Campamento
Envolví
completamente su cuello entre mis brazos para hacer el beso aun más profundo y
sentir como sus manos estaban desabrochando la molesta prenda que le impedía
tener acceso total a mis senos.
Mi cuerpo
ardía y solo sentía un cosquilleo en cada parte que el tocaba, eche mi cabeza
hacia atrás permitiéndole acceso completo a mi cuello que comenzó a besar y
suavemente a mordisquear lo que provoco que un gemido se escapara de mis
labios. Estaba desabrochando el nudo detrás de mi cuello cuando un golpeteo en
la puerta nos hizo gruñir a ambos.
—Es caso
una broma—me dijo completamente frustrado.
Un nuevo
par de golpes y una sombra asomándose por la ventana lateral nos indico que
debíamos de salir a ver quién era. Lo aparte de mi sintiendo un vacio que me
extraño, pero que decidí ignorar.
—Ya
voy—grite cuando golpearon la puerta otra vez, encendí la luz y me acomode
rápidamente la ropa, pero antes de que yo saliera fue Edward el que abrió la
puerta solo mostrando una parte de su cuerpo.
—Hola
Jessica. —la salude asomándome por un lado de Edward pero cubriéndome con su
cuerpo.
—Hace
unas horas trajeron esto para ustedes, y lo dejaron en nuestra casa ya que era
importante. —extendí la mano y recibí el sobre y comprobé que siguiera sellado.
—Muchas
gracias. —corto Edward en una clara despedida.
Pero
contrario a lo que esperábamos, Jessica comenzó a platicar ignorando la voz
cansina de Edward y la manera en que comenzó a pasar su peso de un pie a otro.
—Veo que
se hicieron amigos de los Hale y los McCarthy. Son algo extraños. —termino en
un susurro.
—Creo que
por eso nos llevamos tan bien. —dije algo molesta.
—Son
agradables y no son los típicos chismosos del pueblo, con ellos se puede hablar
sabiendo que no se lo contaran a todo el pueblo. —me mordí la lengua ante las
palabras de Edward y la cara de la mujer que había comprendido que lo decía por
ella y su esposo.
Se asomo
por un pequeño espacio que había entre nosotros y note como su boca se formaba
una pequeña "o", seguí su mirada y compruebe el desastre que había en
el pasillo y lo que dejaba claro lo que habíamos estado por hacer. Nos miro de
arriba abajo y sin esperarlo sentí mis mejillas arder, enarco una ceja y me
lanzo una mirada de complicidad. Edward tomo una de mis manos y se la llevo a
los labios provocando un enorme escalofrió.
—Lo
lamento, no sabía que había interrumpido algo. —se disculpo sin dejar de
mirarnos.
—Lo
hiciste y si nos disculpas es tarde. Buenas noches. —corto Edward empujándome
hacia adentro y cerrándole la puerta en las narices a la mujer.
Se quedo
unos minutos de pie detrás de la puerta y después se asomo por la ventana para
ver que nuestra vecina se hubiera alejado.
—Se fue.
¿Dónde nos quedamos? — dio un paso hacia mí y yo di tres más para alejarme. —
¿Qué sucede?
—Esto
está mal. —mire el sobre en mis manos, había estado a punto de cometer una
estupidez y aunque Jessica fuera una entrometida en este momento se lo
agradecía, había interrumpido justo en el momento adecuado.
—Es lo
que ambos queremos. —negué con la cabeza. —No me digas que estabas fingiendo
porque es obvio que no lo hacías, tú me deseas de la misma manera.
—No lo
hago, solo me deje llevar por el momento. Pero no volverá a ocurrir, este es mi
trabajo y no puedo arriesgarme a perderlo por una estúpida noche. —el parecía
sorprendido de mis palabras, apretó lo puños.
—Como tú
quieras, me daré un baño. —asentí haciéndome a un lado y dejando que fuera
rumbo a las escaleras, apenas había tocado el primer escalo cuando se giro.
—Puede que quieras engañarte a ti misma diciendo que no lo quieres, pero tu
cuerpo dice lo contrario.
Me lleve
las manos a mis senos y el sonrió de lado para después desaparecer.
Esa noche
cenamos separados y nos mantuvimos lejos, pero me mantenía al tanto de que no
hiciera alguna estupidez, cuando se fue a la cama yo me quede en la cocina y
abrí el sobre que me habían enviado, entro había otro sobre en el cual
distinguí la letra de Demetri, era solo informes de rutina y un par de mails de
mi madre que comenzaba a ponerse paranoica por no tener noticias mías.
El resto
de la semana transcurrió sin mayores incidentes, el ambiente era pesado.
Hacíamos las comidas juntos pero apenas nos hablábamos y eso no sería bueno
para el campamento donde debíamos de comportarnos como dos enamorados. Agradecí
la llamada del miércoles de Emmett en el que se disculpaba por tener que
retrasar los planes un par de semanas, pero lo habían llamado de un equipo de
futbol americano para hacer las pruebas. Nadie lo culpaba, el era un hombre que
añoraba ser un jugador profesional pero por motivos desconocidos había
terminado dando clase de deporte en la preparatoria.
