Mi nueva vida con un playboy: Capítulo 21



 ¿Elección correcta?


— ¿Me quieren de vuelta? —dije haciendo que Demetri asintiera. —Sabes que la razón por la que abandoné el empleo fue porque es peligroso y ahora hay dos personitas que me necesitan.

—Soy consciente de eso.

—No lo parece. —murmuró Edward. — Le estás pidiendo que se arriesgue cuando ella ha decidido cuidar de nuestros hijos.

—Como te iba diciendo Bella. —continuó Demetri como si Edward no hubiera dicho nada. — Sabemos que tú dejaste el empleo por lo arriesgado que era, pero ahora nos gustaría tenerte en un cargo en el que no estés en peligro constante. Eras una pieza muy importante para la agencia, eras nuestra mejor analista y como perfilista estás entre las mejores; Es por eso que hablando con todos los directivos, pensamos que eres la mejor calificada para quedar como subjefe del equipo de analistas y perfilistas.

—Pero al estar al frente implica mucho tiempo y yo ahora tengo mis dos bebés que son muy importantes.

—Sabemos que en estos momentos quieres pasar el mayor tiempo con tus hijos, por lo que estaríamos dispuestos a llegar a un acuerdo de tiempo. Tu trabajo sería desde casa, solamente tendrías que presentarse en la oficina para que se te entregaran por escrito las misiones y las regresarías en un plazo que puede ir de dos días a una semana. Tu trabajo consistiría en analizar y trazar estrategias para las misiones encomendadas. —Tomó mi mano entre las dos suyas. —Cuando los niños crezcan podrás trabajar de nuevo en las oficinas y también serás la encargada de entrenar a nuestras agentes que se infiltrarán en misiones peligrosas, tú tienes la experiencia y sabemos que eres la mejor para el empleo.

—Jamás se dan tantas facilidades ¿por qué hacerlo conmigo?

—Queremos el mejor equipo y solo estará completo contigo. Puedes pensarlo por unos días, pero me gustaría que me dieras tu respuesta cuando nos marchemos.

—Tengo que pensarlo bien, ya no es tan sencillo como antes. Ahora ya no estoy sola. —le dije sonriendo al escuchar un llanto que me avisaba que era la hora de alimentarlos. —Tengo que atender a mis hijos. —me disculpé levantándome y saliendo de la cocina con Edward detrás de mí.

Hicimos lo propio atendiendo a nuestros hijos sin decir una sola palabra, pero bastaba ver la mirada perdida de Edward para darme cuenta de que estaba divagando sobre la propuesta de que yo regresara al FBI. Era una propuesta muy buena pero que debía de analizar hasta el último detalle. No podía aceptar si eso implicaba ponerme en riesgo o descuidar a mis hijos.

— ¿Vas a aceptar? —preguntó de pronto mientras le sacaba el aire a Eddie.

—Tengo que pensarlo bien, hay muchas cosas que analizar.

—Debes de pensar en Eddie y Tonny que te necesitan.

—Como se lo dije a Demetri ahora tengo mis dos prioridades y la decisión que tome será después de haberlo analizado a fondo y que sepa que mis hijos estarán bien. —le dije sin mirarlo a él y acariciando el rostro de Tonny al que estaba alimentando.

—Yo solo quiero lo mejor para los tres, si regresar al trabajo es lo que necesitas, adelante, yo no me opondré. —dijo sorprendiéndome pero no pude ver su rostro ya que se había girado. —Solo te pido que pienses a largo plazo y que veas todo lo que implicará tu trabajo y si tendrás el tiempo para cuidar de los niños como tú querías.

—Lo pensaré bien. — dije acomodando a mi bebé para sacarle el aire y después comenzar a arrullarlo.

Durante la comida mis amigos se sorprendieron de ver a Annett que al llegar a casa había corrido hasta donde estaba mi madre para contarle lo que había visto y a mí me había llevado un pequeño ramo de flores silvestres de diferentes colores que puse en agua y que le agradecí con un beso. Mi padre estuvo atento a las nuevas anécdotas de Jacob; y Annett por su parte parecía encantada de escuchar las historias. Agradecí que nadie más tocara el tema del empleo y me dejaran tomar la decisión sola.

Por la noche salí por la puerta trasera y caminé por un pequeño rato hasta llegar a una piedra grande donde me senté con cuidado y miré al cielo despejado, sintiendo la calidez del ambiente.

