Campo de batalla
Una semana después había tratado de seguir con la
rutina y haciendo que Bella se sintiera cómoda en la ciudad. Ese día tuve que
ir a ver a mi padre y no contaba con encontrar a mi madre hablando animadamente
con Jane que sonreía mientras tomaban el té en la terraza.
—Buenas tardes. —saludé a ambas y me acerqué para
besar la mejilla de mi madre. Jane sonrió y me miró fingiendo inocencia.
—Jane me estaba hablando del baile que están
organizando con Carmen para dentro de seis semanas y al que no podremos faltar.
— dijo mi madre con entusiasmo.
—Ya lo arreglaremos. ¿Donde está papá?
— Cerca de la piscina tomando un poco de sol.
Me despedí de ambas y fui a buscar a mi padre,
antes de llegar junto al traté de que no notara la preocupación en mi mirada.
—Quien diría que un día vería al gran Carlisle
Cullen holgazaneando. —dije llegando junto a él haciéndolo separar la vista del
periódico.
—Esto es peor que la muerte, tu madre no me deja
hacer nada. —se quejó
—Ella sólo te cuida. ¿Cómo te sientes?
—Listo para volver al trabajo.
—Eso tendrá que esperar, pero recuerda que yo estoy
al frente y todo marcha como siempre.
—De eso no me queda la menor duda.
Platiqué un largo rato con él, pero en ningún
momento le hablé sobre lo que conocía. Mas sin poder evitarlo le hablé de Bella
y contrario a lo que pensaba me dijo que le encantaría conocerla ya que solo
había visto un par de imágenes en los periódicos y estaba seguro que esas
simples fotografías no le hacían justicia a la belleza que debía de tener y yo
solo pude sonreír al saber que él tenía toda la razón, mi Bella era una
belleza. Prometí llevarla pronto, pero antes tenía que hablar con mi madre y
asegurarme de que no sería desagradable.
Al ir a despedirme de mi madre la encontré sola
enfrascada en una novela de Jane Austin.
— ¿Podemos hablar?—pregunté y ella asintió dejando
el libro en su regazo.
—Eleazar me dijo que ya habían hablado sobre el
compromiso y quiero que sepas que me parece magnífico que sentaras cabeza con
Jane: es una chica maravillosa...
—No hemos concretado nada, ese acuerdo fue ridículo
y te agradecería que no hablaras de él. Solo fue un acuerdo entre nosotros y
Jane no está al tanto de este, y espero que así permanezca ya que no es justo
que ella se haga ilusiones con algo que no va a suceder.
—Ya tienes 32 años ya va siendo hora de que sientes
cabeza y dejes de estar divirtiéndote. Yo quisiera tener nietos.
—Pero Jane no es la chica adecuada.
—Es de buena familia, tiene un gran comportamiento
y sé que será una gran esposa.
—Esta es otra época mamá. — Me levanté molesto. —Yo
estoy con alguien más.
—Esa mujer. — Frunció los labios. —Te mereces algo
mejor Edward.
— ¿Cómo sabes que ella no lo es?
—Solamente lo sé, llámalo instinto de madre.
—Esta vez te equivocas, quiero que la conozcas y
que seas agradable con ella. Tal vez no sea una heredera o de una familia que
conoces, pero es una buena chica.
—No dejes que el sexo nuble tus sentidos. —Estuve
por abrir la boca ya que no esperaba escuchar a mi madre hablar de esa manera.
—Ella no es como las demás. —aseguré y ella
suspiró.
—Si quieres que la conozca lo haré y te aseguro que
seré buena. Yo solo quiero lo mejor para ti hijo. — me abrazó. — puedes traerla
el fin de semana a comer y quedarse a hacernos compañía.
—Gracias mamá. —la besé en la mejilla y ella
sonrió.
Ya tenía su palabra y sabía que no la rompería, lo
único que no preocupaba era que Eleazar ya daba por hecho un compromiso que yo
no había aceptado y lo peor que podía pasar es que Jane lo supiera y comenzara
a predicarlo.
Sin pensarlo lo llamé y le dejé claro que aun no
aceptaba nada y que dejara de querer comprometerme utilizando a mi madre, y que
por su bien no metiera a Jane ya que al final ella terminaría lastimada. Me dio
de plazo hasta el día de la fiesta que darían en su casa de campo.