Cuando se
lo dije a Edward pareció no importarle porque solo se encogió de hombros y se
encerró en su habitación. Las chicas estaba emocionadas por pasar unas semanas
en Chicago y yo las envidie un poco por estar en la ciudad mientras debía de
permanecer junto a Edward. Yo había crecido en un pueblo en Montana, más
específicamente en Harlowton, mis abuelos tenían una granja que mis padres
habían heredado; había salido de un pueblo a la gran ciudad y es por eso que me
era tan sencillo adaptarme a estar en Forks, estar aquí, era casi como estar en
mi casa. Extrañaba mi casa pero sobre todo a mis padres, iba a visitarlos cada
vacaciones, pero pare ellos no era suficiente.
Me quede
sentada en el sillón donde estaba y me perdí en mis recuerdos. Cuando era
pequeña ayudaba a mi madre a cuidar de algunos de los animales más pequeños,
pero cuando tuve la edad necesaria ayudaba a mi padre con los caballos y ahí
seguía mi caballo el que me había regalado cuando cumplí dieciséis, era blanco
por lo que lo había llamado copito. Echaba de menos mi hogar y, no entendía
porque comenzaba a recordar y sentirme nostálgica, eso no me había sucedido,
esto es lo que yo había elegido aun cuando mi madre se había opuesto por el
peligro al que me enfrentaba.
Llame a
Demetri para pedir la autorización de llamar a mis padres y cuando me dijo que
no había problema, que además serviría para que mi madre dejara de acosar a
Jake no espere nada para marcar el numero y apenas había timbrado un par de
veces cuando escuche la voz inconfundible de mi padre.
—Swan
reportándose. —le dije con voz dulce y el soltó una carcajada.
—Es bueno
tener noticias tuyas Bells, tu madre esta algo histérica pensando que es lo que
estás haciendo aho…
— ¿Dónde
demonios te has metido Isabella Marie Swan? —tuve que apartar el móvil unos
centímetros ya que mi madre lo había gritado y solo escuchaba a mi padre
decirle "la dejaras sorda"
—Trabajo.
—dije con simpleza
—Pero en
donde, tu compañero Jacob no ha querido decir absolutamente nada. —negué
moviendo la cabeza, mi madre no entendía cuando le decían que era una misión
secreta.
—Es algo
importante que me ayudara a subir de rango.
—Te
expones demasiado—repitió por milésima vez.
—No
tienes de que preocuparte, no es algo riesgoso. —mentí y note que ya no estaba
sola, Edward estaba mirándome.
—Eso lo
he escuchado tantas veces, la vez que terminaste con una pierna fracturada
dijiste eso, cuando estabas hospitalizada y cuando un auto estuvo por
atropellarte. —rodé los ojos y golpee mi frente con mi mano.
—Esta vez
es diferente mamá, te aseguro que todo saldrá bien y cuando termine podremos ir
de vacaciones. —soltó un resoplido y solo murmuro eso estaría bien.
Hablamos
unos minutos más y al final tuve que despedirme. Cuando busque a Edward este ya
se había marchado a su habitación y lo escuchaba mover cosas, solo esperaba que
no planeara alguna locura.
Esa
semana no tuvo cambio alguno, y la siguiente fue un poco mejor, ya comenzaba a
hablarme o más bien era a criticarme como usualmente lo hacía y como siempre yo
lo ignoraba.
Pero el comienzo
de la siguiente semana hubo un cambio radical, Edward se había levantado
temprano a preparar el almuerzo y me ayudaba con las tareas de la casa, no
protesto cuando tuvimos que ir a la lavandería ni al supermercado, me ayudo
empujando el carrito y eligió algunas de las cosas que yo prefería lo que me
sorprendió y cuando salíamos el cargo con la mayoría de las bolsas dejándome
solo unas cuantas que eran muy livianas.
Pero fue
el miércoles que me dio un susto de muerta, me había metido a bañar al medio
día ya que él me había ganado la ducha por la mañana y cuando salí no lo vi por
ningún lado, al ver por la ventana estaba arreglando de nueva cuenta el césped,
pero lo que más me sorprendió fue encontrarme en mi habitación un ramo de
tulipanes blancos, el había recordado cuales eran mis flores favoritas y me las
había regalado sin motivo alguno, lo que lo hacía parecer aun mas sospechoso.
— ¿Puedo
saber por qué? —le pregunte mostrándole las flores que permanecían en una de
mis manos.
—Recordé
que son tus favoritas. —dijo con simpleza, acaricio mi mejilla lo que me hizo
contener la respiración. — No podemos seguir como las últimas dos semanas.
— ¿Dónde
las conseguiste? —pregunte seriamente.
—Se las
pedí a nuestra vecina que iba a Port Angeles. Le dije que era una sorpresa y
accedió encantada de ayudar.
El resto
de la semana se mostro más amable y continuo mostrando a un Edward que apostaba
era un desconocido para muchos, pero que no era tan irritante y egocéntrico
como el que siempre pretendía ser.
