Aceptando la realidad.
BVOP
Ver el desconcierto en el rostro de Edward me dejó
claro que estaba absolutamente sorprendido. Su manera de cerrar los ojos podía
entender que creía que era un sueño o que estaba alucinando. Me acerqué a él
que no apartaba su mirada de mí y notaba como sus ojos recorrían mi cuerpo
detenidamente. Me había sentido insegura de usar este atuendo dado que era muy
pequeño, ajustado y aún mi cuerpo no recuperaba sus proporciones.
— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías que llegaría hoy? —preguntó
enarcando una ceja haciendo que me detuviera y notara que no parecía nada
feliz, al contrario, parecía que el "adiós" si era una realidad.
—Era una sorpresa que creo funcionó y Annett me
dijo que hoy llegarías. —entrelacé mis manos y bajé mi mirada porque la suya me
parecía bastante dura y no pude evitar morder mi labio inferior. Esto sería más
difícil de lo que creía. Tomé una bocanada de aire y lo miré directamente a los
ojos. — ¿Quieres algo de beber? —le pregunté tratando de que dejara de mirarme
de la manera que lo estaba haciendo.
—Creo que lo necesito. — pasó su mano por su rostro
y fue directamente al pequeño bar que tenía en su estudio donde se sirvió un
vaso con whisky que tomó de un trago mientras que murmuraba algo que no
comprendí.
Tomé otra gran bocanada de aire, con paso lento pero seguro me acerqué a él. De nuevo su mirada estaba puesta en la mía, pero a diferencia de la anterior que era dura, esta me dejaba ver la confusión.
— ¿Quieres cenar? — pregunté lo primero que llegó a
mi cabeza y de inmediato supe que había sido una estupidez. Él enarcó una ceja.
— ¿A qué estás jugando? —preguntó en un gruñido que
me hizo estremecer. — ¿Hoy no sales con Rupert?
— Estás celoso —afirmé con una pequeña sonrisa al
ver como ahora no lo ocultaba, su rostro estaba contraído y sus ojos se habían
encendido, dejó el vaso de golpe en la mesita lo que me hizo saltar y supe que
mi sonrisa sólo consiguió aumentar la tensión.
— ¿Es una pregunta? —yo negué y a lo que él gruñó.
—Tienes razón estoy completamente celoso de que ese hombre se la pase a tu
lado, también que esté junto a nuestros hijos, porque no debes olvidar que son
de ambos y, si eso no fuera suficiente, también quiere adueñarse de mis amigos.
No tienes una idea de las ganas que tengo de darle un buen puñetazo para que
quite esa estúpida sonrisa burlona con las que me deja saber que él te tiene y
yo no. — estaba rígido y apretaba la mandíbula con mucha fuerza. — ¡Demonios!
Te amo Isabella Swan y me estás matando de celos. ¿Quieres explicarme que significa
todo esto? No juegues más conmigo — soltó llegando delante de mí en solo un par
de zancadas. — Cumpliré mi palabra de alejarme de ti para dejarte seguir,
aunque eso signifique perder una parte de mí. Yo te quisiera sólo para mí, pero
cuando te tuve solo arruiné las cosas. Por mí sucedió todo esto.
—No puedo ser sólo para ti. —le dije con una
sonrisa colocando mis palmas sobre su pecho sintiendo el calor que desprendía.
Me estiré un poco para levantarme de puntillas y dejar mis labios a milímetros
de los suyos. —Será mejor que vayamos a cenar. Ve destapando la botella que
está enfriándose.
—Estamos hablando. —gruñó
—Hablaremos durante la cena o se enfriará.
—sentencié dando media vuelta.
Mientras él se dirigía al comedor que había
preparado con tanto esmero, yo fui rápidamente a la cocina para servir ambos
platos y rogando porque le gustara, sabía que era uno de sus favoritos porque
su chef me lo había dicho una vez y me había dado la receta, pero esta era la
primera vez que lo preparaba y rogaba porque no le faltara nada. Llevé los
platos al comedor donde estaba Edward sirviendo dos copas, me entregó una y se
tomó la suya de un trago.
— ¿Ya me puedes explicar qué es lo que sucede?
Porque no tengo la menor idea de que está ocurriendo. —bufó frustrado. — ¿Por
qué molestarte en cocinar y montar este numerito? Ya comprendí que estás feliz
saliendo con ese agente que se la pasa contigo. No tienes que hacer esto por
compasión.
—Me esforcé en esta cena porque sé que es uno de
tus platillos favoritos. Sé que lo que hice éstas últimas semanas estuvo mal,
pero aunque lo sé no me arrepiento porque sentiste un poco lo que yo sentí
durante meses. —Tomé aire y dejé la copa sobre la mesa y me acerqué a él. —
Rupert es sólo mi amigo y nada más.
— ¿Y todas esas muestras de afecto? ¡Él está
interesado en ti! —sonreí divertida y negué con la cabeza. — Soy hombre y me
doy cuenta de ello.
—Pues te equivocas. — pegué mi rostro en su pecho
que subía y bajaba un poco más rápido y los latidos de su corazón eran más
rápidos y fuertes. Dejé mis palmas apoyadas en su torso y lentamente levanté el
rostro para mirarlo a los ojos. — Sólo quería hacerte sentir celoso, estábamos
fingiendo.
—El día que salieron con los chicos él estuvo por
besarte y tú no hacías nada para impedirlo, desde que comenzaste a salir con él
te mostrabas más feliz y radiante…
—Ese día supe que estabas ahí, te vi desde que
entramos al departamento y por eso lo hicimos. —seguí sin dejar de mirarlo. —
Si parecía feliz era porque mi plan estaba funcionando, tú estabas celoso y me
demostraste que te importábamos. —tomé aire. — Rupert me dijo que debía de
decirte la verdad y lo iba a hacer el día que tú te machaste a Londres. La cena
era para ti, pero tú te marchaste y después llegó tu llamada. Escucharte fue lo
que me hizo ver que Rupert tenía razón cuando me dijo que ya se me había pasado
la mano, que te estaba torturando y que si no hablaba pronto estallarías y te
marcharías. La muestra mayor de tu cambio fue que estabas dispuesto a dejarme
para ser feliz aunque no fuera contigo. Eso demuestra que ya no sólo piensas en
ti. Que no seguías siendo egoísta.