Había dejado el trabajo por estar con mis hijos pero lo que me estaban ofreciendo era una oportunidad única que no se le presentaba a cualquiera. Estar trazando estrategias y haciendo perfiles de criminales era una tarea que requería dedicación y un gran esfuerzo si pretendía hacerlo mientras cuidaba de mis hijos. Tenía una oportunidad si encontraba a alguien que me ayudara con las labores de la casa y tal vez la niñera de Annett que ahora estaba de vacaciones podría apoyarme cuando tuviera que ausentarme para ir a la oficina para estar presente en alguna junta. Podía permitirme contratar a alguien ya que mi nuevo empleo también tendría un aumento en la cantidad de mi salario. Lo único malo y lo que temía era perderme algunos de los momentos importantes en su crecimiento, yo quería estar presente cuando dijeran su primera palabra, cuando dieran sus primeros pasos. Quería ser una figura presente en cada nuevo logro como mis padres lo habían estado conmigo.

Lo malo que encontraba hasta este momento era que debía de delegar algunas tareas que me hubiera gustado hacer para mis hijos, tendría que criarlos en la gran ciudad cuando yo había planeado que crecieran aquí en el campo como yo lo había hecho. Estando en la ciudad donde la gente conocía a Edward estaba segura que no podrían llevar una vida completamente tranquila ya que los medios querrían saber más de ellos solo por ser unos Cullen. Quería el trabajo pero amaba más a mis hijos.

—Escuché lo de la oferta de Demetri. — dijo mi madre sentándose junto a mí. — ¿Eso es lo qué te preocupa?

—No quiero perderme ningún momento de mis bebés. Quiero estar presente en cada momento como lo estuvieron ustedes. —tomé su mano y la apreté suavemente. —Quiero aceptar porque este trabajo es algo que me gusta hacer, pero temo que me robe momentos importantes.

—Te están dando muchas facilidades señal de que te quieren de vuelta, pero solo tú pues decidirlo y estoy segura de que tomarás la mejor decisión para los cuatro o cinco. —La miré y ella sonrió. —Edward y Annett también cuentan, si él te apoya las cosas serán mejores. Aún tengo mis dudas sobre él, pero estas semanas ha demostrado que los quiere y que todo lo que está haciendo es solo por ustedes.

—Temo no poder hacer ambas cosas y fracasar. Y no quiero fracasar como madre.

—Se que no lo harás, eres un ejemplo maravilloso para mis pequeños y para Annett que en varias ocasiones me ha dicho que eres muy bonita, que le gusta estar contigo y que de grande quiere ser como tú. ¿Sabes lo que eso significa, verdad?

—Ella me quiere y yo también a ella. Sé que muchos dirán que soy una estúpida pero aunque aún no estoy completamente segura de que sea su hermana como él dice, sé que la niña no tiene la culpa del error de sus padres y mucho menos de perder a su mamá, aunque las cosas entre Edward y yo no cambien quiero que esa niña vea en mi a una amiga, alguien con quien contar cada segundo como mis hijos. —dije de corazón recordando los detalles de la niña conmigo, como en más de una ocasión se había sentado junto a mi recostando su cabeza en mis piernas disfrutando de que la abrazaran y mimaran. —Es tan pequeña.

—Yo no te juzgaría mal, creería que eres una mujer formidable por ser capaz de aceptar a la niña aún sabiendo que puede ser hija del hombre que te lastimó.

—Me lastimó pero al mismo tiempo me regaló la oportunidad de ser madre.

—Serás una muy buena madre, así que deja de pensar que puedes fracasar por qué no lo harás. —me abrazó recordándome lo mucho que me quería y lo orgullosa que estaba hasta ahora por mis decisiones aunque algunas no habían salido como las había planeado pero cada una de ellas me había dado algo porque seguir adelante y seguir siendo esa chica fuerte y decidida.

En ese instante sabía cuál era mi respuesta. Tal vez los planes que tenía eran otros pero estos podían ser igual de buenos, de eso yo me encargaría.

Mis amigos se habían quedado en casa ya que contaba con bastantes habitaciones. Estaba quedándome dormida cuando escuché el llanto de uno de mis bebés así que me levanté sin protestar y fui a la habitación para encontrarme a Eddie tomando aire para comenzar a llorar de nuevo, así que lo tomé en mis brazos y lo mecí tratando de evitar que comenzara a gritar y despertara a su hermano que estaba durmiendo como un angelito.

