Protegiendo a un playboy: Capítulo 13



Esto es… ¿fingir?

EVOP

La ducha había sido rápida y había a acomodado un poco mi habitación ya que era la más indicada para la noche que nos esperaba. Cuando baje de nuevo la encontré frente al televisor pero mantenía los ojos cerrados sus mejillas estaban sonrojadas y se mordía el labio inferior dando un aspecto demasiado sexy.


Los roces que hubo mientras que cenábamos parecían simple coincidencia, pero la verdad es que ya no soportaba esta espera, me había negado a reconocerlo pero la atracción había estado presente desde el primer día y ahora estaba en un límite en el que se desbordaría en cualquier momento.

Basto un beso en el cuello para que ella se dejara llevar, me levante y la coloque en mi hombro antes de que ya no pudiéramos hacerlo y no quería que nuestra primera vez fuera en un incomodo sillón. Antes de llegar a las escaleras recibimos la visita de nuestro vecinos los chismosos, fui claro respecto a que nos estaban interrumpiendo y el hombre dejo escapar una frase donde dejaba al descubierto la envidia de tener a una mujer que no se podía comparar, con la que yo tenía junto a mi esperando para estar conmigo en la intimidad.

No me tome la molestia en ser delicado y les cerré la puerta para ir a mi habitación que fue la que ella eligió. La deje en suelo y comencé a besarla, tenía que hacer que no pensara con cordura o podría arrepentirse. Ninguna mujer se había resistido por tanto tiempo a mis encantos, es por eso que Isabella era única, me sorprendió cuando me pidió que la llamara Bella, era mucho más lindo.

Fui cuidadoso en cada uno de mis movimientos y trate de hacer que disfrutara de cada caricia, de cada roce y cada beso, por primera vez lo único que me interesaba era complacerla. Quede maravillado cuando vi su cuerpo desnudo, la curva de sus senos, su vientre plano… Sus movimientos y gemidos me dejaban claro que estaba haciendo un maravilloso trabajo, su orgasmo fue tan intenso que no se dio cuenta de que me había hecho un poco de daño, pero bien lo valía por verla en ese estado.

Cuando llego el momento de ser uno me separe de ella y fui en busca de done había dejado en pantalón que traía ya que había dejado ahí la cajita de preservativos, me costo encontrarlo, pero cuando lo hice regrese junto a ella que pareció entender. Fueron solo segundos los que me tomaron estar junto a ella, estaba preparada para recibirme y cuando me acomode lo hice de manera lenta. La bese para callar los gemidos que querían salir de mi garganta, era más estrecha de lo que esperaba, pero se amoldaba perfectamente a mí, me detuve cuando pensé que la había lastimado pero ella me dejo claro que estaba bien y continúe con mi inmersión. Nuestros movimientos eran acoplados, ella mantenía los ojos cerrados y yo intentaba mantenerlos abiertos para ver cada uno de sus gestos y la manea en que parecía disfrutar del momento.

El tiempo de llegar a la cima llego y como lo esperaba ella fue la primera en volver a tocarla, pero no me esperaba que su interior se contrajera de esa manera que me hizo terminar casi al mismo tiempo. Me derrumbe sobre ella sintiendo la delgada capa de sudor que cubría todo su cuerpo.

Bese a piel entre sus senos y me acomode para verla, le dije que era una cajita de sorpresas y no mentía, esperaba pasar una buena noche pero en cambio había sido la mejor noche de todas y ella pareció no creer cuando le dije que esta noche no tenia comparación con las que había vivido con anterioridad.

Ella pregunto sobre los preservativos y no tuve más opción que decirle la verdad, cuando me hizo prometer que no haría ninguna estupidez se lo prometí y no supe porque se me vino a la cabeza el decirle que me había puesto en contacto con mi asistente. Tal vez si no se lo decía ella no se enteraba y nada sucedería. Si yo había decidido contactar a mi asistente había sido por alejarme de ella, pero ahora todo había cambiado, ella y yo nos habíamos involucrado y lo que teníamos era único y muy intenso.

