Mi nueva vida con un playboy: Capítulo 24



Aceptando la realidad.


BVOP

Ver el desconcierto en el rostro de Edward me dejó claro que estaba absolutamente sorprendido. Su manera de cerrar los ojos podía entender que creía que era un sueño o que estaba alucinando. Me acerqué a él que no apartaba su mirada de mí y notaba como sus ojos recorrían mi cuerpo detenidamente. Me había sentido insegura de usar este atuendo dado que era muy pequeño, ajustado y aún mi cuerpo no recuperaba sus proporciones.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías que llegaría hoy? —preguntó enarcando una ceja haciendo que me detuviera y notara que no parecía nada feliz, al contrario, parecía que el "adiós" si era una realidad.

—Era una sorpresa que creo funcionó y Annett me dijo que hoy llegarías. —entrelacé mis manos y bajé mi mirada porque la suya me parecía bastante dura y no pude evitar morder mi labio inferior. Esto sería más difícil de lo que creía. Tomé una bocanada de aire y lo miré directamente a los ojos. — ¿Quieres algo de beber? —le pregunté tratando de que dejara de mirarme de la manera que lo estaba haciendo.

—Creo que lo necesito. — pasó su mano por su rostro y fue directamente al pequeño bar que tenía en su estudio donde se sirvió un vaso con whisky que tomó de un trago mientras que murmuraba algo que no comprendí.

Tomé otra gran bocanada de aire, con paso lento pero seguro me acerqué a él. De nuevo su mirada estaba puesta en la mía, pero a diferencia de la anterior que era dura, esta me dejaba ver la confusión.

— ¿Quieres cenar? — pregunté lo primero que llegó a mi cabeza y de inmediato supe que había sido una estupidez. Él enarcó una ceja.

— ¿A qué estás jugando? —preguntó en un gruñido que me hizo estremecer. — ¿Hoy no sales con Rupert?

— Estás celoso —afirmé con una pequeña sonrisa al ver como ahora no lo ocultaba, su rostro estaba contraído y sus ojos se habían encendido, dejó el vaso de golpe en la mesita lo que me hizo saltar y supe que mi sonrisa sólo consiguió aumentar la tensión.

— ¿Es una pregunta? —yo negué y a lo que él gruñó. —Tienes razón estoy completamente celoso de que ese hombre se la pase a tu lado, también que esté junto a nuestros hijos, porque no debes olvidar que son de ambos y, si eso no fuera suficiente, también quiere adueñarse de mis amigos. No tienes una idea de las ganas que tengo de darle un buen puñetazo para que quite esa estúpida sonrisa burlona con las que me deja saber que él te tiene y yo no. — estaba rígido y apretaba la mandíbula con mucha fuerza. — ¡Demonios! Te amo Isabella Swan y me estás matando de celos. ¿Quieres explicarme que significa todo esto? No juegues más conmigo — soltó llegando delante de mí en solo un par de zancadas. — Cumpliré mi palabra de alejarme de ti para dejarte seguir, aunque eso signifique perder una parte de mí. Yo te quisiera sólo para mí, pero cuando te tuve solo arruiné las cosas. Por mí sucedió todo esto.

—No puedo ser sólo para ti. —le dije con una sonrisa colocando mis palmas sobre su pecho sintiendo el calor que desprendía. Me estiré un poco para levantarme de puntillas y dejar mis labios a milímetros de los suyos. —Será mejor que vayamos a cenar. Ve destapando la botella que está enfriándose.

—Estamos hablando. —gruñó

—Hablaremos durante la cena o se enfriará. —sentencié dando media vuelta.

Mientras él se dirigía al comedor que había preparado con tanto esmero, yo fui rápidamente a la cocina para servir ambos platos y rogando porque le gustara, sabía que era uno de sus favoritos porque su chef me lo había dicho una vez y me había dado la receta, pero esta era la primera vez que lo preparaba y rogaba porque no le faltara nada. Llevé los platos al comedor donde estaba Edward sirviendo dos copas, me entregó una y se tomó la suya de un trago.

— ¿Ya me puedes explicar qué es lo que sucede? Porque no tengo la menor idea de que está ocurriendo. —bufó frustrado. — ¿Por qué molestarte en cocinar y montar este numerito? Ya comprendí que estás feliz saliendo con ese agente que se la pasa contigo. No tienes que hacer esto por compasión.

—Me esforcé en esta cena porque sé que es uno de tus platillos favoritos. Sé que lo que hice éstas últimas semanas estuvo mal, pero aunque lo sé no me arrepiento porque sentiste un poco lo que yo sentí durante meses. —Tomé aire y dejé la copa sobre la mesa y me acerqué a él. — Rupert es sólo mi amigo y nada más.

— ¿Y todas esas muestras de afecto? ¡Él está interesado en ti! —sonreí divertida y negué con la cabeza. — Soy hombre y me doy cuenta de ello.

—Pues te equivocas. — pegué mi rostro en su pecho que subía y bajaba un poco más rápido y los latidos de su corazón eran más rápidos y fuertes. Dejé mis palmas apoyadas en su torso y lentamente levanté el rostro para mirarlo a los ojos. — Sólo quería hacerte sentir celoso, estábamos fingiendo.

—El día que salieron con los chicos él estuvo por besarte y tú no hacías nada para impedirlo, desde que comenzaste a salir con él te mostrabas más feliz y radiante…

—Ese día supe que estabas ahí, te vi desde que entramos al departamento y por eso lo hicimos. —seguí sin dejar de mirarlo. — Si parecía feliz era porque mi plan estaba funcionando, tú estabas celoso y me demostraste que te importábamos. —tomé aire. — Rupert me dijo que debía de decirte la verdad y lo iba a hacer el día que tú te machaste a Londres. La cena era para ti, pero tú te marchaste y después llegó tu llamada. Escucharte fue lo que me hizo ver que Rupert tenía razón cuando me dijo que ya se me había pasado la mano, que te estaba torturando y que si no hablaba pronto estallarías y te marcharías. La muestra mayor de tu cambio fue que estabas dispuesto a dejarme para ser feliz aunque no fuera contigo. Eso demuestra que ya no sólo piensas en ti. Que no seguías siendo egoísta.