Ahora solo debía buscar una alternativa para
librarme de este problema y eso me obligaba a mentirle a Bella para que
permaneciera a mi lado…. ¿egoísta? Tal vez.
Era martes y no le dije nada de la visita a mis
padres hasta el viernes por la mañana, sabía que se pondría nerviosa y eso fue
lo que ocurrió, la tranquilicé asegurándole de que todo estaría bien aunque
esas palabras era más para mí que para ella.
Antes de poder salir a casa de mis padres ella se
había cambiado de ropa por lo menos seis veces y solo para terminar con lo
primero que había elegido, un vestido por encima de la rodilla de manga corta
que le daba un aire angelical, pero también marcaba su fabuloso cuerpo.
— ¿Seguro que fue una buena elección?
—Te vez preciosa. Solo conocerás a mis padres.
—No has escuchado que es la primera impresión la
que cuenta.
—No tienes de que preocuparte. —era lo que
esperaba, solo quería asegurarme de que mi madre le daría una oportunidad.
El trayecto no fue muy largo, pero cuando llegamos
a la casa noté como se removía nerviosa, la besé con suavidad antes de bajar el
auto y ayudarla a hacer lo mismo.
Subimos los peldaños y abrí la puerta tomando su
mano guiándola en el interior de la casa hasta llegar a la terraza donde
estaban ambos.
—Quiero comida de verdad no esto. — se quejaba mi
padre señalando sus Verduras.
—Es lo que el médico te recomendó y deberías de
comer.
—Y pensabas que yo había sido un niño difícil.
—Dije haciéndonos notar.
BVOP
La visita a sus padres me había tomado por sorpresa
y temía arruinarlo, a simple vista me parecieron encantadores, su padre
quejándose como un niño pequeño.
—Pensamos que habían cambiado de opinión. — dijo su
madre abrazándolo con cariño
—Mama, Papá. Ella es Isabella. — me presentó Edward
tomando mi mano.
—Un placer tenerte con nosotros Isabella. — fue el
saludo su madre dándome un frio beso en la mejilla.
Su padre me saludó con un suave apretón de manos.
De manera educada retiró una de las sillas para que me sentara y se lo agradecí
con una sonrisa.
Quedé entre Edward y su madre que pidió que nos
sirvieran el primer plato que resultó ser una ensalada pero mi terror fue al
ver la cantidad de cubiertos sobre la mesa, ¡No recordaba cual utilizar!
Mi nerviosismo desapareció cuando vi a Esme palmear
la mano de su marido que había intentado robar algo de su plato.
—A veces son peores. —me susurró Edward.
—Ese tenedor es el del plato fuerte. Este es el de
la ensalada. —me corrigió su madre y me dio el que debía de utilizar.
—Gracias. —murmuré muy avergonzada.
—Siempre he pensado que son demasiados cubiertos.
Quien inventó esto solo buscaba hacerse rico vendiendo cubiertos de diferentes
tamaños. — agregó Carlisle que ignoró la reprimenda de su esposa por tomar el
que no era.
Después de ese momento veía el cubierto que tomaba
Esme para yo tomar el mismo y no quedar mal de nuevo. Al principio pensé que se
trataba de alucinaciones mías, pero después me di cuenta de que con cada
situación buscaba demostrar que no era lo suficientemente buena para su único
hijo, era una mujer muy inteligente que no mostraba abiertamente lo que sentía,
lo hacía de una manera sutil casi imperceptible; Aunque lo aparentaba, era
obvio que yo no le simpatizaba y solo estaba al pendiente por si hacia algo mal
para señalarlo de una manera sutil y sin borrar la sonrisa de su rostro. Lo
señalaba como si no tuviera importancia pero solo era un aviso para Edward de
que no era como él. Cada momento estaba más nerviosa pero evitaba que se
notara, tuve que poner en práctica todo mi autocontrol para no levantarme y
marcharme o de lo contrario encararía a la mujer que detrás de esa falsa
modestia se notaba que había una mujer de armas tomar.