— ¿Me estás diciendo que me engañaste? ¿Cómo ese
hombre se prestó algo tan…— dejó la frase inconclusa y pasé una mano por su
rostro.
—Él necesitaba mi ayuda y yo la de él. Sólo fue un
intercambio de favores. —me encogí de hombros. — Tenía que estar segura de que
habías cambiado, ya no podía arriesgarme a que me lastimaras nuevamente ya que
ahora están mis… nuestros hijos y Ann.
—Sé que fui un ser despreciable y que no te di el
lugar que te correspondía. Pero ya lo pagué y con un precio muy alto. — se
inclinó para dejar la copa sobre la mesa que estaba detrás de mí y sentí su
respiración dar en mi mejilla, cerré los ojos ante el contacto pero no me
alejé. Sus manos se posaron en mi cadera. —Sé lo que es estar sin ti y es algo
que no deseo repetir.
—Sé que algunos me calificarán de estúpida por
permitirte que entres de nuevo a mi vida. Pero, aunque lo intenté, me fue
imposible olvidarte y más ahora que hay dos pequeños que me recuerdan a ti y
una hermosa niña que nos necesita. —llevé una de mis manos a su rostro que
inclinó hasta dejar su frente sobre la mía—Esta vez te estoy confiando también
a nuestros hijos.
—Jamás haría algo que los lastimara. He aprendido a
valorar lo más importante que en este caso son ustedes. — giró su rostro hasta
dejar un beso en mi mano y después se apoyó completamente en ella y me miró
dejándome ver en sus ojos el amor que sentía. —Te amo Bella.
—Yo también te amo. — dije en un susurro sintiendo
los latidos de mi corazón que parecía querer salírseme del pecho.
—Bella…—murmuró mi nombre. —Yo también tengo algo
que confesarte. —ante esas palabras mi cuerpo se puso rígido. ¿Acaso en estos
días él podría haber estado con otra mujer pesando que lo nuestro se había
terminado? La sola idea me dio pánico. Pero si era así, yo era la única
culpable. —No te pongas así, no es como si hubiera hecho algo realmente malo.
Solo dije una pequeña mentirita.
— ¿Es qué no aprendes? —lo miré severamente
enarcando una ceja y permitiendo que mi cuerpo se relajara sólo un poco.
—Tuve que hacerlo, fue lo único que se me ocurrió
en ese momento. Necesitaba huir. —entrecerré los ojos al no comprender y él
suspiró dejando que su aliento chocara en mi rostro. —Te mentí diciendo que me
marchaba a Londres, cuando en realidad todos estos días estuve en la cabaña de
un socio en Canadá.
— ¿Canadá?
—Sí, Canadá. Necesita un tiempo para mí. Desde la
cena que tuvimos supe que te había perdido pero aún no podía hacerme
completamente a la idea, cuando Ann me dijo lo de la cena que creí que era
para… Rupert, no podía quedarme cuidando a los niños mientras tú pasabas la
noche con otro. Llegué a mi límite y antes de decir o hacer algo que nos
separara definitivamente decidí huir. Sé que…
—No sigas dando más explicaciones. Yo te orillé a
eso. Pero ahora que ya está todo aclarado y que no hay otro secreto, creo que
podemos seguir adelante…juntos. —murmuré contra sus labios sin poder evitar una
sonrisita.
Rompí el poco espacio uniendo nuestros labios finalmente.
Al instante que entraron en contacto una pequeña explosión ocurrió en mi
interior, una descarga que recorrió mi cuerpo e hizo que mis piernas
flaquearan. Me sostuve de sus hombros mientras el beso cada instante se hacía
más profundo, partes de mi cuerpo comenzaron a reaccionar y fue en ese instante
que me separé de él.
Me le quedé mirando y recordé sus palabras, él
había dicho que yo sería la que decidiría que rumbo llevaría esta
"relación". Ya habían pasado semanas en las que me había demostrado que
nosotros éramos importantes para él, había llegado el momento de hacer un
cambio que rogaba fuera el correcto. Quería una familia de verdad y ahora sabía
que la podía tener.
—Edward…—murmuré su nombre débilmente, al tiempo
que hundía mi mano en su cabello haciéndolo cerrar los ojos.
—Hmmm…— fue su respuesta frotando su nariz contra
la mía aun sin abrir los ojos. Los nervios me invadieron y comencé a jugar con
la solapa de su saco con la mano que había permanecido en su pecho —te escucho
preciosa. —abrió los ojos y sus labios estaban curvados en esa sonrisa torcida
que tanto me gustaba y que me aceleraba el pulso.
—Hay algo que quiero preguntarte. — me miró
extrañado, pero me dio un beso en la punta de la nariz.
—Pregunta. — su voz dejaba claro que estaba
desconcertado y que temía cual fuera mi pregunta pero aún así quería
escucharla.
—Espera un segundo. — me separé de él y fui al
pasillo donde había dejado mi bolso y saqué lo que necesitaba antes de regresar
al comedor y ver la mirada curiosa en su rostro.
Respiré hondo y sonreí abiertamente deseando tener
una cámara en ese instante ya que sería inolvidable.
— ¿Quieres casarte conmigo? — solté la pregunta al
tiempo que le mostraba una linda sortija que le había comprado. Su boca se
abrió desmesuradamente y sus ojos estaban como platos. Me preocupé cuando noté
que parecía no estar respirando. — ¿Edward?
— ¿Hablas en serio? —asentí y él me miró aturdido.
— Bella…
—Es una propuesta seria. —le dije. "que no me
rechace" estaba rogando internamente, las palmas de mi mano estaban
humedeciéndose y mi corazón latía desbocado. "que no me rechace".
— ¡Claro que quiero! —me estrechó en sus brazos
besando mi rostro mientras murmuraba palabras de amor, me levantó unos
centímetros del piso, solo los necesarios para dejarme a su altura y besarme
con infinita ternura.