— ¿Me estás diciendo que me engañaste? ¿Cómo ese hombre se prestó algo tan…— dejó la frase inconclusa y pasé una mano por su rostro.

—Él necesitaba mi ayuda y yo la de él. Sólo fue un intercambio de favores. —me encogí de hombros. — Tenía que estar segura de que habías cambiado, ya no podía arriesgarme a que me lastimaras nuevamente ya que ahora están mis… nuestros hijos y Ann.

—Sé que fui un ser despreciable y que no te di el lugar que te correspondía. Pero ya lo pagué y con un precio muy alto. — se inclinó para dejar la copa sobre la mesa que estaba detrás de mí y sentí su respiración dar en mi mejilla, cerré los ojos ante el contacto pero no me alejé. Sus manos se posaron en mi cadera. —Sé lo que es estar sin ti y es algo que no deseo repetir.

—Sé que algunos me calificarán de estúpida por permitirte que entres de nuevo a mi vida. Pero, aunque lo intenté, me fue imposible olvidarte y más ahora que hay dos pequeños que me recuerdan a ti y una hermosa niña que nos necesita. —llevé una de mis manos a su rostro que inclinó hasta dejar su frente sobre la mía—Esta vez te estoy confiando también a nuestros hijos.

—Jamás haría algo que los lastimara. He aprendido a valorar lo más importante que en este caso son ustedes. — giró su rostro hasta dejar un beso en mi mano y después se apoyó completamente en ella y me miró dejándome ver en sus ojos el amor que sentía. —Te amo Bella.

—Yo también te amo. — dije en un susurro sintiendo los latidos de mi corazón que parecía querer salírseme del pecho.

—Bella…—murmuró mi nombre. —Yo también tengo algo que confesarte. —ante esas palabras mi cuerpo se puso rígido. ¿Acaso en estos días él podría haber estado con otra mujer pesando que lo nuestro se había terminado? La sola idea me dio pánico. Pero si era así, yo era la única culpable. —No te pongas así, no es como si hubiera hecho algo realmente malo. Solo dije una pequeña mentirita.

— ¿Es qué no aprendes? —lo miré severamente enarcando una ceja y permitiendo que mi cuerpo se relajara sólo un poco.

—Tuve que hacerlo, fue lo único que se me ocurrió en ese momento. Necesitaba huir. —entrecerré los ojos al no comprender y él suspiró dejando que su aliento chocara en mi rostro. —Te mentí diciendo que me marchaba a Londres, cuando en realidad todos estos días estuve en la cabaña de un socio en Canadá.

— ¿Canadá?

—Sí, Canadá. Necesita un tiempo para mí. Desde la cena que tuvimos supe que te había perdido pero aún no podía hacerme completamente a la idea, cuando Ann me dijo lo de la cena que creí que era para… Rupert, no podía quedarme cuidando a los niños mientras tú pasabas la noche con otro. Llegué a mi límite y antes de decir o hacer algo que nos separara definitivamente decidí huir. Sé que…

—No sigas dando más explicaciones. Yo te orillé a eso. Pero ahora que ya está todo aclarado y que no hay otro secreto, creo que podemos seguir adelante…juntos. —murmuré contra sus labios sin poder evitar una sonrisita.

Rompí el poco espacio uniendo nuestros labios finalmente. Al instante que entraron en contacto una pequeña explosión ocurrió en mi interior, una descarga que recorrió mi cuerpo e hizo que mis piernas flaquearan. Me sostuve de sus hombros mientras el beso cada instante se hacía más profundo, partes de mi cuerpo comenzaron a reaccionar y fue en ese instante que me separé de él.

Me le quedé mirando y recordé sus palabras, él había dicho que yo sería la que decidiría que rumbo llevaría esta "relación". Ya habían pasado semanas en las que me había demostrado que nosotros éramos importantes para él, había llegado el momento de hacer un cambio que rogaba fuera el correcto. Quería una familia de verdad y ahora sabía que la podía tener.

—Edward…—murmuré su nombre débilmente, al tiempo que hundía mi mano en su cabello haciéndolo cerrar los ojos.

—Hmmm…— fue su respuesta frotando su nariz contra la mía aun sin abrir los ojos. Los nervios me invadieron y comencé a jugar con la solapa de su saco con la mano que había permanecido en su pecho —te escucho preciosa. —abrió los ojos y sus labios estaban curvados en esa sonrisa torcida que tanto me gustaba y que me aceleraba el pulso.

—Hay algo que quiero preguntarte. — me miró extrañado, pero me dio un beso en la punta de la nariz.

—Pregunta. — su voz dejaba claro que estaba desconcertado y que temía cual fuera mi pregunta pero aún así quería escucharla.

—Espera un segundo. — me separé de él y fui al pasillo donde había dejado mi bolso y saqué lo que necesitaba antes de regresar al comedor y ver la mirada curiosa en su rostro.
Respiré hondo y sonreí abiertamente deseando tener una cámara en ese instante ya que sería inolvidable.

— ¿Quieres casarte conmigo? — solté la pregunta al tiempo que le mostraba una linda sortija que le había comprado. Su boca se abrió desmesuradamente y sus ojos estaban como platos. Me preocupé cuando noté que parecía no estar respirando. — ¿Edward?

— ¿Hablas en serio? —asentí y él me miró aturdido. — Bella…

—Es una propuesta seria. —le dije. "que no me rechace" estaba rogando internamente, las palmas de mi mano estaban humedeciéndose y mi corazón latía desbocado. "que no me rechace".

— ¡Claro que quiero! —me estrechó en sus brazos besando mi rostro mientras murmuraba palabras de amor, me levantó unos centímetros del piso, solo los necesarios para dejarme a su altura y besarme con infinita ternura.