Tendría que ganármela poco a poco y evitar que ella
se diera cuenta lo mucho que me afectaba. Ella llevaba la delantera pero
parecía no tener idea de que había manejado a sujetos de verdad peligrosos y
sobre todo había llegado controlar a Edward.
Esta era una pequeña batalla para demostrar que no
era la clase de chica que ella pensaba, tenía que demostrar que estaba con Edward
por él y no por su dinero como pensaba que creía su madre.
Esta sería una relación interesante.
Durante toda la tarde me mostré paciente y traté de
ignorar los comentarios de su madre, la mayoría de ellos eran como un simple
chisme pero casualmente tenían que ver con mujeres que intentaban hacerse un
lugar en un grupo selecto de la sociedad, como esas mujeres carecían de la
educación, los comportamientos apropiados y la manera de vestir, este último lo
lanzó antes de llevarse la taza a los labios y mirar sobre ella mi vestimenta.
Pero eran los comentarios del padre de Edward los
que aligeraban el ambiente, él cuestionaba a su mujer por lo absurdo de esas
estrictas normas que ella señalaba y que aunque eran importantes no debían de
regir la vida de las personas como lo hacia ella.
—La próxima semana iré de compras. ¿Por qué no me
acompañas Isabella?—preguntó haciendo que casi no atragantara y que las miradas
de los día hombres se posaran en mi.
—Por supuesto—accedí con una sonrisa sabiendo que
ese día seria una de las misiones más duras que hubiera realizado, un asesino
no era nada comparado con una suegra en potencia.
Esa noche dormimos en habitaciones separadas ya que
su madre así lo había preparado, uno a cada extremo de la casa.
Me removí en la mullida cama y mire la hora en mi
móvil solo para comprobar que ya eran cerca de las dos y yo aun no conseguía
poder dormir. El sonido de la puerta me hizo encender la luz de la lámpara en
mi mesita de noche y sorprender a Edward que iba entrando.
— ¿Qué crees que estás haciendo?—pregunté en un
susurro mirándolo con el entrecejo fruncido.
—Solo quería dormir contigo. —respondió acercándose
a la cama y metiéndose junto a mí.
— ¡Es la casa de tus padres!— lo separé de mi ya
que sus manos parecían haber cobrado vida propia.
—Ellos tienen el sueño muy pesado y además están
justo del otro lado de la casa. —murmuró besando el hueso de mi clavícula y
metiendo sus manos debajo de mi camisón.
—Edward. —en lugar de una protesta había sonado
como una invitación y fue una que tomó encantado.
Por unos minutos intenté detenerlo para que las
cosas no siguieran subiendo de temperatura, pero lo único que conseguí fue que
sus besos y caricias se hicieran más sensuales haciéndome imposible el
resistirme a su encanto y terminar cediendo a sus demandas.
Después de esa maravillosa experiencia, mi cuerpo
se relajo de todo el nerviosismo que había sentido durante el día y pude dormir
tranquilamente acurrucada en los brazos de Edward.
Al despertar me encontraba sola y pensé que todo se
había tratado de un sueño, pero supe que había sucedido al ver el pantalón de
pijama de Edward junto a mis prendas.
Me aliste con un otro vestido que era un poco más
formal y zapatillas altas, me sentía ridícula vistiéndome de esa manera pero no
quería más miradas desdeñosas por parte de Esme. Tome aire y sin saber muy bien
que hacer baje esperando que no me hubiera retrasado. Al llegar al piso
inferior todo estaba en silencio, uno que fue roto por una mujer que me sonrió.
— ¿Necesita algo señorita?—preguntó amablemente.
—Aún no ha bajado nadie. —pregunté sintiendo un
calor en mis mejillas.
—El desayuno se sirve a las 9, así que bajaran en
menos de quince minutos ¿La llevo a la terraza?
—Gracias. — la mujer me guió hasta llegar a la
terraza.
Me senté en la misma silla del día anterior ya que
estaba segura tenían lugares asignados y no quería estropear las cosas, me
quedé muy quieta mirando el enorme jardín, las hojas de los arboles ya estaban
cayendo señal de llegaría una de mis épocas favoritas: invierno y con ello
Navidad. Sabía que como cada año la familia se reuniría y todo se volvería una
locura, pero por eso amaba a mi familia.