— ¿Qué sucede mi pequeñín? —le pregunté aunque sabía que no me contestaría, era consciente de que le gustaba mi voz tanto como la de su padre. Le comencé a cantar mientras seguía andando de un lado al otro de la habitación meciéndolo y dejando que mi voz lo arrullara pero aún gemía y se removía. Lo enderecé un poco y en ese instante dejo salir un poco de aire que parecía ser la causa de la molestia. —Lamento no asegurarme de que todo ese aire estuviera fuera.

—Fue mi culpa, tú te encargaste de Tonny. —susurró Edward que estaba en la puerta observándonos.

—Era todo lo que le molestaba ya se está durmiendo. —dije mirando al bebé que estaba cerrando sus ojitos, lo seguí meciendo acariciando su rostro con suavidad.

—Si antes me parecías hermosa justo ahora lo pareces mucho más. Eres preciosa— sentí el calor en mis mejillas pero agradecí que estuviera oscuro y que él no pudiera ver lo que había provocado. Dejé a Eddie en su cuna y lo cubrí con la mantita.

— ¿Estuviste bebiendo? —pregunté cuando me acercaba a él que aún seguía apoyado en el marco de la puerta.

— ¿Qué clase de pregunta es esa?

—Por tu comentario.

—No necesito estar ebrio para darme cuenta de que eres preciosa. —murmuró alargando su mano para tocar mi rostro dejando su mano en mi mejillas y comenzando a acariciar mi labio inferior con su pulgar.

—El no dormir no te está dejando nada bueno Cullen. —dije empujándolo para que saliera de la habitación y al mismo tiempo para que me dejara de tocar. —Aprovecha que los angelitos están durmiendo.

—También hazlo tú. —asentí caminando rumbo a mi habitación sin girarme.

Al día siguiente me tuve que separar de mis hijos solo por unos minutos en lo que yo me marchaba a la clínica para que se me retiraran las puntadas y tener un poco más de movilidad aunque aún debía de tener bastantes cuidados. Ese día por la noche mis amigos se tuvieron que marchar por una llamada de emergencia de la agencia en la que los solicitaban ahí, la mirada de Demetri me dijo que quería una respuesta por lo que dejando escapar el aire que tenía en mis pulmones le dije que aceptaría y que deseaba que me avisara con tiempo cuando me debía de presentar ya que debía de buscar un departamento para mudarme ya que el mío lo había dejado y aunque sabía que estaba disponible ya no era adecuado por su reducido tamaño.

Mi madre pareció feliz por mi decisión pero Edward no parecía del todo contento más no dijo una sola palabra para tratar de que lo rechazara, al contrario esa noche se pasó largo rato al teléfono y antes de dormir me avisó que ya había un departamento que podría utilizar si quería, estaba en el mismo edificio que el suyo solo que un par de pisos abajo, que estar en el mismo edificio nos daría la ventaja de no perder tiempo trasladándonos y que Annett pudiera permanecer cerca de mí. Por un momento quise decirle que no lo aceptaría pero sabía que tenía razón más que nada por Annett, no podía alejarla cuando ella necesitaba a alguien que la cuidara.

Así que lo único que pude hacer fue agradecer a Edward por encontrar un departamento tan rápido y que estuviera tan cerca de ellos. Ahora lo único que me preocupaba era que debía de volver a decorar otra habitación para mis bebés, no quería que la habitación que tuvieran en ese departamento fuera fría, quería que fuera cálida y demostrara que había sido decorada con amor justo como la que estaban ocupando en este momento.

— ¿En qué piensas? —preguntó Edward sentado a mi lado mirando a Anthony que movía sus labios y me miraba fijamente sin perder detalle en las caras que le estaba haciendo, aunque estaba entreteniendo a mi bebé también estaba pensando en todo lo que debía de comprar y hacer para la nueva casa.

—En este nuevo cambio. —dije al tiempo que frotaba mi nariz con la de mi bebé. Con mi mano le hice cosquillas en la barriguita mientras miraba a Edward. — Tendré que decorar de nuevo la habitación de los niños.

—Yo te ayudaré y sé que Ann también estará encantada de ayudar. —colocó su mano sobre la mía que se detuvo de seguir haciéndole cosquillas al bebé.