Fue un beso lento pero lleno de amor, en el que todos los temores habían desaparecido y por fin podía decir que me sentía en el lugar correcto. Nos separamos con la respiración jadeante, agradecía que me mantuviera en sus brazos ya que mis piernas no me sostendrían.

Tomé su mano y le coloqué el anillo que observó y sonrió con diversión.

—Nunca dejarás de sorprenderme. —murmuró sonriendo. —Tengo el tuyo…

—Creo que la cena está por enfriarse. —murmuré dejando un pequeño beso en sus labios cortando su frase.

—Cenemos entonces. —dijo antes de soltarme y ayudarme a sentar.

Él movió su lugar frente a mí para quedar a mi lado. Aún me sentía flotar por la manera en la que se habían dado las cosas, yo había pensado que cuando se enterara de la farsa se molestaría y me costaría mucho más el convencerle de que es lo que me había llevado a hacerlo, pero él había reaccionado bastante bien.

Tomé mis cubiertos, y en ese momento Edward dejó escapar una exclamación que me asustó ya que era seguro que la cena tenía algo mal.

—Está deliciosa. — dijo antes de llevarse otro bocado. Yo lo imité y debía de admitir que estaba muy buena.

Solo estuvimos en silencio por unos minutos, bebí menos de media copa de champán antes de hacerla a un lado e inclinarme por agua. Aún estaba lactando, sabía que el beber no era recomendable, pero dos sorbitos no me iban a afectar.

—Dijiste algo de que Rupert necesitaba de tu ayuda ¿Puedo saber qué clase de ayuda? — preguntó mientras cortaba un trozo de carne.

—Yo… bueno, él aún no quiere que todo el mundo lo sepa así que salía conmigo para no levantar sospechas. — le dije dando un sorbito a mi copa de agua mirándolo a los ojos que poco a poco se fueron abriendo al comprender mis palabras.

—Me estás diciendo que él es… es.

—Es homosexual. — dije tranquilamente. — Sé que no lo parece pero esa es la realidad. Mantiene una relación con un diseñador que está adquiriendo fama. De hecho es quien diseñó este vestido. —le informé señalando mi vestido.

—Tendré que agradecerle por ese vestido que resalta tu magnifica figura. —me guiñó un ojo.

—Eres un mentiroso. —reí sintiendo mis mejillas arder. — Aún no logro recuperar mi figura, pero lo haré.

—Por mi puedes quedarte así. — movió las cejas sugestivamente arrancándome una carcajada. —Luces preciosa.

—Adulador.

— ¿Tenemos toda la noche para nosotros? — preguntó con voz seductora y aunque me hubiera gustado decir que así era, tuve que negar con la cabeza.

—Tengo que atender a los niños. Soy de vital importancia para ellos.

—Contra eso no puedo discutir.

La conversación fue agradable y reímos un par de veces por comentarios simples y divertidos de su parte. No parecía darse cuenta de que él había sido quien se había terminado la botella, ahí me alegré de que no fuera una botella grande. Fue el sonido del teléfono lo que nos interrumpió y aunque me pidió que no contestara lo hice solo para escuchar la voz de Ann que me avisaba que los bebés ya estaban despertando. Ante esas palabras miré el reloj para notar que el tiempo había pasado volando y no me había dado cuenta de que era hora de ir a alimentarlos.

Salimos rumbo a mi departamento donde apenas al entrar escuchamos un llanto desconsolado. Fui hasta la habitación de los niños y Carmen estaba tratando de tranquilizar a Eddie que lloraba a todo pulmón mientras se removía en sus brazos. Lo tomé de inmediato y me acomodé en la mecedora para alimentarlo logrando que se tranquilizara pero el silencio no duró mucho ya que Tonny se hizo notar comenzando a sollozar.

Cuando ambos bebés estuvieron llenos y de vuelta en sus cunas me coloqué entre ambas y comencé a cantarles manteniendo una mano tocando a cada uno. Cuando salí de la habitación me encontré con Edward que mantenía a Ann en brazos que estaba profundamente dormida, nos despedimos con un beso en los labios y suspiré cuando se marchó. Pronto ya no viviríamos en casas separadas, estaríamos nuevamente bajo el mismo techo como la familia que éramos.

Al día siguiente muy temprano recibí un enorme arreglo floral con mis flores favoritas. Unos minutos más tarde llegó Edward y sonrió al ver su arreglo adornando la mesita que había en el pasillo. Decidimos que hacía un lindo día como para pasárnoslo en casa, así que salimos a dar un paseo al Central Park. Annett estaba feliz por estar fuera de casa y tener un lugar donde correr, Edward se encargó de jugar con ella mientras que yo permanecía vigilando a mis dos angelitos que estaban despiertos sin prestar demasiada atención a su alrededor, eso aún no parecía importarles. Estaba sentada en una banca debajo de un gran árbol que me daba sombra desde donde podía ver como una cantidad considerable de personas disfrutaban de este hermoso espacio verde en medio de la gran ciudad. Me sentí muy orgullosa cuando muchas mujeres y un par de hombres se detuvieron para ver a mis bebés que estaban en su cochecito, todas las personas decían que eran encantadores, y lo más gracioso era cuando preguntaban cómo lo hacía para distinguirlos ya que eran idénticos. Con una sonrisita petulante siempre contestaba que para una madre era difícil confundirlos ya que aunque eran iguales físicamente su carácter era diferente. Solo esperaba que no me equivocara en un futuro.

Al regresar a casa fuimos al departamento de Edward ya que quería mostrarme algo. Llevamos a los bebés a su habitación donde los recostamos en la amplia cama y los rodeamos de almohadas, yo salí con cuidado y me dirigía a la sala cuando escuché el timbre sonar. Abrí la puerta y me sorprendí al ver a Esme ahí de pie quien me dedicó una sonrisa que era tímida pero real. En ese momento recordé que vestía ropa común y corriente mientras que ella vestía su ropa cara. Moví la cabeza tratando de quitar de una vez esa nueva manía de fijarme en la ropa de Esme.

