Protegiendo a un playboy: Capítulo 11



Campamento


Envolví completamente su cuello entre mis brazos para hacer el beso aun más profundo y sentir como sus manos estaban desabrochando la molesta prenda que le impedía tener acceso total a mis senos.


Mi cuerpo ardía y solo sentía un cosquilleo en cada parte que el tocaba, eche mi cabeza hacia atrás permitiéndole acceso completo a mi cuello que comenzó a besar y suavemente a mordisquear lo que provoco que un gemido se escapara de mis labios. Estaba desabrochando el nudo detrás de mi cuello cuando un golpeteo en la puerta nos hizo gruñir a ambos.

—Es caso una broma—me dijo completamente frustrado.

Un nuevo par de golpes y una sombra asomándose por la ventana lateral nos indico que debíamos de salir a ver quién era. Lo aparte de mi sintiendo un vacio que me extraño, pero que decidí ignorar.

—Ya voy—grite cuando golpearon la puerta otra vez, encendí la luz y me acomode rápidamente la ropa, pero antes de que yo saliera fue Edward el que abrió la puerta solo mostrando una parte de su cuerpo.

—Hola Jessica. —la salude asomándome por un lado de Edward pero cubriéndome con su cuerpo.

—Hace unas horas trajeron esto para ustedes, y lo dejaron en nuestra casa ya que era importante. —extendí la mano y recibí el sobre y comprobé que siguiera sellado.

—Muchas gracias. —corto Edward en una clara despedida.

Pero contrario a lo que esperábamos, Jessica comenzó a platicar ignorando la voz cansina de Edward y la manera en que comenzó a pasar su peso de un pie a otro.

—Veo que se hicieron amigos de los Hale y los McCarthy. Son algo extraños. —termino en un susurro.

—Creo que por eso nos llevamos tan bien. —dije algo molesta.

—Son agradables y no son los típicos chismosos del pueblo, con ellos se puede hablar sabiendo que no se lo contaran a todo el pueblo. —me mordí la lengua ante las palabras de Edward y la cara de la mujer que había comprendido que lo decía por ella y su esposo.

Se asomo por un pequeño espacio que había entre nosotros y note como su boca se formaba una pequeña "o", seguí su mirada y compruebe el desastre que había en el pasillo y lo que dejaba claro lo que habíamos estado por hacer. Nos miro de arriba abajo y sin esperarlo sentí mis mejillas arder, enarco una ceja y me lanzo una mirada de complicidad. Edward tomo una de mis manos y se la llevo a los labios provocando un enorme escalofrió.

—Lo lamento, no sabía que había interrumpido algo. —se disculpo sin dejar de mirarnos.

—Lo hiciste y si nos disculpas es tarde. Buenas noches. —corto Edward empujándome hacia adentro y cerrándole la puerta en las narices a la mujer.

Se quedo unos minutos de pie detrás de la puerta y después se asomo por la ventana para ver que nuestra vecina se hubiera alejado.

—Se fue. ¿Dónde nos quedamos? — dio un paso hacia mí y yo di tres más para alejarme. — ¿Qué sucede?

—Esto está mal. —mire el sobre en mis manos, había estado a punto de cometer una estupidez y aunque Jessica fuera una entrometida en este momento se lo agradecía, había interrumpido justo en el momento adecuado.

—Es lo que ambos queremos. —negué con la cabeza. —No me digas que estabas fingiendo porque es obvio que no lo hacías, tú me deseas de la misma manera.

—No lo hago, solo me deje llevar por el momento. Pero no volverá a ocurrir, este es mi trabajo y no puedo arriesgarme a perderlo por una estúpida noche. —el parecía sorprendido de mis palabras, apretó lo puños.

—Como tú quieras, me daré un baño. —asentí haciéndome a un lado y dejando que fuera rumbo a las escaleras, apenas había tocado el primer escalo cuando se giro. —Puede que quieras engañarte a ti misma diciendo que no lo quieres, pero tu cuerpo dice lo contrario.

Me lleve las manos a mis senos y el sonrió de lado para después desaparecer.

Esa noche cenamos separados y nos mantuvimos lejos, pero me mantenía al tanto de que no hiciera alguna estupidez, cuando se fue a la cama yo me quede en la cocina y abrí el sobre que me habían enviado, entro había otro sobre en el cual distinguí la letra de Demetri, era solo informes de rutina y un par de mails de mi madre que comenzaba a ponerse paranoica por no tener noticias mías.

El resto de la semana transcurrió sin mayores incidentes, el ambiente era pesado. Hacíamos las comidas juntos pero apenas nos hablábamos y eso no sería bueno para el campamento donde debíamos de comportarnos como dos enamorados. Agradecí la llamada del miércoles de Emmett en el que se disculpaba por tener que retrasar los planes un par de semanas, pero lo habían llamado de un equipo de futbol americano para hacer las pruebas. Nadie lo culpaba, el era un hombre que añoraba ser un jugador profesional pero por motivos desconocidos había terminado dando clase de deporte en la preparatoria.