Fue un beso lento pero lleno de amor, en el que
todos los temores habían desaparecido y por fin podía decir que me sentía en el
lugar correcto. Nos separamos con la respiración jadeante, agradecía que me
mantuviera en sus brazos ya que mis piernas no me sostendrían.
Tomé su mano y le coloqué el anillo que observó y
sonrió con diversión.
—Nunca dejarás de sorprenderme. —murmuró sonriendo.
—Tengo el tuyo…
—Creo que la cena está por enfriarse. —murmuré
dejando un pequeño beso en sus labios cortando su frase.
—Cenemos entonces. —dijo antes de soltarme y
ayudarme a sentar.
Él movió su lugar frente a mí para quedar a mi
lado. Aún me sentía flotar por la manera en la que se habían dado las cosas, yo
había pensado que cuando se enterara de la farsa se molestaría y me costaría
mucho más el convencerle de que es lo que me había llevado a hacerlo, pero él
había reaccionado bastante bien.
Tomé mis cubiertos, y en ese momento Edward dejó
escapar una exclamación que me asustó ya que era seguro que la cena tenía algo
mal.
—Está deliciosa. — dijo antes de llevarse otro
bocado. Yo lo imité y debía de admitir que estaba muy buena.
Solo estuvimos en silencio por unos minutos, bebí
menos de media copa de champán antes de hacerla a un lado e inclinarme por
agua. Aún estaba lactando, sabía que el beber no era recomendable, pero dos
sorbitos no me iban a afectar.
—Dijiste algo de que Rupert necesitaba de tu ayuda
¿Puedo saber qué clase de ayuda? — preguntó mientras cortaba un trozo de carne.
—Yo… bueno, él aún no quiere que todo el mundo lo
sepa así que salía conmigo para no levantar sospechas. — le dije dando un
sorbito a mi copa de agua mirándolo a los ojos que poco a poco se fueron
abriendo al comprender mis palabras.
—Me estás diciendo que él es… es.
—Es homosexual. — dije tranquilamente. — Sé que no
lo parece pero esa es la realidad. Mantiene una relación con un diseñador que
está adquiriendo fama. De hecho es quien diseñó este vestido. —le informé
señalando mi vestido.
—Tendré que agradecerle por ese vestido que resalta
tu magnifica figura. —me guiñó un ojo.
—Eres un mentiroso. —reí sintiendo mis mejillas
arder. — Aún no logro recuperar mi figura, pero lo haré.
—Por mi puedes quedarte así. — movió las cejas
sugestivamente arrancándome una carcajada. —Luces preciosa.
—Adulador.
— ¿Tenemos toda la noche para nosotros? — preguntó
con voz seductora y aunque me hubiera gustado decir que así era, tuve que negar
con la cabeza.
—Tengo que atender a los niños. Soy de vital
importancia para ellos.
—Contra eso no puedo discutir.
La conversación fue agradable y reímos un par de
veces por comentarios simples y divertidos de su parte. No parecía darse cuenta
de que él había sido quien se había terminado la botella, ahí me alegré de que
no fuera una botella grande. Fue el sonido del teléfono lo que nos interrumpió
y aunque me pidió que no contestara lo hice solo para escuchar la voz de Ann
que me avisaba que los bebés ya estaban despertando. Ante esas palabras miré el
reloj para notar que el tiempo había pasado volando y no me había dado cuenta
de que era hora de ir a alimentarlos.
Salimos rumbo a mi departamento donde apenas al
entrar escuchamos un llanto desconsolado. Fui hasta la habitación de los niños
y Carmen estaba tratando de tranquilizar a Eddie que lloraba a todo pulmón
mientras se removía en sus brazos. Lo tomé de inmediato y me acomodé en la
mecedora para alimentarlo logrando que se tranquilizara pero el silencio no
duró mucho ya que Tonny se hizo notar comenzando a sollozar.
Cuando ambos bebés estuvieron llenos y de vuelta en
sus cunas me coloqué entre ambas y comencé a cantarles manteniendo una mano
tocando a cada uno. Cuando salí de la habitación me encontré con Edward que
mantenía a Ann en brazos que estaba profundamente dormida, nos despedimos con
un beso en los labios y suspiré cuando se marchó. Pronto ya no viviríamos en
casas separadas, estaríamos nuevamente bajo el mismo techo como la familia que
éramos.
Al día siguiente muy temprano recibí un enorme
arreglo floral con mis flores favoritas. Unos minutos más tarde llegó Edward y
sonrió al ver su arreglo adornando la mesita que había en el pasillo. Decidimos
que hacía un lindo día como para pasárnoslo en casa, así que salimos a dar un
paseo al Central Park. Annett estaba feliz por estar fuera de casa y tener un
lugar donde correr, Edward se encargó de jugar con ella mientras que yo
permanecía vigilando a mis dos angelitos que estaban despiertos sin prestar
demasiada atención a su alrededor, eso aún no parecía importarles. Estaba
sentada en una banca debajo de un gran árbol que me daba sombra desde donde
podía ver como una cantidad considerable de personas disfrutaban de este
hermoso espacio verde en medio de la gran ciudad. Me sentí muy orgullosa cuando
muchas mujeres y un par de hombres se detuvieron para ver a mis bebés que
estaban en su cochecito, todas las personas decían que eran encantadores, y lo
más gracioso era cuando preguntaban cómo lo hacía para distinguirlos ya que
eran idénticos. Con una sonrisita petulante siempre contestaba que para una
madre era difícil confundirlos ya que aunque eran iguales físicamente su
carácter era diferente. Solo esperaba que no me equivocara en un futuro.
Al regresar a casa fuimos al departamento de Edward
ya que quería mostrarme algo. Llevamos a los bebés a su habitación donde los
recostamos en la amplia cama y los rodeamos de almohadas, yo salí con cuidado y
me dirigía a la sala cuando escuché el timbre sonar. Abrí la puerta y me
sorprendí al ver a Esme ahí de pie quien me dedicó una sonrisa que era tímida
pero real. En ese momento recordé que vestía ropa común y corriente mientras
que ella vestía su ropa cara. Moví la cabeza tratando de quitar de una vez esa
nueva manía de fijarme en la ropa de Esme.