—Buenas tardes señora Cullen. — saludé haciéndome a un lado para que pudiera entrar a la casa. Noté que su mirada viajaba por mi ropa y apreté la mandíbula pensando que haría algún comentario desagradable pero solo sonrió.

—Buenas tardes Isabella, lamento el presentarme en tu casa sin ser invitada yo…

—Es la casa de Edward…—ella negó

—Ahora es tu casa también. Edward ya me contó que se han comprometido. — su mirada viajó a mi mano izquierda donde no había ningún anillo, lo que pareció desconcertarla. Escuché unos pasos que conocía muy bien y a los pocos segundos sentí su presencia detrás de mí.

—No te esperaba ahora.

—Lamento si interrumpo, creo que volveré más tarde. — hizo el ademán de marcharse pero yo la retuve tomando ligeramente su brazo.

—Lo que Edward quiere decir es que nos sorprendió, pero quiero que sepa que usted siempre será bien recibida en nuestro hogar.

La mirada de la mujer se ensombreció y miré a Edward asustada pensando que había hecho algo mal, sensación que se acrecentó cuando los ojos de la mujer se humedecieron. Edward entrelazó nuestros dedos y le indicó a su madre que pasara y la condujo hasta la sala donde ella permaneció de pie, mientras nosotros seguimos juntos esperando una reacción.

—No merezco que me trates de esta manera, yo fui una autentica bruja contigo. —dijo dejándose caer en el sillón cubriéndose el rostro con una mano tratando de ocultar las lágrimas. Solté la mano de Edward y me senté junto a ella, con mi mano temblando tomé la suya. — No merezco tu perdón.

—Tal vez no lo merezca ya que me hizo daño. Pero creo que tanto Edward como mis hijos la querrán a su lado. —ella me miró apartando las lágrimas de sus mejillas. —Puede que yo no sea la mujer que esperaba para su hijo, pero le aseguro que lo quiero. Y que cuidaré de él.

—No hay otra mujer que yo pueda encontrar tan adecuada para mi hijo. —miró a Edward que se mantenía en su lugar y parecía no saber qué hacer. —Te juzgué mal porque me dejé envolver en mentiras, tú demostraste ser la mujer indicada y yo no hacía más que tratar de humillarte. Desde que llegaste con Edward supe que eras la indicada pero me negaba a darlo por hecho. Tú pronto serás la nueva señora Cullen y respetaré si…

—No quiero que se aleje de mi familia, entenderá que me tomará un poco el poder verla como la mujer cálida que Edward me dijo que era en lugar de la bruja que yo conocí. —sabía que mis palabras eran ofensivas pero no podía dejarlas guardadas cuando ella se las merecía.

Esme se notaba arrepentida y si estaba dispuesta a darle una oportunidad era solo porque sabía que era lo único que le quedaba a Edward y que mis hijos disfrutarían de ver a su abuela de vez en cuando.

—Gracias por la oportunidad Isabella. No cometeré los mismos errores. —aseguró dándome un abrazo que me tomó por sorpresa, miré a Edward que me sonrió y con un movimientos de sus labios pronunció un "gracias".

Sin saber muy bien lo que hacía toqué su espalda con mis manos. Unos segundos más tarde ella se separó y Edward se sentó junto a mí. Fuimos interrumpidos por Ann que iba a pedir que la dejáramos comer un poco de helado que había encontrado en el congelador. Notaba la mirada triste de Esme al ver a la niña y como cuando le sonreía lo hacía de una manera rota. Después de la que la niña se marchara hubo un silencio prolongado, donde Edward tomó mi cintura y miraba a su madre mientras que ella solo miraba el suelo.

— ¿Edward ya te contó la verdad? —preguntó de pronto Esme.

—Me habló de que Annett no era su hija, pero aunque aún tengo mis dudas creo que la pequeña es la menos culpable del error de sus padres.

—El padre de Annett es Carlisle. —pronunciar el nombre de su difunto esposo parecía dolerle aún. —Sé que se parece mucho a Edward, pero es porque ambos se parecen a los padres de Carlisle.

—Ya no me importa, he aceptado estar con Edward porque lo quiero y puedo perdonar sus errores. Y sé que de ahora en adelante ya no me ocultará absolutamente nada, seremos completamente sinceros.

—Absolutamente. — me dijo al tiempo que me daba un beso en la mejilla.

—Iré a ver a los niños y le pediré a Carmen que traiga sus cosas para bañarlos aquí.

— ¿Puedo ayudar? —preguntó Esme con un brillo en los ojos.

—Claro. —respondí sin dudar.

Antes de salir de la sala llegó Carmen para avisar que Anthony había despertado. La envié por las cosas para el baño mientras yo iba a la habitación de Edward para ver a los niños, escuché la voz de Esme con la de Edward que iban detrás de mí. Me llevé una agradable sorpresa al entrar en la habitación y encontrar a Annett hablando con Tonny, me acerqué para ver a mi bebé que mantenía su manita en su boca y miraba a su hermanita porque eso es lo que era Annett. Noté un brillo en los ojitos de mi pequeño al verme, una sonrisa se formó en mi rostro ya que sabía me reconocía, le di un beso a Ann antes de pedir que me dejara tomar al bebé en brazos.

—Hay alguien que te quiere ver. — froté mi nariz con la de mi hijo y miré a Esme que se mantenía en la puerta. Fui hasta donde estaba y noté como miraba al bebé en mis brazos. — Saluda a tu abuela.

—Cada día se parece más a Edward. —se lo entregué para que lo tomara en sus brazos, y de inmediato comenzó a hablarle con ternura, su rostro había adquirido un brillo de felicidad. —Pero tiene tus ojos.

—Ambos los tienen.

Nos dirigimos al baño donde permití que Esme lo bañara, era grandioso ver como parecía no importarle mojar su vestimenta. En apariencia era una mujer que siempre la veías bien vestida con los diseños más exclusivos, era la típica mujer de sociedad, pero en este momento parecía no importarle y sólo se estaba comportando como cualquier abuela.