Cuando se lo dije a Edward pareció no importarle porque solo se encogió de hombros y se encerró en su habitación. Las chicas estaba emocionadas por pasar unas semanas en Chicago y yo las envidie un poco por estar en la ciudad mientras debía de permanecer junto a Edward. Yo había crecido en un pueblo en Montana, más específicamente en Harlowton, mis abuelos tenían una granja que mis padres habían heredado; había salido de un pueblo a la gran ciudad y es por eso que me era tan sencillo adaptarme a estar en Forks, estar aquí, era casi como estar en mi casa. Extrañaba mi casa pero sobre todo a mis padres, iba a visitarlos cada vacaciones, pero pare ellos no era suficiente.

Me quede sentada en el sillón donde estaba y me perdí en mis recuerdos. Cuando era pequeña ayudaba a mi madre a cuidar de algunos de los animales más pequeños, pero cuando tuve la edad necesaria ayudaba a mi padre con los caballos y ahí seguía mi caballo el que me había regalado cuando cumplí dieciséis, era blanco por lo que lo había llamado copito. Echaba de menos mi hogar y, no entendía porque comenzaba a recordar y sentirme nostálgica, eso no me había sucedido, esto es lo que yo había elegido aun cuando mi madre se había opuesto por el peligro al que me enfrentaba.

Llame a Demetri para pedir la autorización de llamar a mis padres y cuando me dijo que no había problema, que además serviría para que mi madre dejara de acosar a Jake no espere nada para marcar el numero y apenas había timbrado un par de veces cuando escuche la voz inconfundible de mi padre.

—Swan reportándose. —le dije con voz dulce y el soltó una carcajada.

—Es bueno tener noticias tuyas Bells, tu madre esta algo histérica pensando que es lo que estás haciendo aho…

— ¿Dónde demonios te has metido Isabella Marie Swan? —tuve que apartar el móvil unos centímetros ya que mi madre lo había gritado y solo escuchaba a mi padre decirle "la dejaras sorda"

—Trabajo. —dije con simpleza

—Pero en donde, tu compañero Jacob no ha querido decir absolutamente nada. —negué moviendo la cabeza, mi madre no entendía cuando le decían que era una misión secreta.

—Es algo importante que me ayudara a subir de rango.

—Te expones demasiado—repitió por milésima vez.

—No tienes de que preocuparte, no es algo riesgoso. —mentí y note que ya no estaba sola, Edward estaba mirándome.

—Eso lo he escuchado tantas veces, la vez que terminaste con una pierna fracturada dijiste eso, cuando estabas hospitalizada y cuando un auto estuvo por atropellarte. —rodé los ojos y golpee mi frente con mi mano.

—Esta vez es diferente mamá, te aseguro que todo saldrá bien y cuando termine podremos ir de vacaciones. —soltó un resoplido y solo murmuro eso estaría bien.

Hablamos unos minutos más y al final tuve que despedirme. Cuando busque a Edward este ya se había marchado a su habitación y lo escuchaba mover cosas, solo esperaba que no planeara alguna locura.

Esa semana no tuvo cambio alguno, y la siguiente fue un poco mejor, ya comenzaba a hablarme o más bien era a criticarme como usualmente lo hacía y como siempre yo lo ignoraba.

Pero el comienzo de la siguiente semana hubo un cambio radical, Edward se había levantado temprano a preparar el almuerzo y me ayudaba con las tareas de la casa, no protesto cuando tuvimos que ir a la lavandería ni al supermercado, me ayudo empujando el carrito y eligió algunas de las cosas que yo prefería lo que me sorprendió y cuando salíamos el cargo con la mayoría de las bolsas dejándome solo unas cuantas que eran muy livianas.

Pero fue el miércoles que me dio un susto de muerta, me había metido a bañar al medio día ya que él me había ganado la ducha por la mañana y cuando salí no lo vi por ningún lado, al ver por la ventana estaba arreglando de nueva cuenta el césped, pero lo que más me sorprendió fue encontrarme en mi habitación un ramo de tulipanes blancos, el había recordado cuales eran mis flores favoritas y me las había regalado sin motivo alguno, lo que lo hacía parecer aun mas sospechoso.

— ¿Puedo saber por qué? —le pregunte mostrándole las flores que permanecían en una de mis manos.

—Recordé que son tus favoritas. —dijo con simpleza, acaricio mi mejilla lo que me hizo contener la respiración. — No podemos seguir como las últimas dos semanas.

— ¿Dónde las conseguiste? —pregunte seriamente.

—Se las pedí a nuestra vecina que iba a Port Angeles. Le dije que era una sorpresa y accedió encantada de ayudar.

El resto de la semana se mostro más amable y continuo mostrando a un Edward que apostaba era un desconocido para muchos, pero que no era tan irritante y egocéntrico como el que siempre pretendía ser.