—Buenas tardes señora Cullen. — saludé haciéndome a
un lado para que pudiera entrar a la casa. Noté que su mirada viajaba por mi
ropa y apreté la mandíbula pensando que haría algún comentario desagradable
pero solo sonrió.
—Buenas tardes Isabella, lamento el presentarme en
tu casa sin ser invitada yo…
—Es la casa de Edward…—ella negó
—Ahora es tu casa también. Edward ya me contó que
se han comprometido. — su mirada viajó a mi mano izquierda donde no había
ningún anillo, lo que pareció desconcertarla. Escuché unos pasos que conocía
muy bien y a los pocos segundos sentí su presencia detrás de mí.
—No te esperaba ahora.
—Lamento si interrumpo, creo que volveré más tarde.
— hizo el ademán de marcharse pero yo la retuve tomando ligeramente su brazo.
—Lo que Edward quiere decir es que nos sorprendió,
pero quiero que sepa que usted siempre será bien recibida en nuestro hogar.
La mirada de la mujer se ensombreció y miré a
Edward asustada pensando que había hecho algo mal, sensación que se acrecentó
cuando los ojos de la mujer se humedecieron. Edward entrelazó nuestros dedos y
le indicó a su madre que pasara y la condujo hasta la sala donde ella
permaneció de pie, mientras nosotros seguimos juntos esperando una reacción.
—No merezco que me trates de esta manera, yo fui
una autentica bruja contigo. —dijo dejándose caer en el sillón cubriéndose el
rostro con una mano tratando de ocultar las lágrimas. Solté la mano de Edward y
me senté junto a ella, con mi mano temblando tomé la suya. — No merezco tu
perdón.
—Tal vez no lo merezca ya que me hizo daño. Pero
creo que tanto Edward como mis hijos la querrán a su lado. —ella me miró
apartando las lágrimas de sus mejillas. —Puede que yo no sea la mujer que
esperaba para su hijo, pero le aseguro que lo quiero. Y que cuidaré de él.
—No hay otra mujer que yo pueda encontrar tan adecuada
para mi hijo. —miró a Edward que se mantenía en su lugar y parecía no saber qué
hacer. —Te juzgué mal porque me dejé envolver en mentiras, tú demostraste ser
la mujer indicada y yo no hacía más que tratar de humillarte. Desde que
llegaste con Edward supe que eras la indicada pero me negaba a darlo por hecho.
Tú pronto serás la nueva señora Cullen y respetaré si…
—No quiero que se aleje de mi familia, entenderá
que me tomará un poco el poder verla como la mujer cálida que Edward me dijo
que era en lugar de la bruja que yo conocí. —sabía que mis palabras eran
ofensivas pero no podía dejarlas guardadas cuando ella se las merecía.
Esme se notaba arrepentida y si estaba dispuesta a
darle una oportunidad era solo porque sabía que era lo único que le quedaba a
Edward y que mis hijos disfrutarían de ver a su abuela de vez en cuando.
—Gracias por la oportunidad Isabella. No cometeré
los mismos errores. —aseguró dándome un abrazo que me tomó por sorpresa, miré a
Edward que me sonrió y con un movimientos de sus labios pronunció un
"gracias".
Sin saber muy bien lo que hacía toqué su espalda
con mis manos. Unos segundos más tarde ella se separó y Edward se sentó junto a
mí. Fuimos interrumpidos por Ann que iba a pedir que la dejáramos comer un poco
de helado que había encontrado en el congelador. Notaba la mirada triste de
Esme al ver a la niña y como cuando le sonreía lo hacía de una manera rota. Después de la que la niña se marchara hubo un silencio prolongado, donde Edward
tomó mi cintura y miraba a su madre mientras que ella solo miraba el suelo.
— ¿Edward ya te contó la verdad? —preguntó de
pronto Esme.
—Me habló de que Annett no era su hija, pero aunque
aún tengo mis dudas creo que la pequeña es la menos culpable del error de sus
padres.
—El padre de Annett es Carlisle. —pronunciar el
nombre de su difunto esposo parecía dolerle aún. —Sé que se parece mucho a
Edward, pero es porque ambos se parecen a los padres de Carlisle.
—Ya no me importa, he aceptado estar con Edward
porque lo quiero y puedo perdonar sus errores. Y sé que de ahora en adelante ya
no me ocultará absolutamente nada, seremos completamente sinceros.
—Absolutamente. — me dijo al tiempo que me daba un
beso en la mejilla.
—Iré a ver a los niños y le pediré a Carmen que
traiga sus cosas para bañarlos aquí.
— ¿Puedo ayudar? —preguntó Esme con un brillo en
los ojos.
—Claro. —respondí sin dudar.
Antes de salir de la sala llegó Carmen para avisar
que Anthony había despertado. La envié por las cosas para el baño mientras yo
iba a la habitación de Edward para ver a los niños, escuché la voz de Esme con
la de Edward que iban detrás de mí. Me llevé una agradable sorpresa al entrar
en la habitación y encontrar a Annett hablando con Tonny, me acerqué para ver a
mi bebé que mantenía su manita en su boca y miraba a su hermanita porque eso es
lo que era Annett. Noté un brillo en los ojitos de mi pequeño al verme, una
sonrisa se formó en mi rostro ya que sabía me reconocía, le di un beso a Ann
antes de pedir que me dejara tomar al bebé en brazos.
—Hay alguien que te quiere ver. — froté mi nariz
con la de mi hijo y miré a Esme que se mantenía en la puerta. Fui hasta donde
estaba y noté como miraba al bebé en mis brazos. — Saluda a tu abuela.
—Cada día se parece más a Edward. —se lo entregué
para que lo tomara en sus brazos, y de inmediato comenzó a hablarle con
ternura, su rostro había adquirido un brillo de felicidad. —Pero tiene tus
ojos.
—Ambos los tienen.
Nos dirigimos al baño donde permití que Esme lo
bañara, era grandioso ver como parecía no importarle mojar su vestimenta. En
apariencia era una mujer que siempre la veías bien vestida con los diseños más
exclusivos, era la típica mujer de sociedad, pero en este momento parecía no
importarle y sólo se estaba comportando como cualquier abuela.