Ese día Esme estuvo con nosotros hasta después de la cena, donde Edward me entregó el anillo que una vez había rechazado y que él había prometido guardar para mí y así lo había hecho. El compromiso era una realidad y me sentía flotar. Tuvimos que explicarle a Annett lo que significaba ese anillo y ella lo comprendió rápidamente sin hacer muchas preguntas, aunque noté una pequeña duda en su mirada.

Antes de marcharme a casa acompañé a Edward a dormir a Ann que pareció feliz con la idea de que yo estuviera con ella. Le cepillé el cabello y noté como sus ojitos se iluminaron. Me acomodé junto a ella cuando Edward se disponía a leer un cuento, pero antes de que comenzara la pequeña se giró hacia mí y me envolvió en sus brazos. Leí la curiosidad en el rostro de Edward y con simple encogimiento de hombros le dije que yo entendía tanto como él.

—Bella…—susurró en suave voz, aparté el cabello de su rostro para mirarla.

—Dime cariño.

—Si te casas con Eddie, ¿seguirás siendo mi amiga? —sonreí y besé la punta de su nariz.

—Claro que si Ann. —se sentó y me miró aun más nerviosa.

—No quiero que seas mi amiga. —la miré con los ojos muy abiertos. — ¿Puedes ser mi mamá?

—Por supuesto preciosa. —la apreté contra mi cuerpo.

— ¿Crees que mi mami se enoje?

—No lo hará Ann—le aseguró Edward. — Tu mami siempre te cuidará desde donde está, pero me alegra que quieras a Bella ya que juntos seremos una familia.

—Yo quiero a mis nuevos abuelos y a los bebés, aunque lloren mucho. —ambos soltamos una risita.

—Ellos también te quieren Ann, ellos siempre sabrán que eres su hermana mayor. —le di un nuevo beso. —Hora de dormir pequeñita.

—Buenas noches, mami. —me dio un beso y se acomodó en mis brazos para que Edward comenzara a leer.

La siguiente semana fue un tanto caótica ya que Edward se empeñaba en que deberíamos de casarnos ya, que habíamos perdido mucho tiempo. No sabía cómo lo consiguió, pero la licencia la obtuvo en tres días. Y lo más sorprendente de todo fue que el lugar de la boda sería en el rancho, con mis padres y nuestros amigos. Una ceremonia intima.

La noche antes de la ceremonia mis padres prepararon una pequeña fiesta, ahí me sorprendí al ver cuando llegaron nuestros amigos y lo más sorprendente fue ver a Rupert con su pareja. Me acerqué a ellos y los abracé, primero a Dylan y finalmente a mi amigo.

—Ella me abrazó. —dijo soltándome y colocando las manos sobre su cabeza, al girarme vi que se lo había dicho a Edward que se acercaba con una enorme sonrisa. Yo solo pude rodar los ojos.

—Gracias por venir. — les dijo Edward estrechando la mano de cada uno y dejando descansar su brazo alrededor de mi cintura.

— ¿Por qué no me lo dijiste? —protesté mirando a mi futuro marido que se limitó sonreír.

—Era una sorpresa. —fue su respuesta al tiempo que se inclinaba y rozaba mis labios, apenas fue un roce ya que hubo un aclaramiento de garganta.

—Seguimos aquí. —nos recordó Rupert. Lo miré pidiendo una disculpa. — Bueno Edward quiero que conozcas a Dylan. Mi pareja.

La voz de mi amigo sonó un tanto nerviosa ya que aunque sabía que Edward ya debía de conocer sus preferencias, no estaba seguro de su reacción. Pero como lo esperaba Edward se mostró amable y les indicó que se sintieran como en su casa.

—Es la casa de mis padres. —le recordé fingiendo molestia, pero él se encogió de hombros y me sonrió con superioridad.

—A partir de mañana yo seré de la familia y tu padre me dijo que me encargara de decirles a nuestros invitados que ésta era su casa.

Antes de que pudiera protestar unas manos tomaron mi cintura y me alzaron del suelo lo que me hizo gritar, al estar de nuevo en el suelo me giré y vi a Emmett que me sonreía abiertamente detrás de él estaba Rose y junto a mis padres se encontraba Alice con Jasper que al verme se despidieron de mi madre y fueron junto a nosotros.

Después de los abrazos, Emmett dejó descansar su brazo en los hombros de Edward que enarcó una ceja mientras que Emmett le seguía guiñando un ojo, lo que nos hizo reír.

—Mañana seré un hombre casado. —le recordó Edward tratando de ocultar su diversión. —Aunque ustedes me deben una explicación.

— ¿Nosotros? —preguntó Alice con inocencia.

—Ustedes sabían que lo estaba pasando mal porque creía que Bella estaba saliendo con éste de aquí. —Señaló a Rupert que sonrió— Y el día que nos encontramos no dejaban de hablar maravillas de él.

—La primera vez que los vimos juntos, nos desconcertó. —aclaró Rose. —Pero cuando nos hablaron de lo que estaban haciendo decidimos ayudarlos y por eso los invitamos a cenar sin ti.

—Fue una cena inolvidable, ¿verdad Em? —dijo Alice sin poder ocultar su sonrisa por lo que reímos.

—Me tomó por sorpresa. —se justificó el grandulón. —Pero ahora no lo conseguirá.

—Yo creo que el resultado será el mismo, Emmett. —le dije, pero él parecía no escucharme.

—Creo que no es buena idea. —le dijo Rupert.

— ¿Tienes miedo? —lo retó.

—Ponlo en su sitio Rupert. —alentó Rose haciendo que Emmett se indignara ya que su esposa apoyaba al contrario.

Nos alejamos de ellos que se mantuvieron por algunos segundos en su sitio y de pronto Emmett se fue contra Rupert que se desestabilizó pero tras un par de movimientos Emmett terminó nuevamente en el suelo provocando un silencio en todo el lugar y mis padres llegaron alarmados.

— ¿Qué sucede? —preguntó mi padre mirando a ambos hombres y a nosotros que no podíamos parar de reír.