—Sí, creo que eso lo hará más sencillo. Aunque me duele dejar este lugar, ya tenía todo planeado, quería que crecieran en un ambiente más relajado.

—Aún puedes cambiar de opinión. Pero si esto es lo que quieres realmente, yo te apoyaré. —me guiñó un ojo dándole un beso a Anthony antes de levantarse y acercarse a Eddie que comenzaba a removerse en su cuna.

—Hola enano. — lo saludó con voz cariñosa apoyándose en la cuna y tocando al pequeño que solo se movía pero no lanzó un solo grito. — ¿Quieres ir con mami?

Lo tomó con cuidado y lo apoyó contra su pecho mientras que besaba su cabecita y se acercaba hasta donde estaba con Tonny. Se sentó junto a mi dejando que el bebé me viera, me incliné hasta quedar frente a mi pequeño que mantuvo su mirada fija en mí y un pequeño brillo en sus ojitos que hizo mi corazón saltar ya que eso indicaba que sabía quién era yo, al igual que Edward. Me incliné un poco más hasta dejar mi frente apoyada en la de mi hijo y besé su naricita, no fue hasta ese momento que me di cuenta que prácticamente estaba apoyada en el pecho de Edward y podía sentir su calor y percibir su característico aroma que pareció detener mi corazón por unos segundos.

Me separé cuando el pequeño que tenía en mis brazos comenzó a removerse protestando por la atención que ya no le estaba dando y estaba recibiendo su hermano.

—Tienes que compartirme un poquito con tu hermano. —le dije acariciando su barbilla.

— ¿Quieres que cambiemos? —sugirió Edward señalando a Eddie que seguía mirándome.

Le coloqué en su brazo libre a Anthony y tomé en mis brazos a Eddie que se removió. Lo comencé a mimar de la misma manera que lo había hecho con Anthony recibiendo la misma respuesta de que les gustaba. Me senté aún más cerca de Edward para que ambos pudiéramos mimar a ambos niños y reí un par de veces al ver los gestos tan graciosos que Edward estaba haciendo para entretener a los pequeños y solo dejé de reír cuando un flash ilumino nuestros rostros. En la puerta estaba mi madre sosteniendo una cámara entre sus manos con una sonrisa y detrás de ella estaba Ann que solo nos miraba.

—Ven aquí preciosa. —le dije extendiendo mi mano libre. Ella no lo dudo y se acercó hasta llegar junto a mí, le hice un espacio para que se sentara mientras la abrazaba y dejaba que apoyara su rostro en mi pecho y vi como se acercaba al bebé y le dio un beso ganándose un lindo gesto de Eddie. —Le gusta.

—Alguien te reclama aquí también. — murmuró Edward acercándole a Tonny.

La niña estuvo haciéndoles caras a los bebés que no dejaban de mirarla, les dio besos y platicó con ellos hasta que se aburrió y dijo que iría con su abuelo a ver televisión. Escuchar a Ann llamar abuelo a mi padre era algo lindo y más que había sido mi padre quien se lo había pedido.

Fue una semana después que nos encontrábamos despidiéndonos de mis padres que aunque no les gustaba la idea de que estuviéramos lejos no se oponían ya que ellos decían que eso nos ayudaría a tomar mejores decisiones. Nos dieron un abrazo a cada uno y cuando digo a cada uno es a todos incluyendo a Edward que asentía con la cabeza mientras mi madre le murmuraba algo de lo que yo no me llegué a enterar. Ann se aferró al cuello de mi padre mientras lloraba pidiéndole que no dejara que se la llevaran que ella quería seguir ahí con ellos, que no quería alejarse. Fue un momento conmovedor ver que la pequeña estaba tan encariñada con mis padres.

El auto que tenia Edward ya estaba acondicionado con dos sillitas de viaje para los niños que no tardaron en dormirse al igual que Annett que iba junto a los gemelos en su propia sillita. Por el espejo retrovisor los iba vigilando a medida que nos acercábamos a la ciudad donde iríamos al aeropuerto para tomar el jet que nos llevaría a New York. El primer viaje con los gemelos fue bastante tranquilo ya que solo se despertaron justo cuando teníamos unos minutos de despegar y eso porque era su hora de alimentarlos, después volvieron a quedarse dormidos hasta que llegamos al departamento de Edward en el que nos quedaríamos mientras estaba listo el nuestro que estaba siendo decorado por nuestras amigas, ellas se encargarían casi de toda la decoración excepto de la habitación de los bebés de la que me haría cargo yo.