Deje de estar tan a la defensiva y desconfiar de él, comencé a tratarlo con mas amabilidad y el ambiente cambio drásticamente, paso de estar siempre en silencio a escucharse nuestras risas y peleas fingidas, mas aun me mantenía guardando nuestras distancias.

El lunes de la siguiente semana recibimos la sorpresa de que nuestros amigos habían vuelto y el campamento sería el fin de semana, por lo que nos pusimos de acuerdo en que llevaríamos.

El martes recibí una llamada de Demetri que me pedía una explicación por el gasto que había en la tarjeta de crédito que me habían dado para víveres y alguna emergencia y que era la que había tenido que utilizar para comprar la ropa con las chicas.

—Fue un gasto de emergencia. —le dije en voz baja.

—Es de tiendas de ropa, de un spa y un salón de belleza. —gruño molesto.

—No tuve más opción que hacerlo—golpee el piso con el pie, no podía decirle que me había marchado sola sin Edward porque eso lo haría enfurecer de verdad. —Se que esos gastos no estaban contemplados…

Alguien me quito el móvil de la mano y mire como Edward escuchaba atento lo que estaba diciendo Demetri y cuando este término.

—Si el problema es el dinero que gasto la agente Swan, solo llama a mi asistente o a mis padres y dales el monto a pagar y te aseguro que recuperaras tu dinero, no es como si gastara una fortuna. —hablo con frialdad, yo me quede perpleja y cuando me paso el móvil comprobé que Demetri se había quedado mudo.

— ¿Sigues ahí? —le pregunte después de que Edward saliera de la cocina.

— ¿Qué le has hecho? Jamás hubiera esperado que Edward se ofreciera a pagar los gastos de la tarjeta.

—Te aseguro que ni yo lo esperaba.

El miércoles por la tarde fuimos de compras para estar preparados para nuestro maravilloso campamento.

— ¿Estas seguro de ir? —pregunte mientras lanzaba una bolsa de malvaviscos al cochecito que Edward empujaba.

—Sera divertido, ¿Qué puede salir mal? —se encogió de hombros y siguió caminando, no sabía porque su tranquilidad me hacía sentirme nerviosa, pero confiaba en él.

El jueves por la mañana estaba preparando el desayuno cuando mi teléfono comenzó a timbrar, respondí al tiempo que seguía picando un poco de fruta.

— ¿Está todo bien? —le pregunte a Demetri que parecía algo molesto.

— ¿Por qué lo preguntas? —contraataco al tiempo que escuchaba algo estrellarse.

—Tu tono es cortante, tu voz es áspera y contestas con una pregunta. —le dije al tiempo que comenzaba a jugar con el cuchillo.

—Me conoces mejor de lo que esperaba—soltó un resoplido—Algunos de nuestros hombres siguieron a Alec hasta Londres y parece que se dirigía a Atenas, pero alguien lo llamo y en lugar de abordar su vuelo regreso a New york. Lo estuvieron siguiendo en la ciudad y ayer lo perdieron, lo hemos buscado pero se ha esfumado.

— ¿Qué fue lo que dijiste? —pregunte temerosa con un poco de miedo. —Pero porque no me lo dijiste antes.

—Fue muy listo y se les perdió en un restaurante. —golpe la mesa con el puño y mi corazón comenzó a latir apresuradamente. — seguiremos buscando rastros, quiero que tengas mucho cuidado y cualquier cosa llámanos.

—Así lo hare. —corte la llamada.

— ¿Que sucede? —me gire para ver a Edward mirándome a solo unos pasos, estaba segura que había escuchado parte de la conversación.

—Han perdido el rastro de Alec, lo siguieron hasta Londres y al parecer iba a volar a Atenas, pero recibió una llamada y regreso a New York. —le dije rápidamente

—No creo que debamos preocuparnos. —me sorprendió que se mantuviera tranquilo, cuando un asesino tan letal como Alec estaba detrás de él.

—Lo perdieron ayer por la noche y no saben dónde está. —me lleve las manos al rostro.

—Me portare bien—prometió al tiempo que acariciaba mi mejilla. —mejor desayunemos que muero de hambre.

EPOV

El día en la playa había sido algo diferente, Isabella me había dejado sin habla al verla con ese diminuto bikini, la manera en que había respondido a mi beso y como era obvio que ella me deseaba de la misma manera que yo lo hacía, cuando me coloque detrás ella mientras leía solo me maravillaba por lo hermosa que era, tenía una apariencia dura e impenetrable, pero era una chica romántica. El atardecer había sido el mejor que había tenido en mi vida, el estar con ella y nuestros nuevos amigos me demostraba que no hacía falta gastar tanto dinero para poder disfrutar de un maravilloso momento. Lo mejor fue cuando de regreso a casa se acurruco en mis brazos y se quedo profundamente dormida. Apoye mi barbilla en su coronilla y no pude evitar imaginarme lo que sería pasar con ella una noche.