—Solo Emmett que intentaba probar que un jugador de futbol americano es mejor que un agente del FBI. Los jugadores son grandes y fuertes, pero nosotros los agentes tenemos un buen entrenamiento que nos ayuda a conocer los puntos débiles para poder derribar a individuos que doblen o tripliquen nuestro peso. —dije con autosuficiencia.

—Cuidado Edward, tu futura esposa puede ser muy peligrosa. —lo advirtió Emmett sacudiéndose la ropa.

—Eso ya lo sé. —Todos nos miraron sorprendidos y yo no pude más que ocultar mi rostro en su pecho. — Nuestra relación fue una batalla al inicio y ella me demostró que la apariencia es engañosa.

La noche transcurrió de manera tranquila y muy divertida, al final de esta velada mis padres conocían a mis amigos que les hablaron de todas las cosas que habían sucedido en nuestra misión en Forks.

La boda fue una celebración íntima en la iglesia del pueblo. Ahí estaban nuestros amigos, mi familia y Esme que desde que había llegado esa mañana, estaba maravillada con el lugar y se comportaba de una manera agradable con mis padres.

Llevé un sencillo vestido de color perla a pesar de que Edward había insistido en que comprara otro.

Cuando finalmente pronunciamos aquellas palabras que nos convertían en uno fue el momento más emotivo, después de tantas cosas por las que habíamos tenido que pasar finalmente estábamos juntos y en la espera de todo lo que se nos presentara. Me perdí en sus labios y solo nos separamos al escuchar un pequeño gemido que ya era conocido por nosotros, miré a los invitados hasta encontrar a Alice que tenía en sus brazos a Eddie y estaba removiéndose impaciente. Mi madre que mantenía a Tonny en sus brazos me miraba con una enorme sonrisa pero con lágrimas bañando sus mejillas.

Después de la ceremonia hubo una recepción donde todos estaban disfrutando del momento. Había bailado con los chicos, Emmett había sido el que con sus ocurrencias me mantuvo riendo, pero uno de los bailes que más disfruté fue junto con mi padre que me recordó que aunque fuera ya una mujer casada ellos siempre estarían ahí para mí y mis tres hijos, incluyendo a Annett quien me veía como su mamá y yo la quería como hija, cuidaría de ella como cuidaría de los gemelos.

Al término de la recepción atendimos a los niños y nos marchamos a la habitación que mi madre había dispuesto para nosotros, algo por lo que no pude evitar reírme ya que era la habitación que estaba en la parte inferior de la casa donde tendríamos privacidad. Al entrar sentí nerviosismo como si fuera una mujer virgen. En lugar de marcharme al baño para cambiarme con el camisón que había elegido para esta noche decidí hacer algo diferente.

Me aclaré la garganta haciendo que Edward me diera toda su atención, mientras que yo comenzaba lentamente a desnudarme, movía mi cuerpo al ritmo de una melodía lenta que estaba en mi cabeza, con un poco de trabajo logré deslizar la cremallera del vestido y seguí por los finos tirantes hasta que mi pecho quedó al descubierto mostrando que no llevaba sujetador, con unos cuantos movimientos más de cadera el vestido cayó al suelo y dejándome solo con la pequeña braguita de encaje y las zapatillas altas. Sonreí de lado y me acerqué a él que me estaba devorando con la mirada. Aproveché que estaba al borde de la cama para empujarlo suavemente y hacerlo caer sobre ella dando un par de botes. Sin darle tiempo a reaccionar me acomodé sobre él desabrochando lentamente los botones de su camisa, siguiendo por su cinturón y por su pantalón.

—No puedes tocar. —le dije cuando sus dedos finos y fríos tocaron la piel caliente debajo de mis senos que estaban muy receptivos.

—Me vas a matar. —gruñó ayudándome a quitarle la camisa y los pantalones. Dejándolo solo en bóxer, los cuales no ocultaban en lo absoluto su miembro erecto.

Me incliné hacia él dejando que nuestros pechos entraran en contacto desatando una descarga. Sus manos tocaron mis costados pero yo las separé y las dejé justo al lado de su cabeza. Comencé a dejar un camino de besos desde sus labios, continuando con su mandíbula, garganta, pecho y seguí bajando muy lentamente notando como su respiración se hacía más entrecortada y gemía suavemente.

Sus manos tomaron mis brazos obligándome a incorporarme y me lanzó contra el colchón para colocarse sobre mí. Su boca reclamó la mía de una manera agresiva pero apasionada. Movía mi cadera para poder sentir la dureza de su miembro. Nos separamos en busca de aire pero se escuchó más como un gemido.

—Esta vez debe de ser especial. —me susurró al oído.

Sus labios recorrieron la línea de mi mandíbula hasta llegar a mi barbilla y de ahí a mis labios, los cubrió con los suyos y comenzó una danza lenta y sensual. Cuando posé mis manos sobre su duro pecho en las apartó repitiendo mis palabras de que estaba prohibido tocar. Con suavidad guió mis brazos sobre mi cabeza y ahí entrelazó nuestras manos separando nuestros labios para murmurar un te amo al tiempo que su cuerpo estaba en contacto con el mío, con suaves movimientos provocando que una serie de descargas me recorrieran de pies a cabeza.

Apreté más sus manos al tiempo que dejaba escapar un suspiro al sentir la humedad de su boca recorrer mi cuello e ir descendiendo hasta llegar a la curva de mis senos una que tocó con la punta de su lengua haciendo que mi cuerpo reaccionara involuntariamente arqueándose hacia él en busca de aumentar el contacto con mi piel.

Un gemido abandonó mis labios cuando su lengua caliente pasó sobre uno de mis pezones que sentí comenzar a endurecerse ante ese fino tacto. Sus atenciones iban de un seno al otro hasta que ambas puntas estuvieron completamente duras y sensibles. Con sus dientes tiró suavemente de uno de ellos provocando la descarga más intensa que me hizo soltar un gritito de profundo placer.