Deje de estar
tan a la defensiva y desconfiar de él, comencé a tratarlo con mas amabilidad y
el ambiente cambio drásticamente, paso de estar siempre en silencio a
escucharse nuestras risas y peleas fingidas, mas aun me mantenía guardando
nuestras distancias.
El lunes
de la siguiente semana recibimos la sorpresa de que nuestros amigos habían
vuelto y el campamento sería el fin de semana, por lo que nos pusimos de
acuerdo en que llevaríamos.
El martes
recibí una llamada de Demetri que me pedía una explicación por el gasto que
había en la tarjeta de crédito que me habían dado para víveres y alguna
emergencia y que era la que había tenido que utilizar para comprar la ropa con
las chicas.
—Fue un
gasto de emergencia. —le dije en voz baja.
—Es de
tiendas de ropa, de un spa y un salón de belleza. —gruño molesto.
—No tuve
más opción que hacerlo—golpee el piso con el pie, no podía decirle que me había
marchado sola sin Edward porque eso lo haría enfurecer de verdad. —Se que esos
gastos no estaban contemplados…
Alguien
me quito el móvil de la mano y mire como Edward escuchaba atento lo que estaba
diciendo Demetri y cuando este término.
—Si el
problema es el dinero que gasto la agente Swan, solo llama a mi asistente o a
mis padres y dales el monto a pagar y te aseguro que recuperaras tu dinero, no
es como si gastara una fortuna. —hablo con frialdad, yo me quede perpleja y
cuando me paso el móvil comprobé que Demetri se había quedado mudo.
— ¿Sigues
ahí? —le pregunte después de que Edward saliera de la cocina.
— ¿Qué le
has hecho? Jamás hubiera esperado que Edward se ofreciera a pagar los gastos de
la tarjeta.
—Te
aseguro que ni yo lo esperaba.
El
miércoles por la tarde fuimos de compras para estar preparados para nuestro
maravilloso campamento.
— ¿Estas
seguro de ir? —pregunte mientras lanzaba una bolsa de malvaviscos al cochecito
que Edward empujaba.
—Sera
divertido, ¿Qué puede salir mal? —se encogió de hombros y siguió caminando, no
sabía porque su tranquilidad me hacía sentirme nerviosa, pero confiaba en él.
El jueves
por la mañana estaba preparando el desayuno cuando mi teléfono comenzó a
timbrar, respondí al tiempo que seguía picando un poco de fruta.
— ¿Está
todo bien? —le pregunte a Demetri que parecía algo molesto.
— ¿Por
qué lo preguntas? —contraataco al tiempo que escuchaba algo estrellarse.
—Tu tono
es cortante, tu voz es áspera y contestas con una pregunta. —le dije al tiempo
que comenzaba a jugar con el cuchillo.
—Me
conoces mejor de lo que esperaba—soltó un resoplido—Algunos de nuestros hombres
siguieron a Alec hasta Londres y parece que se dirigía a Atenas, pero alguien
lo llamo y en lugar de abordar su vuelo regreso a New york. Lo estuvieron
siguiendo en la ciudad y ayer lo perdieron, lo hemos buscado pero se ha
esfumado.
— ¿Qué
fue lo que dijiste? —pregunte temerosa con un poco de miedo. —Pero porque no me
lo dijiste antes.
—Fue muy
listo y se les perdió en un restaurante. —golpe la mesa con el puño y mi
corazón comenzó a latir apresuradamente. — seguiremos buscando rastros, quiero
que tengas mucho cuidado y cualquier cosa llámanos.
—Así lo
hare. —corte la llamada.
— ¿Que
sucede? —me gire para ver a Edward mirándome a solo unos pasos, estaba segura
que había escuchado parte de la conversación.
—Han
perdido el rastro de Alec, lo siguieron hasta Londres y al parecer iba a volar
a Atenas, pero recibió una llamada y regreso a New York. —le dije rápidamente
—No creo
que debamos preocuparnos. —me sorprendió que se mantuviera tranquilo, cuando un
asesino tan letal como Alec estaba detrás de él.
—Lo
perdieron ayer por la noche y no saben dónde está. —me lleve las manos al
rostro.
—Me
portare bien—prometió al tiempo que acariciaba mi mejilla. —mejor desayunemos
que muero de hambre.
EPOV
El día en
la playa había sido algo diferente, Isabella me había dejado sin habla al verla
con ese diminuto bikini, la manera en que había respondido a mi beso y como era
obvio que ella me deseaba de la misma manera que yo lo hacía, cuando me coloque
detrás ella mientras leía solo me maravillaba por lo hermosa que era, tenía una
apariencia dura e impenetrable, pero era una chica romántica. El atardecer
había sido el mejor que había tenido en mi vida, el estar con ella y nuestros
nuevos amigos me demostraba que no hacía falta gastar tanto dinero para poder
disfrutar de un maravilloso momento. Lo mejor fue cuando de regreso a casa se
acurruco en mis brazos y se quedo profundamente dormida. Apoye mi barbilla en
su coronilla y no pude evitar imaginarme lo que sería pasar con ella una noche.