Esa noche dormimos muy poco, solo nos tomamos el tiempo para recuperar un poco de fuerzas y volvíamos a experimentar y aumentar las sensaciones que pensábamos eran las mejores, pero ella me había demostrado que no solo era una excelente agente también como amante era un mujer formidable.

Cerca de las cinco fue que ambos nos estábamos quedando dormidos, ella se acomodo bocabajo en un lado de la cama, y aproveche para asegurarme de que la luz del sol no entraría por las ventanas y nos permitiría dormir hasta tarde. Me acomode junto a ella y deje una mano sobre su espalda desnuda y tan suave como el resto de su cuerpo.

Desperté con un ruido que provenía de la calle y maldije al ver que apenas serian las ocho de la mañana. Cuando desperté por completo me di cuenta que era la alarma de un coche, pero eso me dejo de importar cuando sentí un movimiento en la cama y la vi abrir los ojos con desgana.

—Buenos días. —la salude besando sus labios y ella sonrió para ocultando su rostro en la almohada.

—Quisiera pasar más tiempo en esta cama. —murmuro al tiempo que se acurrucaba en la cama y halaba la sabana para cubrir su recién descubierta desnudes.

—Si es lo que quieres no me opondré. —hice a un lado su cabello dejando al descubierto su cuello y poder depositar un beso.

— ¡Quiero dormir! —me separo de ella y me lanzo una mirada de amenaza. —si estoy tan cansada es por tu culpa. ¿Tomas algo? —solo solté una carcajada ante su deducción y la pegue a mi cuerpo que reacciono con un solo roce.

—Es lo que tú provocas. —acaricie su costado con la yema de mis dedos y sonreí al tocar la curva de su seno.

—Déjame dormir. —se pego completamente a mi cuerpo ocultando su rostro en mi cuello y aplastando sus senos en mi pecho, sentí un calor recorrer mi cuerpo ante esa sensación.

Nunca me había despertado con una chica, siempre me iba antes de que lo hiciera y ahora estaba con Bella en mis brazos planeando dormir.

Me desperté cuando el cuerpo que estaba en mis brazos se comenzó a mover de manera brusca y se libero para levantarse y llevarse la sabana con ella dejándome al descubierto y permitiendo que una pequeña ráfaga de viento me golpeara y me hiciera estremecer.

— ¿Qué sucede? —me incorpore desconcertado y fue cuando escuche el sonido de su móvil; me coloque lo primero que encontré y fui tras ella que estaba en la sala donde parecía había dejado su teléfono.

Me acerque a ella pero solo me miro para indicarme que no me acercara, la mire mientras ella seguía al teléfono, su pelo estaba revuelto, sus mejillas sonrojadas y mantenía la sabana sujeta firmemente en su pecho.

—Jacob es el que tenía los documentos. —dijo a Demetri que suponía era con el que estaba hablando, se dio la vuelta y me permitió ver su espalda al descubierto, me acerque de manera sigilosa posando mis manos en su cadera haciéndola saltar.

—Aléjate. —me dijo al tiempo que cubría el móvil y me miraba de manera amenazadora, pero yo la ignore, la pegue a mi cuerpo y comencé a besar la piel desnuda de su espalda, hice a un lado su cabello para tener libre acceso a su cuello.

—Dem… Demetri, el puede hacerse cargo. —dijo aun moviéndose para liberarse pero aunque sabía que lo podía hacer en cualquier momento no estaba luchando de manera real, ella no quería que me alejara, así que seguí con mi tortura.

La gire para que quedara frente a mí y bese la línea de su mandíbula mientras escuchaba a su jefe seguir hablando de un par de documentos para un caso que sería en una semana y que parecía se había traspapelado.

—Llámame cuando tengan algo referente a mi caso. —dijo antes de cortar la llamada y cerrar el móvil. Echo la cabeza hacia un lado exponiendo su cuello. — ¿En serio no tomas nada?

—En lo absoluto. —la tome en brazos y ella solo sostuvo la sabana contra su cuerpo.

—Necesitamos desayunar. —miro hacia la cocina cuando pasamos, pero seguí hasta subir de nuevo a la que a partir de este momento seria nuestra habitación.