— ¿Te lastimé? —preguntó apartando su boca de mi piel y mirándome a los ojos con el temor bailando en su mirada.

—No, no lo hiciste. Fue grandioso. —dije echando la cabeza hacia atrás y volviendo a arquearme en una petición clara de que quería que continuara donde se había quedado.
Intentaba reprimir los jadeos tras cada una de las caricias que estaba recibiendo pero cada segundo era más difícil. Finalmente se apartó y dejó un beso en el valle de mis senos para comenzar a descender con la punta de su lengua dibujando líneas curvas, lo estaba haciendo muy lentamente haciendo que mi piel se erizara. Sus manos soltaron las mías y sus dedos acariciaban la parte interna de mis brazos hasta llegar a mi pecho donde cubrieron mis senos sin apretarlos sólo los acariciaba.

—Edward…—gemí su nombre.

Escuché una suave risita como respuesta seguida de sus dientes rozar mi piel y a continuación tomar un extremo de mis braguitas, al instante levanté mi cadera para hacerle la tarea más sencilla. Al tiempo que su boca descendía lo hacían sus manos con extrema suavidad, también podía sentir como su incipiente barba acariciaba la piel de mis piernas provocando un escalofrío al llegar a mis pies quitó con cuidado cada zapatilla.

Mi respiración estaba acelerada y al no sentir ya el contacto del cuerpo de Edward levanté la cabeza solo para verlo observándome lo que provocó un calor abrazador dentro de todo mi cuerpo. Su sonrisa torcida adornó su rostro y se levantó mostrando la perfección de su cuerpo, el cual aún recordaba pero que había cambiado levemente, había músculos más marcados haciéndolo más perfecto.

— ¿Te gusta lo que ves? —preguntó con la voz grave y con una sonrisa seductora.

— ¿Y a ti? —pregunté al tiempo que me estiraba lánguidamente sobre la cama y flexionaba una de mis piernas. En este momento estaba completamente excitada y deseando sentirlo de la manera más íntima.

—Como no tienes una idea. —su voz fue más un gruñido. Se quitó el bóxer para quedar completamente desnudo.

Contrario a lo que esperaba, se inclinó y comenzó a besar el interior de mi pierna extendida y antes de poder protestar sentí el calor de su boca en la parte más íntima de mi cuerpo, que en este momento estaba caliente, palpitando y muy húmeda. Los movimientos de sus labios y su lengua me estaban enloqueciendo, apreté con mis manos la colcha bajo mi cuerpo y mordía el labio inferior con fuerza para reprimir el gemido de profundo placer que estaba experimentando. Sus manos acariciaban la piel de mis costados hasta llegar a mis senos los que acarició con delicadeza.

—Edward…—chillé desesperada y sintiendo un calor abrazador.

—Tranquila preciosa. — pidió acariciando con la punta de su lengua el botón que me hizo gritar olvidándome de todo. Estaba experimentando el placer más maravilloso después de tanto tiempo. Me llevé una mis manos a la cara mientras recuperaba la respiración, al abrir los ojos vi a Edward que estaba a mi altura con una enorme sonrisa.

Con una de sus piernas separó las mías y se acomodó colocando su miembro en la zona exacta donde deseaba sentirlo. Nuestras miradas se mantuvieron fijas en el otro, hasta que lo sentí fue que cerré los ojos y me dejé envolver por la sensación de él abriéndose paso y encajar como un guante igual a las veces anteriores. Abrí los ojos para encontrarme con la de mi esposo. Apreté los músculos internos atrapándolo y él no pudo evitar cerrar los ojos y gemir ante la acción.

Comenzó a moverse a un compás lento pero fue aumentando la velocidad de sus envestidas hasta llegar a un movimiento frenético que me dejó la mente en blanco y sólo estaba disfrutando de sentir cada roce y caricia que su cuerpo me brindaba. Lo abracé con fuerza atrayéndolo más a mí, él dejó sus labios cerca de mi oreja donde podía escuchar sus gemidos que se iban prolongando. Movía mi cadera a su ritmo, mi mente estaba en blanco, pero no podía parar de gemir. Mi respiración era errática al igual que los latidos de mi corazón. Me arqueé hasta pegar mi pecho al suyo y encajé mis dedos en su espalda cuando exploté en mi interior y no pude hacer otra cosa que gritar su nombre y sentir como él seguía moviéndose un par de segundos antes de gruñir y desplomarse sobre mí.

Ambos estábamos exhaustos, había sido la experiencia más maravillosa. Las palabras no hicieron falta en ese instante. Así ya era perfecto. Se acomodó a un lado de mí y me abrazó.

—Te amo Edward. —le dije cuando me acurrucaba en sus brazos.

—También te amo. — susurró besando mi cabello.

Esa noche solo dormimos un par de horas, habíamos hecho el amor otras dos veces más y además atendimos a los niños.

Estuvimos en el rancho solo un par de días en los que Ann había disfrutado cada segundo con mi padre, y su poni, y mis padres lo hicieron cuidando de sus nietos.

Tuvimos que regresar a la ciudad pero prometimos que volveríamos muy pronto.

Decidimos que por comodidad de los niños viviríamos en mi departamento en lo que conseguíamos una casa para comenzar nuestra nueva vida juntos.

Esa noche después de asegurarme de que los tres estuvieran en el mundo de los sueños fui a buscar a Edward y lo encontré mirando por el ventanal del estudio, desde donde se podía ver la copa de los arboles de Central Park que se mecían suavemente por la brisa.

Envolví su cintura con mis brazos y agradecí el llevar las zapatillas, o de lo contrario me hubiera sido imposible apoyar mi barbilla en su hombro. De inmediato sus manos cubrieron las mías.

—Gracias por…— me estiré un poco hasta conseguir besar su cuello interrumpiendo su frase.

—Este es un nuevo comienzo. —se giró para quedar frente a mí.

