Protegiendo a un playboy: Capítulo 9


Intervención masculina y cambios


Un par de palmaditas en mi espalda me hicieron reaccionar.

—Hay un partido de baseball. Hay que verlo y después comenzamos con los consejos. —cerró la puerta de nuestra casa y se echo a andar hasta llegar al auto de Jasper.


En solo un par de minutos estábamos en la sala de la casa de Jasper, era un lugar con una excelente decoración y que me hacia recordar mi departamento en Nueva York.

Nos acomodamos en los sillones y comenzamos a ver el partido, al principio estaba un tanto aburrido pero no tarde en tomarle el hilo y comenzar a gritar como lo hacían ellos.

El partido había terminado y nosotros continuamos viendo uno de futbol americano mientras comíamos pizza y cerveza, jamás en mi vida se me hubiera ocurrido que un sábado estaría haciendo algo tan normal, pero aquí estaba disfrutando de una tarde sin preocuparme de nada en absoluto.

Aunque me costara admitirlo, me sentía bien el no sentir la carga de todas las obligaciones que mi apellido me otorgaba. Mire el teléfono que descansaba en la mesita junto al sillón que estaba sentado Jasper, era mi oportunidad para comunicarme con el mundo real y salir de todo esto, pero la realidad es que ya no me parecía una gran idea, al fin ya faltaba menos tiempo.

—Ya estas divagando nuevamente—el golpe de un cojín fue lo que me saco de mis cavilaciones— ¿Qué es lo que sucede entre Marie y tú?

—Un pequeño malentendido—quise restarle importancia.

—Desde la cena notamos como ambos parecían algo distantes y en los bolos ella se separo de ti bruscamente, algo que no es normal. — evite mirar a Jasper. — ¿La quieres?

—Es una pregunta tonta no lo crees—conteste con arrogancia.

—No lo es.

Me quede unos segundos en silencio, tome una bocanada de aire para contestar a su pregunta tan absurda, aunque sabia la respuesta debía de mentir.

—Claro que la quiero, de otra manera no me hubiera casado con ella.

—No sé qué es lo que le hiciste, pero la reacción de la noche anterior y su comportamiento durante la cena deja claro que las cosas no andan bien. —Jasper termino su cerveza y me miro entrecerrando los ojos. — ¿La engañaste?

— ¡Claro que no!

—Seria muy estúpido de hacerlo, Marie es una chica linda. —al escuchar la voz de Emmett sentí un nudo en el estomago y una sensación extraña recorrer mi cuerpo.

—Te das cuenta de que la que estás hablando es mi esposa. —gruñí realmente molesto.

—Claro que se que Marie es tu esposa, pero eso no evita que me dé cuenta que es una mujer linda. No se compara con mi Rose, pero debo de admitir que es una mujer con una belleza natural.

—Al menos el comentario de Emmett sirvió para darnos cuenta de que realmente quieres a tu esposa. —me contuve de soltar una carcajada por su deducción tan absurda, yo no quería a Isabella.

—Esta noche hay un baile en el salón del pueblo—mire a ambos chicos— Las chicas están ansiosas de ir, así que supongo que Marie vendrá preparada para asistir.

—¿Así que iremos al baile? — pregunte sabiendo la respuesta, ellos asintieron con una sonrisa.

Acompañe a los chicos a comprar un par de herramientas que Emmett necesitaba para reparar una tubería en su casa, ese detalle me recordó de la única vez que había intentado hacerlo y había provocado un desastre en la cocina, uno que me había permitido apreciar el cuerpo de la mujer que estaba junto a mí.

Durante el trayecto escuchaba como ambos hombres se debatían que es lo mejor que debía de hacer para lograr que Isabella no se apartara de mí, me obligaron a comprar flores y chocolates.

Acompañamos a Emmett al jardín donde comenzó a arreglar una de las llaves sin dejar de dar consejos que me parecían de lo más ridículos, no sabía como un ramo de flores y chocolates me ayudarían con Isabella.

Me sentí absolutamente estúpido al hacer este tipo de cosas, jamás lo había hecho por una mujer; con las que había salido pedían más que un arreglo floral y simples chocolates, pedían cenas en los restaurantes más exclusivos y caros de la ciudad, entrada a los eventos del momento y sobre todo aparecer en la portada de alguna revista de espectáculos.

Fue ahí cuando recordé el día que Isabella me había dicho que yo no sabía lo que era una amistad, que las personas que estaban conmigo eran por conseguir algo. ¿Es que ninguna mujer se había fijado realmente en mi? todas ellas habían estado buscando publicidad y yo estúpidamente se las había dado.

— ¿Nos estas escuchando? —me miro Emmett limpiando sus manos que estaban llenas de una sustancia oscura.

— ¿Decías?

—Debes de hacerle creer que ella tiene el control, hacer lo que a ella le gusta y cumplir un par de sus caprichos. —me guiño un ojo.