—Antes de desayunar hay algo que podemos hacer. —la deje sobre la cama donde ella intento huir, pero no se lo permití. Me acomode sobre ella y dejo de poner resistencia.

—Apenas hemos dormido y creo que nos vendría bien un baño y descansar. —acaricio mi cabello y suspiro cuando mis labios rozaron la curva de sus senos que no cubría la sabana.
Intente persuadirla de que disfrutáramos de un momento más juntos, pero ella se negó y lo único que conseguí fue que accediera a compartir el baño. Había dejado en claro que no intentara nada o me echaría fuera y era el esfuerzo más grande que había tenido que hacer, mi cuerpo estaba reaccionando, pero ella parecía ignorarlo, o eso fue al principio ya que después comenzó a jugar, pequeños roces y movimientos incitadores. Cuando intentaba tocarla ella me golpeaba y recordaba que me echaría fuera por lo que no podía más que maldecir.

—Creí que habías dicho que no intentaríamos nada. —gruñí completamente frustrado, viendo como la espuma de su cuerpo desaparecía por el agua que caía por su cuerpo.

—Dije que tú no intentarías nada, mas no que yo no intentaría nada. —sonrió ampliamente, se acerco a mi hasta pegar nuestros cuerpos.
Intente resistirme, pero fue una tarea imposible. Su mirada era provocativa y su deseo se leía en ellos, sus manos vagaron por mi pecho y se levanto de puntillas para rozar mis labios.

—Tenemos un problemita. —le dije al tiempo que la dejaba sentir lo que estaba provocando y ella gimió sonriendo con arrogancia.

—Yo puedo ayudarte a solucionarlo. —una de sus manos que seguía en mi pecho comenzó a bajar y tuve que contener la respiración, cerré los ojos y deje que sus labios tomaran los míos. Era una mujer más peligrosa de lo que me había imaginado.

—Bella…—gemí su nombre y contraje mi abdomen cuando sus dedos rozaron mi miembro erecto.

—Déjamelo a mí. —eche la cabeza hacia tras, el agua golpeo mi rostro y solo escuche una risita antes de que el agua dejara de ser tibia y fuera completamente fría.

— ¡Isabella! —gruñí intentando cerrar la llave pero torpemente abrí toda la caliente al tiempo que bajaba el agua fría y termine quemándome.

—Estaré preparando el almuerzo. —la mire con los ojos entrecerrados y ella me lanzo un beso saliendo del baño dejando que terminara, lo único que podía agradecerle era que la excitación había desaparecido.

Me tome mi tiempo y trate de ignorar el aroma a Fresia que bailaba en el diminuto espacio y que era la razón por la que siempre prefería bañarme después que ella, era un momento en el que podía sentirla cerca sin sentir que mi orgullo se veía en peligro. Ella había traspasado casi todas mis barreras y todas ellas sin siquiera proponérselo.

Salí del baño envuelto con una toalla en la cintura y fui a nuestra habitación en busca de ropa limpia y seca. Cuando entre a la habitación ya estaba recogida y parecía como si nada hubiera sucedido, pero era consciente de que esta habitación ya no la podía ver igual.

Cuando llegue a la cocina la encontré sirviendo las tazas de café, pero me mantuve en silencio observando que llevaba un pequeño short y una de mis playeras que había anudado para que no cubriera sus piernas, el cabello lo llevaba suelto y unos convers que no recordaba haberle visto.

— ¿Se te acabo la ropa limpia? —ella se giro y me sonrió de manera cálida y ya no de esa manera hostil.

—Solo que olvide mi playera en mi habitación. —le ayude a colocar las cosas sobre la mesa y ambos nos acomodamos en nuestros sitios.

Comenzamos a comer en silencio, pero no era un silencio incomodo como muchos otros, este era agradable. En distintas ocasiones deje de comer solo para verla a ella, mas ella mantenía su vista en el plato, parecía que me evitara.

Sintió mi mirada y levanto el rostro. Entrecerré los ojos y ella enarco una ceja.

— ¿Qué?

—Eso es lo que quiero saber, parece que lo que hay en tu plato es mucho más interesante que yo. —proteste y ella soltó una carcajada divertida.