Recordé
la noche en que nos habíamos conocido en aquel bar, había comenzado a flirtear
con ella y con solo un par de palabras había descubierto que ella era
diferente, tenía una especie de imán que me estaba atrayendo y me gritaba que
la llevara conmigo a pasar la noche, pero apareció la nueva modelo con la que
había quedado hace unas semanas y por causa de su trabajo no habíamos podido
coincidir y tenía que aprovechar que estaba en la ciudad. Sin pensarlo me aleje
de la hermosa castaña y fui junto a la pelirroja que apenas me vio comenzó a
prestarme atención y hablar de cosas superficiales, fue el momento que me di
cuenta de que ella no valía la pena y volví hacia la barra para encontrar que
se había marchado, le pregunte al barman que me vio sorprendido, cuando me gire
hacia donde me había señalado a sus amigos estos ya no estaban en su lugar
había otros más grandes, por dejarme guiar por las apariencias había perdido a
una chica de verdad y no solo una cara bonita, lo peor es que era muy difícil
que la encontrara de nuevo.
Salí de
mis cavilaciones cuando ella se removió y su mano se apoyo en mi muslo
haciéndome contener el aire, esta chica me volvería loco, hasta dormida hacia
que mi autocontrol flaqueara, con disimulo aparte su mano y a los pocos minutos
los chicos parecían encantados de que las cosas parecieran ir mejor entre
nosotros.
Cuando
entramos a nuestra casa no pude contenerme y la tome en mis brazos con mas
brusquedad de la habitual, pero estaba desesperado, quería tenerla solo para
mi, que ella se diera cuenta de la manera que me afectaba. Pero me sorprendió que
ella no se intentara apartar y al contrario pareciera dispuesta a continuar con
lo que prometía ser una larga noche.
Pero nada
es perfecto y nuestro encuentro se vio interrumpido por la vecina entrometida
que tardo mucho en marcharse y cuando lo hizo Isabella ya no quiso continuar.
Me frustraba que en un momento fuera una mujer apasionada y unos segundos
después se convirtiera en una niña temerosa como si hiciera algo malo. Mi
cuerpo aun añoraba sentir su calor, pero había vuelto a su faceta rígida que no
permitiría que me le acercara, se escondía detrás de su trabajo pero era más
que obvio que ella también moría por disfrutar de una noche junto a mí. Moría
por estar con ella y compartir más de lo que estábamos compartiendo hasta
ahora.
Estaba
furioso y frustrado, si ella no quería nada conmigo no la obligaría y me
mantendría alejado de ella. Al principio no fue nada difícil, pero bastaron
unos días para que comenzara a cansarme, extrañaba sus platicas y el poder oler
su shampoo a Fresia y sentir la suavidad de su piel. Comencé a hablarle de
nuevo con mis comentarios sarcásticos y como siempre lo hacía, pero no notaba
un solo cambio y fue por lo que opte otra técnica.
Comencé a
ayudarla con las labores, no me quejaba cuando íbamos a la lavandería o al
supermercado, corte el césped de nuevo y agradecí cuando Jessica me llevo el
ramo de tulipanes que sabia le gustarían, los deje sobre su cama mientras se
duchaba y espere a que ella bajara y antes de agradecer parecía desconcertada
por lo que estaba haciendo. Me alegre de que este comportamiento ayudara, ella
comenzó a dejar caer sus barreras y me permitió acercarme nuevamente, pero aun
evitaba estar demasiado cerca de mí lo que entendía y no la presionaría.
Me alegre
cuando los chicos volvieron, no pensé que los echaría tanto de menos. Estaba
ansioso por acampar, sería la primera vez que lo haría.
El martes
presencie una pequeña discusión de Isabella con su jefe que al parecer le
reclamaba por el gasto que había hecho en Port Angeles con las chicas, el podía
tomarlo como algo malo, pero era porque él no había visto lo hermosa que se
veía, así que sin pensarlo le quite el móvil y le deje claro que pagaría por
los gasto de Isabella lo que pareció sorprenderlo y a Isabella también ya que
parecía no creer lo que había ocurrido, le entregue el teléfono y me marche. El
miércoles acompañe a Isabella a comparar las cosas para nuestra grandiosa
aventura y ella no parecía muy segura, quería demostrarle que no era ese hombre
millonario mimado que ella creía, que se diera cuenta de que podía ser un
hombre como cualquier otro y que ya no me daba miedo el hacer cosas que nunca
había hecho.
Lo que no
me esperaba era la llamada del jueves que intente dejar no me afectara, Alec se
les había escapado y todo parecía indicar que el culpable era yo, había hablado
con mi asistente sin pensar que alguien me traicionara. Pero podía ser una
coincidencia, Andrew no sería capaz de venderme, era un hombre leal.
El sábado
llego y poco antes de medio día Emmett paso por nosotros en su Jeep que era el
vehículo más apropiado para llegar hasta el sitio donde pasaríamos la noche,
condujo un rato por la autopista y después se salió por un camino de asfalto
internándose en el bosque hasta dejarlo en una zona regular, tomamos las cosas
y caminamos por un largo rato hasta llegar a un pequeño claro que sería nuestro
lugar.