— ¿Dormiste bien?— escuché la voz de Edward a mi
espalda. Levanté mi rostro y él me besó con suavidad.
—Muy bien. — le aseguré.
Sirvió un par de tazas de café y se sentó junto a
mí, el iba vestido de manera informal con jeans y una polo verde Esmeralda que
resaltaba sus ojos, no tenía que ser adivina para saber que era de diseñador.
—De verdad quieres causar buena impresión. — Se
burló tomando la tela de mi vestido. — ¿desde cuándo usas zapatillas por la
mañana?
—No molestes quieres. — le pedí golpeando su mano y
tratando de ignorarlo.
—Es solo que parece ser que tú y las zapatillas no
eran lo que se denomina amigas.
—Otro tipo de zapatos son inaceptables. —me giré al
ver a su madre llegar con nosotros, Edward se levantó y yo lo imité, él le dio
un beso en la mejilla cuando se acercó a mi me dio un beso en cada mejilla de
manare fría.
Se sentó en su sitio y pude ver que iba arreglada
de manera sutil pero elegante, llevaba los accesorios necesarios e iba
maquillada de manera sobria remarcando sus finas facciones y sus ojos color
caramelo.
Aparté mi mirada de ella cuando llego Carlisle que
nos saludó de manera Alegre y bufó al ver su desayuno que no era igual que el
nuestro.
—Mañana hablaré con ese Doctor. — se quejó mirando
nuestros platos.
—No es justo ver como ustedes comen comida de
verdad mientras que yo... puaj
—Deja de quejarte Carlisle, sabes que es por tu
bien.
Siguió protestando pero comió lo que había en su
plato. Pronto ambos hombres comenzaron hablar de las bajas en la bolsa y lo
mucho que se estaba afectando el mercado con la devaluación.
—Dejemos que estos hombres hablen de trabajo. Vamos
a dar una vuelta por el jardín. — sugirió Esme con una sonrisa y yo asentí
sabiendo que no me esperaba nada bueno.
EVOP
Desde que habíamos llegado a casa de mis padres
podía notar el nerviosismo de Bella, pero notaba como mis padres estaban
tratando de ser agradables con ella, en más de una ocasión escuché a mi madre
hacer alguno de sus típicos comentarios sobre las normas de etiqueta, pero
agradecía que estuviera haciendo un esfuerzo por conocer a Bella.
Me había sorprendido cuando la invitó de compras y
supe que al hacerlo era porque Bella le había simpatizado y deseaba conocerla
más, no podía sentirme más satisfecho. Al menos ahora esperaba que mi madre se
diera cuenta de que un compromiso con la hija de Eleazar y Carmen no era lo
mejor.
Mi madre nos había colocado en habitaciones
diferentes pero eso no fue impedimento para que pasara la noche con la bella
mujer que estaba al otro extremo de la casa y a la cual mi cuerpo echaba de
menos y tenía que confesar que solo era algo físico, sino que ya me había
acostumbrado a su presencia que ahora lo único que deseaba era poder tenerla en
mis brazos para dormir tranquilamente, era un sentimiento desconocido que me
preocupaba, sabía que Bella era muy importante para mí, mas no estaba
completamente seguro de que lo que sentía por ella se trataba de algo más
fuerte que el cariño y la atracción. Miré como mi madre y Bella se alejaban en
los jardines.
—Es una chica hermosa y muy diferente a las demás.
—Es única. —le aseguré a mi padre.
—Quiero aprovechar que estamos solos para que
hablemos de Eleazar y...
—Deja que me preocupe por eso yo, tú ahora debes de
estar relajado.
—Pero...
—No papá, lo de Eleazar puede esperar. — dije
cortante.
La verdad es que no moría por hablar al respecto
sabía que juntos encontraríamos una solución, pero no podía someter a mi padre
a presión ya que su corazón aun no estaba del todo recuperado. En estos
momentos quería gritar y daría todo por poder escapar de lo que se esperaba de
mí. Tenía que cumplir con mi palabra para evitar que mi familia se desmoronara.
Un secreto que había permanecido oculto y que había
esperado así permaneciera, un error que me había costado muy caro y si se
descubría seria un escándalo, y ahora estaba por salir a la luz si no cumplía
mi palabra. ¿Bella podría perdonarme algún día?
…
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