Recordé la noche en que nos habíamos conocido en aquel bar, había comenzado a flirtear con ella y con solo un par de palabras había descubierto que ella era diferente, tenía una especie de imán que me estaba atrayendo y me gritaba que la llevara conmigo a pasar la noche, pero apareció la nueva modelo con la que había quedado hace unas semanas y por causa de su trabajo no habíamos podido coincidir y tenía que aprovechar que estaba en la ciudad. Sin pensarlo me aleje de la hermosa castaña y fui junto a la pelirroja que apenas me vio comenzó a prestarme atención y hablar de cosas superficiales, fue el momento que me di cuenta de que ella no valía la pena y volví hacia la barra para encontrar que se había marchado, le pregunte al barman que me vio sorprendido, cuando me gire hacia donde me había señalado a sus amigos estos ya no estaban en su lugar había otros más grandes, por dejarme guiar por las apariencias había perdido a una chica de verdad y no solo una cara bonita, lo peor es que era muy difícil que la encontrara de nuevo.

Salí de mis cavilaciones cuando ella se removió y su mano se apoyo en mi muslo haciéndome contener el aire, esta chica me volvería loco, hasta dormida hacia que mi autocontrol flaqueara, con disimulo aparte su mano y a los pocos minutos los chicos parecían encantados de que las cosas parecieran ir mejor entre nosotros.

Cuando entramos a nuestra casa no pude contenerme y la tome en mis brazos con mas brusquedad de la habitual, pero estaba desesperado, quería tenerla solo para mi, que ella se diera cuenta de la manera que me afectaba. Pero me sorprendió que ella no se intentara apartar y al contrario pareciera dispuesta a continuar con lo que prometía ser una larga noche.

Pero nada es perfecto y nuestro encuentro se vio interrumpido por la vecina entrometida que tardo mucho en marcharse y cuando lo hizo Isabella ya no quiso continuar. Me frustraba que en un momento fuera una mujer apasionada y unos segundos después se convirtiera en una niña temerosa como si hiciera algo malo. Mi cuerpo aun añoraba sentir su calor, pero había vuelto a su faceta rígida que no permitiría que me le acercara, se escondía detrás de su trabajo pero era más que obvio que ella también moría por disfrutar de una noche junto a mí. Moría por estar con ella y compartir más de lo que estábamos compartiendo hasta ahora.

Estaba furioso y frustrado, si ella no quería nada conmigo no la obligaría y me mantendría alejado de ella. Al principio no fue nada difícil, pero bastaron unos días para que comenzara a cansarme, extrañaba sus platicas y el poder oler su shampoo a Fresia y sentir la suavidad de su piel. Comencé a hablarle de nuevo con mis comentarios sarcásticos y como siempre lo hacía, pero no notaba un solo cambio y fue por lo que opte otra técnica.

Comencé a ayudarla con las labores, no me quejaba cuando íbamos a la lavandería o al supermercado, corte el césped de nuevo y agradecí cuando Jessica me llevo el ramo de tulipanes que sabia le gustarían, los deje sobre su cama mientras se duchaba y espere a que ella bajara y antes de agradecer parecía desconcertada por lo que estaba haciendo. Me alegre de que este comportamiento ayudara, ella comenzó a dejar caer sus barreras y me permitió acercarme nuevamente, pero aun evitaba estar demasiado cerca de mí lo que entendía y no la presionaría.

Me alegre cuando los chicos volvieron, no pensé que los echaría tanto de menos. Estaba ansioso por acampar, sería la primera vez que lo haría.

El martes presencie una pequeña discusión de Isabella con su jefe que al parecer le reclamaba por el gasto que había hecho en Port Angeles con las chicas, el podía tomarlo como algo malo, pero era porque él no había visto lo hermosa que se veía, así que sin pensarlo le quite el móvil y le deje claro que pagaría por los gasto de Isabella lo que pareció sorprenderlo y a Isabella también ya que parecía no creer lo que había ocurrido, le entregue el teléfono y me marche. El miércoles acompañe a Isabella a comparar las cosas para nuestra grandiosa aventura y ella no parecía muy segura, quería demostrarle que no era ese hombre millonario mimado que ella creía, que se diera cuenta de que podía ser un hombre como cualquier otro y que ya no me daba miedo el hacer cosas que nunca había hecho.

Lo que no me esperaba era la llamada del jueves que intente dejar no me afectara, Alec se les había escapado y todo parecía indicar que el culpable era yo, había hablado con mi asistente sin pensar que alguien me traicionara. Pero podía ser una coincidencia, Andrew no sería capaz de venderme, era un hombre leal.

El sábado llego y poco antes de medio día Emmett paso por nosotros en su Jeep que era el vehículo más apropiado para llegar hasta el sitio donde pasaríamos la noche, condujo un rato por la autopista y después se salió por un camino de asfalto internándose en el bosque hasta dejarlo en una zona regular, tomamos las cosas y caminamos por un largo rato hasta llegar a un pequeño claro que sería nuestro lugar.