Dejamos
que las chicas de lado y nos dispusimos a armar las tiendas de campaña, leí
rápidamente las instrucciones y comencé a armarla, pero era más difícil de lo
que esperaba, mire a los chicos que no estaban mejor que yo.
—
¿Quieres ayuda? —se ofreció Isabella
—Yo
puedo. —ella enarco una ceja. —Es en serio.
Media
hora más tarde aun estaba donde mismo y una hora más tarde comenzó a insistir y
le dije que me dejara pero siguió insistiendo hasta que con los demás chicos
les pedimos que nos dejaran hacer nuestro trabajo. Tenía que demostrarle que
podía hacerlo, era simple.
—Ya vas
aceptar mi ayuda. —repitió por decima vez y yo me negué mientras seguía
intentando armar la tienda.
—Puedo
hacerlo. —proteste sin mirarla.
—Esta al
revés. — me dijo antes de dar media vuelta.
—Ya lo
sabía. —le grite y ella soltó una carcajada.
Sin saber
como lo hice quedo lista, mire con superioridad a los chicos que seguían por la
mitad, la toque y esta se cayó.
—Déjame
ayudarte, no quiero dormir fuera de la tienda. —bufe y acepte la ayuda de Bella
que en cuestión de minutos la levanto y esta quedo firme y lista para ser
utilizada.
—No sé
porque quieren impresionar si saben que al final Rose las terminara armando.
—chillo Alice mirando a los dos hombres que aceptaron con desgana.
Juntamos
maderas y las dejamos listas para la noche. Emmett anuncio que iríamos a cazar
nuestro oso lo que me causo un poco de temor, podía que él estuviera
acostumbrado pero yo no.
—Anthony…—una
pequeña mano se cerró sobre la mía, me incline un poco hasta quedar a su altura
y levante su rostro para que me mirara. —Ten cuidado.
—Lo
tendré, cariño. —sin poder contenerme le di un beso en los labios y ella sonrió
en lugar de abofetearme como lo esperaba.
—Sabes a
lo que me refiero. —dijo en un susurro.
—Yo
estaría más preocupado por el oso. —le dije acariciando su labio con mi pulgar.
Rodo los ojos y me dejo marchar.
Habíamos
caminado bajando por una empinada cuesta y más de una vez habíamos resbalado,
lo ms divertido fue cuando Jasper resbalo y se llevo a Emmett, yo me había
reído y por hacerlo perdí el equilibrio cayendo junto a ellos. Vimos a un oso y
lo seguimos pero este se enfureció y Emmett en lugar de usar su arma se echo a
correr y nosotros detrás de él, nos trepamos a un árbol y ahí perdimos cerca de
dos horas, no podíamos bajar por que el oso estaba esperando por nosotros,
aprovechamos ese tiempo para conversar de cómo les había ido en la ciudad y
cada cosa que me decían me hacia recordar porque echaba de menos a ciudad, pero
no pude evitar recordar los días con Isabella y en definitiva me quedaba con
Isabella, no cambiaria esos días con ella. Al final algo llamo su atención y
nos dejo libres de marcharnos.
Jasper y
yo quisimos matarlo cuando sugirió buscar otro oso pero esta vez más pequeño,
de sitio de su plan al intentar cazar al oso que alcanzo a huir y finalmente
siguió a una liebre que fue más rápida que él y lo llevo directamente donde
había un charco de lodo donde resbalo y se lleno completamente, pero el reírnos
no fue tan bueno ya que tomo represalias y los tres terminamos cubiertos de
pies a cabeza.
Cuando
regresamos al campamento las chicas estaban cocinando algo sobre el fuego lo
que nos sorprendió.
— ¿Pero
que les sucedió? —pregunto Alice conteniendo las ganas de reír, cosa que no
soportaron mucho ya que las tres estallaron en carcajadas.
—Ni te
atrevas. —Isabella se pudo de pie apartándose al notar que pretendía abrazarla
y mancharla de lodo.
Nos
enviaron a lavarnos al lago que estaba a un par de kilómetros, protestamos pero
no tuvimos más opción que hacerlo de lo contrario no comeríamos y no
dormiríamos dentro de las tiendas. El agua estaba completamente helada y nos
tuvimos que aguantar las ganas de gritar, solo dejamos escapar un par de frases
altisonantes, cuando regresamos estábamos muertos de frio y nos sentamos junto
al fuego importándonos poco que apenas fueran las seis.
—Solo
espero que no te de una pulmonía. —me susurro al oído al tiempo que dejaba una
mantita sobre mis hombros.
—Soy
fuerte. —respondí al tiempo que un escalofrió recorría mi cuerpo.
Comimos
la comida que las chicas habían preparado y charlamos de lo que había sucedido
en nuestro momento de caza.
—Entonces
el oso se levanto en dos patas y nos iba a atacar, yo lo apunte con mi
rifle…—rodé los ojos ante la historia de Emmett, él había sido el primero en
correr.
—Que
aventura. —sonrió Isabella mirándome. —Pero como explican el lodo.
—El oso
no persiguió y fuimos más astutos y lo perdimos, pero caímos en un charco de
lodo. —contesto Emmett.