Ese día Esme estuvo con nosotros hasta después de
la cena, donde Edward me entregó el anillo que una vez había rechazado y que él
había prometido guardar para mí y así lo había hecho. El compromiso era una
realidad y me sentía flotar. Tuvimos que explicarle a Annett lo que significaba
ese anillo y ella lo comprendió rápidamente sin hacer muchas preguntas, aunque
noté una pequeña duda en su mirada.
Antes de marcharme a casa acompañé a Edward a
dormir a Ann que pareció feliz con la idea de que yo estuviera con ella. Le
cepillé el cabello y noté como sus ojitos se iluminaron. Me acomodé junto a
ella cuando Edward se disponía a leer un cuento, pero antes de que comenzara la
pequeña se giró hacia mí y me envolvió en sus brazos. Leí la curiosidad en el
rostro de Edward y con simple encogimiento de hombros le dije que yo entendía
tanto como él.
—Bella…—susurró en suave voz, aparté el cabello de
su rostro para mirarla.
—Dime cariño.
—Si te casas con Eddie, ¿seguirás siendo mi amiga?
—sonreí y besé la punta de su nariz.
—Claro que si Ann. —se sentó y me miró aun más
nerviosa.
—No quiero que seas mi amiga. —la miré con los ojos
muy abiertos. — ¿Puedes ser mi mamá?
—Por supuesto preciosa. —la apreté contra mi
cuerpo.
— ¿Crees que mi mami se enoje?
—No lo hará Ann—le aseguró Edward. — Tu mami siempre
te cuidará desde donde está, pero me alegra que quieras a Bella ya que juntos
seremos una familia.
—Yo quiero a mis nuevos abuelos y a los bebés,
aunque lloren mucho. —ambos soltamos una risita.
—Ellos también te quieren Ann, ellos siempre sabrán
que eres su hermana mayor. —le di un nuevo beso. —Hora de dormir pequeñita.
—Buenas noches, mami. —me dio un beso y se acomodó
en mis brazos para que Edward comenzara a leer.
La siguiente semana fue un tanto caótica ya que
Edward se empeñaba en que deberíamos de casarnos ya, que habíamos perdido mucho
tiempo. No sabía cómo lo consiguió, pero la licencia la obtuvo en tres días. Y
lo más sorprendente de todo fue que el lugar de la boda sería en el rancho, con
mis padres y nuestros amigos. Una ceremonia intima.
La noche antes de la ceremonia mis padres
prepararon una pequeña fiesta, ahí me sorprendí al ver cuando llegaron nuestros
amigos y lo más sorprendente fue ver a Rupert con su pareja. Me acerqué a ellos
y los abracé, primero a Dylan y finalmente a mi amigo.
—Ella me abrazó. —dijo soltándome y colocando las
manos sobre su cabeza, al girarme vi que se lo había dicho a Edward que se
acercaba con una enorme sonrisa. Yo solo pude rodar los ojos.
—Gracias por venir. — les dijo Edward estrechando
la mano de cada uno y dejando descansar su brazo alrededor de mi cintura.
— ¿Por qué no me lo dijiste? —protesté mirando a mi
futuro marido que se limitó sonreír.
—Era una sorpresa. —fue su respuesta al tiempo que
se inclinaba y rozaba mis labios, apenas fue un roce ya que hubo un
aclaramiento de garganta.
—Seguimos aquí. —nos recordó Rupert. Lo miré
pidiendo una disculpa. — Bueno Edward quiero que conozcas a Dylan. Mi pareja.
La voz de mi amigo sonó un tanto nerviosa ya que
aunque sabía que Edward ya debía de conocer sus preferencias, no estaba seguro
de su reacción. Pero como lo esperaba Edward se mostró amable y les indicó que
se sintieran como en su casa.
—Es la casa de mis padres. —le recordé fingiendo
molestia, pero él se encogió de hombros y me sonrió con superioridad.
—A partir de mañana yo seré de la familia y tu
padre me dijo que me encargara de decirles a nuestros invitados que ésta era su
casa.
Antes de que pudiera protestar unas manos tomaron
mi cintura y me alzaron del suelo lo que me hizo gritar, al estar de nuevo en
el suelo me giré y vi a Emmett que me sonreía abiertamente detrás de él estaba
Rose y junto a mis padres se encontraba Alice con Jasper que al verme se
despidieron de mi madre y fueron junto a nosotros.
Después de los abrazos, Emmett dejó descansar su
brazo en los hombros de Edward que enarcó una ceja mientras que Emmett le
seguía guiñando un ojo, lo que nos hizo reír.
—Mañana seré un hombre casado. —le recordó Edward
tratando de ocultar su diversión. —Aunque ustedes me deben una explicación.
— ¿Nosotros? —preguntó Alice con inocencia.
—Ustedes sabían que lo estaba pasando mal porque
creía que Bella estaba saliendo con éste de aquí. —Señaló a Rupert que sonrió—
Y el día que nos encontramos no dejaban de hablar maravillas de él.
—La primera vez que los vimos juntos, nos
desconcertó. —aclaró Rose. —Pero cuando nos hablaron de lo que estaban haciendo
decidimos ayudarlos y por eso los invitamos a cenar sin ti.
—Fue una cena inolvidable, ¿verdad Em? —dijo Alice
sin poder ocultar su sonrisa por lo que reímos.
—Me tomó por sorpresa. —se justificó el grandulón.
—Pero ahora no lo conseguirá.
—Yo creo que el resultado será el mismo, Emmett.
—le dije, pero él parecía no escucharme.
—Creo que no es buena idea. —le dijo Rupert.
— ¿Tienes miedo? —lo retó.
—Ponlo en su sitio Rupert. —alentó Rose haciendo
que Emmett se indignara ya que su esposa apoyaba al contrario.
Nos alejamos de ellos que se mantuvieron por algunos
segundos en su sitio y de pronto Emmett se fue contra Rupert que se
desestabilizó pero tras un par de movimientos Emmett terminó nuevamente en el
suelo provocando un silencio en todo el lugar y mis padres llegaron alarmados.