Dejamos que las chicas de lado y nos dispusimos a armar las tiendas de campaña, leí rápidamente las instrucciones y comencé a armarla, pero era más difícil de lo que esperaba, mire a los chicos que no estaban mejor que yo.

— ¿Quieres ayuda? —se ofreció Isabella

—Yo puedo. —ella enarco una ceja. —Es en serio.

Media hora más tarde aun estaba donde mismo y una hora más tarde comenzó a insistir y le dije que me dejara pero siguió insistiendo hasta que con los demás chicos les pedimos que nos dejaran hacer nuestro trabajo. Tenía que demostrarle que podía hacerlo, era simple.

—Ya vas aceptar mi ayuda. —repitió por decima vez y yo me negué mientras seguía intentando armar la tienda.

—Puedo hacerlo. —proteste sin mirarla.

—Esta al revés. — me dijo antes de dar media vuelta.

—Ya lo sabía. —le grite y ella soltó una carcajada.

Sin saber como lo hice quedo lista, mire con superioridad a los chicos que seguían por la mitad, la toque y esta se cayó.

—Déjame ayudarte, no quiero dormir fuera de la tienda. —bufe y acepte la ayuda de Bella que en cuestión de minutos la levanto y esta quedo firme y lista para ser utilizada.

—No sé porque quieren impresionar si saben que al final Rose las terminara armando. —chillo Alice mirando a los dos hombres que aceptaron con desgana.

Juntamos maderas y las dejamos listas para la noche. Emmett anuncio que iríamos a cazar nuestro oso lo que me causo un poco de temor, podía que él estuviera acostumbrado pero yo no.

—Anthony…—una pequeña mano se cerró sobre la mía, me incline un poco hasta quedar a su altura y levante su rostro para que me mirara. —Ten cuidado.

—Lo tendré, cariño. —sin poder contenerme le di un beso en los labios y ella sonrió en lugar de abofetearme como lo esperaba.

—Sabes a lo que me refiero. —dijo en un susurro.

—Yo estaría más preocupado por el oso. —le dije acariciando su labio con mi pulgar. Rodo los ojos y me dejo marchar.

Habíamos caminado bajando por una empinada cuesta y más de una vez habíamos resbalado, lo ms divertido fue cuando Jasper resbalo y se llevo a Emmett, yo me había reído y por hacerlo perdí el equilibrio cayendo junto a ellos. Vimos a un oso y lo seguimos pero este se enfureció y Emmett en lugar de usar su arma se echo a correr y nosotros detrás de él, nos trepamos a un árbol y ahí perdimos cerca de dos horas, no podíamos bajar por que el oso estaba esperando por nosotros, aprovechamos ese tiempo para conversar de cómo les había ido en la ciudad y cada cosa que me decían me hacia recordar porque echaba de menos a ciudad, pero no pude evitar recordar los días con Isabella y en definitiva me quedaba con Isabella, no cambiaria esos días con ella. Al final algo llamo su atención y nos dejo libres de marcharnos.

Jasper y yo quisimos matarlo cuando sugirió buscar otro oso pero esta vez más pequeño, de sitio de su plan al intentar cazar al oso que alcanzo a huir y finalmente siguió a una liebre que fue más rápida que él y lo llevo directamente donde había un charco de lodo donde resbalo y se lleno completamente, pero el reírnos no fue tan bueno ya que tomo represalias y los tres terminamos cubiertos de pies a cabeza.

Cuando regresamos al campamento las chicas estaban cocinando algo sobre el fuego lo que nos sorprendió.

— ¿Pero que les sucedió? —pregunto Alice conteniendo las ganas de reír, cosa que no soportaron mucho ya que las tres estallaron en carcajadas.

—Ni te atrevas. —Isabella se pudo de pie apartándose al notar que pretendía abrazarla y mancharla de lodo.

Nos enviaron a lavarnos al lago que estaba a un par de kilómetros, protestamos pero no tuvimos más opción que hacerlo de lo contrario no comeríamos y no dormiríamos dentro de las tiendas. El agua estaba completamente helada y nos tuvimos que aguantar las ganas de gritar, solo dejamos escapar un par de frases altisonantes, cuando regresamos estábamos muertos de frio y nos sentamos junto al fuego importándonos poco que apenas fueran las seis.

—Solo espero que no te de una pulmonía. —me susurro al oído al tiempo que dejaba una mantita sobre mis hombros.

—Soy fuerte. —respondí al tiempo que un escalofrió recorría mi cuerpo.

Comimos la comida que las chicas habían preparado y charlamos de lo que había sucedido en nuestro momento de caza.

—Entonces el oso se levanto en dos patas y nos iba a atacar, yo lo apunte con mi rifle…—rodé los ojos ante la historia de Emmett, él había sido el primero en correr.

—Que aventura. —sonrió Isabella mirándome. —Pero como explican el lodo.

—El oso no persiguió y fuimos más astutos y lo perdimos, pero caímos en un charco de lodo. —contesto Emmett.