—No sabía que sufrías por falta de atención. —termino su café y se levanto para lavarlos y dejarlos en el escurridor. —Hay pocas cosas en la alacena, deberíamos de ir al supermercado.

—Si deberíamos de ir. —enarco una ceja. — ¿Qué? También debemos ir por provisiones.

— ¡Por dios! ¿Es que no piensas en otra cosa?

Salió murmurando palabras que no lograba entender, cuando termine lave lo que había utilizado y me disponía a subir cuando ella bajaba con un jeans que ocultaba sus lindas piernas, pero que era un poco más ajustado.

Esta vez pedí que me dejara conducir y ella estaba renuente, pero un par de besos la hicieron cambiar de opinión. Había sido un trayecto corto pero la camioneta era un dinosaurio y no sabía como ella podía conducirla con tanta gracia yo había terminado enfadado.

—Mas te vale que no le hagas nada, recuerda que es nuestro único vehículo.

La seguí al interior del supermercado empujando el carrito, la ayude a elegir cada una de las cosas, iba murmurando sobre una pasta cuando vi la farmacia y la lleve hasta ahí, primero me vio extrañada pero después solo se sonrojo, la mujer que estaba detrás del mostrador solo nos vio con una sonrisa en el rostro.

Cuando estábamos esperando para pagar note como el chico de la caja le sonrió, pero en sus ojos se reflejaba que no solo era una sonrisa de amabilidad si no que había algo mas y sentí como mi estomago se contraía y unas ganas estúpidas de golpear a alguien.

— ¿Encontró todo lo que buscaba? —le pregunto recorriendo su cuerpo.

—Sí. —respondí antes que ella en tono acido, al tiempo que la pegaba a mi cuerpo.

— ¿Estas bien? —me pregunto en un susurro acariciando mi mejilla. Antes de que se aparatara e ignorando que estábamos en un lugar público, me adueñe de sus labios dejándole claro a ese chico que Bella era mía y que más valía que no pusiera sus ojos en ella.

—Ahora lo estoy. —le dije con una enorme sonrisa y sin soltarla, le di un beso en la punta de la nariz y mire al chico que me miro furioso.

Durante el camino de regreso a casa ninguno dijo nada, y yo solo venia intentando de encontrar un pensamiento coherente para lo que había hecho, no comprendía porque me había comportado de esa manera y mucho menos sabía que es lo que había sentido y porque me había visto en la necesidad de dejar claro que esa mujer me pertenecía.

La ayude con la mayoría de las bolsas y las deje sobre la encimera. Ella comenzó a poner todo en su lugar y yo me perdí observando cada uno de sus movimientos, como se levantaba en puntillas para colocar las cosas en la estantería más alta.

— ¿Por qué te comportas tan extraño? —sacudí la cabeza y la vi apoyada mirándome fijamente.

— ¿De qué hablas?

—La escena en el supermercado. —me quede en silencio y ella solo suspiro y dijo "déjalo", parecía que ella no quisiera escuchar la respuesta.

La ayude a preparar la comida y más de una vez se burlo de mi por no tener una clara idea de lo que debía de hacer. Pero a comparación del principio ella no se molestaba y solo se reía y trataba de ayudarme para que lo hiciera por mí.

Por primera vez no me importo ver los chismes que había en la televisión. No me importo cuando dijeron que el gran Edward Cullen había estado todo el día a bordo de su yate, mi yate y era un extraño quien lo estaba disfrutando. Pero era más placentero estar con Bella, ella parecía bastante cómoda junto a mí.

— ¿Estas dormida? —le susurre al oído al verla recostada sobre uno de los cojines del sillón. Se removió solo para dejarme en claro que si lo estaba.

La deje descansar por un rato. Cerca de la nueve la desperté para que cenáramos lo que había preparado. Abrió los ojos de manera perezosa y se los tallo como una niña pequeña y se estiro de una manera muy graciosa.

—Vamos preciosa, ya es hora de que despiertes para que cenes. —me miro extrañada. —Te gustara lo que prepare.

— ¿Incendiaste la cocina? —me pregunto divertida levantándose y mirando a la mesita donde estaba nuestra cena y se echo a reír.