—Eres mucho mejor de lo que esperaba. No pediré que des más ya que no es justo, ambos daremos lo mismo. —acunó mi rostro y acercó el suyo hasta quedar a solo milímetros. —No te voy a defraudar nunca más. No te prometo que no tendremos problemas porque eso es imposible, pero lo que si te prometo es que jamás esperes que te lastime de nuevo, eres lo que más me importa y sin ti no podría continuar. Gracias por aceptar que Ann forme parte de nuestras vidas.

—Como ya te lo había dicho antes, Ann es la menos culpable de todo y se merece tener una familia que se preocupe por ella y que le dé el amor que necesita. Puede que no sea tu hija pero aunque lo fuera ya no me importa. La quiero como si fuera mía.

—Eres una mujer con un corazón enorme y te amo. Este es un nuevo comienzo.

—Un nuevo comienzo. —repetí rompiendo la distancia que nos separaba y besando sus labios. Un beso que dejaba claro los sentimientos que había entre nosotros y que desde luego no solo se trataba de simple deseo, era algo mucho más fuerte lo que permitió que volviéramos a estar juntos.

Me levantó para que envolviera mis piernas en su cintura y me dejé guiar sin dejar de besarlo, llegamos a la habitación donde sabía lo que sucedería, pero esta vez era completamente diferente, esta vez estaba segura de que no era una más en su lista, era la única que le importaba y sabía que me amaba.

Después de toda una historia de enredos y asuntos que había jurado no perdonar me había doblegado y sólo para buscar la felicidad en el único lugar que estaba segura la iba a encontrar. Ya no me importaba el pasado ahora solo quería vivir el presente. Tenía una familia, la cual me encargaría de que fuera feliz.



Gracias a mis betas: Andrea y Claudia que se toman el tiempo de corregir mis horrores de ortografía y de redacción.

10 comentarios:

  1. Lo siento no pude llegar ni a la mitad, mm este finc no tiene el final esperado de verdad lo siento, he leído cientos de libros e historia y nunca he abandonado una cuando estoy tan lejos pero no me gusta obligarme a leer algo así, leeré otro de tus fincs no te preocupes, espero no te ofendas a mi me gusta que me corrijan cuando cometo un error, espero no te enojes

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  2. okey vi que en el comentario anterior no especifique tu error así que te lo resumo, en estos últimos creo que 3 capítulos te has estado dejando llevar por las emociones de tu vida, eso es aceptable en caso de que estés comenzando una historia pero cuando ya vas en la secuela dejas a un lado lo que te paso en el día y te dejas llevar por las emociones del personaje, lo que quiero decir es que Edward estaba todo triste, furioso y celoso y dos párrafos después estaba todo feliz perdonando a Bella, no lo leí completo pero estoy casi segura de que luego de una noche de pasión o incluso antes de eso le pidió matrimonio, eso muestra que tu estabas triste por algún problema amoroso o familiar cuando se soluciono ya no tenias inspiración suficiente por lo cual arreglaste todo dramáticamente. Hubiera preferido que Edward se suicidara o se quedara con Tayana en Canadá, eso de que todo era un plan me lo esperaba hace 2 capítulos después fue demasiado tarde como para poner eso, ya que había un daño muy profundo y si que se paso, por lo cual tenia que pasar algo para compensarlo si querias que todo pasara así

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    1. Agradezco tu comentario Clau, pero lamento tener que corregir tal afirmación acerca del final sobre como se llevaron las cosas, no tenia nada que ver mi estado de animo como tu sugieres con la manera en que desencadenaron los acontecimientos ya que desde un inicio esta parte estaba escrita como en la mayoría de mis historias.
      Lamento que no fuera de tu agrado, pero agradezco tu comentario.

      Saludos!

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    2. Gracias y tal vez si fui un poco dura, lo lamento, ya leí diario de una acecina y para ser tu primero estuvo bien, ahora estoy comenzando a leer falsa identidad así que nos leeremos por haya, espero perdones mi sinceridad y mi lengua floja, te aseguro hay muchas lectoras por hay que les guste, admito tener gustos raros y apego a las sorpresas, problemas e infelicidad, estaba en mis 5 minutos y tu fuiste con quien me tope, me gustaría decir que lo que dije no es cierto o que me siento arrepentida pero te estaría mintiendo, espero no te lo tomes a mal a mi me gustaría que alguien se fijara y preocupara de mis errores, ya se que para eso tienes a tus betas pero no esta demás la opinión de una desconocida, aunque ya no tan desconocida clau

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    3. Todo comentario es para mi importante ya que me ayuda a crecer y me hace darme cuenta de los errores que puedo estar cometiendo.

      De nuevo gracias por tu comentario.

      Saludos!

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    4. Si eso me dijo una vez mi mama, no tienes nada que agradecer y felicitaciones por
      "falsa identidad" es una pena que ya no vayas a escribir

      Gracias por tu tiempo y tambien saludos clau :3

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    5. Continuare escribiendo, solo que ya serán con personajes independientes, "Falsa identidad" es mi despedida de historias con personajes de SM ;)

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  3. q penka q gente no aprecie tu esfuerzo por escribir...lo digo por los comentarios de arriba q son como wtf.... me encantan esos personajes de SM lastima q falsa identidad seha la ultima de ellas :( belen

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    1. Hola Belen, cuando uno escribe es a lo que se expone por decirlo de una manera, no siempre las criticas son buenas y hay que aceptarlas como tal, y saber cuando realmente deben ser tomadas en cuenta y cuando dejarlas pasar. Es imposible darle gusto a todo el mundo, pero al momento de escribir he aprendido que debe gustarme a mi.

      Los personajes de SM siempre tendrán un lugar especial, pero es momento de experimentar.

      Buen fin de semana!

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  4. a mi me encanto ver como Edward se empeño en cambiar, luchar y valorar más a la mujer que pudo haber perdido y me encanto ver como Bella le daba una lección, cada quien tiene su punto de vista no esta demás decir que el final me gusto mucho creo que hasta tiene una moraleja: enseñar apreciar, perdonar, esforzarse por las personas que queremos y arriesgarnos. TITI sigue escribiendo que lo haces muy bien

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