— ¿Qué sucede? —preguntó mi padre mirando a ambos
hombres y a nosotros que no podíamos parar de reír.
—Solo Emmett que intentaba probar que un jugador de
futbol americano es mejor que un agente del FBI. Los jugadores son grandes y
fuertes, pero nosotros los agentes tenemos un buen entrenamiento que nos ayuda
a conocer los puntos débiles para poder derribar a individuos que doblen o
tripliquen nuestro peso. —dije con autosuficiencia.
—Cuidado Edward, tu futura esposa puede ser muy
peligrosa. —lo advirtió Emmett sacudiéndose la ropa.
—Eso ya lo sé. —Todos nos miraron sorprendidos y yo
no pude más que ocultar mi rostro en su pecho. — Nuestra relación fue una
batalla al inicio y ella me demostró que la apariencia es engañosa.
La noche transcurrió de manera tranquila y muy
divertida, al final de esta velada mis padres conocían a mis amigos que les
hablaron de todas las cosas que habían sucedido en nuestra misión en Forks.
La boda fue una celebración íntima en la iglesia
del pueblo. Ahí estaban nuestros amigos, mi familia y Esme que desde que había
llegado esa mañana, estaba maravillada con el lugar y se comportaba de una manera
agradable con mis padres.
Llevé un sencillo vestido de color perla a pesar de
que Edward había insistido en que comprara otro.
Cuando finalmente pronunciamos aquellas palabras
que nos convertían en uno fue el momento más emotivo, después de tantas cosas
por las que habíamos tenido que pasar finalmente estábamos juntos y en la
espera de todo lo que se nos presentara. Me perdí en sus labios y solo nos
separamos al escuchar un pequeño gemido que ya era conocido por nosotros, miré
a los invitados hasta encontrar a Alice que tenía en sus brazos a Eddie y
estaba removiéndose impaciente. Mi madre que mantenía a Tonny en sus brazos me
miraba con una enorme sonrisa pero con lágrimas bañando sus mejillas.
Después de la ceremonia hubo una recepción donde
todos estaban disfrutando del momento. Había bailado con los chicos, Emmett
había sido el que con sus ocurrencias me mantuvo riendo, pero uno de los bailes
que más disfruté fue junto con mi padre que me recordó que aunque fuera ya una
mujer casada ellos siempre estarían ahí para mí y mis tres hijos, incluyendo a
Annett quien me veía como su mamá y yo la quería como hija, cuidaría de ella
como cuidaría de los gemelos.
Al término de la recepción atendimos a los niños y
nos marchamos a la habitación que mi madre había dispuesto para nosotros, algo
por lo que no pude evitar reírme ya que era la habitación que estaba en la
parte inferior de la casa donde tendríamos privacidad. Al entrar sentí
nerviosismo como si fuera una mujer virgen. En lugar de marcharme al baño para
cambiarme con el camisón que había elegido para esta noche decidí hacer algo
diferente.
Me aclaré la garganta haciendo que Edward me diera
toda su atención, mientras que yo comenzaba lentamente a desnudarme, movía mi
cuerpo al ritmo de una melodía lenta que estaba en mi cabeza, con un poco de
trabajo logré deslizar la cremallera del vestido y seguí por los finos tirantes
hasta que mi pecho quedó al descubierto mostrando que no llevaba sujetador, con
unos cuantos movimientos más de cadera el vestido cayó al suelo y dejándome
solo con la pequeña braguita de encaje y las zapatillas altas. Sonreí de lado y
me acerqué a él que me estaba devorando con la mirada. Aproveché que estaba al
borde de la cama para empujarlo suavemente y hacerlo caer sobre ella dando un
par de botes. Sin darle tiempo a reaccionar me acomodé sobre él desabrochando
lentamente los botones de su camisa, siguiendo por su cinturón y por su
pantalón.
—No puedes tocar. —le dije cuando sus dedos finos y
fríos tocaron la piel caliente debajo de mis senos que estaban muy receptivos.
—Me vas a matar. —gruñó ayudándome a quitarle la
camisa y los pantalones. Dejándolo solo en bóxer, los cuales no ocultaban en lo
absoluto su miembro erecto.
Me incliné hacia él dejando que nuestros pechos
entraran en contacto desatando una descarga. Sus manos tocaron mis costados
pero yo las separé y las dejé justo al lado de su cabeza. Comencé a dejar un
camino de besos desde sus labios, continuando con su mandíbula, garganta, pecho
y seguí bajando muy lentamente notando como su respiración se hacía más
entrecortada y gemía suavemente.
Sus manos tomaron mis brazos obligándome a
incorporarme y me lanzó contra el colchón para colocarse sobre mí. Su boca
reclamó la mía de una manera agresiva pero apasionada. Movía mi cadera para poder
sentir la dureza de su miembro. Nos separamos en busca de aire pero se escuchó
más como un gemido.
—Esta vez debe de ser especial. —me susurró al
oído.
Sus labios recorrieron la línea de mi mandíbula
hasta llegar a mi barbilla y de ahí a mis labios, los cubrió con los suyos y
comenzó una danza lenta y sensual. Cuando posé mis manos sobre su duro pecho en
las apartó repitiendo mis palabras de que estaba prohibido tocar. Con suavidad
guió mis brazos sobre mi cabeza y ahí entrelazó nuestras manos separando
nuestros labios para murmurar un te amo al tiempo que su cuerpo estaba en
contacto con el mío, con suaves movimientos provocando que una serie de
descargas me recorrieran de pies a cabeza.
Apreté más sus manos al tiempo que dejaba escapar
un suspiro al sentir la humedad de su boca recorrer mi cuello e ir descendiendo
hasta llegar a la curva de mis senos una que tocó con la punta de su lengua
haciendo que mi cuerpo reaccionara involuntariamente arqueándose hacia él en
busca de aumentar el contacto con mi piel.
Un gemido abandonó mis labios cuando su lengua
caliente pasó sobre uno de mis pezones que sentí comenzar a endurecerse ante
ese fino tacto. Sus atenciones iban de un seno al otro hasta que ambas puntas
estuvieron completamente duras y sensibles. Con sus dientes tiró suavemente de
uno de ellos provocando la descarga más intensa que me hizo soltar un gritito
de profundo placer.