— ¿Qué? —proteste indignado

—Eres un encanto. —apretó mi mejilla y tomo el plato con su cereal favorito y comenzó a comerlo.

Una hora después, habíamos registrado que todo estuviera en orden y al igual que la noche anterior la subí en mi hombro.

Ya en la habitación la deje caer sobre el colchón, esta vez no la deje con cuidado. Antes de que protestara me coloque sobre ella y comencé a besarla y acariciarla como sabia que se volvería loca

La ropa no tarda en desaparecer y nuestros cuerpos buscaban la unión que habíamos experimentado con anterioridad. El deseo de ambos estaba en el punto máximo cuando ella se separo abruptamente y antes de que protestara me recordó que aun no me había protegido. A regañadientes me estire para abrir el cajón de mi mesita de noche y lo encontré vacio, me separe de ella y comencé a buscarlos rápidamente pero no estaban.

—Edward. —ronroneo haciéndome enfurecer por mi falta de cuidado y no saber donde había puesto la cajita de preservativos.

Un par de minutos y golpes fue que los encontré, y antes de que ella pudiera decir algo seguí donde nos habíamos quedado, ella nos giro haciéndome quedar debajo de ella y se acomodo para dejar que entrara lentamente en ella. Ambos murmuramos nuestros nombres entre los suaves gemidos y se quedo quieta un segundo, cuando coloque mis manos en su cadera ella apoyo sus manos en mi pecho y comenzó a balancearse, al principio me mantuve con los ojos cerrados solo disfrutando de la sensación, pero al escucharla gemir no me pude contener de abrirlos y el verla me hizo gemir aun más fuerte.

Deslice una de mis manos por su vientre plano subiendo hasta llegar a acariciar las puntas rosadas y endurecidas de sus senos. Gimió aun más fuerte y sus movimientos se hicieron mas rápidos, al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás mordiéndose el labio y dejando que sus uñas se deslizaran por mi pecho haciendo una sensación más placentera.

Coloque mis manos en su cadera para ayudarla a subir y bajar, ella estaba disfrutando y sabia de que manera la haría disfrutar un poco más, deje su cadera y tome sus manos que las lleve hacia mi cabeza obligándola a que su pecho se uniera con el mío, sus labios se pegaron en mi oído donde podía escuchar el maravilloso sonido que salía de ellos, mientras que los míos estaban acariciando su cuello, acomode mis manos en su espalda para evitar que se alejara y comencé a moverme con mayor rapidez aumentando la fricción y el placer.

Fue cuestión de segundos para que ambos alcanzáramos un orgasmo totalmente placentero que me dejo un tanto inconsciente. Cuando mi cuerpo reacciono comencé a moverme y la acomode mejor, bese su hombro y fui hasta su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja que presione con mis labios.

—Mi diosa sexy. —se estremeció ante mis palabras y rio por lo bajo.

—No tengo nada de diosa y mucho menos sexy.

—Estas equivocada preciosa. —la deje bajo mi cuerpo y aparte un par de mechones que se habían pegado en su frente. — Lo eres.

La siguiente semana fue muy buena, nuestra relación iba mejorando, eran pocas la veces que discutíamos, de vez en cuando lo hacíamos cuando hacia algún comentario muy Edward y ella solo murmuraba algo irritada, si alguien nos viera no dudaría que éramos una pareja de verdad.

La salidas con los chicos eran igualmente divertidas y ellos parecían encantados al ver que nuestra relación había mejorado, después de lo que había pasado entre nosotros no era difícil fingir que éramos una pareja, ambos actuábamos de una manera muy real…¿era solo actuación?

Pero fue la segunda semana cuando algo cambio. Cuando nos dirigíamos a nuestra habitación ella se detuvo antes de entrar y me dijo que dormiría en su habitación, sonreí de lado y le dije que esta ya era su habitación, ella negó y señalo la que estaba enfrente. Cuando pregunte la razón ella solo dijo que no podíamos seguir involucrándonos tanto, que debíamos de poner un pequeño limite, que no olvidara que ella me estaba protegiendo y el estar juntos nos ponía en riesgo.