—Eso será fácil—dije con aparente seguridad, una de la que carecía. Ellos no tenían idea de que no sabía absolutamente nada de ella, solo conocía que era una agente y que me estaba soportando para poder ascender.

Solté un bufido, no podía creer que después de varias semanas no supiera nada de mi compañera de casa, ¿Pero cuando me había interesado la vida de los demás? Jamás me había preocupado por las personas que trabajaban para mí, y recordando mi trabajo mire mi reloj para comprobar que ya eran cerca de las 5.

Me disculpe con ambos y salí de la casa caminando un par de calles hasta encontrar un teléfono publico. Solo unos segundos una vocecita en mi cabeza me decía que no lo hiciera, que solo provocaría que las cosas se complicaran.

Con el auricular en mi mano recordé todo lo que había sucedido en estas semanas. Como mi vida había cambiado de manera drástica, estaba viviendo una vida que jamás me hubiera podido imaginar. Siempre había estado en un puesto privilegiado, siempre se hacia lo que yo decía y obtenía lo que deseaba, no había limites para mí. Pero todo había cambiado cuando me había convertido en el testigo clave de una investigación.

Había conocido a la agente Swan y lo primero que hice fue descargar mi ira y frustración con ella, la había llamado espantapájaros cuando su aspecto no era tan malo, sabía que no ponía un cuidado excesivo en su apariencia, siempre la había comparado con las mujeres con las que solía salir. Isabella trabajaba en cambio las otras mujeres solo se dedicaban a su apariencia para tratar de atraer a hombres ricos que les siguieran proporcionando sus caprichos y yo me había convertido en uno de los favoritos.

Tantas cosas habían cambiado que me comenzaba a sentir muy extraño, ninguna persona se había atrevido a decir todo lo que ella había dicho. Isabella estaba dejando de ser la persona desagradable que yo había querido que fuera, siempre la estaba atacando para mantenerla alejada de mi, mas había momentos en los que no me había podido resistir a tenerla cerca: la había abrazado y besado, había sobrepasado sus barreras, la primera vez solo había sido para demostrarle que ella no mandaba, que yo era el que tenía el control.

Pero tenía que admitir que todo se me estaba saliendo de las manos, un claro ejemplo había sido la noche anterior: me había logrado convencer de ponerme unos zapatos que no deseaba, me había hecho disfrutar de una noche de bolos y cuando logre una inesperada chuza, no me había contenido y la había tomado en mis brazos para después besarla, sentirla en mis brazos y probar sus labios se estaba convirtiendo en algo… Golpee mi frente con el auricular, no podía seguir pensando en ella, aunque me costara aceptarlo, el estar con ella se estaba convirtiendo en una verdadera prueba de resistencia, cada día me era más difícil disimular el deseo que esa mujer estaba provocando, no lograba entender como esa mujer desaliñada estaba haciendo reaccionar mi cuerpo de esa manera.

No podía seguir junto a ella, ambos buscábamos cosas diferentes, éramos de mundos diferentes y eso no iba a cambiar. Tenía que poner distancia entre ambos. Con el deseo de alejarme de Isabella, marque el teléfono de mi asistente, timbro cinco veces antes de que respondiera.

—¿Andrew? —pregunte.

—Sr. Cullen...

— ¿Qué tal van las cosas? —jugué con el cordón del teléfono mirando a ambos lados procurando que nadie me escuchara, mi asistente me comenzó a ponerme al corriente haciéndome saber que se las estaban arreglando, pero las cosas no marchaban a la perfección, justo cuando iba a hablar note que una mujer se había detenido cerca de mí y sin pensarlo corte la llamada no sin antes decirle que rastreara la llamada.

Regrese a la casa pensando que debía de ser mas especifico con él, si quería salir de este pueblo debía de ponerme nuevamente en contacto con mi asistente y decirle que enviara a alguien por mí.

Me debatí por un momento ya que me podría descubrir fácilmente, pero era más mi deseo de alejarme de la castaña que tenia por "esposa" que me arriesgue a ser descubierto y le pedí la computadora a Emmett que me la presto solo porque mentí diciendo que era para una sorpresa para Marie, aunque en realidad no estaba mintiendo, ella se sorprendería cuando alguien fuera por mí.

Ambos estaban junto a mí lo que me impidió ser claro con lo que escribía, lo mande de manera cifrada esperando que mi asistente fuera listo y comprendiera lo que había pedido, rogaba por no tener que esperar mucho tiempo en este pueblo y cerca de Isabella.

Cerca de las siete me dejaron en casa para que me cambiara para recibir a las chicas que llegarían al salón del pueblo donde sería el baile. Busque entre el montón de ropa hasta encontrar algo decente: un pantalón de vestir oscuro, una camisa de manga larga con los primeros botones abiertos, evite la corbata porque sabía que no era algo muy formal, ¿Qué tan formal podía ser si era en el salón del pueblo?