—Después te contare la verdadera historia. —le susurre al tiempo que pasaba uno de mis brazos sobre sus hombros y la acercaba a mi cuerpo.

—Se que será divertida. —me dijo al tiempo que acomodaba su cabeza en mi hombro y una de sus manos sobre mis piernas lo que mando una corriente a todo mi cuerpo pero más especialmente en cierta sección que comenzaba a endurecerse.

La noche llego y era más fría de lo que esperaba, pero habíamos traído ropa abrigadora y con el calor del fuego no se sentía tanto, lo único que me erizaba un poco la piel eran los ruidos provenientes de entre los árboles.

Estábamos asando salchichas y bombones mientras escuchábamos a Emmett hablar de las pruebas que había realizado.

—No entiendo porque no si lo que querías era ser jugador profesional terminaste como profesor de deporte. —le dije a Emmett que levanto la mirada.

—Esperaba conseguir una buena beca, pero mi padre se las arreglo para que no lo hiciera, hizo que alteraran algunas de mis calificaciones lo que me saco de las listas y por lo tanto ya no pude hacerlo. —dijo con tristeza y Rose solo apretó su mano.

— ¿Por qué haría algo como eso? —pregunto Isabella aparentemente dolida.

—Siempre fue un hombre muy manipulador, al ser su único hijo deseaba que me convirtiera en abogado como él, pero mi vida está en el deporte. —Se encogió de hombros— comencé a estudiar leyes pero no me gusto y abandone la universidad, comencé como ayudante en una escuela y a los dos años me dieron una plaza aquí en Forks donde conocí a Rosalie.

— ¿Sabían que Jasper conoció a Alice siendo mesera en Port Angeles? —ambos negamos.

—Lo que me llamo la atención fue ver como dejaba a un tipo en su lugar, se había querido propasar con ella y se había defendido sin darme tiempo a ayudarla. —murmuro Jasper divertido. —Admito que después me dio un poco de miedo acercármele, pero no fue tan malo y finalmente aquí estamos.

—Creo que Alice no es la única chica que sabe defenderse, Scott puede decir que Marie sabe hacerlo a la perfección. —Emmett soltó una carcajada que fue seguida por los demás haciendo que un leve sonrojo cubriera las mejillas de Isabella.

—Nosotros sabemos que se conocieron en el trabajo, ¿fue ahí donde comenzaron a salir? —pregunto Alice haciendo que todas las miradas se posaran en nosotros, apreté la mano de ella que me miro.

—Ella estaba de temporal y fue ahí donde la conocí, pero no donde la invite a salir. Al principio me porte como un patán, estaba acostumbrado a que las chicas me hablaran e intentaran algo mas, pero Marie fue diferente, desde la primera vez que hablamos supe que ella valía la pena pero por estúpido deje escapar una muy buena oportunidad. —entrelace nuestros dedos y me lleve su mano a mis labios. — Cuando me di cuenta de que quería conocerla mejor fui a buscarla donde siempre la había visto y para mi sorpresa ella ya se había marchado.

— ¿Pero como la encontraste? —mire a las chicas que estaban atentas.

—Hable con el encargado de recursos humanos e intente que me diera una dirección o número de teléfono, al principio se negaba porque no es ético, pero me debía un favor así que me lo dio y fue un par de semanas lo que me tomo armarme de valor e ir a su departamento, me la encontré en la calle y comencé a hablarle, ella se sorprendió pero acepto salir conmigo. — finalice guiñándole un ojo a Isabella que sonreía pero su mirada estaba completamente confusa.

—Que linda historia… ahora a comer. —rodé los ojos ante el comentario de Emmett que había roto la burbuja en que nos encontrábamos, pero ella sonrió dulcemente.

Contamos historias de terror mientras comíamos las cosas que no eran para nada saludables, pero que estaban deliciosas, Jasper miro su reloj y anuncio que eran cerca de las 2 de la mañana por lo que decidimos marcharnos a nuestras tiendas.

Deje que Isabella entrara antes que yo y cuando estuve dentro cerré para evitar que el frio entrara.

—Ese es tu saco de dormir—me señalo uno verde mientras que ella se metía dentro de uno rosa.

—Te dije que no sería tan malo. —me metí en mi saco y me acomode de lado para mirarla, en su mirada se reflejaba la preocupación. — ¿Qué te preocupa?

—No sé si fue buena idea el venir, con Alec suelto es muy arriesgado y aquí serias presa fácil.

—Puede que sea una coincidencia, además no creo que dé con nosotros.

—Alec no es un hombre que hay que tomarse a la ligera, es un asesino muy bueno y sabe como cubrir la evidencia que lo puedan incriminar, es por eso que no lo hemos capturado. —se removió intranquila. —será mejor que duermas.

— ¿Y tú? —pregunte ya que solo se había referido a mí.

—También lo hare.

— ¿Y quién me protegerá? —rodo los ojos y sonrió divertida.