—Después
te contare la verdadera historia. —le susurre al tiempo que pasaba uno de mis
brazos sobre sus hombros y la acercaba a mi cuerpo.
—Se que
será divertida. —me dijo al tiempo que acomodaba su cabeza en mi hombro y una
de sus manos sobre mis piernas lo que mando una corriente a todo mi cuerpo pero
más especialmente en cierta sección que comenzaba a endurecerse.
La noche
llego y era más fría de lo que esperaba, pero habíamos traído ropa abrigadora y
con el calor del fuego no se sentía tanto, lo único que me erizaba un poco la
piel eran los ruidos provenientes de entre los árboles.
Estábamos
asando salchichas y bombones mientras escuchábamos a Emmett hablar de las
pruebas que había realizado.
—No
entiendo porque no si lo que querías era ser jugador profesional terminaste
como profesor de deporte. —le dije a Emmett que levanto la mirada.
—Esperaba
conseguir una buena beca, pero mi padre se las arreglo para que no lo hiciera,
hizo que alteraran algunas de mis calificaciones lo que me saco de las listas y
por lo tanto ya no pude hacerlo. —dijo con tristeza y Rose solo apretó su mano.
— ¿Por
qué haría algo como eso? —pregunto Isabella aparentemente dolida.
—Siempre
fue un hombre muy manipulador, al ser su único hijo deseaba que me convirtiera
en abogado como él, pero mi vida está en el deporte. —Se encogió de hombros—
comencé a estudiar leyes pero no me gusto y abandone la universidad, comencé
como ayudante en una escuela y a los dos años me dieron una plaza aquí en Forks
donde conocí a Rosalie.
— ¿Sabían
que Jasper conoció a Alice siendo mesera en Port Angeles? —ambos negamos.
—Lo que
me llamo la atención fue ver como dejaba a un tipo en su lugar, se había
querido propasar con ella y se había defendido sin darme tiempo a ayudarla.
—murmuro Jasper divertido. —Admito que después me dio un poco de miedo
acercármele, pero no fue tan malo y finalmente aquí estamos.
—Creo que
Alice no es la única chica que sabe defenderse, Scott puede decir que Marie
sabe hacerlo a la perfección. —Emmett soltó una carcajada que fue seguida por
los demás haciendo que un leve sonrojo cubriera las mejillas de Isabella.
—Nosotros
sabemos que se conocieron en el trabajo, ¿fue ahí donde comenzaron a salir?
—pregunto Alice haciendo que todas las miradas se posaran en nosotros, apreté
la mano de ella que me miro.
—Ella
estaba de temporal y fue ahí donde la conocí, pero no donde la invite a salir.
Al principio me porte como un patán, estaba acostumbrado a que las chicas me
hablaran e intentaran algo mas, pero Marie fue diferente, desde la primera vez
que hablamos supe que ella valía la pena pero por estúpido deje escapar una muy
buena oportunidad. —entrelace nuestros dedos y me lleve su mano a mis labios. —
Cuando me di cuenta de que quería conocerla mejor fui a buscarla donde siempre
la había visto y para mi sorpresa ella ya se había marchado.
— ¿Pero
como la encontraste? —mire a las chicas que estaban atentas.
—Hable
con el encargado de recursos humanos e intente que me diera una dirección o
número de teléfono, al principio se negaba porque no es ético, pero me debía un
favor así que me lo dio y fue un par de semanas lo que me tomo armarme de valor
e ir a su departamento, me la encontré en la calle y comencé a hablarle, ella
se sorprendió pero acepto salir conmigo. — finalice guiñándole un ojo a
Isabella que sonreía pero su mirada estaba completamente confusa.
—Que
linda historia… ahora a comer. —rodé los ojos ante el comentario de Emmett que
había roto la burbuja en que nos encontrábamos, pero ella sonrió dulcemente.
Contamos
historias de terror mientras comíamos las cosas que no eran para nada
saludables, pero que estaban deliciosas, Jasper miro su reloj y anuncio que
eran cerca de las 2 de la mañana por lo que decidimos marcharnos a nuestras
tiendas.
Deje que
Isabella entrara antes que yo y cuando estuve dentro cerré para evitar que el
frio entrara.
—Ese es
tu saco de dormir—me señalo uno verde mientras que ella se metía dentro de uno
rosa.
—Te dije
que no sería tan malo. —me metí en mi saco y me acomode de lado para mirarla,
en su mirada se reflejaba la preocupación. — ¿Qué te preocupa?
—No sé si
fue buena idea el venir, con Alec suelto es muy arriesgado y aquí serias presa
fácil.
—Puede
que sea una coincidencia, además no creo que dé con nosotros.
—Alec no
es un hombre que hay que tomarse a la ligera, es un asesino muy bueno y sabe
como cubrir la evidencia que lo puedan incriminar, es por eso que no lo hemos
capturado. —se removió intranquila. —será mejor que duermas.
— ¿Y tú?
—pregunte ya que solo se había referido a mí.
—También
lo hare.
— ¿Y
quién me protegerá? —rodo los ojos y sonrió divertida.