El sonido de un claxon me indico que la hora había llegado, tome un suéter y salí de la casa donde ya me esperaban los chicos, subí al auto y emprendimos el viaje hacia donde sería el gran baile. Al mirar la vestimenta de mis amigos supe que había acertado. Era extraño decir amigos a unos desconocidos, pero era agradable estar con personas que no esperaban recibir nada a cambio, que solo estaban contigo por que así lo querían.

—Mientras estaba en la regadera tuve una maravillosa idea para que te acerques aun más a Marie, ya tengo todo arreglado. —me miro por el retrovisor con una enorme sonrisa y moviendo las cejas. — En dos semanas nos iremos a acampar al bosque.

— ¿¡Que! —Chillamos Jasper y yo.

— ¿Qué pretendes con eso?

—Quiero casar un oso, además de que Anthony podrá pasar un tiempo con Marie y la protegerá, a ellas les gusta sentirse protegidas.

—No creo que Marie necesite que la protejan, no después de le hizo a Scott. —solté una risita a recordar el incidente de la lavandería y como ese pobre hombre había sido derribado en un par de movimientos, aunque yo sabía perfectamente lo que se sentía, sus compañeros no mentían cuando me había dicho que era peligrosa.

Había muchas personas que no había visto en todo el tiempo que llevaba en el pueblo, algunas mujeres me sonrieron de manera coqueta, respondí la sonrisa con cordialidad, pero dejando claro que no me interesaban.

—No sé como lo haces, pero prácticamente todas las mujeres que pasan junto a nosotros te coquetean. —Dijo Emmett con aparente sorpresa— te pediría un par de consejos, pero mi Rosie es capaz de cortar cierta parte de mi cuerpo que me interesa conservar.

—Ahí están—señalo Jasper, pero yo no las mire porque una chica me había sonreído cuando paso junto a mí.

— ¿Qué dicen? —me gire para ver de que hablaba. Delante de nosotros estaban Alice, Rosalie y una mujer que me resultaba extrañamente familiar.

Me lleve la mano al cabello, al ver lo hermosa que lucia Isabella, el vestido era negro de tirantes delgados, con un escote pronunciado y espalda baja, la fina tela envolvía su cuerpo remarcando curvas que solo había sentido cuando la había tenido contra mi cuerpo.

Mi cuerpo reacciono al instante y solo pude recriminarme y colocar el suéter de manera distraída delante de mí, para cubrir la evidencia del deseo que se había despertado con solo verla.

— ¿No tienes nada que decir Anthony? —pregunto Alice señalando a Isabella que mordía su labio sutilmente y mantenía una ceja levantada intentado parecer serena, pero era obvio que estaba nerviosa.

—Luces estupenda, cariño—me acerque a ella rodeándola con mis brazos y antes de lograr que su cuerpo se uniera al mío, sus manos se posaron en mi pecho para evitar que nuestros cuerpos se acercaran de mas.

—Gracias—dijo en un susurro con voz algo cortante, pero con una sonrisa en los labios para que nuestros amigos no sospecharan.

Emmett fue el que nos pidió entrar, tome la cintura de Isabella y la guie al interior donde de inmediato note como varios hombres la miraban con descaro, fue la razón por la que la pegue mas a mi cuerpo en una clara señal de que Isabella era mía y que nadie tenía derecho a mirarla. Nos detuvimos mientras Alice saludaba a una mujer y para mi sorpresa Isabella me rodeo con sus brazos quedando frente a mí, permitiéndome contemplar su nueva imagen, la de una mujer muy hermosa: el cabello castaño lo llevaba suelto enmarcando su rostro, además del maquillaje que resaltaba sus facciones y cubriendo las pecas que adornaban su nariz… ¿Me había fijado en ese detalle? Aun tenía la sensación de conocer a esta nueva chica, pero era imposible que hubiera estado cerca de una mujer tan hermosa y la dejara escapar.
Se levanto de puntillas acercando sus labios a los míos, dando cierta intimidad al momento, nadie se atrevería a pensar que no había nada entre nosotros.

—Anthony…— murmuro cerca de mis labios.

Deje de respirar y solo trataba de pensar en otra cosa que no fuera ella, su cercanía me estaba alterando de una manera que nunca me había pasado, jamás había perdido el control con una mujer, nunca mi cuerpo me había traicionado como lo estaba haciendo en este momento.

— ¿Hay algo que deba de saber? —esa simple pregunta me hizo tensarme… ¿Cómo podría saber lo que había hecho?, me miro por unos segundos intentando leer lo que estaba pensando, pero me mantuve sereno, no podía dejar que me descubriera —Confió en ti Anthony, no me defraudes.

Sus palabras en las que me había dejado saber que confiaba en mi me hicieron sentir mal, yo la había traicionado, pero era lo mejor para ambos, teníamos que alejarnos, eso lo compensaba.

— ¿Te importo? —pregunte sorprendido,

—Eres mi responsabilidad, si estoy aquí es solo para protegerte— dijo con voz segura dejando claro que solo era trabajo y nada más.

Pero yo ya no me conformaba solo con fingir.





Gracias por seguir leyendo mis locuras

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