En el departamento de Edward había una habitación pintada de verde aquí con dos cunitas preparadas y todo lo que se necesitaba para los bebés. Cuando me giré para que me dijera de qué se trataba él solo sonrió y me dijo que era provisional. Que decorará la habitación de los bebés en mi nuevo departamento pero que los muebles serían los que estaban aquí. Lo más sorprendente es que eran idénticos a los que habíamos comprado y que habíamos dejado en la casa de mis padres. Ese día fui a ver el departamento que era más grande de lo que imaginaba y estaba siendo decorado con un gusto exquisito. Rose y Alice al verme me abrazaron y comenzaron a hablar sin parar de la emoción que sintieron cuando Edward les pidió que se encargaran de la decoración, parloteaban de los detalles y de lo mucho que querían conocer a los niños por lo que abandonamos la tarea de decoración y las llevé a que conocieran a los bebés, de los que quedaron enamoradas como todo aquel que los conocía.

Al día siguiente la niñera de Annett había vuelto al trabajo y fue la encargada de vigilar el sueño de mis hijos mientras Edward, Ann y yo comenzábamos a decorar la nueva habitación de los bebés. Agradecía que Edward se hubiera hecho cargo de que llevaran las cosas que yo quería para la habitación de los niños, ahorrándome el tiempo de salir a la calle a buscarlas, era una de las ventajas que tenía, con solo una llamada podía obtener casi todo lo que quisiera.

Entre los tres comenzamos a pintar lo que redujo el tiempo que me hubiera llevado de hacerlo yo sola, aunque la mayor parte del trabajo la hizo Edward ya que Ann había dejado su tarea un par de veces para ir con las chicas que estaban haciendo algo más divertido según decía, y por mi parte el tener que a ver a mis hijos y alimentarlos cuando era la hora, me separaba de mi tarea. A media tarde la habitación había quedado terminada y ahora solo nos quedaba esperar a que secara y al día siguiente dejaría salir mi parte creativa y me pondría a dibujar en las paredes para darle un toque más divertido.

Hacer dibujos en las paredes fue algo en lo que Ann colaboró ya que eso si lo encontraba muy divertido y aunque sus dibujos no parecían lo que debían, era lindo ver que ella se estaba involucrando.

Solo una semana después la casa estaba lista y la habitación de los niños ya estaba terminada y acomodada con ellos durmiendo en sus cunas. Cerré la puerta con cuidado y fui hasta la cocina donde estaba una mujer que sería la encargada de cocinar y de la limpieza de la casa, en ese momento estaba terminando de preparar la comida.

Antes de que llegara Edward con Ann a casa para comer me dirigí al que sería mi lugar de trabajo y llamé a Demetri que estaba impresionado de que hubiera hecho el cambio tan rápido, pero estaba agradecido de que me pusiera en contacto y estuviera lista para trabajar ya que tenían una misión importante en la que querían que comenzara a trabajar.

Esa misma tarde mientras comíamos y Ann nos hablaba de lo que había visto en las oficinas de Edward, llegó Jacob para entregarme un sobre con la información que necesitaba para comenzar con mi nuevo trabajo. Edward no pareció tan contento de ver que ya comenzaba a trabajar pero como lo había hecho antes no dijo nada y se limitó a seguir escuchando a la niña.

Aprovechando la hora de la siesta de Ann y que los gemelos estaban durmiendo abrí el sobre y comencé a leer la información que me tenía y con la que debía de trabajar. Estaba anotando mis ideas en papel cuando alguien llamó a la puerta y después entró Edward.

—Espero que no te moleste si te hago compañía. —dijo entrando dejando su laptop sobre el escritorio y una carpeta con documentos. — No te interrumpiré.

— ¿No sería más fácil que lo hicieras en tu propio despacho? —dije enarcando una ceja.

—Pero eso implicaría ir a mi departamento, lo que me alejaría y no podría estar presente para cuando los niños despierten. Prometo que no me notaras. —dijo abriendo unas carpetas.

—Eso espero. — dije volviendo a mi trabajo.