—Me
mantengo alerta, fui bien entrenada. —se giro dándome la espalda y así nos
quedamos un largo rato, la tienda se movía por el viento que estaba haciendo,
me debatí un momento y decidí arriesgarme a que me gritara o me golpeara.
Salí de
mi saco de dormir y lentamente abrí el de ella pero de atoro lo que me hizo
gruñir.
— ¿Qué
crees que haces? —me pregunto en un susurro mirándome fijamente.
—Es obvio
no lo crees. — hale más fuerte y este cedió, espere un segundo a que me dijera
que no lo hiciera pero jamás lo dijo, así que entre junto a ella. — así es más
fácil que nos mantengamos calientes.
—Sabes
que no está bien. —me dijo en un susurro completamente avergonzada. —No…
—Quiero
que sepas que lo del bar…—note como se tensaba y le di un beso cerca de los
labios que la hizo dejar sin respirar. —Soy consciente de que me odias por lo
que hice y no tengo manera de disculparme por mi comportamiento. Como tú lo has
dicho tantas veces, estoy acostumbrado a que las chicas hagan lo que yo quiero,
ese día creí que ella sería mejor y no me importo dejarte, pero solo unos
minutos después me di cuenta de que con quien quería estar eras tú.
—Deja de
mentir. —me empujo con sus manos, pero no me aparte.
—Contigo
platique durante varios minutos y ha sido la plática más interesante y
verdadera que he tenido, todas acostumbran a hablar de cosas superficiales como
si no tuviera bastante con mi vida. Volví a la barra para ver si estabas ahí,
le pregunte al barman y él me miro como si estuviera loco mas no me importo y
recordé que no ibas sola, pero todos se habían marchado, me lamente por no
saber tu nombre ni nada que me diera una pista de donde encontrarte. — me
acomode sobre de ella haciéndola gemir suavemente. — la primera vez que te vi
estaba furioso y es por eso que dije todas esas cosas. Siento lo de
espantapájaros.
—Se que
no soy la más hermosa, pero me dolió que me dijeras eso.
—Eres
hermosa, solo que te ocultas en una fea vestimenta y un peinado que no permite
apreciarte en realidad. Cuando las chicas hicieron el cambio no recordaba quien
eras, pensé que estaba alucinando porque era imposible que te hubiera visto y
fue cuando te recordé y me molesto que no me lo dijeras, porque tu si sabias
quien era yo.
—No tenia
caso. —se encogió de hombros.
—No soy
tan malo—le dije al tiempo que me acercaba a sus labios y ella no se movió.
Nuestros
labios entraron en contacto y deje que fluyera de manera lenta, no quería
apresurar las cosas, me estaba tomando el tiempo para disfrutar de esa
agradable sensación, del calor que desprendía su cuerpo y la manera en que
parecía amoldarse al mío sin ningún problema.
—No…
—Sí.
—dije al tiempo que me giraba para ser yo el que quedara sobre el duro suelo y
no ella, la acomode sobre mi y justo en ese momento sentí como algo se encajaba
en mi espalda lo que me hizo soltar una maldición, ella soltó una risita y pego
su rostro a mi pecho.
—Sabes
que no está bien. —repitió pero no se apartaba de mi.
—Solo
déjate llevar. —le dije olvidando hacerlo en un susurro como habíamos estado
hablando durante todo el rato.
—Podemos
escucharlos. —ambos reímos al escuchar la voz de Emmett que había interrumpido
en el peor momento.
Me dio un
beso y me hizo regresar a mi bolsa de dormir, pero esta vez estábamos más
juntos.
A la
mañana siguiente nos despertamos al escuchar a Rose gritar, salimos y la vimos
sentada en el suelo apretándose el estomago de tanto reír. Un zorrillo había
entrado a su tienda y habían alcanzado a salír justo a tiempo, pero Emmett se
había olvidado de ponerse los pantaloncillos y llevaba unos calzoncillos de
ositos.
— ¿Qué?
—nos dijo un poco sonrojado. —son calientitos.
—Solo
vístete. —le dije al tiempo que entrabamos a nuestra tienda dejando que el
grandulón se vistiera.
Le di un
beso en los labios que ella acepto sin una sola protesta, pero que debió de
terminar antes de que nos encontráramos en problemas.
Desayunamos
huevos que Alice preparo y café. Durante el desayuno hablamos de lo que ellas
hacían, yo pensaba que eran simples amas de casa, pero no era así, ambas tenían
una pequeña empresa de decoración de interiores en Port Angeles, pero aun era
muy pequeña porque era poco el trabajo que podían hacer. Añoraban ir a la
ciudad y abrir su negocio ahí donde sabían podía triunfar, con solo ver sus
casas era obvio que lo harían, pero era la falta de recursos lo que les impedía
cumplir su sueño.
Después
del desayuno fuimos con las chicas a caminar por los alrededores, yo mantenía
mis dedos entrelazados con los de ella, la ayudaba a que no resbalara, pero en
más de una ocasión tropezó, lo que ocasionaba que soltáramos una risita
ahogada. Emmett de nueva cuenta cayó en un charco de lodo y se encargo de que
todos termináramos cubiertos, Isabella se aparto y pensé que huía de no
terminar toda cubierta, me estaba riendo de la manera en que había caído
nuevamente Emmett al ser empujado por su rubia esposa y para evitar la caída se
había sostenido de Jasper que resbalo junto con él y por poco se abrían llevado
a Alice, pero ella se alcanzo a apartar, me tomaba el estomago de la risa
cuando una manos lleno mi rostro de la asquerosa sustancia.