—Me mantengo alerta, fui bien entrenada. —se giro dándome la espalda y así nos quedamos un largo rato, la tienda se movía por el viento que estaba haciendo, me debatí un momento y decidí arriesgarme a que me gritara o me golpeara.
Salí de mi saco de dormir y lentamente abrí el de ella pero de atoro lo que me hizo gruñir.

— ¿Qué crees que haces? —me pregunto en un susurro mirándome fijamente.

—Es obvio no lo crees. — hale más fuerte y este cedió, espere un segundo a que me dijera que no lo hiciera pero jamás lo dijo, así que entre junto a ella. — así es más fácil que nos mantengamos calientes.

—Sabes que no está bien. —me dijo en un susurro completamente avergonzada. —No…

—Quiero que sepas que lo del bar…—note como se tensaba y le di un beso cerca de los labios que la hizo dejar sin respirar. —Soy consciente de que me odias por lo que hice y no tengo manera de disculparme por mi comportamiento. Como tú lo has dicho tantas veces, estoy acostumbrado a que las chicas hagan lo que yo quiero, ese día creí que ella sería mejor y no me importo dejarte, pero solo unos minutos después me di cuenta de que con quien quería estar eras tú.

—Deja de mentir. —me empujo con sus manos, pero no me aparte.

—Contigo platique durante varios minutos y ha sido la plática más interesante y verdadera que he tenido, todas acostumbran a hablar de cosas superficiales como si no tuviera bastante con mi vida. Volví a la barra para ver si estabas ahí, le pregunte al barman y él me miro como si estuviera loco mas no me importo y recordé que no ibas sola, pero todos se habían marchado, me lamente por no saber tu nombre ni nada que me diera una pista de donde encontrarte. — me acomode sobre de ella haciéndola gemir suavemente. — la primera vez que te vi estaba furioso y es por eso que dije todas esas cosas. Siento lo de espantapájaros.

—Se que no soy la más hermosa, pero me dolió que me dijeras eso.

—Eres hermosa, solo que te ocultas en una fea vestimenta y un peinado que no permite apreciarte en realidad. Cuando las chicas hicieron el cambio no recordaba quien eras, pensé que estaba alucinando porque era imposible que te hubiera visto y fue cuando te recordé y me molesto que no me lo dijeras, porque tu si sabias quien era yo.

—No tenia caso. —se encogió de hombros.

—No soy tan malo—le dije al tiempo que me acercaba a sus labios y ella no se movió.

Nuestros labios entraron en contacto y deje que fluyera de manera lenta, no quería apresurar las cosas, me estaba tomando el tiempo para disfrutar de esa agradable sensación, del calor que desprendía su cuerpo y la manera en que parecía amoldarse al mío sin ningún problema.

—No…

—Sí. —dije al tiempo que me giraba para ser yo el que quedara sobre el duro suelo y no ella, la acomode sobre mi y justo en ese momento sentí como algo se encajaba en mi espalda lo que me hizo soltar una maldición, ella soltó una risita y pego su rostro a mi pecho.

—Sabes que no está bien. —repitió pero no se apartaba de mi.

—Solo déjate llevar. —le dije olvidando hacerlo en un susurro como habíamos estado hablando durante todo el rato.

—Podemos escucharlos. —ambos reímos al escuchar la voz de Emmett que había interrumpido en el peor momento.

Me dio un beso y me hizo regresar a mi bolsa de dormir, pero esta vez estábamos más juntos.

A la mañana siguiente nos despertamos al escuchar a Rose gritar, salimos y la vimos sentada en el suelo apretándose el estomago de tanto reír. Un zorrillo había entrado a su tienda y habían alcanzado a salír justo a tiempo, pero Emmett se había olvidado de ponerse los pantaloncillos y llevaba unos calzoncillos de ositos.

— ¿Qué? —nos dijo un poco sonrojado. —son calientitos.

—Solo vístete. —le dije al tiempo que entrabamos a nuestra tienda dejando que el grandulón se vistiera.

Le di un beso en los labios que ella acepto sin una sola protesta, pero que debió de terminar antes de que nos encontráramos en problemas.

Desayunamos huevos que Alice preparo y café. Durante el desayuno hablamos de lo que ellas hacían, yo pensaba que eran simples amas de casa, pero no era así, ambas tenían una pequeña empresa de decoración de interiores en Port Angeles, pero aun era muy pequeña porque era poco el trabajo que podían hacer. Añoraban ir a la ciudad y abrir su negocio ahí donde sabían podía triunfar, con solo ver sus casas era obvio que lo harían, pero era la falta de recursos lo que les impedía cumplir su sueño.

Después del desayuno fuimos con las chicas a caminar por los alrededores, yo mantenía mis dedos entrelazados con los de ella, la ayudaba a que no resbalara, pero en más de una ocasión tropezó, lo que ocasionaba que soltáramos una risita ahogada. Emmett de nueva cuenta cayó en un charco de lodo y se encargo de que todos termináramos cubiertos, Isabella se aparto y pensé que huía de no terminar toda cubierta, me estaba riendo de la manera en que había caído nuevamente Emmett al ser empujado por su rubia esposa y para evitar la caída se había sostenido de Jasper que resbalo junto con él y por poco se abrían llevado a Alice, pero ella se alcanzo a apartar, me tomaba el estomago de la risa cuando una manos lleno mi rostro de la asquerosa sustancia.