— ¿Te lastimé? —preguntó apartando su boca de mi
piel y mirándome a los ojos con el temor bailando en su mirada.
—No, no lo hiciste. Fue grandioso. —dije echando la
cabeza hacia atrás y volviendo a arquearme en una petición clara de que quería
que continuara donde se había quedado.
Intentaba reprimir los jadeos tras cada una de las
caricias que estaba recibiendo pero cada segundo era más difícil. Finalmente se
apartó y dejó un beso en el valle de mis senos para comenzar a descender con la
punta de su lengua dibujando líneas curvas, lo estaba haciendo muy lentamente
haciendo que mi piel se erizara. Sus manos soltaron las mías y sus dedos
acariciaban la parte interna de mis brazos hasta llegar a mi pecho donde
cubrieron mis senos sin apretarlos sólo los acariciaba.
—Edward…—gemí su nombre.
Escuché una suave risita como respuesta seguida de
sus dientes rozar mi piel y a continuación tomar un extremo de mis braguitas,
al instante levanté mi cadera para hacerle la tarea más sencilla. Al tiempo que
su boca descendía lo hacían sus manos con extrema suavidad, también podía
sentir como su incipiente barba acariciaba la piel de mis piernas provocando un
escalofrío al llegar a mis pies quitó con cuidado cada zapatilla.
Mi respiración estaba acelerada y al no sentir ya
el contacto del cuerpo de Edward levanté la cabeza solo para verlo observándome
lo que provocó un calor abrazador dentro de todo mi cuerpo. Su sonrisa torcida
adornó su rostro y se levantó mostrando la perfección de su cuerpo, el cual aún
recordaba pero que había cambiado levemente, había músculos más marcados
haciéndolo más perfecto.
— ¿Te gusta lo que ves? —preguntó con la voz grave
y con una sonrisa seductora.
— ¿Y a ti? —pregunté al tiempo que me estiraba
lánguidamente sobre la cama y flexionaba una de mis piernas. En este momento
estaba completamente excitada y deseando sentirlo de la manera más íntima.
—Como no tienes una idea. —su voz fue más un
gruñido. Se quitó el bóxer para quedar completamente desnudo.
Contrario a lo que esperaba, se inclinó y comenzó a
besar el interior de mi pierna extendida y antes de poder protestar sentí el
calor de su boca en la parte más íntima de mi cuerpo, que en este momento
estaba caliente, palpitando y muy húmeda. Los movimientos de sus labios y su
lengua me estaban enloqueciendo, apreté con mis manos la colcha bajo mi cuerpo
y mordía el labio inferior con fuerza para reprimir el gemido de profundo
placer que estaba experimentando. Sus manos acariciaban la piel de mis costados
hasta llegar a mis senos los que acarició con delicadeza.
—Edward…—chillé desesperada y sintiendo un calor
abrazador.
—Tranquila preciosa. — pidió acariciando con la
punta de su lengua el botón que me hizo gritar olvidándome de todo. Estaba
experimentando el placer más maravilloso después de tanto tiempo. Me llevé una
mis manos a la cara mientras recuperaba la respiración, al abrir los ojos vi a
Edward que estaba a mi altura con una enorme sonrisa.
Con una de sus piernas separó las mías y se acomodó
colocando su miembro en la zona exacta donde deseaba sentirlo. Nuestras miradas
se mantuvieron fijas en el otro, hasta que lo sentí fue que cerré los ojos y me
dejé envolver por la sensación de él abriéndose paso y encajar como un guante
igual a las veces anteriores. Abrí los ojos para encontrarme con la de mi
esposo. Apreté los músculos internos atrapándolo y él no pudo evitar cerrar los
ojos y gemir ante la acción.
Comenzó a moverse a un compás lento pero fue
aumentando la velocidad de sus envestidas hasta llegar a un movimiento
frenético que me dejó la mente en blanco y sólo estaba disfrutando de sentir
cada roce y caricia que su cuerpo me brindaba. Lo abracé con fuerza atrayéndolo
más a mí, él dejó sus labios cerca de mi oreja donde podía escuchar sus gemidos
que se iban prolongando. Movía mi cadera a su ritmo, mi mente estaba en blanco,
pero no podía parar de gemir. Mi respiración era errática al igual que los
latidos de mi corazón. Me arqueé hasta pegar mi pecho al suyo y encajé mis
dedos en su espalda cuando exploté en mi interior y no pude hacer otra cosa que
gritar su nombre y sentir como él seguía moviéndose un par de segundos antes de
gruñir y desplomarse sobre mí.
Ambos estábamos exhaustos, había sido la
experiencia más maravillosa. Las palabras no hicieron falta en ese instante.
Así ya era perfecto. Se acomodó a un lado de mí y me abrazó.
—Te amo Edward. —le dije cuando me acurrucaba en
sus brazos.
—También te amo. — susurró besando mi cabello.
Esa noche solo dormimos un par de horas, habíamos
hecho el amor otras dos veces más y además atendimos a los niños.
Estuvimos en el rancho solo un par de días en los
que Ann había disfrutado cada segundo con mi padre, y su poni, y mis padres lo
hicieron cuidando de sus nietos.
Tuvimos que regresar a la ciudad pero prometimos
que volveríamos muy pronto.
Decidimos que por comodidad de los niños viviríamos
en mi departamento en lo que conseguíamos una casa para comenzar nuestra nueva
vida juntos.
Esa noche después de asegurarme de que los tres
estuvieran en el mundo de los sueños fui a buscar a Edward y lo encontré
mirando por el ventanal del estudio, desde donde se podía ver la copa de los
arboles de Central Park que se mecían suavemente por la brisa.
Envolví su cintura con mis brazos y agradecí el
llevar las zapatillas, o de lo contrario me hubiera sido imposible apoyar mi
barbilla en su hombro. De inmediato sus manos cubrieron las mías.
—Gracias por…— me estiré un poco hasta conseguir besar
su cuello interrumpiendo su frase.
—Este es un nuevo comienzo. —se giró para quedar
frente a mí.