— ¿Te
parece gracioso? —ella asintió y se echo a correr apenas noto que hundía la
mano en el lodo. —Prepárate.
—No lo
hagas. —corría mientras reía, pero no era más rápida que yo así que la alcance
rápidamente y la alcance a capturar antes de que diera contra el suelo.
—Gra…—si
frase quedo inconclusa cuando sintió mi mano en su rostro y cabello.
— ¡Es
asqueroso! —chillo aun riéndose.
Regresamos
con nuestros amigos que estábamos completamente llenos y solo había algo por
hacer y que sabia a las chicas no les gustaría, tendríamos que ir a lavarnos al
lago y el agua estaba helada.
Las
chicas fueron las que más se quejaron, pero lo tuvieron que hacer, cuando
íbamos de regreso íbamos en silencio y solo se escuchaba a las chicas murmurar
que iban a matar a Emmett, en cambio a Isabella le castañeaban los dientes y no
paraba de frotarse los brazos con sus manos intentando darse un poco de calor.
Cuando
llegamos a nuestras tiendas, buscamos algo para calentarnos y ellas una muda de
ropa, me quede con los chicos que intentaban encender el fuego pero no
conseguían hacerlo, Rosalie les dio un encendedor y rápidamente el fuego se
encendió. Isabella salió a los pocos minutos envuelta en ropa deportiva y una
gruesa chamarra y aun seguía frotándose los brazos por el frió.
— ¿Qué
haces? —me pregunto cuando la acomode en mis piernas y no la deje sentarse
junto a mí.
—Solo
haciendo que entres en calor. —le frote los brazos y le permití que acomodara
su cabeza en mi hombro.
—Gracias.
—murmuro suavemente en mi oído lo que me hizo estremecer y no precisamente de frió.
Comimos
sin parar de reír y lo mejor de todo era que Isabella no se apartaba de mí, la
mantuve en mis brazos hasta que llego el momento de recoger todo para
marcharnos.
El
regreso al Jeep fue igualmente divertido, nuestro guía nos perdió por cerca de
una hora y fue Alice quien nos llevo hasta el vehículo y nos acomodamos como
habíamos venido. Este viaje había sido mucho mejor que los que había hecho en
mi vida, podía que no fuera el lugar de moda ni el más exclusivo, pero me había
permitido conocer a cuatro personas sorprendentes que ahora sabia podía llamar
amigos, solo esperaba que cuando supieran la verdad aun quisieran mantener una
amistad con Edward Cullen.
Isabella
se volvió a quedar dormida en mis brazos y yo disfrute de su cercanía, no
quería que lo que habíamos compartido se esfumara. Ambos sabíamos que lo
deseábamos, pero ella aun trataba de engañarse cuando ayer me había dejado
claro lo que me deseaba.
—Llegamos.
—anuncio Rose con voz baja al ver que mi "esposa" seguía durmiendo.
Baje las
cosas con ayuda de Emmett ya que Jasper estaba imposibilitado por sostener a
Alice que igualmente estaba dormida.
Me
acerque a ella para bajarla pero despertó y me impidió que la llevara en
brazos, se despidió de nuestros amigos y esperamos hasta que el Jeep se perdió
de vista, de inmediato sentí como si ambos estuviéramos que el otro dijera
algo, ambos sabíamos que algo había cambiado y eso era difícil de explicar con
palabras.
—Sera
mejor que entremos. —me dijo girando sobre sus talones para ir hacia la puerta.
—Espera…
antes de que entremos quiero que dejemos claro algo. —ella me miro pero acepto
con un movimiento de cabeza.
—Ambos
sabemos lo que queremos, y ya llegamos a un punto que es difícil ocultarlo, se
que tu también lo quieres como yo. —me acerque a ella rozando su labio inferior
con mi pulgar y sentir su aliento en mi mano. —Dime que no me deseas y prometo
que te dejare…
Se quedo
en silencio y rogué porque su respuesta no fuera una negativa.
—Sabes
que lo hago y cada vez es más difícil luchar por negarlo, lo deseo y lo quiero.
—me dijo con la mirada brillante, sin poder ocultar el deseo que nos carcomía.
Sonrieron
sabiendo lo que indicaba sus palabras, soltó un gritito cuando la tome en mis
brazos y la acomode en mi hombro para entrar en la casa, era claro lo que
sucedería esta noche y sabia que finalmente podía dejar de imaginar lo que era
tenerla en mi cama y sobre todo en mis brazos, esta noche Isabella seria mía.
…
Gracias por seguir leyendo mis locuras
Me a encantado el viaje, se nota que no solo algo a cambiado, no puedo esperar para ver lo que pasa XD
ResponderBorrarAme el capítulo ♡♥. Es simplemente perfecto.
ResponderBorrarA-Cipriano Cullen