— ¿Te parece gracioso? —ella asintió y se echo a correr apenas noto que hundía la mano en el lodo. —Prepárate.

—No lo hagas. —corría mientras reía, pero no era más rápida que yo así que la alcance rápidamente y la alcance a capturar antes de que diera contra el suelo.

—Gra…—si frase quedo inconclusa cuando sintió mi mano en su rostro y cabello.

— ¡Es asqueroso! —chillo aun riéndose.

Regresamos con nuestros amigos que estábamos completamente llenos y solo había algo por hacer y que sabia a las chicas no les gustaría, tendríamos que ir a lavarnos al lago y el agua estaba helada.

Las chicas fueron las que más se quejaron, pero lo tuvieron que hacer, cuando íbamos de regreso íbamos en silencio y solo se escuchaba a las chicas murmurar que iban a matar a Emmett, en cambio a Isabella le castañeaban los dientes y no paraba de frotarse los brazos con sus manos intentando darse un poco de calor.

Cuando llegamos a nuestras tiendas, buscamos algo para calentarnos y ellas una muda de ropa, me quede con los chicos que intentaban encender el fuego pero no conseguían hacerlo, Rosalie les dio un encendedor y rápidamente el fuego se encendió. Isabella salió a los pocos minutos envuelta en ropa deportiva y una gruesa chamarra y aun seguía frotándose los brazos por el frió.

— ¿Qué haces? —me pregunto cuando la acomode en mis piernas y no la deje sentarse junto a mí.

—Solo haciendo que entres en calor. —le frote los brazos y le permití que acomodara su cabeza en mi hombro.

—Gracias. —murmuro suavemente en mi oído lo que me hizo estremecer y no precisamente de frió.

Comimos sin parar de reír y lo mejor de todo era que Isabella no se apartaba de mí, la mantuve en mis brazos hasta que llego el momento de recoger todo para marcharnos.

El regreso al Jeep fue igualmente divertido, nuestro guía nos perdió por cerca de una hora y fue Alice quien nos llevo hasta el vehículo y nos acomodamos como habíamos venido. Este viaje había sido mucho mejor que los que había hecho en mi vida, podía que no fuera el lugar de moda ni el más exclusivo, pero me había permitido conocer a cuatro personas sorprendentes que ahora sabia podía llamar amigos, solo esperaba que cuando supieran la verdad aun quisieran mantener una amistad con Edward Cullen.

Isabella se volvió a quedar dormida en mis brazos y yo disfrute de su cercanía, no quería que lo que habíamos compartido se esfumara. Ambos sabíamos que lo deseábamos, pero ella aun trataba de engañarse cuando ayer me había dejado claro lo que me deseaba.

—Llegamos. —anuncio Rose con voz baja al ver que mi "esposa" seguía durmiendo.

Baje las cosas con ayuda de Emmett ya que Jasper estaba imposibilitado por sostener a Alice que igualmente estaba dormida.

Me acerque a ella para bajarla pero despertó y me impidió que la llevara en brazos, se despidió de nuestros amigos y esperamos hasta que el Jeep se perdió de vista, de inmediato sentí como si ambos estuviéramos que el otro dijera algo, ambos sabíamos que algo había cambiado y eso era difícil de explicar con palabras.

—Sera mejor que entremos. —me dijo girando sobre sus talones para ir hacia la puerta.

—Espera… antes de que entremos quiero que dejemos claro algo. —ella me miro pero acepto con un movimiento de cabeza.

—Ambos sabemos lo que queremos, y ya llegamos a un punto que es difícil ocultarlo, se que tu también lo quieres como yo. —me acerque a ella rozando su labio inferior con mi pulgar y sentir su aliento en mi mano. —Dime que no me deseas y prometo que te dejare…

Se quedo en silencio y rogué porque su respuesta no fuera una negativa.

—Sabes que lo hago y cada vez es más difícil luchar por negarlo, lo deseo y lo quiero. —me dijo con la mirada brillante, sin poder ocultar el deseo que nos carcomía.

Sonrieron sabiendo lo que indicaba sus palabras, soltó un gritito cuando la tome en mis brazos y la acomode en mi hombro para entrar en la casa, era claro lo que sucedería esta noche y sabia que finalmente podía dejar de imaginar lo que era tenerla en mi cama y sobre todo en mis brazos, esta noche Isabella seria mía.


Gracias por seguir leyendo mis locuras

2 comentarios:

  1. Me a encantado el viaje, se nota que no solo algo a cambiado, no puedo esperar para ver lo que pasa XD

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  2. Ame el capítulo ♡♥. Es simplemente perfecto.
    A-Cipriano Cullen

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