—Eres mucho mejor de lo que esperaba. No pediré que
des más ya que no es justo, ambos daremos lo mismo. —acunó mi rostro y acercó
el suyo hasta quedar a solo milímetros. —No te voy a defraudar nunca más. No te
prometo que no tendremos problemas porque eso es imposible, pero lo que si te
prometo es que jamás esperes que te lastime de nuevo, eres lo que más me
importa y sin ti no podría continuar. Gracias por aceptar que Ann forme parte
de nuestras vidas.
—Como ya te lo había dicho antes, Ann es la menos
culpable de todo y se merece tener una familia que se preocupe por ella y que
le dé el amor que necesita. Puede que no sea tu hija pero aunque lo fuera ya no
me importa. La quiero como si fuera mía.
—Eres una mujer con un corazón enorme y te amo.
Este es un nuevo comienzo.
—Un nuevo comienzo. —repetí rompiendo la distancia
que nos separaba y besando sus labios. Un beso que dejaba claro los
sentimientos que había entre nosotros y que desde luego no solo se trataba de
simple deseo, era algo mucho más fuerte lo que permitió que volviéramos a estar
juntos.
Me levantó para que envolviera mis piernas en su
cintura y me dejé guiar sin dejar de besarlo, llegamos a la habitación donde
sabía lo que sucedería, pero esta vez era completamente diferente, esta vez
estaba segura de que no era una más en su lista, era la única que le importaba
y sabía que me amaba.
Después de toda una historia de enredos y asuntos
que había jurado no perdonar me había doblegado y sólo para buscar la felicidad
en el único lugar que estaba segura la iba a encontrar. Ya no me importaba el
pasado ahora solo quería vivir el presente. Tenía una familia, la cual me
encargaría de que fuera feliz.
…
Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de
corregir mis horrores de ortografía y de redacción.
Lo siento no pude llegar ni a la mitad, mm este finc no tiene el final esperado de verdad lo siento, he leído cientos de libros e historia y nunca he abandonado una cuando estoy tan lejos pero no me gusta obligarme a leer algo así, leeré otro de tus fincs no te preocupes, espero no te ofendas a mi me gusta que me corrijan cuando cometo un error, espero no te enojes
ResponderBorrarokey vi que en el comentario anterior no especifique tu error así que te lo resumo, en estos últimos creo que 3 capítulos te has estado dejando llevar por las emociones de tu vida, eso es aceptable en caso de que estés comenzando una historia pero cuando ya vas en la secuela dejas a un lado lo que te paso en el día y te dejas llevar por las emociones del personaje, lo que quiero decir es que Edward estaba todo triste, furioso y celoso y dos párrafos después estaba todo feliz perdonando a Bella, no lo leí completo pero estoy casi segura de que luego de una noche de pasión o incluso antes de eso le pidió matrimonio, eso muestra que tu estabas triste por algún problema amoroso o familiar cuando se soluciono ya no tenias inspiración suficiente por lo cual arreglaste todo dramáticamente. Hubiera preferido que Edward se suicidara o se quedara con Tayana en Canadá, eso de que todo era un plan me lo esperaba hace 2 capítulos después fue demasiado tarde como para poner eso, ya que había un daño muy profundo y si que se paso, por lo cual tenia que pasar algo para compensarlo si querias que todo pasara así
ResponderBorrarAgradezco tu comentario Clau, pero lamento tener que corregir tal afirmación acerca del final sobre como se llevaron las cosas, no tenia nada que ver mi estado de animo como tu sugieres con la manera en que desencadenaron los acontecimientos ya que desde un inicio esta parte estaba escrita como en la mayoría de mis historias.
BorrarLamento que no fuera de tu agrado, pero agradezco tu comentario.
Saludos!
Gracias y tal vez si fui un poco dura, lo lamento, ya leí diario de una acecina y para ser tu primero estuvo bien, ahora estoy comenzando a leer falsa identidad así que nos leeremos por haya, espero perdones mi sinceridad y mi lengua floja, te aseguro hay muchas lectoras por hay que les guste, admito tener gustos raros y apego a las sorpresas, problemas e infelicidad, estaba en mis 5 minutos y tu fuiste con quien me tope, me gustaría decir que lo que dije no es cierto o que me siento arrepentida pero te estaría mintiendo, espero no te lo tomes a mal a mi me gustaría que alguien se fijara y preocupara de mis errores, ya se que para eso tienes a tus betas pero no esta demás la opinión de una desconocida, aunque ya no tan desconocida clau
BorrarTodo comentario es para mi importante ya que me ayuda a crecer y me hace darme cuenta de los errores que puedo estar cometiendo.
BorrarDe nuevo gracias por tu comentario.
Saludos!
Si eso me dijo una vez mi mama, no tienes nada que agradecer y felicitaciones por
Borrar"falsa identidad" es una pena que ya no vayas a escribir
Gracias por tu tiempo y tambien saludos clau :3
Continuare escribiendo, solo que ya serán con personajes independientes, "Falsa identidad" es mi despedida de historias con personajes de SM ;)
Borrarq penka q gente no aprecie tu esfuerzo por escribir...lo digo por los comentarios de arriba q son como wtf.... me encantan esos personajes de SM lastima q falsa identidad seha la ultima de ellas :( belen
ResponderBorrarHola Belen, cuando uno escribe es a lo que se expone por decirlo de una manera, no siempre las criticas son buenas y hay que aceptarlas como tal, y saber cuando realmente deben ser tomadas en cuenta y cuando dejarlas pasar. Es imposible darle gusto a todo el mundo, pero al momento de escribir he aprendido que debe gustarme a mi.
BorrarLos personajes de SM siempre tendrán un lugar especial, pero es momento de experimentar.
Buen fin de semana!
a mi me encanto ver como Edward se empeño en cambiar, luchar y valorar más a la mujer que pudo haber perdido y me encanto ver como Bella le daba una lección, cada quien tiene su punto de vista no esta demás decir que el final me gusto mucho creo que hasta tiene una moraleja: enseñar apreciar, perdonar, esforzarse por las personas que queremos y arriesgarnos. TITI sigue escribiendo que lo haces muy bien
ResponderBorrar