Intente ser paciente y trata de que ella se olvidara de esa estupidez de dormir separados, pero ella se negaba y parecía que entre mas insistía ella mas se alejaba y cada vez me costaba más el soportar que no estuviera junto a mí, había despertado algo extraño que me hacia querer tenerla cerca. Algo había cambiado, pero no sabía que era o aun me negaba a la posibilidad de que ella hubiera despertado ese sentimiento en mí.

La siguiente semana no cambio mucho, mientras estábamos fuera del dormitorio las cosas no eran tan malas, el problema comenzaba cuando quería que estuviéramos juntos, lo hacíamos un par de días a la semana y era un momento en el que ambos nos entregábamos por completo, nunca había pasado algo similar, era desconcertante y al mismo tiempo muy agradable… ¿Me estaba enamorando? Deseche esa pregunta de la misma manera que había llegado.

Era nuestra tercera semana en la que estábamos "juntos" y aun intentaba que regresara a compartir mi habitación, pero ella se negaba, las veces que habíamos pasado juntos ella se había marchado a la suya a mitad de la noche dejándome despertar solo.

Me estaba cansando de esa situación, con lo que ella estaba haciendo, me estaba demostrando lo que muchas chicas sentían cuando despertaban y yo había desaparecido de sus camas a mitad de la noche. Y muchas de ellas las ignoraba cuando las veía después. Bella me estaba enseñando muchas cosas.

Estábamos desayunando en silencio, ella estaba sumergida en sus pensamientos cuando el timbre sonó, nos extraño ya que era muy temprano, la seguí y en la puerta nos encontramos con nuestros amigos los Hale que tenían un par de mochilas junto a ellos.

— ¿Están bien? —pregunto Bella de inmediato un tanto preocupada.

—Si Marie, es solo que nuestra casa está invadida por termitas y la están fumigando. —ella soltó el aire que estaba conteniendo. — ¿Crees que podrían aceptarnos por un par de días?

—Por supuesto. —dije sin darle tiempo a Bella de que contestara, yo veía mi oportunidad de tenerla cerca a mí.

—Muchas gracias. —la abrazo Alice. —Fuimos con Rose y Emmett pero están remodelando y esta todo hecho un desastre y pensamos en ustedes.

—No nos notaran. —dijo Jasper algo avergonzado.

—Para que están los amigos. —palmee su hombro y el sonrió.

Los dejamos pasar y los invitamos a desayunar, pero solo aceptaron un café ya que habían desayunado con Rose y Emmett. Los dejamos mientras decíamos que arreglaríamos la habitación que teníamos.

Entramos a la habitación de Bella y ella cerró la puerta para después colocarse frente a mí y dejar sus manos en su cadera y mirarme enarcando una ceja.

—Te he dicho que hasta enojada te vez linda. —intente tocar su mejilla pero ella aparto mi mano de un manotazo.

— ¿En que estas pensando?

—Solo ayudaba a nuestros amigos y…—la envolví en mis brazos y me incline hasta dejar que mis labios tocaran los suyos. —esto nos permitirá estar más tiempo juntos. Ya no puedes huir de mi Isabella.

Pensé que me golpearía pero en cambio sonrió y envolvió mi cuello con sus brazos. Cada vez que creía que conocía a esta mujer ella me demostraba que no tenía la más mínima idea de que es lo que pasaba por su loca cabecita, pero aun a si la quería.

¿Querer? Me sorprendí al darme cuenta de que la quería. Esa aclaración me hizo sentir como si un peso desapareciera de mis hombros, lo había aceptado y muchas cosas parecían tener sentido: los deseos de tenerla cerca, la sensación de protección y los celos que sentía cuando alguien más la miraba.

— ¿Qué piensas? —me pregunto jugando con el cabello de mi nuca.

No respondí y solo uní nuestros labios por completo. Era la primera vez que me había enamorado y lo había hecho de la mujer equivocada. Ella se dejaba llevar por el deseo y era muy apasionada, pero era obvio que ella no sentía lo mismo por mí, si no, porque insistía en mantenerse alejada.


Gracias por seguir leyendo mis locuras

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