de mis hombros y aunque no estaba del
todo feliz por mi comportamiento estaba agradecida de que ambos se lo hubieran
tomado tan bien y que me apoyaran en este momento que más los necesitaba. Sin
duda seria un año muy interesante.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
YEEESSS!!! Me encanto, otro capitulo casi perfecto :D , felicidades
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