Sorprendentemente él cumplió y aunque sabía que estaba ahí porque estaba delante de mí, no hacía casi nada de ruido solo el suave repiqueteo de las teclas cuando las presionaba y el ruidito de una hoja al ser girada, creo que fui yo quien lo distrajo un par de veces por equivocarme en estrategias que en lugar de ayudar los perjudicarían, había gruñido y maldecido un par de veces pero Edward ni se había inmutado y continuaba haciendo su trabajo.

Fue el llanto de los bebés lo que me hizo levantarme de la silla, guardar los documentos bajo llave y salí para ir atenderlos no sin antes cerrar la habitación para asegurarme de que nadie más entraba.

Estuve con los niños y jugando con Ann con quien preparamos la cena para después despedirme de ella que se marchó a casa a darse un baño y dormir, por su parte, Edward me ayudó a dormir a los niños para después marcharse y darme tiempo para tomar un baño, envolverme en una bata suave de seda que era mi favorita y marcharme al estudio a continuar con mi trabajo que me resultó más fácil. Después de un rato logré enlazar buenas ideas y la estrategia comenzaba a tomar forma.

Era viernes, después de tres días de trabajar en la estrategia que había ideado y que había modificado muchas veces al fin había quedado lista y aprovechando que los niños estaban dormidos fui a la agencia para entregárselos a Demetri y aprovechar esa salida para ir a comprar un par de cosas que le hacían falta a los bebés y los ingredientes para preparar galletas con Ann. Traté de ser rápida para estar en casa cuando los niños despertaran y milagrosamente lo había conseguido gracias a que en lugar de conducir había aceptado que fuera el chofer de Edward quien me llevara.

Al llegar a casa solo llevaba un par de bolsitas que no pesaban nada mientras que las demás ya las subirían después, lo que no me esperaba era que cuando se abrieran las puertas del ascensor viera a dos personas frente a la puerta de mi departamento. Edward se giró y pareció sorprendido de verme llegar pero el rostro de la mujer que estaba con él pareció palidecer por completo y apartó su mirada de la mía. Me acerqué a ellos con paso lento pero firme, con cada paso me recordaba que esta era mi casa y que las cosas se hacían bajo mis reglas.

Un día me había menospreciado porque yo no era la mujer que esperaba, y mi error había sido tratar de cambiar cuando debía de haber continuado siendo yo misma y no fingiendo ser alguien más para agradarle a esa mujer que me había llamado prostituta.

— ¿Puedo ayudarlos? —pregunté deteniéndome frente a ellos y tratando de mantenerme tranquila y no demostrar el odio que sentía ante la mujer que estaba ahí junto a Edward mirando sus zapatos que como siempre debían de ser de un diseñador famoso al igual que las prendas que vestía.

Edward tomó mi brazo y me alejó un poco de su madre que se mantuvo en su sitio levantando su rostro solo para dejarme ver que su mirada altanera había desaparecido y ahora parecía un animalito herido señal de que todo el escándalo le había afectado y aunque sabía que no estaba bien me alegraba de que ella estuviera pagando por el daño que me había hecho. Es en este momento que me lamentaba de haber roto y botado a la basura el cheque que me había ofrecido, justo ahora sería un buen momento para devolvérselo y recordarle la manera en que me había tratado, hacerla sentirse peor.

—Lamento el daño que te causó pero ella fue engañada y ya ha pagado por lo que ha hecho, no la prives de conocer a sus nietos. —dijo Edward muy bajo solo para que yo lo pudiera escuchar, miré sobre el hombro de Edward para encontrarme nuevamente con la mirada de Esme pero que ahora parecía que sus ojos se comenzaban a humedecer.

—No tienes una idea del daño que me hizo y creo que jamás lo entenderías. Tú siempre le creíste a ella antes que a mí. —dije con los dientes apretados y sintiendo como mi cuerpo se estaba tensando.

Hice a Edward a un lado y caminé de nuevo hacia donde estaba Esme quien levantó la mirada dejándome ver las lágrimas acumuladas.

—Lamento que viajara para nada. — dije abriendo la puerta y cerrándola detrás de mí.
Sabía que Edward regresaría más tarde para pedir que dejara que su madre viera a mis bebés, y aunque dejaría que los conociera quería que primero ella se diera cuenta que yo ya no era más un ratoncito asustado.


Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

1 comentario:

  1. Lamento decirte que me siento mal por Esme, yo se lo que se siente perder a mas de un ser queridos a las vez y es algo insoportable que no le deseo ni a mi peor enemigo u.u

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